Fig. 1. Retrato de Hermann Burmeister joven aún en Halle (Sajonia).
Fig. 2. El sabio en su ancianidad, cuando era Director del Museo de Buenos Aires (¿hacia 1875?).
Fig.3. Monumento actual levantado a su memoria frente al Museo Rivadavia de Buenos Aires.
Reuniendo información histórica sobre Cobija y su antiguo poblamiento.
Su asombrosa capacidad intelectual.
Nos impresiona vivamente la capacidad intelectual de Burmeister quien publicará sobre temas científicos tan diversos como la entomología, la zoología sistemática, la paleontología, la herpetología, la geografía física y la climatología y aún la botánica de las regiones que recorre incansablemente por años. Tempranamente traba amistad con Alexander von Humboldt quien alaba su primera gran obra, Lehrbuch der Naturgeschichte [Manual de Historia Natural] publicada en el año 1830, cuando tiene solamente 23 años. En el año 1829 obtiene su doctorado con un estudio de entomología: titulado: De insectorum systemate naturale [Acerca del sistema natural de los insectos] en Halle. Asombra su actividad y movilidad, a caballo o en coche y hasta en carreta por las diversas regiones de América en aquellos homéricos años, cuando los países del Plata aún están echando los primeros cimientos de su estabilidad política. Así como su habilidad para el diseño y dibujo, observable y admirable en sus numerosas publicaciones. Su audacia llega hasta publicar, en el año 1856 su obra Die Geschichte der Schöpfung [Historia de la creación] donde plantea sus puntos de vista opuestos al naciente darwinismo evolucionista, caracterizándose por ser un creacionista, acérrimo seguidor del francés Georges Cuvier, el padre de la Paleontología y defensor del "Catastrofismo" en el desarrollo de las especies.
Famosa es, a este respecto, su frase: "No podemos echar abajo el principio de la invariabilidad de las especies sin que se venga también por los suelos toda la zoología científica".
Y de esta posición científica nadie lo logró mover un ápice, hasta su muerte.
Fig. 4. Portada de la obra de Burmeister "Viaje por los Estados del Plata...", Halle, 1861, obra escrita en escritura gótica alemana.
Se establece definitivamente en la República Argentina.
En el año 1861 y tras haber hecho contacto con Domingo Faustino Sarmiento, quien le contrata en el acto, decide abandonar Alemania, su patria y su obra de años en el Museo de Halle que el mismo creara, y se traslada definitivamente al Nuevo Mundo. Le decepcionaron profundamente las rivalidades y las convulsiones políticas de su patria, Alemania. Se divorcia de su primera esposa alemana y, ya radicado en Argentina, se casa en Tucumán con Petrona de Tejeda en 1865, de la que tuvo cuatro hijos. Tenía ya por entonces 62 años. Una vez en Buenos Aires, le encarga el ministro Sarmiento la dirección del Museo de Buenos Aires, la que ejerció durante 30 largos años. Fue un acérrimo rival del paleontólogo argentino Florentino Ameghino, a quien miraba bastante en menos por ser un autodicta en Paleontología; por eso, antes de su retiro del Museo, propuso como sucesor a un científico amigo suyo, Carlos Berg. Ameghino, sin embargo, llegará a ser, pocos años después, Director del mismo Museo. ¡Ironías del destino!.
Descripción descarnada de Cobija en el año 1861.
Con estos antecedentes históricos y biográficos in mente, podemos ahora confiadamente examinar y entender mucho mejor el relato de Burmeister en su visita a Cobija los primeros días de Abril del año 1861. Pondremos primeramente en letras cursivas el texto completo de su relato referente a Cobija y luego anotaremos nuestras notas de comentario para esclarecer aspectos del relato del sabio alemán-argentino.
De paso, nos atrevemos a señalar aquí nuestra plena convicción de que es muy importante conocer a fondo todos los detalles de la vida, formación profesional y especialización del personaje, para poder aquilatar con precisión el valor y la riqueza inherente a su testimonio. Al carecer totalmente de esta información, no pocas de sus afirmaciones pueden quedar en cierta penumbra o no ser interpretadas correctamente. Ha sido éste parte importante de nuestro método, al presentar el enfoque eco-cultural o eco-antropológico de un determinado testimonio escrito. Conocer a fondo al autor y sus potencialidades (o debilidades) ciertamente enriquece el relato y favorece su más plena intelección.
