La historia "maestra de vida" ayuda a entender el presente.
Para poder entender mejor lo que está ocurriendo hoy día en Europa ante la
amenaza de la Jihad o "Guerra
santa", proclamada por el Estado Islámico
(El) contra los países de Europa occidental, juzgamos que es del todo
necesario recordar y traer a la memoria la accidentada historia de la región. Se dice con mucha
razón que la historia es "magistra vitae" (maestra de la vida), por las ricas
enseñanzas que contiene. El ser de
"hoy" de una región o comarca, no se entenderá jamás correctamente si
no profundizamos en su "ayer"
y aún en su "anteayer". Es algo que los políticos, los sociólogos o los economistas de hoy suelen desconocer a veces al tomar sus decisiones.
Ya lo decía con su característica sagacidad el filósofo Ortega y Gasset en
alguna de sus obras. El "hoy"
no puede desligarse de su "ayer", de su pasado. Este pervive de
alguna manera en la actualidad, al modo como el ADN genético de una familia
pervive a través de muchísimas generaciones.
Hemos meditado sobre la matanza de París.
En un capítulo anterior de este blog, hemos meditado en torno al sentido, enseñanza o
moraleja que nos deja el cruento y doloroso episodio del asesinato a
mansalva de la mayoría de los miembros de la redacción del diario satírico
francés Charlie Hebdo, en la ciudad de París.
¿Cómo entender lo que hoy ocurre en Europa?.
En los párrafos que siguen, trataremos de echar una
mirada a este fenómeno desde el punto de
vista del pasado, con los ojos de
un antropólogo cultural y social
tratando de entenderlo y
examinarlo, en lo posible sin las
anteojeras propias de un creyente, sino con la mirada del historiador honesto que aporta datos,
cifras y detalles tomados de la realidad.
Observamos una confusión enorme a nuestro alrededor al respecto, que quisiéramos contribuir a iluminar con nuestro
granito de arena en un tema como éste, harto espinudo, complejo y de múltiples
aristas. No somos ciertamente poseedores de la verdad (no somos dioses), pero
creemos que podemos decir algo al respecto. Más aún, creemos que debemos
señalar posibles peligros y riesgos.
Consideraciones históricas y antropológicas. Remontándonos al pasado
remoto.
1. Los pueblos de la tierra
han tenido, a lo largo de la historia,
diferentes concepciones sobre
Dios y sobre el mundo. Muchos factores han intervenido en ello a medida que el
ser humano iba reflexionando sobre el mundo que lo rodeaba, sobre sí mismo, su
origen y su destino; sobre el sentido de
la vida y, sobre todo, de la muerte, momento que sobrecogía y perturbaba al
hombre primitivo. La evolución del
sentimiento religioso y sus formas de expresión han sido muy diversas. Entre
nosotros, Martin Gusinde (1886-1969), el genial etnólogo alemán que trabajó
entre los aborígenes del extremo sur de Chile y la Argentina en su monumental obra Die Feuerland Indianer (Los Indígenas de Tierra del Fuego) prueba
que todos estos grupos, por más
primitivos que aparentemente fueran, con lenguas y concepciones del mundo
parcialmente distintas, poseían siempre un acentuado y profundo sentimiento religioso, expresado
de muchas maneras.
2. Según los antropólogos, todos los pueblos de la tierra han tenido fe o han creído (que viene a ser lo mismo) en
una o varias divinidades que presidían y /o controlaban su vida, hasta en los menores detalles, en especial en
el trance de la muerte. Los ritos funerarios son muy antiguos en la humanidad y
sabemos hoy que se remontan al más
remoto período paleolítico. Decenas de miles de años atrás ya se presentan en
el registro arqueológico. Nunca hubo pueblos propiamente "ateos" (=
sin dioses), de que se tenga noticia a través de la Etnología comparada y de la
Antropología cultural mundial. Históricamente, este sentido de lo religioso de
un animismo inicial propio del período tribal, la humanidad fue lentamente evolucionando a formas variadas de un panteísmo (Egipto, Fenicia,
Grecia, Roma). Más tarde
aparecieron las primeras religiones
monoteístas (es decir, que creen en un
solo Dios), entre ellas el Judaísmo (en el primer milenio A.C.), el Cristianismo (al inicio de nuestra
era cristiana, hace 2.000 años) y varios siglos más tarde, recién en el siglo
VI D.C., el Islam proclamado y difundido en Oriente por el profeta Mahoma (Nace en La Meca, 570 - Muere en Medina el año 632 D.C.).
