martes, 19 de febrero de 2019

Una atrevida iniciativa editorial en 1975 en Chile: la revista de difusión científica "Expedición a Chile": orígenes, objetivos y características.


Fig. 1.  Portada del Número 1 de  la revista "Expedición a Chile". (1975).
 
Fig. 2,  Portada del Número  3 de la revista  "Expedición a Chile".

Una  antigua deuda.

 Ha llegado el momento de cumplir una antigua promesa hecha a mis colegas:  dar a conocer los inicios de una revista cultural científica para niños y jóvenes editada en Chile en plena época de dictadura (1975-79). Su extraño  y sugerente nombre: "Expedición a Chile".  Hoy,  44 años después, solo la recuerdan con cariño  aquellos que en su tiempo  la compraban en los quioscos de revistas y  la devoraban  cada quincena  "expedicionando" por los rincones de Chile, a través de investigaciones reales; expediciones realizadas por científicos que se propusieron dar a conocer las peculiaridades del país, compartiendo una visión común.  Y, más que nadie, lo recordamos aquellos que fuimos miembros del equipo  y partícipes de sus expediciones.

¿Quedaba en Chile algo por descubrir?.

La revista hizo época, trazó nuevos derroteros. Lo veremos en detalle en este relato. Nada ni remotamente parecido se había creado antes en América del Sur y su objetivo: "dar a conocer Chile a los chilenos" entrañaba ya una cierta paradoja y una audacia casi rayana en la petulancia"Paradoja", por cuanto  existían ya numerosos estudios sobre flora y fauna chilena, sendos tomos escritos por prestigiosos investigadores  de los Museos y Universidades. ¿Qué faltaba por conocer, si ya se había escrito tanto desde los tiempos de don Claudio Gay,  Rodulfo A. Philippi, Federico Philippi,  Philiberte Germain o Carlos Porter?. ¿Acaso quedaban zonas aún  sin investigar en el país?  ¿Un pequeño grupo de científicos podría aportar algo realmente nuevo, hasta entonces desconocido?.  ¿No era dicho objetivo un desmedido gesto de audacia editorial  para conquistar un  público con promesas fatuas, sin contenido real?. "Petulancia", por cuanto  se pretendía ofrecer una visión diferente de  los ecosistemas del país,  una mirada nueva, más amplia y abarcadora sobre la riqueza florística,  zoológica, geológica  o antropológica  de las regiones del país  y sus "habitantes". Se quería mirar a Chile y sus paisajes "desde dentro", es decir, sumergidos en la atenta observación de los paisajes mismos y guiados por el ojo clínico  de los científicos. Se buscaba hacer dialogar  a diferentes científicos entre sí frente al objeto mismo de estudio, en el terreno mismo, no en el gabinete.  

Finalidad de la revista.

Fig.   Alberto Vial, el ingeniero cronista, en primer plano.  Detrás, Mario Correa Saavedra, Gerente de la Editorial Gabriela Mistral.  (imagen  tomada del Fascículo Nº 4 de  revista "Expedición a Chile".

¿Qué se pretendía hacer?.

Alberto Vial Armstrong, pensador e ingeniero, transformado repentinamente en el  "Cronista"  oficial de las expediciones, planteaba en estos términos  el objetivo de la nueva revista: 

 "Aquí contamos una expedición a Chile...Las próximas páginas nos darán una idea del mundo a que queremos entrar...una visión rápida, un vistazo  desde lejos, como el mensaje de una botella arrojada al mar. Un llamado  que  mueve a buscar siempre más allá....¿Qué lugar del mundo es Chile?"  ((primer fascículo de la revista  Revista "Expedición a Chile"  1975,  Nº 1, p. 6).

Así el  llamado de la revista era "buscar siempre más allá",  no contentarse con lo ya conocido,  investigar, penetrar, profundizar en los numerosos secretos aún ocultos de la naturaleza chilena.  A esto se pretendía invitar a la juventud chilena  mediante este "vistazo  desde lejos".  A esto invitaban los "ojos" escrutadores del biólogo, del entomólogo, del botánico, del geógrafo, del geólogo o del antropólogo. "Escudriñar" a Chile  y sus  rincones involucraba a la vez,   tratar de comprender  la posición de Chile en América, en el mundo, en el universo.  Así, en el relato, la mirada  del cronista de  "Expedición a Chile " muchas veces se perdía en  el lejano horizonte de la historia, de la geología o  aún de la astronomía o de la astrofísica.

Nuestro objetivo.

Nuestra intención es presentar ahora esta historia de "Expedición a Chile" en dos capítulos. En el primero  (éste mismo), mostraremos los orígenes: cómo se gestó esta revista, por qué surgió, dónde,  en qué momento histórico del país  y quienes la  diseñaron. En el segundo (el próximo), analizaremos la estructura de la revista  y sus notables logros. En años anteriores, hemos presentado dos artículos, en este mismo blog, en los que se ofrece algunos antecedentes de nuestra primera expedición de prueba del equipo, hecha a la localidad costera de Las Cruces, con ocasión de una máxima baja marea. Fueron éstos: "Los inicios de Expedición a Chile: una entrevista  en Las Cruces (zona central de Chile) en 1975. Pescadores y recolectores de Playa Blanca" , editado el 31 de Julio de 2014 y, poco después, "Piedras tacitas en la localidad de Las Cruces, Enero 1975",  11 de Mayo 2015.  Remitimos al lector a estos trabajos (Ver etiqueta: Las Cruces, en este mismo Blog).

Un Cuestionario de hace diez años.

Para contar la gestación y el desarrollo de esta histórica iniciativa, nada nos parece mejor que recurrir a un "Cuestionario" que hace exactamente diez años (3 de febrero de 2009), presentamos a Francisco Olivares Thomsen  y a María Gloria Yrarrázaval (productora, secretaria  y editor, respectivamente), escribiéndoles desde Iquique donde yo residía por entonces. Conservo como un tesoro estos documentos. Olivares, artista, ceramista, eximio dibujante y amante de la naturaleza  participó desde sus inicios con gran entusiasmo en esta gesta y constituye hoy, probablemente, el mejor relator que se podría encontrar para darnos cuenta de esta notable historia. Tengo a la mano la respuesta de Olivares; María Gloria, entretanto, ya delicada de salud,  por desgracia  nunca nos pudo responder.

Aquellos que ya no están.

