domingo, 30 de junio de 2024

Hace cincuenta años nació la revista universitaria de geografía titulada "Norte Grande". Un esfuerzo interdisciplinario al servicio de las regiones del Norte chileno.


Fig. 1.    Portada del primer número de la revista  "Norte Grande", del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, editado en el mes de Marzo, 1974.  El diseño de fondo es un dibujo a pluma del pueblo aimara de Cultane, obra del arquitecto Carlos Contreras  Alvarez (julio 1973). 

La "prehistoria" de nuestra revista.

En marzo del año 1974 un grupo de soñadores se embarcó en una empresa de proporciones insospechadas:  crear una nueva revista universitaria al alero del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile en Santiago de Chile.  ¿Cómo se gestó esta revista?  ¿De quién fue la idea primera?. ¿Qué enfoque se decidió darle por entonces?  ¿Quiénes intervinieron directamente en esta gesta notable?. ¿Cómo se decidió su nombre: "Norte Grande" y por qué  esta denominación?. Y, por último, ¿cuál ha sido su aporte a la  cultura del Norte chileno?.

Los primeros antecedentes.

Son las preguntas que hoy nos proponemos responder, cincuenta  años después, aún a riesgo de que "la memoria nos juegue una mala pasada", pues nosotros mismos estuvimos involucrados directamente  en su enfoque, nacimiento y desarrollo. El largo tiempo transcurrido ha tronchado también la vida -y lamentablemente también el testimonio directo- de varios de sus destacados protagonistas de antaño.

Circunstancias  precursoras.

En el mes de noviembre de 1972, recientemente exonerado de la  Sede de la Universidad del Norte en Iquique por motivos políticos (1), partíamos  a Santiago con mi pequeña familia en busca de  nuevos horizontes. Mi suegro, don Victor Mardorf Becker, nos  acogió con especial cariño en su casa de calle "la Reconquista" 762.  Por sugerencia del iquiqueño Jorge Checura Jeria, mi antiguo compañero de labores en Iquique, fui a conversar con el geógrafo Hugo Bodini Cruz-Carrera, director por entonces del área de geografía en la Universidad Católica a su oficina sita en el "Campus Oriente"  de la Universidad.  Checura, en efecto, había prestado un decidido apoyo táctico durante las primeras investigaciones hechas por el Instituto de Geografía de la U.C. en la Pampa del Tamarugal en los años 1971-1972. Atraídos por la existencia de grandes extensiones visibles de antiguos campos de cultivo abandonados en la Pampa, de época indígena y colonial,  su presencia  planteaba  interesantes enigmas y reflexiones desde un punto de vista geográfico, hidrológico y aún económico. El tema seducía poderosamente tanto a geógrafos humanos como a geógrafos físicos y económicos, por su implicancia en el desarrollo futuro de la zona. Por entonces, se había  dado a conocer, hacía poco tiempo,  un antiguo Plano colonial de la "Pampa de Iluga", dibujado a mediados del siglo XVIII  por el español Antonio O´Brien, Teniente de Gobernador del  Partido de  Tarapacá  con sede en dicho pueblo. Esta extensa área de estudio era, precisamente en ese tiempo el foco principal de examen por parte del "Taller del Norte Grande", formado por Hugo Bodini en el seno del  Instituto de Geografía, para su estudio multidisciplinario

Fig. 2. Copia fiel del Plano confeccionado por don Antonio O´Brien, Teniente de Gobernador del Partido de Tarapacá, con el nombre de "Pampa Yluga" en 1765 y dibujado en el Instituto de Geografía de la Universidad Católica por el dibujante don  Francisco Sánchez  (Reproducción publicada en nuestra revista "Norte Grande", año 1974,  Vol 1, Nº 1: frente pg. 22).

Los trabajos en la denominada por Bodini "Pampa O´Brien".

El área de estos antiguos campos de cultivo en la pampa ya me era bastante familiar, pues estando yo en Iquique  el mismo Checura me había llevado varias veces a recorrerla en la camioneta de la Universidad del Norte (2). Bodini y los integrantes del equipo del taller del Norte Grande, ya habían publicado algunos trabajos sobre el área. Hugo Bodini se interesó por mi curriculum y grado académico, y después de varias consultas me ofreció un medio tiempo como profesor de Antropología en su  Instituto.  Ofrecimiento que acepté en el acto. De inmediato, también, fui invitado a formar parte del "Taller del Norte Grande". No mucho después, llegaría a ser nombrado director del Departamento de Geografía de Chile y del propio "Taller  del Norte Grande".

