"Claveles del aire".
Antes de entrar en materia, ilustraremos al lector sobre estas curiosas formaciones vegetales comúnmente conocidas como "claveles del aire". Son plantas muy extrañas, que salen de lo común; más extrañas e interesantes aún, cuando las vemos por millones, ocultas hoy de las miradas curiosas, en los "tillandsiales" de Tarapacá. Allí nadie las admira en su soledad absoluta. A través de estas líneas, esperamos se pueda llegar a comprender mejor su relación íntima con el hombre del pasado, objeto específico de esta reflexión.
Fig. 1. El panorama que nos ofrece, de N a S, el notable tillandsial de Cerro Guanacos a pocos kilómetros del cerro Tarapacá y al sur de la localidad de Alto Hospicio. Nótese que las torres y los cables de alta tensión del tendido eléctrico han pasado impunemente por encima de esta reliquia vegetal, causando daños en su conformación, por las numerosas rutas abiertas a su través. En el momento de su instalación, en los años 1998-1999, nos opusimos vigorosamente a este trazado, recomendando su modificación, sin éxito alguno.
Fig. 2. Solo obtuvimos entonces, como generoso gesto de compensación de la Empresa, la instalación de dos letreros alusivos a esta formación vegetal y su valor para esta región desértica. Uno de éstos, se muestra en esta fotografía tomada recientemente al amanecer del día 29 de Marzo de 2014. ¿Es esto alguna forma real y efectiva de compensación por el daño inferido al ecosistema del tillandsial?. Juzgue el lector por sí mismo. En pocos años más, de esta supuesta "mitigación" por los daños inferidos, no quedarán más que unos pocos fierros oxidados. Después, nadie ya recordará el hecho. Tampoco la empresa que lucra diariamente con el transporte de la energía. ¿Se mitigó realmente el daño?. Es obvio que no. Solo fue solo una farsa para aplacar los ánimos de los ecologistas. Muy lamentable. En la foto, Pilar Cereceda, géografa, gran investigadora de esta zona de niebla y el Dr. Alexander Siegmund, de la Universidad de Heidelberg en Alemania, de visita reciente en la zona. (Foto H. Larrain 29/03/2014).
Los campos de Tillandsia sp.
Denominan "Tillandsia" los botánicos a unas extrañas plantas aéreas de la familia de las Bromeliáceas (Bromeliaceae) , generalmente desprovistas de raíces y que crecen en las zonas costeras del Perú y de Chile, muy cerca del mar y que son alimentadas solo por las camanchacas o neblinas costeras. De estas densas nubes, pletóricas de humedad, viven estas curiosas plantas sin necesitar obtener del suelo -como todas los demás vegetales- sus nutrientes y el agua. A través de sus tricomas que se hallan en la superficie de las hojas, captan y absorben la humedad del aire (sea en forma de rocío o por simple condensación de la niebla diurna o nocturna). Las plantas jóvenes presentan sistemas radiculares cuya función parece consistir solamente en ayudar a fijar a la planta al suelo y evitar así que sean arrastradas por los vientos. En nuestras costas del extremo norte de Chile, las semillas o tallos vivos que se desprenden se suelen fijar a concreciones calcáreas, a veces muy pequeñas, donde inicia la semilla o la planta juvenil su lentísimo crecimiento. Estas concreciones corresponden al sustrato calcáreo propio de la formación costanera del terciario, bien descrita por el geólogo alemán Juan Brüggen en su obra: Fundamentos de la Geología de Chile (Ediciones Universidad de Chile, 1950, plano geológico).