Hoy (2019), lamentablemente,  ya no nos acompañan dos de los más importantes motores iniciales de esta iniciativa: Luis Peña Guzmán, entomólogo, fallecido en 1995 a los 74 años y  Alberto Vial Armstrong, que se nos fue en el año 2000 a la edad de 72 años.  Ellos fueron, sin la menor duda,   el alma y el corazón de esta revista. Pero, el impulsor final,  decisivo,  el promotor por parte de la Editorial, fue el abogado Mario Correa Saavedra, gerente general de la casa editora.  Igualmente, echamos de menos hoy el apoyo entusiasta de Manuel Schilling Parga, botánico, Rodolfo Hoffmann, arquitecto y notable dibujante, y Eduardo Bernain, ilustrador. Su aporte a la revista en sus inicios, fue  muy  significativo. Grandes amigos que  la muerte nos arrebató para siempre.


Fig. 4.  El entomólogo y zoólogo Luis Peña Guzmán, alma de "Expedición a Chile",  en su  escritorio en su casa  de "El Portezuelo", Las Canteras (foto Marta Peña Guzmán hacia  1992).

Los sobrevivientes.

Varios científicos y dibujantes (artistas) de esta obra sobreviven hasta el día de hoy. Me cuento entre ellos. Entre los más destacados sobrevivientes está, afortunadamente, Francisco Olivares,  editor de la obra, dibujante y organizador de las expediciones.  Entre los científicos participantes, Juan Carlos Castilla, biólogo marino, autor de dos hermosos Manuales de Campo sobre  los habitantes del litoral chileno, Jürgen Rottmann, zoólogo, reconocido estudioso de los mamíferos, Juan Carlos Johow, médico y ornitólogo, Bernabé Santelices, biólogo marino. Entre los dibujantes de los especímenes de la naturaleza,  Eduardo Pérez, Andrés  Jullian,  ilustrador de libros y notable dibujante, José Pérez de Arce, Joaquín Solo de Zaldívar,  expertos dibujantes  de flora y fauna,  para citar solo a los que más íntimamente se  vincularon con  los objetivos, proyecciones e ideales de la revista. Porque el equipo de dibujantes de la revista  -pieza fundamental de esta iniciativa-  llegó a contar hasta con seis personas simultáneamente  y fue variando con el tiempo.

El porqué de nuestra iniciativa.

Como creo que soy el sobreviviente más anciano del grupo inicial,  pues Luis Peña  (1921-1995),  Alberto Vial (1928-2000), y el botánico Manuel Schilling (¿-?), ya han pasado a la eternidad,  he tomado la iniciativa, de actuar por cuenta propia. Quisiera ser un "cronista" post factum de esta "Expedición a Chile". Un cronista de los inicios. ¿Objetivo?:  intentar relatar  su historia antes de que desaparezca. El "cómo", ,el "porqué", el "cuándo",  el "dónde"  el "con quiénes"...  Lo hacemos ahora ya no en nuestra calidad de arqueólogo de campo -como lo fui  entonces-, sino como un tímido ensayista a descriptor de la trayectoria de esta epopeya. ¿La meta?: perpetuar su  memoria entre las generaciones jóvenes del país para provocar -ojalá-,  entusiastas continuadores en esta misma línea. Hemos considerado que esta obra genial debía ser conocida,  re-conocida  (y re-evaluada)  en el país, y no podía permanecer  oculta  y desconocida, o tristemente sepultada  "en el baúl de los recuerdos", como tantas otras valiosas iniciativas culturales ya desaparecidas.  Hacia 2008-2009 hubo un intento por  resuscitar "Expedición a Chile" y se reunieron al efecto varios de los antiguos artífices  (Olivares, Johow, Santis, Castilla...).  Se constató allí  la total imposibilidad de hacerlo, tanto por la pérdida y desaparición de las antiguos matrices y elementos de trabajo, como porque  esta iniciativa  había partido de la Editorial Gabriela Mistral, y no de los propios científicos en su época. Había que comenzar de cero...Por ahora,  cosa imposible.

¿Cómo se gestó la presente iniciativa del recuerdo?.

 Carta de  H. Larrain a  Francisco Olivares el 3 de febrero del año 2009.
Estampo aquí lo que comentábamos en aquella misma fecha a  F.  Olivares al enviarle el "Cuestionario".  Revela la honda preocupación existente por  dar  a conocer la  vera historia de "Expedición a Chile".

"Muy querido Pancho:  hacía harto tiempo estaba por escribirte sobre el tema de  la revista. Llegó ahora la ocasión propicia....Hay un tema que quiero tocar más en profundidad [en mi blog]  y se refiere a nuestra obra común: "Expedición a Chile". Estimo, como muchos de nosotros,  que en su momento fue una obra realmente genial que no se ha vuelto a repetir. Pero, poco o nada se sabe de ella y de su potente influjo en su época. Y creo que ese gigantesco esfuerzo común con Alberto  [Vial], Lucho [Peña] y todos nosotros  los científicos y  artistas que apoyamos el trabajo, debe ser reconocido y apreciado como corresponde por la actual generación. Debe quedar en la red una constancia de esta gesta. Tal vez algún día alguien se anime a reeditar esa epopeya. En consecuencia, me permito hacerte llegar, en anexo, un Cuestionario que dirigí hace un tiempo a Gloria Yrarrázaval en el mismo sentido, pidiéndole su colaboración para recrear, tanto los inicios de esa  obra,  como su desarrollo en el tiempo. Por desgracia, Gloria no me ha contestado..." (3 Febrero 2009).

El instrumento para mostrar la  historia de "Expedición a Chile".

Para hacer realidad hoy este desideratum, nada más indicado que servirnos de nuestro propio blog científico (https://eco-antropologia.blogspot.com), destinado a rescatar proyectos o descubrimientos o iniciativas,  tanto propios como ajenos, en los que me ha tocado intervenir durante mi larga vida.  El enfoque eco-antropológico de mi blog  nos parece que coincide felizmente con los objetivos de la Revista y sus productos editoriales. Más aún, debo reconocer que fue precisamente mi activa participación en la revista, como miembro joven de su equipo científico, lo que gatilló y despertó en mí el posterior  embrujo y el alumbramiento del concepto de  una  "eco-antropología" como una sub-disciplina de la Antropología. Enfoque que considero muy poco transitado hasta ahora, y que presupone una  poderosa alianza  e interacción con las ciencias biológicas y geográficas.

