Fig. 21.
Opuntia ovata (Cactaceae), que vive entre las rocas, en la parte más alta del acantilado costero (Foto. H. Larrain, octubre 2009).
Fig 20. Flores de
Nolana intonsa Johnson. Sector interior. Aquí brotaron en la ladera arenosa, numerosas plantas de
Nolana intonsa y
Cristaria molinae, junto a
Leucocoryne appendiculata y
Zephyra elegans, de semillas presentes con motivo del derrame de un estanque de acumulación de agua de niebla. Esta especie ha florecido aquí sin cesar durante todo el año 2009, habiendo tomado dimensiones enormes, con un ruedo de 1.50 m de diámetro. (Foto H. Larrain, Octubre 2009).
Fig 19. Manchones compactos de
Nolana sedifolia, entre las peñas del acantilado costero, en su parte superior, más húmeda (Foto H. Larrain, Octubre 2009).
Fig. 18. Flores blancas de
Frankenia chilensis. Esta especie perenne es abundante en la parte superior del sector rocoso del acantilado costero, asociada especialmente a
Nolana sedifolia, Tetragonia sp., a
Oxalis sp y a algunas Liliáceas. Se la encuentra en la base de las rocas, donde encuentra algo de suelo arenoso y a donde afluye el agua de condensación de la niebla en las superficies de la roca. Durante el período húmedo (primavera) toma una coloración verde oscuro, mientras que en períodos secos (verano), adquiere una tonalidad rojiza o parda. Resiste bien el stress hídrico del que se repone rápidamente con las primeras garúas. (Foto H. Larrain, Octubre 2009).
Fig. 17. Líquen muy abundante de la especie
Ramalina sp. que se adhiere tanto a las rocas como a los tallos leñosos de los arbustos que se encuentran en el acantilado, expuestos a la brisa y niebla marinas (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).
Fig. 16. Zoom de la flor de
Leucocoryne appendiculata.(Compare con foto de Fig. 8). Observe sus órganos sexuales desarrollados (pistilo y estambres). Tamaño de la flor: aprox. 2.2 cm de diámetro (Foto H. Larrain, 16 de Octubre de 2009).
Fig. 15. Hojas carnosas, tapizadas de finos pelillos, de la especie
Nolana intonsa (Nolanaceae). Su flor tiene un diámetro aproximado de 3.5. cm. La planta si cuenta con agua suficiente, puede mantenerse en floración por espacio de varios meses, de acuerdo a nuestra experiencia en este Oasis de Niebla. (Foto H. Larrain 16 de octubre, 2009).
Fig. 14. Vista de cerca de las flores de
Oxalis sp. (Oxalidaceae: de hasta 2.0 cm de diámetro) ) . La planta crece y se desarrolla entre las grietas de las rocas expuestas al poniente, esto es, enfrentando directamente los vientos alisios que vienen del Sur y del Surwestre. Comparte su nicho ecológico con numerosas especies de líquenes . (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).
Fig. 13. Flores minúsculas ( 1.2 cm de largo) en forma de campanitas, del arbusto
Lycium leiostemum, en la parte más alta del acantilado rocoso.
Lycium es una de las tres especies de arbustos que pueblan el oasis de niebla de Alto Patache. Florece sólo en ciertos años, cuando la humedad es mayor o ha habido lluvias locales. Este ejemplar ha sido favorecido con el aporte hídrico que le entrega un mini-atrapanieblas de 1/4 de m2 de malla. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).
Fig. 12. Ejemplar de
Nolana jafueli, de flor azul pequeña, crecida al amparo de un mini-atrapanieblas. Esta especie es anual y brota de semilla; no se había presentado aquí en los años recientes. Todo parece indicar que el presente año 2009 ha sido más húmedo que sus predecesores. ¿Nos aproximamos a un nuevo Fenómeno de El Niño?. Tal vez.(Foto H. Larrain, 16 de Octubre 2009).
Fig. 11. Copiosa floración de
Nolana sedifolia, gracias al apoyo de un pequeño atrapanieblas de malla raschel, (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009). Esta especie es perenne y sobrevive a los años más secos, sin morir, aún sufriendo un fuerte stress hídrico.
