lunes, 26 de noviembre de 2018

El pensamiento del sociólogo y antropólogo andino Johannes van Kessel según reciente cuestionario (fines del año 2017).

   
   
Fig. 1.   Juan van Kessel en su casa en Eindhoven, Holanda (fines 2017).

Ocasión  para este segundo Cuestionario.


El 18 de septiembre de 2017 el sacerdote y sociólogo experto en el mundo andino, el holandés Juan van Kessel respondía amablemente desde Holanda donde hoy reside un segundo Cuestionario nuestro sobre  su propia visión  del mundo andino  y las vicisitudes  experimentadas por él en su acción  pastoral y antropológica en la Región de Tarapacá (Norte de Chile). Hay en este segundo Cuestionario (que ahora presentamos) varios aspectos que  no fueron  tocados en profundidad en los anteriores dedicados a este autor y publicados por nosotros mismos en este Blog. Pensamos que ha quedado en la penumbra el sentido profundo y los objetivos de su acción tanto pastoral como académica.  Y también, las  dificultades que tuvo que sortear en su misión en Chile.    Queremos, por tanto, ser fieles a nuestro anhelo de rescatar y dar a conocer su punto de vista personal, de enorme importancia para el desarrollo con identidad del pueblo aymara. 

Años de incesante actividad en pro del mundo andino.

Juan van Kessel desarrolló una larga y prolífica actividad  en el extremo Norte de Chile  (1963-2008), tanto de tipo pastoral (como sacerdote católico), como antropológica a través de sus numerosos escritos  y su activa participación  con ponentes andinos en varios Congresos de Americanistas a partir del año  1988, en Amsterdam. En capítulos anteriores de este Blog nos hemos referido in extenso a su vida y actividad en Chile y en el ámbito andino meridional (Ecuador, Perú, Bolivia y Chile). Remitimos al lector a esos artículos que nos permiten  aquilatar con más precisión  la importancia de su legado.  En uno de ellos, que data del año 2009, hemos  presentado el primer Cuestionario nuestro, el que fue respondido con prontitud. Este que hoy presentamos, a nuestro entender,  refleja  mucho mejor su pensamiento íntimo y su auténtico legado al mundo indígena. Pero también se puede percibir el dolor que hoy le embarga  ante las dificultades que  algunos miembros de la jerarquía de la iglesia le  impuso en su camino. 

Destituido  de su cargo como párroco de comunidades andinas.

Van Kessel  después de ser apartado de su calidad de párroco de varios pueblos andinos  por el entonces obispo de Iquique Monseñor Juan Barros Madrid en el año 2004,  se dedicó a robustecer su obra, el Instituto para el Estudio de la Cultura y Tecnología Andina (IECTA) y su biblioteca andina especializada (la BAA). El abandono obligado de su actividad pastoral entre los aymaras le hirió profundamente; en efecto, largos años de dedicación a la evangelización en el sentido de la "inculturación del Evangelio" promovido por las Conferencias Episcopales Latinoamericanas a partir de Puebla de Los Angeles (México), eran "echados por la borda" como esfuerzos inútiles por una decisión episcopal que ha sido muy duramente criticada en su momento tanto por el clero local como por el laicado católico de la región. Esa drástica medida fue vista como un evidente retroceso en la labor de acercamiento de la iglesia católica a las manifestaciones multitudinarias  de la religiosidad popular, en particular en los Santuarios Marianos del Norte Grande de Chile  (Las Peñas, La Tirana y Ayquina).  Tanto más cuanto que   obispos anteriores,  en particular Monseñor José del Carmen Valle, y Monseñor Enrique Troncoso le habían  brindado siempre  su total e irrestricto  apoyo.

Han pasado 10 años desde el alejamiento definitivo de van Kessel de  nuestro país  (!908-1918). Es tiempo suficiente  como para  reflexionar  con serenidad y en profundidad sobre lo sucedido, a través  de sus propias reflexiones,  reflejadas en sus sinceras respuestas a esta Encuesta. Nos permitiremos, al final de la misma,  esbozar nuestros propios comentarios.


Texto  del Cuestionario planteado por nosotros.

A continuación,  se presenta aquí el Cuestionario.  Las preguntas nuestras van  en negrita y sus respuestas,  en letra cursiva. 