Vamos al grano.

El  extenso Cuestionario" presentado a Francisco Olivares en  aquel año 2008,  fue respondido  de inmediato en forma de  un texto  hilado, en el que su autor  fue enhebrando libremente sus recuerdos. No hubo, por tanto, una respuesta  escueta, punto por punto, como yo la esperaba.  Me he tomado la libertad, sin embargo,  de  re-introducir a su texto (que aquí respetamos en su totalidad,  sin omitir palabra) las preguntas concretas,  semejantes a las originales, retomando así la forma primera de un "Cuestionario".


El "Cuestionario" y su respuesta.

Fecha del documento-cuestionario:  03 de Febrero, 2009. Hora: 21.26.
Lugar:   "El Portezuelo",  Parcela Seis, Las Canteras, Comuna de Colina.
Enviado por correo electrónico a: horaciolarrain@vtr.net  por folivaresth@123.cl
(En paréntesis cuadrados, van breves  adiciones mías de carácter explicativo).

1.   ¿Me puedes relatar el momento  exacto del nacimiento de esta iniciativa?.
R.   "Esta es una pequeña cronología, (sin fechas exactas, aunque las podemos tener). Después del Golpe [militar de septiembre 1973],  don Diego Barros Ortiz [General en retiro de la Fuerza Aérea de Chile]  es nombrado Gerente General  de la Editorial  Nacional Gabriela Mistral (ex-Quimantú) y éste, a su vez, nombra al [abogado]  Mario Correa Saavedra como  gerente editorial con la tarea de  revitalizar la tarea editorial.  Mario Correa busca a Alberto Vial  [ingeniero]  para que asesore a Don Diego en la parte de finanzas".

2.  ¿Cómo y porqué  apareces tú en escena  en esta tarea?.
R.  "A mí me llama Mario  para hacerme cargo del departamento de arte editorial, con la tarea de  eliminar publicaciones de mala calidad y buscar un [nuevo] camino editorial.  Al mismo tiempo,  debido a las muchas conversaciones que tuvimos, Mario constituye un pequeño Comité Editorial formado por Mario Correa, Alberto Vial y Francisco Olivares.

3.  ¿Qué tareas concretas les encomienda este Comité?
R.   A este Comité, incorpora Mario a María Gloria Yrarrázaval, como secretaria y productora.  Nos encomienda encontrar una línea constructiva de publicaciones, especialmente dedicada a los niños, en medio de un tiempo [políticamente] difícil. La experiencia de encontrar algo [en esa línea] duró meses y te la contaré en un capítulo aparte" [capítulo que Olivares por desgracia nunca redactó).

4. ¿Qué tipo de obras empieza a publicar  la nueva editorial  Gabriela Mistral?.
R.  "...Alberto Vial y  Sra (Ita)  publican un libro de costura, y Pancho Olivares y Sra (Helene)  hacen uno con recetas para Navidad. Durante la preparación de estas publicaciones, fuimos imaginando con Alberto [Vial] cómo podría ser un publicación  (especialmente cómo no debería ser)  como la que nos pedía Mario [Correa]

5.  ¿De quién fue la idea de  poner a la Naturaleza en  el primer plano en la observación?.
R. Apareció entonces un personaje muy fuera de serie, Jaime Alvarez, [médico y] biólogo de la [Universidad] Católica. El es quien nos hace volver la mirada al paisaje y a buscar la forma de entrar en los fenómenos naturales. Con la frase "para mostrar el aire hay que mostrar cómo vuelan los pájaros y para mostrar esto hay que mostrar cómo vuelan los aviones", se nos abrió  un horizonte diferente a la seguidilla de proposiciones  de publicaciones "para niños", que habíamos estado recibiendo". 

6.  ¿En qué momento aparece la figura del entomólogo Luis Peña en esta historia?
R.  "Alguien (creo que fue el mismo Jaime Alvarez) nos habló de Luis Peña, y la María Gloria [Yrarrázaval] fue la encargada  de ubicarlo. Cuando ella le explicó de qué se trataba,  Lucho dijo: "he estado esperando esto por años...!".

7. ¿Y, los demás científicos,  cómo  aparecieron en escena?.
R.  Lucho [Peña] te contrato a tí [Horacio Larrain] y a Manuel [Schilling, botánico de la Universidad de Chile].  Tú llamaste a Hernán Santis [geógrafo de la Universidad Católica].

8. ¿Cómo surgió la idea de hacer expediciones concretas?.
R. " También invitaron a Juan Carlos Castilla [biólogo marino de la Universidad Católica]  que fue el inventor de hacer una expedición, porque después de la primera reunión que tuvo con nosotros, encontró tan ignorante al equipo editorial, que decidió que fuésemos todos a Las Cruces, a ver la marea alta más alta del año (1). Fuimos a la casa  de María Gloria [en Las Cruces]  por el día y esa fue nuestra primera expedición (¿te acuerdas?).

(1) Nota: evidentemente quiso decir "la marea más baja del año".  En marea baja, es posible observar, en pozas y roqueríos,  multitud de  especies, invisibles a la vista normalmente; en la máxima baja marea, queda al descubierto  buena parte de las especies del  litoral).

Aquí termina bruscamente su relato con la siguiente nota: "he tenido un día pesado y no me da más el cuero. Mañana te sigo contando..." [por desgracia, no hubo comunicación posterior].

Algunas imágenes representativas.

 Fig. 5.   Lucho Peña durante el frugal almuerzo  en el interior de su camper, en la expedición a Lonquimay.  De pie, a la izquierda su ayudante José Escobar (En "Expedición a Chile", Nº 11, p. 18).

Fig  6.  En la expedición a Los Molles.  Al extremo izquierdo de la imagen, Pancho Olivares, dibujando el paisaje;   a  la derecha, de espaldas, Juan Carlos Castilla. Dos niños les acompañan.




Fig. 7.  Ficha típica. En este caso, Dibujo del lúcumo (Lucuma valparadisea) tomado de un ejemplar  colectado en Los Molles, (IV Región)  con  motivo de nuestra expedición  en 1975. En cada ejemplar de la revista, se  presentaba una  o dos fichas,  de elementos representativos de la flora o fauna del lugar (En "Expedición a Chile", Vol. 1,  Nº   3, p. 76).


