jueves, 18 de enero de 2024

Un año cuidando al sacerdote-arqueólogo Gustavo le Paige S.J. ya enfermo: testimonios fidedignos de su enfermero en la etapa final de su vida.

 En el mes de octubre de 2023 recibo un correo electrónico inesperado. Para mi sorpresa, me escribe el señor José Antonio Mendoza Alcayaga que fuera, desde el año 1979, el enfermero encargado del padre jesuita Gustavo le Paige en su enfermedad terminal. Mendoza había tropezado casualmente con algunos de los articulos de mi blog cuando buscaba información sobre la vida y obra del P. le Paige. Deseoso de hacer contacto conmigo, me mandó una nota  por correo electrónico haciendo recuerdos de nuestro encuentro aquel año. Gratamente sorprendido, le respondí en el acto, deseando intercambiar ideas sobre ese período de la vida del P. le Paige, el menos conocido del público culto. Yo recordaba perfectamente la figura juvenil  del enfermero, en la enfermería de la residencia de los jesuitas junto al  Colegio San Ignacio, en calle Alonso Ovalle,  por cuanto había yo editado hacía algunos años un artículo en mi blog dedicado a dar a conocer y comentar una entrevista hecha al P. le Paige, en el mes de noviembre de 1979. 

El citado artículo se titulaba: "El legado del jesuita Gustavo le Paige, S.J.: noviembre 1979", editado el 22 de octubre del año 2008. En dicho capítulo del blog, yo reproduje toda la conversación sostenida con le Paige, que había quedado grabada en un cassette  que yo  oculté sigilosamente en mi viejo  porta-documentos  de cuero, a sabiendas que a le Paige no le agradaba nada ser grabado. 

                              

Fig.  1.  Foto poco conocida del P. le Paige tomada por el médico suizo Bruno Seeberger en su visita a San Pedro de Atacama  el año 1965. (foto enviada por su autor al H. Larrain). 


Al término de nuestra conversación, le pedí su bendición y él le dijo a su enfermero Mendoza: "si viene el señor Larrain, hágalo pasar".  Lamentablemente, no volví a verlo hasta  el día de su  misa fúnebre en la iglesia de San Ignacio cuando contemplé su faz cadavérica, yaciendo ya en el ataúd.  Un severo cáncer a la próstata se lo llevó precozmente  a la tumba. El padre le Paige  tenía setenta y seis años y medio de edad. 

El 22/01/2013, publicábamos en este mismo blog un artículo recordatorio del fallecimiento del P. Le Paige y sus exequias fúnebres celebradas en la iglesia de los jesuitas en calle Alonso Ovalle de Santiago de Chile. El capítulo se tituló: "21 de Mayo de 1980. Misa de despedida fúnebre del P. Gustavo le Paige".  En este mismo capítulo, se insertaba copia  del recorte de periódico de la época con un artículo mío del diario "El Mercurio" de Santiago de la misma época. Fue por entonces mi tributo de admiración y cariño a la figura y obra del eminente jesuíta belga, obra de la  que yo mismo había sido testigo presencial entre los años  1963 a 1965.  

Al recibir sorpresivamente nuevas noticias del señor José Mendoza, el fiel enfermero del P. le Paige, se me ocurrió que ésta podría ser una excelente ocasión para  recabar informaciones fidedignas sobre el último período de la vida del P. le Paige, desde que dejó definitivamente  San Pedro.  Tal como se verá aquí,  el señor Mendoza accedió de inmediato a mi solicitud.

He aquí ad litteram los términos del Cuestionario enviado y sus respuestas. 

  1.-  . ¿Desde qué fecha se encargó Ud del P. le Paige?...¿Cuál de los jesuitas le acompañaba en San Pedro antes de su partida?

 Resp. Yo estaba recién egresado de la U de Chile, en enero de 1979. En abril de ese año,  la Universidad Católica del Norte realizó un llamado para elegir un enfermero para el padre Le Paige, quien se encontraba desahuciado, y a quien los médicos de cabecera le auguraban no más de 3 meses de sobrevida. Yo tuve la suerte de ser elegido, por mis notas, porque tenía un diplomado en geriatría y era enfermero hombre, características que inclinaron la balanza en mi favor. Así, me hice cargo del Padre el primero de mayo de 1979, en San Pedro de Atacama. En ese momento el Padre estaba solo, no había ningún otro sacerdote con él en San Pedro, solo le acompañaban en sus tareas, un arqueólogo y una antropóloga, contratados por la Universidad, para apoyar sus trabajos arqueológicos.


