Fig. 1. Extremo sur de Caleta Temblador, en Mayo del año 1980 (Foto Nazareno Carvajal).
Pretendemos mostrar aquí, con datos de primera mano obtenidos por nosotros en el mes de Mayo del año 1980, los resultados de una exploración nuestra en un conchal prehispánico en la terraza marina superior (Te-3) de la Playa o Caleta Temblador, situada en el extremo Norte de la IV Región de Chile, a unos 75 km al Norte de la ciudad de La Serena.
Nota: En nuestra explicación, T (T-1, T-2) designa la numeración de la terraza marina correspondiente. Te (Te-1, Te-2) designa, en una sigla, el área Temblador y el número respectivo de sitio arqueológico.
Hace treinta y tres años.
Hojeando viejos Diarios de Campo míos (Volúmenes XIV, XV, XVI y CA-1) de los años 1980 y 1981 en los que se incluye referencias a mis primeras investigaciones y trabajos sobre la niebla o camanchaca costera en esa zona, me encuentro súbitamente con datos preciosos, ya casi olvidados, relativos a un hallazgo arqueológico casual hecho por nosotros. En efecto, en mi Diario de Campo Volumen XV, del año 1980, incluí una referencia explícita con fotografías, al entierro humano prehistórico hallado casualmente en Caleta Temblador, en la terraza marina sur, muy cerca de la playa, a unos 15 m. sobre el nivel actual del mar.
El científico debe dejar testimonio escrito de sus hallazgos.
Como no quisiera que esta información desaparezca y se pierdan para siempre sus referencias, -como ocurre casi siempre en estos hallazgos ocasionales- he decidido reeditar en este capítulo del Blog todo lo escrito por entonces en mis Diarios privados, más mis recuerdos personales de esas fechas, escaneando al efecto viejos textos y fotografías, y rastreando en las ya ajadas páginas de varios de mis viejos Diarios de Campo. Considero que, aunque se trató de un hallazgo absolutamente casual -pues el objetivo era diferente- debe quedar registro del mismo para la ciencia antropológica del futuro. Tal vez los arqueólogos y los antropólogos físicos del futuro nos lo agradecerán. Si por largos años no quise dar cuenta detallada de este hallazgo, es porque no había,- como hoy- procedimientos sencillos de edición de material fotográfico, como son hoy los Blogs, herramienta heurística maravillosa para el científico moderno que sepa sacar partido de ella.
El descubrimiento de este entierro prehistórico fue enteramente casual. Lo que empezó siendo una minúscula calicata de carácter eminentemente geográfico para determinar la profundidad del conchal, terminó en una auténtica excavación arqueológica de salvamento o salvataje. Al aparecer un esqueleto humano, hubo necesariamente que proceder a su rescate. Fue lo que hicimos. Aquí contaremos, pues, con lujo de detalles, esta increíble historia que transformaría en buena medida mi vida de antropólogo, convirtiéndome en un eco-antropólogo.
Fig. 2. Caleta o Playa Temblador según imagen obtenida del Google Earth, en el extremo Norte de la IV Región de Chile y a unos 75 km al N. de la ciudad de La Serena. (Coordenadas UTM: 276.097 E y 6.736.791 N). Se muestra, mediante la flecha color amarillo, la ubicación exacta del lugar del hallazgo del entierro prehispánico en el extremo sur de la terraza marina superior (Te-3) situada al extremo sur de la playa.
Conchales prehispánicos.
Llegamos tarde aquel 1º de Enero de 1980 a Temblador. Apenas pude encontrar, en la creciente obscuridad, un sitio apto para instalar nuestro camper Volkswagen color azul, en que viajábamos mi mujer y mis dos hijos pequeños, María Cristina y Carlos Larrain Mardorf.
Alejándome del mar y sus posibles marejadas, nos instalamos en el extremo sur de la playa en una terraza marina elevada unos 10-12 m por sobre el nivel del mar.