Nuestro aporte al "Taller del Norte Grande".

Nuestro ingreso al Instituto de Geografía de  la Universidad en marzo del año 1973, en calidad de profesor de antropología e investigador, significó, de hecho, la súbita irrupción del enfoque antropológico y etnohistórico al "Taller del Norte Grande" que con energía dirigía el geógrafo Bodini (3).  Hubo, pues, desde el inicio,  enormes coincidencias entre el planteamiento geográfico teórico-práctico de Bodini y mi interés personal de tipo antropológico y arqueológico en el estudio de dichas antiguas eras de cultivo abandonadas. Entretanto,  Bodini había logrado formar una pequeña biblioteca especializada en el tema, donde por primera vez pude yo tener acceso -entre muchas otras-  a las famosas obras del peruano Guillermo Billinghurst (1851-1915) sobre Tarapacá, sus salitreras y  sus recursos. (4).

Traía yo conmigo a Santiago una muy modesta experiencia editorial, pues en la sede de Iquique habíamos creado, con el apoyo de mis colegas, una pequeña publicación titulada pomposamente por nosotros como "Cuadernos de investigaciones históricas y antropológicas".  Más aún, habíamos audazmente iniciado, con el apoyo universitario, nada menos que un incipiente Instituto de Investigaciones Históricas y Antropológicas (5).

Mis primeras tareas en el Instituto  (1973).

Hugo Bodini nos asignó como ayudante, desde mis inicios en la U. C.  en 1973, a una joven recién titulada de geógrafa en el mismo Instituto: Pilar Cereceda Troncoso. Inquieta, activísima, además de buenamoza y jovial, deseosa de aprender todo lo que podíamos enseñarle. Nombrada "Secretaria de Actas" del flamante taller del Norte Grande, Pilar tomaba notas cuidadosas en su bien cuidada caligrafía y/o taquigrafía, -técnica que ella bien dominaba-, y nos recordaba todas la tareas que se nos había asignado a cada uno de los participantes para la semana. Una de las tareas que yo le confiara -y que ella recuerda hasta el día de hoy muy  bien-  fue copiar trozos seleccionados de textos de mis lecturas,  para ir formando un archivo  temático sobre el Norte Grande de Chile (6). En este período, yo me esforzaba por leer todo lo que encontraba a mano sobre  las regiones de Arica, Tarapacá y Antofagasta desde  el ángulo tanto  económico (explotaciones de plata, salitre o yodo), como geográfico,  histórico y cultural (7). 

Los colaboradores.

En este taller participaban activamente los colegas  Hugo Bodini, (Director del Instituto), geógrafo humano, Luis Velozo Figueroa, geógrafo físico,  Joaquín Sánchez, geólogo,  Reinaldo Rioseco, geógrafo físico, Reinaldo Börgel, geógrafo físico,  Horacio Larrain, arqueólogo y antropólogo cultural, más nuestras diligentes  ayudantes, Pilar y María Angélica. En ocasiones,  también nos acompañaron en calidad de expositores ocasionales, Hans Niemeyer, arqueólogo, Jorge Domeyko, arquitecto, Manuel Dannemann, profesor de literatura y folklorólogo, Luis Brahm Menge, educador y antropólogo social o el entomólogo y zoólogo, Luis Peña Guzmán. Así campeaba claramente el sesgo multidisciplinario que habíamos acordado dar  a la nueva  revista.

El sesgo particular de nuestra revista.