 2.- ¿Lo fue a buscar Ud mismo  a San Pedro de Atacama?

 Resp. El 1º de mayo de ese año estaba el padre hospitalizado en el hospital Roy H. Glover de Chuquicamata; ese dia lo retiré del hospital en un vehículo de la Universidad, acompañado del Dr. Hector Fernández Baltra, quien me acompañó a San Pedro con el Padre y allí me dio las últimas indicaciones médicas a seguir, y quedarme para darle el mejor pasar posible en esos dos o tres meses de vida que supuestamente le quedaban, el diagnóstico era vago, se hablaba de que estaba en condiciones de franco deterioro general, debido a la vida extrema que había llevado los últimos 40 años y a una mala nutrición por muchos años. Hay que recordar que él estuvo 16 años en el Congo Belga en situación de extrema pobreza, y luego 26 años en un clima muy extremo como es el de San Pedro de Atacama. Estuvimos viviendo en San Pedro hasta mediados de Enero de 1980, fecha en que se decidió trasladarlo a Santiago, a la residencia jesuita de san Ignacio.


 3.  ¿Cómo fue la despedida de le Paige en San Pedro de parte de sus atacameños?.

 Resp. Fue una despedida, más bien privada entre él y sus ayudantes atacameños (alrededor de 6 muchachos de San Pedro contratados por la UCN, gracias a la solicitud del padre), más la antropóloga, fue todo en silencio, no recuerdo que el pueblo lo haya despedido, ya que salimos temprano para el aeropuerto de Calama, el Padre no tuvo conciencia del traslado, ya que estaba padeciendo los sintomas iniciales de una demencia senil galopante, con muchas lagunas de memoria y de conciencia de la realidad que estaba viviendo.


 4. 5. 6. y 7.   ¿Cómo se sentía el padre en ese momento de su despedida?.¿Tenía clara conciencia el padre en ese momento del estado de enfermedad?. ¿Qué síntomas tenía por entonces? ?.   ¿Por qué se le enviaba a Santiago y no al hospital de Chuquicamata, como antes se hizo? .

 Resp. - Como lo que padecía el padre era  el resultado de un deterioro generalizado más una incipiente demencia senil, no había razón para hospitalizarlo, ya que no había cura posible para su padecimiento, solo se necesitaba que tuviera los cuidados paliativos necesarios, para sobrellevar la vida que le quedaba de la mejor manera posible y,  ojalá. sin mayor sufrimiento.

 

 8.  Una vez en Santiago, ¿ cómo reaccionó el padre a este traslado?..¿triste?, ¿melancólico?  ¿entregado?

 Resp  el Padre tenía momentos de lucidez y momentos de pérdida de conciencia de la realidad uno tras otro durante el día, cada día estaba menos lúcido, pero en sus momentos de lucidez, se dio cuenta de que ya no estaba en San Pedro y se apenó mucho, ya que me decía que él quería morir y ser enterrado en San Pedro; pero estaba entregado a la voluntad de Dios.


 9.   ¿Cómo describiría Ud a su paciente le Paige: ?dócil?... ¿difícil?, .¿sumiso, ¿rebelde?

 Resp. había momentos de todo un poco, a veces dócil, otras difícil, nunca rebelde, al menos conmigo; habíamos cultivado una simbiosis muy especial, prácticamente éramos uno solo, por eso no se rebelaba contra nada, me hacía caso en todo. Yo era como un hijo para él, y él un padre para mí.


 10.  ¿Recuerda usted quién era el provincial de los jesuitas de entonces que obliga a le Paige a trasladarse a Santiago?

 Resp.  el Provincial Jesuita en ese entonces era el padre Fernando Montes, pero él no lo obligó a irse a Santiago, el propuso su traslado y la rectoría de la UCN, su médico de cabecera y yo aprobamos el traslado: fue una decisión consensuada por el bienestar del padre.

 

11.  ¿Cuál fue la reacción de los atacameños ante su partida de San Pedro?

 Resp.  como dije antes, el pueblo casi ni se dio cuenta de la partida del padre Le Paige, ya que salimos muy temprano; no sé si hubo alguna manifestación después de nuestra partida o no, no tengo conocimiento de que haya ocurrido algo por el estilo.


 12.   ¿Recuerda Ud quién quedó a cargo del Museo al viajar le Paige a Santiago?

