¿Por qué no fue traducida antes?.
Por extrañas circunstancias que no atinamos a explicar bien, (y que sospechamos tienen que ver con la acusación de herejía que se le imputó en su tiempo), nunca antes había sido traducida del italiano (su lengua original) a alguna otra lengua moderna. Es ésta, en consecuencia, la primera traducción de la obra cumbre de Molina publicada originalmente el año 1810. Mérito indiscutido de su traductor y editor.
¿De dónde le brota esta auténtica pasión por el estudio de la Naturaleza?.
"Mi caracter me llevó, desde mis más tiernos años a observar las producciones de la naturaleza y particularmente los animales, por lo cual, mientras viví en el pais hice todas las investigaciones posibles...; desde mi juventud me había dedicado a observar sus riquezas naturales y a instruirme en sus acontecimientos, con intenciones de publicar sus resultados para beneficio común de mis compatriotas" (citado por Rodolfo Jaramillo, editor, 1987: Introducción, xxxii).
La Europa de entonces poco o nada sabe de ese lejano país llamado Chile. Por eso Molina se muestra muy interesado por hacer conocer a su país. No tan solo por su rica y curiosa vegetación y fauna, pues otros viajeros ya en parte lo habían hecho, como los franceses Feuillée (1714) y Frézier (1717), o los españoles Ruiz y Pavón (1794). El se impone, por tanto, la laboriosa tarea de demostrar que, en muchos campos del saber, la naturaleza de su lejano país es digna del mayor interés para la ciencia y los científicos de todo el mundo.
A continuación, enumeramos la enorme variedad de tópicos que abarca su obra.
Contenido de su obra.
Con el objetivo "de dar a conocer su país", en la culta Europa de su tiempo, el abate se referirá, en detalle, en sendos capítulos ad hoc, a numerosos aspectos propiamente geográficos del territorio. Así, nos relata, entusiasmado:
Sobre sus islas, costas, lagos, montañas, clima, volcanes, cielos, vientos, ríos y vertientes;
sobre las enfermedades y epidemias;
sobre su agricultura, pastoreo, pesca y caza; sobre temblores y terremotos y su efecto destructivo;
sobre sus minerales, feracidad de la tierra y sus aguas termales;
sobre su agricultura y forestación;
sobre su geología, rocas, minerales y piedras preciosas; tipos de tierras y arenas; sobre la explotación de la sal marina, sulfatos, nitratos, asfalto, pez y azufres; sobre la presencia y explotación de diferentes metales y sus minas.
Sobre las especies de la flora nacional se extiende ampliamente, deteniéndose en cada una de las especies de árboles, arbustos y hierbas que ha observado y estudiado detenidamente (Cf. pp. 127-201 del texto de su "Saggio .." del año 1810; edición de R. Jaramillo, 1987).
Especial énfasis en la zoología del país.
El Libro IV de su obra de 1810 está dedicado íntegramente a la descripción de los animales propios y característicos de Chile, a través de 23 capítulos (1810: 205-297), finalizando este Libro con unos párrafos dedicados a analizar la situación de la ganadería en el Chile de su tiempo.
Por fin, la obra termina describiendo someramente los grupos indígenas de su país, señalando que ya se ha referido a ellos más in extenso en su tercera obra, el "Saggio sulla storia civile del Chile" (1787).
El destierro de su patria, Chile: los avatares de su viaje a Italia.
En esta última ciudad y su famosa universidad -considerada entonces como la más antigua del mundo-, termina por fin sus estudios y se ordena de sacerdote en 1773, meses antes de la definitiva supresión de su Orden, la Compañía de Jesús, decretada por el Papa Clemente XIV por insistentes presiones ejercidas sobre la Santa Sede por la confabulación de los reyes Borbones de Francia, España, Nápoles y Portugal.
¿Sobreviven comunidades de jesuítas tras la supresión de su Orden?.