3. De acuerdo a la arqueología, cuando a partir del período Neolítico
(10.000-12.000 A.C) empiezan las
antiguas bandas nómades de cazadores-recolectores a constituir las primeras
aldeas sedentarias a orillas del Mar Báltico, se inicia en Europa el contacto
asiduo y la co-existencia obligada entre diversas formas de vida, y, por ende
también, el contacto entre grupos
humanos de ritos
y creencias diferentes. La aparición de las primeras ciudades y los primeros Estados, hacia los
5.000-6.000 A.C. en el Viejo Mundo
(Turquía, Siria, Israel, Irak,
Irán), propicia, fomenta e intensifica el encuentro entre distintos
credos y creencias, facilitado por las expediciones de
conquista, el rapto de numerosos rehenes y cautivos, la práctica común de la
esclavitud y el consiguiente establecimiento a sangre y fuego de los primeros Reinos e Imperios.
4. En el Viejo Mundo,
las costas del Mar Mediterráneo son
testigo fiel de la expansión marítima de fenicios y griegos por
intereses y tratos comerciales los que junto con establecer colonias
permanentes en Italia, Galia, Hispania
y Norte de África, transmiten, igualmente sus creencias, sus dioses, cultos,
sus ritos, su arte y su arquitectura; en una palabra, parte significativa de su
cultura. Ricas y populosas colonias fenicias se instalan en las costas de
Francia, Cataluña, España, Córcega, Cerdeña y Las Islas Baleares hasta las mismas Columnas de Hércules
(Gibraltar) desde los 1.200 A.C. Es el
período en que sus dioses, sus ritos y
creencias penetran firmemente y se insertan
en las costas mediterráneas de la actual Europa junto con los granos, el
vino, el aceite de oliva, las telas
finas, cerámica fina, variadas mercancías, o las joyas y variados utensilios que traen del oriente (o de la
milenaria China) en sus galeras a
remeros.
Los griegos, de tradición geográfica insular, continuarán esta misma tradición
comercial llevando consigo, sus telas,
sus ánforas de vino o aceite de oliva, pero también sus estatuillas e ídolos,
sus grandiosos edificios a los dioses y sus ritos a las divinidades del monte
Olimpo.
5. La Europa mediterránea es así literalmente
"bombardeada" con esta penetración que es a la vez étnica, económica, comercial
y religiosa, desde más de mil años antes
de que Pablo, Lucas, Timoteo, Tito y sus
discípulos iniciaran la evangelización cristiana de las costas de Siria, Turquía, Líbano,
Italia, Chipre, Grecia, Malta, España ó Francia. El apóstol San Pablo
-recordémoslo bien - hablándoles en griego, alabará en Atenas
a los atenienses elogiándolos por la gran religiosidad que
manifiestan al erigir, junto a sus propios dioses,
un altar "al Dios desconocido", divinidad que les dice
él viene a darles a conocer con el nombre de Jesús, el "Ungido"
de Jahveh.
6. Entre los siglos
III y V D.C. ocurre la lenta descomposición del imperio
romano a causa de las interminables guerras civiles intestinas, con el consiguiente debilitamiento de sus
fronteras y aparecerán y penetrarán poco a poco en Europa las hordas de bárbaros venidos de las mesetas
orientales: los godos (ostrogodos y
visigodos), francos, suevos, burgundios, anglos, sajones, vándalos, hunos, frisones, alanos y alamanes. El rey de
los hunos, Atila, fue el más famoso
entre los caudillos de tales pueblos bárbaros, por sus extensas conquistas y, a
la vez, el peor enemigo del por
entonces ya muy debilitado y dividido
Imperio Romano, entre Oriente y Occidente. En su gran mayoría, estos bárbaros
asentados en los territorios del antiguo imperio romano adoptaron las
costumbres romanas y su idioma (el latín), idioma que dará origen a las lenguas romances del
presente (castellano, portugués, gallego, francés, catalán, reto-romano,
rumano).