 Resp. Me parece que quedó a cargo del museo don Lautaro Nuñez, pero no estoy seguro.


 13.   ¿Gustaba le Paige de conversar con Ud de sus recuerdos de San Pedro?. ¿Qué le comentaba él?

 Resp. Como le dije antes, cuando lo trasladamos a Santiago, ya no estaba en muy buenas condiciones mentales; más bien me hablaba de su familia, del Congo y casi nada de San Pedro… los recuerdos más próximos los tenía extraviados en su mente, predominaba lo más antiguo…


 14.   ¿Cuáles eran las mayores preocupaciones o temores del padre respecto al Museo?

 Resp. Que quedara en manos de Lautaro Núñez, al cual él consideraba un ladrón de información, y una persona desleal. Su mayor temor era el destino de los jarros de oro que estaban en su colección, eran 3 jarros hermosos, yo nunca supe qué paso con ellos y  hasta ahora no lo sé (son de un valor monetario enorme, pero mucho más aún su valor arqueológico).


 15.   ¿Recibió el padre visitas importantes durante su estadía en la enfermería del Colegio S. Ignacio?..¿Recuerda algunos nombres?

 Resp.  Aparte de su visita, no recuerdo otras visitas que hubiera tenido estando en Santiago, solo recibía las visitas de los sacerdotes que allí vivían.


 16.   ¿En qué se entretenía el padre, durante su enfermedad: ¿leyendo?, escuchando música?. 

Resp.  solo escuchaba música clásica, le encantaban los sonidos del piano, más que cualquier otro.


 17.  El padre me comentó que había dejado algunos  apuntes escritos por publicar y que me los iba a pasar.. ¿Recuerda si los tenía en ese tiempo? ¿Algo le comentó a Ud al respecto? 

 Resp. No supe nada de aquello, sí recuerdo que cuando aún estaba más o menos bien alcancé a verlo encerrado en su escritorio escribiendo apuntes en un cuaderno viejo que él tenía, pero esto fue en San Pedro, el cual quedó allí junto a todas sus otras cosas.


 18.  ¿Podía celebrar Misa en el transcurso de su enfermedad?

 Resp. No, desde que yo asumí como su enfermero de cabecera ya no estaba en condiciones de oficiar una misa.


 19.   ¿Pudo Ud tomarle algunas fotografías durante esos días en Santiago'. ¿Las conserva  aún?

 Resp.  No, no tengo fotografías de sus días en Santiago, creo que debo tener unas 2 ó 3, pero de San Pedro, las buscaré a ver si las encuentro y se las envío.


 20. Estando en Santiago, ¿recibió alguna visita de sus ayudantes atacameños?...¿Le escribían ellos desde San Pedro?. ¿Le visitaron algunos arqueólogos de Santiago...?

 No, nada de eso, ni visitas ni cartas ni saludos, nada.


 21. ¿Qué es lo que a Ud más le impresionó del Padre durante su enfermedad? 

 Resp.  De su enfermedad misma, nada, ya que soy enfermero, pero de su actitud hacia mí, lo que más me impresionó fue el amor que me entregó como persona.

 

22. ¿Le hizo el padre algún obsequio  de recuerdo?

 Resp. Me dejó de herencia, su biblia que aún conservo, un cinturón, un abrigo y su rosario, y su gran amor por los demás.

 

23. ¿Algún otro recuerdo de interés humano o científico  que quisiera ud agregar?...Puede ud explayarse libremente aquí  al respecto

 Resp.  imagínese, recibí a un señor, muy desvalido, a punto de morir, le apliqué un programa nutritivo que le dio más vida de la que se esperaba, tuve que ganarme su confianza para poder vivir a su lado, dormir con él, en su misma pieza por casi un año… Un señor, al principio muy receloso y desconfiado de todo, que terminó siendo como mi otro yo, del cual recibí también mucho amor y respeto… Tengo muchísimas anécdotas divertidas con él, pero la más valiosa y que le confesaré ahora, ya que nunca antes lo pude comentar, es que, la noche en que el padre falleció, como a las 3 de la madrugada, me llamó a su cama y me pidió que lo abrazara porque tenía frío, ahí me di cuenta que estaba agonizando, lo abracé y puse su cabeza en mis brazos para que se durmiera tranquilo, me decía  y repetía “minito, minito” (quería decir "mijito"); así me llamaba cada vez que me necesitaba, y así se fue apagando poco a poco hasta que falleció en mis brazos a las 4 de la madrugada. Fue tanta la pena y el dolor que sentí, que me puse a llorar, y sin parar de llorar y sin soltarlo hasta las 8 horas, en que tuve el coraje de poder levantarme e ir a avisar de su muerte al padre Montes.


