jueves, 17 de abril de 2008

La prospección arqueológica con énfasis ecológico

METODOLOGÍA DE PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA SIN EXCAVACIÓN

La siguiente “Metodología de prospección arqueológica” que ofrecemos a nuestros alumnos de la Carrera de Arqueología de la Universidad Bolivariana, Sede Iquique, (Chile) es fruto de una larga experiencia del suscrito en áreas de la costa árida norte-chilena, particularmente en las Regiones  Iª , IIª, IIIª y IVª  de nuestro país Corresponde al antiguo habitat de los así llamados “Changos históricos”. Esta metodología se basa primariamente en un enfoque ecológico-cultural, coordenada que, agregada a las ya tradicionales transmitidas por el arqueólogo australiano Gordon V. Childe, de modo especial enfatizamos y recomendamos en este Blog.

1. FUNDAMENTACIÓN.


Una prospección arqueológica seria debe propender a:

a) Detectar todos los yacimientos y sitios presentes en el área de estudio; cualquiera sea su tamaño y característica;
b) Señalar su relación a sitios habitacionales o de actividad de trabajo actual, o del pasado reciente (período sub-actual);
c) Indicar posibles amenazas futuras para el sitio, o inminencia de destrucción, alteración o intervención por terceros;
d) Presentar toda la información posible acerca del sitio, tal como es detectable en análisis de superficie, sin excavación alguna (llenar “Ficha de Campo”);
e) Explayarse sobre los recursos botánicos (flora local), faunísticos (fauna local observada) y ambientales observables;
f) Exigir el máximo de acuciosidad en el análisis. Partir del supuesto de que la información que aquí se recaude podría ser, en un futuro, toda la información existente sobre el citado sitio, en el caso hipotético de intervención súbita o destrucción parcial o total;
g) Utilizar una pauta de prospección (ficha de campo) lo más completa posible, para no dejar escapar aspectos de importancia para el futuro; de especial relevancia son las referencias biogeográficas geomorfológicas y topográficas;
h) Servirse de ayudantes ya probados, con experiencia arqueológica previa, no de simples peones;
i) Recoger (si fuese necesario) las muestras o elementos culturales mediante técnicas adecuadas para su registro (GPS), resguardo, conservación y ulterior estudio de gabinete;
j) Avisar e informar a aquellas instituciones o personas (Museos e investigadores) que practican trabajos arqueológicos en la zona o tienen tuición sobre la misma, acerca de la prospección realizada metodología y sus resultados concretos.
k) Revisar y examinar con antelación relatos históricos pertinentes a la región, en especial referencias de cronistas o viajeros. Tomar nota de actividades reseñadas, costumbres descritas y actividades económicas observadas .
l) Contar con el tiempo necesario para realizar un trabajo completo y acucioso. Muchos EIA exigen- por razones de costo económico- máxima celeridad, lo que repercute, indudablemente, en los resultados finales. No pocas veces, la insistencia de los evaluadores científicos por contar con mayor tiempo ha traído como recompensa el hallazgo de muchos sitios nuevos, no detectables en una prospección precipitada. Hay muchos ejemplos al respecto.
m) Hacer, como producto final, una cartografía de la zona prospectada, indicando con precisión los sitios, según su tipología, con sus coordenadas exactas, de modo que cualquier investigador pueda volver a visitar los sitios, confirmando o modificando las hipótesis previas.

