viernes, 16 de agosto de 2024

Un antiguo testimonio de la fiesta de la Virgen del Carmen en el pueblo de La Tirana en el año 1906. Comparando el ayer y el hoy.

 Introducción.

He recibido hace pocos días de mi amigo museólogo Branko Marinov Martinic, desde la República Argentina donde reside, copia de un viejo artículo publicado en la revista Zig-Zag en el año 1906. Con valiosas fotografías de la época  (de hace 118 años), el texto nos ha parecido de gran interés no solo desde un punto de vista propiamente histórico o antropológico, sino también para poder apreciar lo que en su época significaba la fiesta de la Virgen del Carmen entre la poblaciones cercanas a la Tirana en el Tamarugal. Su texto tiene ciertamente relevancia para el folklorólogo, pero también para el historiador, el sociólogo, el teólogo y en forma especial, para la comunidad católica de Tarapacá hoy en día. 

El texto que aquí reproducimos in extenso, con las antiguas fotografías tomadas en su momento, está redactado con el sistema ortográfico que regía en su época, el  que seguía la normativa propia  de la gramática de don Andrés Bello (1).

Fig.1.   Copia del breve artículo aparecido en la revista Zig-zag de Santiago de Chile en el año 1906.


Reproducción del texto del artículo  (las Notas son nuestras). 

 "La Tirana es un caserío situado en un oásis de la Pampa del Tamarugal, a dieciséis kilómetros al oriente de Pozo Almonte (2). En la medianía del siglo pasado llegó a tener relativa importancia porque allí se beneficiaban los ricos metales cuyos relaves de buena lei se han aprovechado ahora con buenos resultados (3).

Con el impulso dado al salitre (4), principió a decaer y hoi tiene apenas unos cincuenta habitantes (5) que se dedican a la crianza de cabras y al cultivo de unos canchones de las cercanías (6) que producen excelentes melones.

En este punto  es donde la imaginación popular (7) dio forma al culto a  la Virjen del Carmen, que es la Patrona (8) , devoción que ha ido en aumento favorecido por inopinados milagros y el empeño del Iltmo. obispo señor Carter, vicario de la provincia (9).  Este digno prelado ha tenido especial interés en rodear el Santuario que se le ha erigido a la divina imajen (10),  de cierta majestuosa novedad para estimular la fe. Todos los años acude personalmente con un séquito de sacerdotes, y ha hecho colocar, de kilómetro en kilómetro, desde Pozo Almonte, una serie de cruces de  fierro, de  cuatro metros de altura, que señalan el camino por la árida pampa, y parece darles aliento para soportar las  fatigas de la recia travesía. Con el incentivo de la fe y la carencia de distracciones que hai en la zona del salitre, la concurrencia sigue aumentando cada vez.

La fiesta se celebra el 16 de julio (11) y pone en movimiento a los centros salitreros, particularmente a los bolivianos, que son lo que acuden en mayor número. También van muchos comerciantes con diferentes negocios (12), y no pocos empleados y administradores (13) con sus familias. Lo que más atrae a los curiosos son las cuadrillas de morenos (14), incansables para sus bailes estravagantes; y entre los objetos místicos que se exhiben, las famosas cintas multicolores con la medida (15)  de la Virjen, que tienen mucha demanda. La empresa de ferrocarriles salitreros pone esos días trenes especiales para el transporte de los asistentes (16). Las instantáneas que presentamos, han sido tomadas durante las últimas fiestas,  que atrajeron una concurrencia de más de 5.000 almas (17)".(Revista Zig-zag, Santiago de Chile, año II- N° 79 - Agosto 19 de 1906;  las Notas son nuestras).    

 

Ampliación de las  fotografías que acompañan el texto  (1906).

Fig. 2.   Fotografía de la imagen en ese año (1906).  Al pie se puede leer:  "Virgen de la Tirana, ruega por nosotros". Probablemente, se trata de una estampa de la época, que podían adquirir los peregrinos.

Fig. 3. La multitud de peregrinos, entrando al templo.


Fig. 4. Los peregrinos en la estación de ferrocarril esperando la llegada del tren.


Fig. 5. La multitud en la zona de la explanada del templo a la caída de la tarde.

Fig. 6.  La imagen actual de la Virgen del Carmen en su santuario de La Tirana. (tomada de Internet). 


Fig. 7.  Frontis de la iglesia de la Tirana tal cual luce hoy. (imagen tomada de Internet).


Fig. 8.  Abigarrada multitud de peregrinos  en la explanada  frente al Santuario  de la Tirana. (foto reciente tomada de Internet).


Notas nuestras al texto.

(1)  La "ortografia chilena" fue ideada por el lingüista y jurisconsulto  venezolano don Andrés Bello López  (Caracas, 1781 - Santiago de Chile, 1865) quien es considerado por sus obras como el primer "Tratadista de Derecho Internacional" en lengua castellana. Junto con el escritor colombiano Juan García del Río, publicó en la revista "Biblioteca Americana" en el año 1823  un trabajo editado en español en Londres con el título: "Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar y uniformar la ortografía  en América". Su objetivo era crear una correspondencia real entre fonemas y grafemas, simplificando así -se pensaba-  la ortografía  decimonónica.   Su propuesta fue incorporada en varios países de América del Sur y en Chile, su uso  perduró  hasta aproximadamente el año l927. A su audaz propuesta, que hoy nos parece tan insólita,  finalmente se impuso la reglamentación indicada por la Real Academia Española  (RAE).

(2)   La localidad de Pozo Almonte situada a unos 1.000 m de altitud en plena pampa,  recibe su nombre de un antiguo pozo salitrero cuyo dueño fuera don Manuel Garrocho de Almonte. Este nombre aparece por vez primera en el famoso plano de Tarapacá publicado por el químico británico William Bollaert en 1851.

(3)  Por "relaves mineros", se entiende la existencia de sólidos finamente molidos, producto de la lixiviación, y que en su momento son descartados en las operaciones mineras por su escaso contenido en metal. Debido a  su tratamiento mediante el empleo de grandes cantidades de  ácido sulfúrico, estos relaves están fuertemente contaminados. Se calcula que hoy día existen en el país unos 764 depósitos inactivos  de relaves mineros, encerrados en tranques o embalses de dudosa resistencia (Cfr. SERNAGEOMIN, 2022). Tales concentraciones de material peligroso, en las cercanías de poblaciones humanas y en un país altamente propenso a los terremotos y avenidas como el nuestro, constituyen un peligro real a futuro. Peligro real derivado de la acción de posibles sismos, o de períodos muy lluviosos. Viajando desde Rancagua al mineral de El Teniente (VI Región), explotado hasta el día de hoy, es posible ver,  a la orilla del camino, no menos de cinco o seis embalses, escalonados en descenso, que contienen millones de toneladas de relaves altamente tóxicos. Con el objeto de ir eliminándolos poco a poco, se estudia hoy formas concretas de extracción y re-aprovechamiento técnico de tales depósitos cercanos a centros poblados. (CFr. Comisión Chilena del Cobre, Ministerio de Minería, Gobierno de Chile, "Monitoreo del estado de los relaves mineros en Chile", DEPP 29/ 2022).

(4)   Por esas fechas (hacia 1908-1910), existían en el Norte de Chile (entre Tarapacá y Antofagasta) alrededor de 118 Oficinas salitreras, que ocupaban unos 46.500 operarios. Fue éste el momento de su máximo auge.  En ese tiempo,  sus dueños eran, en su gran mayoría,  alemanes, ingleses, eslavos o italianos. Es bien sabido que el descubrimiento en Alemania del salitre sintético hacia el año  1913, por obra de  Fritz Haber y Carl Bosch, acarreó la decadencia casi inmediata de la explotación del salitre chileno, acentuada por el inicio de la Primera Guerra Mundial (julio 1914). Las últimas Oficinas salitreras de Tarapacá terminan por cerrar, como "Humberstone" en 1958,  y "Santa Laura", en 1969.  Por fin,  la Oficina "Victoria" será la última en clausurar  definitivamente en la provincia de Tarapacá,  en el año 1979. Las dos Oficinas "Humberstone" y "Santa Laura", próximas a Iquique, fueron declaradas por la UNESCO "patrimonio de la Humanidad" en el año 2005 y hoy son administradas por la "Corporación Museo del Salitre". Esta declaración oficial y su actual protección en su calidad de museos vivos, evitó su fatal desmantelamiento, como ocurriera por desgracia con todas las  demás Oficinas, incluyendo la Oficina Victoria. 

(5)  En el pueblo de La Tirana viven hoy algo más de  800 personas, dedicadas en su mayor parte  a la atención de pequeños negocios de abarrotes, tiendas de artículos religiosos o restaurantes de paso, para atender a  los viajeros que viajan a Pica y Matilla. Salvo durante la larga semana dedicada a la fiesta de la Virgen, el pueblo es sumamente tranquilo y alberga a gran número de jubilados de la ciudad de Iquique.

(6)  La zona de los "canchones"  productores de hortalizas  rodeaba al pueblito de La Huayca, a 16,2 km al Este del pueblo de La Tirana. El sistema agrícola de los "canchones" (o "chacras sin riego" o mahamaes) consistía en labrar paños cuadrangulares de unos 20-30 m de largo por 3-5 m de ancho donde,  gracias al alto nivel freático del agua subterránea,  se podía mantener siempre húmedo el terreno. Allí se cultivaba hasta la década del 1960 alfalfa, variadas hortalizas, sandías y melones  de gran aceptación en la zona. Los "canchoneros"  vivían a su alrededor en primitivas chozas hechas con muros formados por trozos recortados de "caliche".  Anualmente, los hortelanos se veían forzados a profundizar el canchón, extrayendo la porción superficial ya salinizada, y echándola a sus costados.  Este era el único cuidado que requerían los cultivos, pues la elevada humedad freática se encargaba del "riego" de las plantas.  Las gigantescas plantaciones de tamarugos (Prosopis tamarugo) realizadas en amplios sectores de la pampa para su reforestación por obra de la CORFO entre los años 1965 y 1975,  trajeron como consecuencia no deseada el rápido descenso de las capas freáticas de agua subterránea.  Nosotros mismos, en junio del año 1963, de visita en La Huayca, pudimos constatar la existencia de un pozo familiar de agua dulce, junto a una vivienda, cuyo espejo de agua apenas distaba unos 40-50 cm del suelo. Hoy día, allí mismo,  hay que excavar no menos de 12 a 15 metros para alcanzar el nivel freático. Las napas superficiales se han ido secando. Por esta razón, los canchones fueron siendo paulatinamente abandonados hacia fines de  la década del 1960 y, lamentablemente,  para siempre. Todavía hoy, en las inmediaciones del pueblito de La Huayca, es posible ver sus restos secos,  abandonados y cubiertos de chañares.  Uno de los trabajos científicos más antiguos y bien documentados sobre este tipo de canchones y su origen, véase en Brüggen, Juan,  1920, "El agua subterránea en el Norte de Chile",  Anales de la Universidad de Chile,  tomo 146,  319-340.

