Fig. Casa típica atacameña de un piso, confeccionada en adobes, en uno de los
ayllos de San Pedro de Atacama. Se observa aquí el infaltable horno de pan, hecho de barro, el carretón, el que normalmente era arrastrado por un burro y, atrás, varios árboles de
chañar. (Fotografía de T.W. Mc. Enroy, tomada de la obra del ingeniero
William E. Rudolph titulada
Vanishing Trails of Atacama, 1963: pg. 63). El chañar es extraordinariamente abundante en todos los
ayllos de San Pedro, y tan abundante hoy como en la antigüedad, probablemente.
Fig. Fotografía de las semillas de chañar que trae el geógrafo norteamericano Isaiah Bowman en su obra: D
esert Trails of Atacama, New York, 1924; Fig. 22, p. 69).
La leyenda de la Figura dice, traducido del inglés: "La semilla del chañar o nuez, de tamaño natural. La cubierta exterior [cáscara] es áspera y dura, pero algo flexible. La substancia blanca interior, cuando está seca y dura, puede ser cortada con un cuchillo. Al ser molida, es usada como ingrediente para [preparar] sopas y para hacer el así llamado pan de chañar".
Fig. C
hañares en San Pedro de Atacama. (Foto T.W. Mc Enroy en la obra:
Vanishing Trails of Atacama, American Geographical Society, New York, 1963, Research Series Nº 24; Fig. 39, pg. 64).
Fig. Arbol de
chañar creciendo aislado y solo en Calama. Figura en la obra de Isaiah Bowman,
"Desert Trails of Atacama", 1924, Fig. 21, pg. 67).
Observaciones etnográficas y etnohistóricas sobre el chañar.
Queremos reunir aquí en este capítulo algunas observaciones sobre este árbol, que proceden de relatos históricos tempranos o de viajes hechos por connotados investigadores del medio desértico: en su inmensa mayoría, geógrafos o naturalistas. Los autores se refieren a su fruto comestible, o la calidad de su leña utilizada como excelente combustible o madera de construcción en todo el desierto de Atacama. Queremos, igualmente, presentar otros textos antiguos de cronistas y viajeros que a él se refieren y testimonios de antropólogos en relación a su uso y aprovechamiento en tiempos pasados.
Comencemos por los cronistas.
Hemos revisado varias descripciones tempranas relativas al paso del conquistador Diego de Almagro en su paso por el "despoblado de Atacama" que nos ofrecen diversos cronistas como Mariño de Lobera, Cristóbal de Molina, "el chileno", Garcilaso de la Vega, Fernández de Oviedo, Antonio de Herrera, Agustín de Zarate y Francisco López de Gómara. Inútilmente hemos buscado entre ellos referencias al empleo del chañar (Geoffroea decorticans Gillies ex Hook. & Arn) Burkart) como parte de su cocaví de viaje, pero sí, con alguna frecuencia, aparecen datos de interés relativos al empleo de las "algarrobas" de las que se alimentan hombres y bestias durante la dura travesía por el desierto. (Cfr. fragmentos de los relatos de estos autores contenidos en el Boletín de la Academia Chilena de la Historia, Santiago de Chile, Año IV, Nº 7, Primero y Segundo Semestre de 1936).
¿Inexistencia de árboles frutales en el sur del Perú y Chile en época prehispánica?.
Lo primero que nos llama la atención es una enfática declaración del cronista Fernández de Oviedo, que comentaremos luego.
He aquí su texto:
"Cosa de maravilla paresce que (desde el Cuzco hasta el Estrecho de Magallanes, según dicen) hay ochocientas leguas de camino y no se halla un árbol que produzca fructa que se pueda comer, ni menos de recreación de que los queste viaje anduvieron les quede que loar de su gusto, e créese que no fue desútil esto para su salud, pues que natural dolencia solo tres hombres murieron é cuasi ninguna (después de los del puerto [de nieve])., aunque estaban debilitados". (1936: 61; subrayado nuestro).
Esta declaración tajante de Fernández de Oviedo parece contradecir los hechos concretos que señalamos más abajo, y que los geógrafos, arqueólogos y naturalistas del siglo XIX registran con harta frecuencia. Esto es, el asiduo aprovechamiento de las semillas de chañares y algarrobos, como parte importante del cocaví de todo viajero, sobre todo en los trayectos largos.
