viernes, 31 de agosto de 2012

Una nueva visita a la pampa anegada por el aluvión de Marzo 2012: floración tardía y vida animal.

Fig. 1. Vegetación que aún se puede observar junto al cauce provocado por la avenida de Marzo de este año 2012. Dos ejemplares de Cistanthe amaranthoides (ex Philippiamra sp.), el color rojo vivo corresponde a un ejemplar en plena floración; el color pálido, a un ejemplar ya en decadencia.

Las imágenes que a continuación se muestran, fueron tomadas en nuestra reciente visita al área de la pampa, a corta distancia al poniente del poblado Matilla, (Primera Región de Chile) hasta donde llegaron impetuosas las aguas del gran aluvión de comienzos de marzo de este año 2012.

En un capítulo anterior de este mismo Blog (de fecha 29/06/2012) presentamos las especies botánicas que nos fue posible reconocer y que, con la ayuda inapreciable de nuestro amigo botánico Sebastián Teillier, pudimos identificar con certeza.

El objetivo de esta nueva visita nuestra fue observar el desarrollo y evolución de la vegetación y de la fauna, transcurridos ya casi cinco meses desde la repentina bajada del aluvión. Pensábamos que ibamos a encontrar casi todo muerto y seco. Pero no fue así. Constatamos con admiración y sorpresa aún mucha vitalidad en las plantas y todavía pudimos hallar seis o siete especies de plantas en flor, lo que nos prueba la increíble vitalidad de estas plantas que solo recibieron humedad por unos breves días, hace casi cinco meses, mientras bajaba el aluvión. También fuimos testigos de la abundancia de la mariposa Pyrgus boccheris en las flores. Extrañamente no vimos ya ni un solo ejemplar de la típica mariposa rojinegra de la especie Vanessa carye, tan abundante en nuestra visita de fines del mes de Junio pasado.

Las imágenes que exponemos más abajo nos muestran el estado actual de esta vegetación. A nuestros amigos botánicos y entomólogos, les puede interesar esta información. Hemos querido por eso agregar expresamente algunas imágenes de insectos que hemos podido observar in situ.


Fig. 2. Todavía esta caña o cañaveral (Phragmites communis) domina el paisaje general y no da muestras de decadencia.

Fig. 3. Foto tomada de oeste a este. Al fondo, la mancha verde de Matilla y sus huertas. Las huellas en la arena que aquí podemos distinguir (y que el viento aún no ha borrado del todo) corresponden al antiguo trazado de las huellas de carretas que desde Pica y Matilla bajaban con frutas y verduras frescas a la pampa salitrera, para su venta. Este trajinar de las carretas cesará ya del todo hacia 1925-1930 cuando circularán por esta zona los primeros vehículos. En otras palabras, las huellas que aquí se muestran son recuerdos de unos 80-90 años atrás, a lo menos. Todas las fotografías aquí expuestas fueron tomadas el 28/08/2012.

Fig. 4. Extremo poniente del área poblada por la vegetación por efecto del aluvión reciente. Hasta aquí fueron arrastrados las ramas y arbustos arrancados al piso del valle de Quisma. En este sector se encauzó por fin el agua de aluvión sin anegar sus contornos, alcanzando sus efectos casi hasta la carretera Panamericana en el área de la "Colonia Pintados".

Fig. 5. Trozos de troncos y ramaje arrastrado por la furia del aluvión. Ya se ve, brotadas, las nuevas plantas de cañaveral surgidas tras la fuerte avenida.

Fig. 6. Ejemplar de
Lycopersicon chilense, alcanzando los 65 cm de alto en su período de floración terminal.

Fig. 7. Las hermosas flores de Tiquilia grandiflora, visitadas por pequeños hemípteros que succionan ávidamente su savia. Una que otra abeja de miel (Apis mellifera) pudimos avistar visitando sus flores en el lugar.

Fig. 8. últimas flores y semillas de la especie Tricholine caulescens (Fam. Asteraceae).



