Introducción.
Antes de entrar en materia, nos ha parecido conveniente explicar, por medio de fotografías reales de páginas de mis "Diarios de Campo", qué es aconsejable hacer para enriquecer el "Diario" y aprovechar al máximum sus enormes posibilidades de registro. Me ha motivado a dar esta explicación el constatar que no pocas de las visitas a mi Blog son de estudiantes del área de la Geografía, de la Antropología y Arqueología, cuyos comentarios favorables agradezco. Este tema tal cual ha estado en este Blog desde hace varios años, es algo árido e insípido, si no muestra imágenes explicativas. Es lo que pretendo hacer ahora. Las dos primeras figuras corresponden al registro de observaciones hechas en el municipio de Conkal, (Yucatán, México), bajo la dirección del geógrafo norteamericano John M. Ball en septiembre-octubre de 1968. Inconvenientes notorios: tamaño demasiado pequeño y falta de márgenes que permitan agregar información posterior. Este tipo de libreta pequeña es más apto para una toma rápida de datos en terreno, los que después (ojalá esa misma noche) pasarán al "Diario" definitivo, de mayor tamaño.
Figs. 1 y 2. Se muestra aquí dos páginas de uno de mis primeros "Diarios de Campo", (No 2-b . pp 69-72) , hace ya 45 años, cuando utilizábamos solo una libreta pequeña, (de 16 cm. x 11 cm.) de canto rígido. Relatan la visita al municipio mexicano de Conkal, en el estado de Yucatán, en 1968. Este trabajo de geografía social fue realizado bajo la dirección del geógrafo norteamericano John M. Ball de la Universidad de Giorgia. Se observa ya el intento primerizo por ilustrar con croquis lo observado.
Fig.3. Página completa destinada a herborizar una planta del desierto, en este caso se trata de Tiquilia atacamensis, observada en el cauce seco del río Quipisca (Región de Tarapacá, Chile) a fines de diciembre del año 2012. Se usó cinta ancha, transparente (tipo scotch) luego de haber disecado por unos 4-5 días el ejemplar entre hojas de papel de periódico. El tamaño de la hoja de este cuaderno es de 25 cm de alto por 21 cm de ancho y posee anillado.
Fig. 4. Intento por mostrar las diferencias entre las hojas del tamarugo (Prosopis tamarugo) y chañar (Gourliaea decorticans). Aquí se utilizó igualmente trozos de cinta ancha, transparente para pegar las plantas.
Fig. 5. Croquis hecho en terreno de la zona donde el Camino del Inca (o Qhapaqñan) cruza el lecho casi seco del río de Quipisca (Vol. 89 p. 181; Julio 2012).
Fig. 6. Se puede pegar con un poco de goma líquida un recorte de periódico de especial interés y hacer a su lado, los comentarios pertinentes, como en este caso relativo al serio problema de la extracción masiva de algas en el litoral de Iquique.
Fig. 7. Observe la posibilidad que ofrece este tipo de cuaderno, anillado en su lomo, de ejecutar diseños o dibujos de un hallazgo dado y, al margen izquierdo, anotar aspectos especiales que se desea recalcar.En el caso presente, hallazgo de un fragmento de boca de botija española del siglo XVIII que presenta la particularidad de ostentar un sello. La "M" inscrita en el borde designa posiblemente, a la localidad de factura, es decir, "Matilla". (Vol. 88: 20).
El DIARIO DE CAMPO: OBJETIVOS, METODOLOGIA Y PRÁCTICA.
¿Para qué se escribe o se lleva un "Diario"?.
El “Diario de campo”, que algunos llaman “Bitácora” o “Field Diary” es un Cuaderno especial en que el investigador va anotando, con bastante frecuencia, o incluso día a día, cuidadosamente, todas las vicisitudes y hechos que acontecen en una expedición, visita a terreno o exploración y que valga la pena consignar para el futuro tanto de las propias investigaciones, como para posible ayuda a terceros.. El “Diario” es el producto directo de las observaciones del investigador, recogidas en terreno, pero también, el espejo de las reflexiones, cavilaciones o hipótesis del investigador. Su máximo interés radica en que el investigador en calidad de testigo presencial de los hechos, toma contacto con realidades tanto antropológicas como geográficas o aún biológicas, muchas de las cuales son casuales, fortuitas y suelen ocurrir sólo una sola vez. De ahí la importancia de retener y conservar, escritas, esas experiencias para la posteridad. Este “testimonio” de situaciones, hechos o actividades humanas, puede ser el único testigo de su ocurrencia. Lo que involucra una tremenda responsabilidad por parte del investigador.