7. Gran parte de ellos se convierte finalmente al
Cristianismo, como en el caso sintomático del rey franco Clodoveo, que se hace
bautizar como cristiano, con 3.000 de sus guerreros y vasallos. Era ésta una
época -como en toda la Edad Media
siguiente- en que se ponía en práctica,
de facto, la fórmula religiosa acomodaticia que quedará bien expresada bastante más
tarde en el adagio latino "cuius
regio eius religio". esto es, "de quien es la región, es también la
religión" (adoptada oficialmente
en la Confesión de Augsburg en 1555). O
sea, en buen romance, el pueblo debe adoptar por necesidad la religión de su
gobernante. ¿Por agradarle?, ¿por no
provocarle? ¿ por obtener de él granjerías
y ventajas?; ¿o por la necesidad de una
obediencia política?
Seguramente, por todo eso y
mucho más.
La invasión de los árabes a partir del siglo VIII D.C.
8. Lo que queremos recalcar con este recuento somero de una historia
multisecular, es que hoy no es la
primera vez que Europa recibe potentes oleadas de inmigrantes (muchas decenas
de miles) en su seno. Europa ha conocido
en su historia milenaria, múltiples
embestidas de grupos humanos que, escapando de las condiciones a veces climáticas
(sequías y sus consiguientes hambrunas), a veces políticas (persecuciones)
desde las llanuras del Este o las fronteras naturales del sur, rebasan
sus límites y terminan por asentarse en los territorios, débilmente poblados por entonces, de la Europa
occidental, máxime en sus regiones septentrionales. En el año 711 los
sarracenos de religión musulmana penetran en Europa, procedentes del norte de
África, atravesando en sus naves las
columnas de Hércules (Gibraltar). España, la vieja Hispania romana, es conquistada casi en su totalidad,
librándose sólo los pequeños reinos de los Pirineos donde resisten los bravos
vascos y navarros ocultos en sus bosques
milenarios.
9. La resistencia de los reinos cristianos.
Los numerosos pequeños reinos o principados de la Península ibérica, enfrascados en sus
disputas familiares o territoriales, caen uno en pos del otro en manos del invasor, incapaces de ofrecer
una resistencia organizada al monarca musulmán. Sólo logran ser detenidos en su
avance arrollador hacia el Norte, en
Francia, en la batalla de Poitiers (cerca de Tours), a manos del capitán de los
francos Carlos Martel. La batalla tiene lugar
cerca de Tours, el 10 de octubre del año 732. Éste, cansado de las
continuas correrías sangrientas de los
sarracenos en busca de botín, ofrece batalla al ejército sarraceno capitaneado
por el gobernador de Andalucía Abderrahman ibn Abdullah Al Gafiri, dándole
muerte. Así comienza la retirada sarracena y la lenta recuperación del territorio perdido en el sur de Francia y
norte y centro de España.
10. Fin del avance
musulmán en Europa.
Esta batalla logró
impedir y frenar el avance hacia
el Norte de las tropas musulmanas, asentadas ya firmemente en España. Este
acontecimiento es considerado de vital importancia histórica para Europa, pues
impidió el avance del Islam y
permitió la preservación del
Cristianismo en las antiguas
provincias romanas de Hispania y Galia.
La historia plurisecular de la penetración sarracena en Europa termina con la
conquista final del bastión de Granada, por parte de los Reyes Católicos
Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, en el año 1492, el mismo año del
descubrimiento de América por el
navegante catalán Cristóbal Colom (Colón para los españoles).
El avance del Islam hoy sobre Europa.