Fig. 9. Presumiblemente se trata de una larva de la mariposa Pyrgus bocchoris, lepidóptero que aún está visitando en esta fecha tan tardía las vistosas flores de Cistanthe amaranthoides. Tamaño: ca. 3.20 cm de largo.

Fig. 10. Flores de Nolana tarapacana.


Fig. 11. Observe un ejemplar casi transparente de un hemíptero succionando la savia de las flores ( al medio de la foto).

Fig. 12. Espléndido ejemplar de chilca
(Baccharis sp.) que ya se empina por sobre el metro de alto.

Fig. 13. Algunas plantas rastreras como Tiquilia sp. logran adquirir gran desarrollo.


Fig. 14. Floración ya decadende de Cistanthe amaranthoides.

Fig. 15. Floración de la misma especie, aún vigorosa. Bajo diversos ejemplares de esta especie, colecté dos especies de Coleoptera: un carábido negro de color brillante que mide de 0.77 cm (el macho) a 0.95 cm. (la hembra) y una especie de Coccinelidae, de apenas 3.0- 3.1 mm de largo. con las típicas franjas color negro brillante sobre un amarillo muy pálido de fondo. Ambas especies estaban en el suelo, entre los miles de larvas y ejemplares de Hemiptera allí cobijados. Son excelentes devoradoras de Aphidae y pulgones, y por eso estaban allí comiendo a sus anchas (Foto H. Larrain).

Fig. 16. Pillalla ya en semilla; denominación vernacular de la especie Atriplex atacamensis Phil muy común en el seno de la Pampa del Tamarugal.

Fig. 17. Especie indeterminada de gramínea.

Fig. 18. Nolana tarapacana y Tiquilia sp.

Fig. 19. Cistanthe amaranthoides.

Fig. 20. Flor de Lycopersicon chilense.

Fig. 21.
Tiquilia grandiflora.


Fig. 22.
Nolana tarapacana.


Fig 23. Hermoso ejemplar de una especie del género Amaranthus sp.,(Familia Amaranthaceae) maleza común que se escapó en semilla desde el valle de Quisma o Matilla y que aquí se ha desarrollado a sus anchas. Este género, con más de 100 especies descritas, se halla hoy diseminada por todo los países del mundo provistos de un clima templado. Las hojas de algunas de sus especies son utilizadas en China como aliño en sus comidas (agradecemos la identificación del botánico Sebastián Teillier).

Fig. 24.
Lycopersicon chilense. (Solanaceae).


Fig. 25.
Tiquilia sp. (especie de pequeñas flores blancas muy pequeñas).

Fig. 26. Vista hacia el Este.

Fig. 27. Planta de Cistanthe amaranthoides que cobija infinito número de ejemplares de Hemiptera de tres especies diferentes (Vea foto que sigue).



Fig. 28. Masa hirviente de larvas y ejemplares adultos de al menos tres especies de Hemíptera (pulgones) que se han desarrollado a la sombra de esta especie de Cistanthe amaranthoides. La falta total de aves insectívoras en esta zona ha permitido tal grado de desarrollo y proliferación de individuos.


Comentario final:

No deja de sorprendernos la extraordinaria capacidad de esta flora nativa para sobrevivir habiendo contado con agua tan sólo en sus primeros días de vida. A diferencia de lo que ocurrió en la quebrada de Quipisca, donde el agua siguió bajando desde el 11 de febrero hasta el momento actual (aún sigue bajando hoy), en el valle de Quisma después del violento aluvión, el agua muy pronto cesó de bajar.

¿Por cuánto tiempo más van a sobrevivir esas plantas?. ¿Dejarán descendencia? . ¿Cuándo volverá a bajar el aluvión, trayendo la vida?. Es un enigma que nos asombra y nos maravilla. Es esto, precisamente, una de las cosas que nos atrae tan poderosamente en este desierto: el aferrarse de la vida "con dientes y uñas" en los parajes más insólitos y áridos del planeta.

sábado, 25 de agosto de 2012

Miniaturas arqueológicas: un enterramiento singular en la quebrada de Tarapacá.