La revista tuvo en efecto y desde sus inicios, un marcado rumbo interdisciplinario, donde la geografía, la historia y la antropología constituían sus sólidos pilares de sustentación. En efecto,  el estudio de la geografía adquiere sentido pleno con la presencia del grupo humano que es el ocupante, utilizador, modificador y el mayor transformador de los paisajes geográficos. Ciertamente, no queríamos estudiar en la región de Tararapacá tan solo los aspectos físicos de una geografía regional -"ciencia descriptiva  de los lugares"-  con prescindencia de las actividades del hombre, sino, por el contrario, la estudiaríamos a sabiendas que es el hombre y su cultura  quien  altera, transforma, modifica (y no pocas veces destruye) los paisajes  naturales. Por eso, ya en el primer número de nuestra revista "Norte Grande", estampábamos en su primera página esta muy significativa nota:  "Revista de estudios integrados referente a comunidades humanas del Norte Grande de Chile en una perspectiva geográfica e histórico-cultural"  (Vol 1, Nº 1: 1). El acento estaba puesto en la comunidad humana y su habitat. Lo "cultural" hacía obvia referencia al enfoque antropológico  y lo "histórico" al rol que desempeña el devenir histórico en los cambios de la comunidad humana y  del paisaje.

Objetivos propuestos por la nueva revista.

En la "Presentación" de la nueva revista, reseñábamos claramente -y audazmente- nuestros ambiciosos  objetivos:

a)  "Recopilar, analizar y difundir materiales de estudio  que sirvan para interpretar y comprender la vida de las  comunidades antiguas y modernas";

b) "Ofrecer a las entidades estatales una base documental seria para proyectos de desarrollo";

c)  Como Taller (del Norte Grande), nuestro propósito central es estudiar, desde un punto de vista interdiciplinario, las condiciones de habitabilidad de la Pampa del Tamarugal y quebradas aledañas;

d) Queremos llegar a entender el rol de esta Pampa: sus asentamientos y sus cultivos,  en la compleja red de interacciones  entre las aldeas de la cordillera,  la depresión intermedia y la franja costera";

e)   "Esta perspectiva, basada en los aportes  de la historia, la geografía y la antropología, quiere cimentar los esfuerzos tendientes a convertir  la provincia Tarapacá en una "región geográfica" capaz de configurar por si misma un modelo propio de desarrollo regional"  (Vol. I, Nº 1, 1974: 5). 

Como se puede observar, nuestros objetivos eran de una audacia inaudita para los escasos medios con que por entonces contábamos.    

El aporte de la revista "Norte Grande" (8).

Una de nuestras primeras preocupaciones fue  conseguir la colaboración de connotados especialistas tanto en el campo de la geografía, como de la historia y la antropología. Hasta hoy, admiramos, en los primeros números de la revista, algunos trabajos de fuste como los de  Wolfgang Weischet en el área de la Geografía  (Nº 3-4), de Gabriel Martínez Soto-Aguilar (Nº 3-4) y/o  Juan van Kessel (Nº 1),  en el rubro etnográfico; el hermoso trabajo del arquitecto Carlos Contreras  sobre la arquitectura de la vivienda aimara en Cultane (Nº 1),  o la presentación como primicia, de un estudio del Plano colonial de O´Brien  de la quebrada de Tarapacá -hasta entonces inédito-, de Horacio Larrain y Ricardo Couyoumdjian, en el ámbito histórico y etnohistórico (Nº  3-4). 

La sección "Documentos". 

Una de las particuliaridades de nuestra revista, en sus primeros números, fue presentar, en una sección especial denominada "Documentos", sendos capítulos de valiosas pero muy poco conocidas descripciones de exploradores o cronistas del pasado, tanto para facilitar al lector el acceso directo a las fuentes como para corroborar con experiencias pasadas,  nuestras propias observaciones  de campo.   

Después de Hugo Bodini asumió en 1976 como directora del Instituto de Geografía de la Universidad Católica la geógrafa física y cartógrafa señorita Ana María Errázuriz Körner, quien apoyó decididamente nuestra revista así como su novedoso enfoque interdisciplinario, dándonos una gran libertad de acción (9).  

Conmemoración del Número 50 de la revista.

El día 2 enero 2012 editábamos en este mismo blog un capítulo  especial con el título de "La revista "Norte Grande conmemora la aparición de su número 50 (1974-2011)" en el que hacíamos igualmente referencia a  la exitosa  trayectoria de esta revista. A este acto conmemorativo realizado el 30 de diciembre del año 2011 en el Campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica de Chile fuimos especialmente invitados con la profesora Pilar Cereceda Troncoso, ocasión en que nos tocó pronunciar unas palabras de saludo y agradecimiento. Invitamos a  nuestros lectores a releer dicho capítulo así como a meditar nuestras palabras de entonces.


Colofón.