Hoy la historia es algo bastante diferente. No hay ejércitos
organizados ni líderes carismáticos, ni cruentas batallas. No hay voluntad de
pillaje o despojo. Ha sido, sin
embargo, una penetración lenta, pero constante, de infinitas familias
individuales, iniciada en Francia desde
principios del siglo XX o aún antes, por obreros árabes musulmanes muy pobres
del Norte de Africa, originarios de las ocho colonias francesas. Después del
término de la II Guerra Mundial,
legiones de inmigrantes árabes procedentes principalmente de Turquía llegarán por el
Este a Alemania, Austria, Bélgica y Holanda, a engrosar la fuerza de trabajo de
estos países. España, en su frágil frontera marítima meridional no logra
impedir el paso de migrantes africanos, en su inmensa mayoría musulmanes, que
buscan desesperadamente trabajo y paz. Proceden
de sus antiguas colonias de Marruecos Español, Sahara Occidental, Ifni y
Guinea Occidental. En frágiles embarcaciones y con cierto dominio del idioma
español, perforan fácilmente las barreras
fronterizas de un brazo de mar, alcanzando la península en la zona de
Gibraltar. ¿Qué tienen todos ellos en común?. Solo dos cosas. a) su fe en el Islam, en Mahoma su
profeta y su fidelidad al libro sagrado
"El Corán", y b) su lengua árabe
compartida desde Irak hasta
Marruecos Español o Mauritania.
Una cierta similitud.
La rápida difusión
del Islam a partir de Mahoma (siglo VI
D.C.) tiene como vehículo esencial la
lengua árabe en la que ha sido escrito el Corán por Mahoma, tal como el quechua fue el
vehículo de la expansión del Tahuantinsuyo de los Incas y en este mismo idioma
se difunden los mitos y leyendas, base de sus creencias. En este sentido, la expansión del Califato árabe se asemeja en no
pocos aspectos a la expansión Inca en
los Andes de la América del Sur. Mientras el primero pregona la adopción del
dios Alah y su profeta Mahoma, el segundo fomenta y exige la aceptación obligada del dios Inti y sus rituales entre los
pueblos vencidos subyugados. Religión y
poder político van de la mano en ambos casos.
El resultado no esperado
del colonialismo europeo.
Los inmigrantes pobres que llegan a Francia desde fines del siglo XIX en gran número,
proceden de los extensos territorios coloniales que Francia tuvo en Africa (Afrique Occidentale Francaise), a saber: Mauritania, Argelia, Senegal, Sudán
Francés (hoy Mali), Guinea, Costa de Marfil, Níger, Alto Volta (hoy Burkina
Faso) y Dahomey ( hoy Benin). No debemos
olvidar que la penetración francesa -al igual que la española y portuguesa- en
África se inicia muy tempranamente en las costas a través de factorías
comerciales que se implantan en sus costas occidentales ya a partir del siglo XVII de las que obtiene
pingües ganancias. Y con sus enseres
básicos y su escasa vestimenta, llegan con sus creencias, sus ritos y su
religión. No podía ser de otra manera.
Inestabilidad política generalizada en países árabes de medio Oriente.
La guerra en el cercano Oriente contra el Estado islámico (EI) y los
talibanes ha provocado una situación política y social de peligrosa
inestabilidad que hoy reina en Pakistán, Afganistán y Siria y aún el Líbano.
Siria es hoy día un polvorín, del que están escapando decenas de miles de personas que buscan una vida mejor. Los combates contra
el Estado islámico y los talibanes, y la lucha entre árabes Sunitas y Chiítas y, por otra parte, el intento de los kurdos por recuperar su
libertad como nación, han convertido esa
amplia zona en un sangriento polvorín. Cuando se escucha a los sirios que han huido a Europa occidental su triste historia, se comprende bien la
razón de su fuga, del abandono total de
sus bienes por acceder a la libertad.
¿Qué puede ocurrir en
Europa en un corto lapso de tiempo?.
¡Cómo quisiéramos ser profetas para predecir eficazmente el
futuro!. Sin embargo, hay algunas
sugerencias y atisbos que se puede intuir en este proceso de efectiva, ràpida y real islamización de la vieja Europa.
1. Se calcula ya en unos 25-27 millones los migrantes de
religión musulmana que viven en países de Europa. Su número y porcentaje irá en
rápido aumento a causa de la migración masiva, siempre creciente, hacia los
países de Europa. Pero también, por razón de su elevada tasa de crecimiento que
triplica a lo menos la de los grupos originarios de esos países. Éstos, tienen
hoy muchos menos hijos; cada vez menos.