El Breve pontificio de supresión de la Compañia de Jesús se denominó en latín: "Dominus ac Redemptor" ("El Señor y Redentor") y fue emitido el 21 de Julio del año 1773. La orden pontificia, sin embargo, no se llegó a ejecutar ni en Prusia ni en Rusia, donde la zarina Catalina la Grande los acoge y protege. Extrañamente, -cosas de la Providencia divina- son un príncipe protestante y una reina ortodoxa quienes los acogen y protegen por entonces. La Orden jesuíta, de este modo, logra sobrevivir, aunque precariamente, en dichas naciones.
Llegada a los Estados Pontificios.
Casi 5.000 jesuítas deben así abandonar para siempre los dominios de España y las colonias americanas. A los ex-jesuítas, se les prohibe vivir en número superior a dos en una misma casa, por temor a una posible reorganización. En Bolonia, ya ungido sacerdote, vivirá por tanto solo, y se incorporará muy luego al claustro de profesores de la citada Universidad, lo que le permite sobrevivir decentemente. Su dominio del latín y del griego, además del francés, le facilitarán enormente esta destinación. Igualmente, aunque recibe un mísero estipendio de España, por acuerdo pontificio, -estipendio que a veces no le llega-. sobrevive dando clases particulares de latín, griego y de francés, idiomas que domina a la perfección.
Su labor social.
Además de sus lecciones en la Universidad de Bolonia, Molina da clases particulares a grupos de niños pobres de su vecindario, actividad que realizará hasta su avanzada edad y le granjeará numerosas simpatías en su medio. También dictó clases a algunos hijos de algunas familias adineradas de la ciudad, lo que le permitió vivir con cierta holgura. Además de los idiomas (latín, griego y francés), enseña geografía, física, cosmología y ciencias de la naturaleza.
Sus primeras obras sobre Chile.
Rebatiendo las concepciones erróneas sobre los indígenas americanos.
A las fantasiosas y antojadizas apreciaciones sobre América y los indígenas americanos expuestas en los escritos de Cornelius de Pauw (1733-1799), un erudito holandés, diplomático en la corte del rey de Prusia Federico de Grande, Molina opone con energía su rica experiencia americana y sus vivencias personales.
De Pauw nunca llegó a pisar suelo americano y, sin embargo, fue considerado en su época, por sus potentes vínculos con la realeza, el "gran experto" en cuestiones americanas. Molina se propuso - al igual que Clavijero- destronar a De Pauw de su sitial y dejarlo en ridículo ante los círculos científicos.
La obra del holandés de Pauw, muy publicitada en los círculos europeos, portaba este pretencioso título: "Investigaciones filosóficas sobre los americanos o memorias interesantes para servir a la historia de la especie humana" (publicada en francés en 1771).
Molina se expresa así, con su pizca de sorna, sobre la obra de Cornelio de Paw:
"En suma, Paw ha escrito de las Américas y de sus habitantes con la misma libertad que podía haber escrito de la luna y de los selenitas; pero quiere su desgracia que la América no diste tanto de nosotros como la luna, y así, muchos sabios europeos que han estado en aquellas regiones y que han visto lo que son [los indígenas] por sus propios ojos, afirman lo contrario a lo que afirma Paw y hay otros que, bien instruidos en la historia de las varias provincias de aquel continente, desprecian unas tan voluntarias cavilaciones....". (Citado por Januario Espinosa, 1946: 114-115; subrayado nuestro).
Su dominio de lenguas.
Interés enciclopédico.
Se interesa Molina, como el mismo lo señala, "por todas las producciones de la Naturaleza", y por eso lee y estudia la zoología, botánica, astronomía, geografía, mineralogía, química y física a través de los escritos de los más famosos sabios de su tiempo; incluso lee y estudia sobre cosmología y geología. Le calzaría así, al dedillo, a Molina, la conocida expresión de Publio Terencio, el cómico romano nacido el año 165 a.C. : "Homo sum et nihil humani a me alienum puto" ("soy un hombre y [por eso] considero que nada de lo humano me es ajeno").
Posible trato con otros americanos.
Además de sus coterráneos, desterrados como él, conoce providencialmente en Bolonia y probablemente trata con otro ex-jesuíta, desterrado como él, el padre Francisco Javier Clavijero (1731-1787), ilustre mexicano, nacido en Veracruz, quien por los mismos años que Molina escribe en Bolonia su famosa Historia antigua de México, editada en 1787, el mismo año de su muerte. Los objetivos de ambos sabios son muy coincidentes: dar a conocer sus países de origen y desvirtuar con potentes argumentos las falsas apreciaciones sobre América.