Es probable que algunas de las situaciones o hechos no vuelvan a presentarse nuevamente. Al menos, ciertamente no de la misma manera. De ahí su importancia para el investigador de campo. Pero no sólo para él. También para el mundo científico en general, sobre todo en ciertas disciplinas como la Antropología cultural, Etnografía, Arqueología o Biología (Zoología o Botánica), donde las situaciones no tienden a repetirse y pueden, por consiguiente, ser únicas e irrepetibles.
Interés científico de los "Diarios de Campo".
El “Diario de Campo” de un gran investigador como Rodulfo A. Philippi, Claudio Gay, Ricardo Latcham o Gustavo Le Paige, por nombrar sólo a algunos distinguidos viajeros e investigadores del Norte Grande de Chile ya desaparecidos, por la importancia de la zona de sus observaciones, pasa a constituirse, después de la muerte de los mismos, en un instrumento de enorme importancia científica y puede, por eso mismo, llegar a adquirir un alto valor científico, e incluso un alto precio de mercado con el correr del tiempo. Hace poco tiempo (1995), a la muerte del entomólogo Luis E. Peña Guzmán , se desató una verdadera tormenta entre dos de sus presuntos herederos científicos, por la posesión del “Diario”. En efecto, para un entomólogo el señalar en su Diario, los lugares y las fechas exactas de colecta de tal o cual especie rara o escasa, representa un dato valiosísimo. Máxime, si se acompañan referencias de interés geográfico, antropológico o geológico. Por ejemplo, es de sumo interés señalar, además del lugar exacto, en qué plantas, en qué parte de la planta y a qué hora se produjo la captura de determinada especie.
Otro tanto ocurrió con el “Diario de Campo” del arqueólogo jesuita Gustavo Le Paige S.J. en 1980. Los jesuitas, miembros de su Orden, lo reclamaron por tratarse de una pertenencia personal del sacerdote. Los arqueólogos del Museo de San Pedro de Atacama, en cambio, arguían con toda razón que se trataba de un documento científico, y por ende, de uso general, pero de vital importancia para el Museo. Se transó, finalmente, fotocopiando el referido Diario. Algunos pocos "Diarios de Campo", como los del arqueólogo chileno Augusto Capdeville de Taltal tuvieron la suerte de ser parcialmente editados, con notas y comentarios científicos, por la Dra. Grete Mostny, como parte de su correspondencia. Y hasta hoy continúan suministrando rica información a los arqueólogos que han publicado la revista "Taltalia", del Museo arqueológico de Taltal. Los Diarios de Campo del sacerdote y etnólogo Martin Gusinde S.V.D., famoso estudioso de nuestros grupos étnicos canoeros del extremo sur, han sido vitales para la interpretación correcta de muchos de las afirmaciones del autor en su libro: Die Feuerland Indianer (sobre la vida y cultura de Los indígenas de Tierra del Fuego).
Objetivos generales del “Diario de Campo”.
La costumbre de llevar un “Diario”, ayuda al científico, investigador o explorador a:
a) retener todos los hechos que se le presentan, máxime si se trata de una exploración a lugares nuevos o inaccesibles, a los que difícilmente se podrá regresar con frecuencia. La memoria es frágil, y es preciso consignar por escrito todo, antes de que el paso de los días vaya borrando la certidumbre de los hechos y su exacta ocurrencia. La experiencia nos revela que tras un par de meses de transcurrido el hecho, cerca de la mitad de los recuerdos ya se ha borrado.
b) reflexionar sobre los acontecimientos, discutiendo hipótesis o aseveraciones previas, y planteando nuevas.
c) aportar informaciones útiles para las futuras exploraciones en el mismo lugar.
d) cotejar esas observaciones con otras, de otros científicos o investigadores.
e) revisar y corregir las propias hipótesis gracias a los nuevos datos recabados.
Otros Objetivos específicos.
1) Consignar con todo detalle informaciones u observaciones recogidas en terreno;
2) Recordar con claridad los hechos cuando haya que analizar, con posterioridad, los resultados de una exploración, vivencia o participación personal. Máxime cuando se trata de publicar después, los resultados obtenidos;
3) Acumular un material de observaciones in situ que permitan con posterioridad elegir los materiales que puedan ser utilizados en un trabajo científico o investigación;
4) Comparar hechos o percepciones del momento con otros u otras ocurridas con anterioridad e igualmente reseñadas en el Diario de Campo;
5) Ampliar, o corregir percepciones u observaciones anteriores, en base a los nuevos datos que presenta.
