Fig. 1. Vista de Weste a Este de la vegetación surgida en plena pampa con ocasión de la impetuosa bajada del aluvión por la quebrada de Quisma, en Marzo del 2012. El predominio del cañaveral o carrizo (Phragmites communis) es evidente. (Foto H. Larrain, 3 de Julio 2012).
Fig. 2. Ejemplar de Nolana tarapacana en plena floración. En sus abundantes flores vimos libar a mariposas de los géneros Vanessa y Pyrgus: esta última se muestra en la fotografía (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).Fig. 3. Ejemplar nuevo de Atriplex atacamensis (planta denominada pillalla en Tarapacá) ya en flor. Obsérvese la rugosidad del piso de la pampa, fruto de la depositación de fino limo en suspensión, arrastrado por las aguas del reciente aluvión (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 4. Especie local Cristaria sp. , de la familia Malvaceae, en plena floración. En esta planta y sus tallos tiernos hemos visto proliferar larvas de la mariposa
Vanessa carye en los mese de Mayo y Junio. Esta planta la hemos observado en miles de ejemplares en las proximidades de Pozo Almonte, a unos 1-1-12 km hacia el Este, subiendo por la carretera a Mamiña. Allí era casi la única especie vegetal visible junto a escasos ejemplares de Atriplex atacamensis juveniles. Pero de lo que más sorprendí en esa visita a fines de junio 2012 fue ver allí desplegado un piño de unas 300 cabras que comían afanosamente en el lugar, acompañadas de un pastor. No imaginé que Cristaria fuese comestible para el ganado caprino. (Foto H.Larrain, 3 de Julio 2012).
Fig.5. Al centro: una especie de Portulacaceae, de flores rojas. Se trata de Cistanthe amaranthoides (antes:
Philippiamra pachiphyla) de la que hemos visto numerosas ejemplares aislados en esta zona, luego del potente aluvión. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).Fig. 6. Vista tomada de Weste a Este, mostrando el manchón verde del poblado Matilla y sus chacras, al fondo, al pie de las serranías. Aquí nos encontramos en plena pampa, a unos 8-10 km de línea recta del poblado. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 7. Hermoso ejemplar de Tiquilia grandiflora. De esta especie hemos visto muy escasos ejemplares en este lugar. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 8. Ejemplar de Malvaceae (¿tal vez Cristaria sp.?). (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).Fig. 9. Ejemplar de Lycopersicon chilense (?) en el suelo de la pampa del Tamarugal conocido como "tomatillo". Sus semillas fueron seguramente arrastradas desde la quebrada de Quisma, gracias al reciente aluvión. Se ven muy pocos ejemplares aquí y todos están hoy en plena floración. (Foto H. Larrain, 3 de Julio 2012).
Fig. 10. Ejemplar de la familia Malvaceae (Cristaria sp.?) con sus últimas flores. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 11. A la izquierda, Tiquilia sp. sin flores. A la derecha , un ejemplar típico de un ejemplar de Malvaceae, probablemente Cristaria sp. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 12. Abajo, en primer plano, a la derecha del lector, un ejemplar de Atriplex atacamensis (pillalla) muy joven, pero ya en flor. Der telón de fondo, numerosos ejemplares del cañaveral o carrizo (Phragmites communis). (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 13. Ejemplar de Pyrgus bocchoris (Fam. Hesperiidae) , especie muy abundante en este momento en este ecosistema de pampa abierta. Hemos avistado hasta seis ejemplares por planta aquí. Mucho más abundante que Vanessa carye en estos días. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 14. Un ejemplar de Cistanthe amaranthoides, con sus flores aún inmaduras. Close-up de la fotografía siguiente. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 15. La misma planta, ejemplar bastante poco común en este sector de la pampa. Escala de 40 cm.(Foto H. Larrain 3 de julio 2012).
Fig. 16. Ejemplar de Lycopersicon chilense (?) creciendo entre las rugosidades del terreno arenoso, tras el desecamiento de los limos aquí depositados por las aguas. Escala de 40 cm. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 17. Tiquilia atacamensis, (atrás) y ejemplar al parecer de una Malvacea , al frente. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 18. Planta de Nolana tarapacana, en flor. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 19. La mariposa Pyrgus bocchoris libando el néctar de flores de Nolana sp. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 20. Ejemplar de Baccharis sp. (chilca), poco común en este ambiente de pampa abierta. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 21. Atriplex atacamensis en flor. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 22. Close up a la misma planta representada en la Fig. 5. Se trata de Cistanthe amaranthoides (ex Philippiamra pachyphylla); (Fam. Portulacaceae). (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig 23. Ejemplar solitario de Tricholine caulescens, de la familia Asteraceae. Es muy escaso en este ambiente. Solo vimos 3-4 ejemplares en este amplísimo sector de la pampa irrigado por el aluvión reciente, que cubre a lo menos unas 50 há. de superficie. (Foto H. Larrain 3 de Julio 2012).
