Iniciamos aquí la prometida referencia el puerto de Cobija y a sus pobladores con referencias tempranas (siglo XVI). En este segmento del Blog, deseamos ofrecer un breve y sucinto historial sobre Cobija, su puerto y sus primitivos habitantes indígenas, los changos. Hay mucha bibliografía escrita sobre esta caleta. Para un estudio más profundo, recomendamos recurrir a los trabajos etnohistóricos y arqueológicos de Bente Bittmann:, en particular a sus artículos: "El surgimiento, desarrollo, decadencia y abandono de Cobija-Lamar: Notas históricas", pp. 63-103; parte del trabajo general titulado: "Cobija: Proyecto de investigaciones interdisciplinarias en la costa centro-sur andina (Chile), Universidad del Norte, Sede Antofagasta. No deje de leer, además, su excelente síntesis:"Cobija: Panorama etnohistórico en relación a los informes de José Agustín de Arze", en Revista Chungará Nº 10, Marzo 1983: pp. 147-153) . Sobre Cobija, su historia, su arqueología o cartografía, nosotros mismos hemos publicado varios segmentos en este mismo Blog los que Ud. podrá hallar bajo las etiquetas: Cobija, Bente Bittmann, Changos o Pescadores recolectores).
Vamos a dedicar en las próximas semanas al menos uno o dos segmentos más de nuestro Blog al estudio de Cobija, en el devenir del siglo XIX, gracias al aporte documental y fotográfico de Boris Durandeau, descendiente directo de comerciantes franceses asentados en dicho puerto a mediados del siglo XIX,. Para situar correctamente estas informaciones, nos ha parecido pertinente entregar, a manera de mise en scène, un breve bosquejo geográfico e histórico-antropológico del lugar.
Ventajas ecológicas de Cobija. Un puerto en el litoral desértico provisto de agua de vertientes.
En un litoral desértico norte chileno, extremadamente seco y árido, carente de recursos y sin presencia de desembocaduras de ríos, Cobija aparece providencialmente en escena. Esto gracias a la co-existencia circunstancial de varios factores, todos ellos de decisiva importancia para el desarrollo de la vida humana.
Los enumeramos aquí:
a) un lugar de importante presencia de población indígena;
b) un lugar seguro y protegido para la recalada de los navíos;
c) presencia de agua, gracias a la existencia de varias pequeñas aguadas;
d) abundante pesca del congrio y del tollo in situ, que era convertida por los indígenas locales en charqui de pecado y exportado a las provincias interiores con el nombre de "charquecillo" (Potosí, Sucre, Lipes);
e) presencia de pastos en los altos de los cerros comarcanos, por espacio de varios meses, gracias a la camanchaca costera, entre los meses de Julio y Diciembre, lo que permitía el talaje de animales, como burros y mulas;
f) existencia de una bien traficada vía de comunicación prehispánica con el interior, a través de paskanas y tambos que permitían el acceso a las poblaciones ribereñas del Loa (Calama, Chiuchíu,) y del altiplano de Lipes.
Condiciones éstas de tipo ecológico y eco-antropológico que, sumadas, no se daban en ninguna otra parte en esta extensa franja litoral norte y que favorecieron el asentamiento humano pretérito y reciente.
Su antigua población indígena. de changos y camanchacas.
La primera referencia clara a Cobija como el "puerto de Atacama".
Lozano Machuca señala en su : "Descripción de Cobija" hacia 1580.
Un pueblo de 50 ranchos de cueros de lobos marinos.
En la fecha antedicha (1580), los changos pobladores de Cobija no han sido aún evangelizados. Es probable que para esta tan antigua fecha, ni siquiera haya existido una capilla y menos una iglesia en Chiuchíu o "Atacama la Baja", desde donde posteriormente bajarán de tanto en tanto sacerdotes a Cobija a bautizar y evangelizar a los residentes indígenas. Las primeras referencias a visitas pastorales de sacerdotes a Cobija, datan del año 1641, si bien existen indicios de que su población indígena ya fue visitada esporádicamente desde fines del siglo XVI. Cuando bastante más tarde, el ingeniero militar francés Amédée-François Frézier visita el lugar en Junio del año 1712, cita expresamente haber visto la presencia de 50 ranchos de indígenas en la bahía de Cobija. Así lo señala Vicente Cañete y Domínguez, Gobernador Interino de Potosí, en su descripción del Puerto de Santa Magdalena de Cobija en 1787, al aportar nuevos y valiosos antecedentes sobre el modo de vida de estos pescadores recolectores.
La declinación demográfica y desaparición de los changos.
Es decir, 132 años después del relato de Lozano Machuca, aún viven en Cobija y sus alrededores al menos unos 200-220 changos pescadores de acuerdo al recuento de viviendas indígenas que nos reseña Frézier. No hay prácticamente población blanca asentada allí todavía. La población indígena no había declinado aún y sus servicios como pescadores, mariscadores, cargadores y hábiles elaboradores de charqui de pescado eran todavía muy apreciados. Esta situación demográfica cambiará muy bruscamente en el siglo XIX a partir del año 1825, cuando la naciente república de Bolivia establece aquí su principal puerto de entrada al Pacífico, tras el prolijo reconocimiento marítimo hecho por el marino Francis O´Connor, comisionado al efecto por el mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre. Con la llegada de numerosos comerciantes, aventureros y mineros, y la construcción del poblado e incipiente puerto, se verificará un brusco cambio en el modo de vida de estos pescadores y muy pronto las enfermedades y epidemias troncharán la vida de la mayor parte de ellos.
Los terremotos y la aparición de la epidemia de fiebre amarilla.
Hacia 1860-65, bajo control administrativo y económico boliviano, conocerá Cobija su máximo esplendor, llegando a albergar una población de casi 5.000 habitantes, incluyendo los numerosos indígenas changos (Bittmann, 1980). Veinte años después, hacia los años 1880-85, desaparece para siempre la población aborigen en este puerto como efecto directo de la epidemia de fiebre amarilla que se descargó con terrible virulencia en el litoral sur peruano y boliviano en el año 1869. Este doloroso episodio de la historia humana (la desaparición completa de una etnia ancestral) de esta zona litoral no ha merecido un estudio serio hasta el presente por parte de los investigadores, ignorándose cuáles o quiénes habría sido los transmisores y "vectores" humanos directos de este flagelo. ¿Tuvo algo que ver en esta pavorosa difusión epidémica la importación masiva a las costas peruanas de operarios chinos traídos de Cantón, los que se diseminaron por las guaneras de la costa?. No conocemos estudios históricos serios y fundados en este sentido, pero sospechamos que existe alguna desgraciada relación entre estos dos hechos, cronológicamente tan coincidentes.
Amédée François Frézier, 1682-1773, ingeniero y matemático francés que estuvo en Cobija en Junio del año 1712 y autor de una obra sobre sus viajes en el Océano Pacìfico. Desde Cobija, penetró en mula hasta Calama y Chiuchíu, aldeas atacameñas que describe.
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(En plena construcción.)
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