2. Los migrantes se concentran hoy en muy pocos países de la
Unión Europea: España, Francia, Inglaterra, Alemania, Austria, Bélgica, Holanda, Suiza) :
nadie emigra hacia los países del Este de Europa, sólo al Oeste. Poquísimos, se van a la península de los
Balcanes o Grecia, a pesar de su mucho mayor cercanía geográfica. ¿Qué buscan?. Estabilidad política y, sobre todo, seguridad económica. Prefieren por lo tanto
los países ricos y los que presentan una gran estabilidad política.
3. Por lo que se sabe, raro es el musulmán que se convierte
al Cristianismo europeo. En caso de conversión, pasarían ellos a ser, a los
ojos de sus semejantes, verdaderos parias de su raza y cultura. Lo que trae
como corolario obligado el que en la Europa de hoy aumentan mucho más
rápidamente los musulmanes que los cristianos. Mientras Europa se
descristianiza velozmente, ésta se islamiza. Las estadísticas son elocuentes.
Ningún otro credo religioso entra aquí en juego para poder establecer un cierto equilibrio
(v.gr. religiones de China o de
la India: Budismo o Taoísmo).
4. En todos los
países donde se asientan familias musulmanas, no tardan en aparecer
sus templos, las mezquitas y sus predicadores. Se dice que sólo en
Francia existen hoy más de 2.000
mezquitas, mientras el número de
templos católicos disminuye, se cierran
al público por falta de fieles, o aún se ponen a la venta. Realidad innegable
hoy día en países como España, Francia, Bélgica
e Italia.
5. El Corán, a pesar de que
el tema sea debatido hoy en
círculos religiosos, en muchas de sus
suras (versículos) alienta y pregona abiertamente la lucha contra el "enemigo", que en este caso
ciertamente, no es otro que el cristiano, tal como ocurriera en tiempos de las
Cruzadas contra el Califato. Decenas de
suras pregonan y exigen, con términos
muy violentos, la lucha armada contra
dicho "enemigo". Y así lo han interpretado ad litteram tanto el Estado Islámico como los talibanes en su
lucha contra Occidente (para ellos presuntamente "cristiano"). El
"enemigo" es el mismo para ellos, aunque el mundo europeo occidental hodierno tenga
ya, a la verdad, muy poco de cristiano.
Pero sigue siendo "cristiano" desde el punto de vista histórico y
fundacional. Para los grupos islámicos más radicales, sigue aún visible de una
manera u otra, la "impronta" cristiana de origen,
el "sello" del Cristianismo y de la Cruz, su enemigo ancestral.
Europa a partir del emperador Constantino inició un largo y accidentado
período de paulatina cristianización,
precedido del bautismo de sus líderes o
jefes. El mundo islámico de hoy no hace la
distinción fina que hacemos nosotros
hoy entre el ayer histórico y el hoy convulsionado y revuelto. Entre un
mundo cristiano (Edad Media) y un mundo postmoderno, totalmente laico, donde
los valores cristianos han dejado hace ya rato de permear sus respectivos
estados, naciones y sus legislaciones de signo laico, cuando no abiertamente
anti-cristiano.