Estos "tillandsiales", como se les denomina por el género botánico al que pertenecen, están formados en Chile por solo dos especies: Tillandsia landbecki Phil (determinada ya por Rodulfo Amando Philippi) y Tillandsia marconae, descubierta y descrita por los investigadores del Instituto de Botánica de la Universidad de Viena Walter Till y Ernst Vitek en 1985. En nuestra zona de Tarapacá la especie absolutamente dominante en los tillandsiales o campos de tillandsias es la primera, Tillandsia landbecki, en un 99%. Existen varias otras especies de Tillandsia en el extremo norte de Chile, pero éstas no forman densos y extensos campos como estas dos especies y viven en forma aislada o colgando de huéspedes como los cactus y algunas especies arbustivas.
¿Dónde prosperan estos tillandsiales?.
Se les encuentra generalmente en sectores elevados, situados, a unos 10-20 km de distancia del mar en línea recta, en los cordones montañosos de la Cordillera de la Costa que miran al mar , y en altitudes entre los 750 m. y los 1.250 m. No prosperan en cualquier parte. Solo en las laderas que miran directamente al mar. Los vientos marinos alisios que vienen del SW y del S al atravesar rozando la superficie del mar se cargan de humedad, la que es depositada generalmente en horas de la tarde sobre los suelos expuestos que miran francamente al Weste. Este es el campo propicio para el desarrollo de este extraño "clavel del aire", como ha sido también llamado por vivir verdaderamente del aire.
Cuando la camanchaca penetra por las quebradas tierra adentro...
Cuando existen quebradas o cañones profundos por donde penetran las neblinas hacia adentro, suelen hallarse también estos tillandsiales en sus laderas expuestas, a veces a una distancia considerable del mar. Pero aquí su densidad y su grado de vigor es notablemente inferior a los de los tillandsiales costeros, próximos al mar. Así, las hemos visto crecer en la quebrada del Lluta (zona de Arica) o Camarones, hasta muy al interior allí donde se suele depositar y posar diariamente la neblina o camanchaca. Su extensión por el sur llega solamente hasta la región de Antofagasta.
Fig. 3. Tillandsial de Cerro Guanacos al sur de Iquique. Dos geógrafos de la Universidad Católica (Pilar Cereceda y Nicolás Zanetta) observan aquí su sistema floral que consiste en una pequeña vara de hasta 18-20 cm. de alto donde se desarrollan sus diminutas flores color canela. Sus semillas, muy pequeñas, son de diseminación aérea, esto es, son llevadas por el viento. Al hallar la semilla en su vuelo un hogar adecuado para su crecimiento (pequeñas piedras o rocas o simples concreciones calcáreas) y las condiciones de humedad requeridas, puede desarrollarse como planta. Esta, a diferencia de otras especies de Tillandsia de la costa peruana que son migratorias y se mueven con el viento, no crece en la arena misma - como lo han sostenido algunos estudiosos locales siguiendo a Rundel (1976), sino necesita un soporte firme que no sea arrastrado por el viento y que le sirva de base de sustentación o anclaje. Este puede ser muy pequeño, pero en ningún caso simples partículas de arena (puede ser un pedruzco, concreción calcárea o terrón firme). Vista tomada de S a N. El mar aquí se halla a la izquierda de la foto. (Foto H. Larrain tomada de S a N: 26/03/2014).
Fig. 4. Tillandsial de Cerro Guanacos. Laderas expuestas al Surweste y al Sur. La topografía local define la forma final en que se presente el tillandsial.. Aquí, el mar se halla al costado izquierdo de la fotografía. Observe los espacios vacíos entre líneas o cordones de tillandsias. (Foto tomada de S a N.; H. Larrain, 26/03/2014).
Fig. 5. En primer plano, se observa un morro discontinuo de más de un metro de alto, formado por partes y tallos de la planta hoy totalmente secas. Como puede verse, estas plantas no forman comunidades densas, continuas (como un manto), sino conjuntos discontinuos, interrumpidos por verdaderos corredores o pasadizos del aire. Estos curiosos alineamientos en forma de cordones, han sido denominados gráficamente "guirnaldas" por el geógrafo alemán Wolfgang Weischet en sus estudios de los años 1966 y 1975 en nuestra zona. Las laderas de los cerros del fondo, como se aprecia en la foto, también están tapizadas de estos cordones o guirnaldas. Vea una bibliografía somera al final de este capítulo. (Foto H. Larrain, 26/03/2014).