Al día siguiente, muy temprano, me levanté para recorrer los alrededores. No había dado diez pasos, cuando en el suelo ví un fragmento de cerámica indígena. Alrededor, infinidad de conchas, fragmentos de piedras trabajadas y lascas de sílex, delataban la presencia de un antiguo asentamiento indígena ¡Era exactamente la pista que necesitaba!. Nos hallábamos, sin haberlo pretendido, al borde mismo de un gran conchal arqueológico. En los días en que aquí pasamos, gozando del agua tibia y del suave oleaje, recorrimos con mis hijos toda el área. El conchal arqueológico no nos llamó al principio particularmente la atención, pues éstos se encuentran prácticamente en todas las playas y caletas del Norte chileno, doquiera los antiguos changos y sus ancestros lejanos los pescadores del Arcaico, habían merodeado en busca de sustento.
Entusiasmando a los colegas geógrafos en Santiago.
Al volver a Santiago, planteé a mis colegas del Instituto de Geografía de la Universidad Católica, al que pertenecía desde el año 1973, la posibilidad de estudiar la niebla en esta zona que me parecía muy promisoria. Mis visitas durante esos días al bosque de eucaliptus (
Eucaliptus globulus) , situado en la cima del Cordón (donde había existido una mina de hierro ya abandonada, El Tofo) me convencieron muy pronto de la enorme potencialidad hídrica del lugar. En efecto, allí se depositaban, en pleno verano, todos los días, las densas nubes saturadas de agua, las que producían a través del follaje de pinos y eucaliptus, una verdadera lluvia menuda todas las tardes. ¡Era el milagro del agua en el desierto!.
Así, se planificó una pequeña expedición de reconocimiento para el siguiente mes de Mayo al mismo lugar, con Pilar Cereceda, geógrafa y climatóloga y un grupo de sus alumnos de la carrera de Geografía. Surgió el audaz plan -que consta en mi Diario de Campo tomo XIV en varias de sus páginas- de intentar captar la niebla y "ordeñar" las nubes rasantes. Fue el comienzo de una gesta memorable.
Nuestro contacto con la Universidad del Norte y sus expertos.
Para ello, nos pusimos prontamente en contacto con el físico Carlos Espinosa Arancibia, que había sido mi colega en la Universidad del Norte, Antofagasta, (entre 1963-65) y que era reconocido como el gran experto en este tipo de investigaciones. Don Carlos nos prestó una generosa ayuda, enviándonos copias de todos sus trabajos sobre captación de niebla. Fue el momento en que nuestro alumno geógrafo, recién egresado, Nazareno Carvajal, se decidió, bajo la experta guía de don Carlos, a construir un atrapanieblas en forma de cilindro, de 1 m de alto y provisto de centenares de hilos muy finos de polietileno, el que probaríamos en nuestra expedición del siguiente mes de Mayo 1980.
El escenario de los hechos: localización geográfica.
La caleta Temblador se abre algo al Norte de la Caleta Totoralillo y es una playa que muestra escaso oleaje en su sector extremo sur, bien protegido por un promontorio rocoso que lo defiende bastante bien de los vientos de sur. Tiene un acceso por tierra a través de una mala huella que por el ángulo extremo derecho de la fotografía, (Fig. 2) va a unirse con la Panamericana Norte, antes de remontar el Cordón Sarcos (Cuesta de Buenos Aires). Otra huella de tierra comunica, por el Norte, Caleta Temblador con la vecina Caleta Chungungo, pueblo pescador de unos 300 habitantes en esa época, y que tuviera el privilegio de ser el primer poblado que se surtió de agua de niebla en Chile, gracias al empleo de captadores llamados "atrapanieblas". Nuestras experiencias de captación de agua atmosférica de la camanchaca en esta zona se iniciaron, precisamente, gracias a la aventura aquí descrita, ocurrida en las vacaciones de verano del año 1980.
Un lugar ideal para investigar la niebla.
