jueves, 29 de abril de 2010

Una tesis desconocida sobre la política aymara en Tarapacá: visión antropológica en 1997.

Fig. 8. Matrimonios aymaras vestidos a la usanza tradicional. Las mujeres, de aksu (vestido largo) y llijlla ( vistoso paño de variados colores que se ponen en los hombros y les sirve para cargar toda clase objetos, incluyendo sus wawas) y el típico sombrero de paja. Las mujeres aymaras han preservado su atuendo tradicional con mucho mayor tenacidad que los hombres. Al centro, Gumercindo Mamani, originario del pueblo de Cancosa, porta la bandera indígena multicolor, denominada wiphala, símbolo de su pertenencia indigena; a su derecha, su esposa. Al extremo derecho, su hermano Maximiliano Mamani, excelente tejedor y músico. La familia Mamani ha dado varios líderes de nota al movimiento aymara tarapaqueño. (Foto Beatriz García, 1994).

Fig. 7. Nuestra amiga antropóloga Beatriz García Traba, de grueso abrigo de piel, observa a una tejedora aymara en su telar al suelo en una remota estancia ganadera. Aquí se tejen las hermosas llijllas, provistas de numerosas franjas o listas multicolores. Las lanas (de llamo y alpaca) hoy en día son teñidas con substancias químicas industriales; pero antaño las teñían con yerbas naturales recogidas cuidadosamente de su entorno natural. (Foto Beatriz García, 1994).
Fig.16. Con su carita de niña y vestida a la usanza de una campesina aymara (salvo el sombrero moderno) , nuestra amiga Beatriz García luce la llijlla (manto) propia de esta etnia en la pequeña estancia de pastoreo de Chijo. Obsérvese el sistema local de carga a la espalda propio de la mujer andina, tanto para el transporte de las creaturas (wawas) como de vegetales, leña o diversos productos del campo, incluso el guano. (Foto invierno 1994).

Fig.5. Una "mesa ceremonial" aymara en el pueblo aymara de Cariquima, Invierno 1994. (Foto Beatriz García).

Fig.4. Cornelio Chipana, líder aymara ariqueño, dictando una charla sobre los alcances de la nueva Ley Indígena 19.253 en la localidad de Pica, hoy Provincia del Tamarugal, invierno 1994. En Pica y Matilla, pueblos de añeja estirpe española y mestiza, se han asentado, en los últimos 25-30 años, numerosas familias aymaras originarias de los pueblos fronterizos de Bolivia (zona de Llica) buscando mejores expectativas de trabajo. Suman hoy varios centenares y viven en condiciones de vida muy precarias. El gobierno chileno les ha entregado subsidios para vivienda y tienen hoy pleno acceso a la salud y educación. Estos grupos aymaras bolivianos, recién arribados a la zona, conservan su lengua aymara tradicional y son muy mal vistos por la antiguo población mestiza local que los tilda de "paisanos". Sin embargo, son muy apreciados por los agricultores locales por su laboriosidad y espíritu de trabajo. (Foto Beatriz García, 1994).

Fig. 3. Charla sobre la nueva Ley Indígena en la Municipalidad de Pozo Almonte, 1994 (Foto Breatriz García).

Fig.2. Personajes asistentes a la charla sobre la nueva Ley Indígena en la escuela agrícola de Kusayapu en la localidad de Pachica, Quebrada de Tarapacá, 1994 (Foto Beatriz García).


Fig.1. Un funcionario de la OCAC explica los alcances de un Proyecto de regadío para una comunidad aymara. 1994. (Foto Beatriz García).

Antecedentes para su Tesis de Doctorado en Antropología.

Las fotos que anteceden, nos ha sido remitidas en estos días por la antropóloga española Beatriz García Traba y pertenecen a la época en que ella reunía antecedentes para la presentación de su Tesis de Doctorado ante la Universidad Complutense (Madrid, España). Forman parte, por tanto, de la historia local de ese período inicial de la puesta en marcha de la nueva Ley Indígena chilena (1993).

Presentación de la Tesis: "El Discurso político de las organizaciones aymaras en el Norte de Chile" Madrid, 1997).

Carátula de la Tesis de Doctorado en Antropología de Beatriz García Traba, dirigida por el antropólogo español Carlos M. Caravantes G. Esta Tesis se presenta aquí por primera vez al público chileno y puede ser descargada aquí, para su estudio y análisis.

Descargar tesis aquí.

Origen de esta investigación: desde tierras madrileñas a Iquique.