Fig. 1. Parte del cuerpo femenino (?) con parte del ajuar funerario. Del cuerpo sólo se conservó parte del cráneo y escasos trozos de los huesos largos de las extremidades. Se observa la gruesa cotona de lana de llamo y la cabellera intacta.

Fig.2. Conjunto completo del ajuar funerario, Compuesto de unas 50 piezas, sin contar algunas diminutas tapitas de ceramios, en greda cocida. Falta aquí agregar decenas de fragmentos cerámicos de otras piezas cerámicas rotas, que también formaban parte del ajuar, los que fueron depositados en una bolsa nylon aparte. Esperamos confiadamente que tales fragmentos sean celosamente guardados y conservados hasta que un experto los una, y podamos presenciar la aparición de otros ceramios en miniatura, parte de la misma colección. Puede haber sorpresas.
(Escala: 20 cm).

Fig. 3. Conjunto del enterramiento (ajuar funerario y cuerpo humano) rescatado en las cercanías del pueblo de Tarapacá, tal como fue expuesto en el Laboratorio de Criminalística de Carabineros (LABOCAR) , en la ciudad de Iquique y presentado a la prensa local el día sábado 18 de Agosto del 2012.

Fig. 4. Las piezas miniaturas de mayor tamaño, en arcilla cocida. La vasija de mayor tamaño mide poco más de 6 cm de alto. Todas contienen en su interior una substancia seca, adherida, sin duda alguna, restos de alimentos ofrendados al difunto. (Foto H. Larrain, 18/08/2012). (Escala: 20 cm).


Fig. 5. Pieza cerámica rota, con el fragmento incluido. Se observa el grosor de las paredes y de la base respectiva. (Foto H. Larrain; Escala 5 cm).


Fig. 6. Piezas cerámicas. Las piezas de mayor tamaño pueden ser platitos o, tal vez, tapas de los ceramios grandes. Al centro, una miniatura de una cuchara o cucharón, de apenas 4 cm de largo. El pequeño cuenco o escudilla (abajo, al centro de la foto) mide 3.5 cm de largo. (Foto H. Larrain).
(Escala: 5 cm).

Fig. 7. Las piezas textiles. Hay dos pequeños envoltorios que encierran, a lo que parece, algún elemento en su interior. No han sido abiertos. la pieza textil de mayor tamaño, de forma rectangular, semeja un pañito ceremonial al modo de las inkuñas aymaras. (Foto H. Larrain). (Escala grande:; 20 cm.; escala pequeña: 5 cm).

Fig. 8. De enorme interés es este conjunto de nueve cestos diminutos, perfectamente tejidos con una fibra vegetal que parecería ser un tipo de junco (Juncus sp.) (Foto H. Larrain: Escala grande: 20 cm., escala pequeña: 5 cm).

Fig. 9. Vista del conjunto de piezas de cestería en espiral, en miniaturas primorosamente tejidas.
(Foto H. Larrain; escala: 5 cm).

Fig. 10. Las piezas cerámicas más pequeñas del ajuar. La mayor tiene un alto aproximado a los 7.5 cm. Dos de ellas conservan intacta la substancia seca en su interior, ¿parte del cocaví (kokawi) ofrendado al difunto para su viaje a ultratumba? (Foto H. Larrain); Escala: 5 cm).


Fig. 11. Vista de costado de las diminutas vasijas, para mostrar su forma exacta. Todas las piezas del conjunto carecen de asas. Los "platitos" parecerían ser más que platos, las "tapitas" de los objetos pues calzan perfectamente en sus respectivas bocas. (Foto H. Larrain; Escala grande lateral: 20 cm; escala pequeña: 5 cm).

Fig. 12. Cestito que muestra una cuerda enrroscada, en su interior. (Foto H. Larrain; escala: 5 cm).

Fig. 13. Parte anterior de una estatuilla modelada en greda, mostrando el rostro de un personaje, hecho con la técnica del pastillaje. A lo que parece, formaba parte de una vasija. Presumimos que el resto de la vasija se encuentre, muy fragmentada, entre los trozos recogidos prolijamente por el descubridor (Foto H. Larrain: escala: 5 cm).