1.  A su llegada a Tocopilla en el año 1963,  Ud. fue asignado a una parroquia de barrio popular entregada al cuidado de su congregación religiosa, ¿cómo y por qué se vinculó  Ud. estrechamente con los bailes religiosos?.

R.  Apenas llegado yo a Tocopilla, me  impresionó profundamente  el grado de religiosidad y  adhesión social que poseían las cofradías de Bailes Religiosos. Había varias en la Parroquia  con nombres muy pintorescos y demostraban un vigor y una vitalidad muy superior a otras organizaciones parroquiales, nacidas no del pueblo mismo, sino  del deseo del obispo o del párroco. Algunas de estas  asociaciones de bailes eran muy antiguas, pero seguían vigentes y activas. Eran algo muy sui generis.  Mostraban bastante independencia de la autoridad  parroquial, una férrea organización y disciplina y  lo más impresionante-  un fuerte y característico arraigo familiar. Se centraban en la veneración de la Virgen María  y acudían  un vez a  año  en masa a sus  santuarios más cercanos  a implorar los favores de la Virgen  ofreciendo sus "mandas". Durante todo el año se preparaban cuidadosamente para  tales viajes  para honrar a su  madre, llevándole sus  inquietudes, sus anhelos  y  sus dolores.  

2.   ¿Qué lo llevó a Ud.  a incorporarse   personalmente en un determinado Baile Religioso?.   

R.    Precisamente fue porque empecé a darme cuenta que  la única manera de comprender este fenómeno religioso tan extendido en el norte del país y tan novedoso para mí como extranjero, era  mirarlo "desde dentro", es decir  como un miembro más del Baile.  Al participar del mismo, de sus reuniones previas y de sus encuentros, de sus comidas,  y al practicar los pasos del baile bajo las órdenes del  caporal,  empecé a comprender qué les inducía tanto a  formar parte del Baile. No era ciertamente el mero ejercicio físico o de entretenimiento (como una forma de gimnasia rítmica reconstructiva) , sino la expresión  aún corporal de un acto de fe profundo en la  protección maternal de la Virgen, en la que  confiaban absolutamente. Pero no era simplemente un acto de fe individual, sino colectivo.  Era ésta, al parecer,  su única forma de respuesta  a los favores recibidos o por recibir de lo alto. ¿Qué podían  dar ellos, pobres  e ignorantes, a  su patrona celestial  sino su regalo y ofrenda en la forma de su baile, el modo reconocido de agasajo  transmitido de generación en generación?.  En este  "do ut des"  propio de la reciprocidad  ("doy para que me des")  ven ellos su forma concreta de donar, de regalar, de devolver el favor.  A la vez, esperan de la  madre del cielo  una respuesta favorable a sus peticiones.  

3.  ¿Quiere esto decir que este tipo de asociaciones  mostraban (o muestran)  una cara diferente del Cristianismo en el seno de la Parroquia, un cristianismo que podríamos llamar más auténtico? .

R. No sé si más auténtico, pero los Bailes Religiosos habían surgido del seno mismo del pueblo, no fueron impuestas desde  fuera por el cura o el obispo. Me impresionaba, a medida que los iba conociendo, su  grado de adhesión social y su enorme capacidad de aglutinar familias completas, desde los abuelos hasta los nietos. Durante  casi todo el año,  la vida de los bailarines giraba en torno al viaje al Santuario a  festejar a la Virgen. Esta actividad era para ellos la más importante: todo lo demás podía posponerse. 

4. 
¿Cuál fue la reacción  en su Parroquia  a su gran cercanía con los bailes religiosos  y a la práctica de una pastoral popular tan cercana a la gente?.

R.  La primera reacción fue de sorpresa e incredulidad. Era una novedad. No pocos la apoyaron inicialmente; el mismo obispo estuvo de acuerdo. Pero pronto empezaron a llover las críticas desde sectores católicos más tradicionales  que veían en este proceder  una especie de  renuncia  a la esencia del sacerdocio: la predicación formal del evangelio. Las críticas venían  no tanto de parte de la directiva de la Iglesia sino, en su mayor parte, de la gente del barrio (católicos, protestantes u otros)


5.  Pero Ud. también dedicó un período de su vida  al trabajo como obrero,  como sacerdote-obrero... ¿Por qué eligió Ud.  esta actividad y cuál fue su resultado?.