Beatriz ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Una tesis desconocida sobre la política aymara en...":

Querido maestro, después de muchos años tras la realización de la investigación y gracias a tu tesón, ve la luz mi tesis. El objetivo de que esté públicamente colgada en tu blog es hacerla accesible a todos aquellos investigadores que en el futuro se interesen por el estudio y evolución de la aplicación de la Ley Indígena 19.253.
Sería muy interesante realizar un estudio sobre cómo ha evolucionado en estos largos años y cómo ven los mismos dirigentes que participaron y lucharon en tiempos muy difíciles por sacarla adelante la aplicación y beneficios (o nó)de la Ley.
Ojalá que su difusión alcance a la mayor cantidad posible de estudiantes y estudiosos del proceso indígena y que les estimule a mejorar el estudio aquí presentado.
Un abrazo en la distancia.

Beatriz García Traba
Dr. en Antropología



Publicado por Beatriz para Eco-antropología a las 10 de mayo de 2010 03:34

jueves, 15 de abril de 2010

Un eremita nos muestra El Huasco: Diario de mi visita en Enero 1982.

Foto 2. Dibujo de dos piezas arqueológicas que me donara Conrado, ese día de Enero 1982, en nuestra visita al lugar con Juan Carlos Johow y Fernando Dougnac. (De mi Diario de Campo, vol. 21 (1981-82), pág. 122).

Fig. 1. El Salar de Huasco en Enero del año 1982. En primer plano, arbustos de tola (Baccharis tola) y plantas aisladas de ichu o paja brava (Stipa ichu). Hacia el centro de la foto, en color verde intenso, pequeño bofedal que ha construído con esfuerzo, durante dos años de trabajo, nuestro ermitaño Fuchslocher. (Foto H. Larrain, Enero 1982; tomado de la revista Qué Pasa, Mayo 1982).


Hemos dedicado hace unos días un par de capítulos de este Blog a mostrar el Salar del Huasco y su riqueza científica y escénica. Este Salar se encuentra al interior de Iquique y casi a la misma latitud de la ciudad de Iquique (Coordenadas: 20º 18´S y 68º 52´W). Nos hemos referido ya al encuentro, en su márgen occidental, con un extraño ermitaño chileno-alemán, Conrado Fuchslocher, que habitó por casi tres décadas en ese entorno hosco y difícil, soportando temperaturas invernales de más de -30º C.

¿Que nos impulsó entonces a visitar este Salar?. La historia todavía no contada.

Hojeo mi "Diario de Campo", volumen 21, páginas 96-111; y 120-123. Hemos venido a la zona aymara de Iquique, especialmente invitados por el Obispo de Iquique, Monseñor José del Carmen Valle, a estudiar la posibilidad de hacer una defensa jurídica de las aguas de las comunidades indígenas, en oposición a las pretensiones de las Mineras, en especial Río Chilex y Cerro Colorado. Quieren pedir para sí y apropiarse de la casi totalidad de sus aguas de regadío. Necesitan imperiosamente el agua para sua faenas extractivas.

Por otra parte, se acaba de publicar hace muy poco (diciembre 1981) el Nuevo Código de Aguas que establece la obligación de regularizar las mercedes de agua de todos los predios agrícolas y ganaderos del país. Debe acreditarse, pues, en forma urgente, los títulos de dominio vigentes y, a la vez, el empleo debido del agua (no clandestino) en labores agrícolas y ganaderas, durante los últimos cinco años. Para salvar el agua de las comunidades, urge, por tanto, inscribir los derechos propios de agua y hacer, en forma inmediata, la debida oposición a las pretensiones mineras.

Reuniones de las comunidades para enfrentar el inminente despojo.

Nos reunimos en las Oficinas del Obispado el dia 20/01/1982, en presencia de numerosos representantes de poblados de la quebrada: Tarapaca, Quillahuasa, Pachica, Caigua, Sibaya, Laonzana, Coscaya, Lirima. Faltaron los representantes de Mocha y Guaviña. A estos últimos, la Empresa Riochilex les ha ofrecido facilidades especiales (?). El Obispo está sumamente preocupado por los efectos negativos que este expolio de sus aguas ancestrales pueda ocasionar en el modo de vida, agricultura y ganaderia tradicional de estas comunidades. Podría significar el desastre y la migración forzada y definitiva de su población autóctona.

A los tres días, visitamos toda la zona en conflicto acompañados por los dirigentes de comunidades aymaras Juan Alvarez Ticuna y Javier Vilca Ticuna. Debíamos formarnos una idea cabal del problema suscitado. Se realiza reunión ampliada con los pobladores de Poroma, en casa de don Eugenio Pereira Bueno (21/01/1982).

Encontramos en plena acción, en terrenos que indudablemente correspondían, por derechos inscritos, a la comunidad de Lirima y sus familias, maquinaria pesada en proceso de realizasr sondeos profundos. Se hace reunión de urgencia con la comunidad de Lirima al día siguiente, la que queda encargada de notificar a la empresa usurpadora de que deben abandonar los trabajos, de perforación y retirarse, por estar éstos en terrenos de su propiedad.

