viernes, 27 de mayo de 2011

¡ Gracias, Señor del Tamarugal !.

Las estrofas que siguen, son parte de una "Elegía al Dios del Tamarugal", y surgieron como hoguera voraz en profundo e íntimo agradecimiento por la belleza casi invisible del Tamarugal, vergel verde-grisáceo flanqueado de desiertos inhóspitos y áridas montañas, sólo perceptible al ojo del observador atento y solícito. Nacen estos versos un primero de Noviembre del año 1996, en una apacible tarde de verano en nuestra casa del oasis de Matilla, en medio del silencio solo turbado por el cantar de las quihuahuas y cuculíes, y el quejido tenue de las ramas de pimientos y algarrobos.

¿Por qué las mostramos hoy en público, cuando son fruto de una meditación y un diálogo personal íntimo, casi sagrado, fruto del contacto con la Naturaleza en sus más simples expresiones: las rocas, las arenas, la niebla, los árboles sedientos de agua, las abejas nativas o las avispas?. No lo sé exactamente. Lo que sí sé es que brotaron de repente, como un huayco arrollador, con una fuerza tal que ni yo mismo pude reprimirlas o ahogarlas, pues pugnaban por hacerse sentir.

No tienen la menor pretensión de ser poesía de buena ley. Su cadencia particular es fruto del acompasado andar de las carretas y las mulas salitreras que por aquellos lejanos años del 1880-1890 atravesaban el desierto de arenas desde el oasis de Pica a las Oficinas de Alianza, Mapocho o Peña Chica, llevando los frutos de la tierra, el vino generoso y el aroma de azahares y mangos de las huertas del oasis. En esas carretas viaja nuestro trovador, guitarra en mano, exhalando ansiosos suspiros de gratitud hacia su Creador. Meditación lenta y pausada, que porta el mismo compás cancino de los asnos o mulares que jadean arrastrando los antiguos carruajes de pesadas ruedas.

Así cantaba otrora el trovador al cruzar la pampa ensoñadora:

1, Gracias, Señor,
por la luz resplandeciente del amanecer pampino
que torna doradas las montañas,
las dunas y salares,
los bosques y rincones
del Tamarugal.

2. Gracias, Señor,
por el Tata Inti
que la produce, anima y difunde,
y la entrega a raudales
a nuestra pachamama andina
para extraer de su seno
cosechas fecundas de vida vegetal y animal.

3. Gracias, Señor,
por la fresca brisa matutina,
que nos trae sabor a olores marinos
en los hombros de la camanchaca omnipresente,
que nos inunda en las noches invernales,
impregnándonos de una tibia humedad benefactora.

4. Gracias, Señor,
por los retorcidos tamarugos y algarrobos,
centenarios testigos de actividad humana en esta pampa;
ellos brindan abrigo y sombra humilde
al cansado pastor y a su ganado,
al visitante intrépido, caminante o peregrino
que acude una vez más a su Santuario,
en demanda de salud, fé o amor cristiano.

5. Gracias, Señor,
por los extensos e inacabables arenales,
testigos de lluvias o lejanos aluviones,
que arrastraron rocas y pedruzcos de quebradas aledañas.
Aún nos muestran, al desnudo,
episodios de volcanes ancestrales,
en sus rocas negras o cobrizas, contorneadas,
vomitadas por las fuerzas asombrosas de la Tierra.

6.Gracias, Señor,
por las infinitas huellas no borradas,
de las viejas carretas salitreras,
o de mulas jadeantes que se lanzan
en procura de los puertos de embarque
para su afamado oro blanco nortino.

Huellas aún frescas de hombres y animales
que cruzaron estas pampas,
en frenética búsqueda de un metal siempre huidizo,
que creían satisfaría para siempre,
esa sed de felicidad jamás saciada.

7. Gracias, Señor,
por la historia inconclusa que revelan;
son mapas no estudiados
de añejas odiseas pirquineras,
de porfiados intentos de sondeos o cateos;
de piques o de pozos soterrados,
que nos cuentan silenciosos,
de su vida, sus anhelos, sus quimeras.

8. Gracias, Señor,
por aquellas utopías soñadoras
de riquezas, blasones o casonas solariegas,
instaladas a la vera de un oasis o quebrada,
y regadas solamente por las aguas estivales.

Tiliviche, Zapiga, La Huayca, Cumiñalla;
Curaña, Huarasiña o Huantajaya.
Todas cuentan episodios enigmáticos
que nos soplan al oído
sus historias increíbles,
al susurro de los vientos de la tarde.

9. Entonces, Señor, Salar y Pampa,
se envuelven vaporosas,
en densas nubes de polvos finos,
al compás lento de las trombas,
que el viento eleva, girando, girando
y dispersa prontamente,
en la infinita inmensidad del horizonte.

10. Gracias, Señor,
por los hombres de esta tierra,
nobles indios o recios españoles
que excavaron con sus manos estas vetas,
en la búsqueda del oro, del cobre o de la plata,
y murieron allí mismo, doblegados
por el hambre, la sed o la fatiga,
enriqueciendo a otros, sus patrones.