Aquel año "descubrimos", en los altos de los cerros de El Tofo, a unos 900 m de altitud s. nm un lugar ideal para la captación de la niebla o camanchaca costera: los corpulentos eucaliptus de El Tofo, destilaban agua, en forma de llovizna suave, en pleno verano, como efecto directo de la condensación de la neblina!. Fuimos testigos directos del hecho, que pasamos a relatar apoyados con lo escrito en mis Diarios de Campo de esas fechas. De esta experiencia vital para nosotros, brotó la investigación sobre la niebla en el Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Santiago (Chile). Muy pronto, a poco de llegar a esa zona, se desató en mí la curiosidad por visitar y recorrer esas cumbres arboladas que la niebla casi me impedía ver. A poco andar, esta curiosidad sería el motor para iniciar una aventura que duraría muchos años de mi vida: el estudio de la neblina costera. La idea de cosechar la niebla y dar agua con ella a las caletas de pescadores costeros, nació precisamente aquí, justamente en estos días. Aventura que juntos recorrimos con Pilar Cereceda y sus alumnos de Geografía de la Pontificia Universidad Católica y que, increíblemente, aún perdura.
Circunstancias del hallazgo.
Caleta Temblador es una pequeña playa de suaves y exquisitas arenas, situada inmediatamente al sur de la antigua dársena de El Tofo, desde donde se exportaba el mineral de hierro extraido de las alturas de los cerros de "El Tofo". (Vea Figura 1, tomada de Google Earth). El geógrafo Luis Riso Patrón la describe así en su Diccionario Jeográfico de Chile, (Imprenta Universitaria, Santiago 1924, página 873): "Es pequeña, desabrigada, ofrece mal desembarcadero i se abre al N. del puerto de Totoralillo", y señala sus coordenadas geográficas como: 29º 28´ S y 71º 20´ W. Se encuentra en el extremo Norte de la IV Región al pie del Cordón Sarcos y en el rumbo Weste de la actual Comuna de La Higuera, bastante apartada del trazo de la actual carretera Panamericana. Para encontrarla, es preciso tomar una mala huella que, desde el pie sur de la "Cuesta de Buenos Aires", enfila directamente hacia el poniente, esto es hacia la costa. Pronto se llega a Totoralillo, playa pedregosa, antiguo lugar de embarque del mineral de hierro y, algo más al Norte, aparecen algunas pequeñas aguadas de agua dulce, dotadas de algunos viejos perales a cuyos márgenes se ven aún ruinas de viviendas y recintos. Aquí vivieron pastores y pequeños agricultores. Así apareció a nuestra vista, aquel 1º de Enero, Playa o Caleta Temblador.
Descubrimiento de Playa "Templador".
Conocimos Caleta Temblador durante los días 1 al 4 de Enero del año 1980, por una muy extraña y casual circunstancia. Habíamos disfrutado con mi familia y mis dos pequeños hijos María Cristina de diez años y Carlos Horacio, de siete, de unos días de descanso en carpa en "Puerto Viejo", deliciosa playa situada al sur de la desembocadura del río Copiapó. Al tercer día de estadía, una feroz marejada barrió con las frágiles cabañas de pescadores y mariscadores y con algunos vehículos de veraneantes allí apostados como nosotros. Nuestro Camper Volkswagen de color azul, estuvo a punto de ser tragado por el mar. Nos salvó milagrosamente el hecho de habernos instalados en una duna, a una mayor altura y algo lejos del mar. Otros vehículos tuvieron peor suerte. Alarmados y temerosos, abandonamos al día siguiente muy temprano el lugar para buscar alguna otra playa tranquila donde poder reponernos del susto pasado y proseguir nuestras vacaciones.
Unas vacaciones inolvidables.