Mientras tanto, el abogado Dougnac y nosotros bajamos a Pozo Almonte a notificar al Notario Señor Enzo González para obtener de éste las medidas cautelares de rigor. La perforación se ha realizado, sin autorización alguna, en Pampa Pénjamo, terreno que es propiedad de la comunidad de Lirima. Se ha destruído con maquinaria pesada parte del bofedal de Aguas Calientes, creando piscinas enormes. Todo ello sin la menor autorización de la comunidad. Acción ilegítima e ilegal.

Estos son los antecedentes que podrían ser parte de otro sabroso segmento de Blog, en que se relate el corolario de estos hechos, realmente vergonzosos. ¿Cómo pudo la empresa burlar la Ley?.

Pero volvamos al ermitaño del Huasco. Ahora sí que escucharemos el relato escrito en 1982 en nuestro cuaderno de campo (Vol. 21 (1981-82):

Nuestro relato de Marzo 1982

"23/01/82. Viaje a la Laguna del Huasco, con F. Dougnac y J.C. Johow en un VW arrendado. Llegamos como a las 14.00 hrs. Hablamos con Conrado Fuchslocher Ubach (sic!) ermitaño. Vive aquí casi 14 años (se cumplen en Mayo/82). Nos muestra su choza. Es edificio indígena, parte del complejo del tambo incaico que hay aquí. Hay al menos 3 complejos de edificación, con pisos, y muros dotados de nichos en las paredes. En dos habitaciones, quedan restos de un sistema de calefacción (algo así como chimeneas), con tubos formados por piedras pequeñas, encementadas con tiza (?), al parecer. El "tubo" a lo que parece, daba el tiraje, depositándose la leña abajo, donde irradiaba calor, igual que (a través) del "tubo" mismo.

Conrado me explica cómo creó, en torno a la vertiente, un bofedal, haciendo circular canalitos numerosos, cuyo radio iba ensanchando. Se ven los canales y cómo aumentó el bofedal. Tal cosa se puede hacer fácilmente en torno a todas las vertientes que llegan al Salar del Huasco. El cuarto donde vive Conrado mide aprox. 2.20 m x (a lo más) 1 m. de diámetro interior. Conrado arregló un cuarto antiguo, preexistente. El techo fue puesto en paja brava en repetidas capas. A su lado, muros que Conrado levantó y que están con mortero de tiza blanca. Es ahí donde están sus trastos viejos. Su primitiva chimenea de lata, cuyo cañón sobresale màs de un metro del techo de paja. Horripila ver el espacio mínimo de su habitación. Apenas se puede estirar adentro. Anda con unos blue jeans viejos y parchados y en simple camisa, mientras nosotros no nos sacamos ni parka ni pasamontañas. Hay sol, entreverado de nubes.

Tomo muchas fotos de las viviendas. Un gran corral, con un enorme volumen de guano, juntado en siglos y que Conrado ha sacado para lo que pretendió ser su chacra subterránea, es decir, entre profundas pircas y con un vidrio encima. Ahí quedó como un estanque, el curioso canchón revestido de pirca, de más de 1 m de alto. No lo llegó a probar. Ahí quería cultivar.
Conrado habla con gran seguridad. Tiene respuesta a todo. Contesta veloz y nítidamente. Engarza palabras cientìficas en un contexto pseudo-científico. No sabe ni de ge0logía ni de arqueología. Pero dogmatiza, con aparente dominio absoluto de vocabulario y contenido.

Para J.C. Johow, amigo de su hermano, el médico veterinario Francisco Fuchslocher, Conrado es un caso esaquizofrénico típico. Un instante piensa bien. Luego [se] desconecta y repite sus teorías que para él son seguras. Palabras como "cielo de Ollantaytambo", "cultura colla", "paleolítico inferior", son reptidas en contextos inconexos, incompletos. Dice que estas viviendas fueron hechas por los indios para don Pedro de Valdivia y doña Inés de Suárez. Entre serio y burlesco, nos muestra su cama dura (parte elevada aprox. unos 25 cm. sobre el piso, donde se colocaban las mantas y cobijas y se dormía).


Dice - y [nos] muestra- cimientos de chullpas, entre el bofedal. Dice que ha descubierto varios hornos indígenas y nos muestra auténtica escoria mineral. Entre las construcciones anexas, hay dos hornos, muy semejantes a los de hornear pan, hechos en piedra con tiza. Supongo que son hispanos, del tiempo de la Colonia. Hay escalinatas de 5-6 peldaños, en buena piedra, que suben a varios aposentos. Un cuarto es ocupado por el pastor Mario Moscoso, que vive mucho más alto y llega en ese momento de gafas negras , chullo y bicicleta. Vive en un cuartito del complejo arquelógico, donde hay hermosos dinteles de piedra y jambas de enormes piedras planas. Los nichos son perfectos, de varios tamaños y ubicados aún en los ángulos de las esquinas. Unos en alto, otros, en bajo.

