Sus obras relativas a nuestra zona son principalmente tres: la primera: South America (1915); la segunda, The Andes of Southern Peru. Geographical Reconnaissance along the Seventy-third Meridian (1916), publicada por la American Geographical Society, y la tercera, Desert Trails of Atacama (1924) publicada por la misma Sociedad científica (Special Publications Nº 5, pp. 1-362).
En esta última, de especial interés para nuestros estudios, describe minuciosamente, y con ribetes de gracejo y simpatía sus andanzas por el Norte de Chile, desde Copiapó a Arica. Todo le interesa: desde los problemas de abastecimiento de agua y las características del clima, hasta los terremotos las inundaciones, la política contingente local, la flora y la fauna, o modos de vida y preferencias de sus habitantes. Es un geógrafo de la vieja escuela: cuando los paisajes había que recorrerlos y describirlos uno a uno, durante meses de soportar fríos e incontables fatigas, y cuando interesaba -mucho más que ahora- rescatar, percibir y analizar las opiniones de la gente sobre su propio territorio . Porque al leerlo, uno no sabe con precisión si estamos ante un historiador y fotógrafo, ante un etnógrafo o antropólogo, o ante un mineralogista o un geólogo de campo. Tanta es la amplitud de sus conocimientos y su notable capacidad de análisis.
La descripción minuciosa y el análisis certero, delatan al científico consumado.Es un geógrafo para el que el diario de campo, la capacidad de observación y el talento descriptivo eran las mejores herramientas de trabajo. Hoy día, cuando el publicar trabajos en revistas ISI, sujetas a parámetros muy estrictos, es lo único que es considerado válido para hacer ciencia, y cuando la "descripción fina" es tildada de herramienta de ropavejero, Bowman, al igual que no pocos naturalistas del pasado reciente, habría quedado fatalmente descartado. Más aún, cuando el autor se solaza en escribir en un elegante inglés, digno de un distinguido novelista de época.
Tenemos pues el honor de rescatar en este Blog, dedicado a la eco-antropología, algunos fragmentos de este insigne maestro y eximio conocedor del desierto norte-chileno como tal vez nadie en su época. Nos recuerda no pocas veces a un Rodulfo Amando Philippi o a un Alejandro Bertrand, cuando nos describen con delicadeza, respeto y finura, las escenas o peripecias del desierto. Pero el ojo avizor de Bowman penetra más hondamente que el de aquellos. Profundidad y hondura que le otorga su sólida formación geográfica. Hombre y paisaje se unen en él en forma inseparable e incomparable.
Iremos avanzando, en varios capítulos y paso a paso, en este análisis eco-antropológico que nos regala el ojo geográfico de Bowman.
1. Confiesa en el Prólogo a su obra sobre Atacama su admiración por el desierto, señalando que esta es la parte de Sudamérica que más le ha atraído (it has more strongly attracted me than any other part of South America) .
2. En seguida nos asombra el gran número de fotografías que ilustran la obra, 117 en total, incluidos varios mapas y croquis. Sus excelentes fotografías, ellas solas, constituyen un valioso álbum iconográfico. Cada fotografía ilustra un aspecto significativo del paisaje desértico. Cada una es un commovedor "recuerdo del pasado". Es como si Bowman hubiera querido, concientemente, rescatar, antes de su desaparición definitiva, un rasgo, un elemento cultural moribundo del escenario geográfico, o de la actividad humana captada en cada lugar. Bowman es un geógrafo humano al que no escapan, sin embargo, los detalles y minucias relativas al clima, la flora, la minería local, la situación política del momento o los atisbos y predicciones sobre el futuro. Es decir, le atrae el paisaje"humanizado" y transformado por la presencia del hombre.
3. El tema de la sequedad del desierto y de los eventos de lluvia, le apasiona. Y nos entrega valiosas referencias sobre fechas, horario y lugares de su registro. Tanto le sorprende este tema, que dedica un capítulo especial (Capítulo III) al análisis de la lluvia en le desierto ("Rainfall of the desert").
4. Le intriga el conocer cómo los cateadores de minas o lo viajeros se surtían de agua y forraje en el desierto, elementos vitales para una larga travesía; no pocas de sus ilustraciones se refieren a estos tópicos, tan propios de la vida en el desierto. Entre otras cosas extrañas, le llaman mucho la atención los socavones de Pica y Matilla y los grandes montos de agua allí obtenidos el subsuelo (hasta 4 litros por segundo).
5. Se admira y a la vez se extasía narrando el género de agricultura y ganadería de subsistencia que realizan los sufridos habitantes de las quebradas, al interior de la Pampa del Tamarugal, camino a Bolivia, así como describiendo los rudos modos de trabajo en las oficinas Salitreras de la época.
6. En todas sus descripciones, campea una relación íntima y continua entre actividad humana y recursos del medio ambiente, por más escasos que fueran. Una visión decididamente ecológica está presente en todas sus páginas, aunque la palabra "ecología" ni siquiera era empleada por entonces. Y ve precisamente en la vastedad de este ambiente inhóspito, propio del desierto, la causal principal de la total separación y virtual aislamiento entre las naciones sudamericanas. (p.346-348)
7. Del clima en la zona de Iquique señala que "es solo la presencia eventual de un aguacero (downspour) el elemento que da a Iquique un minúsculo porcentaje [de pluviosidad media] a lo largo de años. Es casi como una tierra desprovista de lluvias como ninguna otra que conozcamos en la tierra hoy dia" (p. 40).
8. De un modo particular, nos interesa aquí subrayar y examinar con lupa su visión de la costa árida y su peculiar clima de nieblas, tema al que dedica no pocas páginas. y que trataremos especialmente, con citas del autor, en un próximo capítulo de este Blog. (pp. 51-55).