Fig. 6. Observe la forma de crecimiento de la parte de la planta expuesta directamente al viento y al mar. (escala: ancho de la huincha es 5,5 cm). Aquí, en esta foto, se alzan las tillandsias en cordones hasta los 30-50 cm de alto. A barlovento ( frente de exposición directa al viento) el crecimiento es vigoroso, mientras que a sotavento (a espaldas del viento), el cordón o guirnalda se observa casi siempre constituido por plantas secas. Las plantas vivas, crecen por sobre sus progenitores muertos, los que están fijados al suelo. El arribo de las finas arenas arrastradas desde el Weste por los vientos, contribuye a fijarlas aún más al suelo. Pero, originalmente, las semillas o ramillas de estas plantas no se fijan en las arenas mismas, como erróneamente se creyó. Los cordones, por tanto, están conformados por partes vivas (superiores ) y por partes ya muertas. A lo largo de los siglos, se van formando estos morros elevados, en forma de cordones o guirnaldas alargadas. ¿Qué edad tienen?. No lo sabemos aún; pero seguramente sus inicios deben ser muy antiguos, tal vez de miles de años atrás. cuando se formó la Cordillera de la Costa y alcanzó su altitud actual. No es imposible que sus inicios daten de finales del Pleistoceno. (Foto H. Larrain, 26/03/2014).
Fig. 7. Corte practicado en un morro visible (cordón) del tillandsial. El corte perforó hasta los 1.20 m de profundidad sin llegar hasta el sustrato original existente antes de la implantación de la planta.. Aquí el sustrato blanquecino, de tipo calcáreo, se halla algo más profundo. Se puede distinguir los estratos de plantas antiguas, sepultadas. (Foto H. Larrain 28/03/2014).
Fig. 8. Un fino corte vertical practicado en un tillandsial, como el mostrado en esta foto, ha dejado expuestos varios niveles o estratos de plantas ya fenecidas, con intercalaciones de estratos arenosos intermedios. Así, el "morro" puede ir subiendo hasta alcanzar bastante más de un metro de alto, en cuya cima (los primeros 10-15 cm) se mantienen las plantas vivas, reconocibles por su color verde-ceniza. Este corte practicado por los investigadores, mostró no menos de 5 ó 6 niveles de plantas antiguas ya muertas y sepultadas, que la falta total de lluvias mantiene en buen estado por muy largo tiempo. (Foto H. Larrain 28/03/2014).
Fig.9. Nos hemos preguntado muchas veces por qué se forman estos pasadizos o corredores longitudinales entre los cordones o guirnaldas de plantas, dejando sectores de suelo desnudo a la vista. No tenemos, a la verdad, una respuesta plenamente satisfactoria. Atribuirlo solo a un efecto de la micro-topografía local es, a nuestro entender, no explicar nada o casi nada. La explicación total debería incluir - así lo estimamos- un estudio de las formas de la circulación del aire, dirección del viento, inclinación del suelo o pendientes, etc. Lo cierto es que casi siempre estos cordones (a veces muy largos y extendidos por decenas de metros), corren en la práctica generalmente en forma perpendicular a la dirección de la llegada del viento. ¿Por qué?. No lo tenemos claro. Observe Figuras 1 y 2. (Foto H. Larrain, 26/03/2014).
Fig.10. Un hallazgo ocasional in situ: un pequeño instrumento lítico, un tosco cuchillo tallado en un pequeño trozo de sílex. Hallado como se ve en la foto, al lado de un pequeño manojo de tillandsias. (Foto H. Larrain, 26/03/2014).