Lo que seguramente quiso decirnos el cronista es que no había en esta parte de América frutas "al modo de las de España". Y , claro, frutas al estilo de las cerezas, duraznos, peras o naranjas, no las había. Pero "frutas" en el sentido de semillas dulces y azucaradas, sí las había, aunque no del tamaño de las de España o del Levante español. En la zona desértica que nos ocupa, además de chañares y algarrobos, hay que considerar la presencia de otro fruto dulce, muy apetecido, del que no hemos encontrado rastros en nuestros narradores: el pacae o pacay (Inga feuillei DC., 1825). De esta especie se conserva escasos ejemplares en las huertas de Pica. es un árbol de imponente tamaño de un hermosísimo follaje de color verde oscuro, que produce una agradable sombra. Sus legumbres de forma alargada ((hasta 25 cm de lartgo) , una vez maduras, se parten solas y ofrecen entre sus semillas una pulpa blanca, muy dulce y agradable al paladar. Hoy cada vez menos se ve este árbol en las huertas piqueñas por ocupar éste mucho espacio (puede elevarse por sobre los 20 m de alto) , el que hoy se reserva para el cultivo de cítricos o guayabos. Sólo las grandes huertas pueden darse hoy el lujo de mantener uno o dos de estos árboles.
Veamos una referencia al empleo del algarrobo.
"... Y en este asiento [de los confines de Tucumán] hallaron unos panes grandes hechos de algarroba que era común provisión de los infieles, que habitaban cerca de las orillas del río" (Mariño de Lobera, 1936, Cap. III, pág. 91; subrayado nuestro).
Esta referencia no corresponde al área atacameña chilena, sino a su vecina y fronteriza, al área de la provincia de Jujuy (actual N.W. de Argentina), lugar de presencia atacameña o lickan antai donde hasta hoy es posible ver bosquetes tanto de algarrobos como de chañares, extendiéndose éstos por el sur, por el lado argentino, por lo menos hasta la provincia de Mendoza.
Los cronistas, a diferencia de los viajeros, nunca nombran el chañar como alimento del indígena.
Cuando los conquistadores juntan (y arrebatan a los indios) vituallas para la travesía que tienen por delante, tanto en Atacama (San Pedro de Atacama) como en los otros pueblos del Salar de Atacama, se nombra casi siempre el maíz ( que llevan en mazorca y en verde, para forraje de los caballos y llamas de servicio), la carne de charqui que obtienen de la caza del guanaco, carne seca de perdices, y en algunos casos, algarrobas (fruto del Prosopis chilensis Phil). Pero, extrañamente, nunca -que sepamos- se nombra el chañar. ¿Cuál puede ser la razón de esta omisión?. ¿Es algo meramente casual?. Porque, como veremos, el chañar estaba en pleno uso entre aymaras y atacameños, era considerado excelente alimento y fue utilizado profusamente en sus viajes por el desierto porque suministraba, a través de su pulpa carnosa, abundante provisión de azúcar.
El "bastimento" del conquistador Diego de Almagro.
Almagro, para cruzar el desierto encarga a sus capitanes en Copiapó reunir el máximo de "bastimento" para su travesía por el extenso desierto, la que se desarrollará siguiendo cuidadosamente el rosario de pequeñas vertientes o puquios situados a 10 ó más leguas uno de otro. Entre los elementos que constituyen dicho "bastimento" o cocaví para el viaje, se nombra el maíz, el charqui de carne de llamo o guanaco. Extrañamente, jamás figura entre los elementos indispensables de esta vitualla o cocaví, la semilla de chañar. Intrigados, nos preguntamos por qué.
El aporte del arqueólogo Ricardo Latcham en 1936.
Ricardo Latcham, en su obra: La agricultura en Chile y en los países vecinos (Ediciones de la Universidad de Chile, 1936 págs. 48-49), trae testimonios de varios ilustres viajeros del siglo XIX que se refieren explícitamente al chañar y a su uso por los habitantes tanto del desierto chileno como del territorio del Noroeste argentino. Nombra a Eric Boman, a Alejandro Bertrand, a Sotelo Narváez quienes se refieren a su empleo por parte de los atacameños. Aportaremos estos testimonios, de gran valía para nuedtro intento.
¿Por qué no se nombra al chañar como un importante "bastimento " o "vitualla" de viaje, en tiempos tempranos de la conquista?.
No deja de ser bastante curiosa esta total ausencia de referencias. No nos parece casual. El fruto del algarrobo es frecuentemente citado, no, en cambio, el del chañar. Hasta ahora, no hemos encontrado cita alguna de la época colonial relativa a su empleo. Y, sin embargo, se sabe que ambos eran usados por igual en los viajes en el extremo norte chileno y en el Noroeste argentino, como lo probarán, sin nombra de duda, las referencias de viajeros de los siglos XIX y XX que aportaremos a continuación. ¿Por qué? Tenemos al respecto una hipótesis que deseamos compartir con nuestros lectores y seguidores.
Una posible explicación.