 24. ¿Qué sensaciones experimenta Ud hoy al recordar esas fechas  junto a le Paige enfermo?

 Resp. Nostalgia, pena, cariño, amor humano, pero sobre todo la emoción más intensa que he sentido en mi vida.

 

Atte. José Mendoza Alcayaga. Concepción, 28 de diciembre 2023.


Valiosas fotos enviadas por el enfermero don José Mendoza al suscrito (diciembre 28, 2023), como complemento indispensable al Cuestionario. 


Fig. 2. José Mendoza junto al P. le Paige frente a la casa parroquial de San Pedro de Atacama.  (Mediados del año 1979).

Fig. 3. En San Pedro de Atacama.    El P. le Paige acompañado de su enfermero José Mendoza y una dama innominada (mediados del año 1979). 


Fig. 4.   El P. le Paige conversando con su enfermero Mendoza, San Pedro de Atacama, (Foto de mediados de 1979).


Fig. 5. Cortejo fúnebre del P. le Paige, pasando por el frente de su casa parroquial. Le acompaña una muchedumbre de  sus queridos atacameños, sacerdotes jesuitas y autoridades presentes. En el extremo derecho, al medio, creemos distinguir la silueta de Gerardo Claps Gallo,  fundador y ex rector de la Universidad del Norte en Antofagasta  (Foto José Mendoza, mayo 1980).

Fig. 6.   El arzobispo de Antofagasta, sacerdotes y fieles en  el cortejo fúnebre del P. le Paige avanzando por las callejuelas de San Pedro de Atacama (Foto José Mendoza, mayo 1980). 


Fig. 7. El provincial de los jesuitas, padre Fernando Montes Matte durante su alocución en la iglesia de los jesuitas en Santiago. Le acompaña un numeroso grupo de sacerdotes jesuítas, sus hermanos de Orden  (foto José Mendoza, mayo 1980).

Fig. 8.  Frontis de la casa parroquial de San Pedro de Atacama. A la derecha, parte del Museo arqueológico, obra cumbre del P. Gustavo le Paige, creado en el año 1962. (foto José Mendoza, mayo 1980). 

 

Fig. 9.  Fachada de la iglesia parroquial de San Pedro de Atacama donde se celebraron las exequias fúnebres del sacerdote-arqueólogo Gustavo le Paige, S. J. (foto José Mendoza, mayo 1980).

Fig. 10.  Fachada del museo arqueológico levantado por el P. le Paige en 1962 y destruido por manos iconoclastas con la complicidad de algunos arqueólogos en el año 2016. (Foto José Mendoza, mayo 1980).
Fig. 11.  Grupo de los fieles ayudantes atacameños del P. le Paige  compañeros de sus expediciones arqueológicas en el frontis del Museo arqueológico del P. le Paige. (Foto José Mendoza, mayo 1980).

Fg. 12.  El enfermero José Mendoza posando frente al acceso principal del  Museo arqueológico del P. le Paige, (Mayo 1980).

Fig. 13.  Nuestro enfermero José Mendoza, frente a la fachada de la sencilla casa parroquial de muros de adobe  de San Pedro de Atacama, donde cuidara por varios meses al P. le Paige, ya desahuciado por los médicos. (Foto Mayo 1980).

Comentarios finales.

1.  Esta entrevista y su contenido nos pone al frente de la vida del P. Le Paige en el último año de su vida cuando su vitalidad se va agotando rápidamente (1979-1980). 

2.  La última producción científica arqueológica en la que le Paige interviene en forma directa, -aunque no sabemos en qué grado exactamente- es la hermosa y cuidada edición  hecha por el Departamento de Extensión cultural del Ministerio de Educación  con el nombre de "Cultura atacameña", que fue publicada en  octubre de 1978 en Santiago de Chile. 

Fig. 14.  Portada de la obra "Cultura atacameña" (1978) aquí citada.


Fig. 15.  Portadilla interior de la obra. En este valioso  ejemplar de nuestra biblioteca, puede observarse  al costado izquierdo, arriba, las dedicatorias escritas por dos de los autores  de la obra: Lautaro Núñez y Bente Bittmann al diseñador gráfico Francisco Olivares Thomsen, responsable de la  edición.