Nos muestra Conrado piedras: puntas de proyectil en basalto y otros elementos. Nos acompaña. Mientras yo tomo fotos -también a él y su chacrita- Conrado explica con seguridad sus múltiples teorías. Me acerqué a la laguna. Traspuse el bofedal, cojines verde claro, esponjosos, rezumantes de agua y verdor. Empieza un barro color ceniza. Llego hasta donde comienzo a hundirme. Tomo fotos de las aves: caití, guallatas, gaviota serrana (Larus serranus). No vi taguas. J.C. Johow tampoco vio aquí a la [tagua] Fulica cornuta, que sospechó debería estar anidando aquí".
(Diario de Campo, Vol. 21: 109-11, y 120-123).

En la página 122 del citado Diario de Campo, dibujé las dos piezas arqueológicas que me obsequió Fuchslocher en esa ocasión. Trabajadas en basalto, son evidencias del período de cazadores-recolectores y su actividad de caza en la zona. Se muestran en la foto de arriba, (Foto 2) tal como fueron dibujadas por mí en mi Diario de Campo.

viernes, 9 de abril de 2010

El Salar del Huasco en Enero de 1982. El encuentro con el ermitaño Conrado Fuchslocher.


Nuestro objetivo, en este segmento del Blog, es presentar un artículo antiguo, prácticamente desconocido, sobre una visita nuestra al Salar del Huasco efectuada en un 23 de Enero del año 1982. Se trata de nuestro encuentro con un ermitaño algo huraño, cuya vida pretendimos hurgar por entonces, y que nos enseñó muchas cosas. El vivía en contacto vital con la Naturaleza que le rodeaba y parecía ser un hombre feliz. Este encuentro nos marcó por largos años. Por eso quisiéramos hacer partícipes a otros de la fuerte experiencia vivida aquel día y de las fotografías tomadas entonces. A más de algún joven estudioso le van a interesar, por ser parte de la auténtica historia, aún no contada, del Salar del Huasco.

Foto 1. Esta foto ha sido reproducida de la primera página (vea más abajo) de un breve artículo nuestro, publicado en la Revista "Qué Pasa", Número 577, en su sección "Chile País de Rincones", dirigida entonces por el escritor Enrique Lafourcade. Fue publicada el 5/05/1982. Reproduciremos aquí abajo, in extenso, este antiguo artículo con sus fotografías originales a color.

Antecedentes

Subimos, en aquel entonces, en el mes de Enero del año 1982 al Salar con dos buenos amigos, el Dr. Juan Carlos Johow, médico y ornitólogo, y el abogado santiaguino Fernando Dougnac Rodríguez.

Nuestro objetivo era doble: a) visitar a un extraño ermitaño que hacía 14 años (esto es, desde el año 1966) vivía solo, oculto en el Salar, en una ruca construida de piedras, a escasa distancia de una vertiente, y b) conocer, disfrutar y fotografiar el paisaje andino del Salar y su notable flora y fauna altiplánica.

Un auténtico ermitaño en pleno siglo XX

El nombre del eremita era Conrado Fuchslocher Hubach, de antigua y bien conocida familia alemana del Sur de Chile. Johow conocía a uno de sus hermanos, el veterinario Francisco Fuchslocher y quería llevarle a Santiago noticias frescas de su hermano lejano. Conrado había nacido en la ciudad de Osorno en 1912. Hacía años, luego de un largo viaje por Europa y el Oriente, (según se decía) había dejado a su familia en la región de Los Lagos y se vino, deseoso de paz y total aislamiento, - o tal vez hastiado del mundo, no lo sabemos - a enterrarse para siempre en el Salar, donde vivió prácticamente hasta el fin de sus dias.

¿Qué hacía escondido en el Salar?

Aquí lo encontramos haciendo vida real de ermitaño. Su vida y actividad en el Salar pasó a ser algo casi mítico para los habitantes de Pica y La Huayca. ¿Qué hacía Fuchslocher oculto en el Salar desde hacia tanto tiempo? Era un misterio profundo. Para unos, era un sabio filosofo recogido en estas soledades para reflexionar y hacer filosofía profunda, en contacto vital con la madre Naturaleza; para otros, era un escritor que preparaba una obra de carácter geográfico sobre la región andina tarapaqueña; para otros, un posible desertor del ejército, un desadaptado social..; en fin, se tejían muy extrañas leyendas en torno a su curiosa personalidad.