He aquí su relato tomado de la edición argentina de su obra, Viaje por los Estados del Plata...." (3 Vols., Unión Germánica de la Argentina, 1943-1944). La traducción al castellano ut iacet nos parece un tanto deficiente y falta de elegancia, ensombreciendo sin pretenderlo el estilo original de su autor. Lamentablemente no hemos tenido aún a la mano el original alemán para intentar una traducción propia, más apegada al texto original.
"Todo es pelado y desierto sin rastros de vegetación (1), cubierto de altos montones de arena que ha bajado el viento y de la que está constituido todo el frente de la costa. De ésta, sobresalen en los puntos más parados, peñas redondeadas, rojas, evidentemente pórfidos (2) y prestan al conjunto un aspecto salvaje y desgarrado que predispone a la tristeza y a la melancolía (3). En uno u otro sitio, agrupaciones grises de cactos, parecían haber arraigado (4); pero en ninguna parte vi el verde vivo de plantas frescas. Hacia el norte se dirigía por sobre la superficie de arena, un ancho camino que entraba a una profunda quebrada (5), trepando con innumerables vueltas por sus escarpados faldeos; era el comienzo del camino al interior hacia Atacama, Salta y Potosí (6)". (II: 325).
Y continúa:
"... A los pasajeros los llevaron a bordo del vapor (7) en pequeños botes, lo que llamó en general la atención, porque allí son raras las embarcaciones de madera; la forma más común en la costa es la denominada balsa (8) , es decir, dos grandes y largos sacos de piel de foca (9), inflados con aire y que se mantienen unidos por medio de un armazón de tirantillos y varillas colocados sobre éstos (10). Encima van de pie o sentados los que navegan (11) a impulso de dos boteros (12) que se sientan en los extremos de la embarcación, guiándola con largos remos (13). Estas embarcaciones son tan livianas como cómodas; se izan a tierra se desarman con rapidez, se suelta el aire de los sacos y entonces un solo hombre puede llevarlas cómodamente a su casa. Casi cada uno de los nativos que viven aquí (14), así como en toda la costa, principalmente los que se nutren de peces, dispone de una de estas balsas, con las que se procura su sustento y también gana para sus demás necesidades (15) ". (II:. 325).
En alta mar.
Poco después, en alta mar, al norte de Cobija, y poco antes de avistar Tocopilla, apunta nuevamente:
" ...Vimos pasar con gran rapidez al costado del vapor con rumbo a la costa, un tropel de focas (16). Esos animales son frecuentes allí, alcanzan un tamaño bastante grande y tienen cierta importancia para los habitantes de la costa, por su piel que se emplea en la confección de las balsas (17). Cada uno de los sacos de aire de esas embarcaciones consta de una piel grande, cosida a lo largo de la barriga del animal y la costura se tapa con pez (18); un extremo se deja abierto y por ese orificio el balsero la infla soplando con la boca, luego echa un nudo al largo tubo que usa para llenarla, y después de inflar los dos sacos, los ata a regular distancia uno de otro. Los cueros deben ser de una Otaria de gran tamaño, y como supongo, de la O. jubata Desm. Tschudi...(19) , la que se utiliza con este objeto". (II, 327).
Notas nuestras.
(1) Efectivamente, en el área de Cobija, en la playa o en la terraza marina, con excepción de las pequeñas aguadas donde se encuentra escasos ejemplares de la caña o cañaveral (Phragmites communis), no existe vegetación natural de ninguna especie. Esta esterilidad absoluta ha sido notada por casi todos los antiguos relatos de viajeros que visitaron Cobija.
(2) "Pórfidos" (del latín Porphyra = rocas rojas) ), son rocas ígneas plutónicas de coloración rojiza, de origen volcánico, sumamente duras, formadas por cristales de feldespato y cuarzo blanco. Se asemejan a los granitos, pero son más duras y muy resistentes a la intemperie. Por su belleza semejante al mármol, fue muy trabajada en la antigüedad egipcia y romana y empleada en la construcción de palacios y tumbas, y aún de sarcófagos para los reyes y magnates.
(3) Varios son los antiguos viajeros que se refieren a la tristeza que producía en los viajeros la vista de este puerto, carente absolutamente de vegetación. Entre ellos, Alcide D´Orbigny en su visita del año 1832 nos ofrece de esta visita su impresión personal: "Me sentí....profundamente entristecido, buscando inútilmente rastros de vegetación. La naturaleza parecía estar de duelo, lejos de hallar en esa tierra tan alabada del Perú, la riqueza proverbial de aspecto... Todo atractivo desapareció, y experimenté no sin vivo sentimiento de tristeza, el doble temor de no hallar nada pintoresco en esa tierra ingrata, y ver defraudadas por completo mis esperanzas de [hacer] descubrimientos". (En Alcides D´Orbigny, Viajes por Bolivia, Tomo I, Biblioteca de Autores Bolivianos, La Paz (Bolivia), 1958: 15-16).