Fig. 8.  Grupo de científicos reunidos en el típico fogón  de "Expedición a Chile" donde se discutía y comentaba los hallazgos y/o observaciones de cada uno. Lugar:  costa de Los Molles (IV Región de Chile) . El cronista (Alberto Vial)  tomaba cuidadosa nota para elaborar después su Crónica.  De pie, Horacio Larrain, arqueólogo;  a la derecha, arriba, Juan Carlos Castilla,  el personaje corpulento es el geógrafo Hernán Santis. A la izquierda, arriba, Guillermo Schilling, botánico (dibujo a pluma de Pancho Olivares, en  el Nº 2, p. 33 de la misma revista).

Reflexiones  finales.

1.   Se trató, pues, aquí  de un enorme esfuerzo editorial, no de un iniciativa tomada por  científicos y artistas. Los científicos y artistas fueron "invitados" a sumarse a esta idea.  Reeditar algo semejante hoy, - como se ha pensado-, tendría que surgir de alguna poderosa editorial chilena. Por el número de personas  involucradas, por la necesidad de "expedicionar" a sitios  alejados,  y, por fin,  por el prolijo trabajo de dibujo en taller,  tal empresa  sería hoy necesariamente de muy alto costo.

2. Tal como lo expresara Luis Peña,  algunos, impresionados por  la creciente y acelerada pérdida de paisajes naturales como producto de la deforestación en Chile,  estaban "esperando" este momento  para dar a conocer las riquezas naturales del país y para pregonar la necesidad de proteger sus ecosistemas  y especies en peligro.

3.  El momento fue histórico:  Chile, trae  el golpe de estado y derrocamiento del presidente socialista Allende  (septiembre de 1973),  había quedado muy aislado internacionalmente. Se vivía en el país un tenso clima de  recelos, odios y temor en la población, y se hacía necesario y urgente  crear iniciativas de alto vuelo que unieran a todos los chilenos por encima de sus diferencias y que crearan  entusiasmo  e idealismo en torno al ideal patrio.

4.  La idea prendió rápidamente como reguero de pólvora. Se invitó a participar a científicos, investigadores y artistas, que se sabía amantes de la naturaleza y con probada experiencia de terreno. Prácticamente todos los invitados, se sumaron gustosos. Entre nosotros, jamás se tocó el tema político. Nunca supimos qué ideas tenían nuestros colegas pues a todos sólo nos unía la mística de  "dar a conocer Chile"  de una manera novedosa,  a la juventud de la patria.

5. Tras la primera expedición de prueba, a la localidad costera de Las Cruces (ver en este blog capítulo alusivo, publicado el 31 de Julio del año 2014),  sugerida por el Dr. Castilla,  se establecieron equipos de trabajo, por especialidades, siempre con el apoyo de niños en terreno.  En una revista destinada a la juventud, no podían faltar  los niños,  destinatarios predilectos de la misma.

6. La Editorial Gabriela Mistral  a través de Mario Correa, su gerente,  nos abrió sus puertas y nos ofreció pleno  apoyo con sus prensas, oficinas, personal  y  materiales. Francisco Olivares tuvo acceso completo a  los talleres de impresión  y contó igualmente con su equipo técnico.  Tarea que  no fue nada  fácil.

7.  Dato importante: todos los científicos, y parte del equipo  trabajaron "por amor al arte", sin sueldo. Se pidió ayuda a tres universidades las que "prestaron" a sus  profesionales por un cierto período de tiempo. Esto abarató considerablemente costos. Hubo varias instituciones que facilitaron materiales o fotografías, como el Museo Nacional de Historia Natural y otros.

8.  Cabe mencionar, por último,  el apoyo incondicional prestado en todo momento por el grupo de ayudantes del entomólogo Luis Peña Guzmán.  Entre ellos, queremos citar en forma especial  a  Gerardo Barría,  José (Checho) Escobar, Hernán Vásquez y Eduardo Pérez, quienes  acompañaron  nuestras expediciones y/o contribuyeron eficazmente al hallazgo de especies vegetales y animales para su  ulterior dibujo y estudio  en laboratorio.

 Nota final. 

Agradeceríamos en forma especial a  aquellos de nuestros lectores  que de alguna manera conocieron esta iniciativa, nos hicieran llegar sus recuerdos personales sobre este experiencia, enriqueciendo así  lo apuntado en este capítulo.  Así como también su impacto e influencia sobre su propia vida  y actividad personal. Su opinión quedaría estampada  en la sección comentarios.                                                               

















































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































   

miércoles, 6 de febrero de 2019

Luis Peña Guzmán, entomólogo chileno (1921-1995), pionero de la educación ambiental y eximio conservacionista. Algunos testimonios.



Fig. 1.  Luis Peña muestra a niños indígenas en el Ecuador la captura de insectos en un frasco de cianuro. Lucho tiene a la sazón 46 años bien cumplidos (foto Gastón Acuña, 1965).

"Nadie ama lo que no conoce".

Este  sabio proverbio castellano nos servirá hoy de guía  en este capítulo, dedicado a la memoria de Luis E. Peña Guzmán. En varios capítulos anteriores, hemos hecho mención  a la obra titánica de este entomólogo y zoólogo chileno, gran explorador de América del Sur y descubridor de numerosas especies de  insectos, aves, reptiles y batracios, nuevas para la ciencia.  He hecho "memoria" en ellos  de sus notables dotes como colector de especies, como notable  conocedor de los variados ecosistemas tanto nacionales como sudamericanos y como guía de terreno indiscutido de científicos de todos los continentes. En su camper manejado por él mismo, viajarán por todo el continente sabios ingleses, norteamericanos, canadienses,  franceses, japoneses, rumanos o  húngaros, ansiosos de  conocer visualmente  ecosistemas recónditos  y colectar las más raras especies  de aves, insectos, mamíferos, reptiles, batracios, o  plantas y/o  arbustos, aún ocultos a la ciencia.  Porque Lucho se convirtió, sin quererlo, en  el guía  más hábil en Sudamérica  para acceder a los lugares rara vez visitados por el hombre, sea por su inaccesibilidad, sea por su lejanía.

Nota: Todas las imágenes que ilustran este capitulo, han sido  copiadas  de la obra "Rumbo a la Amazonía", de Gastón Acuña Mac-Lean,  su amigo y compañero de expediciones.

Fig. 2.   Colectando insectos ocultos bajo la materia orgánica de un cactus en el desierto sur peruano.   Nada escapa a su ojo avizor. (foto G. Acuña 1965). 