Alguien- no recuerdo quien- nos sugirió una playita llamada "Temblador", situada al pie de los cerros de El Tofo. Con cierta dificultad dimos con el lugar y acampamos allí en una terraza marina algo alejada del borde del mar. La playita estaba enteramente solitaria y sus blancas arenas invitaban a un delicioso descanso. Mi propósito fue, de inmediato, salir a recorrer los alrededores y ver si había moradores por ahí cerca a los cuales pedir información sobre el lugar y, eventualmente, conseguir de ellos mariscos y/o pescado. Una sencilla cabaña de pescadores, no lejos de la playa, nos hizo llegar a sus moradores de apellido Rivera, unos jóvenes motejados en la zona como los "Hermanos Coraje". Vivían con su padre y eran mariscadores y pescadores; tenían, además, un pequeño hato de cabras como único medio de sustento. Pronto serían nuestros expertos guías en el área. De ellos y de su padre aprendimos mucho en aquellos pocos días, acerca de la ecología, botánica y forma de pastoralismo de ovinos y burros en la región.
Nuestras observaciones arqueológicas en Mayo 1980.
Los croquis y fotos que siguen, fueron hechos en terreno unos meses más tarde, en Caleta Temblador, en nuestro viaje de exploración geográfica del 1 al 4 de Mayo de 1980. En enero de ese año, habíamos "descubierto" el sitio de Temblador; ahora íbamos a hacer dos descubrimientos simultáneos: el conchal arqueológico con su entierro y, además, la certidumbre de que esos cerros vecinos podían producir agua, por efecto de la condensación de la
camanchaca costera. En este capítulo, nos referimos tan solo al descubrimiento arqueológico de una mariscadora indígena, de hace unos 5.000 años atrás, que fuera enterrada en uno de los dos conchales descubiertos. En un próximo capítulo, narraremos la epopeya de la instalación del primer "atrapanieblas" : un gigantesco cilindro provisto de centenares de hilos de polietileno. Arqueología y geografía se daban por fin la mano, en un objetivo común que, con el correr de los años, se convertiría en un ambicioso Proyecto.
Las terrazas marinas. Página de mi Diario de Campo, tomo XIV p. 5 (1-4- Mayo 1980).
Fig. 3. Croquis general del área del conchal Nº 2 desde el punto de vista geomorfológico. Se detectó aquí la presencia de tres terrazas marinas . La T3 (o Terraza-3) corresponde al área de playa actualmente bañada por el mar. La T2 (o Terraza 2) es la terraza plana inmediatamente superior, fuera del alcance normal de las olas. y la T1 (o Terraza 1) es la más alta, situándose a unos 15 m por sobre el nivel actual del mar. Al conchal le calculé una superficie aproximada a los 1.670 m2. No había afloramientos rocosos en el área misma del conchal, pero sí y muy potentes en sus costados S y SW. Este croquis posee una escala gráfica que permite calcular su superficie y medidas. En este conchal no se realizó ninguna perforación o pozo de sondeo. El descubrimiento se realizó en el otro (T-2) según se puede ver en la Fig. 4.
Fig. 4. El conchal Nº 1. (Página 3 de mi Diario de Campo Tomo XIV, 1-4 de 1980). Croquis hecho en terreno que muestra la disposición de las terrazas marinas, la forma del conchal arqueológico y el lugar exacto de la excavación y del entierro humano en el sitio Te-1. Se indica en este dibujo las rocas que rodean el conchal y los puntos exactos donde se halló algo de cerámica arqueológica de estilo diaguita clásico y cerámica culinaria, corriente. Estos fragmentos cerámicos se muestran en detalle en las Figs. 4 a 6 (siguientes). El lugar del entierro se señala con un pequeño cuadrado color negro ("Entierro")..
Cerámica decorada hallad in situ.
Fig. 5. Fragmento de cerámica diaguita clásico hallado en la superficie. (de aproximadamente 4 x 4 cm). Presenta diseños geométricos color rojo y negro sobre pintura blanca. Este tipo de diseños y los colores usados, son característicos del estilo diaguita clásico, que tiene un área de distribución desde Copiapó hasta el rio Choapa, aproximadamente. Su suma escasez (único fragmento hallado, revela claramente que la ocupación diaguita fue aquí tan solo casual o esporádica.
Fig. 6. Reverso de los tiestos cerámicos. El tiesto de color blanco, corresponde a la Fig. 4 (reverso). Los otros fragmentos corresponden, probablemente, a ollas comunes, sin decoración.