6) Aportar numerosos elementos para la construcción de una base de datos acerca de todo lo observado en un lugar dado o en una Región estudiada, a lo largo del tiempo;
7) Incluir observaciones, referencias o datos aportados por otros investigadores que nos acompañan en la visita o exploración, en referencia al sitio de estudio. Estas observaciones o referencias pueden ser anotadas en el Diario de la propia mano o por otro investigador, constituyéndose así en un testimonio histórico que puede llegar a ser valioso en el futuro;
8) Incluir en el mismo "Diario" recortes de periódicos alusivos, cartas, fotografías de objetos o situaciones, croquis o mapas del área de nuestro interés;
9) Incorporar las propias reflexiones, percepciones, discusiones y/o cambios de opinión que el mismo investigador va experimentando a través del tiempo;
10) Presentar o mostrar discusiones de equipo en torno a un tema de controversia;
11) Anotar nombres científicos, nombres o designaciones locales de elementos, objetos o animales, o nombres de personas o lugares que dicen relación directa con el lugar o fenómeno estudiado.
¿Por qué anotar y registrar en un “Diario de Campo”?.
Dado que generalmente un investigador registra él mismo sus propias observaciones (no suele existir “diarios compartidos” por varios autores), el registro que queda es obviamente único. Por otra parte, muchas veces, sobre todo en la práctica de la Arqueología en terreno, el registro que se anota por escrito, a medida que se va tomando, el sitio arqueológico va simultáneamente destruyéndose y desapareciendo para siempre. Lo que no se anotó, ya no existe, ni hay modo de recuperarlo. Queda el escenario físico externo, pero desaparecen las huellas humanas: sus objetos y su exacta posición en el espacio. El arqueólogo descubre, registra y levanta las piezas obtenidas, pero, a la vez, destruye para siempre, por el hecho mismo de excavar, la evidencia misma, esto es, el respectivo yacimiento. Y no existe forma alguna de restaurarlo o recuperarlo.
Hay que tomar plena y cabal conciencia de este hecho. Por tanto, al destruir para siempre ese yacimiento o parte de él, aumenta enormemente la responsabilidad de anotar con cuidado todo lo fue encontrado, donde fue encontrado y tal como fue encontrado. Si se comete un error, éste será, desgraciadamente, irremediable. Esta es la razón primaria por la que se recomienda, en excavaciones arqueológicas delicadas (cuevas, aleros rocosos o sitios pequeños) dejar “zonas testigos”, totalmente intocadas, para que futuros investigadores puedan, con mejores técnicas y recursos, volver a registrar científicamente el sitio. Probablemente, un nuevo investigador, dotado de mejores herramientas tecnológicas, hallará muchas nuevas evidencias que escaparon a los primeros.
Así ha ocurrido que nuevos investigadores, años después, , lleguen a conclusiones diferentes. En Zoología y Botánica, suele igualmente ocurrir con cierta frecuencia que aparezcan especies no registradas para la zona, por efecto de situaciones climáticas circunstanciales (v.gr. Fenómeno de “El Niño”), o por migraciones ocasionales (máxime de aves). Estos hechos “únicos” obligan al investigador a ser muy preciso y detallado en sus anotaciones. Así, cada una de esas anotaciones puede constituir un testimonio inmejorable de la presencia de especies o de hechos curiosos, que son fuera de lo común. La mejor prueba de lo dicho es que cuando leemos viejos diarios de viaje, de connotados investigadores, nos asaltan continuamente dudas acerca de detalles que hubiéramos deseado hubiesen quedado consignados con mayor precisión y detalle por el viajero respectivo. Lo que, por desgracia, su autor no hizo en su momento. Tal como ocurrió cuando el viajero alemán Rodulfo A. Philippi nos narra que aprendió de sus arrieros los nombres vernáculos (atacameños) de plantas y animales de los sitios que recorría. ¡Qué distinto habría sido si nos hubiera dado las localidades exactas donde hizo las observaciones o los nombres de los arrieros y su procedencia, o datos sobre el origen lingüístico de determinados términos o denominaciones, o nombres de topónimos en la lengua indígena!.
Lo que en su momento lamentablemente no se consignó, simplemente se perdió para siempre. Hay que tener muy en cuenta esta afirmación para animarnos a precisar al máximo nuestras observaciones y describir y anotar ( y ojalá dibujar) lo que atrae nuestro interés con especial esmero.