6. Igualmente, en todos los países donde los musulmanes llegan a ser
muy numerosos, tienden a establecer
rápidamente sus propias escuelas donde se enseña su lengua, su tradiciones, su
cultura y su religión; en una palabra,
su modo de vida, muy diferente (y a veces diametralmente opuesto) a aquel del país donde se encuentran. Donde
llegan a ser numerosos, tienden a formar siempre verdaderos ghettos geográficos, barrios cada
vez más enclaustrados, donde viven
juntos, se educan juntos, hablan entre sí el árabe y veneran juntos en sus mezquitas a Alah y a
Mahoma su profeta. Es decir, trasladan literalmente el modo de vivir en su
patria, al país que les ha acogido. Este segregacionismo tanto geográfico como
cultural y religioso, es desde el punto de vista de la convivencia social y religiosa, un peligro
latente. Llega a ser, así, un fácil caldo de cultivo para facciones religiosas extremistas, que
reclutan allí, entre los sin casa, desadaptados, descontentos o cesantes,
numerosos adeptos, candidatos ideales para el Estado Islámico o Al Kaeda. Es lo
que ha ocurrido en Bélgica, Francia y otros países de Europa. No cabe duda de
que esta segregación -expresamente
pretendida o solo accidentalmente conseguida- constituye una zona fácil de
fricciones interétnicas y religiosas y, por lo que nos dicta la experiencia, un
polvorín en ciernes. Que no es esto mera especulación o conjetura nuestra, lo demuestra lo
que ya está ocurriendo hoy, a diario, en Francia, Bélgica, Holanda, o Alemania,
entre otros países de Europa occidental, donde se han asilado no pocos
terroristas musulmanes, dotados ya, por nacimiento, de la respectiva ciudadanía
europea.
¿Qué hacer en estos casos?.
1. La receta ciertamente no está en seguir los
planteamientos de un Donald Trump, el estridente magnate estadounidense,
candidato republicano a la presidencia de su país, quien ha afirmado
categóricamente que cerrará la puerta a todos los musulmanes. Tales
restricciones atentan contra la libertad y solo alimentan actitudes abiertamente pro-nazis, las que ya alzan sus
airadas voces en algunos países con las consecuencias de incendios y masacres
que hemos visto en algunos países.
2. El error reside, en nuestra opinión, en no haber sabido
poner condiciones mucho más férreas a
los inmigrantes. El error ha sido abrir
"la puerta ancha" a toda clase de migración, so pretexto de la
urgente necesidad de mano de obra, sin mediar condición alguna. Lo primero, es
saber quién entra y con qué fines. Lo segundo, es cerciorarse de que el
migrante quiera realmente vivir, en todo, como los demás miembros del país que
lo acoge y no enclaustrarse en un ghetto. Lo tercero, es que todo migrante
debería ser obligado a estudiar y conocer a fondo la lengua, la historia y las
tradiciones del país que le acoge. Lo que supone que el país receptor impone al
migrante un período de seguimiento obligatorio, con personal
altamente capacitado, de cursos
especiales de "capacitación migratoria" (en lengua, cultura,
historia, geografía y tradiciones
patrias), tanto para niños como para adultos.
3. Otra fuente cierta de
error ha sido "la escala", es decir, el porcentaje o la
cantidad de migrantes que un país puede
adoptar durante un cierto período de tiempo, sin menoscabar, afectar ni causar daño irreparable a su propia
"identidad nacional". Si partimos de la premisa de que los hijos de
musulmanes serán también musulmanes (como lo prueba sin discusión la experiencia europea) y conservarán la lengua de sus padres (el árabe), tal como lo hicieran en el pasado los
judíos emigrados que conservaron el hebreo y su religión, es evidente que con
el correr del tiempo, su "cultura"
será idéntica a la del país de origen; llegan así a constituir "un
estado dentro del estado". Su
habitat en tierra extraña (su ghetto)
será en este caso sirio, libio, afgano,
pakistaní, marroquí o turco, en todas sus manifestaciones (coros, oraciones,
ritos, fiestas, bailes, etc.). La "cultura" adquirida no será la
alemana, francesa, flamenca o española del país de adopción, sino la propia
traída a hurtadillas del país de origen. Y la tendencia a la formación de
ghettos cerrados, social, económica y
culturalmente, será en la práctica, inevitable.
Todo ghetto es una bomba de tiempo social y cultural: un desafío abierto
a la identidad nacional. Y es lo que hoy está ocurriendo en varios países de Europa.
4. "Donde
fueres, haz lo que vieres", reza el antiquísimo adagio castellano. Es éste un llamado a asemejarse al modo de
vivir del país que te acoge, no solo
para no llamar la atención, sino como un gesto de respeto hacia los miembros
del país de adopción al que llegas o, mejor aún, una expresión del querer
realmente insertarse como migrante. Este
antiguo proverbio latino de origen medieval:
"si fueris Romae, romano
vivito more; si fueris alibi, vivito sicut ibi" existe también en inglés: "When in Rome, do as the Romans
do" y encierra una profunda lección de respeto y educación, de anhelo de
una auténtica y verdadera adaptación en
una tierra extraña.