Nostálgicos de lo que fuimos capaces de crear con escasos medios, pero con audacia y entusiasmo en el año 1974,  saludamos hoy los 50 años de la revista y sus grandes logros a través del tiempo. Por fortuna, Internet nos permite hoy consultar, con gran facilidad y rapidez, aquellos artículos de antaño con sabor y aroma a tiempos pasados. 

Con el poeta romano Ovidio podríamos hoy exclamar con pleno derecho: "Factum abiit, monumenta manent""El hecho pasa..., pero quedan los monumentos".  (Ovidio, "Fasti", 475).  "El suceso histórico como tal ya es cosa añeja, del pasado, pero  permanecen hasta hoy sus monumentos (obras)". Para nosotros y los miles de lectores de esos trabajos pioneros, muchos de sus primeros artículos han sido  inspiradores y/o  francamente innovadores. 

 

Notas.

(1)  En nuestro blog https://eco-antropologia.blogspot.com del 30 de abril del año 2023, hemos editado un capítulo con el título de "La increíble y apasionante historia del Meteorito caído en la región de Taltal: un capítulo ignorado del Museo Regional de Iquique."  Ahí se hace referencia en detalle a nuestra breve permanencia y actividad en la sede de Iquique de la Universidad del Norte  (marzo 1972-Noviembre 1972). 

(2)  En efecto, en el número 2 del "Boletín Informativo" del Museo de  la Sede de Iquique se reseña nuestro interés por profundizar en el estudio geográfico y arqueológico de dicha área de campos de cultivo antiguos. Anotábamos entonces: "dos son las tareas a que nuestro Instituto se abocará en lo meses que restan del año (agosto, 1972): la investigación arqueológico-histórica en la pampa del Tamarugal que se iniciará con una prospección superficial de los restos culturales mediante una  cuadriculación y cuantificación de elementos" (Agosto 1972: 8). 

Jorge Checura tuvo conocimiento y nos mostró una copia, bastante deficiente, del Plano de O` Brien de 1765, publicada en un periódico de la ciudad de Iquique. Documento que ya fue conocido por don Guillermo Billingshurst y comentado en su obra: "Estudio sobre la geografía de Tarapacá" (1880). Es mérito personal de Checura el haber realizado numerosas prospecciones de sitios, en busca de la huidiza ubicación del topónimo "Yluga" empleado por O`Brien. Checura ubicó antiguos canales, acequias y chacras de riego procedentes de los derrames de agua de las quebradas de Aroma y Tarapacá, en épocas de crecidas. El me condujo un día, a mediados de 1972, y me mostró un conjunto de unos 30-35 montículos claramente artificiales, construidos por los antiguos agricultores procedentes de las quebradas aledañas para protegerse de la inundación. Allí, en su cima, levantaron los antiguos rústicas cabañas de cañaveral cuyas trazas (cimientos) pudimos observar junto a fragmentos cerámicos  inca y  de las culturas de Arica (Pocoma y Gentilar). ¿Habrá sido este preciso lugar el sitio huidizo de la aldea de "Yluga" referida por O´Brien?.  Tal vez.  En nuestro trabajo titulado: "Antecedentes históricos para la reutilización de suelos agrícolas en la Pampa del Tamarugal, Provincia de Tarapacá,  Chile" (en revista  "Norte Grande", Nº 1,   9-22) , analizamos en detalle los aportes de Lautaro Núñez, Hugo Bodini y su grupo de estudios del Taller del Norte Grande de  la U. Católica en esos años (1971-73).  

(3)    Al comparar la producción de trabajos del "Taller del Norte Grande", obra de Hugo Bodini,  Jean Pierre Bergoing o  Luis Velozo, entre los años 1971 y 1973, se palpa de inmediato la  enorme diferencia  con el contenido y enfoque de la  nueva revista "Norte Grande".  La "irrupción" del enfoque  etnohistórico y  antropológico se hace evidente como acompañante obligado  del enfoque geográfico-físico tradicional. 