En qué tipo de Cuaderno escribir el "Diario".
a) No da lo mismo registrar nuestras ideas o reflexiones en cualquier tipo de Cuaderno o Libreta. Siempre se ha de considerar que interesa mucho conservar el "Diario" para el futuro. Lo más indicado, de acuerdo a nuestra experiencia, sería lo siguiente. Disponer de una libreta pequeña de bolsillo, para las anotaciones más significativas a manera de una rápida ayuda-memoria en el terreno. Ahí se consignan, coordenadas, hora exacta de ocurrencia, nombres de personas, de plantas o animales u objetos que haya que recordar después en forma precisa.
b) Desde esta libreta pequeña, los datos, ya más elaborados, en una redacción más cuidada y con mayor amplitud, se trasladan prontamente, ojalá en el mismo día, a un “Diario de Campo” definitivo. (No conviene dejar pasar varios días). La libreta, una vez llena, se puede descartar y destruir. Su valor es solo instrumental y momentáneo. El "Diario de Campo", en cambio, es un instrumento definitivo y debe conservarse con especial cuidado. El investigador no debe ser egoísta: debe prever que sus observaciones pueden y deben servir a otros investigadores que vendrán después de él. Debe recordar siempre que, a lo mejor, él es testigo único de una situación irrepetible.
c) Es necesario elegir un tamaño adecuado para el "Diario" (la libreta, en cambio, puede ser muy pequeña). Conviene usar Cuadernos de tapa bastante gruesa, ojalá lavable, capaz de soportar su transporte frecuente en mochilas o maletines de terreno. Debe usarse un tamaño grande (tipo cuaderno universitario) para tener más espacio eventual para realizar dibujos o esquicios, o pegar recortes de diarios o fotografías. Conviene que el cuaderno sea al menos de 200 o 150 hojas, pues dura más.
d) Muy recomendable es que se use Cuadernos de matemáticas, de cuadro grande, pues la presencia de ese cuadriculado permite, eventualmente, hacer dibujos o croquis mucho más precisos. El “cuadro” mismo puede ser una buena medida para hacer dibujos a escala. Además, el cuadro de matemáticas permite escribir mayor número de líneas por página, ganándose así espacio..
e) No conviene usar Cuadernos de costura fija. Estos terminan rompiéndose. Es preferible el cuaderno que porta en su borde interno un anillado, pues este tipo de cuaderno nos permite agregar y pegar muchas cosas, como fotos, recortes etc., las que hacen "engrosar" el cuaderno, sin que se rompa.
Qué tipo de letra usar.
Conviene escribir en letra pequeña, pero perfectamente legible. Por lo tanto, se debe omitir el uso abusivo de abreviaciones propias, que no sean entendidas fácilmente por otro lector. Piénsese siempre que estos Diarios, para que puedan sean considerados un aporte a la ciencia, tienen que ser leídos con facilidad por terceras personas y no deben requerir de una dificultosa interpretación o exégesis. Algunos investigadores ponen, al inicio del "Diario", las abreviaciones comunes que usan para conocimiento de sus futuros lectores. Pero es preferible evitarlas para facilitar su lectura en el futuro..
Tipos de "Diarios" y qué cosas registrar en el cuaderno de campo.
Hay varios tipos de Diarios:
a) el Diario íntimo, personal, que registra los estados de ánimo, las emociones o reflexiones sobre la propia vida. Es el Diario de Vida. No es éste el tipo de Diario al que nos referimos aquí.
b) El Diario estrictamente científico: en el que sólo se registran las expediciones y sus datos concretos. Donde las reflexiones personales o discusiones se limitan a un mínimo o simplemente se excluyen sistemáticamente. Muchos científicos llevan este tipo de Diarios.
c) El Diario de Campo mixto, donde se incluye tnato el registro minucioso de las visitas, expediciones o exploraciones o conversaciones como las reflexiones personales y, eventualmente, indicaciones sobre el estado de ánimo personal, anotación de problemas personales y otros. Este último tipo de diarios posee, además de su valor científico propiamente tal (fruto de las observaciones hechas), datos interesantes sobre la personalidad o peculiaridades de carácter del investigador. Lo que puede ayudar muchísimo para reconstruir la vida del científico y las dificultades personales que debió enfrentar en su tarea científica. Este tipo de "Diario" suele aportar valiosa información para, de alguna manera, reconstruir la vida del científico, y puede así llegar a constituir un buen aporte para reconstruir algún día su biografía personal. Es éste el método que nosotros mismos hemos empleado conscientemente, aún a riesgo de reproducir, aquí o allá, o insinuar dolorosas situaciones personales. Cuando nuestros "Diarios " sean leídos, (si es que esto algún día llegara a ocurrir), ya estaremos con certeza bajo tierra. Ya perteneceremos al oscuro y enigmático "más allá".