Fig. 7. Ampliación de tamaño del tiesto que aparece en la Fig. 5. Muestra muy bien la gruesa capa de pintura blanca aplicada directamente a la superficie del ceramio, al parecer sin aplicación de engobe previo.
Descripción del conchal Nº 1 según mi Diario de Campo.
Fig. 8. Página 4 de mi Diario de Campo, tomo XIV, pp 2-7 (1-4-Mayo 1980). Descripción detallada del conchal arqueológico estudiado (Tomo XIV, 1980: 7).
Fig. 9. Página original de mi Diario de Campo (Tomo XV: 40-41). Fotos del lugar y del proceso de excavación tomadas en Mayo de 1980. Se muestra, arriba, una vista de la playa pedregosa de Totoralillo, con sus dos característicos islotes. Vista desde el NE. Abajo, foto tomada a Horacio Larrain en la faena de excavación el día 2 de Mayo del año 1980, con motivo del descubrimiento casual del entierro humano en el conchal arqueológico de la terraza sur de Temblador. (Fotos Nazareno Carvajal).
Fig. 10. La terraza marina sur de Playa Temblador y el conchal arqueológico de la terraza superior o más alta (T-1) donde fue hallado el entierro humano aquí descrito. Vista desde un promontorio más elevado, al Oeste del yacimiento. Al fondo, arriba, las nubes bajas de de la camanchaca inundan ya los cerros de el Tofo, desde aproximadamente los 350-400 m de altitud. (Foto Nazareno Carvajal, Julio 1981).
Análisis de suelo practicado e el pozo de sondeo.
Fig. 11. Detalle del resultado del análisis de suelos practicado por el agrónomo Ricardo Honorato, de Agronomía de la Universidad Católica, en materiales en contacto con el entierro humano del conchal arqueológico en Te-1, tal como quedó incorporado en mi Cuaderno de Campo. (Diario de Campo de H. Larrain, Tomo XIV: 40).
Estudiando el espesor y densidad de los conchales.
No fue por esas ya lejanas fechas nuestra primera intención hacer un trabajo arqueológico propiamente tal, sino, más bien, estudiar desde un punto de vista geomorfológico y biogeográfico, los asentamientos humanos que conocemos en Chile como "conchales" (en México se les llama "concheros"). Me intrigaba su localización y el examen y detección de los recursos que podían tener a la mano sus moradores. Es decir, me interesaba -como todavía hoy me interesa muy especialmente- contribuir a hacer una "eco-antropología" del poblamiento costero primitivo, cuando se dependía únicamente de vertientes o pequeñas aguadas costaneras. De ésta y semejantes observaciones costeras, brotará, muy poco después, un artículo nuestro que fue publicado en una casi desconocida revista bajo el título de “Variables hídricas y geomorfológicas que
condicionan el asentamiento humano en la zona litoral del Cordón Sarcos, IV Región, Chile”, Revista CODECI (“Corporación para el Desarrollo de la Ciencia”),
Nº 2, Fascículo 1, Enero-Marzo 1982, Santiago, pp. 3-35.
En los párrafos que siguen, y sirviéndonos como apoyo de las fotos de la época, presentaremos detalles de la excavación practicada en el conchal de la terraza superior (Te-1) de Playa o Caleta Temblador, a unos 11-12 m. sobre el nivel delo mar. Copiamos el texto original de mis Diarios de Campo:
Vol. XIV: 1-7 (6-05-1980. Escribí así:
"Inicio este Diario mirando retrospectivamente a nuestra expedición a caleta Temblador, del 1º al 4 de Mayo 1980. Perdí, por desgracia, el Cuaderno de Campo anterior, tal vez en Chungungo o Temblador. Por lo que no me fue posible anotar todo en terreno. Con todo, redacté, en base a notas de terreno, una detallada relación de las observaciones recogidas y de la excavación arqueológica. En la "bolsa" , en estas páginas, se contiene el relato de 13 paginas de esta descripción detallada. Se anexan los croquis de los dos Conchales Te-1 y Te-2, que corresponden a la descripción aquí incluida". (Nota mía hoy: Este relato de 13 páginas no se halló en nuestro tomo correspondiente Nº XIV, y no lo he encontrado hasta ahora. Ojalá aparezca en algún momento. Escribo esto el 27/11/2013 al transcribir fielmente este Diario y preparar para su publicación esta sección del Blog.