R. Sí, trabajé unos cinco años como sacerdote-obrero en Tocopilla   en un maestranza, aprovechando mi experiencia de joven en el taller de mi padre que era mueblista. Era la época  de la preparación e inicios del Concilio Vaticano II (1963-64) que se abría a nuevas experiencias de pastoral  del mundo obrero. Era evidente que el mundo de los obreros en las fábricas resultaba en cierto modo impenetrable al Cristianismo por efecto de la persistente prédica  de los partidos políticos  de influencia  marxista  que atacaban la religión como el "opio del pueblo", en frase de Marx.  La iglesia católica se abrió entonces a esta  valiosa experiencia del sacerdocio obrero ya desde fines de los cincuenta del pasado siglo, en Francia, Bélgica, Holanda  y otros países de Europa, incluso antes del Concilio. Me pareció -y mi Congregación religiosa de la Sagrada Familia estuvo totalmente de acuerdo-  que  para mí era el momento de  hacer esta experiencia  de acercamiento al mundo obrero del que por lo demás me sentía muy próximo por mis raíces familiares.  Esta experiencia ha marcado profundamente  mi vida posterior. Muchos en  mi parroquia apoyaron con entusiasmo esta experiencia que prometía grandes frutos. Pero a raíz de las fuertes críticas surgidas en el seno mismo de la iglesia, sobre todo de la clase más acomodada (o burguesa), el Arzobispo de Antofagasta Monseñor Francisco de Borja Valenzuela Ríos como pastor  prudente y para no chocar con los fieles más tradicionales, me pidió  " volver a la sacristía", esto es, a ejercer el ministerio de la manera más tradicional, en primera instancia desde el templo y  las festividades religiosas, las conferencias y/o las clases de religión, etc.

6.  ¿Tuvo Ud. por entonces alguna relación con la "teología de la liberación" que invadió a la iglesia católica latinoamericana por aquellos años?. Porque algunos de sus planteamientos e ideas parecerían cercanos a esta tendencia  que la Iglesia posteriormente condenó.

R.  Por cierto estábamos bastante bien  informados  de esta nueva "teología" cuyas bases discutíamos con sacerdotes y teólogos de mi Congregación y también con sacerdotes dedicados al mundo andino como los padres Domingo Llanque, sacerdote diocesano de Puno, o  Xavier Albó  S.J., jesuíta español radicado en Bolivia y gran estudioso de sus lenguas nativas. Pero pronto nos dimos cuenta que esa nueva forma de hacer teología corría el riesgo de dejar de lado lo esencial del Cristianismo: la fe en la persona de Jesucristo como redentor del mundo; buscaba más una liberación humana que  una liberación profunda  por  la fe en Cristo. Y las comunidades de los Bailes Religiosos  nos demostraban día a día,  por el contrario, un ejemplo de fe viviente en los seres sobrenaturales: en Cristo, en María y en los Santos.. 

7.  En vista de la repentina oposición del obispo y su posterior  "traslado", ¿qué actitud tomó Ud. en ese momento?  

R.  Mi primera reacción, si bien fue de  frustración y  de decepción, me llevó a reflexionar más  y aún a inspirarme más en los fundamentos de la “teología de la inculturación”  (en lugar de la teología de la liberación). Me pareció que la iglesia se cerraba así a una  espléndida ocasión de  inculturar el Evangelio desde la vida misma de las personas: su trabajo diario y sus  problemas reales y concretos.  Pero, también  me di cuenta que se me abría  una nueva e inesperada puerta:  la posibilidad de  estudiar estos fenómenos a la luz de los principios y métodos de la Sociología y Antropología. Mi experiencia de cinco años de sacerdote-obrero y de bailarín de la Tirana, eran mi mejor aval. Y, a mi pedido, en mi Congregación religiosa me permitieron viajar a Santiago a matricularme en los cursos de sociología del desarrollo que impartía la FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Cerré pues en forma definitiva mi capítulo de sacerdote-obrero y me dediqué un tiempo a estudiar en profundidad las realidades que había vivido personalmente tan de cerca y en las que había participado en forma directa y activa. De ahí brotará mi primera investigación sobre los bailes religiosos, tema de mi disertación sociológica.