Cómo se recomienda registrar lo que se quiere recordar.
a) Como se ha dicho, con buena letra, legible y clara. Usando un tipo de lápiz cuya escritura perdure en el tiempo (no conviene el lápiz grafito, el que se va borrando con el tiempo). Los lápices Bic son recomendables o el uso de tinta. Su letra no se borra. Algunos gustan de usar lápices de varios colores, (negro, rojo, verde) para destacar distinto tipo de cosas. Esto queda, obviamente, a la elección de la persona.
b) Dejando al margen izquierdo del cuaderno un amplio margen, de varios espacios (unos 8 espacios, si se trata de cuadro de matemáticas) para agregar, eventualmente, anotaciones marginales, complementarias. Este margen es muy importante, pues con posterioridad se puede agregar otros datos complementarios, como nombres científicos de especies, hora exacta del suceso, etc., que pueden ser un aporte muy valioso. A veces se agrega al margen un dato que es precisado más tarde, días o meses más tarde y que para el autor resultan importantes.
c) Acostumbrarse siempre a subrayar los nombres científicos o la terminología específica en idiomas extranjeros (aymara, quechua, inglés, francés);
d) Cuidando de ofrecer el máximo detalle posible. No omitir nada, pues se ha de tener presente que al transcurrir el tiempo, uno va olvidando muchas peculiaridades del suceso, quedando solo el recuerdo general, cada vez más borroso e impreciso. Por tanto, todo lo que se relaciona con el hecho, objeto o experiencia, debe quedar reseñado con el máximo de detalle. ¡No confiar absolutamente nada a la memoria!); la memoria no sólo es frágil, sino que a veces puede, inconscientemente, inducir a error.
e) Usar la menor cantidad posible de abreviaciones, a no ser que se haga una explicación de las mismas, en la tapa del cuaderno, para conocimiento del futuro lector. Piense siempre que su "Diario", si pretende tener un verdadero valor científico, debe poder ser leído fácilmente por terceros, en el futuro. Si se usa abreviaciones, que éstas sean las lógicas o usuales.
f) Debe anotarse muy fielmente el hecho: tal como fue observado, sin agregar elementos interpretativos, a no ser que esto se diga expresamente, como al decir: "pienso que este hecho se debe a....".;
g) Muy importante es indicar hora precisa de los acontecimientos: esto es válido para la aparición u observación de insectos, aves o animales, pero también para sucesos ocurridos en una fiesta, celebración, rito o baile;
h) Muy importante es consignar los nombres de las personas entrevistadas u observadas, a ser posible. Si bien en el mismo trabajo de investigación en antropología social o etnografía no es recomendable poner el nombre real de la persona (frecuentemente sólo se pone iniciales, por ejemplo: HLB), como el "Diario de Campo" es algo privado y no se da a conocer, aquí pueden y deben consignarse los nombres completos. Puede llegar a ser un dato extraordinariamente valioso de carácter antropológico o científico para la posteridad. Recordemos siempre que el científico se debe a la Humanidad entera y, en este sentido, no debe ser egoísta, pensando sólo en su satisfacción o pasatiempo personal.
i) Si se trata de aves, plantas o animales cuyo nombre científico no es conocido, se debe hacer una descripción lo más precisa posible, de modo que una referencia o recurso a libros hecha después en casa, permita hallar la perfecta identificación. Se dejará un espacio para esta referencia, el que será llenado después.
j) Al comenzar a registrar algo, se debe poner al comienzo, a la izquierda, en el amplio margen que recomendamos, la fecha exacta del hecho que se quiere consignar. Anotar la fecha de la ocurrencia, es vital. Es la primera anotación que debe hacer el científico: fecha y lugar exacto.
k) Se debe tener especial cuidado de no expresarse mal de terceras personas, colegas, o estudiantes, pues el Diario un día puede ser hecho público. Tener siempre respeto por las opiniones de todos.
Cómo buscar referencias en el Diario de Campo.
La idea es que el material acumulado, a lo largo de los años, en nuestro "Diario de Campo", pueda ser utilizado por el propio dueño o por terceros, en el futuro. Para ello se requiere de algún dispositivo o técnica rápida para acceder sin problemas a esta información. Para esto debemos reservar, al final de cada volumen del Diario, unas 2-3 páginas para hacer el Índice respectivo. Se consigna en el Índice solo las cosas más importantes: es decir, aquellas que para mí son de importancia. Este índice, registra los descubrimientos, hechos, objetos, elementos o acontecimientos que se considera valiosos y dignos de rescate. Y que pueden ser de interés personal, o para la ciencia en general. El Índice recoge estos datos y facilita una consulta rápida. El problema es que existen tantos Índices como volúmenes del Diario. En el caso nuestro, llevamos hoy (en el año 2004) ya 73 Volúmenes de Diarios escritos, habiendo comenzando a escribir los primeros Diarios en 1964. Por tanto, además de elaborar un Índice completo por cada Volumen, es preciso pensar en pasar algún día esa información, según su modalidad disciplinaria (arqueológica, botánica, zoológica, climatológica, etnográfica, geográfica, histórica, demográfica). Este es un trabajo enorme, que algún día tendría que ser hecho en forma ojalá digital, por una secretaria particular, bien entrenada. Es muy difícil que el propio científico disponga del tiempo para ir haciendo el Índice a cada Cuaderno, apenas éste esté lleno. Pero eso sería ciertamente el ideal.
