viernes, 23 de mayo de 2008

Isaiah Bowman: un enamorado del desierto

Nos hemos propuesto, a partir del enfoque eco- antropológico de este Blog, rescatar del olvido a investigadores del pasado que se distinguieron por su constante preocupación de relacionar paisajes geográficos y recursos, con actividades humanas, validando el escenario geográfico como morada del hombre. Uno de los grandes que tuvimos la fortuna de tener en nuestro suelo patrio, recorriendo palmo a palmo el desierto del Norte, fue el geógrafo norteamericano Isaiah Bowman (1878, Waterloo, Ontario; 1950, Baltimore). Bowman es poco conocido por los antropólogos y arqueólogos. A veces se le cita, en forma genérica y vaga, pero muy pocos colegas se han tomado el trabajo de escudriñar sus escritos, en busca de referencias y perspicaces observaciones, fruto de su contacto directo con el desierto. Fue Director de la American Geographical Society (1915-35) y tomó parte activa como investigador geógrafo en expediciones de la Universidad de Yale y la American Geographical Society a Sudamérica (años 1907, 1911 y 1913) , incluyendo la famosa dirigida por Hiram Bingham, el descubridor de Machu Picchu (1911).

Sus obras nos muestran la maestría de sus observaciones de campo, su respeto por el accionar humano, cualquiera fuera su forma, en el ambiente inhóspito del desierto peruano o norte-chileno. Y hasta hoy son un venero de informaciones de primera mano sobre la vida y actividad en el desierto. Porque nada escapa a sus ojos. Como geógrafo humano de sólida formación, describe magistralmente lo que ve y llega a enamorarse del desierto más arido del mundo. Sus observaciones rezuman afecto, acuciosidad y respeto por el hombre. Aunque no lo diga expresamente, es obvio que debió llevar un cuidadoso Diario de Campo, único modo de retener tanto detalle que nos transmite fielmente. Escribió obras de gran valor geográfico y entre ellas, destacan especialmente las dedicadas a América del Sur, área que recorrió en al menos tres grandes expericiones de largo aliento.

Sus obras relativas a nuestra zona son principalmente tres: la primera: South America (1915); la segunda, The Andes of Southern Peru. Geographical Reconnaissance along the Seventy-third Meridian (1916), publicada por la American Geographical Society, y la tercera, Desert Trails of Atacama (1924) publicada por la misma Sociedad científica (Special Publications Nº 5, pp. 1-362).

En esta última, de especial interés para nuestros estudios, describe minuciosamente, y con ribetes de gracejo y simpatía sus andanzas por el Norte de Chile, desde Copiapó a Arica. Todo le interesa: desde los problemas de abastecimiento de agua y las características del clima, hasta los terremotos las inundaciones, la política contingente local, la flora y la fauna, o modos de vida y preferencias de sus habitantes. Es un geógrafo de la vieja escuela: cuando los paisajes había que recorrerlos y describirlos uno a uno, durante meses de soportar fríos e incontables fatigas, y cuando interesaba -mucho más que ahora- rescatar, percibir y analizar las opiniones de la gente sobre su propio territorio . Porque al leerlo, uno no sabe con precisión si estamos ante un historiador y fotógrafo, ante un etnógrafo o antropólogo, o ante un mineralogista o un geólogo de campo. Tanta es la amplitud de sus conocimientos y su notable capacidad de análisis.

La descripción minuciosa y el análisis certero, delatan al científico consumado.Es un geógrafo para el que el diario de campo, la capacidad de observación y el talento descriptivo eran las mejores herramientas de trabajo. Hoy día, cuando el publicar trabajos en revistas ISI, sujetas a parámetros muy estrictos, es lo único que es considerado válido para hacer ciencia, y cuando la "descripción fina" es tildada de herramienta de ropavejero, Bowman, al igual que no pocos naturalistas del pasado reciente, habría quedado fatalmente descartado. Más aún, cuando el autor se solaza en escribir en un elegante inglés, digno de un distinguido novelista de época.