Fig.  16. Vista frontal de los tres  vasos de oro repujado, de estilo Tiahuanaco, hallados por le Paige en el Callejón de Larache. Constituyen, tal vez, los más valiosos  representantes de la cultura atacameña  influenciada por la gran cultura altiplánica de Bolivia.  En exhibición  hoy en las instalaciones provisorias del Museo del pueblo de San Pedro de Atacama.  

En esta obra  "Cultura atacameña", aparecen como sus co-autores  Bente Bittmann, Lautaro Núñez y el padre Gustavo le Paige  S.J.  Le Paige estaba orgulloso de ella  cuando me la mostró, visiblemente emocionado,  en mi visita ocurrida en noviembre del año 1979 en la enfermería de la residencia jesuita en calle Alonso Ovalle. Al respecto, recuerdo que me comentó:  "qué bien se está publicando ahora en Chile.....igual que en Europa".  Absolutamente todas las ilustraciones de objetos arqueologicos que muestra esta obra, fueron el resultado directo de las exploraciones arqueológicas del propio le Paige. Lo que lamentablemente no consta en la obra misma. El texto -según sospechamos- habría sido redactado por Lautaro Núñez y revisado especialmente por la arqueóloga danesa Bente Bittmann.  En él, lamentablemente, poco o nada se dice de las extensas exploraciones y excavaciones de le Paige, que, sin embargo, le otorgan gran parte de su sustento y andamiaje científico. Una vaga mención al aporte del sacerdote-arqueólogo (nombrado como co-autor) se señala recién en la última página (p. 63)  del escrito: 

  "especial referencia se hacen (sic!) a los actuales aportes del R.P. Gustavo le Paige, y Lautaro Núñez, este último integró parte de su información inédita del Programa  Paleo-Indio y Arcaico (Smithsonian  Institution)". 

¿Por qué Núñez -nos preguntamos-  minimiza o calla el colosal trabajo arqueológico realizado por le Paige en el área atacameña, destacando -de paso- sus propios aportes?. Creo que, en parte, la respuesta a este interrogante se vislumbra en el propio Cuestionario. (respuesta a pregunta nº  14). 

3. Le Paige, en efecto,  desconfiaba profundamente de Lautaro Núñez, a pesar de haber sido, él mismo, quien lo invitara a refugiarse en San Pedro de Atacama en los duros momentos en que Lautaro era  investigado por la policía del regimen del general   Pinochet  por sus vínculos con el MIR ("Movimiento de Izquierda Revolucionaria", organización marxista-leninista chilena fundada por Miguel Enríquez en 1965). Lautaro aceptó y se auto-exilió en San Pedro, protegido por el propio le Paige. No mucho después, aparecerá contratado por la Universidsd del Norte como investigador en San Pedro de Atacama. Le Paige lo acepta, resignado. Sus sólidos principios cristianos, -herencia vital del Evangelio- se imponen por sobre sus temores y recelos.  

4. En el año 1976 la Universidad Católica del Norte decidió otorgar al padre Gustavo le Paige el título honorifico de "doctor honoris causa" en virtud de su valiosa y extensa actividad científica en el área de la arqueología. El tomo de homenaje al padre, titulado "Homenaje al Dr. Gustavo le Paige, S.J" en esta ocasión, fue prologado por el propio Lautaro Núñez. 


 Extrañamente, en la Presentación del volumen, el profesor Núñez no hace -como era obvio hacer en este caso-  la menor referencia al homenajeado mismo y sus méritos científicos. Soslaya el tema  comentando más bien el contenido de los artículos de los participantes, entre ellos algunas personalidades como el arqueólogo rumano-norteamericno John V. Murra o el antropólogo físico  chileno, Juan B. Munizaga.  Núñez perdió así una espléndida oportunidad de profundizar en  el legado arqueológico de le Paige, pero  prefirió ignorarlo.  Munizaga, en cambio, señaló sin tapujos en su trabajo: 

"Hemos elegido este tema para colaborar en el homenaje que  (se) le rinde al R.P. Gustavo le Paige como un reconocimiento a lo mucho que él ha contribuido al estudio del período Paleoindio en Chile".  (in  "Homenaje al Dr. Gustavo le Paige, S.J", 1976, p. 20).