8.   ¿Se produjo en Ud. alguna suerte de confrontación o dilema  intelectual o moral entre su creencia religiosa personal y sacerdotal  y  la metodología de la observación participante de los rituales andinos, propia de la Antropología?. 

R.  Mi actitud frente a  sus manifestaciones cúlticas y rituales fue de creciente comprensión y de profundo respeto. En lugar de criticar -tan propio del mundo occidental-  mi actitud fue de  abierta conversación y diálogo, de convivencia y  de un compartir con ellos y sus familias. Recordé entonces las clases  de exégesis  de la Biblia, de mi época de seminarista, cuando nuestro excelente profesor de biblia nos explicaba que, para interpretar correctamente la Biblia, primero hay que distinguir con cuidado los diferentes géneros literarios contenidos en el libro sagrado (historia, oraciones, textos doctrinarios, poesía y mitología). Para interpretar bien el relato bíblico sobre la creación del mundo, del hombre o del pecado original,  hay que saber que el género literario de los primeros once capítulos de la Biblia es mitológico y no estrictamente histórico; y como tal, hay que entenderlo e interpretarlo. ¡Gran sorpresa!.  Nos dijo: “los antiguos sabios contaron estos mitos, para enseñar los grandes (e incomprensibles) misterios que sobrepasan nuestra comprensión: nuestra existencia, el origen de la vida en  el mundo, del sexo, de la muerte, del bien y del mal. Así, en el Medio Oriente (hace 6.000 años) los sabios de entonces  crearon el mito de un creador en forma de un hombre hacedor de todo y de todos, bueno y castigador, justo…  En cambio, los amautas prehistóricos del mundo andino crearon, con el mismo fin, el mito de la Pachamama, mujer y madre  del mundo: mundo que  es algo vivo con sus cerros, ríos, plantas, animales y humanos. Mito que encierra los misterios de la muerte, de la ética, y de la identidad cultural en el mundo andino, del mismo modo que en la concepción cristiana de la Biblia”. Siempre he recordado estas sabias palabras de mi Profesor de Biblia, quien me abrió la puerta para llegar a  entender y respetar profundamente al hombre andino.
 El ritual andino es, pues,  parte esencial de su tradición cultural, de  su cosmovisión, su socio-visión, su ética y su tecnología. En esa cosmovisión, se entremezclan actualmente elementos  andinos de antigua data y  elementos cristianos, fruto de la evangelización  recibida durante varios siglos. Para ellos no existe antítesis alguna entre su creencia ancestral en la Pachamama  y su culto (por ejemplo),  y la fe en Jesucristo  y  su madre, María, los mandamientos cristianos y la veneración de los santos  patronos en las fiestas de sus pueblos. Este sincretismo es para ellos algo normal y natural.  Es una fe encarnada en  los aportes diversos de su  tradición milenaria.  ¿Por qué iba yo a tener que cambiar su mentalidad?. 

9.  ¿Qué pensaba la jerarquía eclesiástica acerca de esa aceptación tácita de una pastoral  "encarnada" en una mitología  y ética  de corte andino?
  
R. En aquellos años del Concilio Vaticano II (1963 en adelante)  aparecían en Perú y Bolivia las primeras voces de teólogos sobre  una "teología de la inculturación"  en contraste con una "teología de la liberación". La "inculturación" consistía en  buscar los numerosos puntos de contacto de la  religiosidad y ritualidad andina  con la teología y liturgia  tradicional católica, especialmente  a través de los planteamientos y prácticas de  los Primitivos Padres de la Iglesia griega, época en que la iglesia  dialogaba con el politeísmo aún presente y activo en  Roma, después de la conversión de Constantino al Cristianismo. Los "gérmenes del Verbo"  -en expresión del Concilio Vaticano II-  se podían hallar también en  las creencias y rituales  andinos  y era cuestión de  hacerlos destacar y valorar. Una  más afinada perspectiva espacio-temporal con base histórica nos enseña que el modo de ver y apreciar los grandes misterios de la vida se va modificando en el curso de los siglos y milenios, y también en los diferentes continentes y países del mundo.