Fig. 14. Parte posterior de la cabeza mostrando claramente la disposición de la cabellera rizada y, al parecer, de un sombrero superpuesto. Salvo que se trate más bien del moño del pelo así dispuesto (Foto H. Larrain); (Escala: 5 cm).


Circunstancias del hallazgo de este conjunto arqueológico.

Ocurrió el día jueves 16 de Agosto de este año 2012, cuando una máquina motoniveladora extraía escombros y ripios de una ladera inmediata al actual vertedero del pueblo de Tarapacá, aproximadamente a un kilómetro al Este del poblado. La gran afluencia de peregrinos y visitantes en el pueblo, con ocasión de la recién pasada festividad de san Lorenzo, patrono del Tarapacá, provocó la urgente necesidad de tapar las basuras acumuladas, para evitar su descomposición.

El operario de la máquina no halló nada mejor que extraer, de la ladera contigua, el material de ripios y arenas para efectuar el relleno. Al percatarse los obreros de la aparición de un cuerpo humano, ya parcialmente destrozado por la máquina, dieron aviso a Carabineros de Huara. Éstos conforme al protocolo vigente, avisaron al Laboratorio de Criminalística de la ciudad de Iquique el que dispuso de inmediato el envío de un experto.

Un llamado a reconocer la presencia de cuerpos humanos.

Alertado por Carabineros, acudió al lugar, premunido de su instrumental, el sargento Edgar Lima, expoerto de la LABOCAR, quien recogió los fragmentos del cuerpo aplastyados y dispersados por la maquinaria. En el corte profundo de la ladera, al rescatar otros fragmentos de huesos humanos, observó con sorpresa que aparecían algunos pequeños objetos y vasijas pequeñas de cerámica y cestería que le llamaron la atención. Por el inminente peligro de derrumbe y debido a la presencia de niños y curiosos en el lugar, optó por recoger todo el ajuar que fue apareciendo al buscar los restos del esqueleto. Recogió todo lo que se veía a la vista y lo envolvió con especial cuidado en papel de diario y puso en una cajón de madera. Todo fue trasladado a Iquique. El cuerpo estaba envuelto en una especie de manto o cotona tejido en lana muy gruesa. Fue imposible saber la disposición exacta del ajuar, pues la máquina perturbó el conjunto, dispersándolo. Se cercioró de que no había más huesos humanos que recoger, lo que correspondía a la tarea a la que había venido, como experto del laboratorio.

Examen del ajuar funerario.

En Iquique se comunicó con el suscrito, a quien conocía desde hace algunos años, y nos pidió que fuésemos al laboratorio de Carabineros a reconocer, en mi calidad de arqueólogo, el conjunto del hallazgo, y comprobar que se trataba de un entierro prehispánico y no de un posible crimen.
Fue en esta ocasión en que tuve la oportunidad de fotografiar en detalle las piezas, con el objeto de dar cuenta detallada, mediante un Informe ad hoc, tanto a la Encargada Regional del Consejo de Monumentos Nacionales de Tarapacá, la Sra. Gerda Alcaide, como al General de Carabineros de la zona de las circunstancias exactas del hallazgo y de la razón de ser del levantamiento, sin presencia de experto, de piezas arqueológicas.

La legislación arqueológica.

Es sabido que la legislación protectora de monumentos nacionales vigente ( Ley 17.288) no permite el levantamiento de un hallazgo arqueológico por cualquier persona, pues esa tarea debe ser hecha por arqueólogos expertos por muy convincentes razones: sea para evitar la sustracción posible de piezas, sea para poder hacer un trabajo acucioso de rescate, sea finalmente para evitar la posible destrucción o deterioro del respectivo ajuar funerario. De hecho, cada enterramiento prehispánico entrega al arqueólogo o especialista una gran cantidad de información y por ello, el proceso de rescate requiere ser llevado a cabo con el máximo de acuciosidad y destreza. Lo que exige una expertise particular. Para ello, precisamente, se forman los arqueólogos por largos años.

Un rescate o salvataje de emergencia.