(4)   Entre las obras de don Guillermo Billingshurst  relativas a Tarapacá que entonces nos sirvieron de referencia obligada, destacan: "Estudio sobre la geografía de Tarapacá (páginas de un libro)". Trabajo escrito para el Ateneo de Iquique, Santiago, Imprenta de "El Progreso", 1880 y "El abastecimiento de agua potable del puerto de Iquique", 1888,  en Trabajos y antecedentes presentados al gobierno de Chile por la Comisión Consultiva del Norte, recopilados por encargo del Ministerio del Interior, (Manuel Salas Lavaquí, recopilador).Imprenta Cervantes, Santiago de Chile.

(5)  Alcanzamos a publicar dos números  de estos  modestísimos "Cuadernos...",  en Julio y Septiembre 1972 respectivamente, con breves artículos nuestros y noticias del Museo.  Igualmente, editamos dos números del "Boletín Informativo" del Centro Universitario de Iquique, cuya finalidad fue mantener informada a la ciudadanía iquiqueña sobre los trabajos, expediciones y adquisiciones de nuestro  pequeño museo. Recuerdo que invitamos al historiador  don Oscar Bermúdez (1904-1983) a formar parte de nuestro equipo. En un primer momento, Bermúdez se entusiasmó con la idea, pero, luego no se atrevió a dar ese paso que significaba para él dejar su casa de Antofagasta y las facilidades que el Centro de Documentación de la Universidad del Norte gratuitamente le ofrecía en Antofagasta. 

(6)   Con frecuencia, -lo recuerdo bien- acudía yo a la biblioteca y mapoteca de la biblioteca nacional de Chile en Santiago, en busca de  información. Aquí tuve la oportunidad de consultar una copia valiosa del  Plano del Tamarugal del sevillano Antonio  O´Brien más otros documentos contemporáneos.

(7)  En aquellos años en que no existía ni Internet ni Google como instrumentos de búsqueda,  cada investigador se hacía sus propios ficheros donde acumulaba los datos que consideraba de posible  interés para investigar en su  campo de  estudio. Tanto Pilar, como María Angélica Apey, también geógrafa, nuestra segunda ayudante, escribieron,  de su puño y letra, centenares de fichas para consulta.  Este fichero nuestro, hoy en el Museo de Historia Natural de Santiago, fue creciendo con el tiempo y llegó a albergar decenas de miles de datos. Fichero que, años más tarde, me sería de utilísima herramienta en la redacción de mis artículos y libros.  La bibliografía anexa a mis primeros trabajos en la revista "Norte Grande", es ilustrativa de  las extensas lecturas nuestras  de aquellos años.

(8)  La revista en sus primeros números, fue editada en  los talleres del Instituto Geográfico Militar y tuvo un enorme éxito entre los investigadores del Norte Grande del país. Y aún hoy día sus artículos son frecuentemente citados por los estudiosos. A partir del número 8  (año 1981), la revista cambió radicalmente de giro, concentrándose en el ámbito de lo estrictamente geográfico y abandonando su enfoque interdisciplinario en el estudio del modo de  habitar humano. Pasó a denominarse, en la época transicional de su director Ricardo Riesco Jaramillo, como "Revista de Geografía Norte Grande". Con ello, se quiso acentuar su carácter puramente geográfico ¿Fue este cambio  algo positivo  para la revista y sus lectores?. ¿Ganó con ello la geografía?. Francamente lo dudamos. Dejemos este tema y su examen abierto al escrutinio de los futuros investigadores.  Tal cambio radical y drástico, coincidió con la salida forzada del Instituto de Geografía, bajo el gobierno militar,  de todos los profesores que no éramos geógrafos a mediados del año 1980. El argumento entonces esgrimido fue el de  "una urgente reducción presupuestaria". Con el nombre de "Revista de Geografía Norte Grande", ha llegado a editar hasta hoy ( junio, 2024),  87 números  y aparece tres veces al año.   



 


martes, 25 de junio de 2024

El asentamiento pastoril aimara de Mosquito de Oro en 1973: observaciones hechas in situ en nuestra visita.

 

Dedicatoria.

Dedicamos este trabajo con especial afecto a los  pobladores  aimaras de Lirima, cuyos ancestros  nos atendieron con especial deferencia y afecto, durante nuestras investigaciones en el mes de julio de 1973.   