"Descripción del conchal Nº 1.
"Ocupa toda la terraza superior (15-17 m de altitud?) en el sector Sur de la Playa Temblador, con un largo total de aprox. 150 m., con un ancho variable. (Vea Figura señalada como "Croquis 1" en nuestra Figura 3, más arriba). En el sector medio presenta una lengüeta de prolongación, siguiendo un leve plano inclinado de ascenso, de la misma terraza. Esta prolongación está casi interrumpida en "X" (Ver Fig. 3), donde grandes afloramientos rocosos impiden el asentamiento; pero la continuidad del conchal hacia arriba, es evidente. Aproximadamente a unos 120-140 m. del acantilado y en dirección del punto indicado por la flecha ( aquí aparece signo de flecha), se halla un abrigo rocoso de regular tamaño, que presenta cavernas y túneles interiores y que pudo albergar a muchas familias. El piso del abrigo, tras breve inspección, reveló la existencia de elementos culturales. Valdría la pena hacer aquí una excavación en regla. Hay indicios de ocupación esporádica reciente por parte de mariscadores o pescadores locales.
El sitio (marcado con un cuadradito negro en Fig 3 con el rótulo de "entierro"), elegido para el Pozo 1, fue el que pareció de mayor profundidad de los estratos.
En B (Sector W) los trozos de rocas son muy grandes, elevándose a 4-5 m de altura y ofreciendo una excelente vista sobre el conchal (Vea Fig. 3, arriba).
El conchal Te-1 está muy bien protegido de los vientos del S y SW."
Descripción del Conchal Nº 2 (Te-2)
"El Te-2 (Conchal Nº 2) sigue a continuación del Te-1 hacia el NE, adosándose estrechamente a la terraza superior de los 15-17 m. (?). Llega con sus elementos culturales hasta el borde mismo del acantilado que baja hasta la T-2 (2ª terraza). Muchos elementos culturales se han desplazado, por erosión natural, por las laderas abruptas, hacia abajo.
Sobre la superficie (en buena parte limpiada por la Municipalidad de la Higuera para establecer el camping moderno), hay escasa cerámica culinaria muy fragmentada. No se halló cerámica decorada aquí.
En Te-2 (2ª terraza marina) está el camping, donde hoy existen unas cuantas cabañitas, muy pequeñas ( de colores), y 4-5 duchas instaladas dependiendo de un gran tanque o depósito de agua que llenan los camiones cisternas de la municipalidad de La Higuera en los meses veraniegos de Enero y Febrero.
No excavé aquí, pero presumo que este conchal sea, también, precerámico como Te-1.
Su superficie total podría calcularse en unos 1.608 m2 tomando en cuenta que cada cuadradito de matemáticas de este cuaderno es aprox., 7 x 7 m (= 49 m2) Preferí tomar una escala de 1 cm.= 10 m..
Entre el Te-1 y el Te-2 (mucho más pequeño) hay un tramo sin ocupación (zona de tránsito intenso por estrecharse aquí mucho la terraza (T1) de aprox. unos 30-40 m (no lo calculé en el terreno y es solo aproximado por el recuerdo" (Tomo XIV, pp. 6-7).
El Pozo de sondeo practicado.
El pozo de sondeo inicial de 20 cm x 20 cm que tenía por objetivo -como se ha señalado- buscar la profundidad del conchal, fue hecho el día 2 de Mayo del año 1880. El hallazgo del cuerpo humano se produjo al día siguiente. Por desgracia, el relato detallado, de 13 páginas de extensión, que hice en esta oportunidad, al parecer está perdido. Por otros antecedentes y por datos del Catálogo de la Colección H. Larrain (Tomo 1-B, Catálogo, p. 22-23) pudimos rescatar otros detalles de importancia que se presentan a continuación. Así sabemos que, tras el rescate del cuerpo, se profundizó el pozo hasta los 60 cm., llegándose a una zona de piedras grandes (estrato estéril), sobre las cuales habría sido extendido el cuerpo.