(4) En un pequeño estudio nuestro anterior publicado en este mismo Blog, relatamos nuestra excursión a los cerros de Cobija, en el año 2004, con motivo de lluvias ocurridas en la zona costera. Allí aludimos a la presencia de grupos de cactus del género Eulychnia, en su casi totalidad ya secos, a una altitud de 400-500 m. snm. Muy probablemente en la época de la visita de Burmeister estaba aún vivos y lozanos.
(5) Al Norte de Cobija y casi frente a Gatico, la antigua huella penetraba hacia el interior a través de una garganta. Ahí están hasta hoy visibles sus rastros y los restos de los descartes hechos por los viajeros de antaño: indígenas y españoles. Estas ruta fue muy traficada desde tiempos indígenas y por aquí se internaban, en recuas de mulas, mercaderías de toda índole con rumbo a Bolivia.
(6) Esta ruta conducía hacia Calama y San Pedro de Atacama y, también, vía Chiuchíu, hacia el territorio de Lipes. La mención de Potosí en este contexto, parecería ser errónea pues era desde el puerto de Arica por donde se traficaba normalmente en mulas hacia el mineral de plata de Potosí.
(7) Nos asalta la duda sobre si se trataría de verdaderos "vapores" (barcos a vapor) o más bien de clippers a vela, en esos tempranos tiempos. Habría que revisar cuidadosamente el original en alemán y constatar allí posibles pistas sobre el tipo de embarcación usada.
(8) Se trata de las famosas "balsas de cueros de lobos marinos", usadas por los changos o camanchacas, pescadores de las costas sur-peruanas y norte-chilenas, uno de los rasgos más típicos y pintorescos de su cultura marinera. Se ha constatado su uso en tiempos antiguos al menos desde el puerto de Ilo, en el sur del Perú hasta la latitud de Coquimbo, en el norte de Chile.
(9) No se trata aquí propiamente de focas ( Phoca sp.; fam. Phocidae) sino de lobos marinos pertenecientes al género Otaria (familia Otariidae). Ambos géneros (Phoca y Otaria) son considerados pinnípedos marinos, pero presentan notorias diferencias entre sí. La foca es habitante común de los océanos, con excepción de los trópicos y aunque semejante al lobo marino, se distingue de éste en varios caracteres en especial en la posición de sus extremidades anteriores que, en el caso de los lobos marinos, les permite desplazarse con cierta agilidad en tierra, lo que no pueden hacer las focas. En las costas de Chile y del Perú no existen las focas, pero tenemos dos especies de Otariidae: Otaria flavescens, el llamado "lobo de un pelo" y el "lobo de dos pelos", Arctocephalus australis. De lejos, el más común en nuestras costas es Otaria flavescens, o "lobo de un pelo". Muy perseguido en el siglo XIX para la obtención de aceite (que se obtiene de su abundante grasa) y por el hermoso cuero velludo de sus crías (poppies) , hoy está protegido por ley y prohibida su caza.
(10). La cita hace referencia a una armazón de palos y tablas que unía fuertemente los dos odres de cuero por medio de cuerdas y hacía las veces de plataforma donde van sentados los pasajeros y/o la carga. Esta plataforma iba instalada a muy corta distancia del agua de modo que los pasajeros y la carga normalmente se mojaban en parte, si el mar estaba un poco picado o había exceso de carga.
(11) El botero iba generalmente de rodillas, prácticamente con los pies en el agua, al frente de la embarcación, empuñando su largo remo. También podía ir de pie, pues el remo, en forma de canaleta era bastante largo.
(12) La referencia de Burmeister extrañamente habla de "dos boteros" o remeros. Y señala que van "en los extremos de la balsa". Sin embargo, tanto los dibujos conocidos (desde los tiempos de Feuillée) como las referencias generalmente hablan de o muestran un solo remero que va en la parte delantera o proa de la embarcación. No tenemos recuerdo de casos, en la bibliografía conocida, de dos remeros que hubiesen, simultáneamente, conducido una embarcación o balsa ubicados uno a proa y el otro a popa. Puede ser un error de Burmeister o una excepción a la regla general.