Antecedentes

En dos capítulos anteriores de este mismo Blog nos hemos referido a nuestras observaciones etnográficas hechas en el lugar en el mes de junio del año 1973 (1). De esto hace ya algo más de cincuenta años (2). La ocasión se dio en el viaje hecho con el sacerdote holandés Juan van Kessel a la celebración de la fiesta patronal de San Santiago, en el pueblo-santuario de Cultane por parte de los lirimeños (3).   Gracias a  las notas tomadas en nuestro diario de campo de la  época (Volumen VI, pp. 10-15),  nos es posible reeditar hoy con fidelidad el aspecto físico-geográfico que ofrecía por entonces la estancia pastoril  aimara de Mosquito de Oro  (4).  Su minuciosa descripción será el objeto específico de este capítulo nuestro.

Los ocupantess de la vivienda pastoril (Vea Fig. 2)  eran don Marcelino Vilca y su esposa doña Paulina Ticuna. En mi recorrido por  el área, me intrigó la presencia de varios corrales, algunos ya en ruinas, en los alrededores de las viviendas. Más aún, la presencia de algunas viviendas más antiguas, igualmente en ruinas, tal como se muestra en nuestra Figura 1. Me pregunté por qué había tantas viviendas distintas, en un mismo e idéntico lugar, unas actualmente en uso y varias otras hace ya mucho tiempo abandonadas.

¿Por qué se ve hoy varios asentamientos, al parecer independientes?.

 La respuesta a este interrogante se encuentra, a lo que creemos, en el propio relato de mi Diario de Campo. En efecto, señalo en una Nota marginal  de la Fig 1, lo siguiente: "se ven  4 asentamientos (¡en realidad, son cinco!). Uno solo ocupado hoy por la gente de Lirima. Antes venía gente con ganado de Cancosa y Sibaya, (pueblos) que hoy no tienen ganado. Señal (para mí) de despoblamiento paulatino" (....). (Ver "Diario" H.L. vol. VI: 3).  

En otras palabras, a mi entender, esto querría decir que con anterioridad a la llegada de la gente de Lirima al lugar, fueron familias de pastores de Cancosa y Sibaya los probables constructores de los 4 asentamientos más antiguos,  hoy día en ruinas. Lo que en buen romance vendría  a explicar que este lugar de pastoreo nunca fue pertenencia propia y particular de un solo pueblo, sino era (o había sido) un punto compartido de pernoctación y breve permanencia de los pastores y ganados de varios pueblos andinos como parte del frecuente circuito trashumántico anual Este-Weste, (entre las aldeas de Cancosa por el E. y Pachica, por el W.), siguiendo  la presencia de sectores de pastos  aptos, apetecibles,  para su ganado (5) .

Carta geográfica que muestra el sitio de pastoreo  de Mosquito de Oro.

Fig.  1.  Fragmento de un plano que muestra la localización de Mosquito de Oro, sobre el estero Paurimani, afluente  de la quebrada de Tarapacá. Tomado del plano del arquitecto Carlos Contreras en su trabajo titulado: "Arquitectura y elementos constructivos entre los pastores de la pampa de Lirima, provincia de Tarapacá", en revista Norte Grande, Nº 1: frente pg. 32).   

Elementos constructivos en Mosquito de Oro.

Aquí cada asentamiento cuenta con su respectivo corral anexo, tal  como se puede observar claramente en nuestra Figura 1.   ¿Hubo tal vez allí en Mosquito de Oro presencia simultánea de dos o tres rebaños, de gente de pueblos diferentes (Lirima, Cancosa, Sibaya)?. No lo creemos,  pues se habría prestado para rencillas y altercados entre los pastores, ávidos de reservar para sí  los mejores pastos para sus animales. Si nos fijamos bien, las viviendas y corrales se hallan en las proximidades del arroyito que recorre todo  el lugar, y que durante mi permanencia a fines de julio 1973 estaba parcialmente helado y semi cubierto de nieve. Tomé por entonces varias fotografías del lugar, las que lamentablemente no he hallado en mis archivos. Tan solo he hallado como prueba de lo dicho un listado de 14 fotos tomadas por mí en dicha ocasión con su respectiva explicación .  (Cf. Diario Nº VI: 1).

Los corrales grandes, eran destinados a albergar el ganado de llamas y alpacas, los más pequeños -más  inmediatos a sus viviendas- estaban destinados al encierro de sus burros de carga y monta. Recordemos aquí que los asnos o burros eran, además de utilísimas bestias de carga, la única cabalgadura disponible y  apropiada para las zonas altas, frías, donde los caballos no resisten. 