Luis Peña representado por el expedicionario "don Custodio Campos Silvestre".

Hay otra  frase que retrata perfectamente bien a Lucho y su "capacidad de ver" lo que otros no ven.  Por fortuna, ha quedado ésta registrada en sus cuatro cuadernillos para niños  titulados: Aventuras de Don Custodio Campos Silvestre, obra  ilustrada publicada por la Editorial Universitaria de Chile, en mayo de  1993, con  el apoyo  en imágenes ad hoc  del dibujantes Andrés Jullian . La frase en cuestión reza:  "Don Custodio sabía ver lo que muchos otros no saben sino mirar".  La diferencia entre ver y mirar es sideral.   "Ver",  involucra descubrir, atisbar,  escrutar, investigar. En efecto,  muchos pueden mirar el mismo hermoso paisaje de una puesta de sol, con arreboles multicolores en el cielo, pero solo unos pocos  verán allí  un peculiar  fenómeno celeste o una mágica obra de arte dibujada en el cielo. El físico de nubes y el  artista pintor  "verán"   en ese evento  cosas muy distintas, pero sin embargo perfectamente compatibles.  Ambos miraron,  pero "vieron"  y descubrieron cosas muy diferentes.  Por eso el objetivo de Peña  al mostrar estas imágenes es "enseñar  a ver lo que otros no ven".


Fig. 3.   Portada del libro de Gastón Acuña Mc-Lean dedicado enteramente a la expedición al río Napo (Ecuador)  en el  año 1965 y organizada por Luis Peña. Gastón Acuña es en la imagen  el remero barbudo que va al medio de la embarcación. (foto Luis Peña).

Esta es la portada de este hermoso libro (Vea Fig. 2.) que le dedicara poco después de su muerte ocurrida en 1995, su amigo Gastón Acuña Mac-Lean, periodista y editorialista del diario "La Nación" de Santiago,  con el  sugerente nombre de  "Rumbo a la Amazonía", (publicado en Santiago, sin fecha ni pie de imprenta). En él se describe con lujo de detalles y un refinado estilo una prolongada  expedición de Lucho realizada en el año 1965 a las nacientes del río Napo y sus afluentes. Las peripecias del azaroso viaje, de seis largos meses de duración, sin duda nos deleitan y encantan hoy pero, a la vez, nos dejan vivamente impresionados por la audacia y osadía de Lucho al penetrar, por vez primera, en lugares poblados por tribus indígenas desconfiadas y/o por fieras o serpientes totalmente desconocidas en nuestro medio natural chileno. Confiado en Dios  y en su buena estrella, Lucho nunca dudó en emprender extensos y peligrosos viajes que a cualquier otro hubieran hecho titubear. En una época en que  la cartografía de muchos lugares de la selva peruana, ecuatoriana o boliviana  era todavía deficiente,  escasa o nula, y careciendo del preciso instrumental que hoy tenemos para  calcular posiciones y altitudes  (GPS y altímetro digital), Lucho se las arreglaba para  señalar en los mapas y en su Diario, con gran exactitud,  los lugares precisos de  su colecta. Así lo exigían sus auspiciadores como conditio sine qua non del viaje. Para eso, su "Diario de Campo" fue y sigue siendo fundamental.

 Esta entretenida obra de Gastón Acuña constituye, hasta el momento, el  único  testimonio escrito, en forma de libro, dedicado íntegramente a la memoria de Luis Peña Guzmán.

Fig. 3.  El noble camper Volkswagen  que les sirvió de vehículo y vivienda durante  la mayor parte de la expedición  (foto G. Acuña). 

El carácter indomable de Luis Peña Guzmán.

Era Lucho de un atrevimiento y empecinamiento insólito, capaz de arriesgar su vida con tal de  conseguir su propósito:  colectar, registrar y fotografiar especies nuevas para la ciencia y  entregarlas a los mejores especialistas mundiales para su ulterior estudio y análisis. Algunas, las menos, terminarán bajo la lupa de su propio microscopio, y constituirán parte de sus propios aportes científicos al campo de la entomología americana. El osado viaje que tan magistralmente nos describe aquí  el periodista y escritor Gastón Acuña, realizado en 1965, deparó a Lucho y a los  científicos que le apoyaron económicamente en la expedición, la friolera de más de 40.000 dípteros, (familia de las moscas y zancudos) de todas las especies imaginables, debidamente pinchados y etiquetados: una colecta considerada por los especialistas como sensacional. Viaje que, según los investigadores consultados, revolucionó en su época el conocimiento que se tenía sobre este grupo de insectos gracias a la aparición de numerosas especies y géneros, hasta allí totalmente desconocidos. Esta colecta tenía por objetivo central, en buena parte,  reponer las colecciones entomológicas conservadas antiguamente en el Museo de Berlín y lamentablemente perdidas en los bombardeos de la IIª Guerra Mundial. Colecciones procedentes de antiguas y beneméritas colectas en la selva ecuatoriana hechas por  viajeros del pasado y perdidas para siempre.

Fig.  4.   Lucho se da tiempo para un merecido descanso en la selva ecuatoriana   (foto Gastón Acuña, 1965).

Postulación al premio Nacional de Ciencias en Chile.

En el año 1994 (escasamente un año antes de su muerte)  un grupo de científicos  postuló a Lucho  al Premio Nacional de Ciencias de ese año en Santiago (Chile). En dicha ocasión, se recibió desde el extranjero un verdadero enjambre de cartas de apoyo de connotados científicos de las más diversas disciplinas de la biología, zoología y botánica, que habían tenido la fortuna de viajar y expedicionar  con Peña en Chile y/o en otros países de América. Entre estos testimonios que cita ad litteram Gastón Acuña en su obra "Rumbo a la Amazonía" (pp.  237-241)  destaca a mi entender el testimonio del Dr. Lubomir Masner, respetado entomólogo canadiense,  quien se expresa así:

" He mantenido contacto científico con Lucho desde 1968 y tuve  el placer de que guiara mi expedición en 1988.  Si no me equivoco , ésta fue su expedición científica número  412. A lo largo de los años, he podido apreciar la personalidad de Lucho Peña como científico, como hombre y como amigo.  Rara vez en mi vida me he encontrado con alguien tan entregado  a su misión como Lucho lo está respecto de la ciencia, el respeto a la naturaleza y el amor por Chile. A mis ojos, Peña es el Alexander Humboldt y el Charles Darwin en una misma persona. En el alcance y la inspiración de su saber difícilmente es segundo de nadie.  Por muy lejos, el es quien ha situado a Chile en el mapamundi de la entomología. No logro imaginar un solo experto mundial que no está estrechamente vinculado con Lucho. Sin duda, es hoy el entomólogo chileno  mejor conocido internacionalmente. En múltiples aspectos, está y permanecerá a la cabeza de sus colegas y pares. El detectó tempranamente la necesidad de estrechar la colaboración internacional de los entomólogos, atrayendo su atención sobre la singular fauna chilena. Promovió medidas conservacionistas y la preocupación por la [defensa de] la diversidad mucho antes que esos temas aparecieran  en los periódicos entomológicos y nunca ha perdido oportunidad de expresar sus puntos de vista al respecto". (citado en Acuña,  s/f,  p. 239, subrayado nuestro).