Allí yacen, intocados,
en decenas de dolientes camposantos,
que levantan hoy sus cruces implorantes,
de preces y oraciones por sus deudos.

11. Gracias, Señor, un vez más,
por las muestras infinitas de la vida multiforme
que bajo troncos, costras, pedruzcos o maderos,
arenas tibias o rocas multicolores,
reproducen en pequeña escala,
la inconfundible sabiduría divina.

Son arañas, insectos o reptiles,
gusanos, larvas o pupas coloridas,
que pululan en miríadas,
poblando los ecosistemas más pequeños.

12. Aquí, Señor, al abrigo del tronco veterano,
en algarabía de formas y colores,
nos demuestran sabiamente
la infinita capacidad del ser vivo
para colonizar todos los ambientes,
aún los más inhóspitos y extraños;
enseñándonos así, una vez más,
que "la vida es más fuerte que la muerte".

13. Gracias, Señor,
por los cantos lejanos y confusos
del chincol, picaflor o la quihuahua,
que nos hablan de sus nidos, sus flirteos
o sus juegos amorosos,
a la sombra de los tallos o las hojas temblorosas,
de las chilcas, retamillas o pillallas,
tamarugos, molles o algarrobos,
en aquellos meses tibios
de finales de octubre o de noviembre.

14. Gracias, Señor,
por la límpida faz de esa luna llena,
que a la caída de la tarde,
desde el cielo vigila
el lento caminar de los ganados,
de las cabras, ovejas o llamitos,
que desde su chocita de adobes
atisba atento el pastor aymara,
a la caída del sol,
abriéndoles sus corrales protectores.

15. Gracias, Señor,
por los hombres y mujeres ,
que hicieron fructífera esta pampa desolada,
con el sudor de su trabajo,
su esfuerzo y su tesón.
Aún podemos verlos, semiocultos,
en las ruinas de sus casas,
sus mercados o teatros;
o a la sombra de sus molles,
o en sus plazas hoy desiertas.

O en los bancos de la iglesia,
donde oraron al Señor,
aguardando allí con fé,
la esperanza prometida
de la resurrección postrera.

16. Gracias, Señor,
por el Tamarugal entero,
por sus ruinas, salitreras y sus pueblos fantasmales,
sus riquezas aún ocultas y secretas;
por sus árboles añosos que en el día o en la noche
vieron sufrir al minero, cateador o pirquinero;
indio llano, chileno o extranjero,
que dejó aquí , a la vera del sendero,
inscritas en las arenas del desierto,
sus historias de amores o ideales
de ansiedad, resignación o sufrimiento...

17. Gracias, Señor,
por Tata Inti y Mama Phajsi,
creadores del día y de la noche,
que dan vida, gracia y armonía,
a esta pampa agradecida,
anhelosa de hombres nuevos
que la amen, respeten y festejen
en su inescrutable diversidad,
con frutos y actos de amor,
muchas veces repetidos,
a partir de la creación original.

18. Gracias, por fin, Señor del Tamarugal
porque has sabido enseñarme
a encontrar tu rostro esquivo,
en el árbol y en la chusca, en el trino o en la roca,
en las huellas, en las ruinas y en las sombras,
en la vida y en la muerte......
en el Salar!.


(retocada en octubre del 2006 y levemente en 2011 en Iquique).




domingo, 22 de mayo de 2011

Pioneros alemanes en la Pampa del Tamarugal: los inicios heroicos.

Fig. Plano de la Provincia de Tarapacá tomado de la obra de don Enrique Espinoza (1903) "Jeografía Descriptiva de la República de Chile", (Imprenta, Litografía y Encuadernación Barcelona, Santiago de Chile. En este Plano se puede observar los caminos y huellas existentes a comienzos del siglo XX que recorrían la Provincia, uniendo los Cantones y pueblos salitreros con el Puerto de Iquique y algunos pueblos del interior, entre ellos Tirana, Pica, Cumiñalla. Curiosamente, el Plano no registra el poblado de La Huayca. Estas mismas huellas con pequeñas variantes, son las mismas que seguiría Froehlich unos cuantos años después.


Fig. Heinrich Froehlich aquí de edad de unos 32 años aproximadamente en la época exacta en que llega de Alemania la que será pronto su esposa, Martha Bohm Mueller. Heinrich le ha preparado una cómoda residencia que ha construido con sus propias manos en "Los Puquios" y que ha adaptado para su llegada.


Fig. Este Plano de la ciudad de Iquique, si bien data del año 1903, tomado de la obra de Enrique Espinoza, arriba citada, no debe ser muy diferente al Iquique que conocerá Froehlich a su llegada en el año 1922. Hacia 1903, Iquique registra una población total de 35.000 habitantes. En un momento que aún no hemos detectado, pero que debió ser en la época en que la joven Eleonor asiste regularmente al liceo en la ciudad, Froehlich con sus ingresos comprará en Iquique una cómoda residencia en la calle Bulnes Nº 165, casa que aún existe y que ha sido recientemente restaurada.