(7)   No fue tanto la "imaginación popular" -como aquí señala  el autor-  sino más bien la presencia de una antigua capilla en la zona, cuyas ruinas son visibles hasta hoy en la zona,  dedicada a la Virgen, lo que gatilló el atractivo original para establecer un centro de peregrinación. Los orígenes históricos de esta iglesia primitiva no son aún del todo claros. Haría falta realizar labores arqueológicas en su actual ruina, para esclarecer bien sus orígenes. Sabemos que la zona de la Tirana, rica en bosques de tamarugos y algarrobos, fue un temprano lugar de laboreo de la plata procedente del mineral de Huantajaya. El sistema de los buitrones fue aplicado aquí para la refinación de la plata.  Este exigía, primariamente, la quema de mucha leña. Agua abundante a poca profundidad y presencia de leña en abundancia, fueron los dos requisitos básicos que determinaron la elección del sitio. Los testimonios elocuentes  tanto  de  John Blake como de William Bollaert (cf. infra) son una prueba al canto.  Sabemos que la patrona de la iglesia del mineral de Huantajaya era la Virgen del Carmen (Vea Figs 6 y 7). La capilla más antigua en el sitio de La Tirana, por lo que se sabe, no habría estado originalmente dedicada a la Virgen del Carmen sino, probablemente, a la Virgen de la Candelaria de  Copacabana  o a Santa Rosa de Lima. Habrían sido muy probablemente los antiguos mineros de Huantajaya quienes piadosamente trasladaron su imagen y su culto desde el mineral a La Tirana, cuando la iglesia de madera del mineral -al igual que su población- fuera totalmente desmantelada a comienzos de  la década del 1890. (Vea Figs. 8 y 10). A la sazón, el antiguo mineral de plata de Huantajaya, intensamente explotado durante todo el período colonial, se encontraba ya casi desierto.  Numerosos socavones y piques profundos son hoy día el único testigo y vestigio de su antigua riqueza.  Por esas fechas, el mineral ya era considerado como  prácticamente agotado. 

Por tal motivo, Darwin, en su visita a la zona de  Iquique y la salitrera "La Noria" en el mes de julio  del año  1835, consideró innecesario visitarlo por cuanto ya en esa época se encontraba casi deshabitado.  No pocos -cuando no la mayoría- de los operarios de Huantajaya eran de origen aimara y provenían de las quebradas y/o del cercano altiplano boliviano portando consigo sus tradiciones y ritos y, entre ellos, sus bailes.  El origen histórico de algunas de la cofradías  más antiguas de bailes  que acuden a La Tirana hoy día, se habría de buscar seguramente en Bolivia (Oruro)  y sus minerales.  

El fenómeno religioso que se observa en la fiesta de la Virgen del Carmen en la localidad de La Tirana  es de tal naturaleza  ha llegado que ha llegado a crear, de facto, una suerte de "imaginario colectivo",  en expresión de su  autor y difusor, el filósofo y sociólogo francés Edgar Morin   (1921-...?) 

Fig. 9.   El pueblo de Huantajaya y su iglesia  (foto ca. 1880?).

Fig. 10.  Fachada de la iglesia del mineral de Huantajaya  hacia 1885 (?), construida íntegramente de madera. Damas de luto riguroso con sus amplios vestidos hasta el suelo.  Tal vez así vestidas para asistir a un funeral.



Fig. 11.  Vista de la calle principal de Huantajaya con vista a la iglesia (al fondo). Todas las construcciones son de madera donde se empleó profusamente el pino oregón o pino de Douglas (Pseudotsuga menziesii) traido como lastre en los barcos desde los Estados Unidos. Fechada el 21-07/1889.


Fig. 12.  Otra vista de la calle principal del pueblo minero de Huantajaya en el mineral del mismo nombre. ¿Década del 1880?. (Tomada de Internet).


(8)  Ya hemos indicado más arriba que la veneración a la imagen de la Virgen del Carmen habría pasado -según sospechamos- del mineral de Huantajaya a La Tirana, siendo los indígenas y/o mestizos oriundos del altiplano boliviano  y de las quebradas tarapaqueñas los portadores y transmisores de esta veneración, manifestada inequívocamente  en sus cofradías de  bailes, sus ritmos, su atuendo y el uso de  máscaras y aerófonos. El sociólogo Juan van Kessel, uno de los estudiosos más serios de los Bailes Religiosos del Norte Grande  de Chile,  cree descubrir en esta devoción mariana,  un atisbo o supervivencia del culto a la Pachamama  o Madre Tierra. O, si se prefiere, una transposición de su ancestral veneración a Pachamama a la Virgen María, imagen propia de la religión cristiana de los conquistadores. En uno de sus trabajos, señala al efecto: 

"El dogma mariano tuvo una buena acogida entre los aymaras cuando los misioneros españoles lo introdujeron en estas regiones. Sus características más homogéneas con el mito de la Pachamama, resultaron más acentuadas  en  la nueva religión popular (de indios mestizos) y dieron finalmente origen a la típica devoción mariana de los grandes santuarios populares del Norte Grande de Chile"   Cf. Van Kessel, 1975: "Supervivencias prehispánicas en un verso religioso popular en el Norte de Chile", Revista "Norte Grande", Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católic de Chile, Tomo I, Nº 3,  427-436, especialmente el párrafo "Pachamama-María" en pg. 431). 

Hacia mediados del siglo XIX, no tenemos aún noticia segura de la existencia de un culto a la Virgen María en alguna capilla o iglesia en el sitio de La Tirana.  William Bollaert,  el ensayista de metales del mineral de Huantajaya, en su notable descripción de la provincia de Tarapacá fechada en 1860, trae noticias muy interesantes de tipo histórico, arqueológico y etnográfico de toda la provincia de Tarapacá  que recorriera  palmo a palmo para cumplir con un encargo específico del entonces intendente de Tarapacá,  don Ramón Castilla y Marquesado (1797-1867). En el trabajo citado, se incluye dibujos notables de su acompañante inglés, el dibujante George Smith, figurando también, además de Huantajaya con su iglesia y cementerio, la imponente iglesia de Matilla. Existe, sin embargo,  en esta amena y detallada descripción una única y valiosa referencia a "Tirana". Se trata en efecto de un excelente dibujo de George Smith que muestra claramente la forma  de explotación de la plata mediante el sistema de buitrones cuyo laboreo en La Tirana es dibujado en forma esmerada. El dibujo muestra, en efecto,  hasta los más mínimos detalles de la instalación en un sitio bien amurallado, un pozo de donde sacan agua en grandes tinajas de greda y los buitrones. Bollaert,  en cambio, nos relata  minuciosamente otra  festividad religiosa, la de Nuestra Señora de la Candelaria (2 de febrero), celebrada en el pueblo de Macaya por sus habitantes aimaras. Bollaert residió en Tarapacá en dos ocasiones: primero, entre 1925 y  1931  y,  años más tarde, entre 1854 y 1859. De haber existido en ese período de  tiempo algún importante centro de peregrinación en La Tirana, ciertamente éste no habría escapado a los ojos del agudo observador Bollaert y de su dibujante G. Smith. (Cfr. nuestra traducción y transcripción de la Descripción de Bollaert publicada en  la revista de geografía  "Norte Grande", Instituto de Geografía de la Universidad Católica de Chile,  Vol. I,  Nº 3-4  pàg.  459-478; vide en especial  p.  477  y figuras).

El Diccionario  Jeográfico de Chile de don Luis Riso Patrón (1924) en su entrada sobre  "La Tirana", se refiere únicamente a la antigua explotación del mineral de plata de Huantajaya en el lugar. Nada nos dice sobre la fiesta y el centro de peregrinación. ¿Por qué?... En cambio, bajo el término "Andacollo" hace especial referencia a la celebración de la Virgen en su santuario en los siguientes términos:  "....tiene una hermosa iglesia parroquial en la que se venera una imajen de la virgen del Rosario, en cuyo honor se celebra una festividad el 26 de diciembre de cada año, a la que acuden, desde largas distancias en romería, multitud de devotos a presentarle ofrendas valiosas en oro, plata y joyas..."  (1924: 31).  No deja de ser extraña esta omisión dada la importancia del Santuario en su tiempo.

(9). El vicario apostólico don Guillermo Juan Carter Gallo (1842-1906)  estuvo a cargo del Vicariato de Tarapacá entre los años 1895 y 1906. Según creemos, muere ese mismo año.  La erección de este Vicariato, desmembrándolo de la arquidiócesis de Arequipa (Perú), tuvo lugar a partir del año 1880,  como consecuencia de la guerra del Pacífico entre Chile y Perú. 

(10)  El epíteto de "divina" es aquí un lapsus involuntario del periodista. Para los católicos, la Virgen María  merece particular respeto y afecto, por su calidad de madre de Dios, pero nunca adoración. Porque la adoración solo se tributa a la divinidad. "Veneración" es el término correcto que se aplica  al piadoso recurso de los fieles a María en todas sus necesidades. 

(11)  La fiesta de la Virgen de Copacabana se celebra el día 5 de agosto. Su culto, iniciado hacia 1583, es uno de los más antiguos en América. Su origen es magistralmente descrito por Fray Antonio de la  Calancha (1584-1654), monje agustino residente en Potosí. La celebración de la Virgen del Carmen, en cambio, se celebra el día el 15 de Julio.

(12)  Ese día de la fiesta, multitud de comerciantes de todos los rubros  imaginables, se dan cita en  los alrededores del santuario para hacer su propio negocio. Desde una variada oferta de alimentos y bebidas, hasta toda clase de objetos religiosos, imágenes, estampas,  rosarios o medallas de la Virgen. 

(13)   En efecto, no pocos administradores de las Oficinas salitreras de Tarapacá se hacían presentes, con sus familias, en esa gran fiesta mariana.  La fiesta acogía -igual que hoy día- a pobres y ricos por igual. Pero son por lo general los obreros y sus familiares  los que hacen las "mandas" por las que se comprometen  a bailar por algunos años, en honor a la Virgen, en alguna de las muchas cofradías o "bailes" religiosos. Estas "mandas"  -que son de facto aceptadas (o toleradas) por la Iglesia jerárquica- conforman la promesa o el compromiso de la persona de participar activamente en un determinado baile en el Santuario, a cambio de la obtención de la salud de algún familiar querido. Viene a ser una forma de expresión concreta del "do ut des"  ("yo doy, para que tú  me des"),  forma  de reciprocidad  o de acuerdo tácito y personal  que establece el fiel cristiano con la divinidad a cambio de un determinado favor solicitado. El Catecismo de la Iglesia Católica en su párrafo 2101, establece la forma de hacer tales compromisos por devoción y/o amor a la Virgen. El "do ut des" ha sido una forma tradicional de actuar en muchas religiones frente a la divinidad omnipotente, para lograr de ella determinados favores.