Clavijero, en efecto, rebate con energía, al igual que Molina, las antojadizas y ridículas aseveraciones de Cornelius De Pauw sobre los indígenas americanos. Clavigero los conoce tan de cerca tanto que llega, en su patria natal México, a dominar el nahuatl, idioma propio de los mexicas. No conocemos estudios que nos informen sobre un posible contacto y comunicación entre estos sabios, ambos ex-jesuítas, y ambos profesores en la Universidad de Bolonia. Nos parece, sin embargo, casi imposible que, siendo estrictamente contemporáneos (aunque Molina era 7 años mayor), perteneciendo a la misma Universidad (Bolonia) y con intereses tan coincidentes, no hayan trabado alguna relación y, tal vez, intercambiado experiencias, información y probablemente, bibliografía. Sin embargo, en vista de la suspicacia que recaía sobre su antigua Orden religiosa tras la supresión ordenada por el Papa, sospechamos que sus encuentros -si los hubo, como sospechamos- debieron haber sido entonces muy discretos. En todo caso, Molina, por razones obvias, no lo cita directamente en ninguna de sus obras.
Reestructuración y reedición de su "Ensayo".
Para entonces, Molina ya había escrito -fiado sólo de su admirable memoria- y editado, sus primeras tres obras (1776, 1782, 1787). Este hecho fortuito, -es decir la recuperación de gran parte de sus manuscritos originales- le permitirá afinar y reestructurar completamento su texto, escrito originalmente de memoria, introduciendo numerosas observaciones en sus últimas obras, muy en especial en el texto del año 1810 de su "Saggio sulla storia naturale del Chile".
Molina señala allí, con modestia, que se trata de una "edición aumentada" ("accreciutta") respecto de su anterior del año 1787 pero, a la verdad, se trata de una obra muy diferente, mucho más rica y documentada y, sobre todo, afinada y corroborada por sus observaciones de campo manuscritas, ahora milagrosamente recuperadas.
24-06-1740. Nace en la hacienda de Guaraculén (cerca de Linares), Juan Ignacio Molina González, hijo de Agustín Molina y Francisca González Bruna, y es bautizado ese mismo día.
1747. Muere su padre de repentina tisis pulmonar.
1748-1755. Estudia en el colegio de los jesuítas en Talca.
1754. Fundación de la ciudad de Concepción por el presidente Ortiz de Rosas. Los jesuítas crean allí muy luego un colegio. donde estudiará el joven Molina.
1755 (?) Conoce y trata en Concepción al anciano jesuíta, su correligionario, el historiador Miguel de Olivares.
1755. Entra en el Noviciado de la Compañía de Jesús en Concepción, a los quince años de edad.
1757. Hace sus primeros votos. Enviado a estudiar en el estudiantado de la hacienda de Bucalemu las Humanidades Clásicas, de acuerdo a las normas de la Ratio Studiorum de la Compañía de Jesús. Estudia además del latín y griego, el francés y las matemáticas.
1760 (?). Parte al Colegio Máximo de los jesuítas en Santiago para estudiar la filosofía escolástica. Obtiene buenas notas, pero no es éste un tema de su particular agrado. Se perfecciona por su cuenta en el estudio de la lengua griega, que llega a dominar a la perfección. También se dedica en sus tiempos libres al estudio de la Geografía. Conoce aquí la filosofía de Descartes y Newton. Se aficiona al estudio del italiano, para poder leer a algunos escritores de su interés, como Metastasio. Un hermano jesuita italiano llamado Fabricio, le ayuda en sus dudas. En vistas de su interés por las lenguas, sus superiores le nombran bibliotecario. La biblioteca del Colegio Máximo de la Compañía era una de las más ricas del país y contaba con más de 15.000 volúmenes. Podemos imaginarnos sin dificultad al joven estudiante Molina revisando ávidamente sus textos y tomando notas de ellos. Notas que en parte, por fortuna, se han conservado.