10.   La multiplicidad de funciones que Ud. tenía  en un momento, como párroco de pueblos andinos, como  director del IECTA, como gestor de proyectos de desarrollo indígena,  como  investigador de la realidad social, ¿no le atrajo en su momento las suspicacias de la autoridad eclesiástica?.  

R.  Sí, efectivamente.  El conjunto de mis actividades difería notablemente de las propias de los demás sacerdotes de la diócesis de Iquique, dedicados casi exclusivamente a la atención del culto en las iglesias y capillas  tanto en la ciudad como en los pueblos (liturgia católica). Pero yo contaba con la autorización de mi Congregación religiosa, la que tenía cabal conocimiento de todas  mis actividades y yo creía cumplir mis obligaciones como párroco, asistiendo puntualmente a sus  festividades y celebraciones. Yo mismo personalmente financiaba  la gran mayoría de estos viajes.

 Para algunos críticos, mi forma de trabajo era una clara manifestación de la "secularización" de la actividad sacerdotal y como tal la reprobaban. El obispo Juan Barros, quien finalmente me quitó el cargo de párroco, nunca llegó a entender el concepto de la "inculturación del Evangelio" y  tampoco mi forma de  trabajo en pro de las comunidades indígenas a través del IECTA.  Me veía como una persona demasiado "independiente"  y crítico. A pesar de que muchos religiosos y laicos alababan mi postura pastoral, considerándola como de un alto valor religioso y ético, otros, más tradicionalistas,  la  criticaban. Mis superiores religiosos, aunque me comprendían, no podían oponerse a las decisiones del obispo. Es él quien manda en su diócesis.  Ante la drástica decisión del obispo, optaron por un respetuoso silencio. El resultado final fue mi definitiva expulsión de la diócesis de Iquique  y mi retorno forzado (para mí un verdadero destierro) a Holanda, mi patria,  en el año 2008, después de 45 años de ininterrumpida  actividad pastoral en Chile. Esto fue el triste  fin de la gran ilusión de toda una vida. Y lo digo con un profundo dolor.  Es  una herida que no ha sanado....

11.  ¿Cuál  fue  su método preferido de  estudio de las realidades andinas?.

Algunos dirán que fue el de la "observación participante",  método  tradicionalmente aceptado en la tradición antropológica.  O sea, descripción minuciosa y detallada de lo que yo observo.  Pero esto trae consigo el grave inconveniente  de que yo solo  soy capaz de observar  una pequeña parte de la realidad, tratándose de fenómenos y situaciones que no pertenecen  a mi mundo de experiencias. Por eso  he unido a este método antropológico tradicional,  el trabajo conjunto con  un investigador andino, buen conocedor del medio. Se realiza un  intenso diálogo entre ambos autores  para aunar puntos de vista.  Varias veces he  trabajado en esta forma con andinos  al analizar un determinado fenómeno  cultural. El resultado se puede ver en varias de mis publicaciones  (V. gr.  "Señas y señaleros de la madre tierra", con Porfirio Enríquez,  publicado en Agronomía andina, Quito, Edit Abya-Yala-IECTA, 2002, 307 p., o  "El Marani de Chipukuni",  con Guillermo Cutipa, Ediciones IECTA, Iquique, 1998: 228 p.).

Este mismo interés por presentar al mundo científico occidental el pensamiento indígena, investigado por indígenas, nos indujo a  preparar, con  expertos andinos del Perú, Ecuador y Bolivia y Chile,  Simposios especiales sobre la realidad andina en varios Congresos Internacionales de Americanistas (Varsovia, Amsterdam,  Quito, La Serena). Todos estos nueve  trabajos han sido recopilados en un volumen único titulado: "La visión india: tierra, cultura, lengua, derechos humanos", Leiden (Holanda),  edit. Musiro, 1989: 505 p.). 

12. ¿Cómo visualiza Ud.  el estudio comparativo  de aspectos de la religión  y teología (cristiana) y el del mito (andino)?. ¿Es posible trazar paralelismos  que permitan  acercar ambas visiones?, ¿Hay aspectos comunes a ambas cosmovisiones?.