 En los Santuarios católicos en diversos países de América del Sur son hoy muy frecuentes las "mandas". En Chile se puede observar las "mandas" o promesas, algunas de las cuales involucran  ciertas formas de sacrificio corporal de los penitentes, particularmente en  los Santuarios de Las Peñas (Arica), La Tirana (Tarapacá), Andacollo (Coquimbo), Lo  Vásquez (camino a Valparaíso) y  San Sebastián (Yumbel, Bío-bío). Una de estas formas concretas de "manda" o sacrificio,  es, precisamente, el compromiso de bailar como "promesante" en una cofradía  y por cierto período de tiempo  en honor a la Virgen en su Santuario.

(14)  Los bailes denominados como "Morenos" son, al parecer, los más antiguos. Están éstos conformados solo por familiares; son pequeños pero de larga tradición.  La denominación de "morenos", parecería, a primera vista,  aludir a su posible origen colonial: los esclavos negros traidos del Africa durante todo el período de la Colonia. Sin embargo, se sabe que en Tarapacá estaban constituidos mayoritariamente por familias de obreros de las Salitreras y sus descendientes hasta el día de hoy.  Según lo declarado por un caporal consultado al efecto, este baile buscaría representar "la defensa que hicieron los animales del sepulcro de Jesús". 

(15)  Se hace aquí referencia a una "medida" de la Virgen presente en las cintas multicolores...¿Se trataría aquí, tal vez,  de alguna insignia o imagen representativa de la Virgen del Carmen  impresa en las cintas de antaño?.  Tal vez... No nos queda claro el sentido exacto de esta expresión. En todo caso, es evidente que se señalaba así un cierto objeto representativo de la imagen, que sus devotos procuraban adquirir antes de abandonar el Santuario, como perenne recuerdo de su visita.  Sobre las características físicas propias de la actual imagen de la Virgen en su santuario de La Tirana, síntesis de su historia, su atuendo  y su custodia actual, véase el documento: "Equipo gestión (2019), Notas básicas de la imagen de la Virgen y su  custodia", Museo de la vivencia religiosa del Norte Grande, Versión PDF, La Tirana, Iquique, (www.museovivenciareligiosa.cl).

La veneración a la Virgen del Carmen en América tiene una venerable antigüedad. La Orden religiosa de los Carmelitas que trae consigo la imagen, llega a América  en el año 1585, siendo la orden dominicana (los "dominicos") los primeros en llegar hacia el año 1526 a México en tiempos de Hernán Cortés. La Orden del Carmelo fue fundada  por el religioso y ermitaño inglés San Simón Stock en el año 1215  y fue aprobada por el Papa Honorio III en el año  1226. Su nombre deriva del  Monte Carmelo, elevación de unos 550 m que se alza en el distrito de Haifa, con vista al mar Mediterráneo, hoy en Israel. Su nombre deriva del árabe (Krm-El) )  y significa  "viñedos de Él (Dios)".  La tradición dice que un grupo de ermitaños (¿tal vez monjes-cruzados participantes de la primera Cruzada?), habría fundado en este monte la Orden religiosa de los Carmelitas. En dicho monte se construyó tempranamente un monasterio donde se veneraba la imagen de María bajo la advocación de El Carmelo. Siglos más tarde, en  el año 1562,  Santa Teresa de Avila y San Juan de la Cruz reformarán la antigua Orden, estableciendo, con autorizacion del Papa Gregorio XII, la Orden de los (y las) Carmelitas Descalzos con una nueva Constitución y Reglamento.

En las famosas cuevas de este mismo Monte Carmelo, se descubrieron en el año 1932 restos óseos de individuos Neandertales y se estableció allí el hallazgo de  actividades humanas primitivas datadas en 600.000 años.

 (16)  El tramo del ferrocarril salitrero que conectaba la localidad de  Pozo Almonte con la estación de Pintados debió ser desactivado a mediados de  la década del  1970 cuando todas las oficinas salitreras más cercanas empezaron a clausurar en forma definitiva.   

(17)  Las cifras recientes de asistentes a la  fiesta en La Tirana, entre curiosos y fieles peregrinos, ascienden a más de 250.000 (año 2024).  Se establecen allí, con días de anticipación para lograr la mejor ubicación, en los alrededores del Santuario, infinidad de carpas de todos los colores y formas. Carabineros de Chile destaca un grupo especial  de vigilancia, para evitar robos y  desmanes y controlar la venta de licor. Hoy día ya no hay acceso por ferrocarril, como en los tiempos del salitre, pero las vías son expeditas y, para los peregrinos caminantes  -que son muchos-,  hay rutas laterales especiales, bien definidas y marcadas,  desde el empalme con la ruta Panamericana Sur hasta el Santuario mismo. Es tal el hacinamiento de peregrinos que quieren observar de cerca los fantasiosos pasos de baile de las diferentes cofradías en la gran explanada frente al Santuario, que la acción furtiva de ladrones resulta allí casi inevitable. Tal nos ocurrió a nosotros  en nuestra visita  en el año  1992. Sin darme yo casi cuenta, un ladrón perforó con un cuchillo la mochila que yo portaba al hombro, robándome así algunas pertenencias. Fue cosa de un segundo, apretujados como estábamos de gente por todos lados. Durante el obispado del pastor de Iquique Monseñor Juan Barros Madrid (2000-2004), el templo fue completamente refaccionado  y ampliado, con hermosas  escenas pictóricas de la leyenda de la Tirana del Tamarugal, imponentes puertas ornamentales de madera hermosamente  esculpidas  y otros complementos artísticos. Mérito indiscutido de este digno prelado chileno a nuestro juicio injustamente vilipendiado en tiempos recientes.       

El 26 de julio del año 1971, La Tirana fue declarada "Monumento Nacional en la categoría típica". En septiembre del año 2015 se inauguró el "Museo de la vivencia  del Norte Grande", ubicado en el subsuelo del Templo.

Algunas voces críticas.

 Hemos escuchado algunas voces que reclaman contra lo que denominan "intromisión indebida de la iglesia" en el desarrollo de la actividad folklórica de las cofradías de bailes religiosos en el Santuario,  cuya espontaneidad y performance, a su juicio, debería ser respetada. Al parecer, olvidan estos críticos que se trata aquí de un recinto propio de la iglesia y de  que estos bailes, desde su origen mismo,  no son solo "folklóricos" (es decir productos genuinos del "pueblo" o folk), sino también y  esencialmente, religiosos. Son bailes, es cierto, pero también son oración, súplica y cariñosa conversación con la Virgen, su patrona. Y en tanto constituyen una expresión religiosa en un Santuario católico, pueden y deben ser normados por la autoridad eclesiástica, sin perjuicio de mantener siempre abiertos canales de comunicación con sus caporales,  quienes son los encargados de velar por la pureza de sus bailes y el debido  respeto a su tradición histórica. 

Trabajos recientes.

En  el año 2004 el arqueólogo piqueño Lautaro Núñez Atencio publicó  la obra: La Tirana del Tamarugal", Ediciones Universitarias, Antofagasta,  y en 2023 otra, con el título de:  "La Tirana desde sus orígenes a la actualidad", Ediciones del desierto, Antofagasta. El autor,  reconocido historiador y  arqueólogo  nortino,  analiza  en detalle  la leyenda respectiva del historiador peruano peruano  Rómulo Cúneo Vidal (1856-1931)  y la sitúa en el contexto de sus propios descubrimientos arqueológicos realizados en la zona, que demuestran una antiquísima red de huellas que unen el altiplano boliviano de Lipes con la pampa y la costa del Pacífico. Acoge allí como una posibilidad el argumento aportado por la antropóloga Verónica Cereceda de la existencia de una posible "waka"  o ermita indígena en la misma  zona de La Tirana actual, de la que  halla atisbos en relatos y leyendas recogidas por la autora entre indígenas chipayas del altiplano boliviano. "Waka" que habría sido el antecedente histórico de una posible (¿o probable?) ermita o capilla cristiana erigida en su lugar, en la época de la extirpación de las idolatrías  en el territorio peruano (especialmente entre los años 1615 y 1621). En los sitios de antigua presencia de tales huacas (waka), los cristianos  solían erigir cruces, ermitas o capillas a modo de reparación.   Somos de opinión de que se hace necesario -a falta de testimonios históricos fehacientes- realizar profundos estudios lingüísticos comparativos en nuestra zona, para detectar si existen (o no) huellas de topónimos chipayas o uros en nuestra región del Tamarugal. Tal tarea incumbe a avezados lingüistas, conocedores de las lenguas quechua, aimara y  chipaya (y/o puquina), por lo menos. Por desgracia, aún no los tenemos en el Norte Grande.

Comentario final.

  A nuestro entender, -salvo meliori iuditio-  la referencia folklórica aportada por  la antropóloga Verónica Cereceda  y  recogida por Lautaro Núñez, nos parece demasiado débil como argumento y necesitaría -entre otras cosas- del complemento de un examen exhaustivo de la arqueología y la toponimia del área en cuestión, tal como lo hemos sugerido. Es bien conocido el hecho de que jóvenes chipayas y uros del Titicaca y Poopó solían bajar a trabajar temporalmente en las quebradas de Tarapacá.  Pero de aquí a erigir una waka de veneración chipaya en el lugar, hay mucho trecho.

Nosotros mismos entrevistamos, en febrero del año 1998, a  un joven chipaya  que laboraba  en una parcela de alfalfa  junto al pueblo de  Chiapa. Ahora bien, si llegó a establecerse una "waka" (o santuario) chipaya en esta zona, precursora de alguna  primitiva capilla o ermita católica en el lugar, debería haber dejado, tal vez,  algún rastro reconocible en la toponimia local.    

Véase también nuestro capítulo editado en este mismo Blog el día 11 de enero de 2013, titulado:  "Un testigo de la explotación de plata en el Mineral de Huantajaya en 1843: testimonio del ensayista de metales John Blake".  Blake, siendo el mismo un "ensayista de metales", nos describe, con gran detalle el proceso de  obtención de la plata en el lugar llamado "Tirana", -aspecto que a él le interesa- pero no hace la menor  referencia, lamentablemente, a las características físicas del lugar mismo y, menos aún, a su uso ritual. La visita de Blake  se verifica probablemente entre los años 1841-1843. (Véase nuestra traducción  y análisis del citado capítulo en nuestro blog del  11 de enero del año 2013). 

Nota. Agradecemos el inapreciable apoyo técnico de la señorita Teresa Ugarte Silva en la incorporación de las imágenes del texto original de 1906.      


sábado, 20 de julio de 2024

¿Puede existir un trabajo arqueológico serio sin el rescate y estudio de restos humanos momificados o esqueléticos del pasado reciente o remoto?. Antecedentes útiles o necesarios para una discusión.


Fig. 1. Notable estatua del padre Gustavo le Paige, erigida frente  la entrada de su Museo arqueológico  en San Pedro de Atacama, obra del escultor Harold Krüssel. Sostiene en su mano  una réplica de cráneo humano producto de sus excavaciones. Estuvo expuesta aquí hasta el año 2015. Hoy, al parecer,  desaparecida (foto H. Larrain, marzo 2015). 