Fig. Heinrich con la burrita preferida de su hija Eleonor en el predio de "Los Puquios", hacia el año 1947.

Los coterráneos opinan sobre la obra de Froehlich.

En un segmento anterior (28/04/2011) hemos indicado, a grandes rasgos, y con el apoyo de testimonios históricos, con qué ojos vieron sus coterráneos chilenos el trabajo del técnico alemán Heinrich Froehlich en el sector de Canchones, Pampa del Tamarugal. Los testimonios de Arturo Olavarría Bravo, que fuera Ministro de Agricultura del presidente Aguirre Cerda (1938) y el recuerdo vívido de un físico visitante, Gerardo Melcher (1951), ya nos dan los primeros atisbos de la audacia de su gesta, en medio del desierto. Pero nos intriga saber algo acerca de los inicios de esta saga que dio tanto que hablar a sus contemporáneos.

¿Con qué materiales contamos para reconstruir la historia familiar?.

Tratemos de investigar ahora cómo se desenvolvieron los hechos desde sus inicios. No es tarea fácil por el tiempo transcurrido. Por fortuna para ello contamos con ricos y variados testimonios: cartas, recuerdos familiares, fotografías de época, documentos oficiales, certificados, entrevistas, recortes de diarios. Por fortuna, Eleonor, su hija, ha guardado celosamente y nos ha suministrado amablemente esos materiales que nos permiten hoy reconstruir, en alguna medida, cómo se desarrollaron los acontecimientos. Asombra la hazaña realizada, y asombra también el temple y el espíritu de este joven audaz y emprendedor que con apenas 20 años (en 1922) se lanza a su aventura en la América indómita, en pleno desierto de Atacama, sin más armas que su juventud, su curiosidad científica y sus ansias de surgir.

¿Quién era Heinrich (Enrique) Froehlich ?. ¿Qué sabemos de sus padres?.

Según copia autorizada del certificado de nacimiento original que tenemos entre manos ("Geburstsurkunde"), expedido en Eisenach (Thüringen, Alemania) el 7 de Mayo de 1954, Heinrich August Wilhelm Julius Fröhlich vio la luz en la ciudad alemana de Eisenach (Thüringen)) un 21 de octubre del año 1902. Es decir, el próximo año (2012), en octubre, se cumplirán 110 años de su nacimiento, fecha que ojalá podamos poder commemorar dignamente. Sus padres, según el mismo documento, redactado en alemán, fueron Karl Otto Fröhlich, profesor de Real Gimnasio y residente en Eisenach. Su madre fue Karoline Friederike Marie Ludwig, también residente en Eisenach. Eran, pues, miembros de la clase media alemana culta, pues no cualquiera llegaba a ser por entonces profesor de un Real Gimnasio. ¿Qué estudios alcanzó a cursar Heinrich en Alemania?. Según su hija Eleonor, habría seguido algunos cursos en Agricultura. A tan temprana edad, difícilmente pudo haber dado cima a una carrera profesional.

Los primeros recuerdos de Heinrich Froehlich.

A diferencia de su futura esposa, Martha Bohm Mueller, de quien tenemos algunas valiosas referencias de juventud, casi nada sabemos del joven Froehlich y sus andanzas antes de su llegada a Chile. Al estallar la primera guerra mundial en 1914, Heinrich tenía apenas doce años. El inicio de las hostilidades le sorprende seguramente en su propio pueblo natal, Eisenach. ¿Qué dificultades experimentó su familia durante la guerra? ¿Hubo miembros de su familia enrolados como soldados del ejército del Kaiser Guillermo II (1859-1941)?. Muy probablemente, pero no lo sabemos a ciencia cierta. Por fortuna para él, Heinrich era aún muy niño para ser enrolado en las filas del ejército. ¿Dónde hizo sus estudios superiores?. Nos imaginamos fundadamente que en el Realgymnasium de la ciudad de Eisenach donde su padre fue profesor por muchos años.

¿Cuáles fueron sus preferencias sus hobbies?.

¿Qué preferencias manifestó desde niño en su estudios?. Entre los escasos libros pertenecientes a su padre que su hija ha logrado rescatar, solo conocemos dos, uno sobre Química (Chemie des Alltags) y el otro, mucho más tardío, sobre apreciación musical Gespräche über Musik, (del autor Wilhelm Furtwängler, Zürich, 1949). Nada más sabemos, salvo de sus manifiestas aficiones musicales. Eleonor, su hija, nos ha referido en estos días el doloroso y terrible recuerdo que su padre tenía de su patria destruída y asolada, a la que nunca más quiso regresar y de la que muy raramente hablaba. Para él, el capítulo de su vida en Alemania quedó cerrado, a tal punto que muy pronto aspirará a obtener la ciudadana chilena, la que le será otorgada en el año 1943.

Eisenach, su patria chica: la tierra del músico Johann Sebastian Bach.