Fig. 10.
El pozo inicial de 20 x 20 cm. dio, a poca profundidad (a los 45 cm) , con la primera sección visible del esqueleto (fémures). Hubo que ampliar la excavación primeramente hasta 1 m2 hacia el Sur, para rescatar el cuerpo completo y como esto no fue suficiente, se volvió a ampliar en la misma dirección hasta que apareció el cráneo, quedando todo el cuerpo completo a la vista. Se usó, como es de rigor, estacas y cuerdas. El esqueleto humano se encontraba enteramente extendido, orientado de Weste a Este (cráneo mirando al Norte), en posición decúbito dorsal, y con el cráneo levemente levantado, mirando hacia adelante, como se aprecia en la Fig. 10. A medida que se hacía la excavación con ayuda de una pequeña palita y brochas, y antes de dar con el entierro, aparecieron en el pozo inicial de testigo de 20 x 20 cm., una punta de proyectil triangular, en forma de triángulo isósceles, alargada, en sílex blanquizco sucio (opaco) muy bien trabajada por ambas caras (mide 4.8 cm de largo, por 2,1 cm de ancho máximo. Base recta). Aparecieron, en este primer sondeo, otras dos puntas de proyectil rotas, dos de ellas de base recta, de las mismas características de la primera y otra, más pequeña. Al parecer, no formaban parte del ajuar funerario. (Foto Nazareno Carvajal, en H. Larrain, Cuaderno de Campo, Tomo XV: 40-41)
El entierro y su ajuar funerario.
Conservo afortunadamente un relato mío que, con el nombre de "Observaciones complementarias" fue agregado en hoja aparte al Diario de Campo. Estas Observaciones explicitan una aparente ofrenda funeraria depositada a 5 cm sobre el cráneo del difunto, en la forma de un paquete o conjunto moluscos bivalvos, llamados localmente "machas" (
Mesodesma donacium), todas de muy pequeña talla. Se trataba de numerosas valvas que totalizaban 42 machas, la mayor de las cuales solo medía 5,5 cm de largo.Todas, a juzgar por su coloración ocre, habrían sido previamente sancochadas o cocidas al fuego, como alimento para el viaje al más allá. Parece obvio que se trató aquí de una ofrenda simbólica. En el interior de la boca, que estaba entreabierta un par de centímetros, se halló, igualmente, ejemplares de machas pequeñas y choritos (
Perumytilus purpuratus). Sobre el pecho, (Vea Fig. 10) se le había depositado una gran concha solitaria del gastrópodo que en nuestro país conocemos como "loco"
(Concholepas concholepas), molusco que hasta hoy es consumido y es muy apreciado en Chile.
Hallazgo de un pectoral hecho en concha.
A un lado del cuerpo, junto al brazo derecho, se halló como única ofrenda un pendiente o pectoral pequeño, elaborado en concha. De este hallazgo quedó constancia:
Fig. 11. Dibujo y tamaño exacto del pectoral o pendiente confeccionado en concha del molusco llamado "choro zapato" (
Choromytilus chorus). El agujero es muy pequeño (menos de 3 mm) pero permite pasar una fina cuerda para colgárselo al pecho, como probablemente se usó.
Detalles del hallazgo del pectoral o pendiente.
El pectoral o pequeño pendiente, cuyas forma y tamaño exacto reproducimos aquí (Fig. 11), fue hallado en contacto directo con el cuerpo, entre las costillas y la mano derecha del difunto. Este adorno , el único del esqueleto, fue confeccionado en concha de choro zapato (
Choromytilus chorus) y corresponde a la parte media superior de una concha de esta misma especie. En efecto, las estrías que muestra este pendiente en su superficie, corresponden con gran exactitud a un ejemplar actual de la misma especie, hallado por nosotros en Caleta Temblador. No hemos podido encontrar aún esta pieza de adorno en nuestra Colección, pero, afortunadamente, en el Catálogo de piezas de las Colección figuraba su diseño y medidas exactas. (Fig. 1).