Fig. 2.  Momias atacameñas dispuestas en fila en una repisa del pabellón nuevo del Museo de San Pedro de Atacama. (foto de Gerardo Melcher, en su obra:  "El Norte de Chile, su gente,  desiertos y volcanes" (Editorial Universitaria, Santiago, 2004)  en su visita del año 1965.

Fig. 3. Antigua exposición de cuerpos momificados y objetos en las primitivas repisas de madera del Museo. (Foto H. Larrain, diciembre 1964).

1. Planteamiento del problema: ¿se puede hacer hoy verdadera arqueología en zonas indígenas?

Ante la suspicacia o franco  malestar que se ha despertado en las últimas dos o tres décadas en algunas comunidades indígenas nacionales, (en especial entre aimaras, quechuas y atacameños) por la exhumación de cuerpos humanos como parte integrante de los procedimientos arqueológicos, cabría preguntarse hoy cuál será el destino de la arqueología, o cuáles tendrían que ser, en el futuro, los procedimientos aceptables en cualquier trabajo arqueológico (de excavación o rescate) en las zonas de actual poblamiento indígena en nuestro país (1). ¿Es posible practicar hoy una verdadera y auténtica arqueología de campo en las regiones de poblamiento indígena?.  ¿Sería posible -podemos preguntarnos- excavar e investigar (es decir, hacer arqueología)  sin sacar ni exponer los cuerpos humanos que aparecieren? ¿Se podrá hoy (o mañana) estudiar un cementerio indígena antiguo recién descubierto, o una simple tumba que aparece casualmente en nuestro registro arqueológico?. ¿De qué modo?. ¿Qué deberíamos hacer hoy si tropezamos con un entierro humano al excavar un poblado, un cueva, un taller lítico o un sitio agrícola antiguo?. Y, por último, qué debería hacerse con los cuerpos momificados ya existentes en las bóvedas de los Museos (2)?

Son las preguntas que naturalmente hoy nos planteamos ante la tenaz  oposición a la exhumación de cuerpos o esqueletos antiguos  manifestada por varios de los actuales líderes indígenas del país (Vide infra). (3). Más abajo, intentaremos responder a estas preguntas.

Todas estas preguntas (y otras similares que podríamos hacernos), envuelven dudas razonables que es necesario esclarecer bien tanto para el futuro de la arqueología misma en la zona como para recomponer las relaciones entre los Museos arqueológicos y las Comunidades,  hoy claramente muy deterioradas (4).

El tema es de gran actualidad hoy y requiere de una meditación profunda. De su correcta respuesta depende el futuro de la investigación arqueológica y antropológica en muchas zonas del  país.  Igualmente, el futuro de la museología en cuanto  ella  tiene que ver con las técnicas de conservación de los especímenes expuestos en ellos.

Meditando las tajantes declaraciones recientes de algunos líderes indígenas del país que aquí analizaremos, parecería que la ciencia  de la arqueología y su práctica en terreno, estarían hoy condenadas a un rotundo fracaso, o al parecer a su definitiva cancelación como instrumento de conocimiento histórico de las culturas indígenas locales. En resumen, ¿sería ahora posible  estudiar toda la cultura de un grupo humano sin tocar para nada sus restos mortuorios?.  

2. Declaración reciente de un  representante lickan antai:

Escuchemos la reciente y lapidaria declaración pública: 

En el periódico digital  el ciudadano.com el periodista don Absalón Opazo escribía hace un par de meses: "Pueblo Lickan antai pide una ley para la repatriación de los cuerpos de sus ancestros".

  Allí se nos indica que se ha recurrido al efecto a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados. "Piden la formulación de un proyecto de ley que permita la repatriación de los cuerpos de sus ancestros. El representante del pueblo atacameño Rudecindo Espíndola señala que la arqueología del siglo XX se caracteriza por la excavación de tumbas indígenas, lo cual (sic!) faltó al respeto a sus ancestros que incluye no molestar  los cuerpos de sus antepasados, a quienes conocen como sus "abuelos" o "gentiles". (énfasis nuestro). (Opazo, El Ciudadano.com,  2024). (5).

En suma,  de acuerdo a las expresiones del representante atacameño, toda la arqueología del siglo XX (al menos en el Norte de Chile) estaría así fatalmente viciada. Con ello, no solo se condena la obra de 25 años del padre Gustavo le Paige en su museo arqueológico de San Pedro de Atacama (seguramente, justificando así también su actual destrucción),  sino también el trabajo  arqueológico de todos sus predecesores y continuadores, sin excepción,  a partir de los exploradores franceses Créqui Montfort y Sénéchal de la Grange en el año 1904 (6).  Así, no deja, como decimos vulgarmente, "títere con cabeza", tildando de "violadores de los derechos humanos"  a los arqueólogos y solicitando recurrir a la "Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados" para sancionar su delito y exigir su inmediata reparación. 

                     








Fig. 4. Así lucía el Museo arqueológico del padre Gustavo le Paige todavía en marzo del año 2015, muy poco antes de ser  desmantelado y vandalizado con autorización de la Municipalidad de San Pedro de Atacama. Se puede ver  aún, erguida y enérgica, la efigie del padre, obra eximia del escultor Harold Krüsell (foto H. Larrain, marzo 2015).


3. El tema de fondo: ¿tiene don Rudecindo razón en su alegato?

 Hace muy poco tiempo (7)  en este mismo blog,  dedicamos un  capítulo especial al análisis de este tema en su aspecto o faceta propiamente museológica, es decir, ante  el hecho de su exposición al público en los museos. Lo rotulamos:  

Momias o esqueletos humanos en Museos: ¿se puede exhibirlos, o no?. Problemática disyuntiva planteada hoy a los Museos del mundo.


Remitimos a nuestros lectores  a dicho trabajo.

 ¿Arqueología sin seres humanos?

Hoy pretendemos ir más allá y meditaremos sobre el destino de la arqueología misma como ciencia del pasado, ante la pretensión de algunos líderes indígenas de que cualquier cuerpo humano que se hallare en la región, pasa a  ser, automáticamente,  un "abuelo" o un miembro de la "familia" y, por tanto, su "descanso eterno" no podría ni debería ser perturbado, y mucho menos,  por extraños al lugar.


 4. ¿Qué hace realmente  un arqueólogo?. ¿Cuál es su función? 

Como base de nuestra reflexión, examinemos primeramente qué es y qué pretende hacer la arqueología como ciencia. ¿Qué  busca y pretende  al exhumar objetos y/o  cuerpos humanos del pasado?.  En un pequeño Manual de Campo (o "Field Guide") editado por nosotros en la revista "Expedición a Chile"  en 1975 en Santiago de Chile,  con el título "¿Qué hace el arqueólogo?", explicábamos en un lenguaje accesible y fácil qué elementos considera la arqueología como esenciales y por qué es ella tan importante para el estudio del pasado.

 Reproduzcamos aquí un par de textos:

"La palabra arqueología  (del griego: ἀρχαίος  (antiguo, arcaico  y λóγος: estudio, ciencia),  nos introduce en un reino de fascinación y misterio: atisba el modo de vida de las generaciones pasadas. La arqueología es el estudio del comportamiento de las sociedades humanas ya desaparecidas, mediante el examen cuidadoso de sus restos materiales abandonados. A través de ellos, el arqueólogo intenta la reconstrucción histórica de su cultura y descubre sus patrones culturales básicos. La arqueología no es una mera técnica de investigación del pasado (aunque utiliza  técnicas varias), es una ciencia que trata de descubrir el género de vida de distintas sociedades, en distintas épocas, analizándolas y comparándolas....A ella le interesan todos los grupos humanos: desde los distantes cazadores de animales ya extinguidos hasta los recientes creadores de las civilizaciones urbanas" (1975: 4).
  
"El arqueólogo se vuelca al estudio del pasado a fin de revivirlo, hacerlo patente. No debe ser un mero enamorado de las cosas que encuentra (puntas de flechas, vasijas, etc),  sino de la historia que dichas cosas saben contar a quien sabe preguntar y buscar. El primero, es un simple coleccionista; el segundo, es un científico" (1975: 4-5).

Esto pensábamos y escribíamos en 1975, hace ya casi cincuenta años.


5.  La arqueología y el hombre su protagonista.

Ahora biendetrás de los utensilios, armas, vasijas, vestimenta o construcciones que el arqueólogo descubre al excavar un sitio, se yergue la figura del hombre mismo  su autor, con su propia y peculiar historia, su historial genético y su rico bagaje cultural.  La "cultura", pues,  ha de ser concebida como la "totalidad de la obra de ese hombre" en el contexto de un paisaje geográfico natural dado, pero no puede ser separada del hombre mismo, su creador, difusor y continuador. Porque no hay "cultura" sin ser humano. Los animales no crean propiamente cultura en su entorno (8), y desconocen su carácter acumulativo.  El hombre, sea éste cazador, pescador o agricultor, nómada o sedentario, es por esencia portador y difusor de "cultura" en su ambiente: la que el mismo se ha creado -cual una "segunda naturaleza"- para poder sobrevivir con éxito en un ambiente natural hostil; "culturas" antiguas que hoy nos es posible estudiar tanto a través de su vestimenta, como de su calzado, su morral, sus herramientas, sus adornos corporales  o las armas con las que ha sido hallado. Todo estos elementos  constituyen su creación propia, su "obra" por excelencia.

6. El notable caso del cazador Ötzi y de otros cuerpos humanos conservados hoy en Europa.

Para podernos enfocar correctamente en este tema tan delicado, creo necesario que reflexionemos por un momento  en el caso notabilísimo del "hombre  de Hauslabjoch", denominado  como Ötzi, hallado en el año 1991  en los Alpes italianos junto a la frontera con Austria. Fue hallado  provisto de su vestimenta de pieles y un morral con  todo  el equipo  de un experto cazador alpino.  Vivió hace 3.255 antes de Cristo y permaneció congelado más de 5.000 años en la nieve y el hielo tras haber sido herido de muerte. La infinidad de estudios de que ha sido objeto su cuerpo y sus pertenencias por especialistas de toda índole, ha revelado mucho más detalles de su modo de vida, cultura y ambiente de lo que un relato escrito de la época nos hubiese podido transmitir. Hoy día sabemos mucho acerca de su alimentación, enfermedades, su flora bacteriana  intestinal, sus adornos, vestimenta y armas de su época de cazador. Detalles como las características y origen de los alimentos consumidos en su última comida, el origen de sus armas, su atuendo, sus  tatuajes, su ADN mitocondrial, o las características o color de su cabello o de su  piel, nos siguen asombrando y maravillando hoy. Su minucioso estudio multidisciplinario nos ha enseñado sobre el modo de vida y costumbres de los habitantes del período Calcolítico en los Alpes (9) más que mil descripciones escritas. Ötzi es el cuerpo momificado completo (10) más antiguo y mejor conservado que se conoce del Viejo Continente al presente, y se conserva hoy como un tesoro de invaluable valor en el museo de la ciudad italiana de Bolzano.   