Eisenach no es un pueblo rural cualquiera, ignorado o escondido. Fue nada menos que la patria del gran músico barroco alemán Johann Sebastian Bach. Y allí se recuerda con veneración su hogar y los primeros pasos de aquel talentoso joven que queda huérfano a los 9 años de edad. Casi de cierto debió Heinrich visitar alguna vez en Eisenach la casa que se suponía habría sido la cuna de Bach y que se alzaba en la calle Frauenplan 21, y debió encaramarse , curioso, en algún momento, al cerro vecino donde se alza todavía la famosa abadía de Wartburg donde Lutero tradujo la Biblia al idioma alemán. Eisenach, por tanto tuvo y sigue teniendo una intensa resonancia cultural y musical, pues varios miembros de la familia Bach fueron connotados músicos de la época. ¿Influyó este bien conocido hecho histórico en la futura pasión del joven Froehlich por la música y por la práctica del violín?. Es bastante probable. En efecto, estando ya radicado en Antofagasta, llegó a dominar el violín con tal perfección, que fue llamado a formar parte de la Orquesta Filarmónica de esta ciudad en la década de los 60 y allí llegó a escribir y tocar sus propias obras musicales de carácter romántico (Lieder).

La llegada a Iquique en 1922.

Heinrich, joven de apenas 20 años, llega, pues, a Iquique directamente por barco en el año 1922. Aquí toma pronto contacto con Peter Müffeler, joven alemán oriundo de la ciudad de Colonia (Köln), casi de su misma edad, del cual, aparentemente, nada sabía con anterioridad. El encuentro en Iquique debió ser probablemente casual. Suponemos que Müffeler, quien ya tiene en Iquique una holgada situación económica, donde posee una Casa Importadora de autos, le recibe como compatriota y le acoge. Se hacen amigos y ahí tomará su inicio esta gesta notable de agricultura y vitivinicultura audazmente realizada en plena pampa, a unos 21 km al oeste de la localidad de Pica y a escasos kilómetros al oriente de La Huayca.

De Golzow (Prusia) al corazón del Tamarugal.

Mientras Heinrich Froehlich, un joven espigado y de elevada estatura, vagaba pensativo por las calles de Eisenach, tarareando tal vez alguna Cantata o Concierto de Bach, en la lejana Prusia en la aldea de Golzow, una joven de mediana estatura recibía en la iglesia de su pueblo el sacramento de la Confirmación luterana un día 28 de Marzo de 1915, en plena guerra mundial. El documento alusivo, la "Konfirmationsschein", así nos lo certifica. La joven de ojos tristes y de un tono café grisáceo (según su pasaporte alemán) se llamaba Martha Bohm Mueller y había nacido allí mismo, en Golzow (Prusia), un día 5 de Abril de 1901. Golzow se hallaba bastante lejos de Eisenach, a una distancia aproximada de unos 260 km. en línea recta hacia el N.E., en el corazón de Prusia occidental, semi oculta entre frondosos bosques y no lejos de la ciudad de Postdam. Eran sus padres Gustav Bohm y Marie Mueller, radicados en Golzow. Poco o nada sabemos de ellos. ¿Eran agricultores o comerciantes? . No lo sabemos. Pertenecían, en todo caso, a la clase media alemana de gran esfuerzo y espíritu de lucha por surgir.

Su juventud en Golzow y el viaje a Chile.

Martha fue bautizada el día 9 de junio del mismo año 1901, probablemente en la hermosa iglesia medieval conocida allí como la "Oktogonale Kirche", aún hoy orgullo del pueblo. Ambos jóvenes, extrañamente, se conocerán no en Alemania, sino mucho más tarde en América, cuando el joven Heinrich ya está radicado en Chile y ha iniciado con tesón sus trabajos agrícolas en "Los Puquios", en plena Pampa del Tamarugal. Desde aquí, Froehlich mantiene una copiosa corrspondencia con Martha, a la que va dando a conocer aspectos de su nuevo trabajo y su nueva tierra. Cuando por fin Martha Bohm llega a Chile, un 14 de Mayo del año 1934, llamada por quien sería muy pronto su flamante marido, es aún soltera pero tiene ya 33 años, siendo un año mayor que su prometido. Edad en la que ya no era tan fácil contraer matrimonio. La joven Martha Bohm resueltamente "da un gran salto al vacío", deja su patria natal, a su numerosa parentela ( tuvo ella 6 hermanos) y sus amados bosques de pinos en la lejana Prusia, y se aventura a radicarse en el desierto, en plena pampa, en la finca de "Los Puquios". Aquí la espera su futuro marido quien ya tiene construida una cómoda casa desde fines del año 1929.

Un insólito pololeo a la distancia.