Su presencia era conocida en Pica y en Iquique

Yo había escuchado hablar bastante de él a un buen amigo piqueño, don Herminio Castro, allá por los años 1971-72. Castro nos aseguraba que era un arqueólogo que había hecho interesantes descubrimientos en la zona aledaña al Salar. Siendo yo también arqueólogo, me recomendó ir a hablar con él. De suerte que su nombre fue para mí un fuerte atractivo adicional para visitar el Salar, además de aprovechar para tomar contacto, gozar y fotografiar la notable flora y fauna del Salar.

Nuestra inesperada visita

Cuando llegamos un día cualquiera de Enero en un vehículo Volkswagen rojo, arrendado en Iquique, Conrado salió casi disgustado a nuestro encuentro. Se había arreglado para sí una estrechisima vivienda - que nos mostró finalmente aquel día- , de apenas unos 5 m2 de superficie o aún menos. Se acomodó como pudo entre las paredes de un antiguo tambo inca, cuyas ruinas se erguían aún allí. No gustaba de las visitas, aunque recibía, agradecido, las provisiones y alimentos y, sobre todo, el material de lectura que solían llevarle sus eventuales visitantes, conocedores de sus gustos y preferencias. Porque era efectivamente, no un sabio como se creía a pie juntillas en la zona de Pica, sino un lector infatigable.

¿Dónde vivía?

Disponía, en efecto, de todo el tiempo del mundo para ello. Arrumados en un rincón, montones de revistas y diarios locales que devoraba ávidamente. Un par de ollas quemadas, un viejo y tiznado sartén, un tostador, dos o tres vasos de vidrio y unos cuantos platos de loza. Era todo su ajuar y su tesoro. En unas bolsas plásticas, su escasa ropa. Nos llevó a su "cocina": unos fierros torcidos en forma de malla, apoyados en unas cuantas piedras. Leña no le faltaba. Una familia aymara del sector le convidaba llareta y recogia ramas de tola seca, ichu o paja brava, para el encendido inicial. No necesitaba de más. Ahí nos preparó amablemente una taza de té, que aceptamos agradecidos. Hacía mucho frío. Corria un viento helado, congelador.

La recepción del ermitaño: sus recuerdos más apreciados

Conrado nos recibió un poco a regañadientes. Vestido con una sencilla camisa de manga corta, y unos pantolones bluejeans muy gastados, hacía fuerte contraste con nuestro atuendo de alta montaña: parka gruesa, pantalones y gorro de lana y anteojos oscuros. Parecía no sentir el frio glacial de la mañana aquella. Conversamos bastante. Le pregunté si había hecho algunos hallazgos arqueológicos. Me mostró, envuelto en un pañuelo, un conjunto de "piezas" arqueológicas, según él. Había algunas puntas auténticas de proyectil de basalto o sílex, y otras tantas falsas , de carácter natural. Me regaló dos o tres, que aún conservo. Algo ansioso, nos indica que allí mismo, en tiempos coloniales tempranos, habia pasado la noche el conquistador don Pedro de Valdivia y su concubina, Inés de Suárez. Lo decía con un tono de absoluta convicción. ¿Por qué rebatirle, si con ello lo hacíamos sentirse feliz?. Asentimos, "convencidos".

El constructor de un bofedal

Estuvimos con nuestro nuevo amigo Conrado como una hora y media o más. Antes de despedirse de nosotros, quiso mostrarnos una de sus joyitas, según dijo. Era un trozo de bofedal de unos 7-8 m2 de superficie, que el habia "construido" lentamente de la nada, transplantando fragmentos de pasto nativo a un terreno árido, y algo salino y haciendo pasar, entremedio, infinidad de pequeños canalículos con agua. Lo logró. Fue obra de dos años, según nos confesó, lograr este pequeño bofedal "hechizo", obra de sus manos. Tal vez, fue el primer blanco en lograrlo.

Pionero en la construcción de bofedales en el altiplano

Estaba muy orgulloso de este "descubrimiento". Según nos contó, fue algo que sólo se le ocurrió a él. Pero es más que probable que los antiguos habitantes aymaras desde antiguos tiempos hayan discurrido exactamente como él, para crear nuevas y extensas superficies de bofedal, para alimentar un creciente ganado de llamas y alpacas. En todo caso, Conrado debería ser considerado en esta zona, el primero que hace, con sus propias manos, un bofedal nacido de la nada. Predecesor, ciertamente, de esfuerzos posteriores realizados por personal de protección ambiental de la Minera Collahuasi hacia 1995-97. Este mérito es suyo, y nadie podrá quitárselo.