Fig. 23. La misma planta en la Figura 22. Ya sabemos que se trata de la especie Cistanthe amaranthoides (ex Philippiamra pachyphylla; Fam. Portulacaceae). Forma muy vistosos manchones de un contorno totalmente circular, como si se tratara de una maceta de flores. A nuestro juicio, es la más vistosa y atractiva de todas las flores que aquí se puede hallar hoy día. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Fig. 24. La especie recién citada en la Fig. 23 como telón de fondo. Muy visitada por las mariposas Vanessa carye y Pyrgus bocchoris en estos días. Bajo su follaje, pululan ejemplares 3 especies pequeñas de Hemiptera que se han desarrollado espléndidamente aprovechando su proteccción y cobijo. (Foto H. Larrain, 3 de julio 2012).
Una cosecha de flores nativas vistosas.
El set de fotografías que aquí presentamos fue tomado en varias visitas nuestras hechas a fines de junio y comienzos de julio de este año 2012, al cumplirse ya más de tres meses después del gigantesco aluvión ocurrido en el valle de Quisma (Provincia del Tamarugal, Comuna de Pica) durante los días 11 y 12 de Marzo pasado. Este fenómeno poco usual - tal como lo pudimos apreciar en otro capítulo anterior de este mismo Blog- arrasó con todo lo que encontró a su paso por el fondo del valle, arrastrando y sepultando a la vez árboles, plantas, troncos y enormes cantidades de arena del antiguo cauce de la quebrada, conduciendo todo aguas abajo hasta el piso de la pampa e inundando cientos de hectáreas de superficie.
¿En qué radica su interés?. ¿Por qué nuestro afán de mostrar estas fotografías elocuentes?.
1) en que se puede apreciar la abundante vegetación nativa que ha logrado brotar, desarrollarse, florecer y semillar al cabo de más de tres meses de transcurrido el evento del aluvión, a escasos 8-10 km al Este del pueblo de Matilla. Este factor creemos puede ser de enorme interés para botánicos y ecólogos vegetales, porque contribuye a explicar la presencia esporádica en plena pampa del Tamarugal, a unos 1.150 m sobre el nivel del mar, de especies que pertenecen, en realidad, en circunstancias normales, al ecosistema de las quebradas de mayor altura; pasado el efecto benéfico del corto aluvión reciente, todas estas plantas estarán fatalmente condenadas a secarse. En efecto, después de Los trabajos de captación de aguas por la Empresa "Aguas del Altiplano" en el sector de Chintaguay, el agua dejó definitivamente de correr por el fondo del valle. La bajada abrupta del aluvión por Quisma, en consecuencia, ha sido un evento totalmente excepcional. Hacía muchos años que no descendía hasta la pampa.
2) en que se comprueba, además, la feracidad de esos terrenos, aparentemente de pura arena, capaces de hacer crecer y fructificar numerosas especies;
3) en que nos informa sobre las diferentes especies de insectos observables en este ecosistema ocasional de pampa, los que aquí se han reproducido en gran número en estos meses consecutivos al evento de Marzo;
4) Y, sobre todo, en que deja una seria inquietud planteada a los futuros agrónomos, economistas e ingenieros acerca de cómo poder utilizar y aprovechar en beneficio de las propias comunidades humanas aledañas, esa ingente masa de muchos millones de m3 de agua de la mejor calidad que simplemente se perdió, inundando cientos de hectáreas de pampa y cuya mayor parte (seguramente sobre el 80%), simplemente se evaporó sin lograr aprovecharse de algún modo para el uso humano.
¿Se podrá algún día embalsar parte o todo ese enorme caudal de agua?.
Aprovechar la oportunidad para embalsar subterráneamente y guardar para "los años de vacas flacas" ese increíble volumen de agua (millones de metros cúbicos), cantidad que surtiría normalmente mediante riego tecnificado por goteo una agricultura local por varios años, parece un sueño ciertamente lejano, pero no imposible. Pero simplemente desaprovecharla o ignorarla, so pretexto de sus evidentes dificultades técnicas, igualmente parece una insensatez en un desierto totalmente carente de agua como el nuestro.