Este caso como el de numerosos otros cuerpos humanos intactos hallados en pantanos o turberas (11) en Escandinavia (12), Irlanda, Alemania, Inglaterra o en Siberia, nos enseñan muchísimo sobre la cultura,   costumbres y ritos locales en épocas pretéritas, de edad bien definida hoy, gracias al  método de datación del C14.  Estos descubrimientos casuales hechos en numerosas turberas del norte de Europa (13), en cierto modo, han contribuido a ilustrarnos hoy sobre las culturas contemporáneas mejor que las mismas momias de los faraones y altos dignatarios del antiguo Egipto (14).

 7. En resumen:

Los estudios realizados en laboratorios especializados de institutos y universidades en distintos países nórdicos (Irlanda, Inglaterra, Dinamarca, Suecia, Noruega  o  Alemania) sobre cuerpos humanos momificados hallados en su territorio, son un libro que sigue abierto y nos ha seguido (y seguirá) entregando una increible cantidad de conocimientos acerca del modo de vida, biología y cultura  de los hombres del pasado en dichas regiones.  Lo que los romanos Tácito, Julio César, Séneca o Plinio el Viejo nos han aportado en sus escritos sobre dichos pueblos nórdicos (los llamados "barbari")  es  un migaja comparado con lo que hemos aprendido de las momias de los pantanos.  Y aún hoy, siguen siendo "un libro abierto" y una verdadera "caja de Pandora"  que nos promete muchas más sorpresas a  medida que la tecnología de análisis avanza, año tras año,  a pasos de gigante.

8. La lección para nosotros en Chile.

La lección que este tipo de conocimiento nos puede aportar para el estudio en nuestras zonas de poblamiento indígena, es clara y evidente.  Lo que las momias atacameñas, estudiadas con una tecnología de punta en laboratorios especializados, nos podría entregar hoy es seguramente más de lo que hoy ya sabemos sobre los atacameños del pasado y sus modos de vida.  Hay aún muchísimos vacíos por llenar en el registro cultural, cronología y evolución de su cultura. Gustavo le Paige descubrió algunos de sus más importantes hitos básicos. Pero falta mucho por aprender del pasado, máxime del pasado más remoto  (de los 10.000 A.C. hacia atrás). Es tarea del futuro arrojar más luz sobre el pasado atacameño remoto, del que hoy solo poseemos escasos atisbos. Pero para ello, deberá labrarse en el futuro una hábil e inteligente comprensión mutua y entendimiento entre las comunidades atacameñas y los especialistas arqueólogos y antropólogos. De no lograrse tal entendimiento, el estudio del pasado atacameño quedará definitivamente estancado, detenido en el tiempo, mientras otros pueblos, más despiertos y abiertos al progreso científico,  aprenderán cada día más sobre su historia, su cultura  y su rol en el desarrollo humano de la región.   

 Al parecer, por el contenido de las  declaraciones  actuales de algunos líderes lickan antai, aún estamos lejos de ello. 
    

9. Necesidad de un trato digno a los cuerpos humanos momificados descubiertos. 

Estamos convencidos de que mucho de lo que ha ocurrido en Atacama se habría podido  evitar, o al menos,  suavizar y controlar si se hubiese tomado a tiempo algunas medidas básicas con respecto  al  tratamiento  de los cuerpos humanos momificados.  
La primera de ellas,  es que los cuerpos  hallados debieron haber sido tratados con mucho más respeto, cuidado e higiene (!), guardándoseles en recintos especiales, en cajas selladas, tal como vemos se hace hoy en  los grandes museos del mundo como en el gran Museo de El Cairo, en Egipto. Su manejo y detallado estudio queda allí solo reservado a los científicos y expertos. No se muestran a cualquier visitante. 
Por el contrario, su exposición  por decenas, en filas, en repisas repletas y al alcance de la mano del observador (Vea Figs 2 y 3) -tal como fue la costumbre por décadas-, además de constituir un  peligro real para la salud de los visitantes (15), fue un aliciente para inevitables robos de partes u objetos, en calidad de recuerdos o "souvenirs", por parte de los espectadores. Pero en aquellos años, había escasa o nula conciencia de tales peligros. Menos aún, hubo conciencia del valor e importancia que los indígenas atribuían a sus cuerpos  enterrados.
Tal tratamiento ideal de los cuerpos exhumados para su estudio, exige asumir muy altos costos. En los primeros años, Le Paige luchó denodadamente por obtener mayor apoyo económico para el Museo. Éste, siempre escaseaba. Yo me acuerdo bien cómo el padre pedía ayuda al entonces ecónomo de la Universidad del Norte, el jesuita  Alfonso Salas Valdés S.J. para instalar sus hallazgos en vitrinas decorosas. Pero la Universidad tenía por entonces otras prioridades.  En los primeros años  (1961-63), -lo recuerdo bien- las momias que le Paige iba desenterrando colmaban unos estantes precarios, a la intemperie,  en el patio trasero de la parroquia católica de San Pedro. Era un espectáculo ciertamente aterrador para cualquier visitante desprevenido. También para mí, pues fui testigo de ello.  Tomé sendas fotos en su época  (1963-64), las que  recuerdo haber prestado a un arqueólogo de San Pedro, fotos que hasta ahora no me ha sido posible recuperar y que habrían podido ilustrar honrosamente este capítulo (16).

Nuestra respuesta a las inquietudes planteadas más arriba (Párrafo 1). 

a) ¿Es posible practicar hoy  un verdadera arqueología en regiones de poblamiento indígena ?.

Respuesta.

Dado que las comunidades indígenas controlan hoy con cuidado todos los trabajos y faenas que se efectúan en su territorio (ADI) (17),  será imposible o impracticable, a menos que se llegue a un acuerdo previo, concreto,  con sus autoridades y/o representantes. Y, en el caso de Atacama, tengo entendido que el último trabajo de campo realizado por los arqueólogos del Instituto de Investigaciones de la Universidad Católica del Norte habría sido realizado en el año 2005 por la arqueóloga Carolina Agûero (según artículo publicado en la revista Estudios Atacameños Nº 30). ¡Es decir, hace casi 20 años!.
Después de esa esa fecha, parecería que cesan por completo los trabajos de prospección arqueológica en la zona atacameña. Lo que se hace particularmente visible a través de los títulos de los trabajos publicados en la revista "Estudios atacameños", la que de "atacameño" tiene hoy cada vez menos.  ¿Constituye esto un avance o más bien un triste y lamentable retroceso en el conocimiento de las raíces históricas del pueblo atacameño?.  
Mientras  otros pueblos indígenas del mundo siguen estudiando afanosamente  sus antecedentes, hurgando en sus raíces más antiguas, empleando para ello las técnicas más avanzadas y  arrojando con orgullo  luz  a nuevos conocimientos, en Atacama la situación parecería ser  la inversa; se propicia hoy -por todo lo que uno escucha- "tender un manto de olvido" sobre el pasado. La historia multisecular de su etnia  y sus logros culturales, parece no interesar hoy mayormente  a sus líderes. Ante esta situación, nos parece que hay aquí una grave responsabilidad histórica de esos líderes cuya ignorancia en estos temas  quedaría  así penosamente en evidencia.       

 Por los antecedentes que hemos recogido, las comunidades están planteando hoy una serie de exigencias partiendo por la restitución inmediata de los cuerpos humanos a su lugar de origen, previo cierto "pago" ritual, de carácter expiatorio, a la Pachamama  o Madre Tierra. Esta exigencia, explicable desde el ángulo de su percepción étnica, hará muy difícil o imposible en el futuro su estudio minucioso de carácter científico. Menos aún, su examen repetido, efectuado  varias veces, a lo largo de varios años usando diferentes  técnicas, cada vez más avanzadas  (18).      

b)  ¿Sería posible excavar e investigar  sin sacar los cuerpos humanos que se hallare?

Respuesta.

Puede suceder que en la excavación respectiva no se tropiece con cuerpos o esqueletos humanos sino solo con objetos, ruinas y/o restos animales. En tal caso,  la comunidad (o su veedor en el campo) no debería objetar el trabajo prolijo del arqueólogo.  Pero si aparecen restos humanos, (que por hipótesis no deberían ser tocados),  el trabajo se tornaría difícil, por no decir imposible, de acuerdo a los cánones de procedimiento en la arqueología científica tradicional.  
No tendría  mucho sentido el estudiar los objetos  que le acompañan, (ofrendas) pero no a su creador, el hombre, salvo cuando éste no aparece en escena (como ha ocurrido en el  caso de algunos  fuertes romanos en el norte de Europa). Si no aparecen restos humanos en la excavación, sería perfectamente posible avanzar en su estudio tomando nota y registro de las construcciones, armas u objetos o elementos  varios  que  se encontrare.  

c)  ¿Será posible estudiar un cementerio antiguo o una tumba recién descubierta?.  

Respuesta:

Ciertamente que no. Solo cabe, en este caso, anotar cuidadosamente en el Cuaderno de Campo, el descubrimiento hecho y sus caracteristicas externas visibles anotando sus coordenadas exactas,  como dato científico que se reserva para el futuro, "para tiempos mejores".

d) ¿Qué deberíamos hacer hoy si tropezamos con un entierro humano al excavar un sitio?.

Respuesta.

Delimitar, marcar y cerrar ese sector, registrando su presencia, como queda dicho, en el Cuaderno de Campo.  No cabe aquí otro proceder. Podría ocurrir que se trate de un entierro humano aislado,  solitario,  pero tambien -como es frecuente-  este hallazgo puede formar parte de un cementerio.

e)  ¿Qué se debería hacer con los cuerpos  momificados que existen en las bóvedas de los museos?. 

Respuesta.

Esta es una de las cuestiones de más difícil y compleja respuesta. Algunos líderes exigen que se les devuelva a la "madre tierra" y se les re-entierre, realizando una ceremonia ritual de "pago" a la Pachamama.  Pero a menudo tal cosa es imposible pues el terreno ha cambiado de uso o se encuentra hoy edificado. ¿Qué hacer?. ¿Enterrarlos en cualquier parte?. No tiene mucho sentido. Pensamos que la única posible alternativa es que se les siga conservando en las bóvedas climatizadas de los museos, pero ahora en condiciones dignas y sin peligro de contagio o lenta destrucción causado por los cambios de temperatura.   

   
Corolario.

En los párrafos anteriores, hemos procurado probar que es del todo  imposible  hacer auténtica arqueología con prescindencia del estudio de los cuerpos antiguos, sus vísceras, su piel o cabellos, su  vestimenta y su valioso ajuar mortuorio. El estudio de la comunidad humana como tal con su corporeidad y toda su riquísima expresión cultural es el objeto principal  de la arqueología como ciencia.  La arqueología estudia todos los aspectos  del quehacer humano  en un determinado lugar  geográfico. Pretender, pues, estudiar "las obras" (es decir, las  expresiones varias de la cultura)  del hombre  sin conocer, estudiar y examinar a su autor, sería ciertamente un mito (19).

Pensamos que la escuela básica en los pueblos atacameños tiene hoy un importantísimo rol formativo que jugar en este tema. A sus profesores, bien pertrechados en historia, geografía y antropología, les tocará enseñar a sus alumnos  a distinguir cuidadosamente entre la verdad y el mito, entre la historia y la leyenda. 
 