Las circunstancias que rodearon este particular descubrimiento casual, la presencia de personas curiosas, la inmediata vecindad de la carretera, el temor a un derrumbe y el evidente peligro de la llegada de perros a husmear el hallazgo, empero, impidieron tomar todas las precauciones normales que supone y exige la legislación, por los inminentes riesgos que se corrían. La operación realizada por el sargento de Carabineros que allí se encontraba por otra misión, propia de su especialidad fue, evidentemente, un trabajo de rescate urgente, debido a una emergencia, tarea que a juzgar por el estado de las piezas y el cuidado puesto en su embalaje, fue realizada con la mayor prolijidad que fue posible. Así lo hicimos saber en nuestro informe enviado a Carabineros y a la Oficina Regional del Consejo de Monumentos Nacionales.

El ajuar funerario.

El conjunto de alrededor de 50 piezas que acompañaban a este cuerpo humano, al parecer de una mujer, y que mostramos en las fotos que acompañan este segmento del Blog, nos parece de un enorme interés científico, por varias razones que enumeraremos a continuación. Esperamos que expertos arqueólogos y otros estudiosos (v gr. expertos en cestería) puedan acudir pronto a estudiar este valioso ajuar, para darnos mayor información sobre su contenido, tipología, factura, cronología, pertenencia étnica y funcionalidad. Hacemos votos para que este conjunto funerario sea integrado a un museo donde arqueólogos especializados puedan estudiarlo en detalle, despejando las numerosas dudas que hoy nos asaltan e inquietan.

Razones de su interés para la ciencia.

a) Es muy poco común encontrarse con un ajuar funerario que en un 100% esté constituido por miniaturas. Ni una sola de las piezas estuvo destinada a un uso real sea doméstico, sea ritual. Y esto por dos razones, primero por su pequeñísimo tamaño, y 2) por el escaso grado de cocción que observamos en las piezas cerámicas. Éstas son, por consiguiente, extremadamente frágiles. La temperatura de cocción posiblemente debe haber alcanzado escasamente los 200º- 250º C , lo que es muy bajo para lograr una dureza verdaderamente compatible con un uso real. Las cerámicas hechas de arcilla necesitan ser cocidas sobre los 450º - 500º C. La hermosa cerámica Inca ha sido cocida sobre los 650º - 700º C .

b) Todas las piezas cerámicas fueron cocidas exactamente de la misma manera y a la misma temperatura, de donde podemos concluir que todas fueron hechas de una sola vez, casi seguramente con ocasión del deceso del artesano o la artesana;
c) Todas las piezas de cestería fueron hechas de la misma manera y con la misma técnica de tejido en espiral (coiled basketry) , y con el mismo material (junco); con máxima probabilidad, fueron hechas, igualmente, de una sola vez y con un claro propósito ritual fúnebre;
d) Lo mismo podríamos señalar de las escasas piezas textiles. Un análisis y estudio más fino de éstas, puede revelar otras cosas.
e) Desde el punto de vista tipológico (variedad de formas), nos parece interesante señalar: primero, que todas las piezas de alfarería carecen totalmente de asas; segundo: que casi seguramente reproducen, en su forma (no en su tamaño, por cierto) los tipos comunes de su comunidad de origen;
f) De donde podríamos tal vez sospechar de que esta variedad estilística expresada en este extenso ajuar no sea sino una expresión plástica de los tipos cerámicos y cesteros que el o la artesana confeccionaba en vida. En tal caso, podríamos sugerir que se trata, ex hypothesi, del entierro de una artesana (si fuera un cuerpo femenino, como parece), conocida por su habilidad con las manos. Por cierto es sólo una hipótesis nuestra. Si se llega confirmar que el cuerpo es femenino, nuestra hipótesis tiende a consolidarse como válida, pues eran más bien las mujeres las artesanas, sobre todo de las piezas de cestería;
g) Los arqueólogos familiarizados con los tipos cerámicos propios del Período Intermedio Temprano o Medio en nuestra zona tarapaqueña, tal vez nos puedan informar al respecto, en el caso hipotético propuesto de que aquí se trate de un muestrario de los tipos corrientes usados en la cocina de la época. Pidamos, por tanto, el parecer a los arqueólogos expertos en la zona.