R.  Es una ardua tarea pero no imposible.  Tarea que recién comienza y que traerá  consigo el fructífero diálogo entre teólogos cristianos y  expertos en mitología y religión andina.  Los conceptos de mitología (entre los andinos)  y el de teología (de los cristianos) tienden  a  descubrir y hacer patente la misma realidad trascendental que es el  misterio de la Vida. Ambos constituyen  también el fundamento de la Ética, el origen y la motivación del culto (católico y andino),  y las variadas expresiones  de la propia cultura. Pero también es justificación y explicación de la actividad técnica del andino como "criador de la vida",  así como para los cristianos Dios el creador y hacedor, resume y justifica la presencia y actividad del hombre hacedor (Homo faber), gracias a lo cual nos distinguimos substancialmente del mundo animal y vegetal. En la anterior pregunta  Nº 9 hemos tratado de profundizar en este mismo tema, hoy  de gran actualidad a nuestro juicio.

(Fin de la encuesta).

Nuestra reflexión.

1.  La última respuesta de van Kessel al cuestionario precedente, nos abre a perspectivas ciertamente  muy ricas y novedosas, y  nos permite vislumbrar qué objetivos  pretendía van Kessel  alcanzar con su obra escrita, con su creación  el IECTA y su biblioteca andina especializada: crear puentes de entendimiento y comprensión entre  dos cosmovisiones distintas, dos mundos conceptuales diferentes: Occidente con su tradición judeo-cristiana y el mundo andino enriquecido por las  variadas  y notables culturas que lo poblaron.  Esta es una ardua tarea futura para  filósofos, teólogos,  sociólogos, antropólogos,  especialistas en religiones comparadas e incluso lingüistas.  Tal vez haya más de una respuesta para lograr obtener, en el futuro, una más rica y prometedora comprensión y respeto mutuo. Recién ahora se empieza a transitar por este camino lleno de promesas, pero también de escollos.

2. El tema de la ética y de la deontología comparada, es otro  interesante capítulo de análisis.  ¿De donde  surge y fluye la moral cristiana como parte esencial del comportamiento ante los demás y ante el mundo circundante?. En el contexto cristiano tenemos,  en los Evangelios,  las Bienaventuranzas y las Parábolas donde se plantea ya claramente los fundamentos de una ética y una deontología cristiana.  Pero también en los mitos andinos  se puede extraer sin dificultad enseñanzas semejantes que plasmaron y aún plasman la  moral práctica de los andinos y que se reflejan en la filosofía andina del "buen vivir"  (Sumak kawsay, Allin kawsay), Esto significa el vivir en perfecta armonía  tanto con el medio ambiente (naturaleza) como con nuestros semejantes, tan propio de sus rica cosmovisión. Especial relevancia hoy día adquieren los estudios sobre  los documentos  relativos a  los mitos y tradiciones de Huarochirí,  para el mundo cultural quechua. (Sobre este apasionante tema, véase  el trabajo pionero de Josef Estermann. "Crisis civilizatoria y vivir bien: una críticas filosófica  del modelo capitalista  desde el allin kawsay/suma qamaña andino", en POLIS, revista Latinoamericana, 2012).

3. Ética ambiental.

Del análisis de los trabajos e inquietudes  de van Kessel, brota  la necesidad imperiosa de  continuar  profundizando  en esta línea de investigación, en particular  aquella que dice relación con la ética del comportamiento humano  y la teoría de los valores.  También en relación con nuestra actitud frente al cuidado y protección del medio ambiente. Hay, por ejemplo,  toda una ética ambiental que  parece hoy día incompatible con las tecnologías aplicadas en el modelo actual de extractivismo minero, que todo lo destruye.  El pensamiento andino en esta materia  es rico y  enriquecedor.

4. Van Kessel, un visionario  o un soñador?.  Distintas versiones.

Las opiniones de van Kessel, vertidas valientemente en sus numerosas obras,  han producido reacciones diversas. Mientras unos lo consideran un visionario, un auténtico "profeta" del futuro de las relaciones entre andinos y  occidentales, otros prefieren tildarlo de utópico  y "soñador". Algunos líderes andinos chilenos han tratado de ignorarlo  ante la imposibilidad de  acallar su voz.  Pero nadie lo ha rebatido hasta ahora.