Estas obras son el fruto de años de labor de campo, realizada en muchos meses de penosos viajes en mula, a caballo o en carreta. Todas muestran un interés y curiosidad muy vivos por el desierto, sus habitantes y sus recursos, así como por sus asombrosos modos de vida. Colorea todo lo que relata con su propias experiencias de viaje, que se convierten en los mejores argumentos en pro de su verosimilitud y precisión.

Tenemos pues el honor de rescatar en este Blog, dedicado a la eco-antropología, algunos fragmentos de este insigne maestro y eximio conocedor del desierto norte-chileno como tal vez nadie en su época. Nos recuerda no pocas veces a un Rodulfo Amando Philippi o a un Alejandro Bertrand, cuando nos describen con delicadeza, respeto y finura, las escenas o peripecias del desierto. Pero el ojo avizor de Bowman penetra más hondamente que el de aquellos. Profundidad y hondura que le otorga su sólida formación geográfica. Hombre y paisaje se unen en él en forma inseparable e incomparable.

Iremos avanzando, en varios capítulos y paso a paso, en este análisis eco-antropológico que nos regala el ojo geográfico de Bowman.

1. Confiesa en el Prólogo a su obra sobre Atacama su admiración por el desierto, señalando que esta es la parte de Sudamérica que más le ha atraído (it has more strongly attracted me than any other part of South America) .

2. En seguida nos asombra el gran número de fotografías que ilustran la obra, 117 en total, incluidos varios mapas y croquis. Sus excelentes fotografías, ellas solas, constituyen un valioso álbum iconográfico. Cada fotografía ilustra un aspecto significativo del paisaje desértico. Cada una es un commovedor "recuerdo del pasado". Es como si Bowman hubiera querido, concientemente, rescatar, antes de su desaparición definitiva, un rasgo, un elemento cultural moribundo del escenario geográfico, o de la actividad humana captada en cada lugar. Bowman es un geógrafo humano al que no escapan, sin embargo, los detalles y minucias relativas al clima, la flora, la minería local, la situación política del momento o los atisbos y predicciones sobre el futuro. Es decir, le atrae el paisaje"humanizado" y transformado por la presencia del hombre.

3. El tema de la sequedad del desierto y de los eventos de lluvia, le apasiona. Y nos entrega valiosas referencias sobre fechas, horario y lugares de su registro. Tanto le sorprende este tema, que dedica un capítulo especial (Capítulo III) al análisis de la lluvia en le desierto ("Rainfall of the desert").

4. Le intriga el conocer cómo los cateadores de minas o lo viajeros se surtían de agua y forraje en el desierto, elementos vitales para una larga travesía; no pocas de sus ilustraciones se refieren a estos tópicos, tan propios de la vida en el desierto. Entre otras cosas extrañas, le llaman mucho la atención los socavones de Pica y Matilla y los grandes montos de agua allí obtenidos el subsuelo (hasta 4 litros por segundo).

5. Se admira y a la vez se extasía narrando el género de agricultura y ganadería de subsistencia que realizan los sufridos habitantes de las quebradas, al interior de la Pampa del Tamarugal, camino a Bolivia, así como describiendo los rudos modos de trabajo en las oficinas Salitreras de la época.

6. En todas sus descripciones, campea una relación íntima y continua entre actividad humana y recursos del medio ambiente, por más escasos que fueran. Una visión decididamente ecológica está presente en todas sus páginas, aunque la palabra "ecología" ni siquiera era empleada por entonces. Y ve precisamente en la vastedad de este ambiente inhóspito, propio del desierto, la causal principal de la total separación y virtual aislamiento entre las naciones sudamericanas. (p.346-348)

7. Del clima en la zona de Iquique señala que "es solo la presencia eventual de un aguacero (downspour) el elemento que da a Iquique un minúsculo porcentaje [de pluviosidad media] a lo largo de años. Es casi como una tierra desprovista de lluvias como ninguna otra que conozcamos en la tierra hoy dia" (p. 40).