Un testimonio de hace casi 30 años atrás

Queremos reproducir en este Blog, este ya antiguo artículo, tan sólo por el interés histórico que posee por ser fruto de una visita hecha casi 30 años atrás. Las fotos son de esa época. Dos veces visité al ermitaño, en su rincón alejado del mundo. En mi último viaje, en 1984, se había refugiado mucho más lejos, casi al medio del Salar, para escapar -según solía decir- de las miradas de los curiosos. Buscaba afanosamente la soledad; ésta parecía atraerle de manera casi magnética. Enfermo, debilitado y ya anciano, fue traído a la ciudad de Iquique, donde falleció. Pero su vida quedó atada inexorablemente a las rocas calcinadas del Salar, a los bofedales, a las parinas y suris que el amaba y que veia a diario corretear por las playas blanquecinas de su querido Huasco.

Hoy el Salar está protegido y a resguardo del ataque frontal de las Mineras.

Tal vez el único valor de este recuerdo cariñoso, es el de ser un testimonio de la existencia de un hombre singular que motivara nuestra excursión casual a la zona del Salar Huasco. en 1982. Zona maravillosa provista de paisajes increíbles que, afortunadamente, ha quedado hoy bien protegida -y a salvo del ataque alevoso de las Compañías Mineras- al formar parte hoy día de un sitio RAMSAR, reconocido como tal internacionalmente para la conservación de un ecosistema altiplánico y de especies raras de aves y mamíferos que allí nidifican o se alimentan en su viajes migratorios anuales al hemisferio sur.

He aquí las tres páginas del citado artículo de la revista "Qué Pasa" ( Mayo, 1982):





Nota.

Acabo de encontrar mi detallado diario de viaje escrito con ocasión de esta excursión al Salar del Huasco, el dia 23 de Enero de 1982. Como la descripción hecha por entonces es extensa y se relaciona con otros hechos de interés histórico para el estudio del mundo aymara chileno, me permitiré presentarla en un nuevo capítulo de este Blog, con el título de " Un eremita nos muestra el Huasco: diario de mi visita en Enero 1982.

(Blog todavía en construcción. 14/04/2010).



domingo, 4 de abril de 2010

Salar del Huasco: un frágil ecosistema altiplánico en peligro

Fig. 23. El Salar, tal como se presentó a nuestros ojos al descender desde el punto más alto de la carretera, hacia los 3780 m. de altitud, en nuestra visita del día 30/03/2010.

Nos proponemos aquí presentar imágenes recientes nuestras de uno de los lugares más atrayentes desde el punto de vista escénico y geográfico-ecológico en la Región de Tarapacá: el Salar del Huasco. Este Salar, provisto hoy de escasa cantidad de agua y extensas extensiones de terrenos salinos aledaños, es bien aprovechado por una rica y exótica fauna local.

El Salar está encerrado, al extremo sur del valle de Collacagua, en una extensa cuenca endorreica, casi fronteriza con Bolivia, pero de exclusiva presencia en territorio chileno. Se alimenta, por su extremo Norte, por las aguas de los ríos Collacagua, Piga y el escaso caudal del río Chaquina. Presenta tres principales vertientes en su margen occidental, las que le suministran en total unos 40 a 50 litros por segundo de un agua de excelente calidad. Son aguas termales, dulces, de una temperatura media de 15.5 º C Como otros salares de altura, ha sido bien estudiado por Hans Niemeyer y Pilar Cereceda en su obra "Hidrografía", publicada en el tomo VIII de la Colección de Geografía de Chile (Ediciones Instituto Geográfico Militar, 1984: 66-67).

Durante varios años, la compañía minera Doña Inés de Collahuasi intentó sacar ingentes cantidades de agua de su subsuelo, (solicitó, al efecto, mercedes de aguas por más de 900 l/s), perforando para ello sondajes profundos. Por fortuna para la ecología altiplánica y su bioma, la Dirección General de Aguas (DGI), se lo impidió, plenamente consciente del terrible impacto que a breve plazo se vería reflejado en su frágil ecosistema: la muerte lenta e inexorable del Salar. Tal como ocurrió, por obra de las vecinas Mineras Cerro Colorado y Collahuasi, con los próximos Salares de Lagunillas, Coposa y Michincha.

Este Salar, el ecosistema lacustre de mayor interés científico y turístico en la Región, ha sido declarado "sitio RAMSAR" en el año 1996 y recientemente (2005), "Santuario de la Naturaleza" por el Gobierno de Chile. El Salar es, pues, sitio prioritario, a nivel mundial, para el estudio y preservación de los humedales, por lo que el Estado chileno tiene la responsabilidad de protegerlo a perpetuidad de intervenciones externas, que lo puedan dañar. En particular, hoy está prohibido extraer agua de sus vertientes o del subsuelo.