1760-63. (?) Toma conocimiento y consulta la rica biblioteca del español Juan Ignacio de Santa Cruz. Intima con él y, a lo que se cree, hace clases (pagadas) a alguno de sus hijos.
1761. Contrae la epidemia de la viruela al visitar a los enfermos en el hospital. Sana de este mal, pero su piel quedará marcada y manchada para toda la vida por sus efectos. Escribe en la ocasión una elocuente elegía en latín sobre su dura experiencia de la viruela.
1761. Igualmente, en este año, compone su autobiografia en versos latinos, dedicada a su compatriota y amigo, el P. Miguel de Olivares.
22-07-1761. Redacta una escritura cediendo sus bienes a su madre y, en caso de fallecer ésta, a su hermano José Antonio. Se reserva para sí "cien pesos para adquirir libros".
1761. Para cuidar su quebrantada salud, sus superiores le envían por un tiempo a la hacienda de los jesuítas en Carén, a descansar. Recorre así con misioneros el valle del Aconcagua y llega hasta el valle de Uspallata. Conoce igualmente la zona de Valparaíso a donde también es enviado para recuperar su salud.
1766. Viaja a Talca a conocer a su sobrino, hijo de José Antonio, su hermano. Es la última vez que estará y departirá con su madre. Se avecina el temible y definitivo destierro.
26-09-1767. Se ordena la prisión de todos los jesuítas de Chile. Los del Colegio Máximo de Santiago de Chile, quedan en custodia a la espera del barco que les conducirá al Viejo Mundo. Molina es uno de ellos. Les notifica la orden real el Oidor de la Real Audiencia, Juan de Balmaceda. El gobernador Antonio Guill y Gonzaga trata de hacerles la estadía lo más llevadera posible, a la espera de su viaje.
23-10-1767. Se ordena, de madrugada y en total sigilo, su partida a Valparaiso. Molina lleva consigo en su equipaje una obra de Cicerón, sus ropas, una fina frazada mapuche, un vaso de greda cocida y otro de hueso: son cálidos recuerdos de su tierra. Al término de la ciudad (hoy avenida Brasil), les esperan caballos y soldados, que en ocho jornadas, les conducen a Valparaíso. Aquí se juntan unos trescientos jesuitas, entre sacerdotes, estudiantes y hermanos coadjutores. Entre los desterrados, además de Molina, se encuentran el anciano padre Miguel de Olivares, el padre Manuel Lacunza y el entonces estudiante Felipe Gómez de Vidaurre. Los tres, fecundos escritores. Tras una larga espera en el puerto, son embarcados en tres pequeños navíos a vela, rumbo al Callao.
25-02-1768. Larga estancia en Lima en espera de un navío de mayor calado. Las damas peruanas de la capital se esfuerzan por aliviar su destierro. Los estudiantes jesuitas siguen sus lecciones con sus maestros, como pueden.
04-05-1768. Parten finalmente del Callao 69 compañeros en la nave "San Francisco Javier", entre ellos, 36 sacerdotes y 19 estudiantes, incluido Molina. Quince días de fácil navegación. Molina logra conservar, escondida, una obra de Cicerón que logra pasar como Breviario, el cual les estaba permitido. Damas peruanas les obsequian libros en Lima, pero no se les permite llevarlos.
23-07-1767. Después de doblar el Cabo de Hornos y ser golpeados por una terrible tempestad que causa daños a la nave, logran llegar al trópico a la altura del Uruguay. Cruce del Océano Atlántico.
06-09-1767. Entran por fin en el puerto de Cádiz. Larga permanencia allí de casi dos años en encierro. Los estudiantes continúan sus clases con sus maestros. Bajo pena de muerte se les prohibe evadirse. La larga espera se debe a que el nuevo Papa, Inocencio III, se niega a recibirlos por considerar injusta la medida real decretada en su contra.
02-02-1769. Muere en Roma el Papa Inocencio III, defensor y admirador de los jesuítas.
Fines de marzo, 1769. Son finalmente despachados los jesuítas venidos de Chile a las costas de Italia. Alli son abandonados a su suerte. Su número asciende a 240.