(13). El remo único, de madera, era bastante largo y en forma de canaleta. No existe evidencia del tipo de madera usada ni de su procedencia. Y muy poco sabemos acerca de su forma exacta. Seguramente han preferido maderas livianas, pero resistentes a la humedad. ¿Qué especie de madera?. ¿De dónde la traían o cómo la conseguían?. A l verdad, no lo sabemos.
(14) Frase castellana muy poco feliz del traductor. Se señala, en todo caso, explícitamente que casi todos los pescadores disponían de una balsa. Seguramente una por cada choza de pescador. Burmeister tiene que haberlas visto en Cobija, , alineadas frente a sus cabañas. Y era algo obvio, pues era su herramienta básica para salir a pescar, tal como lo es hoy el bote para una familia de pescadores. Pero, ¿cuántas chozas de changos vió Burmeister en su breve visita? . No nos lo dice. En todo caso, a lo largo de nuestras costas debe haber habido muchos centenares de balsas en uso. ¿Cuánto tiempo duraban sin perforarse?., ¿Qué hacían con las ya inservibles o rotas?. ¿Las usaban como útil combustible en sus fogatas?. Es bastante probable, pues de ellas han llegado hasta nosotros (conservadas en Museos) muy escasas balsas completas. No tenemos noticias sobre si se han conservado balsas de cueros de lobos en el sur del Perú. En todo caso, la pregunta no parece tan inútil: ¿qué hacían con las ya inservibles?. ¿Las dejaban botadas?. Conocemos un solo caso de un fragmento de balsa hallado en la desembocadura del río Camarones hacia el año 1962 (información de Ingeborg Lindberg).
(15) La pesca y la caza de lobos marinos fue una actividad esencial en la vida de los changos costeros. Del lobo marino ellos aprovechaban casi todo: carne, sangre, grasa, huesos, intestinos, tendones, cueros, pelos. El toldo o techumbre de sus frágiles cabañas eran anchas tiras de cuero de este animal, transportables incluso en sus balsas. Chango y lobo marino constituían una unidad consubstancial, inseparable.
(16) Los lobos marinos, máxime en la proximidad de los roqueríos donde viven, forman colonias muy numerosas, formadas por centenares de individuos.
(17) Ya hemos aludido a la importancia vital de la caza del lobo marino para estos pescadores-recolectores marinos. El lobo marino y su aprovechamiento integral fue un elemento esencial, infaltable, en su cultura.
(18) Esta "pez" que servía para tapar los agujeros o las roturas ocasionales hechas por tiburones o desgaste natural en sus balsas, la obtenían muy probablemente de resinas vegetales (como la que exsuda por el tallo la planta llamada "sorona" y también "brea" (Thesaria absynthioides (Hook. et Arn.) o, tal vez, de la brea de alquitrán, presente en algunos yacimientos en forma natural. Nos inclinamos, en este caso al uso de la resina vegetal producida en los tallos de la "sorona", planta sumamente común y abundante en el piso de los valles y quebradas en el desierto de Atacama (regiones de Tarapacá y Antofagasta). Esta resina debió ser, por consiguiente, un valioso elemento de intercambio cultural entere los grupos costeros y los agro-ganaderos de las quebradas. No recordamos, sin embargo, haber visto referencias concretas a evidencias de este tipo halladas en trabajos arqueológicos de la costa.
Utilidad de estas notas para el lector.
A través de estos comentarios nuestros, en forma de notas al pie, estimamos que se pueden aclarar y/o enriquecer algunos dichos del sabio alemán en esta valiosa cita. Aporta Burmeister varias ideas nuevas, poco conocidas, sobre el modo de operar y construir sus famosas balsas de cueros de lobos marinos. Y en este aspecto radica, a nuestro juicio, gran parte del valor de esta cita.
8 comentarios:
Nos escribe Claudio Esteban Castellon Gatica
Estimado don Horacio:
He leído con mucha atención el artículo sobre Cobija del alemán Hermann Burmeister pero deseo hacer una pequeña observación en relación a las Notas Explicativas al Texto...
en el Punto 2, donde se refieren a la antigua senda o ruta tropera dice que se remontaba desde Cobija hacia Calate, Chacance.
Creo que no es Calate sino Huacate o Guacate, que es la la cuarta Posada transitando de Oeste a Este en este orden: Colupo, Chacance, Miscanti y Guacate.
Calate es un paso de arrieros prehispánicos e históricos existente entre Quillagua y la desembocadura del Loa en el mar (Caleta Huelén); en ese paso se podía cruzar el Loa de sur a norte para continuar bajando hacia la costa. Este paso fue abatido por una crecida del río el año 1968 y se habilitó otro unos cuatro km más abajo.