7. El antropólogo social o cultural que va a
tierras ignotas, imbuido en las lecciones de maestros como Malinowsky o un
Radcliffe Brown sabe muy bien que el
primer paso que debe dar el investigador de una cultura exótica, diferente a la propia, es tratar de
vivir como el otro, imitando sus modos de vida, empezando por el aprendizaje y dominio de
su lengua. Es una manera de congraciarse con el miembro de otra cultura,
reconociendo implícitamente la validez de sus tradiciones, sus valores. Y, por
el contrario, el que persiste en ser diferente y mostrarse siempre diferente
(en su hablar, vestir, comer o divertirse), en la práctica demuestra arrogancia
y (aunque no lo pretenda) está despreciando al otro y su cultura y así lo
siente y experimenta este último.
8. Recurramos a nuestra experiencia diaria. ¿Acaso no nos
molesta el que los pakistaníes e iraníes que viven en Iquique (donde resido),
usen continuamente su vestimenta
tradicional, tanto ellos como ellas
y aún sus niños pequeños, y desenfadadamente hablen entre ellos el
árabe, en voz alta, como es su hábito,
ante nosotros los chilenos?. Ciertamente lo consideramos una falta de
tino, una falta de respeto; en una palabra, un desatino, cuando no, un velado
insulto. El que mantengan sus costumbres
y su lengua en su casa, entre ellos, o en sus fiestas de tipo étnico, bien. Es comprensible y hasta es laudable. Pero en la vía pública, compórtense como el
resto de los chilenos, viviendo como ellos. Es una forma concreta de asimilarse,
asemejarse, de querer llevarse bien con la mayoría. En este sentido, la
reciente legislación francesa que pretende obligar a la mujer musulmana a
vestir a la usanza nacional, dejando de lado
el uso del hiyad o burka
(velo que oculta gran parte del rostro) y la falda larga tradicional de
su país de origen, adquiere plena validez. Porque su uso común no solo tiene para ellas un
sentido únicamente religioso, sino mucho más, un sentido étnico y confesional, símbolo patente de pertenencia
y adhesión a "otra" comunidad humana, dotada de "otros"
valores, considerados por cierto como superiores. Para el musulmán es símbolo de su pertenencia
y adhesión a otro grupo lingüístico y confesional: su religión se expresa y
simboliza en su vestimenta, recatada y discreta. El musulmán que deserta de la burka o deja de
hablar el árabe, es considerado, de
hecho en su comunidad, un
"paria" de su raza y cultura.
No es éste el caso para el turista que está de paso.
El adagio citado más arriba: "donde fueres, haz lo que
vieres", no rige obviamente para el turista que está de paso, sino tan
solo para el migrante, el residente, máxime para aquél que pretende buscar un
nuevo y definitivo hogar en tierra
extraña. El olvido de esta simple norma elemental, es causa
de roces, conflictos y disensiones que pueden terminar en muertes o en
auténticas "batallas tribales" como se ha visto en Alemania,
atizadas por el espíritu nazi que no ha
muerto.
Conclusiones.
1. Estamos, al parecer,
frente a dos posiciones
extremas: o se acepta la llegada
indiscriminada de inmigrantes que traen consigo su lengua, su cultura,
su tradición y sus costumbres, sin
pedirles nada a cambio (globalización), o
se restringe su ingreso y se pone trabas y condiciones, para
salvaguardar y defender, como un bien
supremo, la identidad nacional
(auto-identificación nacionalista). No parece fácil armonizar estas tendencias,
aparentemente tan opuestas y divergentes.
2. La globalización acepta sin discusión el tránsito y libre movilidad de personas, culturas y bienes entre las naciones, sin restricción de
ninguna clase, mientras que el
proteccionismo cultural so capa de defensa de la identidad nacional o auto-identificación,
quiere refrenar y dosificar tal libertad,
en aras de la defensa de los valores nacionales, que son intransables.