Para que nos formemos una idea de lo que es este Salar,y su entorno físico y de las especies que lo habitan, acompañamos algunas fotografìas tomadas por nosotros en nuestro reciente viaje. No nos fue posible fotografìar de cerca los avestruces tarapaqueños (Pterocnemia pennata tarapacensis) ni menos los huidizos flamencos, (Phoenicopterus andinus, y/o Phoenicopterus jamesi) que sólo podíamos divisar en lontananza (Foto 4, este Blog). Nuestros amigos venezolanos nos han prometido otras vistas, tomadas por ellos en la ocasión. Las esperamos con ansias para agregarlas a este capítulo del Blog.

Las fotos que siguen, ilustran bien nuestro viaje y la flora y fauna que sobrevive en este maravilloso entorno.

Foto 22. Feca actual del avestruz tarapaqueño o suri. Diámatro aproximado: 11-12 cm. La presencia de este tipo de deposición hace presumir la existencia y relativa abundancia de esta especie en este Salar. En nuestro viaje, vimos efectivamente aquí una tropilla de unos 28-30 ejemplares pastando confiadamente en el lugar. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 21. Matorral tupido de tolas (Baccharis tola), en el sector sur del Salar. Foto H. Larrain 30/03/2010).

Foto 20. Fecas actuales de llamas y alpacas domésticas formando un bosteadero de camélidos. Extremo Sur del Salar. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 19. Una planta valiosa y típica de estas alturas: el ichu indígena o "paja brava". Es la Stipa ichu de los botánicos. Planta que sirve alimento a los camélidos y suris (avestruces andinos) y es utilísima para la fabricación de techumbre para sus viviendas. El techado de sus viviendas con ichu, por desgracia, està siendo paulatinamente abandonado y es suplido en la actualidad por las "calaminas" de metal en casi todos los pueblos cordilleranos del lado chileno. Pero aún es mantenido, conforme a la tradición andina, en el lado boliviano. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 18. Pascual Soriano, nuestro amigo venezolano, se interna en el bofedal en busca de fotografías de esquivas aves ribereñas. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 17. Sector extremo sur del Salar. Lluvia amenazante descarga ya sus aguas sobre el Salar. Es la misma que nos cogió en el alto del Huasco, en forma de abundante granizo, una hora antes. (Foto H. Larrain 30/03/2010).

Foto 16. El agua de la vertiente se vierte abundantemente hacia el centro del Salar. Arriba, nubes amenazantes de lluvia y episodios de chubascos locales (Foto H. Larrain 30/03/2010).

Foto 15. En el extremo Sur del Salar, defecadero reciente de camélidos (llamas y alpacas) junto a ejemplares de tola con señas de ramoneo. (Foto H. Larrain /03/2010).

Foto 14. Vista de Este a Weste. Junto a la potente vertiente original, se ha reactivado este pequeño bofedal, que presenta hoy un riego adicional mediante una manguera instalada recientemente para acrecentarlo. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 13. Miembros de esta excursión al Salar del Huasco, A la izquierda, Pascual Soriano, bíólogo venezolano; al medio, Marta Peña Guzmán; a la izquierda, la esposa de Soriano, la bióloga venezolana Michelle Ataroff. La presente apacheta alcanza unos 3.5 m de altura. Los cientos de miles de piedras que la constituyen, atestiguan su indudable antigüedad. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).


Foto 12. En el costado NW de la apacheta se halla esta oquedad o "nicho" que seguramente permitía pasar la noche, encuclillado, al viajero aquí sorprendido. ¿O, tal vez, se presta hoy para otros usos, menos sublimes y venerables?. Algunos indicios así parecen sugerirlo. Lo que nos parece por demás lamentable. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 11. Al pie de la apacheta, en su lado Este, se puede observar botellas de cerveza actuales. Los antiguos depositaban, como ofrenda a la Pachamama, los bolos o acullicos de coca que venían mascando en el trayecto. Hoy vemos que tal costumbre es sustituída por la bebida de cerveza, efectuada in situ por viandantes actuales. Por más que buscamos afanosamente, no vimos el menor resto de acullicos de coca. Ya casi nadie transita a pie por aquí, salvo eventuales traficantes de droga, procedentes de Bolivia, al amparo de la oscuridad de la noche. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 10. Mientras más grande es la apacheta, mayor es la cantidad de viajeros que han pasado por allí a lo largo del tiempo. Las apachetas tienen aquí cientos de años de existencia, y se ubican en lugares estratégicos del trayecto antiguo desde el altiplano hacia los valles intermontanos. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 9. Al atardecer, una imponente apacheta nos indica claramente la ruta exacta seguida por los antiguos caminantes indígenas, desde remotos tiempos prehispánicos. La apacheta es una expresión ritual característica del mundo aymara y quechua. Cada viajero llevaba en la mano una piedra que recogía durante su trayecto y la arrojaba con veneración al montón prexistente, junto con la coca que venia masticando, en señal de saludo y reconocimiento a la Madre Tierra o Pachamama y para implorar su bendición para el viaje emprendido a las quebradas y tierras bajas. (Foto H. Larrain 30/03/2010).