Foto 10. Ejemplar d
e Fortunatia biflora (
huilli del campo), creciendo en compañía de varias especies de líquenes (de las especies
Candelaria, Niebla y otras crustosas) que pueblan profusamente la roca expuesta al océano. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).
Fig. 9. Este pequeño atrapanieblas de sólo 1/4 de m2 de malla raschel provee de humedad a ejemplares de
Nolana sedifolia, entre las rocas próximas a la cima del acantilado . Dondequiera hemos instalado este tipo de captador simple, el paisaje reverdece y el ecosistema se restaura de un modo sorprendente y en corto tiempo. Es el milagro del agua. (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009).
Fig. 8. Flor de
Leucocoryne appendiculata. Sector acantilado, entre las rocas. Esta especie recién in icia su período de floración en nuestro oasis. (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009).
Fig. 7. Agazapada entre las grietas de la roca y rodeada de líquenes crustosos, asoma un ejemplar de
Parietaria humilis, que aún no florece. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).
Fig. 6. Vista parcial del ejemplar florido del arbusto
Lycium leiostemum. Solo han llegado a florecer unos pocos ejemplares de esta especie porque han sido apoyados por un pequeño atrapaniblas de malla raschel. Sector acantilado, cerca de la cima (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009).
Fig. 5. Ejemplar de
Lycium leiostemum con centenares de minúsculas flores acampanuladas, color blanco. Sector acantilado , en la proximidad de la cima.
Lycium desciende por el acantilado hasta los 350 m., pero presenta en este oasis una muy elevada mortandad de especímenes, logrando sobrevivir menos del 5% en la parte más alta del acantilado, alli donde se genera una mayor condensación de la niebla. En un pasado no lejano , tal vez hace unos 100-150 años, esta especie colonizó hasta muy abajo (hasta los 250-300 m de altitud), gracias a la presencia de una neblina mucho más densa que hoy, y/ o, a la existencia de lluvias más frecuentes. Nos inclinamos a esta última hipótesis. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).
Fig. 4.
Oxalis sp , especie de bulbo que crece en estrecha asociación con
Lycium leiostemum y especies de liliáceas como
Leucocoryne appendiculata y Zephyra elegans. (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009).
Fig. 3.
Oxalis sp. entre fisuras o grietas de las rocas del acantilado, cerca de la cima, a 760 m de altitud. Especie en plena floración y muy abundante en esta época del año. En 1 m2 de roca se contabilizó hasta doce ejemplares, todos de pequeña talla, brotando con energía entre las fisuras. (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009).
Fig. 2.
Tetragonia sp. Sector acantilado rocoso, entre grietas de rocas expuestas al mar. 770 m. de altitud. En etapa de crecimiento inicial . Fue codiciado alimento para los antiguos changos y
camanchacas, habitantes de la costa desértica, según atestigua Max Uhle hacia 1908 y lo hemos podido comprobar personalmente. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).
Fig. 1.
Nolana sedifolia. Cima del sector acantilado rocoso, 770 m de altitud. Al disponer de abundante humedad, esta especie forma enormes conjuntos que pueden llegar a medir más de un metro de ruedo, siendo una de las especies más hermosas del sector junto a
Nolana intonsa, que se le suele asociar. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).
(Nota: pondremos aquí, en los próximos días, muchas fotografías más, de recientes viajes al área del oasis de Alto Patache).
Comentario ecológico nuestro.Las imágenes que anteceden, han sido tomadas en el presente mes de octubre 2009 en el sector rocoso del acantilado, a unos 760-770 m sobre el nivel del mar, en el sitio del oasis de niebla de Alto Patache, a 65 km al sur de la ciudad de Iquique. El objetivo de este muestrario botánico- que por cierto no pretende ser exhaustivo- es señalar la importancia biogeográfica y ecológica de este oasis de niebla, situado en las márgenes del desierto de Atacama, el desierto más seco del planeta. Pero también, para mostrar la belleza propia de un oasis en pleno desierto costero. Quiere ser, además, un poderoso llamado de atención a las grandes empresas vecinas (de cobre, de sal) que yacen a nuestros pies, absolutamente ignorantes de lo que ocurre sólo a unos pocos cientos de metros más arriba, en el seno del oasis.