En ese lugar, aún es posible observar un ingenioso tipo de refugio construido aprovechando los matorrales y el barro, el cual asemeja a un igloo vegetal.
Tuve la oportunidad de entrevistar al último arriero-guanero de Quillagua, don Benigno Sosa, quien me relató el itinerario que realizaba cuando bajaba
a la costa con su tropa de 8 burros de los cuales uno era de monta.
Esperando que se encuentre bien junto a su familia.
Saludos cordiales
Claudio E. Castellón Gatica
Encargado Proyecto
Rescate Patrimonial de La Pampilla
Ilustre Municipalidad de Coquimbo.
Estimado Claudio:
Muy interesante y valiosa tu acotación al texto del alemán. La incluiré con tu permiso como comentario a esa entrada en el Blog para que otros se enteren. ¿Conservas esa grabación de tu entrevista a don Benigno Sosa? De dónde partía él hacia la costa?, ¿ de Calama?. ¿Qué otros detalles tienes al respecto?. Muy interesante este dato. Si quieres y recuerdas bien su información en detalle, podemos agregar más información, bajo tu autoría, por supuesto.
Muchas gracias y un fuerte abrazo,
Horacio Larrain
Claudio Esteban Castellón Gatica nos escribe (11-06-2014) desde Coquimbo:
Don Horacio:
Este articulo titulado "El último arriero de Quillagua" lo publiqué en una pequeña revista denominada EL MOVITECO por el año 92. Esta revista era financiada por la Empresa MOVITEC.
Creo que en el Norte tengo aun guardado los borradores y las láminas de apoyo. Este artículo logrado mediante una entrevista oral y escrita, me permitió obtener bastantes antecedentes en relación a las estrategias utilizada por los arrieros históricos. Por ejemplo, el tiempo y paradas que demoraba el trayecto entre Quillagua y la desembocadura del Loa, también en lo referente al traslado de recursos del mar, especialmente pescado salpresado. Recuerdo que los agricultores de Quillagua le entregaban un pago para que les trajera guano o pescado y con se dinero financiaba la caravana especialmente para obtener alfalfa. Asimismo, me relató cómo lograba capear los intensos fríos en el sector de Calate. Trataré de conseguir alguna de estas revistas. O.K.
Saludos cordiales.
Claudio Castellón Gatica
Claudio:
Gracias por tu nuevo comentario. Ojalá puedas hallar el número de la citada revista, pues estas pequeñas investigaciones pueden tener, en el futuro, un gran valor testimonial. Si lo encuentras, te prometo publicarlo en el Blog para que perdure esa referencia. Apenas encuentres el artículo original o la copia, te ofrezco publicarla en este Blog para que sea conocido y citado en el futuro. Si no, queda en total abandono. No hay mucha información a este respecto en la bibliografía especializada.
Un abrazo y sigamos en contacto,
Dr. Horacio Larrain
Nos escribe Carlos Riveros, desde Antofagasta.
31-07-2014.11:34 (hace 4 horas):
Estimado Horacio, buen día. Le escribo a nombre del Museo Ruinas de Huanchaca (Antofagasta) para hacerle algunas consultas respecto de una exposición que estamos preparando. Pero primero que todo, le manifiesto mis felicitaciones y admiración por su trabajo. Lo "descubrí" mediante las constantes citas de investigadores y de algunos amigos que trabajan en la difusión de patrimonio integral (Los Caminante del Desierto, por ejemplo).
Soy honesto en decirle que a esto de las investigaciones museológicas llegué hace poco (4 años) pero de manera afortunada, a la luz de lo que he ido aprendiendo. Soy diseñador gráfico de profesión pero me he convertido con el tiempo en el curador de contenidos expositivos de nuestro museo. Conformamos un equipo joven y pequeño, compuesto por un museógrafo, un antropólogo y una periodista. No obstante, estamos llenos de ganas y deseos de hacer las cosas bien.
En este sentido es que recurro a usted para solicitarle ayuda en la complementación de información que tenemos, particularmente relacionada con los Changos. La exposición de la cual hice mención al comienzo trata sobre los primeros asentamientos en la Región de Antofagasta, tanto en la puna como en la costa, historia que contamos desde el paleoindio hasta la llegada de los españoles.