Foto 8. Un defecadero o bosteadero, sobre suelo salino, junto a plantas vivas de ichu su relativa abundancia delata la zona preferente de alimentación de llamas y alpacas. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 7. Perspectiva del Salar al alejarnos del sitio, rumbo a Iquique. En primer plano, plantas de tola, abundantes en el lugar. Las nubes que se precipitan a tierra y parecen tocar el Salar son expresión gráfica de un área afectada por la lluvia repentina y/o granizada. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 6. Un defecadero o bosteadero de llamos al lado de plantas de paja brava, (ichu) de que se alimentan. Es hábito conocido de estos camélidos americanos el que defequen invariablemente en los mismos lugares, formándose, a través del tiempo, montones impresionantes de aspecto circular. Varios bosteaderos, en este sector, que se hallan a 15-20 m. uno de otro., testifican que éste es el sitio especialmente preferido de ramoneo y alimentación (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 5. Vista general de la zona donde suelen hallarse los flamencos o parinas. La orilla, fuertemente salinizada, es pantanosa y resulta casi imposible internarse para fotografiar de cerca a las hermosas y elusivas aves (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 4. Desde la margen sur del Salar y a unos 300 m de distancia de la orilla, se observa una larga fila de unos 50 flamencos o parinas Los flamencos huyen siempre de la presencia humana. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto. 3. Baccharis tola (Familia Sinantéreas) es el nombre científico de esta planta, denominada tola por los lugareños; es una planta aromática y pegajosa, que se halla en enorme abundancia en los bordes secos, algo alejados del borde acuoso del Salar. Su follaje tierno es comido por los camélidos y avestruces (suris). (Foto H. Larrain 30/03/2010).

(Blog en construcción. A la espera de nuevas fotos de flora y fauna local, 6/04/2010).

Foto 2. Vista desde el extremo sur del Salar, hacia el Norte. Es el lugar comúnmente elegido por las parinas o flamencos, como su hábitat normal . Aquí avistamos, igualmente, una tropilla de unas 28-30 avestruces de la puna o suris (Peterocnemia pennata tarapacensis, Chubb) que suelen alimentarse de plantas como el ichu o paja brava y diferentes variedades de tolas. (Foto H. Larrain, 30/03/2010).

Foto 1. Perspectiva general del Salar en el sector occidental del mismo. Se aprecia el curso de una de una de las potentes vertientes de que se alimenta, y que se internan en el Salar. El color blanco se debe a la presencia de suelos salinos, como producto de la elevada evaporación diurna. El agua es no sólo dulce y potable, sino también de excelente gusto. Aquí acude a abrevar el ganado doméstico de camélidos (llamas y alpacas) de las familias aymaras del lugar. Se ha observado en tiempos recientes una notable disminución de esta masa ganadera en fuerte contraste con lo que reseña Niemeyer en su obra de 1984 y con nuestra propia observación in situ (1982).

Las vistas aquí presentadas testimonian sólo vagamente acerca de la riqueza faunística y florística del área. Este hecho unido a la espléndida vista de que se goza en el lugar, al descender desde los casi 4.300 m. de altitud viniendo de Pozo Almonte, hace de este lugar un paraje inolvidable para los visitantes. Una de las poderosas razones por las cuales fue declarado "sitio RAMSAR", es decir, humedal protegido a nivel mundial, fue por su riqueza faunistica y por constituir un lugar de nidificacion y detencion obligado para algunas especies de aves migratorias en su viaje anual desde el hemisferio Norte.

Para nosotros, habitantes de esta Region de Tarapaca es un orgullo contar con este extraordinario recurso turistico y ecologico. Notamos con preocupacion, sin embargo, que hace mucha falta una mayor señalizacion de lugares de interes para la observacion de su geografia, su flora y su fauna tipica, y una descripcion precisa de la misma mediante paneles alusivos dispuestos en el acceso al Salar. Un ejemplo claro y patente es la falta total de informacion sobre las apachetas, elemento tipico de la cultura ancestral aymara local, de las que tenemos varios representantes en esta ruta al Salar. El Servicio Nacional de Turismo (SERNATUR) desaprovecha asi ocasiones optimas de informar y enseñar al viajero o turista que nos visita, acerca de las caracteristicas propias de la etnia aymara, habitante del lugar desde tiempos immemoriales.