¿Quien fue su fabricante?-
Este hallazgo y el siguiente (Fig. 9), hecho por nosotros con un día de diferencia en el mismo sector, nos plantean de inmediato el enigma de la presencia humana en estos lugares desérticos, tan lejos de sus campamentos o viviendas. ¿Quién era el visitante? Era éste solo ocasional o más bien un visitante asiduo del lugar?. ¿Qué hacía aquí? Y, ¿de dónde venía o a dónde iba?.
¿Era con seguridad una herramienta humana?.
La primera pregunta, que nos hizo el Dr. Alexander Siegmund, geógrafo de la Universidad de Heildelberg, allí presente (Fig. 2) , fue: ¿
cómo está Ud. tan seguro de que se trata de una herramienta humana y no de un simple pedazo de roca natural?.
Contestando esta legítima duda.
La experiencia de haber encontrado in situ, a lo largo de muchos años, miles de lascas y de nódulos con señas de trabajo humano, nos ha enseñado claramente que se trata de un material traído de fuera (no existente en el lugar) y, además, que fue trabajado ex professo allí mismo. Este tipo de desbaste, efectuado en ambas caras para lograr un buen filo, no es algo natural: es fruto de una intencionalidad humana para lograr bordes cortantes, aptos para servir de cuchillo o raspador.
Fig.11. El mismo instrumento de la Figura 6. Al medio, arriba, el tosco cuchillo tallado en sílex blanquecino. A la izquierda, un trozo de roca andesítica, color gris oscuro, roca ésta muy propia del lugar. Este es el tipo predominante de roca aquí, y siempre se le halla en forma de pequeños pedruzcos. Así se halló y solo movimos un tanto el instrumento para observarlo de cerca. Este hallazgo fue realizado en el tillandsial de Cerro Oyarbide, a unos 30 km al sur de Cerro Guanaco. (Foto H. Larrain 26/03/2014).
Fig.12. Este pequeño taller lítico, hallado casualmente por Pilar Cereceda en el mismo sector, y formado por unas 55 lascas del mismo material, constituye para nosotros una prueba palmaria del paso de caminantes indígenas por este lugar. ¿Razones?, Tal vez venían a cazar aquí el guanaco, auquénido rumiante que seguramente pastaba en estos tilandsiales o para preparar materiales e instrumental para pescar en la costa. Hemos hallado en antiguos campamentos de la costa y en varios lugares (Bajo Patache, Patillos, Los Verdes), manojos de tillandsias secas, las que debieron constituir un valioso combustible para alimentar sus fogones. Presumimos que los pescadores-recolectores costeros cargaban grandes cantidades de esta planta para tenerlos como reserva en su campamento-base. Seguramente, lo mezclaban con algas secas (huiros) para avivar el fuego o tal vez, para iniciar el encendido de éste. De hecho, esta planta, aunque viva, arde muy bien echando muy poco humo, tal como lo hemos experimentado varias veces en terreno.(Foto H. Larrain, 26/03/2014).
Fig. 13. Pilar Cereceda y el autor de este Blog discutiendo sobre la formación de estos extraños cordones de guirnaldas. (Cerro Guanaco; foto H. Larrain, 26/03/2014).
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Fig. 14. El material de desecho del bloque original de sílex fue abandonado por inútil conformando este taller lítico. Había aquí lascas de todos los tamaños, incluyendo unas pequeñísimas, fruto del retoque más fino. Prueba evidente de aquí mismo se confeccionó pacientemente algunos instrumentos líticos por parte de indígenas en tránsito. Pero nos es imposible, por desgracia, saber algo sobre su cronología. ¿Cuándo talló aquí el hombre de la costa sus instrumentos?. ¿Era originario de la costa, o venía de las tierras altas a la costa?. ¿Cuándo trabajó en este lugar?.No sabemos. Podría ser hace unos 600 años atrás, o, tal vez, unos 6.000. No tenemos forma de saberlo con certeza, al menos por ahora. Tampoco se halló aquí herramientas terminadas que nos permitieran, por su particular tipología, concluir algo respecto de su antigüedad relativa. El viento se encarga, en este desierto, de mantener a la vista estos materiales incluso por miles de años, tal como si hubiesen sido depositados ayer. Son las maravillas y enigmas de este desierto de Atacama!.