"La verdad os hará libres"  nos enseña Jesús en la Biblia (Juan 8, 31-32).  Y la verdad, aunque duela, debe primar en nuestros estudios. Sin acceso meticuloso a  esta "verdad", no hay ciencia posible. 
    


Notas

(1)  El debate y discusión sobre este punto ha sido iniciado (¿o fomentado?) en Chile con ocasión del reciente desmantelamiento del Museo arqueológico levantado en San Pedro de Atacama por el sacerdote jesuita Gustavo le Paige, S.J. a partir del año 1962. En su antiguo Museo (ver Figs. 2 y 3), hoy lamentablemente destruido), le Paige conservaba centenares de cuerpos momificados, esqueletos y cráneos humanos hallados en sus excavaciones arqueológicas  a  través de cuyo estudio y análisis llegó a elaborar sus propias conclusiones científicas. ¿Qué ocurre exactamente hoy en San Pedro con esos numerosos cuerpos momificados? ¿Fueron re-enterrados por la comunidad o  yacen guardados "bajo siete llaves"?.  No lo sabemos.   

(2)   Es sabido que el padre le Paige llegó a reunir en su Museo, para sus estudios, la cantidad de 4.258 cráneos humanos y 346 fardos funerarios (momias). (Según inventario hecho por A. Llagostera y M. A. Costa, 1984, en su obra: "Museo Arqueológico R. P. Gustavo le Paige, San Pedro de Atacama", Departamento de Extensión Cultural del Ministerio de Educación,  Serie Patrimonio Cultural Chileno, Colección Museos Chilenos,  1984: 7).

(3) Opiniones muy semejantes -casi calcadas- hemos escuchado recientemente de labios de delegados indígenas  de los pueblos  Quechua y Coya en distintas instancias políticas en el pais. 

(4)   Para nadie es un misterio el actual distanciamiento y alejamiento de las comunidades atacameñas  de la actividad museográfica en San Pedro de Atacama. Esta situación anómala  ha llevado a detener  o suspender totalmente las investigaciones de campo en dicha zona.  Situación que trae consigo,  por desgracia, la pérdida de oportunidades formativas en el campo de la historia y la antropología para los propios jóvenes atacameños en el "Instituto de Investigaciones Antropológicas" que la Universidad Católica del Norte viene desarrollando en San Pedro desde el año  1984, año de su creación. Hoy ofrece estudios de postgrado en Antropología y Arqueología. Lamentablemente, los que hoy se benefician de esta formación académica, son extraños al lugar; no son los mismos atacameños a los que debió dárseles  desde vel inicio, oportunidad y facilidades especiales.

(5)   Expresiones semejantes hemos escuchado recientemente de labios  de varios líderes indígenas de diversas etnias  o pueblos.

(6)  En su obra: "Informe de un misión científica a América del Sur,  (Bolivia, República Argentina, Chile, Perú)", Paris, Imprimerie  Nationale, 1904).    

(7) Con fecha   15/03/2024  hemos publicado este capítulo en nuestro blog científico: https://eco-antropologia.blogspot.com . El tema es de álgida discusión hoy, y creemos lo seguirá siendo por mucho tiempo.

(8)  Algunos animales, como los chimpancés  (Pan troglodytes), aunque capaces de elaborar algunos aparentes "objetos" o "herramientas" primitivas, como nos lo ha demostrado la bióloga y etóloga inglesa Jane Goodall (1934-   ) en sus notables experiencias en el parque nacional Gombe (Tanzania), no tienen la capacidad de elaborar propiamente cultura, ni menos construir con ella una historia evolutiva, tal como lo ha hecho el hombre (Homo sapiens).   

(9)  El período Calcolítico (del griego χαλκός,  'cobre'; y λίθος,  'piedra') es conocido también como "Período del Cobre", por ser el uso de este metal lo más caracteristico de  su  producción cultural. Representa el comienzo de la "Edad de los Metales" y sigue inmediatamente después del llamado "Período Neolítico"  en el Viejo Mundo.              El período Calcolítico o "Edad del Cobre", se extiende aproximadamente entre los   años  4.000 A.C. y 1.700 A.C.

(10)   Decimos  aquí "completo", por cuanto se ha hallado en los paises escandinavos no pocos cuerpos mutilados por efecto del sistema de extracción de la turba, mediante el empleo de maquinaria. Por ahora, no se ha inventado aún algún sistema o instrumento práctico que permita localizar estos cuerpos antes de su extracción mecánica de la turba,  al modo como operan los detectores de metales, instrumentos tan en boga hoy y de tanto éxito en los hallazgos fortuitos de objetos de metal, máxime de plata y oro.  

(11)    Los hallazgos de cuerpos momificados  en turberas son antiguos en Europa septentrional.  Alfred Dieck en el año 1965 publicó una  valiosa y detallada reseña en su libro sobre este mismo tema titulado:  "Die europäischen Moorleichenfunde  (Hominidenmoorfunde)"  Neumünster, J. Wachholz). ("Los hallazgos europeos de cadáveres en pantanos, (hallazgos de homínidos en pantanos"). Reúne y analiza allí todos los antecedentes disponibles a la fecha.  Reseña varios centenares de casos.

(12)  El hombre de Tollund, hallado casualmente en una turbera en Dinamarca (península de Jutlandia) el 6 de mayo del año 1950, fue ajusticiado (ahorcado) y enterrado en el fango de un antiguo lago con una soga gruesa atada alrededor del cuello. Se estima que se habría tratado aquí de un sacrificio humano: ¿inmolado a las espíritus del pantano?. De edad de unos 30 años, su cuerpo totalmente ennegrecido se recuperó de la turbera conservando sus facciones notablemente intactas. Habría nacido hacia el  año 375 A.C.  (siglo IV A.C.). Se conserva en el museo de Silkeborg  en Dinamarca.  (Cf. Revista Antiquity). Entre otros numerosos y valiosos  estudios de su  cuerpo, se ha podido determinar,  con notable exactitud, todos los ingredientes alimenticios de su última comida,  horas antes de su muerte. 

(13)  Las "turberas" se diferencian de los pantanos en que las primeras se alimentan de aguas lluvias  ocasionales, y no  -como los pantanos- de aguas superficiales que los mantienen siempre húmedos. La turbera se forma en paises fríos, muy lentamente por el desarrollo, crecimiento y ulterior muerte de  especies de musgos del género Sphagnum cuya abundante depositación a lo largo del tiempo,  va acumulando una gruesa capa vegetal inerte que puede llegar a  alcanzar varios metros de espesor. Riquísima en materia orgánica descompuesta, la turba es hoy usada habitualmente en jardinería para la producción de plantas de flor.  Mantiene una fuerte acidez  (Ph 3 a 3.92)  lo que impide y/o frena la rápida descomposición de los cuerpos. Una turba tarda varios miles de años en formarse. Hoy es cortada y explotada en lugares de Inglaterra, Irlanda o Escandinavia mediante el uso de  maquinaria, por lo  cual algunos de los hallazgos humanos han aparecido lamentablemente mutilados. Las turberas son, además,  gigantescos reservorios de carbono en la naturaleza y conforman alrededor del 3% de la superficie del planeta. Hoy se ha comprobado que el calentamiento global está también produciendo un calentamiento paulatino de las turberas  en todo el mundo, a un ritmo de 0,6º C por cada década, proceso por el cual ceden el carbono (CO2) hasta entonces retenido, a la atmósfera, acrecentando así el problema  del calentamiento global.   
   

(14)  Las momias egipcias  sufrieron un elaborado y largo proceso de embalsamamiento a manos de expertos, habiéndoseles extirpado todos  sus  órganos internos (vísceras)  los que fueron depositados -como se sabe-  en vasos especiales de greda hermosamente decorados (llamados vasos canopos) junto al sarcófago. Razón por la cual un estudio biológico fino y detallado de ellos se hace hoy prácticamente imposible. La amplia aplicación del natrón (Na2CO3·10 H2O) al  cuerpo momificado para obtener un secado rápido de los tejidos blandos, ha destruido o descompuesto muy pronto buena parte de las evidencias biológicas, máxime las de carácter microscópico. 

(15)  El prurito de conservar y amontonar momias indígenas para su estudio ulterior no fue ciertamente tan solo una  costumbre del padre Gustavo le Paige. Recuerdo haber visto un espectáculo semejante, en la década del 90, en una primitiva choza o bodega de quincha y barro, muy cerca del pueblito de Huarasiña donde el arqueólogo Lautaro Núñez solía parar en sus viajes de estudio a la quebrada de Tarapacá. Dichos cuerpos momificados procedían de sus propias excavaciones en dicha quebrada. Allí estuvieron guardados por más de 10-12 años. Ignoro cuál sea su actual paradero. En todo caso, allí no estaban "expuestas" al público sino solo "guardadas" en forma provisoria, a falta de mejor repositorio. De modo semejante, apilados en una pequeña bodega en el pueblo de Chiuchíu, los investigadores guardaron por años, en la década del 80-90 cuerpos humanos  y/o esqueletos hallados en sus excavaciones. Este proceder que hoy nos parece anómalo, degradante, y particularmente doloroso para las comunidades actuales, fue proceder muy común en las excavaciones del Norte, hasta la década del 1980. A nadie le llamaba la atención, tampoco (¡que conste!) a los propios pobladores de los pueblos atacameños, acostumbrados a ver cuerpos humanos momificados expuestos,  como me consta. 
En enero del año 1960. estando yo en Chiuchíu estudiando mi bachillerato, solicité a las autoridades del pueblo que me facilitaran algún operario para enterrar los cráneos y las numerosas momias, enteras o mutiladas, que se podía observar entonces tirados por los alrededores y que eran entonces fotografiadas a destajo por visitantes afuerinos.  No fui escuchado.  A nadie le importó el hecho. De esto hace ya casi 65 años (!). 
También -hay que reconocerlo-  los propìos  atacameños han ido cambiando de modo de pensar  al respecto a partir del momento en que  empiezan a  tomar conciencia de que ellos también constituían un pueblo indígena digno de figurar en la nueva Ley Indígena del Presidente Alywin  en el año  1995.  

(16)  Lamentamos no poder incluir aquí otras fotos nuestras de los cuerpos momificados que el Padre le Paige tuvo originalmente  expuestas en el patio interior de su parroquia hasta el año 1963, antes de  la inauguración del primer pabellón (rotonda) de su nuevo museo  arqueológico.


(17)  Las  Áreas de Desarrollo  Indígena (o ADI)  son territorios donde ha vivido y aún vive una población indígena que los utiliza desde antaño sea en labores de ganadería, de agricultura o de minería  tradicional  y donde el  Estado chileno debe focalizar su acción en beneficio directo de las comunidades, conservando su identidad. Están contempladas en la Ley 19.253 de octubre del año 1995 (artículo 26).  . Daría la impresión, sin embargo, que algunos de los líderes atacameños han re-interpretado hoy dichas ADI, a su manera,  como si fueran sus propios "territorios autónomos", donde solo ellos imponen y establecen sus reglas.  Tal proceder, parecería insinuar un peligroso y lamentable sesgo "separatista" (o "autonomista")  dentro del territorio de nuestra nación chilena. Algunas agrupaciones indígenas de la zona mapuche, como la CAM (Coordinadora Arauco-Malleco), así lo han interpretado en la práctica imponiendo, de paso,  con su política de incendio y destrucción  de predios, el terror y la angustia en la zona.