15-03-1769: arriban, despues de soportar otra terrible tormenta en el Mediterráneo, al puerto de Spezia, perteneciente a la república de Génova. De ahí viajan a Imola. Llegan aquí después de varias sacrificadas jornadas, donde son finalmente hospedados y repartidos en 17 casas. Los recién llegados son ahora solo 207.
23-07-1773. El nuevo Papa, Clemente XIV, decreta en Roma la supresión definitiva de la Orden jesuíta, fuertemente presionado por las cortes borbónicas. Los jesuítas chilenos quedan abandonados a su suerte. Algunos se quedan en Imola, como el P. Miguel Lacunza, famoso teólogo; otros en Bolonia u otras pequeñas ciudades de los Estados Pontificios.
Enero 1774. Molina y tres de sus compañeros logran llegar, por fin a Bolonia. Uno de sus compañeros es el padre Felipe Gómez de Vidaurre, su amigo y compañero de viaje, futuro historiador de renombre. Encuentran un departamento en calle de Santa Apolonia, frente a la iglesia de dicho nombre. Por fin llega la tranquilidad y la paz, después de más de 6 años de zozobras e incertidumbre sobre su suerte.
31-08-1775. Muere su madre en Chile. Molina se entera de ello muchos meses más tarde. Sufre en silencio.
1776. Aparece, en lengua italiana y en forma anónima, su "Compendio della storia geográfica, naturale y civile de Regno del Chile" en Bolonia.
1782. Publica, ahora con su propio nombre, el "Saggio sulla storia naturale del Chile" en Bolonia.
1787. Publica el "Saggio sulla storia civile del Chile", en Bolonia.
1788. En carta al P. Lacunza le comenta que de los 352 jesuítas que salieron de Chile al destierro solo queda la mitad vivos: "entretanto, nos vamos acabando", le escribe con evidente nostalgia y pesar.
1789. Viaja a Roma con 3 ex-jesuítas, entre ellos Gómez de Vidaurre, para justificarse por algunos de sus dichos en su obra "Saggio sulla storia civile del Chile". Ha sido acusado de herejía por uno de sus discípulos en Bolonia, un tal Camilo Ranzani, biólogo como él. Visita en Roma, según nos cuenta, el cuerpo incorrupto de San Ignacio de Loyola y le obsequian, a su solicitud, una reliquia suya.
1805 (no hay fecha exacta) le visita en Bolonia el barón Alexander von Humboldt. Lamenta no haberle encontrado pues Molina se halla ese día de exploración, en terreno. Pero ambos se escriben a partir de ese momento.
1805. Algunos de sus alumnos le mandan hacer un retrato, a su costa, al pintor Giambattista Drulli. Molina tiene ya 65 años. Gracias a ellos, conocemos hoy con mucha exactitud su aspecto físico.
1810. Publica su obra más importante: el "Saggio sulla storia naturale del Chile", igualmente en Bolonia.
25-02-1811. El Ateneo de Bolonia le nombra miembro de número.
01-07-1811. El Virrey de Italia príncipe Eugenio de Beauharnais, hijastro de Napoleón le asigna, para su sorpresa, una pensión de 1.000 francos al año.
1812. Es nombrado por Napoleón miembro pensionado del Instituto Italiano.
07-08-1814. Restauración de la Orden de la Compañía de Jesús por el Papa Pio VII mediante la Bula: "Sollicitudo omnium eclesiarum", tras 41 años de supresión.
1815. Expresa en carta a Ignacio Opazo, su sobrino, su íntimo deseo de embarcarse de regreso a Chile, deseo que Molina, muy a su pesar, no alcanza a ver realizado. Se ha puesto de acuerdo con varios ex-jesuitas para regresar a su tierra. Pero, dada su avanzada edad y sus achaques, se le recomienda desistir del viaje.
1815. Los jesuítas son expulsados de Rusia.
1815. En este mismo año, Molina recupera su fortuna familiar por fallecimiento de sus sobrinos y hace donación de la misma para fundar, a su costa, un Liceo en Talca y una parte importante, para equipar la Armada nacional en época de las guerras por su Independencia. El naciente gobierno de Chile agradece su aporte.
Mayo de 1820. Es nombrado Miembro de Número de la Academia Trentina de Ascola.