La Numeración.
Los Cuadernos se rotulan y deben numerarse (puede usarse la denominación Volumen I, Volumen II, (o Nº 1, Nº 2, Nº 3 etc.). Cada Cuaderno constituye una unidad en sí mismo. El tamaño que actualmente usamos, desde hace unos 15 años, posee 200 hojas, tiene anillado y mide 25 cm. x 21.5 cm y es de cuadro grande, de matemáticas. No conviene tener Cuadernos especiales para ciertas actividades, porque se dispersa la información. A no ser que éstas sean diametralmente distintas entre sí.
Otros aspectos de utilidad.
a) Hay elementos que conviene a veces incluir y guardar en el "Diario de Campo", como cartas, recortes de diarios u otros documentos breves. Sobre todo cuando se refieren directamente a datos complementarios con el tema tratado en el "Diario". Para ello se recomienda confeccionar una especie de “bolsillo”, pegando por sus bordes dos hojas del Cuaderno, y dejándolas abiertas por la parte superior. Por ahí se introduce el recorte o fotografía que se quiere guardar. Este sistema es muy práctico para guardar documentos de varias hojas que no pueden ser fácilmente pegados en la hoja misma del "Diario".
b) No es aconsejable usar cinta adhesiva transparente para pegar fotografìas o recortes de diario, pues la experiencia nos ha enseñado que ésta, con el paso de los años, sufre cambios de coloración o pierde su totalmente su goma de adherencia. Es mejor usar substancias como pegamentos líquidos, pero en cantidad mínima (gotas).
c) Con cierta frecuencia hemos puesto plantas (a modo de herbario) entre las hojas del Diario, las que antes de insertarse, se dejan secar totalmente, por espacio de una semana aproximadamente, entre hojas de periódicos, y luego se pegan, simplemente utilizando cinta adhesiva ancha, transparente (del tipo de la cinta de embalaje). La experiencia nos ha indicado que si la planta está previamente disecada (bastaría una semana, o aún menos en ambientes secos), se conserva bastante bien por muchos años. No le entra la polilla, pues se tiene cuidado de que todas las partes de la planta queden protegidas por la cinta adhesiva ancha. Allí, a su lado, se ponen todos los datos de la planta hallada (nombre, lugar, fecha, etc.). Siempre que se trate de planta, los botánicos recomiendan que se ponga la planta con su flor y sus hojas bien visibles (es el ideal), lo que permite obtener después su plena identificación botánica. Registrar la presencia de plantas es importante en lugares raros, poco visitados, máxime si éstas dicen relación con presencia humana en el lugar. Siempre se ha de pensar en la importancia de registrar elementos que pudieron eventualmente servir de alimento o recurso de algún tipo a los seres humanos allí residentes.
Síntesis final y recomendación.
El “Diario de Campo” si se lleva con las precauciones aquí señaladas, puede y debe constituir un poderoso elemento de información y estudio para el investigador. Pues permite reseñar con mucha precisión, toda clase de elementos, sea mediante dibujo, esquicio o mediante fotografía que se pega en el Cuaderno. Llevar un buen Diario de Terreno es el primer paso para crear un fuerte estímulo hacia la práctica de una investigación seria y cuidadosa. De hecho, todo científico que se precie de tal lleva un "Diario", el que cuida como su más preciado tesoro. Efectivamente, aquí están contenidas sus primeras observaciones, reflexiones de campo y en embrión de no pocas hipótesis o teorías que posteriormente aparecerán en sus publicaciones y trabajos. Por eso su pérdida es lamentable. Por ello se aconseja anotar, en la primera hoja, el nombre del Investigador, su dirección y teléfonos, por si el Diario llegare a perderse. Hemos tenido la oportunidad personal de recuperar, tras meses de pérdida, un “Diario” olvidado en el terreno, gracias a esta precaución. Por eso mismo, no se recomienda llevar el "Diario" a terreno, sino solo una libreta de anotaciones rápidas, para no extraviarlo, a no ser que se tomen todas las precauciones debidas. El "Diario" es parte íntima de la vida científica del investigador y por ello debe protegerse y cuidarse como el más preciado tesoro.