(18)  Los estudios del hombre de Tollund asi como los de Ötzi, el cazador andino del norte de Italia, han sido repetidos varias veces,  aplicando nuevas tecnologías y hallándose cada vez nuevos antecedentes de un alto interés cultural y científico.

(19)  El gran antropólogo norteamericano Melville J. Herskovits (1895-1963) tituló su obra cumbre como: "El hombre y sus obras"  (1952).  Estudiar al hombre solo a través de sus obras y no en si mismo, es como estudiar y describir el trabajo en la fragua sin considerar al herrero, el pastoreo de ovejas sin  referirnos al pastor, o la captura de peces sin describir al pescador, sus instrumentos y habilidades. Porque el hombre es algo inseparable de sus propias producciones (su "cultura") que son como el  reflejo de su propio ser ("segunda naturaleza").   

 Agradecimientos

A la arqueóloga Ana María Barón, arqueóloga de larga experiencia en la zona por sus comentarios a nuestros trabajos.   
A la geógrafa Giselle Araya por sus numerosas observaciones y sugerencias prácticas, fruto de sus trabajos en San Pedro de Atacama.
Al museólogo Branko Marinov Martinic, mi antiguo compañero se labores en Antofagasta, por su valioso aporte bibliográfico especializado en temas de museología. 

domingo, 30 de junio de 2024

Hace cincuenta años nació la revista universitaria de geografía titulada "Norte Grande". Un esfuerzo interdisciplinario al servicio de las regiones del Norte chileno.


Fig. 1.    Portada del primer número de la revista  "Norte Grande", del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, editado en el mes de Marzo, 1974.  El diseño de fondo es un dibujo a pluma del pueblo aimara de Cultane, obra del arquitecto Carlos Contreras  Alvarez (julio 1973). 

La "prehistoria" de nuestra revista.

En marzo del año 1974 un grupo de soñadores se embarcó en una empresa de proporciones insospechadas:  crear una nueva revista universitaria al alero del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile en Santiago de Chile.  ¿Cómo se gestó esta revista?  ¿De quién fue la idea primera?. ¿Qué enfoque se decidió darle por entonces?  ¿Quiénes intervinieron directamente en esta gesta notable?. ¿Cómo se decidió su nombre: "Norte Grande" y por qué  esta denominación?. Y, por último, ¿cuál ha sido su aporte a la  cultura del Norte chileno?.

Los primeros antecedentes.

Son las preguntas que hoy nos proponemos responder, cincuenta  años después, aún a riesgo de que "la memoria nos juegue una mala pasada", pues nosotros mismos estuvimos involucrados directamente  en su enfoque, nacimiento y desarrollo. El largo tiempo transcurrido ha tronchado también la vida -y lamentablemente también el testimonio directo- de varios de sus destacados protagonistas de antaño.

Circunstancias  precursoras.

En el mes de noviembre de 1972, recientemente exonerado de la  Sede de la Universidad del Norte en Iquique por motivos políticos (1), partíamos  a Santiago con mi pequeña familia en busca de  nuevos horizontes. Mi suegro, don Victor Mardorf Becker, nos  acogió con especial cariño en su casa de calle "la Reconquista" 762.  Por sugerencia del iquiqueño Jorge Checura Jeria, mi antiguo compañero de labores en Iquique, fui a conversar con el geógrafo Hugo Bodini Cruz-Carrera, director por entonces del área de geografía en la Universidad Católica a su oficina sita en el "Campus Oriente"  de la Universidad.  Checura, en efecto, había prestado un decidido apoyo táctico durante las primeras investigaciones hechas por el Instituto de Geografía de la U.C. en la Pampa del Tamarugal en los años 1971-1972. Atraídos por la existencia de grandes extensiones visibles de antiguos campos de cultivo abandonados en la Pampa, de época indígena y colonial,  su presencia  planteaba  interesantes enigmas y reflexiones desde un punto de vista geográfico, hidrológico y aún económico. El tema seducía poderosamente tanto a geógrafos humanos como a geógrafos físicos y económicos, por su implicancia en el desarrollo futuro de la zona. Por entonces, se había  dado a conocer, hacía poco tiempo,  un antiguo Plano colonial de la "Pampa de Iluga", dibujado a mediados del siglo XVIII  por el español Antonio O´Brien, Teniente de Gobernador del  Partido de  Tarapacá  con sede en dicho pueblo. Esta extensa área de estudio era, precisamente en ese tiempo el foco principal de examen por parte del "Taller del Norte Grande", formado por Hugo Bodini en el seno del  Instituto de Geografía, para su estudio multidisciplinario

Fig. 2. Copia fiel del Plano confeccionado por don Antonio O´Brien, Teniente de Gobernador del Partido de Tarapacá, con el nombre de "Pampa Yluga" en 1765 y dibujado en el Instituto de Geografía de la Universidad Católica por el dibujante don  Francisco Sánchez  (Reproducción publicada en nuestra revista "Norte Grande", año 1974,  Vol 1, Nº 1: frente pg. 22).

Los trabajos en la denominada por Bodini "Pampa O´Brien".

El área de estos antiguos campos de cultivo en la pampa ya me era bastante familiar, pues estando yo en Iquique  el mismo Checura me había llevado varias veces a recorrerla en la camioneta de la Universidad del Norte (2). Bodini y los integrantes del equipo del taller del Norte Grande, ya habían publicado algunos trabajos sobre el área. Hugo Bodini se interesó por mi curriculum y grado académico, y después de varias consultas me ofreció un medio tiempo como profesor de Antropología en su  Instituto.  Ofrecimiento que acepté en el acto. De inmediato, también, fui invitado a formar parte del "Taller del Norte Grande". No mucho después, llegaría a ser nombrado director del Departamento de Geografía de Chile y del propio "Taller  del Norte Grande".

Nuestro aporte al "Taller del Norte Grande".

Nuestro ingreso al Instituto de Geografía de  la Universidad en marzo del año 1973, en calidad de profesor de antropología e investigador, significó, de hecho, la súbita irrupción del enfoque antropológico y etnohistórico al "Taller del Norte Grande" que con energía dirigía el geógrafo Bodini (3).  Hubo, pues, desde el inicio,  enormes coincidencias entre el planteamiento geográfico teórico-práctico de Bodini y mi interés personal de tipo antropológico y arqueológico en el estudio de dichas antiguas eras de cultivo abandonadas. Entretanto,  Bodini había logrado formar una pequeña biblioteca especializada en el tema, donde por primera vez pude yo tener acceso -entre muchas otras-  a las famosas obras del peruano Guillermo Billinghurst (1851-1915) sobre Tarapacá, sus salitreras y  sus recursos. (4).

Traía yo conmigo a Santiago una muy modesta experiencia editorial, pues en la sede de Iquique habíamos creado, con el apoyo de mis colegas, una pequeña publicación titulada pomposamente por nosotros como "Cuadernos de investigaciones históricas y antropológicas".  Más aún, habíamos audazmente iniciado, con el apoyo universitario, nada menos que un incipiente Instituto de Investigaciones Históricas y Antropológicas (5).

Mis primeras tareas en el Instituto  (1973).

Hugo Bodini nos asignó como ayudante, desde mis inicios en la U. C.  en 1973, a una joven recién titulada de geógrafa en el mismo Instituto: Pilar Cereceda Troncoso. Inquieta, activísima, además de buenamoza y jovial, deseosa de aprender todo lo que podíamos enseñarle. Nombrada "Secretaria de Actas" del flamante taller del Norte Grande, Pilar tomaba notas cuidadosas en su bien cuidada caligrafía y/o taquigrafía, -técnica que ella bien dominaba-, y nos recordaba todas la tareas que se nos había asignado a cada uno de los participantes para la semana. Una de las tareas que yo le confiara -y que ella recuerda hasta el día de hoy muy  bien-  fue copiar trozos seleccionados de textos de mis lecturas,  para ir formando un archivo  temático sobre el Norte Grande de Chile (6). En este período, yo me esforzaba por leer todo lo que encontraba a mano sobre  las regiones de Arica, Tarapacá y Antofagasta desde  el ángulo tanto  económico (explotaciones de plata, salitre o yodo), como geográfico,  histórico y cultural (7). 

Los colaboradores.

En este taller participaban activamente los colegas  Hugo Bodini, (Director del Instituto), geógrafo humano, Luis Velozo Figueroa, geógrafo físico,  Joaquín Sánchez, geólogo,  Reinaldo Rioseco, geógrafo físico, Reinaldo Börgel, geógrafo físico,  Horacio Larrain, arqueólogo y antropólogo cultural, más nuestras diligentes  ayudantes, Pilar y María Angélica. En ocasiones,  también nos acompañaron en calidad de expositores ocasionales, Hans Niemeyer, arqueólogo, Jorge Domeyko, arquitecto, Manuel Dannemann, profesor de literatura y folklorólogo, Luis Brahm Menge, educador y antropólogo social o el entomólogo y zoólogo, Luis Peña Guzmán. Así campeaba claramente el sesgo multidisciplinario que habíamos acordado dar  a la nueva  revista.

El sesgo particular de nuestra revista.

La revista tuvo en efecto y desde sus inicios, un marcado rumbo interdisciplinario, donde la geografía, la historia y la antropología constituían sus sólidos pilares de sustentación. En efecto,  el estudio de la geografía adquiere sentido pleno con la presencia del grupo humano que es el ocupante, utilizador, modificador y el mayor transformador de los paisajes geográficos. Ciertamente, no queríamos estudiar en la región de Tararapacá tan solo los aspectos físicos de una geografía regional -"ciencia descriptiva  de los lugares"-  con prescindencia de las actividades del hombre, sino, por el contrario, la estudiaríamos a sabiendas que es el hombre y su cultura  quien  altera, transforma, modifica (y no pocas veces destruye) los paisajes  naturales. Por eso, ya en el primer número de nuestra revista "Norte Grande", estampábamos en su primera página esta muy significativa nota:  "Revista de estudios integrados referente a comunidades humanas del Norte Grande de Chile en una perspectiva geográfica e histórico-cultural"  (Vol 1, Nº 1: 1). El acento estaba puesto en la comunidad humana y su habitat. Lo "cultural" hacía obvia referencia al enfoque antropológico  y lo "histórico" al rol que desempeña el devenir histórico en los cambios de la comunidad humana y  del paisaje.

Objetivos propuestos por la nueva revista.