Hemos revisado vasta bibliografía al respecto, pero siempre nos queda la sensación de que aún hay algo que no hemos revisado. Es por eso que acudo a usted. Acabo de leer un interesante artículo que publicó en su blog (Eco-antropología) sobre un relato sobre los changos en Cobija("El naturalista alemán Hermann Burmeister nos describe el puerto de Cobija y sus pobladores changos: Abril de 1859.") y me gustaría saber si es posible me pueda compartir más información respecto de tan notable grupo humano.
La exposición está en pleno desarrollo; estamos acotando el guión, trabajando el diseño gráfico y ya tenemos el 60% del montaje museográfico terminado. Pero lamentablemente estamos con problemas de presupuesto y estamos en la etapa de conseguir nuevos recursos para terminarla.
Le agradezco mucho su tiempo y respuesta. También le agradezco lo que ha hecho en virtud de poner en valor el patrimonio cultural en toda su carrera.
Le saluda cordialmente,
Carlos Riveros Grospelier
Museo Ruinas de Huanchaca
ntofagasta:
Respuesta de H. Larrain:
Carlos :
Encantado le ayudo en lo que yo pueda. Uno de mis hobbies en arqueología, ha sido, precisamente, el estudio de los Changos. En mi Blog hay varios capítulos dedicados directa o indirectamente a su estudio. Vea bajo las etiquetas: Changos, Arqueología de Chile, Cobija, Camanchacas, Conchales, Pescadores-recolectores, Bente Bittmann, Recolección costera, Arqueología costera, etc.
No entiendo muy bien lo que Ud. necesita de mí. En materia de bibliografía general, le ruego se remita a la reciente y excelente obra del Dr. Agustín Llagostera, titulada: Prehistoria de Chile. Pueblos y culturas ancestrales, (cap. IV "los balseros"). Se ha escrito mucho sobre los Changos costeros, antiguamente llamados "camanchacas" en el siglos XVII y XVII. Cobija y Paposo-Taltal fueron el lugar de refugio de los últimos changos, estudiados en Taltal por Augusto Capedeville en la década de los 20 del pasado siglo. En Antofagasta, la gran estudiosa de los Changos y sus predecesores históricos, fue Bente Bittmann (vea capítulos sobre ella en mi Blog.
Más recientemente, ha escrito bastante sobre este grupo el historiador chileno Juan Alberto Herrera . Vea, por ejemplo, revista ETHNO, nº 1, 1997 en su estudio . "Las etnías culturales del extremo Norte. Indicadores culturales de los denominados Changos".
Hice mi Tesis de Maestría sobre este grupo étnico en la State University of New York con titulo: "Análisis demográfico de las comunidades de pescadores Changos del Norte de Chile en el siglo XVI," 1976.
Mándeme un cuestionario con preguntas concretas y yo responderé a sus inquietudes con todo gusto.
Con particular aprecio,
Dr. Horacio Larrain (Ph.D. Cultural Anthropology)
Comentario a respuesta de Carlos Riveros de Antofagasta:
Carlos: Gracias por tu respuesta. Te agradezco, igualmente, los elogios al Blog, Da bastante trabajo mantenerlo, pero entrega muchas satisfacciones. Me cuentas de un trabajo publicado, por el Consejo Municipal de Mejillones sobre "La gente de los túmulos de tierra....". No lo conozco. ¿Sería posible conseguir un ejemplar? te lo agradecería mucho.
Aprovecho para comentarte que hay un viejo trabajo del arqueólogo Ricardo Latcham titulado: "¿Quiénes eran los, changos?", publicado en Anales de la Universidad de Chile, tomo 126, 377-439, Enero-julio 1910. Es trabajo fundamental y que yo sepa, el primer intento serio por estudiar ese grupo étnico en forma global.
No olvide el trabajo de Ingeborg Lindberg: "Algunas notas sobre changos actuales en la costa de Antofagasta", Museo Regional de Iquique, Universidad del Norte, I, 3, Iquique, 1967.
Un abrazo,
Horacio Larrain.
Nos comenta nuevamente nuestro lector de Antofagasta, Carlos Riveros con fecha 1 de Agosto
2014, al solicitarle haga referencia a este Blog:
Horacio, más que pedirlo como un favor, sepa que "nobleza obliga" y por supuesto respetaremos su petición. De hecho, a título personal, he difundido su Blog en mis redes personales. También lo haremos desde nuestra página web y perfiles sociales.
Lo felicito por hacer tanto y sepa que tiene muchos admiradores. Desde ahora me sumo a su legión de seguidores. Muchas gracias.
Un abrazo,
Carlos Riveros G.
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