1822. Nombrado Miembro Adjunto de la Academia de Palermo.
12-09-1829. Fallece en Bolonia a la edad de 89 años. Sus últimas palabras fueron: "agua de aquellas cordilleras". Es su último y supremo recuerdo del país que lo vio nacer y al que quiso ardientemente regresar. Su avanzada edad y sus achaques, no se lo permitieron. Es sepultado en el panteón de los hombres ilustres de Bolonia.
08-04-1855. El historiador Benjamín Vicuña Mackena va a Bolonia y visita la antigua casa que ocupara el abate. Su ocupante, que fuera la fiel ama de llaves de Molina, la señora Camila Zinni, le hace entrega de todas sus pertenencias, las que ha guardado religiosamente por largos años. Molina en su testamento había testado en su favor, obsequiándole la casa.
16-09-1861. Se inaugura la estatua de Molina, frente a la Universidad de Chile, en la Alameda por iniciativa de Benjamín Vicuña Mackenna. Esta estatua fue trasladada posteriormente a la ciudad de Talca, en Julio del año 1927 a pesar de las vivas protestas de científicos e historiadores de la época.
Fines de 1966. Sus restos son repatriados a Chile y sepultados en la sencilla iglesia parroquial de Villa Alegre, pueblo situado a escasa distancia de su natal Guaraculén. Allí, por fin, descansan en paz.
Para cerrar este capítulo sobre nuestro sabio Molina -ya de por sí extenso-, permítaseme traer a colación la opinión de uno de los más grandes historiadores de nuestro país, el linarense Francisco Antonio Encina (1874-1965):
"Molina es, ante todo, un cerebro de corte europeo, que piensa directamente la realidad y está colocado en otro plano cerebral que Lastarria, Amunátegui, Letelier y demás escritores criollos. Aún prescindiendo de la cultura y del ambiente que lo moldearon, no puede comprendérsle y juzgársele dentro de nuestro desarrollo cerebral. Hay que referirlo a los sabios europeos de su época: Lamarck, Darwin, Humboldt, George Edwards...etc. Por su poder cerebral, por su cultura y la potencia de la imaginación escrutadora, está a su altura; tiene perfecto derecho a sentar plaza entre los genios científicos de segundo orden. Aplicó antes que Comte y Spencer el concepto leibniziano de la evolución al desarrollo histórico de los pueblos." (Encina, en Prólogo a la obra de Januario Espinosa, 1946. 62).
Epílogo.
Con profunda emoción y admiración, dedicamos este trabajo de síntesis sobre la vida del jesuita Juan Ignacio Molina a los estudiantes y estudiosos de nuestro país, para que, motivados por su ejemplo, se atrevan a seguir audazmente sus huellas y no se dejen amedrentar por las dificultades que les ofrece la vida. Molina supo sobrellevar, con valentía, circuntancias increíblemente adversas -incluida la viruela-, que a cualquier otro hubiesen intimidado.
En estos tiempos de dura pandemia, en que nos vemos obligados a sufrir un duro encierro involuntario, la figura del abate Molina y su ejemplo pueden llegar ser un potente faro que nos ilumine nuevos derroteros y nos señale nuevas sendas para el estudio de las diversas regiones de nuestro país.
Bibliografía recomendada.
Briones, Toledo, Hernán, 1968, "El Abate Juan Ignacio Molina", Ensayo crítico-introductorio a su vida y obra", Editorial Andrés Bello, 246 p.
Encina, Francisco Antonio, 1946, "La renovación de nuestra historia, una odisea literaria (a propósito de las biografías de Januario Espinosa)", en Prólogo a la obra de Januario Espinosa "El abate Molina", 1946, Prólogo, pp. 6-63.
Encina, Francisco Antonio, 1952, Historia de Chile, Tomo V, Editorial Nascimento, Santiago de Chile.
Espinosa, Januario, 1946, "El Abate Molina", Editorial Zig-zag, Santiago de Chile, 191 p.
Charrier, Reinaldo y Francisco Hervé, 2011, "El abate Juan Ignacio Molina una vida dedicada a la historia natural y civil del Reino de Chile", Revista de la Asociación Geológica Argentina, vol. 68 (3) 445-463.