Varios años de un curioso e intenso pololeo por carta, sin conocerse personalmente, que terminan en un súbito noviazgo, el aburrido y fatigoso viaje por mar, cruzando el Estrecho de Magallanes, hasta desembarcar directamente en Iquique y, por fin, el matrimonio en un mísero e insignificante pueblecito. Porque eso era Pica por entonces, cobijada entre mangos y naranjos, en el corazón del nuevo país que la acoge. Los lazos con Alemania se cortan bruscamente y para siempre. A Alemania, su patria, volverá solo una vez, a acompañar a su hija que se encuentra estudiando su especialidad de Educación Física en Colonia (Köln), en el año 1966. En este único momento, visitarán juntas Golzow, su tierra natal, y conocerá a varios de sus tíos, tías y primos, de la parentela de su madre. En Eisenach, no conoció prácticamente a nadie. Según ella relata, no se sintió mayormente acogida por su parentela alemana. Su contacto, pues, con la familia de sus padres fue sólo esporádico y más bien efímero: no nació de un afecto profundo por su tronco familiar en Alemania. Para entonces, sus abuelos paternos y maternos, aquellos que le mandaban regalos y hermosas muñecas, habían ya fallecido.

1934. El año del matrimonio en la localidad de Pica.

Llega Martha a la zona interior y desértica de Iquique a fines del mes de Mayo de 1934. Nos podemos imaginar su creciente sorpresa al atravesar los extensos campos de dunas y salares, rumbo a Pica, en aquellos años en que los caminos no eran tales sino huellas infernales, llenas de baches, de chusca y de polvo infinito. De pronto la encontramos contrayendo matrimonio civil con Heinrich Froehlich un 1º de junio de 1934, en la localidad de Pica, según consta por el certificado expedido por el Registro Civil e Identificación de esa localidad. O sea, todo ha sido metódica y cuidadosamente preparado con antelación por Froehlich en Pica para esta ceremonia, en la que actuarán como testigos dos coterráneos alemanes: uno, el querido cura párroco católico del pueblo, el Presbítero Luis Friedrich Schallmayr y el otro, un residente llamado Juan Kruse Kauffmann del que nada sabemos aún. Resulta muy interesante este casi fortuito encuentro entre el párroco católico Luis Friedrich, muy venerado por su grey piqueña y el joven inmigrante luterano. La lejana patria común, Alemania, unirá a no dudarlo estrechamente a ambos en una larga amistad y aprecio, en especial durante el difícil período de la IIª Guerra Mundial (1939-1944) en Chile, cuando los alemanes eran considerados espías potenciales.

Nace la única hija, Eleonor.

De este matrimonio, nacerá la única hija, Eleonor, que llega al mundo el 24 de Octubre de 1935. La niña, rubia y juguetona, ocupará el tiempo de su madre, rodeada de muñecas y regalos que le envían desde Alemania sus abuelos. La niñez de Eleonor transcurrirá entre gatos, gallinas, conejos, cabritas y su burrita regalona (Vea Fig. arriba), en la que pronto saldrá a dar paseos que la conducirán hasta La Huayca, la única localidad cercana habitada por antiguos canchoneros y carboneros, dedicados a la explotación del carbón de tamarugo. Aquí hará sus grandes amistades, apenas puede entender y balbucear el castellano. Porque su primera lengua y su primera educación, según ella lo recuerda, sólo fue en idioma alemán. Para los vecinos de La Huayca, con los que pronto traba sólida amistad, ella será simplemente "Lola" o "Lolita". Para sus padres y familiares más íntimos, Lorchen". Nombre este último con el que ella no gusta ser llamada por sus amistades chilenas.

¿Qué paisaje logra crear Froehlich en "Los Puquios"?.

No sabemos con exactitud el año en que se compra al fisco (hoy Oficina de Bienes Nacionales), por parte del socio Müffeler, el predio de "Los Puquios". Tampoco sabemos cuanto costó. Comprendía al parecer un área total de unas 4 ó 5 hectáreas, espacio suficiente para tener animales, y variadas siembras, así como para la instalación de las primeras viñas, tarea que emprende Froehlich afanosamente a fines del año 1929. Lo sabemos por un prolijo álbum fotográfico que ha llegado a nuestras manos, con detalles finos de la construcción de la casa-habitación, la instalación del pozo y bodegas y la preparación lenta de los suelos, mediante extracción paciente de los costrones de sal que cubrían la superficie del antiquísimo salar pleistocénico. Junto con ello, empieza a plantar filas de eucaliptus en los contornos de la propiedad con el objeto de formar barreras naturales contra el viento, y controlar así el acceso de las arenas finas por arrastre eólico, peligro siempre mortal para cualquier siembra.

La aplicación del sistema prehispánico de "canchones".

En sectores de la propiedad se había practicado, desde decenios anteriores, la agricultura de "canchones". sistema de recuperación de tierras cultivables que consistía en extraer la capa superior salina, hasta una profundidad de unos 40-50 cm. para llegar a un suelo más arenoso y menos salino el que era irrigado en forma natural por ascenso por capilaridad del agua freática que se hallaba a escasa profundidad en el subsuelo . El sistema no era ninguna novedad. Era conocido en la región desde unos 100 años antes a lo menos, y era practicado por los llamados "canchoneros".

¿Qué eran los "canchones"?.