Viejas y sangrientas disputas.

Se conserva, sin embargo, en la memoria de los más  ancianos el recuerdo de viejas disputas entre pastores de las aldeas de Cancosa y Lirima, con resultado de varias muertes, en la década de los años 30 del pasado siglo (¿hacia 1935-38?), disputas  seguramente motivadas por la apropiación y uso de los mejores sitios de pastoreo, y cuyo resultado de muertes nunca fue aclarado por la justicia chilena. Es lo que yo escuché sotto voce en esos días de  labios de  una de las señoras. Tema tabú que los mayores de la comunidad evitaban comentar. 

En este lamentable hecho de sangre, sin duda, se puede encontrar -al menos en parte- el origen histórico de las profundas desaveniencias entre los habitantes andinos de Lirima y Cancosa, que perduran hasta el día de hoy. Distanciamiento y recelo que, a partir de la conversión masiva de Cancosa a la religión pentecostal, ha ido en incremento. Lirima, en cambio,  ha mantenido su fidelidad a la iglesia católica, sus pastores y sus prácticas ceremoniales antiguas gracias a la actividad pastoral de sacerdotes como Juan van Kessel, Pablo Diercks  o Argimiro Aláez García.


Imágenes de la estancia pastoril de Mosquito de Oro

Fig. 2.  Plano general de la estancia de Mosquito de Oro  dibujado por nosotros in situ el 22/07/1973. Se puede observar la presencia de cinco asentamientos humanos diferentes, cada uno de los cuales presenta una vivienda y sus corrales anexos. El estado ruinoso de algunas de ellas, delata a todas luces una mayor antigüedad. Probablemente, de solo unos decenios (Diario H.L: Vol. VI:  3). 

 
Fig. 3.  Vivienda de don Marcelino Vilca el patriarca y su familia  (Diario H. L. Nº VI:  12).

Fig. 4.  Asentamiento Nº 1:  corrales de uso reciente. El corral grande se  muestra al medio de la figura. El corral más pequeño es para las crías nuevas y/ o los burros  de carga y monta. (Diario H.L. Nº VI:  10).

Fig. 5.  El fogón en el exterior de la vivienda de don Marcelino Vilca.


Fig. 6.      Planta de la vivienda de don Marcelino Vilca, detalles.


Descripción general nuestra.

En mi Diario de Campo de entonces (Vol VI: 15),  redacté  unas breves notas explicativas luego de dibujar las figuras de las viviendas y corrales cuya fotos mostramos más arriba  (Figs. 3 a 6). Las transcribo a continuación pues constituyen un fuerte apoyo descriptivo a  las figuras mismas.

"Observaciones:

a)  Los corrales se construyen siempre de piedras no labradas, superpuestas, sin barro entre medio (a diferencia de las casas),
b) La orientación de puertas y ventanas no es fija, mientras las de la casa actual de don Marcelino miran al Este (Fig.6),  las del Asentamiento (As.) 5, miran al SE.
b) Viento observado: (viene) del poniente.
c)  Casa del asentamiento 5: sin ventanas: solo una puerta. La cocina: algo derruidos sus muros.. También parece que no tuvo ventanas. La construcción de la casa se ve más cuidada que la cocina (con muros más parejos). Ambas, con mezcla de barro, pero ninguna de ellas fue enlucida de barro, ni por dentro, ni por fuera.
d)  Encontré pocos fragmentos de cerámica bien cocida, con engobe rojo, en las proximidades del Asentamiento 5. Casi no los hay, en cambio, en el  Asentamiento Nº 1 (casa actual de don Marcelino Vilca). (In Diario nuestro Nº VI: 15). (6).

Notas

(1)  Nuestros dos capítulos anteriores referidos al lugar Mosquito de Oro son: 

a) "Mosquito de Oro: un asentamiento pastoril aymara en la cordillera de Tarapacá: conviviendo con los llamos y sus pastores en el mes de julio de 1973",  editado el 12/05/2023.

b)  "Descripción del carneo de un llamo para la festividad de San Santiago. Observaciones hechas en la estancia pastoril de Mosquito de Oro en julio 1973", editado el 23/05/2023.