Esta hipótesis nuestra ha ido adquiriendo fuerza con nuestras lecturas de los cronistas. Almagro (1936) y poco después Pedro de Valdivia (1940), emprenderán la conquista del desierto llevando consigo miles de "piezas de servicio". Estos "yanaconas", cargadores y servidores del ejercito, expedicionario español, eran indios quechuas agregados mayoritariamente en los valles sur peruanos o, reclutados por sus capitanes, en el Collao, esto es, en el Sur de Bolivia actual. Muchos de ellos fueron llevados (¿a la fuerza?) junto a Paullu Inca, el noble cuzqueño que le acompaña como guía y rehén a la vez, en su famosa y malograda "entrada" a Chile. Ahora bien, ninguno de estos indígenas conocía aparentemente el chañar, simplemente por el hecho de no existir ni ser conocido este árbol en sus territorios de origen.
El chañar, árbol frutal endémico del Norte de Chile y extremo NW de Argentina.
En efecto, el chañar es un árbol frutal propio y endémico del territorio norte chileno y noroeste de Argentina. En Chile, prospera bien desde Coquimbo, por el sur, hasta los valles de Azapa y Lluta, por el norte, pero no se da, al parecer, ni se dio nunca en los actuales valles sur peruanos. Mucho menos en el altiplano de Bolivia. Por tanto, las "piezas de servicio" que acompañaron a Paullu Inca y las conseguidas por su capitán Ordóñez para acompañar su refuerzo, nunca habían visto este árbol e ignoraban, por consiguiente, el valor nutritivo de sus semillas. Al no conocerlo, no lo llevan consigo en su primer viaje. Posteriormente, Almagro inicia la retirada desde el valle de Aconcagua y decide regresar al Cusco, después de su fallida conquista de Chile, , tras madura consulta con Paullu Inca y sus servidores, se interna por el desierto rumbo al Salar de Atacama (Tilomonte y Peine). Evita así un nuevo y desastroso paso por la cordillera nevada que ya le había sido fatal en su viaje de ingreso a Chile por el valle de Copiapó, con pérdida de gran número de vidas, incluso españolas, a causa del extremo frío.
Al regreso de Almagro, todas las tribus estaban alzadas y en rebelión.
Cuando Almagro va ya de regreso, los indios atacameños estaban en franca rebelión (los textos dicen "alzados") pues ya se tenía noticia que Pizarro y sus soldados eran sometidos a un furioso asedio en el Cusco por parte de los cuzqueños, y no le daban tregua."En cada luna llena" -dicen los cronistas- atacaban con sin igual furia. La fecha del regreso de Almagro coincide con los meses de invierno, en los cuales la semilla de chañar se encuentra aún verde y, por lo tanto, incomible. Todo el producto de la cosecha anterior se guarda secretamente en sus collcas y depósitos ocultos. Al estar en franca rebeldía, no sólo no entregan de buen grado al caudillo Almagro y sus huestes alimentos y comidas, sino se las esconden sistemáticamente. Por tanto, no hallarán los soldados españoles frutos del chañar en sus árboles, cuya utilidad como árbol frutal por lo demás, aparentemente no llegan a conocer y apreciar, al menos por entonces.
El testimonio de arqueólogos y naturalistas del siglo XIX.
Escuchemos a Eric Boman (1867-1924), notable viajero y arqueólogo sueco, en su obra: Antiquités de la région andine de la Republique Argentine et du désert d' Atacama, (Imprimerie Nationale, Paris, 1908). Recorrió este autor intensamente el territorio del Chaco y gran parte del Noroeste argentino familiarizándose, como pocos, con el modo de vida de los juries, atacameños y otras tribus argentinas del Chaco. Su valor testimonial ha sido particularmente reconocido por los investigadores argentinos.
"[El chañar] es uno de los árboles que hoy todavía tiene cierta importancia alimenticia y seguramente la tenía en mayor grado en la época pre-española. De las frutas de estos árboles se preparaban bebidas alcohólicas. Los indios del Chaco todavía se nutren durante cierta época del año, exclusivamente de la fruta del chañar" (E. Boman (1908), citado en Latcham, 1936: 48; destacado nuestro).
Sotelo Narváez refiere que en su tiempo los naturales del Tucumán tenían grandes algarrobales y chañarales, "de los que estaban llenos sus montes". (In Latcham, 1936: 48).
Nuestro Abate Juan Ignacio Molina, ya lo describe prlijamente y señala que "sus frutas son redondas como las del keule y de muy buen sabor y su madera es sólida, amarilla y de gran utilidad para ebanistas" (cit. en Latcham 1963: 49)."
Que observó el geógrafo Bertrand.
El geógrafo, notable viajero y descriptor del norte chileno Alejandro Bertrand, en su famosa obra: Memoria sobre las Cordilleras del desierto de Atacama i rejiones limítrofes (Imprenta Nacional, Santiago, 1885), señala:
... que en la Puna de Atacama los indios recogen la fruta del chañar "que es del tamaño de una guinda, de sabor dulce y refrescante; es alimento muy gustado por los indios atacameños, quienes hacen de él gran acopio para el invierno, conservándolo cocido", (cit. en Latcham, 1936: 49; subrayado nuestro).