El "canchón"no era sino una "era" o "melga" de unos 3-5 metros de ancho por un largo considerable. A medida que se utilizaba en la siembra el canchón cada año, habia que volver a limpiarlo de la costra que se formaba en la parte superior y este material salino era re-depositado en los bordes del canchón, de suerte que éste iba profundizándose año a año. "Chacras sin riego", habìan sido denominadas desde la época de la Colonia española o "mahamaes", en la costa peruana donde también el sistema era practicado desde tiempos indígenas. En la zona de Trujillo, en el Perú, desde época mochica, se les denominaba "huachaques" y se les emplea hasta el día de hoy.

Alta productividad de los canchones.

Eran melgas altamente productivas de verduras, zapallos, melones, sandías o maíz, y provistas de riego continuo, solo requerían de la adición del guano animal o guano fósil de aves marinas, como fertilizante, elemento que antiguamente era traído a lomo de llama o mula desde las guaneras de la costa. "Canchones" y "canchoneros" hubo centenares en esta zona, desde La Tirana hasta "Lios Puquios".
Sabemos con certeza que se había practicado también el sistema de los "canchones" , o "chacras sin riego" en el predio "Los Puquios", porque aún hoy se encuentra sus rastros evidentes en dicha propiedad, ocupados ahora por vetustos algarrobos o tamarugos que allí crecieron merced a la alta concentración de agua freática. La gracia y habilidad de Froehlich fue atreverse a plantar vides y lograr obtener un vino generoso semejante al oporto, en un difícil ecosistema de pampa, cosa que nadie había intentado antes en esos parajes de muy bajas emperaturas invernales.

Tal como lo hemos prometido, seguiremos ofreciendo variados materiales documentales y fotográficos sobre el proceso de plantación de las vides por parte de Froehlich y entregando antecedentes de la manera como esta familia extranjera se integra al sistema administrativo y juridico nacional que pronto culminará en la obtención de la ciudadanía chilena por gracia, en razón de su meritoria trayectoria como agricultores del desierto.

El técnico agrícola de mayor experiencia en Iquique.

Pronto, en la zona de Iquique, Froehlich se convertirá en el gran experto en agricultura del desierto, expertise que consigue no tanto por sus estudios previos sino por su dedicación y su experiencia diaria con especies vegetales y tipos de abonos. Froehlich, además, aprende mucho de los canchoneros y agricultores de La Huayca, con varias de cuyas familias entabla duradera amistad. Ahí conoce a los Jiménez, Benavides, Caipa, Soto y Solís, uno de los cuales, como el caso del fiel Genaro Soto, será por largos años su capataz de campo. En la década del 50, ya con mucha experiencia a cuestas, se atreverá a escribir sendos artículos de corte científico basados en sus observaciones de terreno. De todo esto iremos hablando en sucesivos aportes en este nuestro Blog.




viernes, 13 de mayo de 2011

Heinrich Froehlich en el Tamarugal: los duros comienzos.

Foto 5. Fechada el 21 de Mayo de 1929, esta valiosa fotografía nos muestra a varios peones del predio "Los Puquios" y algunas visitas llegadas seguramente de Iquique, de terno formal y sombrero; probablemente entre ellos se encuentre Peter Mueffeler, su socio en la empresa. La sencilla barraca de madera que les sirve de telón de fondo, probablemente fue una de las habitaciones iniciales y lugar de guarda de herramientas y enseres. Heinrich se yergue, con su elevada estatura, a la derecha del grupo, en ropa informal de trabajo. Al fondo, los infaltables tamarugos típicos pobladores del Salar.

Foto 4. Esta foto corresponde, a lo que creemos, a los años 1940, 1941 o 1942, cuando ya los hijos de los matrimonios Froehlich-Bohm y Mueffeler-Marquez han crecido. En la escalinata de la casa, al lado de Froehlich, el más alto sentado abajo, está, según lo sospechamos, su amigo Peter Mueffeler.

Foto 3. La que muy luego sería la casa familiar (la misma de la foto anterior, ya ataviada con vegetación) construida por Froehlich y virtualmente terminada ya a fines del año 1929. Heinrich esta todavía soltero pero con planes serios de traer a su futura esposa, Martha, desde Golzow, Prusia occidental, a Los Puquios.


Foto 2. Tapa del valioso álbum fotografico formado por Froehlich, con todo esmero, entre Febrero de 1929 y Agosto del año 1930. El álbum nos permite seguir, paso a paso, a través de sus 117 fotos, los minimos detalles de las construcciones y faenas que llevó a cabo pacientemente el técnico alemán, durante los inicios de la "Viña Frohlich" de F y M. La primera fecha inscrita en dicho álbum señala explícitamente : "25. März 1929".

Foto 1. Tripulando un auto de carrera, en Iquique, hacia el año 1925 (?). Heinrich Froehlich, como avezado piloto al volante, se encuentra a la izquierda. Desconocemos el nombre de su acompañante.

Los hobbies juveniles.

