miércoles, 22 de julio de 2009

La sorprendente historia de Tilibilca: una mirada a antiguos documentos

Foto 1. La azoguería de Tilibilca con vista al valle de Tarapacá. Queda en el km 50 de la ruta Huara-Tarapacá. Casi todos los muros en adobe aún se ven muy firmes, a pesar de los recientes sismos devastadores ocurridos en el área. El último de éstos, ocurrido el 13 de Junio del año 2005, destruyó en buena parte las aldeas de Huarasiña y Tarapacá, y el templo de este último pueblo quedó completamente en ruinas. Ha sido recientemente restaurado (2008). (Foto H. Larrain, 15/07/2009).


Foto 2. De Este a Oeste. La sólida construcción hecha en adobes, adosada a la pendiente o piedemonte de la pared norte de la quebrada de Tarapacá, a poca distancia de la aldea actual de Huarasiña. (Foto H. Larrain, 15/07/2009).
Foto 3. Edificio del sector weste, el mejor conservado del conjunto arquitectónico. Conserva aún parte del maderamen hecho de troncos de algarrobo y tamarugo, en sus puertas y ventanas. Este edificio, al parecer, continuó siendo ocupado como vivienda hasta mucho más tarde, en el período republicano peruano. (Foto H. Larrain 15/07/2009).

Cómo se refinaba la planta en tiempos coloniales.

En un segmento anterior hemos presentado imágenes del estado actual de la antigua azoguería colonial de Tilibilca, en la quebrada de Tarapacá. "Azoguería" la denominaron sus creadores coloniales, porque para obtener la plata del mineral en bruto se necesitaba agregarle mercurio, azogue (Hg) también conocido como cinabrio. Este se agregaba al mineral en bruto, previamente seleccionado, molido finamente y rico en plata, dejando separado el material inerte, inútil. Así, el mercurio (Hg) y la plata, (Ag). formarían un compuesto Luego se calentaba esta mezcla y el mercurio o azogue, por efecto del calor se evaporaba, y se recogía aparte, quedando la plata pura y perfectamente aislada.

Este sistema de extracción de la plata ya era ampliamente conocido a través del antiguo libro de Alvaro Alonso Barba (1569-1661): "Arte de los metales: en que se enseña el verdadero beneficio de los de oro, plata y azogue, el modo de fundirlos todos y como se han de refinar y apartar unos de otros" (Madrid, 1640). Barba fue sacerdote y párroco de un  pueblo en la sierra peruana y tuvo ocasión de conocer de cerca el sistema empleado por los españoles, desde tempranos tiempos, para obtener la plata y el oro. El azogue o mercurio se obtenía por entonces en gran cantidad de las minas de Huancavelica, en la sierra peruana. Barba, hombre ingenioso e intelectualmente inquieto, mejoró el sistema de obtención de estos metales nobles, con técnicas introducidas por el mismo. Experiencias que da a conocer en forma minuciosa en su obra.

Durante toda la Colonia, el mercurio de las minas de Santa Bárbara, en Huancavelica, aportó ese elemento vital para la extracción de la plata tanto en Potosí como en Huantajaya y Chanabaya. Sobre estas minas y su importancia, puede consultarse la obra del historiador Guillermo Lohmann Villena, titulado: "Las Minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII" (1949; hay reedición en Lima en 1999).

Un aporte importante para comprender exactamente cómo se realizaba este proceso extractico, en la época en que Antonio O´ Brien era el Gobernador interino de Tarapacá y visitador de minas en la Provincia (1765-1771), es el trabajo del historiador chileno Jorge Hidalgo Lehuedé (con Manuel Castillo Martos), titulado: "Antonio de O´Brien y la explicación de los Minerales de Huantajaya, sus nombres y beneficio". Revista ILUIL, vol. 27, año 2004: 41-93. De este trabajo tomaremos algunas informaciones sobre el sistema de fundición de la época, en los llamados "trapiches" o lugares de beneficio.

La azoguería de Tilibilca.

Nos basamos para este relato sucinto sobre Tilibilca en el trabajo del historiador don Sergio Villalobos, publicado en el año 1975 en Norte Grande, revista del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, (Vol I. Nº 3-4, año 1975: 301-421). Se titula: "La mita de Tarapacá en el siglo XVIII". Radica su enorme interés en que el trabajo se basa íntegramente en un legajo de documentos que fueron encontrados al fondo de un pique, en la mina "Los Jilgueros", en Huantajaya, en el año 1871 por el ingeniero americano George R. Ghiselin y donados por éste a la Universidad de California en 1878.

Hacia 1742 se reactivaron los trabajos de explotación de la plata en el mineral de Huantajaya, abandonados durante decenios, por obra del piqueño José Basilio de la Fuente y Loayza, un rico minero de la región. En 1756, este minero solicitó al Virrey del Perú una mita para poder llevar a su asiento minero de Huatajaya una cantidad de 50 indios, en calidad de mitayos. Nunca antes se había solicitado una mita de indios para labores mineras en esta región. La disolución de las encomiendas a partir del año 1718, permitió el empleo de la fuerza laboral indìgena en labores desarrolladas fuera de sus respectivos pueblos. Por eso De la Fuente solicita obreros mitayos de cinco pueblos de la zona, en la Doctrinas de Tarapacá y Sibaya. La inmensa mayoría, de Tarapaca, por su mayor cercanía a las minas. En el cerro rico de Potosi, donde se explotó por siglos la plata en Bolivia, hubo mita minera desde tempranos tiempos (S XVI), pero esta nunca llegó a incluir a las poblaciones indígenas del actual sector chileno de Tarapacá.

¿Qué era la mita minera?.

La mit´a -institución de origen inka castellanizada como mita) consistía en la obligación impuesta a los caciques de los respectivos pueblos, por las autoridades españolas, de otorgar un quinto de su población de varones adultos (entre los 18 y los 50 años), por un cierto período de tiempo, para tomar parte en actividades de beneficio considerado de utilidad social o comunitaria. Hubo así mitas destinadas a la construcción o arreglo de caminos, puentes, levantamiento de iglesias o canales, o trabajo agrícola comunitario. La mit´a más socorrida en el período colonial por las autoridades, fue la llamada "mita minera". Es decir, la contratación forzada, por un tiempo definido, de un porcentaje de varones en edad de trabajo de los pueblos circunvecinos, para la explotación de las minas. La más famosa en la época fue la "mita potosina" que permitía reclutar mano de obra indígena para las labores de plata en el cerro rico de Potosí, desde un radio de 150 leguas a la redonda. Los indígenas enganchados en la "mita", eran llamados "mitayos" (voz del quechua mitayoc).

Los poblados tarapaqueños nunca fueron incorporados a dicha "mita potosina". Por eso el interés del minero Basilio de la Fuente por reclutar, con permiso del Virrey, obreros indígenas vecinos al sitio de Huantajaya. Iquique no existía aún como ciudad y era apenas una caleta poblada por unas pocas familias de camanchacas o changos, y uno que otro esclavo negro que trabajaba en la extracción del guano de la "isla de Iquique". Tarapacá, Sibaya y Mocha, por tanto, por su mayor población y proximidad geográfica, eran los pueblos que estaban directamente en la mira del minero.







1 comentario:

Unknown dijo...

Esta claro lo que se reclama. ¿ Que se propone?