Muy escuetamente, pero con no menor énfasis se expresa el gran entomólogo estadounidense, Curador del Departameto de Entomología  del American Museum of Natural History of New York, el  Dr.  Jerome G. Rozen, Jr. en estos términos:

"No sé de otro naturalista vivo en el mundo que haya prestado más grandes servicios en la exploración de la historia natural de su país que el profesor Peña". (Cit. por Acuña, s/f.  240).

Otro elocuente testimonio proviene de la pluma del Dr.  Norman I. Platnik, Chairman y Curador del  mismo Departamento de Entomología,  cuyo potente testimonio no podemos  dejar de lado:

"Con vivo placer les envío mi entusiasta respaldo a la nominación del profesor Peña para el Premio  de Ciencias de Chile. Me es imposible pensar en otra persona tan bien calificada como él para recibir dicho honor. Es tan ampliamente conocido entre los biólogos que su nombre es sinónimo de investigación moderna respecto de la fascinante flora y fauna chilena. En mi estudio de las arañas de Chile, el profesor Peña ha sido para mí un colega en extremo valioso. Ha colectado numerosos especímenes importantes durante años, con frecuencia develando taxas que eran enteramente desconocidas. Su conocimiento de la geografía chilena, sus toponimias, y lugares de colecta es enciclopédico.  Con frecuencia he descansado en él para resolver puzzles relativos a la distribución de determinadas especies.  De allí que, al igual que muchos otros biólogos, he tenido la satisfacción  de honrar nuevas especies con su nombre.. En todos estos aspectos, mi experiencia no es excepción.  El Prof. Peña ha dado tanto, en tan variadas  áreas de la ciencia, que el American Museum of Natural History tuvo no hace mucho, el orgullo de hacerlo miembro correspondiente. Tal honor se ha otorgado a menos de 20 científicos del mundo. Igual importancia tienen los bien conocidos esfuerzos del Prof. Peña por educar a la ciudadanía chilena y a sus autoridades respecto a los excepcionales aspectos de la biota chilena, así como en cuanto a la tremenda responsabilidad que a todos nos concierne en su conservación. Sin duda, en tal sentido,  nadie ha sobrepasado su rol".  (Cit. en Acuña, s/f. p. 240, subrayado nuestro).

Otros especialistas  señalan  la amplitud de los conocimientos de Luis Peña en el campo de la biología y zoología unida a su notable espíritu de colaboración, nobleza de espíritu  y alegría de vivir. Es el caso del Dr. Richard  C. Froeschner, entomólogo de la Smithsonian Institution, quien  consigna:

"Mi contacto personal con el  Dr. Peña data de antes de 1968 y se ha prolongado desde entonces.  Siempre encontré en él a un estudiosos gentil,  gran colaborador alegre y campechano, a la vez que de cálida deferencia en su trato. Mis colegas de la Smithsonian Institution que han tenido la fortuna de participar con él en trabajos de campo, concuerdan en valorar por igual tanto su erudición  como su simpatía y su espíritu ilimitado de colaboración.  No hay duda acerca del extraordinario valor de sus innumerables aciertos científicos y sus publicaciones. En esto ha demostrado ser un verdadero naturalista,  que extiende su interés a toda la gama de las ciencias naturales y no un especialista en un solo campo. Es con vivo entusiasmo y admiración  por el Dr. Peña y sus múltiples méritos que respaldo su nominación".  (Cit. en Acuña, s/f., 238; subrayado nuestro).

Como éstas, varias decenas de cartas  de investigadores de Asia, Africa, América (Del Norte y del Sur)  Europa y Oceanía llegaron  a las oficinas  del  encargado de  la  presentación de Luis Peña Guzmán al Premio Nacional de Ciencias en 1994,  respaldando y apoyando con entusiasmo su postulación.  Si bien Lucho no fue nominado en dicha ocasión, nos queda el testimonio irrecusable de la opinión que el mundo científico internacional tenía de su capacidad, trayectoria científica y vastedad  y profundidad de sus  conocimientos.   Al año siguiente  (septiembre  1995)  Lucho nos dejaba, aquejado de un implacable cáncer.  Nos preguntamos hoy si Luis Peña no pudiera ser postulado tal vez algún día a este mismo premio, en forma póstuma, como una forma de reconocer sus inobjetables méritos en el campo del conocimiento, estudio y difusión de  la ciencia biológica  de su país y de los países vecinos.

¿Por qué  a Luis Peña Guzmán nunca se le otorgó el  Premio Nacional de Ciencias?.

Es ésta una pregunta nada fácil de contestar.  Nos la ha hemos hecho varias veces  entre los que fuimos sus amigos tanto  en el campo de la Biología, como de  la Geografía, Geología o Antropología.  No cabe duda alguna que, en numerosos aspectos, su conocimiento de los ecosistemas  naturales de Chile y América de Sur fue  excepcional y único en su tiempo.  Sus más de 450 expediciones casi siempre  acompañando a especialistas mundiales de todos los campos de la biología  (zoología, mastozoología, entomología, herpetología, botánica, silvicultura, ecología....) le entregaron un amplísimo conocimiento y, a la vez, una profunda y sagaz penetración en la ecología de los sistemas y la intrincada interrelación  simbiótica entre clima, suelos, plantas y animales.


Fig. 5.     En plena selva ecuatoriana. Gastón Acuña sostiene con  el obispo diocesano una serpiente  que acaba de hallar   junto a la cabaña asignada a los viajeros (foto Luis Peña, 1965). 