De Paw, Cornelius 1768,, Recherches Philosophiques sur les Américains, ou Mémoires intéressantes pour servir a l´histoire de l´espece humaine", Imprimerie Antoine Joseph, Paris.
Fontecilla Larrain, Arturo, 1929, "El Abate José Ignacio Molina", Imprenta Cervantes, Santiago de Chile,
Gunckel, Hugo, 1929, "Don Juan Ignacio Molina, su vida, sus obras y su importancia científica", Revista Universitaria, 14 (1-2) 195-216; 14 (3-4): 320-341, Santiago de Chile.
Gunckel, Hugo, 1972, "Plantas chilenas descritas como nuevas por Juan Ignacio Molina y sus concordancias con la nomenclatura botánica actual", Noticiario Mensual del Museo Nacional de Historia Natural 17 (197) 3-11.
Gunckel, Hugo, 1980, Bibliografía Moliniana, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 166 p.
Jaramillo, Rodolfo, 1968, "La teoría antropológica del abate Juan Ignacio Molina sobre el primitivo poblamiento del continente americano (1821) y su comprobación por la ciencia del siglo XX", Revista Universitaria, Universidad Católica de Chile, Año LIII, Anales de la Academia Chilena de Ciencias Naturales, Nº 31: 145-154.
Jiménez Berguecio, Julio, S.J., 1973, El abate Molina humanista clásico y sabio cristiano. Escritos inéditos suyos. Texto latino y traducción castellana y estudios sobre su persona y obra, Anales de la Facultad de Teología, Vol. 24, Cuaderno 2 (1973), Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 284 p.
[Molina, Giovanni Ignazio], Anónimo [1776], "Compendio delle storia geografica naturale e civile del Regno del Chile", Bologna, MDCCLXXVI, nella Stamperia di S. Tommaso d´Aquino [10 láminas].
Molina, Giovanni Ignazio, [1782]. "Saggio sulla storia naturale del Chile, del signor abate Giovanni Ignazio Molina", Nihil mihi, In Bologna, MDCCLXXXII, Nella Stamperia di S. Tommaso d´Aquino, [1 mapa].
Molina, Giovanni Ignazio, [1787], "Saggio sulla storia civile del Chile, del signor abate Giovanni Ignazio Molina", nihil mihi, in Bologna, MDCCLXXXVII, Nella Stamperia di S. Tommaso d´Aquino.
Molina, Giovanni Ignazio, [1810], "Saggio sulla storia naturale del Chile". Seconda edizione accresciutta e arrichita di una nuova carta geografica e del ritratto dell´autore. Epigrafe de "Georgicas", Bologna, 1810, Tipografia di Fratelli Masi e Comp.
Molina, Gian Ignazio, [1821-1822], "Memorie di Storia Naturale lette in Bologna nelle adunanze dell´Istituto" dall`abate Gian Ignazio Molina americano, membro dell`Istituto Pontifizio [delle Scienze], Bologna, 1821-1822.
Molina, Juan Ignacio, 1987, "Ensayo sobre la historia Natural de Chile", Primera traducción del original italiano de 1810, Prólogo y Notas del Profesor Dr. Rodolfo Jaramillo, de la Academia de las Ciencias de Instituto de Bolonia, Ediciones Maule, Santiago de Chile. 9 Figs. y 1 Mapa, 383 p.
Rojas Mix, Miguel A. 1961. "El Abate Molina y su teoría de la cultura", Tesis presentada en la Universidad de Chile, en la Facultad de Filosofía y Educación para optar al título de Profesor de Estado con mención en Historia, Geografía y Educación Cívica, Santiago de Chile.
Vicuña Mackenna, Benjamín, 1856, Páginas de mi Diario durante tres años de viaje, 1853, 1854 y l856, (Rasgos biográficos del abate Juan Ignacio Molina, primer historiador de Chile), Imprenta del Ferrocarril, Santiago de Chile, 454 p.
Vicuña Mackenna, Benjamín, 1860, "Historiadores chilenos. El abate don Juan Ignacio Molina, rasgos biográficos", Anales de la Universidad de Chile, tomo 17: 600-612, Santigo de Chile.