Hasta aquí, hemos seguido, en dos capítulos precedentes, los primeros vericuetos de la vida de Heinrich Froehlich desde que llegó de Eisenach, joven de 22 años, a Iquique donde conoce y trata a otro alemán, joven como él, Peter Mueffeler, natural de Colonia. Hemos dado con una foto suya (Foto 1, arriba) de estos primeros tiempos, a lo que parece la única más temprana de que disponemos. Según Eleonor, su hija, correspondería a los años 1925 ó 1926. Mueffeler tenía por entonces una agencia de venta de automóviles, tal vez la única en Iquique por entonces. La foto nos muestra a dos amigos a bordo de un automóvil de carrera, en el típico atuendo de pilotos de prueba. ¿Perteneció este vehículo a Mueffeler?. Es probable. Debió tratarse de un hobby transitorio, sólo posible gracias a la actividad propia de Müffeler en el rubro automotriz. Porque Froehlich no tenía obviamente aún la capacidad económica para darse tales lujos. Nos podemos fácilmente imaginar esas carreras heroicas, por huellas polvorientas y arenosas, tal vez rumbo al "lejano" balneario de Cavancha, donde pasarían el día pescando y/o retozando en la playa, con amigos.

Los primeros viajes al oasis de Pica.

Más de alguna vez intentarían llegar hasta Pica, donde Mueffeler pronto conocería y empezaría a cortejar a Norah, hija del querido médico del pueblo, el doctor Juan Márquez. Varios años de pololeo, en los que tal vez se veían, como era la costumbre, sólo de tarde en tarde, terminarían por fin en matrimonio en el año 1934. Exactamente el mismo año en que llega, importada de Alemania, Martha Bohm, la joven prusiana que será de por vida la esposa de Froehlich. Del matrimonio de Mueffeler con Norah, nacerán cuatro hijos. A diferencia de Froehlich cuya hija Eleonor no tendría descendencia, Mueffeler deja descendientes que hasta hoy han ocupado importantes cargos en la ciudad de Iquique.

¿Cómo surge la idea de comprar el predio de "Los Puquios"?.

Mueffeler compra al fisco hacia 1927-28 -como nos atrevemos a aventurarlo, a falta de pruebas ciertas- el predio de "Los Puquios", cercano a La Huayca, donde comenzará la notable aventura vitivinícola sugerida seguramente por Froehlich. ¿De dónde les viene la idea de plantar una viña en esos desolados parajes?. No lo sabemos a ciencia cierta, pero probablemente se conjugaron aquí dos circunstancias fortuitas: a) una, las visitas obligadas a Pica por parte de Mueffeler, en las cuales Froehlich- podemos fácilmente suponerlo- iba de acompañante. Aquí deben haber visto muchas veces, con sus propios ojos, los viñedos de Pica y Matilla, por entonces en plena explotación; y b) el contacto directo, a su paso obligado hacia Pica, con canchoneros de la Pampa, en las proximidades de La Huayca, uno de los sitios donde éstos más abundaban. Estas plantaciones se podían observar inmediatamente a la orilla del camino o huella de tierra suelta. Hasta hoy podemos observar con nostalgia sus antiguas habitaciones derruídas, hechas con costrones salinos recortados a azuela o pala, y sus muros aún enhiestos, desprovistos de techumbre.

El ejemplo antiguo de la agricultura de las "chacras sin riego", o "canchones".

Es seguro que en muchas ocasiones se detuvieron a observar, al cruzar el desierto, las faenas en marcha y a interrogar a los lugareños "canchoneros" sobre su productividad, modo de laboreo y sistemas de abono. Porque su riego corría por cuenta de la madre naturaleza, a causa del alto nivel freático del agua subterránea en ese paraje. De aquí, deducimos, es probable haya surgido la idea de comprar uno de esos lugares, provistos de antiguos canchones, donde existía la plena certeza de la existencia de agua a escasa profundidad, muy fácil de bombear a la superficie. Muy luego, tras la compra del sitio de unas cuatro ó cinco hectáreas iniciales, y a comienzos del año 1929, a juzgar por las fotografías fechadas que poseemos, se inicia la construcción de pozos, estanques, instalación de bomba y la consiguiente preparación y abono de los terrenos, descostrando y limpiando la superficie antigua del Salar.

Los inicios heroicos de la "Viña Froehlich".

Así y allí surgirá muy pronto la "Viña Froehlich". El álbum fotográfico que poseemos, dotado de un total de 117 fotos en blanco y negro, no pocas de ellas ya descoloridas por el implacable paso del tiempo, y de un tamaño medio de 6 cm. x 6 cm. cada una, ostenta un muy significativo título, escrito primorosamente en alemán por la mano de Froehlich, en tinta china de color negro, indeleble:


"Die Entstehung und Entwicklung des "Froehlichen Weinberges" ab Februar 1929." (El nacimiento y el desarrollo de la "Viña Froehlich" a partir de Febrero de 1929). (Vea original en Foto 2)

Abajo, a la izquierda, se lee: Chacra "Los Puquios". A la derecha se lee: F & M. Iquique. Canchones, Chile.