¿Es ésta una antinomia real o caben matices?. ¿Qué pensar al respecto a la luz
de los recientes hechos ocurridos en Europa?. ¿El triunfo reciente del Brexit
en Gran Bretaña, nos da alguna luz al respecto?. Extrañamente, esta
islamización o su peligro, ha inducido a
muchos votantes ingleses a favorecer el
Brexit, es decir, su salida de la Unión Europea
para poder mejor- según dicen- proteger sus fronteras.
3. Una mirada al Corán
tal vez nos dé la clave.
Escojo una de las suras del Corán que exalta muy claramente la guerra santa (la Jihad) contra los infieles:
Sura 9: 29-31
“¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura no
creen en Dios ni en el último Día, ni prohíben lo que Dios y Su Enviado han
prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el
tributo directamente!. Los judíos dicen: Uzayr es el hijo de Dios. Y los cristianos
dicen: El Ungido es el hijo de Dios. Eso es lo que dicen de palabra. Remedan lo
que ya antes habían dicho los infieles. ¡Que Dios les maldiga! ¡Cómo pueden ser
tan desviados! Han tomado a sus doctores y a sus monjes, así como al Ungido,
hijo de María, como señores, en lugar de tomar a Dios, cuando las órdenes que
habían recibido no eran sino de servir a un Dios Uno. ¡No hay más Dios que Él!
¡Está por encima de lo que le asocian!”
Es cierto -y hay que destacarlo- que hay una facción más
espiritualista del Islam que señala que estas
durísimas frases de su libro sagrado han de entenderse sólo en sentido
figurado. Pero hay otras -el caso de los Talibanes y el
Estado Islámico-, que lo estiman
una orden perentoria de Alah y por ella están dispuestos a sacrificar sus vidas. Lo hemos visto en los
últimos atentados. No han dudado en portar en sus cuerpos una bomba en lugares
donde acuden en gran número los
"infieles". ¡Lo han tomado, por desgracia, al pie de la letra!.
A los líderes espirituales islámicos de hoy toca ahora explicar
claramente su significado y desvirtuar las interpretaciones erróneas
que conducen al odio y a la guerra
fratricida.
La gran incógnita que para nosotros queda latente o subyacente es llegar a saber con certeza si las mezquitas -centro de adoración a Alah de la comunidad islámica- constituyen un caldo de cultivo de este aislacionismo cultural, y social y religioso (xenofóbico) o, por el contrario, constituyen la herramienta fundamental para una integración progresiva a la nueva sociedad que los acoge. Alguien conoce algún estudio profundo de la función real que ejercen hoy en los países de Europa las mezquitas y sus predicadores o "imanes"?. ¿O de la posible relación entre la enseñanza del Islam y el comportamiento de muchos inadaptados sociales que se convierten en "suicidas", matando "cristianos" ( como proclaman) en lugares públicos, por orden de Alah?.
No deja de ser muy sintomático, a este respecto, lo que algunos líderes europeos actuales considerados nazis o "de derecha"- están demandando hoy con fuerza creciente: la prohibición de ingreso a los musulmanes o el cierre de sus mezquitas o, al menos, la prohibición del uso de la burka en la vestimenta femenina. El proceso del "Brexit" reciente en el Reino Unido, desligándose de la Unión Europea y su destino común, o la negativa de Bulgaria y otros países para recibir cuotas de inmigrantes sirios o africanos, de religión islámica, claramente tendría que ver con este tema. El Reino Unido no quiso acatar ciertas decisiones de la Unión Europea "por cuidar y defender sus fronteras".¿De quién? y ¿por qué?. La respuesta nos parece evidente.
El problema es hoy muy actual y a la vez candente, pues la inestabilidad política y económica de varios países orientales, de predominante religión musulmana, (Siria, Pakistán, Irak, Irán, o Libia y varias otras naciones del Norte de Africa) seguirá alimentando una migración incesante a través de Turquía y Grecia, o a través de las azarosas aguas del Mediterráneo, que siguen cobrando la vida de miles de víctimas inocentes.