Un "outsider" de la Academia.

Tal vez las bases del Concurso para poder adjudicar tal "Premio Nacional en Ciencias Biológicas" exigían -como requisito sine qua non-  una larga preparación  universitaria  y títulos académicos previos que Lucho ciertamente no poseía. Lucho no fue formado en y por la Academia -como la inmensa mayoría de los especialistas en el competitivo mundo de hoy-  sino se formó  solo, con su propio esfuerzo, en el terreno mismo,  a través de sus innumerables expediciones  a prácticamente todos los ecosistemas de América del Sur  y gracias al contacto directo con los mejores especialistas en terreno. Tal vez su posición como la de un "outsider" de la biología,  y un "outsider" de la Academia,  le jugó poderosamente  en contra.  Nos llama, sin embargo, profundamente la atención  -aunque decirlo pueda doler a más de  alguno-  el que sus pares chilenos, los entomólogos -salvo alguna que otra honrosa excepción-  no lo hayan apoyado y recomendado en esta ocasión. Por lo general, callaron;   algunos trataron de silenciarlo. Y la razón haya tal vez  que buscarla en  el hecho de que Lucho, si bien participaba activamente en todos los Congresos de su especialidad, la Entomología,  (en su grupo específico de estudio: los insectos tenebriónidos),  no era bien mirado en el gremio nacional y tuvo varios influyentes detractores que siempre  le echaron en cara  "su falta de doctorados",  su falta de "preparación académica".
Triste y repudiable  ceguera que no fue capaz de entrever que Lucho suplía, con ventaja, su pretendida "falta de méritos académicos" con  la aceptación por el mundo internacional  de la ciencia, gracias a su esforzado y genuino trabajo de campo siempre compartido con científicos de nota  mundial.  Esa fue su auténtica "Escuela", esa fue su "Academia": el trabajo de campo en más de 450 expediciones compartido con los mejores especialistas en las diferentes ramas de la biología.  Por ello, sin haber obtenido jamás el título de magister o doctor en biología,  fue respetuosamente  señalado como "el Profesor Peña" o el "Dr. Peña" por sus pares internacionales.  Porque en terreno, él era capaz de dar a todos lecciones de ecología práctica, dados sus conocimientos de botánica y zoología comparadas.

Un conservacionista  sui generis. Precursor indiscutido en su afán  por dar a conocer  a la juventud chilena  la flora y fauna nacional  y la necesidad de proteger los ecosistemas. 

Lucho  Peña,  a diferencia de la mayor parte de sus coetáneos chilenos, gracias a su dilatada experiencia  de campo y  su conocimiento de  prácticamente todos los ecosistema del país y de Sudamérica, supo darse cuenta de la acelerada degradación y transformación que éstos sufrían a través del tiempo. Entre una expedición y otra, con pocos años de intervalo,  los paisajes cambiaban bruscamente y el hombre se iba enseñoreando  de las tierras otrora vírgenes y dotadas de una vegetación nativa  en franca retirada. Esta rápida destrucción de los paisajes naturales  y -en  consecuencia de su flora y fauna endémica-  significaba de facto la desaparición o la muerte de numerosas especies, faltas de su habitat natural.

 Con frecuencia la "autobiografía" de Luis Peña, valioso documento que nosotros hemos estado  transcribiendo para su futura publicación, alude a este hecho  doloroso que le impacta sobremanera.  Al azar, ofrecemos aquí una cita de esta obra inédita suya,  que se libró milagrosamente del "robo"  selectivo efectuado a su escritorio, tras su muerte ocurrida en septiembre de 1995.  La "autobiografía" cubre todo el período desde su infancia y lejanos recuerdos hasta el año  1985,  fecha de su viaje a Miami y USA hecho con su amigo Octavio Barros Valenzuela. Desgraciadamente la dejo inconclusa.

En efecto,  en su segunda  visita al Ecuador  señala textualmente:

"La evolución de Quito fue drástica,  fue cosa de pocos años no podríamos decir siquiera decenios. Se creó otro Quito; el viejo era ya inhabitable. Nada reconocí a mi retorno, quince años después. Todo fue al parecer por el auge del petróleo. Los ríos que yo recorriera en canoa por el oscuro manto de la selva [en 1965],  ahora [1980] se pasan a través de un puente de hormigón. La selva desaparece;  no hay ni tucanes ni monos ni nada para admirarse.  Se destruye el ecosistema sin pena ni gloria alguna.  Como enamorado de aquel Ecuador antiguo, volver a él hoy es triste y desolador". (p. 61 de nuestra transcripción de su Autobiografía; fechas en agregado nuestro).


Luis Peña conservacionista y educador de juventudes.

Una de las facetas más interesantes y menos conocidas en la vida de este científico singular es su afán por transmitir incansablemente a las generaciones jóvenes su propio amor y respeto por la naturaleza y sus  ocupantes, en especial los más pequeños e insignificantes (insectos). Sus repetidas visitas de expedición a las mismas regiones, en épocas diversas, y siempre en compañía de grandes especialistas científicos, le permitió constatar y tomar viva conciencia de la devastación de los paisajes primigenios y de la  rápida transformación de  los ecosistemas  por efecto de la creciente y caótica (falta de previsión  y estudio) actividad antrópica.  El hombre, con el explosivo aumento de la población,  ha ido ocupando todos los espacios disponibles,  arrinconando a la selva virgen  a recónditos lugares. Si durante el siglo XIX fue  mediante el uso indiscriminado del fuego que el colono de Puerto Montt, Aysén o Magallanes  colonizó  y transformó en pastizales para el ganado las antiguas selvas vírgenes, refugio eventual de las tribus  cazadoras de antaño  (pehuenches, puelches), hoy  surge la necesidad (o el apetito) económico por parte de los grandes consorcios,  de realizar plantaciones gigantescas de monocultivos (como el eucaliptus y el pino insigne)  para la obtención de la  celulosa,  destruyendo así implacablemente el bosque nativo, o  arrinconándolo a estrechas fajas de tierra en sitios cada vez más abruptos.  La tierra, en vastas regiones del sur, no solo cambió de dueño, sino también cambió de  uso del suelo en muy cortos años  (un par de decenios) . De esta súbita transformación, Luis Peña fue testigo presencial gracias a la frecuencia y reiteración de sus visitas.  Visitas muchas veces motivadas  por la necesidad de obtener especies de insectos o animales requeridas para su estudio y solicitadas por las Universidades o Museos extranjeros.