8. De un modo particular, nos interesa aquí subrayar y examinar con lupa su visión de la costa árida y su peculiar clima de nieblas, tema al que dedica no pocas páginas. y que trataremos especialmente, con citas del autor, en un próximo capítulo de este Blog. (pp. 51-55).

jueves, 1 de mayo de 2008

Junius B. Bird: un pionero de la eco-antropología

La carta que precede, me fue enviada por la asistente del recién fallecido Dr. Junius B. Bird el 14 de Junio de 1982, la Srta. Paloma Carcedo. Yo había solicitado a la viuda del Dr. Bird, Margaret Bird, me enviara algunos antecedentes sobre su esposo. Pasados ya 26 años, creo de interés publicar esta valiosa nota, que muestra a las claras el cariño del Dr. Bird y su esposa por Chile, sus paisajes y su rica arqueología. Ellos vinieron a Chile en varias ocasiones ((1932-1933; 1934-1937; 1941-1942; 1979: su último viaje al extremo sur de Chile) y se familiarizaron, como pocos, con su variada geografía y su legado arqueológico.



(Foto John Collier, Huaca Prieta (Perú), 1946; esta foto le valió el apodo de "Indiana Jones").


Nos hemos propuesto buscar antecedentes a este enfoque, entre los grandes maestros de la antropología y arqueología chilenas. Creemos que hoy se abre nuevamente una fuerte corriente de estudio del ambiente en la arqueología y antropología chilena, como una forma de reinterpretar más profundamente la cultura. Porque el análisis de la cultura de un grupo humano, sin el estudio previo y profundo de su sustrato (ambiental, ecológico, geomorfológico y geográfico) "es como una mesa con una pata coja". Le falta algo elemental. Pero no en la forma en que entre los años 1930-1935 se intentó confeccionar las grandes zonificaciones geográficas de la cultura, en distintos puntos del globo, al más puro estilo de un Alfred Kroeber. Mucho menos, como un intento nuevo de poner sobre el tapete el famoso "determinismo ambiental" que algunos atribuyen, sin suficiente fundamento, a investigadores como Ellworth Huntington, Clark Wissler, Betty Meggers, Karl Ritter, o al propio creador de la Antropogeografía, el notable geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1844-1904).

El enfoque eco-antropológico que aquí propiciamos busca rastrear, desde las características del medio ambiente real y complejo donde se asienta el grupo cultural , todo el influjo que éste inyecta a la cultura, sin pretender concluir de ello, por supuesto, que toda la cultura resultante se deba al ambiente, o que todas las creaciones de una cultura hayan de ser explicadas sólo por el influjo del ambiente (determinismo ambiental).

En este sentido, por lo penetrante de sus observaciones medioambientales, queremos hacer un sentido homenaje a uno de los fundadores de la moderna arqueología chilena, el arqueólogo norteamericano Junius B. Bird (1907-1982). Vemos en él, en cierto sentido, un notable precursor de la eco-antropología en nuestro país. Lo veremos aquí más en detalle al analizar textos de su estudio arqueológico en la costa norte de Chile. Por tanto, no tomaremos nuestros argumentos ni de sus extraordinarios estudios en la costa peruana (Huaca Prieta) , ni tampoco de sus notables trabajos en la zona austral de Chile (Cuevas de la Patagonia). En estos trabajos, también el enfoque geográfico es notable. Pero queremos aquí enfatizar su perspectiva y certera visión de la costa desértica del extremo norte de Chile, sus recursos y sus condiciones climáticas extremas.

Pocos han destacado el aporte de Bird en esta línea ecológico-cultural. Sus biógrafos y estudiosos en Chile han destacado en él más bien al introductor del método de la estratigrafía fina en la investigación y excavación arqueológica (como Mario Orellana) . O han visto en él al primer científico que realiza en Chile, a partir del año 1938, excavaciones de largo aliento, en superficies muy amplias, dedicando meses al trabajo lento de cernir, capa tras capa, con ayuda del harnero, los despojos y basuras del pasado, sin perder una brizna de información conservada y retenida por milenios en el registro arqueológico.