Si bien es cierto que estos fenómenos no ocurren todos los años y pocas veces con tanta intensidad como en este año 2012, es un tema que hay que meditar muy seriamente, porque el futuro se nos muestra cada vez más mezquino en materia de provisión de agua de excelente calidad para el uso humano y para la práctica agrícola. De acuerdo a todos los cálculos científicos que dejan en evidencia la clara disminución en los últimos cuarenta años del monto de las precipitaciones en el altiplano chileno-boliviano y de acuerdo a hipótesis actuales sobre su comportamiento en un futuro próximo, la sequía actual tiene todos los visos de incrementarse más y más. Y nuestro actual desierto va a ser cada vez más desierto, cada vez más inhóspito y más riguroso, a menos que el hombre intervenga, aprovechando la tecnología actual de sistemas de enormes embalses subterráneos.
¿Es realmente un simple sueño, una utopía, o más bien una locura pensar en su aprovechamiento futuro?.
Los antiguos habitantes de estas quebradas tarapaqueñas fueron, en este sentido, mucho más previsores que nosotros. En circunstancias de la presencia de aluviones y avenidas de agua, y sabiendo bien que no podrían controlar en modo alguno la fuerza de las aguas en sus pueblos natales, bajaban con premura al nivel de la pampa donde se hacían precarias chozas de cañas mientras allí sembraban maíz, trigo, cebada, alfalfa y otros productos. Así se dieron el lujo de cultivar centenares de hectáreas, tal como lo puede comprobar cualquiera que realice hoy un vuelo rasante por el interior de la zona actual del Campamento Baquedano (Ex Oficina Baquedano) o la pampa de Huara, hasta muy cerca del Cerro Unita, al N. y al S. de la carretera que sube a Tarapacá y Colchane.
Durante la Colonia española, existen testimonios irrecusables del cultivo intensivo en sectores de la pampa.
Desde los tiempos coloniales del Teniente de Gobernador de Tarapacá don Antonio O´Brien (1765) y gracias a sus maravillosos planos, sabemos a ciencia cierta de la existencia temprana de extensas superficies cultivadas en el piso de la pampa, a la salida misma de las quebradas de Aroma y Tarapacá. Los geógrafos de la Universidad Católica, entre 1971 y 1973 estudiaron, graficaron y levantaron planos detallados de dichas áreas de "chacras de los antiguos", comprobando su antigua utilización desde tiempos indígenas y coloniales. Gracias a ellos, también sabemos que hubo extensas superficies cultivadas a la desembocadura de la quebrada de Quipisca ( Bodini et al, 1972; H. Larrain, 1974, H. Larrain editor, 2012, en prensa). Sobre estos temas, véase los capítulos alusivos a don Antonio O´Brienen en este nuestro Blog y su notable obra cartográfica en el siglo XVIII.
Es decir ya en 1765 cuando O´Brien confecciona afanosamente sus planos en el pueblo de Tarapacá, había certeza de la antigua utilización de dichas áreas, porque su autor las denomina "chacras que cultivaban los antiguos". Es decir, por entonces ya estaban evidentemente en desuso, o al menos no hallaban bajo cultivo en ese mismo momento. La forma concreta cómo O´Brien grafica y mapea esos sectores de la pampa del Tamarugal, revela a las claras que él, personalmente, las observó y reconoció de visu.
¿Cómo aprovechar esta ingente cantidad de agua en medio del desierto más árido de la tierra?.
Este auténtico jardín de flores nativas en plena Pampa del Tamarugal, a muy corta distancia del pueblo de Matilla, nos plantea una cruda realidad: un inmernso caudal de agua que viene impetuosa de los contrafuertes andinos por efecto de las lluvias altiplánicas, y que se pierde inexorablemente en las arenas de la pampa, sin ser aprovechas hoy por el hombre como se hacía antaño.
Esperamos visitar nuevamente este vergel esporádico, surgido casi por azar, para ver si logramos detectar otras especies botánicas poco comunes.
Una pregunta ingenua nos surge repentinamente:
¿Ejemplo colonial a seguir hoy día?. ¿Desafío tecnológico de proporciones?. ¿O más bien, vergüenza por nuestra actual inercia e incapacidad de convivir amigablemente con las fuerzas desatadas de la Naturaleza?.
Motivo de honda reflexión eco-antropológica.