Posible cronología del entierro.

No siendo el suscrito un diestro conocedor de la variedad cerámica prehispánica de Tarapacá, no estamos en condiciones de determinar fechas precisas. Si el muestrario de alfareríafue efectivamente una expresión plástica en miniatura, de formas reales en uso en una comunidad de la época, a primera vista ésta nos parece sumamente tosca y diríamos casi primitiva en sus formas. Y, en tal caso, podría tratarse de un entierro de los primeros siglos después de Cristo. O, tal vez, de un poco antes de Cristo. No tenemos base segura para decidir al respecto tema que ahora incumbe a arqueólogos especializados en cerámica de la zona de Tarapacá.

Significación ético-religiosa del hallazgo.

Al constatar que todas las piezas del ajuar, sin excepción, son sólo miniaturas, y por ende, "inútiles" e "inservibles" desde el punto de vista utilitario, nos surge la gran pregunta: ¿qué quisieron expresar realmente los miembros de ese grupo humano? ¿En qué forma concebían el paso al más allá?. ¿Por qué recurrieron a formas en miniatura?. ¿Por qué se apartaron del uso común de la mayoría de los pueblos, de usar, en su ajuar funerario, formas reales?. Porque esto resulta muy comprensible cuando se pone ofrendas reales de alimentos y utensilios para que el difunto pueda emprender, bien equipado, el largo camino hacia el más allá; pero, ¿por qué lo expresan ahora y aquí solamente con miniaturas?. Lo común que encontramos en entierros provistos de un ajuar cerámico, es el empleo de tamaños y formas reales, a veces en forma de ejemplares nuevos, recién hechos, sin uso precedente, otras veces las piezas han sido claramente usadas por el difunto, dejando señas de abundante tizne y quemaduras en superficie.


¿Expresión simbólica de creencia en la vida de ultratumba?.

¿Por qué en este caso y, tal vez, en esta época parece darse un tipo de creencia en la vida futura, aparentemente diferente de la más común y corriente?. Porque el elemento simbólico aquí es evidente: se imitan ritualmente las formas de los objetos. Se renuncia a usar los objetos mismos. ¿Es este cambio simplemente por economía de materiales, o por pobreza?. No lo creemos. Y, ala verdad, no tenemos la menor idea. Lo que sí nos resulta evidente es que detrás de esta forma de practicar el rito mortuorio parecería esconderse una forma diferente de pensamiento, una forma diferente de enfocar la creencia en el más allá. Una forma en cierto modo "sublimada", o "purificada" como dirían los psiquiatras.

¿Representa esta forma de ajuar "infantil" una expresión ya conocida y en práctica en sectores de la quebrada de Tarapacá?. Es muy posible. En todo caso, el tema resulta realmente apasionante y da pábulo a toda clase de especulaciones.

El postrer homenaje.

Nos quedamos con la idea de que nuestra artesana fue homenajeada por sus familiares, al partir hacia el enigmático y tenebroso más allá, mediante el regalo de su variado repertorio artesanal tanto cerámico como cestero y textil para que ella pudiera recordar, en su nueva vida, las formas exactas que elaboraba en vida y allí gozara observándolas. ¿O fueron sus nietos pequeños, adiestrados previamente por ella misma, los que regalaron a la abuela al morir este ajuar, preparado con sus pequeñas e inexpertas manos infantiles?. Materia de meditación y de honda reflexión tanto teológica y/o escatológica, como psicológica y social.

Exponer en forma digna y segura este material, previa limpieza y procesamiento, en una vitrina de un Museo regional de Tarapacá (en Pica o en Iquique), con algunas reflexiones del tipo indicado, podría ser de enorme interés para el público visitante. Si se nos permite un consejo, nos inclinamos por que el lugar de destino de esta valiosa muestra sea el Museo de Pica, por cuanto el entierro corresponde a una cultura evidentemente agrícola y, también, por razones de vecindad geográfica.