Valoración de los oasis de niebla.
En una época en que el agua ya empieza a escasear en el planeta, y cuando la inmensa mayoría de los paisajes terrestres han sido fuertemente contaminados y alterados por el hombre por sus actividades industriales y mineras, es importante tomar clara conciencia de la significación e importancia que adquieren ciertos nichos de vida, aún casi intocados por el hombre, donde la naturaleza se desarrolla en forma virginal, acariciada solamente por las nieblas rasantes que se generan en el océano Pacífico, por influencia directa de la Corriente de Humboldt.
El gobierno chileno, consciente de la importancia de conservar, proteger y dar a conocer estos parajes, hasta hace muy poco ocultos al hombre, ha decidido protegerlos dándoles el status jurídico de "sitios prioritarios para la protección de la biodiversidad". De éstos, hay hoy unos 25 en el territorio nacional, y el sitio de Alto Patache, entregado al cuidado del Instituto de Geografìa de la Pontificia Universidad Católica de Chile con fines de estudio, conservación, restauración y educación ambiental, es el único existente en el área costera del desierto. Así, el Ministerio de Bienes Nacionales de la República de Chile, mediante el Decreto Exento Nº 363, del 10 de Agosto del año 2007, creó el sitio prioritario "Oasis de Niebla de Alto Patache", con el decidido propósito de incentivar el cuidado ambiental de áreas de reconocida biodiversidad en materia de flora y fauna, lugares poco conocidos aún para la ciencia biológica y geográfica.
Bienes Nacionales confìa el oasis a la Universidad Católica de Chile (Instituto de Geografía).
Junto con incentivar de este modo su protección y cuidado para las generaciones venideras, para lograr su supervivencia en el tiempo, se pretende darlo a conocer a la comunidad nacional, y en forma especial a las comunidades educativas, mediante un cuidado sistema de manejo científico. Para cumplir con este objetivo, el área del oasis de niebla de Alto Patache, de 1.114,5 hás de superficie total, consistente en un complejo conjunto de paisajes geograficos: (terraza marina, acantilado costero o cliff, cordón montañoso expuesto al mar, dunas, pequeñas pampas o planicies altas, sistema de colinas y serranías fuertemente excavadas y modeladas por el período pluvial, (Holoceno) ha sido especialmente protegido y aislado de actividades productivas, extractivas o turísticas de carácter masivo.
Escasa conciencia regional sobre su importancia científica para el futuro de la Región.
No ha sido fácil dar a entender a la Región, a sus autoridades y dirigentes el porqué de la perentoria necesidad de esta decisión. Es un imperativo de País y de Nación. Nos obligan a ello importantes acuerdos internacionales suscritos por Chile. Percibimos, sin embargo, que no existe todavía conciencia regional de la importancia científica de este tipo de enclaves, destinados no sólo a la investigación científica, sino también a una educación seria de carácter ecológico y ambiental. Menos aún, existe hoy conciencia de la necesidad de preservar estos paisajes prístinos, por su riqueza potencial en géneros y especies vegetales y animales aún muy poco conocidos por la ciencia mundial y, además, por su potencialidad como sitios de fuente de agua atmosférica pura e incontaminada aún. Piénsese solamente en el siguiente dato: existen en nuestro oasis más de 100 especies de líquenes de acuerdo a recientes estudios de biólogos extranjeros hechos in situ...!. Al parecer, según los mismos autores, sería éste el lugar de mayor riqueza y diversidad liquenológica en nuestro país y, tal vez, en todo el litoral del Pacífico!.
La minería en el Norte chileno nos ha acostumbrado a los paisajes lunares.