Bird nos ofrece, de partida, en su magnífica obra "Excavations in Northern Chile", publicada en 1943 en los Anthropological Papers of the American Museum of Natural History (Volume XXXVIII, Part IV), una clara perspectiva geográfico-ecológica de origen. El primer capítulo lo dice claramente. Este por algo se rotula: "Climate and Topography". Y aquí leemos:

"Como todos saben, es imposible formarse una concepción exacta de la historia humana sin un conocimiento de la geografía fisica del mundo. Mientras más de cerca uno sigue el curso del desarrollo humano, más plenamente se da uno cuenta de la importancia de estudiar detalles del asentamiento [setting]. Los historiadores, al enfrentarse con la difícil tarea de una gran cantidad de datos, dejan con demasiada frecuencia poco espacio a la interpretación de la historia en términos del ambiente.

"Los arqueólogos, por otra parte, al trabajar como ocurre generalmente, con muy escasa información, no pueden permitirse el descuidar cualquier rama del conocimiento que pueda ayudarlos a interpretar correctamente sus hallazgos. Esto es especialmente cierto cuando tratamos con áreas extensas y con poblaciones pre-agrícolas. Se podrá entender, entonces, por qué es necesario discutir con algún detalle la estructura fisica, el clima, y otros factores que influencian la vida a lo largo de la costa de Chile, especialmente en su sección norte". (Bird, 1942: 183; traducción y subrayado nuestros).

Estos párrafos de Bird nos parecen hoy constituir un verdadero "Manifiesto" eco-cultural o eco-antropológico. Por eso hemos subrayado y analizado ciertas frases, especialmente elocuentes y significativas.

¿Por qué destaca Bird la frase: "especialmente en su sección norte"?. Es interesante penetrar en esta aserción, porque contiene insospechadas resonancias. Algo vislumbra Bird en el extremo norte de Chile que a él le parece puede permitir "interpretar correctamente los hallazgos de los arqueólogos".

Las explicaciones que siguen, apuntan a dejar en evidencia su peculiar clima, ("the most barren desert in the world": el desierto màs estéril del mundo). Pero en éste, el más estéril lugar del mundo, Bird encuentra ciertos elementos que permiten la vida, y eso es lo que lo sorprende.

¿Qué aspectos señala?:

a) la extrema rareza de los eventos de lluvia. Destaca la ocurrida en 1940 que dejó huellas en el paisaje costero. Y comprende que ciertas áreas vegetadas, semiocultas el fondo de los cursos de aguas esporádicos, lo son sólo transitoriamente;

b) Rápidamente comprende que hay un efecto evidente causado por "las nubes muy bajas y neblinas" (low lying clouds and fogs"). La vida vegetal que observa en escasos lugares, no se debe a la precipitación sino a "la condensación de la humedad [atmosférica] en la superficie". Lo que encuentra confirmado por segmentos de vegetación que observa al acercarse a Antofagasta.

c) Al Norte de Taltal, reconoce la existencia de una vegetación de "lomas", donde señala que se produce una "suficiente condensación de suerte que los grandes cactus columnares se suelen ver cubiertos de líquenes, comúnmente asociados a la vegetación de regiones frías y húmedas".

d) "En algunos lugares, señala, una muy ligera cantidad de pasto [grass] crece en las cercanías de algunas cimas y como hay allí, en número suficiente, otros tipos de vida vegetal, ciertos animales pueden pastar y sobrevivir allí" [grazing animals can survive there].

e) Afirma sin dudar que "la importancia de la humedad por efecto de la condensaciòn disminuye, a medida que se incrementa la lluvia".

f) "Se puede asumir que en tiempos pleistocénicos hubo un mayor flujo de agua y más vegetación en el fondo de los valles que en la actualidad" Y que, por tanto, la posibilidad de existencia de alguna vegetación fuera de los valles, depende enteramente de las extensiones fluctuantes de la zona de la flora de lomas, tema sobre el cual no existe informaciòn".