Fig.  6.  Típicas  balsas hechas de madera de balsa, muy livianas, para la pesca  costera  en el norte peruano (Foto Gastón Acuña, 1965).

Contraste  entre Peña y sus pares chilenos.

 Los especialistas chilenos,  especialmente aquellos adscritos a los Museos o Universidades (la inmensa mayoría), rara vez dispusieron de los medios económicos y/o del tiempo necesario para  realizar expediciones periódicas a los lugares de colecta, con lo cual tampoco podían llegar a percatarse fácilmente de los cambios ecológicos ocurridos. La gran libertad de  movimientos de que  gozaba Lucho Peña para realizar sus expediciones y la variedad de científicos extranjeros que  llevó a terreno a los lugares que solo él conocía,  le permitió tener una visión general del problema,  muy superior a la de sus pares chilenos. Esto es indiscutible, pero no ha sido por lo general  reconocido.  Y tal vez esta amplísima visión del problema in situ, compartida  y discutida sin duda en el terreno mismo con sus colegas extranjeros -todos investigadores de nivel mundial- , le convirtió en el hombre clave para  presentar valientemente ante las autoridades el problema  de la destrucción sistemática de ecosistemas  máxime a través de las grandes empresas explotadoras de la madera.

Luis Peña  y sus libros para niños y jóvenes. 

Pero Lucho no se contentó con  exponer  con angustia este problema a las autoridades nacionales,  sino que también comprendió que era urgente iniciar una gran cruzada nacional  para el conocimiento profundo y  conservación y protección de nuestra flora y fauna.  De esta viva conciencia nacen sus valiosas  iniciativas como la revista "Expedición a Chile", publicación  en 48 fascículos que  pretendió mostrar la riqueza  y variedad  de la flora y fauna chilenas, o sus frecuentes artículos en la revista infantil  "Mampato", mostrando  las curiosidades y/o rarezas de la  flora y fauna del país. Lucho  fue un gran motivador de otros en pro de las iniciativas que el consideraba  necesarias para el logro de sus fines.  El mismo objetivo tuvo la presentación de los cuatro  Cuadernillos ilustrados para niños, de acuerdo a las cuatro estaciones del año,  con el sugestivo título de "Las Aventuras de don Custodio Campos Silvestre", cuyas carátulas mostramos a continuación.  El estilo de estas obritas para dibujar y colorear,  destinadas a los niños pequeños, es claramente  el propio de  Lucho, con su simplicidad y agudeza, y su anhelo de llegar  a  re-encantar a  niños y jóvenes en el amor y respeto por la Naturaleza que nos rodea.

¿Qué quiso ser "Expedición a Chile" en 1975?.

Apuntemos aquí  un par de ideas sobre  "Expedición a Chile", obra singular y única, en la que Peña  colaboró  desde sus inicios, cuando la Editora Nacional Gabriela Mistral ( ex Quimantú)   buscaba  en  1974-75 temáticas  sugerentes y atractivas de la realidad chilena para  encantar a sus lectores en una época política especialmente complicada y difícil del país. Sobre este tema, estamos preparando un capítulo especial que, Dios mediante,  editaremos  en las próximas semanas.

La obra tuvo por objetivo mostrar paisajes singulares del territorio patrio, examinando, con un equipo científico multidisciplinario (geógrafo, entomólogo, biólogo, botánico, geólogo, arquitecto y antropólogo), determinados lugares y ecosistemas, dando a conocer a sus habitantes (plantas y animales)  y extraños sus modos de vida. Para ello. se hizo expediciones reales a lugares  de especial interés. Se pudo mostrar así, sus peculiaridades geográficas, geológicas, botánicas, faunísticas y antropológicas  que los constituían en ese momento en lugares únicos, irrepetibles.
La vida de campamento, las discusiones entre los especialistas a propósito de  descubrimientos efectuados in situ, las imágenes captadas  de la fauna y flora del lugar,  y el sabroso relato del cronista de la expedición, adquieren vida y alma en los 48 ejemplares de la revista (1975-1978)  y/o en sus numerosos Manuales de Campo, Planos, Mapas o fichas de estudio. Todo un riquísimo arsenal de información de primera mano,  recabado en el terreno mismo, y comentado para el lector en un lenguaje intencionadamente accesible y fácil. La labor de apoyo y búsqueda estuvo a cargo de los científicos, pero siempre acompañados de niños preguntones  (nuestros propios hijos o sobrinos o amigos) que  transformaban la respuesta científica abstrusa en conocimiento real y  vivo, al alcance de todos. Todas las familias eran parte  de la expedición  que,  a la vez, era búsqueda y respuesta a las preguntas que el propio escenario geográfico nos planteaba.

Mostramos aquí, a continuación,  las portadas de los primeros números de la revista y algunos de sus  Manuales de Campo (Field Guides), hasta ahora  muy  solicitados por los especialistas.

Fig. 7.  Portada del primer número de la revista  "Expedición a Chile".

Fig. 7.  Portada del segundo número de la misma revista.

Fig. 8. Portada del tercer Número de la revista.

Fig. 9.  Portada del Manual de Arqueología ¿Qué hace el arqueólogo",   1975.


A continuación, las portadas de la revista  para niños titulada: "Aventuras de don Custodio Campos Silvestre". 





Figs. 10, 11, 12, 13 y 14.  Fauna y flora  correspondiente a las cuatro estaciones del año  (Verano, otoño, invierno y primavera).

Epílogo.

A través de estas páginas e imágenes, hemos pretendido mostrar la multiplicidad de facetas  en la vida y obra del notable entomólogo chileno Luis Peña Guzmán. Peña fue un sabio atípico,  fuera de lo común, pero indiscutiblemente un gran sabio. Los testimonios vertidos por los investigadores extranjeros citados más arriba, lo señalan explícitamente y nos  liberan de la tarea de tratar de descubrir los aspectos más significativos de su obra. Ellos ya lo han hecho. Si aún viviera, Luis Peña habría cumplido, el 21 de Enero pasado, 98 años.

Nos aprontamos, si Dios nos da vida y salud, para celebrar dignamente los 100 años del nacimiento de este gran entomólogo en el  próximo año 2021. Si sus pares chilenos (los entomólogos) no lo hacen como corresponde, lo trataremos de hacer  nosotros. Luis Peña Guzmán se lo merece con creces.