La experiencia directa de Philippi en el desierto.
Rodulfo Amando Philippi es uno de los grandes pioneros entre los primeros viajeros del desierto de Atacama. Atraviesa el territorio atacameño desde la costa de Paposo hasta San Pedro de Atacama, en el verano de 1853 a 1854, acompañado por vaquianos atacameños. En su famosa obra: "Viage al desierto de Atacama" (publicado en Halle, Sajonia, 1860) tiene ocasión de conocer muy de cerca tanto el árbol como sus frutos, y sus formas de aprovechamiento por parte de los indígenas atacameños. En la notable reseña botánica de las plantas que conoce y describe cuidadosamente en el contorno del Salar de Atacama y sus pueblos aledaños señala textuamente:
He aqui nuestra traducción del latín:
90. Gourliea chilensis Clos. Gay II, p.218):
"Este árbol espinoso es muy frecuente junto al pueblo de Atacama (22º 26´lat. m. y 7.400 pies sobre le nivel del mar) y también junto a Chañaral Bajo y en el valle del río Copiapó. Para sus habitantes, sobre todo para los Atacameños, es [planta] utilísima. El fruto, por su tamaño color y sabor es más semejante a un dedo que cualquier otro fruto que yo haya conocido, pero [es] de carne más dura, más coriácea, la cual se adhiere al núcleo [o semilla]; no sólo se come estando maduro, sino también se seca y en las jornadas de viaje tanto a los hombres como a las mulas les resulta un alimento agradable. Los núcleos [semillas] son guardados con todo cuidado en el pueblo de Atacama. Son también molidos en los molinos y suministran una harina apta para los misms fines que el fruto, pero yo personalmente no la probé." (traducción y subrayado nuestro).
Análisis del aporte etnográfico de Philippi:
Si analizamos este hermoso texto, podemos concluir varias cosas, fruto de la paciente y esmerada observación personal del viajero alemán y de su amena y sostenida conversación con los arrieros atacameños durante el trayecto que le conduce a Peine:
a) el chañar es un árbol espinoso, sumamente abundante junto al pueblo de San Pedro de Atacama (vea fotos);
b) Para los atacameños representa una planta de enorme utilidad;
c) No sólo se le come en su estado de madurez, sino también se le guarda seco;
d) es utilizado en los viajes como alimento de hombres y mulas de carga;
e) En Atacama (pueblo) se le conserva y guarda con especial cuidado;
f) También se le muele y se hace harina de él.
Lo único que le faltó aquí agregar a Philippi -para ser totalmente exacto- , fue que de esta harina se hacía panes, tal como lo refieren explícitamente el cronista temprano Mariño de Lobera, descriptor del viaje de Almagro, refiriéndose a los atacameños de Jujuy y, en el siglo XX, hacia el año 1920, el geógrafo norteamericano Isaiah Bowman, como quedó dicho más arriba.
Conclusiones.
a) no puede dudarse de que los antiguos atacameños y aymaras, de las antiguas dos provincias chilenas de Tarapacá y Antofagasta, utilizaron y aún utilizan profusamente el fruto del chañar tanto como alimento y cocaví en sus viajes y desplazamientos, como comida en forma de pan o de bebida (aloja de chañar). Sobran los testimonios al respecto.
b) Las fuentes peruanas (antiguas o actuales) no se refieren a esa árbol frutal por no existir en sus ecosistemas.
c) La extensión y distribución máxima septentrional de esta especie alcanza hasta el valle del río Lluta. Tampoco penetró en la puna boliviana (El "Collao" de los españoles).
d) Los cronistas españoles que venían del Perú con gran acompañamiento de indígenas quechuas, no conocían, por tanto, este arbol y su utilidad alimenticia. Por tal motivo, no se refieren a él ni lo utilizan.
e) Los indígenas yanaconas de las expediciones hispanas, igualmente de raza y cultura quechua, tampoco reconocían esta especie como comestible. Si la hubieran conocido y utilizado, los españoles les habrían, de seguro, imitado en su uso y empleo, tal como aprendieron de ellos muchas otras costumbres alimenticias autóctonas (maíz, papas, ají, charqui de llamo, calabazas, zapallo).
f) En la zona atacameña y aymara ha seguido empleándose hasta el día de hoy, decayendo lentamente su popularidad al preferirse otros frutales de origen europeo, de mayor productividad y de mayor demanda en el mercado moderno.
g) El uso medicinal del arrope de chañar como excelente expectorante en casos de catarro o resfrío, es aún frecuente en la actualidad, particularmente en todos los pueblos de la zona atacameña y en la ciudad de Calama, tanto entre los grupos de raigambre indígena, como entre los mestizos.