Es recomendable, tras haber escrito o descrito algún episodio en el "Diario", repasar su lectura unos días después. Suele ocurrir - y nos ha ocurrido más de alguna vez- que ese breve lapso de tiempo transcurrido, refresque algún detalle de importancia que luego se anota y agrega, aunque sea al margen. Un detalle considerado poco significativo en el momento, puede volverse crucial en el momento de un estudio sistemático posterior.
El Diario de Campo en las disciplinas geográficas.
Todo lo dicho anteriormente puede ser, en alguna manera, perfectamente aplicable al campo de la Geografía. Sin excepción, todos los campos de la Geografía (desde la Climatología y Geografía Física hasta la Geografía Humana y Geografía de la Población), requieren, en buena medida, de este apoyo técnico. Sin embargo, hay aspectos específicos de esta disciplina que exigen con aún mayor fuerza el llevar una buena Bitácora o "Diario de Campo". En efecto, el geógrafo es por definición un estudioso analista del Territorio y del Ambiente donde se desarrollan hechos o sucesos, sea naturales (Geomorfología), sea de carácter antrópico (Geografía Humana, Antropología Social, Etnografía, Arqueología). El antropólogo o el etnógrafo no necesitan dibujar tan a menudo los elementos que encuentran. Puede bastar una buena fotografía. Es diferente en el caso del Geógrafo. Este necesita continuamente realizar esquicios de campo, sea referidos a la geografía física o geomorfología de los sectores visitados, sea referidos a la climatología. La Geografía se enseña haciendo uso de muchos esquicios, croquis o dibujos, representativos de las formas del paisaje, que el estudiante entenderá mucho mejor mediante un dibujo. ¿Cómo entender, por ejemplo, los tipos de fallas geológicas o su orientación si no es mediante croquis de campo?. Esto es hasta tal punto cierto que el dibujo técnico especializado debería ser un Curso obligatorio especial para los Geógrafos en su malla curricular. En un curso de geografía, me tocó personalmente observar las anotaciones en terreno realizadas por el gran geomorfólogo francés Roland Paskoff, que describían situaciones geomorfológicas típicas y peculiares de la costa norte de Chile. Un buen esquicio o croquis, explica mucho más que miles de palabras. Sin embargo, extrañamente, muy pocos geógrafos llevan habitualmente un buen "Diario de Terreno", tal vez por lo exigente que este método es en términos de tiempo. Pero, sin duda, sus observaciones e hipótesis tendrían mucho más asidero y fuerza, si se explicitaran y graficaran en el "Diario", en estado por así decirlo embrionario, antes de ser lanzadas a la publicación. Pero dibujar un buen esquicio requiere necesariamente de cierta pericia y competencia técnica. Por ello la conveniencia de tener alguna experiencia previa en dibujo.
Un ejemplo heroico de Diario de Campo: la Crónica de Pedro Cieza de León.
Para cerrar estas observaciones sobre el “Diario de Campo, sus objetivos, su metodología y práctica”, quiero referirme a lo que el propio cronista español don Pedro Cieza de León relata de sí mismo, cuando acompañaba, en la conquista del Perú, a las tropas del conquistador Francisco Pizarro. Cuenta este Cronista al inicio de su Crónica sobre la Conquista, que al término de cada día, cuando los soldados se recogían en sus tiendas de campaña a dormir, él se quedaba, a la pálida luz de una candela, escribiendo sus memorias del día. Mientras sus compañeros se entregaban a un bien merecido sueño, el cronista-soldado sentía en su interior la urgencia de escribir los hechos y dichos que había observado u oído durante el día. Se daba él cuenta perfectamente de que lo que el transcribía dificultosamente, a la luz escasa de una vela, noche a noche, merecía ser conservado, por lo extraño y peregrino que esas nuevas costumbres, armas, vestimentas, tocados, voces o lenguas eran para los ojos y oídos españoles. Comprendía Cieza que su misión era recoger esas observaciones de primera mano, las que ninguno de sus compañeros soldados se interesaba por reproducir. Pero eso le significaba, como el mismo anota, que tenía que renunciar a horas de sueño al que sus compañeros se entregaban plácidamente al final de la jornada. Y cumplió religiosamente su tarea. Tal vez, ya tenía el cronista in mente, cuando escribía de noche y a hurtadillas sus experiencias del día, que esos recuerdos, anotados día a día con particular esmero, constituirían un día la base documental más preciada de su famosa Crónica. Sin duda alguna, cuando quiso escribir su Crónica definitiva, años después y ya de vuelta a España, las bases de su obra ya estaban echadas. Su tono, además, tendría el sabor propio de lo recién visto o escuchado, el aroma de lo verídico y auténtico, el perfume de lo percibido en el momento mismo de los hechos. Y este método suyo, que hoy nos parece tan moderno, y tan ajeno aparentemente a la época en que apenas algunos pocos sabían escribir, le valió ser, entre todos los Cronistas de la Conquista, uno de los más verídicos y objetivamente certeros en la visión y percepción de la realidad indígena.