¿Quién pudo ser el difunto?.
El esqueleto fue entregado al Museo Nacional de Historia Natural en manos de Silvia Quevedo, curadora de la sección de Antropología Física. El cráneo, en buen estado de conservación, presentaba ciertas partes faltantes (en el hueso temporal y parietal) y fue reparado y reconstituido por ella con resinas especiales. Ella nos entregó un protocolo en el que señalaba que se trataba de un esqueleto femenino, de una edad calculada entre los 27 y 28 años. El cráneo se encuentra aún en nuestro poder (año 2013) pero debemos restituirlo al Museo Nacional de Historia Natural, donde quedó el resto completo del esqueleto en el año 1980.
A juzgar por las ofrendas, se trataba de una mujer mariscadora a la que se le deja como ofrenda aquellos moluscos que ella seguramente solía colectar en la bajamar. Machas y locos se colectan, respectivamente ,en fondos arenosos y entre las peñas, a muy poca profundidad. Sabemos que las mujeres de los pescadores eran excelentes mariscadoras y aún buzos, por cotejo con los relatos de tipo etnográfico que se conservan de los indígenas canoeros Kaweshsqar o Yaganes (Yamana), de los canales magallánicos. Tal vez murió por un accidente en el mar, golpeándose en la cabeza, en alguna de estas operaciones de búsqueda de alimento.
Fig. 12. En Caleta Temblador, en el mes de Julio de 1981, un año después de nuestro descubrimiento del sitio arqueológico. A mi derecha, el Dr. Christiaan Gischler, hidrogeólogo holandés, experto de UNESCO en Montevideo, de paso hacia el Perú con ocasión de la realización de un Encuentro de investigadores de la neblina. En esta ocasión, el grupo expedicionario al Perú formado por chilenos y peruanos, entre los cuales se contaba el profesor Carlos Espinosa y otros expertos de Santiago, pasó a ver y conocer la zona de Temblador y El Tofo con el objeto de ver la posibilidad de iniciar allí un gran proyecto de investigación de la niebla. Este Proyecto se concretaría unos años más tarde (1984) con la instalación de un grupo de captaneblinas o atrapanieblas para surtir con agua de la niebla la caleta de pescadores de Chungungo, al Norte de Caleta Temblador. (Foto Nazareno Carvajal).
Epígrafe.
Nuestra intención ha sido no tanto rememorar ese hecho de nuestra vida e historia científica, sino más bien, entregar a los estudiosos del poblamiento costero un nuevo antecedente. Nos pareció de gran interés el tipo de ofrenda funeraria (pectoral y paquete de moluscos) ofrendado a la difunta mariscadora de unos 28 años de edad. Agregaré unas fotografías del cráneo restaurado que obra en mi poder y que pueden ser de interés para los antropólogos físicos. No se tomó en la ocasión muestras para su análisis por el método del C 14. Pero por la similitud con otros hallazgos, que ostentan una disposición semejante de los cuerpos, realizados en la costa (Punta Teatinos) por el ingeniero arqueólogo Hans Niemeyer Fernández, unos años antes, se podría pensar en fechas del orden de los 4.000-4.500 A.C. En tal caso, el hallazgo correspondería al período Arcaico, y por tanto, precerámico. La cerámica en estos lugares -como se sabe- viene a aparecer al menos un par de milenios después. En el entierro estudiado, no se observó la presencia de trozos de redes o tejidos de fibras vegetales, porque tal vez éstas se descompusieron con el paso del tiempo. Porque el pectoral, seguramente, colgaba del cuello de la difunta, mediante algún tipo de cuerda vegetal, como se puede deducir de la presencia del perfecto agujero de algo menos de 3 mm practicado en el objeto.
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