Se suele creer - máxime en nuestro norte árido- que el suelo del desierto es para ser explotado por sus habitantes, igual como se exprime el jugo de una naranja o un limón, esto es, hasta su última gota. La actividad minera en el desierto interior ha dejado huellas visibles por todas partes, huellas horribles de una extracción masiva inmisericorde e implacable con el paisaje circundante. Véanse si no, las huellas profundas de la extracción salitrera en la margen weste de la Pampa del Tamarugal, o los gigantescos fosos a tajo abierto de la gran minería del cobre en Cerro Colorado, La Cascada o la Minera Collahuasi. Obsérvese con pena y dolor cómo ha sido manipulado, alterado y destrozado el paisaje costero en las proximidades de Puerto Patache o Patillos. Note Ud. a simple vista la alteración del color de las arenas por la caida diaria de toneladas de negras cenizas desde las altas chimeneas de las Centrales Termoeléctricas, como la actual de la Central Tarapacá de ENDESA en Puerto Patache. Y nada digamos de la Tocopilla destrozada en su geografía tanto terrestre como submarina, con sus montañas de escorias y cenizas envenenadas..
O la cordones de cerros artificiales de ripios, que ha producido Codelco a través de decenios de extracción en Chuquicamata, que obligaron a reubicar los campamentos obreros y trasladarlos finalmente a la ciudad de Calama por el intolerable hedor y la pésima calidad del aire en sus inmediaciones. Fuimos testigos presenciales del éxodo forzado de sus habitantes y del "entierro" del hospital Roy Glover de Chuquicamata y gran parte de su antigua población.
Algún investigador narrará un día la verdad sobre del desastre natural causado.
Un día no lejano algún valiente historiador de la minería del Norte Grande Chileno dará a conocer al mundo, con datos, cifras, fotos y relatos de testigos presenciales, las atrocidades ambientales cometidas, en aras - como se dice hoy del "progreso regional". Y los errores garrafales cometidos por los ingenieros y ejecutivos de las empresas - casi todas extranjeras- por desconocer las condiciones hidrológicas, geológicas, geomorfológicas, biogeográficas o climáticas de los lugares.
En contraste: el bosque moribundo de la minera Doña Inés de Collahuasi en la costa: un desastre ecológico de proporciones.
El famoso "bosque de Collahuasi", situado al pie el macizo costero e inmediato al "oasis de niebla" de Alto Patache, a 65 km al sur de Iquique, es un ícono y símbolo de esta estupidez humana. Se creyó poder hacer evaporar el agua con que se trae desde el altiplano el mineral disuelto de cobre y molibdeno en un mineroducto, y para ello se plantó más de 25.000 árboles de Eucaliptus, Acacia, Casuarina y otras especies, en la esperanza de librarse del agua en exceso. Ahí están hoy a la vista las enormes lagunas de evaporación que crecen en superficie mes a mes. Y el "riego" diario efectuado por camiones aljibes que vemos desfilar por horas y horas, "regando" todas las huellas y caminos del sector, para eliminar el agua, contaminando el suelo y el aire circundante, sin que la autoridad o la CONAMA diga nada.
El mentado bosque, lenta pero inexorablemente se está secando. Y las hectáreas de césped que se plantó ingenuamente con el mismo objetivo, desaparecieron bajo los efectos de las sales de molibdeno y otros metales pesados que el "agua de riego" contenía. Si ha contaminado, al parecer para siempre, decenas y decenas de hectáreas de terraza marina. ¿A quién le importa? ¿Quiénes son los responsables? ¿Existen responsables?. ¿ Acaso esas tierras van a ser un día descontaminadas por la Empresa, para ser devueltas impolutas al Estado chileno- su dueño- tal y como eran antes de su contaminación?.
Nos devuelve la serenidad y la paz del espíritu, el observar la flora endémica del oasis.
Por eso, es especialmente refrescante y estimulante observar las imágenes que presentamos aquí, de una vegetación esplendorosa, producida por la Madre Naturaleza - regalo de Dios a los hombres. Hoy, mes de octubre del 2009, numerosas especies de plantas nativas, algunas de ellas endémicas, nos deleitan con su delicado follaje y su floración, en blanco, amarillo, rojo y variados tonos de celeste y azul, gracias a la benefactora camanchaca.