Post Scriptum.
Agrego hoy con fecha 6-02-2013, estas breves líneas, casi nueve años después de escrito lo anterior, cuando estoy cerrando mi "Diario de Campo" Nº 90. He vuelto a leer todo lo anteriormente escrito por mí en este capítulo y debo señalar que aún hoy, a mis casi 84 años me aferro, con la pertinacia de un principiante, a esta gratísima práctica y no me arrepiento en lo más mínimo de haber sido fiel a ella. Todo lo contrario. Más aún, muchas veces he leído y vuelto a leer con fruición y gozo especial determinados pasajes de mi Diario, escritos a veces hace 40 años o más.
A la verdad, sólo lamento hoy profundamente no haber tenido el coraje (y el conocimiento acerca de su futuro valor) de escribir páginas del "Diario" sobre aquellas veladas que sosteníamos con el P. Gustavo Le Paige en la parroquia de San Pedro de Atacama durante las gélidas noches de invierno de los años 1963 y 1964. Allí el tema recurrente era comentar alguna de las obras del P. Pierre Telhard de Chardin, paleontólogo jesuita, cuyo libro: Le groupe zoologique humain: Structure et Directions Évolutrices, devorábamos juntos (Editions Albin Michel, 1956). Creo recordar que el ejemplar de esta obra, que conservo como recuerdo imborrable, me fue regalado por entonces por el propio P. Le Paige. ¡Cuántas otras memorables entrevistas pude haber grabado y registrado en detalle en mi "Diario de Campo" si alguien me hubiese alertado a tiempo acerca de su extraordinaria y decisiva importancia para el trabajo científico serio!. Cómo lamento hoy (año 2013) no haber estampado por escrito mis impresiones cuando tuve la gran fortuna de escuchar, de labios del sacerdote austríaco Martín Gusinde SVD, sus odiseas en la Isla Grande Tierra del Fuego conviviendo con los últimos yaganes y onas. Ese lejano recuerdo del año 1954, escuchando sus sabias conferencias en Santiago de Chile, fue -sospecho yo ahora- el detonante inicial de mi vocación antropológica que terminó por germinar, brotar y eclosionar con el encuentro con el jesuíta Gustavo le Paige en la parroquia de San Pedro de Atacama (1963-1965).
Por ello no ceso de agradecer hoy a mi maestro en Entomología, el sabio entomólogo chileno Luis Peña Guzmán, (QEPD) por haberme prácticamente "forzado" a llevar apuntes personales de viaje, en aquella memorable expedición de Noviembre-Diciembre 1972 al Norte de Chile. Recién "expulsado" de la Universidad del Norte (Sede Iquique) por expresar abiertamente mis opiniones (Julio 1972), hallé en estos dos meses de viaje y en la entrañable amistad y camaradería de Lucho y sus ayudantes, el más sabroso y exquisito solaz en momentos de zozobras económicas y de enorme angustia familiar. ¿Cómo podría hoy olvidarlo?.
¡ Jóvenes: escriban sus "Memorias": nunca se arrepentirán de ello!.
Por eso queremos animar aquí a los jóvenes estudiantes que hoy nos leen, a decidirse a poner por escrito y en forma ordenada y legible, sus "hallazgos", sus reflexiones y sus "encuentros"; en particular sus discusiones o conversaciones con sus profesores. También sus hipótesis de trabajo. Como también sus discusiones en equipo, sus dudas y sus sospechas. Que nunca sea para ellos un obstáculo o una excusa el "estilo" que se ha de emplear: éste surgirá y se irá puliendo poco a poco gracias a la práctica de escribir. No olviden que "el escritor no nace; se hace". Y se hace, mediante una práctica continua del escribiente: paciente, metódica y asidua. La "materia" sobre la cual escribir, es simplemente todo aquello que me parece interesante de recordar o que puede un día servir a otros. Si algún día servirá a otros o no, eso se sabrá después; eso lo dirá un día la Historia. Mientras tanto, hemos cumplido con nuestro deber hacia la Humanidad y, como las hormigas, debemos acopiar, recoger y guardar celosamente en nuestro "Diario" toda la información que nos sea posible digerir y que Dios ha puesto a nuestro alcance.
(Dr. Horacio Larrain B. (Ph.D.),
Redactado en Iquique el 18 de Junio del 2004. Editado el 22/02/2008 en este Blog, y retocado con adición de imágenes explicativas el día 6 de Febrero, 2013. Pequeños detalles agregué todavía el día 07/04/2013).