Con este capítulo, completamos la trilogía dedicada al estudio etnográfico del asentamiento pastoril de Mosquito de Oro en la región de Tarapacá.

(2)  Este viaje a Mosquito de Oro en el invierno del año 1973 fue parte de la expedición organizada por las familias aimaras de la pampa de Lirima a su pueblo-santuario de Cultane con motivo de su fiestas patronal: San Santiago, a la que fuimos invitados los integrantes del grupo de estudio de la quebrada de Tarapacá, dirigido entonces por el geógrafo Hugo Bodini. Sobre la investigación geográfica y demográfica realizada por nosotros previamente en  el pueblo de Coscaya, remitimos al lector al capítulo de nuestro  Blog titulado: "El pueblo de Coscaya en julio del año 1973: una investigación demográfica olvidada (o traspapelada)". editado el 18 d septiembre del año 2011.   

 Al enfermarme  yo y caer víctima de la "puna", me tuve quedar obligadamente unos días recuperándome  en esta estancia de pastores al cuidado de doña Vicenta Ticuna y algunos de sus hijos pequeños. 

(3)  El sacerdote oficiante de la fiesta el holandés Juan van Kessel, nos acompañaba. En esos años, van Kessel estaba a cargo de la extensa parroquia católica de Tarapacá. Mosquito de Oro se alza a los 3.700 m de altitud y Cultane a los 3.850 m.   

(4)  El nombre de "Mosquito de Oro" de esta pequeña estancia  no figura en el excelente "Diccionario Jeográfico de Chile" de Luis Riso Patrón, 1924. En cambio, sí aparece el nombre del cercano  pueblo de Cultane, con la siguiente descripción:  "(aldea) de corto caserío, con cultivos de alfalfa, habitada por indíjenas que se dedican a la cría de ganado vacuno (sic!).   Se encuentra en la margen E de la quebrada del mismo nombre, hacia el SW de la cumbre de la misma denominación" (Riso Patrón, 1924: 276). Yerra claramente aquí por lo demás el erudito geógrafo don Luis Riso Patrón, al atribuir a los aimaras la cría de "ganado vacuno" en esta zona. Se trata, ciertamente, no de vacunos, sino de camélidos americanos o auquénidos (llamas y alpacas). Los vacunos -es bien sabido en la zona- no resisten el crudo clima altiplánico. y solo se les puede ver, en escaso número,  en los sectores más bajos de la quebrada de Tarapacá, dotados de un clima mucho más apacible.

(5)  En esta carta geográfica se puede observar el lugar de pastoreo de Mosquito de Oro situado en el transecto Este-Weste del circuito transhumántico anual de los pastores lirimeños. Obra del arquitecto Carlos Contreras y publicado en la revista Norte Grande, Nº 1, 1974: 25-32)

(6) Es interesante constatar la gran diferencia observada en la presencia de fragmentos cerámicos hallados en torno a las distintas viviendas. Las viviendas más antiguas (ya derruidas) presentan mucho más fragmenteria cerámica dispersa que las más recientes. La razón es obvia. La introducción de las vasijas y contenedores de loza ("v.gr. "Loza Penco", en Chile) a partir de los años  1930-35 viene a sustituir, poco a poco, el empleo tradicional de la cerámica confeccionada en greda (pucos,virques, callana, etc) . Más tarde aún, a partir de los años  1962-63 será el arribo de la utilería de cocina y comedor confeccionada en plástico (polietileno, polipropileno, policarbonato). Lentamente, el empleo de la loza y luego del plástico llegó a sustituir el uso de la greda en la confección de artefactos de cocina (ollas, contenedores, botellas, etc.). Notemos, a este propósito, que las Salitreras de la Pampa del Tamarugal, especialmente las inglesas y alemanas,  con las cuales las aldeas de la precordillera y cordillera estaban en frecuente contacto económico, traían de Europa  a sus  "Pulperías"  toda  esta moderna parafernalia de artefactos culinarios, hechos en baquelita, loza o plástico incipiente. Actividad de intercambio que cesa a fines de la década del 1920 y comienzos de 1930 debido al cierre paulatino -e irreversible- de las Oficinas Salitreras de la pampa. La invasión del plástico, en sus diversas formas y usos, vino a acabar definitivamente con  la elaboración de cerámica  en  los pueblos tarapaqueños (Macaya, Sibaya).