5. El arqueólogo Lautaro Núñez escribirá más tarde un  estudio sobre el legado cultural pictórico del P. Le Paige; un análisis estilístico y de cariz etnográfico de sus obras pictóricas pintadas durante su permanencia en San Pedro de Atacama, como párroco. Su título:   "Pinturas de Gustavo le Paige. Imaginario y vida de un misionero jesuita", publicado en forma de un catálogo comentado sobre el contenido de sus producciones pictóricas (Quillka Ediciones, Universidad Católica del Norte, 2015).  Uno podría, tal vez, preguntarse: ¿sería esta una manera velada de desviar la atención del auditorio de la principal  herencia cultural de le Paige 
--sus aportes a la  arqueología-  hacia la esfera más bien estética de su producción...?.  ¿O, tal vez, lo consideró él como una manera discreta de "redimirse" de su reconocida animosidad primera hacia le Paige?.  Los arqueólogos no olvidamos la vehemencia y acritud  con que Núñez atacó fieramente a le Paige y sus ideas sobre el período Paleoindio en un Congreso de Arqueología chilena reunido en Santiago, olvidando el más elemental respeto hacia los propios colegas y sus opiniones.  

5.  Los aportes tanto fotográficos como estilísticos  del que fuera su enfermero por casi un año, el señor José Antonio Mendoza Alcayaga,  relativos al padre le Paige y su entorno entre 1979 y 1980, constituyen una rica mina de exploración sobre el caracter y  herencia cultural del P. Le Paige.  Su publicación en estas páginas, esperamos contribuya a enaltecer la figura y las  obra del padre, en momentos en que algunos se empeñan hoy por empequeñecerla u obnubilarla desde la misma trinchera editorial creada por el padre: su propia revista "Estudios Atacameños",  obra de la que se sentía tan orgulloso.

6. Debio ser muy dura para el P le Paige su estadía en Santiago, considerada por él como un verdadero destierro. "Mi deseo es morir y ser enterrado en San Pedro", había declarado a su enfermero señor Mendoza. Falleció en Santiago el día 19 de Mayo de 1980, y unos días después, su cuerpo fue trasladado en un avión de la Fuerza  Aérea de Chile a Calama y de allí  a San Pedro, donde yace hoy en humilde sepultura, entre sus atacameños y junto al sepulcro de don Domingo Atienza, que fuera un recordado párroco de San Pedro antes que él. 

No deja de sorprendernos hasta hoy el hecho de que prácticamente ningún arqueólogo le haya visitado durante su larga enfermedad terminal:  ni en San Pedro ni en Santiago. Ni siquiera aquellos que en su momento usufructuaron profusamente de sus descubrimientos  y  exploraciones en casi todos los rincones -aún los más recónditos- de Atacama.  Es el "pago de Chile" como solemos decir, dolidos,  en casos semejantes.    

7. En la respuesta a mi pregunta nº 2,  se desliza un pequeño error de memoria que considero preferible aclarar. El viaje del P. le Paige y su enfermero a Santiago no ocurre  en enero del año 1980 -como aquí se indica-  sino debió ocurrir entre el  mes de octubre o comienzos de noviembre del año 1979 por cuanto mi entrevista al padre, estando ya en Santiago en la enfermería de la residencia jesuita, se verificó el día 9 de noviembre de 1979 según anoto en mi Diario de Campo Nº 14 (del 21/09/1980). 

                                
Fig. 14.  Foto actual del  enfermero don José Mendoza enviada al suscrito en días recientes. Le agradecemos  en forma especial el envío de sus fotos de antaño y sus valiosos comentarios a mi Cuestionario.

8.  La obra señera de le Paige y sus notables descubrimientos tanto en el plano de la antropología física como en la arqueología, espera un tratamiento y escrutinio profundo el que hasta ahora solo ha sido "rozado" muy superficialmente. O incluso mañosamente "manipulado"  por algunos desde su propia tribuna: la revista "Estudios Atacameños", tan cara para él.  Llegará un día  -y no lejano- en que se reinvindicará plenamente  la memoria del sacerdote-arqueólogo Gustavo le Paige,  en su doble faceta de estudioso del pasado atacameño e incansable propulsor del progreso del pueblo atacameño  en todas sus dimensiones, incluso en el deporte. Pero ya no estaremos vivos para contemplarlo. Alguien dirá por él entonces: exegi monumentum aere perennius regalique situ piramidum altius". 

Las Canteras, Región Metropolitana, 19 de enero 2024.