Moraleja:
El hombre primitivo aprovechó todos los ecosistemas y sacó provecho de ellos. Un tillandsial era, en este desierto estéril y al parecer implacable, una fuente inagotable de material combustible y -sospechamos- un campo ideal para venir a espiar y cazar el guanaco (Lama guanicoe) que sin duda venía a pacer descuidamente en estos parajes. Hemos encontrado sus rastros y senderos, e incluso, alguna vez, un cráneo y huesos de este mamífero.
Una mirada eco-antropológica.
Tratar de entender cómo el hombre de antaño supo utilizar este recursos en sus fatigosas travesías Este-Weste, desde el altiplano hasta la costa del Pacífico, es un desafío para el eco-antropólogo del presente. Profundizar en los recursos varios que ofrece este tan singular paisaje geográfico, algunos seguramente no señalados claramente en este capítulo, es parte de la labor futura para estos especialistas. Y su mirada perspicaz en un campo que linda muy cercanamente con la ecología, constituye también un nuevo enfoque, más dinámico, geográfico y biológico de la antropología como ciencia del hombre que vive en un espacio concreto y lo utiliza al máximum, haciendo de él su morada.
Para saber más. Bibliografía básica sobre tillandsiales del Norte de Chile.
(Se presenta aquí solamente la bibliografía más directamente relacionada con el tema y nuestra región de Tarapacá. Existe una gran cantidad de estudios científicos especializados en determinadas especies del género Tillandsia que aquí omitimos).
Cereceda, P., H. Larrain, P. Lázaro, P. Osses, R. S. Schemenauer, & L. Fuentes, 1999. "Campos de tillandsiales y niebla en el desierto de Tarapacá", Revista de Geografía Norte Grande, Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile, Nº 26: 3-13.
Cereceda, R. Pinto, H. Larrain, P. Osses and M. Farías. “ Botanical and Geographical
Description of Three Coastal Ecosystems lying South of Iquique (Chile), Proceedings of the Third International Conference
on Fog, Fog Collection and Dew, Cape Town, South Africa, October 2004.
Cereceda, P., Osses P., Larrain H., Pérez L. “Caracterización geográfica del espacio ocupado por paños de Tillandsias en el sector Cerro Guanaco, Tarapacá, Chile”, XXVII Congreso Nacional y XI Congreso Internacional de Ciencias Geográficas, Concepción (Chile), Noviembre 2006: 19-24.
Cereceda, P., Osses, P., Larrain H., Pérez, Loreto, “Biogeographical and phytosociological Characteristics of the Tillandsia Fog Oasis of Cerro Guanaco, Tarapacá, Chile”, Fourth International Conference on Fog, Fog Collection and Dew, Program and Abstracts, La Serena, (Chile), July 22-27 2007: 177-180.
Pinto, R. y A. Kirberg. Oasis de Niebla: Una expedición botánica a los cerros de Iquique durante "El Niño 1997. Impreso en Chile, Imprenta Ograma S.A., Marzo 1999.(con excelentes fotografías de A. Kirberg)
Pinto, R. y A. Kirberg. 2005. Tillandsia del Norte de Chiler y Sur del Perú, Ediciones Gas Atacama, Imprenta A. Molina Flores S.A., Santiagode Chile. (Con excelentes fotografías de A. Kirberg).
Zizka, G., M. Muñoz-Schick, 1993. "Tillandsia marconae W. Tilll & Vitek, A Bromeliad Species new to Chile", Boletín del Museo de Historia Natural de Chile, Vol. 44: 11-17.