La nueva Viña de Froehlich será su "Viña Feliz".

Es muy interesante dejar constancia, de paso, que la expresión "Froehlicher Weinberg", como la denomina ingeniosamente su iniciador y creador, significa en alemán dos cosas a la vez: a) "Viña Froehlich", aludiendo al apellido de su creador, pero también, b) "Viña Alegre, o Feliz". Por ejemplo, en Alemania se saludaban antaño para Pascua de Resurrección con la expresión: "Froehliche Ostern": ¡ Feliz Pascua!. En efecto, el vetusto Álbum de tapas negras que tenemos entre manos rezuma con su meticulosidad y cuidada caligrafía, el cariño que Froehlich pone, desde sus comienzos, esto es desde Febrero del año 1929 hasta Agosto de 1930 a su nueva empresa a la que dedica especial preocupación. Por eso sigue durante muchos meses, en una secuencia fotográfica impecable, sus avances y logros. Esta será la que rotula como la "Viña Froehlich o Viña Feliz". En esta empresa, como se puede fácilmente colegir analizando en detalle la secuencia fotográfica, pone él todo su empeño, su cariño y su probada laboriosidad germana. Las siglas F y M escritas en letras mayúsculas en la tapa del Álbum designan, claramente, las letras iniciales de los apellidos de sus gestores principales, esto es, Froehlich y Mueffeler.

La historia de los inicios agrícolas retratada en un álbum fotográfico.

Revisando las ya ajadas páginas del álbum, resulta perfectamente posible, gracias a las fechas allí insertadas por Froehlich, seguir la secuencia exacta de las faenas realizadas en el terreno. Lo primero, fue preparar la tierra, sacando las costras salinas de la superficie. Luego vienen las primeras construcciones: la del pozo, del estanque de agua, de algunos sencillos galpones y de la futura "casa patronal". Luego se puede apreciar las primeras plantaciones, los galpones (Staelle) para la crianza de animales domésticos (ovejas, cabras, cerdos y burros) y, por fin, el gallinero que será poblado por gallinas de la raza Rhode Island. El álbum termina con vistas varias de la instalación de la incubadora para pollitos, tarea que parece haber sido su orgullo. O sea, entre comienzos del año 1929 y agosto del año 1930, Froehlich fue capaz no sólo de preparar extensas superficies de tierra en enormes melgas para plantar alli especies vegetales varias (se puede distinguir sin dificultad zapallos, alfalfa, choclos) , sino aún de construir con sus manos la casa en la que albergará a su futura familia, apenas Martha su futura esposa llegue, en el mes de agosto de 1934, desde su patria, Alemania.

La rápida aparición de las fuentes productivas: plantios, cria de animales, gallineros.

La mayor parte de las fotografías nos muestran aspectos variados de la evolución del predio agrícola. Hay muy pocas que muestren grupos de personas. En una de ellas, (Foto Nº 5) Heinrich aparece rodeado de varios de sus peones, casi seguramente contratados todos ellos en el vecino pueblecito de la Huayca, donde logró hacer muchos amigos y de donde era originario Genaro Soto, que fuera su fiel capataz por largos años. En una de las fotos más nitidas (Nº 5) fechada el 21 de Mayo de 1929, es posible ver al espigado Froehlich junto a una cabaña de madera, con visitas vestidas formalmente con sombreros de copa. Tal vez se trate de Peter Mueffeler que viene de Iquique a ver el avance de las obras.

¿Cuándo surgen las primera viñas en la zona de "Los Puquios"?.

Extrañamente, a pesar del título inicial del álbum que se refiere precisamente a la "viña" (Weinberg) , no aparecen en este álbum fotos de las parras o señas de su cultivo, tal vez porque éstas fueron instaladas algo más tarde, tras la experiencia inicial con cultivos de rápida venta y comercialización (alfalfa, zapallos, maiz). La viña iba a exigir, evidentemente, mucho mas tiempo y dedicación. Y también, de más dinero. No sabemos todavía la fecha exacta en que se plantó la primera viña en "Los Puquios". Tenemos la sospecha que fue hacia los años 1931 ó 1932, poco antes del arribo a Chile de su futura esposa, Martha.

Otras capítulos sobre esta biografía alucinante.

Con este capítulo dedicado a la obra titánica inicial de Heinrich Froehlich hemos terminado nuestra tercera entrega. Vienen, así lo esperamos, otras más. Una dedicada a sus publicaciones, condecoraciones y trabajos, otra a sus esfuerzos por hacer productiva la zona arenosa costera de "La Chimba", en la porción norte de la ciudad de Antofagasta, a donde le llevará como técnico la CORFO, hacia el año 1960, y donde le veremos desplegar con gran energía su creatividad agrícola y, a la vez, su notable talento musical. En esta proceso agotador de esfuerzo y trabajo y en una gran soledad, le sorprenderá repentinamente la muerte, en Octubre del año 1966.


( aún en preparación, 16 de Junio de 2011, en Iquique).