En la "Presentación" de la nueva revista, reseñábamos claramente -y audazmente- nuestros ambiciosos  objetivos:

a)  "Recopilar, analizar y difundir materiales de estudio  que sirvan para interpretar y comprender la vida de las  comunidades antiguas y modernas";

b) "Ofrecer a las entidades estatales una base documental seria para proyectos de desarrollo";

c)  Como Taller (del Norte Grande), nuestro propósito central es estudiar, desde un punto de vista interdiciplinario, las condiciones de habitabilidad de la Pampa del Tamarugal y quebradas aledañas;

d) Queremos llegar a entender el rol de esta Pampa: sus asentamientos y sus cultivos,  en la compleja red de interacciones  entre las aldeas de la cordillera,  la depresión intermedia y la franja costera";

e)   "Esta perspectiva, basada en los aportes  de la historia, la geografía y la antropología, quiere cimentar los esfuerzos tendientes a convertir  la provincia Tarapacá en una "región geográfica" capaz de configurar por si misma un modelo propio de desarrollo regional"  (Vol. I, Nº 1, 1974: 5). 

Como se puede observar, nuestros objetivos eran de una audacia inaudita para los escasos medios con que por entonces contábamos.    

El aporte de la revista "Norte Grande" (8).

Una de nuestras primeras preocupaciones fue  conseguir la colaboración de connotados especialistas tanto en el campo de la geografía, como de la historia y la antropología. Hasta hoy, admiramos, en los primeros números de la revista, algunos trabajos de fuste como los de  Wolfgang Weischet en el área de la Geografía  (Nº 3-4), de Gabriel Martínez Soto-Aguilar (Nº 3-4) y/o  Juan van Kessel (Nº 1),  en el rubro etnográfico; el hermoso trabajo del arquitecto Carlos Contreras  sobre la arquitectura de la vivienda aimara en Cultane (Nº 1),  o la presentación como primicia, de un estudio del Plano colonial de O´Brien  de la quebrada de Tarapacá -hasta entonces inédito-, de Horacio Larrain y Ricardo Couyoumdjian, en el ámbito histórico y etnohistórico (Nº  3-4). 

La sección "Documentos". 

Una de las particuliaridades de nuestra revista, en sus primeros números, fue presentar, en una sección especial denominada "Documentos", sendos capítulos de valiosas pero muy poco conocidas descripciones de exploradores o cronistas del pasado, tanto para facilitar al lector el acceso directo a las fuentes como para corroborar con experiencias pasadas,  nuestras propias observaciones  de campo.   

Después de Hugo Bodini asumió en 1976 como directora del Instituto de Geografía de la Universidad Católica la geógrafa física y cartógrafa señorita Ana María Errázuriz Körner, quien apoyó decididamente nuestra revista así como su novedoso enfoque interdisciplinario, dándonos una gran libertad de acción (9).  

Conmemoración del Número 50 de la revista.

El día 2 enero 2012 editábamos en este mismo blog un capítulo  especial con el título de "La revista "Norte Grande conmemora la aparición de su número 50 (1974-2011)" en el que hacíamos igualmente referencia a  la exitosa  trayectoria de esta revista. A este acto conmemorativo realizado el 30 de diciembre del año 2011 en el Campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica de Chile fuimos especialmente invitados con la profesora Pilar Cereceda Troncoso, ocasión en que nos tocó pronunciar unas palabras de saludo y agradecimiento. Invitamos a  nuestros lectores a releer dicho capítulo así como a meditar nuestras palabras de entonces.


Colofón.

Nostálgicos de lo que fuimos capaces de crear con escasos medios, pero con audacia y entusiasmo en el año 1974,  saludamos hoy los 50 años de la revista y sus grandes logros a través del tiempo. Por fortuna, Internet nos permite hoy consultar, con gran facilidad y rapidez, aquellos artículos de antaño con sabor y aroma a tiempos pasados. 

Con el poeta romano Ovidio podríamos hoy exclamar con pleno derecho: "Factum abiit, monumenta manent""El hecho pasa..., pero quedan los monumentos".  (Ovidio, "Fasti", 475).  "El suceso histórico como tal ya es cosa añeja, del pasado, pero  permanecen hasta hoy sus monumentos (obras)". Para nosotros y los miles de lectores de esos trabajos pioneros, muchos de sus primeros artículos han sido  inspiradores y/o  francamente innovadores. 

 

Notas.

(1)  En nuestro blog https://eco-antropologia.blogspot.com del 30 de abril del año 2023, hemos editado un capítulo con el título de "La increíble y apasionante historia del Meteorito caído en la región de Taltal: un capítulo ignorado del Museo Regional de Iquique."  Ahí se hace referencia en detalle a nuestra breve permanencia y actividad en la sede de Iquique de la Universidad del Norte  (marzo 1972-Noviembre 1972). 

(2)  En efecto, en el número 2 del "Boletín Informativo" del Museo de  la Sede de Iquique se reseña nuestro interés por profundizar en el estudio geográfico y arqueológico de dicha área de campos de cultivo antiguos. Anotábamos entonces: "dos son las tareas a que nuestro Instituto se abocará en lo meses que restan del año (agosto, 1972): la investigación arqueológico-histórica en la pampa del Tamarugal que se iniciará con una prospección superficial de los restos culturales mediante una  cuadriculación y cuantificación de elementos" (Agosto 1972: 8). 

Jorge Checura tuvo conocimiento y nos mostró una copia, bastante deficiente, del Plano de O` Brien de 1765, publicada en un periódico de la ciudad de Iquique. Documento que ya fue conocido por don Guillermo Billingshurst y comentado en su obra: "Estudio sobre la geografía de Tarapacá" (1880). Es mérito personal de Checura el haber realizado numerosas prospecciones de sitios, en busca de la huidiza ubicación del topónimo "Yluga" empleado por O`Brien. Checura ubicó antiguos canales, acequias y chacras de riego procedentes de los derrames de agua de las quebradas de Aroma y Tarapacá, en épocas de crecidas. El me condujo un día, a mediados de 1972, y me mostró un conjunto de unos 30-35 montículos claramente artificiales, construidos por los antiguos agricultores procedentes de las quebradas aledañas para protegerse de la inundación. Allí, en su cima, levantaron los antiguos rústicas cabañas de cañaveral cuyas trazas (cimientos) pudimos observar junto a fragmentos cerámicos  inca y  de las culturas de Arica (Pocoma y Gentilar). ¿Habrá sido este preciso lugar el sitio huidizo de la aldea de "Yluga" referida por O´Brien?.  Tal vez.  En nuestro trabajo titulado: "Antecedentes históricos para la reutilización de suelos agrícolas en la Pampa del Tamarugal, Provincia de Tarapacá,  Chile" (en revista  "Norte Grande", Nº 1,   9-22) , analizamos en detalle los aportes de Lautaro Núñez, Hugo Bodini y su grupo de estudios del Taller del Norte Grande de  la U. Católica en esos años (1971-73).  

(3)    Al comparar la producción de trabajos del "Taller del Norte Grande", obra de Hugo Bodini,  Jean Pierre Bergoing o  Luis Velozo, entre los años 1971 y 1973, se palpa de inmediato la  enorme diferencia  con el contenido y enfoque de la  nueva revista "Norte Grande".  La "irrupción" del enfoque  etnohistórico y  antropológico se hace evidente como acompañante obligado  del enfoque geográfico-físico tradicional. 

(4)   Entre las obras de don Guillermo Billingshurst  relativas a Tarapacá que entonces nos sirvieron de referencia obligada, destacan: "Estudio sobre la geografía de Tarapacá (páginas de un libro)". Trabajo escrito para el Ateneo de Iquique, Santiago, Imprenta de "El Progreso", 1880 y "El abastecimiento de agua potable del puerto de Iquique", 1888,  en Trabajos y antecedentes presentados al gobierno de Chile por la Comisión Consultiva del Norte, recopilados por encargo del Ministerio del Interior, (Manuel Salas Lavaquí, recopilador).Imprenta Cervantes, Santiago de Chile.

(5)  Alcanzamos a publicar dos números  de estos  modestísimos "Cuadernos...",  en Julio y Septiembre 1972 respectivamente, con breves artículos nuestros y noticias del Museo.  Igualmente, editamos dos números del "Boletín Informativo" del Centro Universitario de Iquique, cuya finalidad fue mantener informada a la ciudadanía iquiqueña sobre los trabajos, expediciones y adquisiciones de nuestro  pequeño museo. Recuerdo que invitamos al historiador  don Oscar Bermúdez (1904-1983) a formar parte de nuestro equipo. En un primer momento, Bermúdez se entusiasmó con la idea, pero, luego no se atrevió a dar ese paso que significaba para él dejar su casa de Antofagasta y las facilidades que el Centro de Documentación de la Universidad del Norte gratuitamente le ofrecía en Antofagasta. 

(6)   Con frecuencia, -lo recuerdo bien- acudía yo a la biblioteca y mapoteca de la biblioteca nacional de Chile en Santiago, en busca de  información. Aquí tuve la oportunidad de consultar una copia valiosa del  Plano del Tamarugal del sevillano Antonio  O´Brien más otros documentos contemporáneos.

(7)  En aquellos años en que no existía ni Internet ni Google como instrumentos de búsqueda,  cada investigador se hacía sus propios ficheros donde acumulaba los datos que consideraba de posible  interés para investigar en su  campo de  estudio. Tanto Pilar, como María Angélica Apey, también geógrafa, nuestra segunda ayudante, escribieron,  de su puño y letra, centenares de fichas para consulta.  Este fichero nuestro, hoy en el Museo de Historia Natural de Santiago, fue creciendo con el tiempo y llegó a albergar decenas de miles de datos. Fichero que, años más tarde, me sería de utilísima herramienta en la redacción de mis artículos y libros.  La bibliografía anexa a mis primeros trabajos en la revista "Norte Grande", es ilustrativa de  las extensas lecturas nuestras  de aquellos años.

(8)  La revista en sus primeros números, fue editada en  los talleres del Instituto Geográfico Militar y tuvo un enorme éxito entre los investigadores del Norte Grande del país. Y aún hoy día sus artículos son frecuentemente citados por los estudiosos. A partir del número 8  (año 1981), la revista cambió radicalmente de giro, concentrándose en el ámbito de lo estrictamente geográfico y abandonando su enfoque interdisciplinario en el estudio del modo de  habitar humano. Pasó a denominarse, en la época transicional de su director Ricardo Riesco Jaramillo, como "Revista de Geografía Norte Grande". Con ello, se quiso acentuar su carácter puramente geográfico ¿Fue este cambio  algo positivo  para la revista y sus lectores?. ¿Ganó con ello la geografía?. Francamente lo dudamos. Dejemos este tema y su examen abierto al escrutinio de los futuros investigadores.  Tal cambio radical y drástico, coincidió con la salida forzada del Instituto de Geografía, bajo el gobierno militar,  de todos los profesores que no éramos geógrafos a mediados del año 1980. El argumento entonces esgrimido fue el de  "una urgente reducción presupuestaria". Con el nombre de "Revista de Geografía Norte Grande", ha llegado a editar hasta hoy ( junio, 2024),  87 números  y aparece tres veces al año.