El bosque de Collahuasi está moribundo. Un ícono que resultó en fracaso.
¡Qué contraste con la absoluta inexistencia de plantas vivas al pie de las plantaciones de la minera Collahuasi en su bosque mortecino!. En reciente vista al bosque, buscamos afanosamente, pero en vano, algún rastro de vida: plantas, aves, insectos o microorganismos vivos a su pie. ¡Nada!. Solo blancas costras de sal. El terreno está muerto, contaminado para siempre por la mano del hombre. El aire y el viento se encargan de llevar esos aerosoles tóxicos más lejos, a las caletas vecinas. ¿ A quién le importa? . Total, la norma ISO chilena no lo prohibe, la Ley Ambiental Nº 19.300 no se infringe. La empresa -cual otro Pilatos- se lava hoy las manos: "somos inocentes, pues cumplimos la Ley, la Norma!". "Nadie nos puede reprochar nada". Y, -preguntamos- ¿la moral, la ética, la responsabilidad social, Señores, ¿ dónde quedó?.
¿Cómo aceptar este fabuloso derroche de aguas límpidas del altiplano?. Nos rebelamos ante este desacierto que raya en la estupidez.
Lo que nos duele, lo que nos indigna, lo que nos exaspera al extremo, es que esa cuantiosa cantidad de agua diaria (miles de tonelada al día) que así se dilapida ,tratando de evaporarla la fuerza, se necesita con suma urgencia para las comunidades costeras. Seis caletas la exigen. ¡Tienen el derecho al agua porque tienen el derecho a la vida!. Las caletas no tienen agua sino la pobra y mala que les llevan cada 15 días (y con bastante suerte), los camiones aljibes de la Municipalidad de Iquique. A metros de los ávidos y sedientos habitantes de la caleta Cáñamo, la Compañía Minera Collahuasi se da el lujo de botar, despilfarrar, dilapidar cientos de toneladas diarias de la preciada agua que ella captó a raudales, pura e inmaculada, en sondajes hechos en el altiplano chileno!. Qué terrible sarcasmo, qué burla, qué sacrilegio!.
Tenemos que cambiar esta práctica anacrónica de la minería: el derroche del agua en el desierto más árido del planeta: urge que reflexionemos sobre esto y reaccionemos a tiempo antes de que el recurso se nos agote. El recurso es nuestro: de todos los chilenos. No podemos aceptar que sea destruído (pues ni siquiera puede ser enviado al mar, por su gran toxicidad) a la vista de las sedientas caletas que por falta de este elemento vital nunca jamàá podrán prosperar y crecer.
Que la contemplación de estas imágenes, nos haga reflexionar profundamente.
LA NATURALEZA SERÁ SIEMPRE EL MÁS PRECIADO DON QUE NOS HA REGALADO EL CREADOR. CUIDÉMOSLA, PROTEJÁMOSLA; NO LA DESTRUYAMOS PARA SIEMPRE. ELLA ES PARTE FUNDAMENTAL DEL SISTEMA NATURAL. SI LA DESTRUIMOS O CONTAMINAMOS, FATALMENTE NOS DESTRUIREMOS A NOSOTROS MISMOS, TARDE O TEMPRANO.
Dios la entregó en nuestras manos para protegerla y cuidarla, no para hacerla pedazos y convertirla en un basurero, en un charco de elementos tóxicos, o en chatarra inservible.
Mientras la Minería regional, de capitales extranjeros, no tome seriamente en cuenta el futuro de esta región y su profunda responsabilidad ecológica y energética, jamás logrará conquistarse la simpatía y el afecto de la comunidad tarapaqueña, por mucho que se esfuercen sus ejecutivos a través de los desplegados en los periódicos. Mucho más que su bien cacareada preocupación por la "cultura", debería esforzarse por resarcir los daños ecológicos y devolver el agua pura que el Estado chileno le ha regalado en el Altiplano y que ha envenenado para el uso humano y agrícola..