5.  La pan-andinidad, ¿ realidad posible  o  tan solo una quimera?.

 ¿No habrá en el pensamiento de van Kessel  -se pregunta más de alguno- un cierto idealismo respecto de las posibilidades reales del andino de hoy?. El andino de hoy, acuciado por sus inmediatas necesidades económicas, ¿verdaderamente siente y vive la necesidad de  unir fuerzas con sus vecinos aymaras o quechuas de Perú, Bolivia y Ecuador, en virtud de su ancestral cultura común  promovida y sustentada desde el Tawantinsuyo de los incas?. ¿O es más bien ésta una idea peregrina que nosotros, los idealistas occidentales, le estamos metiendo en la cabeza?.  En otras palabras, ¿existe todavía hoy una conciencia viva y operativa de la pan-andinidad en nuestras comunidades indígenas (aymaras, quechuas o atacameñas) tan fuertemente aculturadas, máxime en nuestro país?. ¿O es algo que nosotros los antropólogos y/o sociólogos les estamos sugiriendo o  inculcando, encandilados tal vez por nuestros estudios históricos y culturales de la época mítica del Tawantinsuyo?.  Es una pregunta que bien vale la pena hacerse hoy.  De su respuesta, depende ciertamente el futuro del IECTA, su biblioteca especializada y/o el futuro de instituciones semejantes, creadas para todo el mundo andino.

6. Incierto destino.

La tarea futura  para la directiva del IECTA es hoy inmensa si pretende realmente ser fiel al pensamiento de su fundador, Van Kessel. ¿Podrá asumirla?. ¿Están presentes las capacidades para ello?.   Nos preguntamos si  los actuales dirigentes del IECTA están hoy día en condiciones de  comprender y asumir esta gigantesca e histórica tarea. ¿Están preparados para ello?. Nos preguntamos, también,  si ellos realmente comparten plenamente estos planteamientos básicos de van Kessel. Una cosa es  el "amor platónico" por el mundo andino y sus valores, y otra, muy distinta, el hacer efectiva su pan-andinidad.  Por los antecedentes de que disponemos ha habido, en los últimos años,  una fortísima e indebida presión en pro de la "chilenización" del IECTA (en desmedro de su carácter pan-andino) y en pro de la  radicación definitiva de la obra en  alguna entidad cultural chilena (alguna Universidad u otra).

7. El obispo Monseñor Juan Barros al tiempo que suspendía la labor de van Kessel en su diócesis de Iquique,  retiró al IECTA del listado de las instituciones católicas de su diócesis y  trató, en su tiempo, de traspasar  su valioso patrimonio en beneficio de la propia diócesis. Patrimonio que van Kessel, a través de los años, había  logrado juntar, con la plena anuencia de su congregación religiosa,  para el  futuro sostenimiento autónomo de su obra.  Esto es vox populi.  Por otra parte, internamente, las apetencias  por los cargos y las rivalidades personales parecen hacer hoy difícil el entendimiento entre nacionalidades diferentes, separadas por fronteras. Así las cosas, el destino del IECTA se presenta hoy bastante incierto a pesar de los heroicos esfuerzos de su fundador por  guiar esta nave, sujeta hoy a vendavales, a seguro puerto. Hacemos votos porque así sea y se superen finalmente los malsanos nacionalismos extremos que hoy entorpecen su marcha. La voz y voto de los directores extranjeros (no chilenos) del IECTA nos parece vital en estos momentos de aparente quiebre de la institución.  ¿Qué piensan ellos?.

8.  Cualquiera sea el destino final del IECTA (Instituto para el Estudio de la Cultura y Tecnología Andina), no cabe duda alguna de  que  su fundador  Johannes van Kessel  ha marcado un hito  muy importante en las relaciones entre andinos y no andinos en los cuatro países del antiguo Tawantinsuyo  (Ecuador, Perú, Bolivia y Chile).  Su Biblioteca de Antropología Andina  (BAA) y su sistema de búsqueda es  probablemente hoy el lugar más importante en el mundo para  profundizar  en los temas y problemas del mundo andino, y en particular,   desde la perspectiva del andino mismo.  Este gigantesco esfuerzo suyo ojalá sobreviva en el tiempo para beneficio de los investigadores de nuestras naciones hermanas, herederas de una cultura común, que el Inca marcó tan fuertemente con su presencia plurisecular.

Apéndice iconográfico.


 En las ruinas de Machu Picchu  con  actores andinos.

 Compartiendo con  un yatiri el rito de la hoja de coca.
En la mesa familiar.