Esta última aseveración revela la notable perspicacia geográfica y ecológica de Bird. Porque es exactamente lo que postulamos hoy, cuando hemos examinado y estudiado muy de cerca el efecto de las lluvias y neblinas en los llamados "oasis de niebla", tema que venimos estudiando en detalle desde 1997 en la zona sur de Iquique. Es clave la frase de Bird: la vida en estas zonas de oasis depende estrechamente de la extensiòn de la vegetación por efecto de la neblina. Esto es exactamente lo que hemos querido probar en nuestros estudios de los oasis de niebla. ¿Qué habría dicho Bird si hubiera recorrido y experimentado personalmente el efecto de la niebla sobre el paisaje en los cerros en los que hoy conocemos como "oasis de niebla"?.

g) Ahora bien, de la frase de Bird se sigue otra importante conclusión, evidente : si hubo allí más vida antaño, es porque hubo mayor extensión sujeta al influjo directo de la niebla (camanchaca). Y como sabemos por nuestros estudios que hubo mucho mayor cantidad de vida vegetal y animal en estos mismos oasis en tiempos anteriores, (sin poder precisar todavía en que períodos de tiempo), a juzgar por los restos muertos de flora y fauna, se debe concluir que la extensión de estos oasis fue, antaño, ciertamente mucho mayor que la actual. Bird lo presintió, sin conocer siquiera de visu estos oasis de niebla, sin haberlos visitado nunca!. Lo que resulta sorprendente si pensamos que esto fue escrito hace exactamente 65 años, cuando nadie se preocupaba de estos ecosistemas de niebla !. Los resultados actuales de nuestras investigaciones sobre la niebla y su efecto en los oasis, en la costa sur de Iquique, no hacen sino respaldar totalmente la visión casi profética de Junius B. Bird. Lo que agiganta su figura y su visión histórico-geográfica.

h) La obra termina con un nuevo capítulo en que recapitula la relación íntima entre Clima, flora y fauna: "Climate, Flora and Fauna in the Past". Lo inicia, con una cita de Isaiah Bowman, el gran geógrafo inglés que nos ofrece magistrales descripciones del desierto de Atacama, sus habitantes y sus peculiaridades geográficas. Es obvio que Bird bebe incansablemente sus ideas, expresadas en su obra Desert Trails of Atacama (American Geographical Society, New York, 1924). A través de esta constante retroalimentación geográfica, Bird llega a percibir claramente la necesidad de buscar una respuesta a la presencia humana tomando estudiando en profundidad las condiciones geográficas y geológicas que imperaron en la zona en la última época glacial y postglacial .

Y es éste, precisamente, el camino que ha emprendido un equipo de arqueólogos y geomorfólogos franceses en el extremo sur del Perú (Quebrada Los Burros), trabajando en la costa de Tacna, en busca de evidencias paleoclimáticas que justifiquen el intenso poblamiento antiguo, en quebradas hoy casi totalmente desprovistas de vida (trabajos de Lavallée et al.).

No pasará mucho tiempo, así lo auguramos, antes de que en la costa norte chilena hayan de emprenderse, igualmente, nuevos estudios interdisciplinarios, con un mucho mayor énfasis geográfico-ecológico. Hace mucha falta. Los trabajos anteriores en nuestra zona costera son, sin duda, muy meritorios. Pero estamos convencidos de que en la materia propia del enfoque eco-cultural (coordenada ecológica propia de este Blog) todavía "hay mucha tela que cortar".Y ahí, seguramente, tal como lo presintió Bird, se comprobará un día la hipótesis de la importancia vital de los "oasis de niebla" en el más antiguo poblamiento costero, en fechas cercanas a los 8.000- 10.000 A.P.

(retocado los días 17/05/2008; el día 27/06/2008 y el 30/08/2008, con la adición de fotos y documento).