2. ASPECTOS QUE SE DEBE CONSIDERAR EN UNA PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA DE SUPERFICIE.


1. Una buena prospección arqueológica de superficie debe ser capaz de detectar el tipo de elementos culturales dejados por las actividades de grupo culturales del pasado y la relativa importancia o significación valórica del yacimiento. Para ello se requiere conocimientos no solo de la metodología científica de excavación, y de la tipología más frecuente de artefactos (lítica, cerámica, hueso), sino también de los recursos que puede ofrecer el medio ambiente local y regional, de suerte que estos últimos contribuyan a justificar y/o explicar la presencia misma del yacimiento o asentamiento.
2. Lo que supone, igualmente, conocimiento de los elementos ambientales básicos que pueden constituir recursos para los grupos culturales del pasado (agua, flora, fauna, tipos de rocas, formas geomorfológicas del paisaje, etc.). La constatación de la presencia y/o concentración de áreas de recursos, vecinos al mar, suele aportar datos sobre la posible localización de asentamientos costeros.
3. Se ha de distinguir con cuidado los elementos culturales históricos de los propiamente arqueológicos. Lo que significa que se debe tener conocimiento de los posibles habitantes y actividades económicas allí realizadas durante el pasado reciente y de su instrumental o utillaje (Colonia, República). Esto involucra, necesariamente, el conocimiento acerca de la historia del lugar y del tipo de arquitectura y tecnología empleadas.
4. No pocos sitios históricos se superponen sobre sitios arqueológicos. Dándose así con alguna frecuencia una continuidad de ocupación del sitio en el tiempo, por parte de diversas culturas, indígenas, españolas o chilenas. Se observará con especial cuidado los rasgos y artefactos que delaten tal continuidad
5. Se procurará tomar contacto con personas que pudieron haber colectado información y/o elementos culturales del sitio, con anterioridad a nuestra visita, y que posean colecciones de objetos de la zona.
6. Se examinará Colecciones arqueológicas costeras existentes en Museos de la zona. las hay, concretamente, en las ciudades de Arica, Iquique, Antofagasta, Copiapó, Caldera y La Serena, entre otros lugares.
7. Se entrevistará a pobladores: pescadores o mariscadores que viven o frecuentan el lugar, pues a menudo éstos recogen o colectan elementos arqueológicos tales como puntas de flecha u otros objetos, de hermosa factura, para venderlos en los pueblos vecinos. Estas personas, en el caso de poder ser entrevistadas, pueden ofrecer muy valiosa información sobre lugares antiguamente ricos en tales elementos culturales y hoy día ya intervenidos, empobrecidos o saqueados.
7. Se tomará referencias fotográficas y descriptivas del área de estudio. Siempre hay que partir del supuesto de que la nuestra podría ser la última visita al sitio.
8. Además de la fotografía, tomada desde diversos ángulos y a distintas horas del día, se hará una descripción detallada tanto en el Diario de Campo como en una grabadora, de todas la actividades realizadas in situ. El esmerado detalle con que se registra en el Diario de Campo del arqueólogo toda clase de indicaciones sobre el sitio, hace posible, muchas veces, suplir deficiencias constatadas a posteriori en la descripción o registro del sitio (o en el caso de la pérdida de elementos culturales).
9. Se contará con la cartografía del Instituto Geográfico Militar existente sobre el área, a diversas escalas (1:250.000; 1:100.000; 1:50.000). Ver si se cuenta con cartografía 1: 10.000 para determinados sitios. Igualmente dispondremos de las fotos aéreas del área, en dos vuelos realizados con intervalos significativos del tiempo (constatación de la evolución del paisaje local). La cartografía respectiva será revisada cuidadosamente antes del viaje.
10. Con anterioridad al viaje de prospección, se hará un estudio visual de detalle del área a prospectar mediante el análisis de las imágenes de la zona obtenidas del Google Earth. Este “viaje imaginario previo” es de enorme utilidad para visualizar el tipo de paisaje con el que nos vamos a encontrar, aún antes de visitar el sitio. Aquí nos podemos plantear, antes de la visita, una serie de preguntas que la visita a terreno deberá responder. Estas hipótesis previas pueden ser muy útiles a la hora de comprender o interpretar la presencia de determinados yacimientos o asentamientos.


3. ELEMENTOS DE TRABAJO CON QUE SE DEBE CONTAR PARA UNA PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA:

a) Cartografía a diversas escalas, del Instituto Geográfico Militar;
b) Fotos aéreas del área;
c) Máquinas fotográficas digitales; filmadora;
d) Brújula;
e) GPS;
f) Escalas métricas para la fotografía de sitios;
g) Grabadoras;
h) Huincha de medir; reglas.
i) Estacas; Cuerdas.
j) Bolsas plásticas del tipo de cierre hermético (ziplock) y otras; etiquetas autoadhesivas; carteles; pizarra; tiza; plumones varios, etc.;
k) Carta"Munsell" de Colores (Munsell Soil Color Chart).

4. OTRAS OBSERVACIONES.

a)  No se realizará, durante la prospección, ninguna clase de excavación arqueológica propiamente tal, por tratarse de una mera inspección previa o survey; lo que no impide, en casos muy determinados, y ante la total incertidumbre de una verificación visual, ejecutar pequeños pozos de sondeo (20 cm x 20 cm), para verificar y/o constatar la profundidad del posible yacimiento (en el caso de los conchales, por ejemplo);
b)  No se contratará por ningún motivo a gente del lugar como ayudantes de terreno, por el peligro inherente a una posible inserción futura de los mismos en actividades clandestinas (huaqueos), como ha ocurrido con frecuencia entre nosotros;
c)  Tampoco se ha de permitir la visita de extraños al lugar, por la misma razón. Por lo que se aconseja cercar el recinto a excavar, impidiendo el acceso de curiosos. Muy diferente es el caso en una comunidad indígena, cuando ésta se manifiesta interesada en conocer sus orígenes para proteger sus manifestaciones.
d)  No se dejará, al término de la prospección, huella alguna de nuestra presencia en el lugar. Por ello, en caso de tener que acampar por un período de tiempo, se elegirá un punto situado a una cierta distancia del sitio o yacimiento y, en lo posible, lejos de sitios habitados, para evitar interferencias.


3. EXPERIENCIA PREVIA DEL AUTOR (Ver Curriculum Vitae).


1963-1965. Estudio de yacimientos arqueológicos costeros en la costa Norte de Antofagasta. Resultado:
1) H. Larrain “Contribución al estudio de una tipología de la cerámica encontrada en conchales de la costa de Antofagasta”, Anales de la Universidad del Norte, Número 5, 1966: 85-128.
2) H. Larrain “Las Culturas Arqueológicas en Chile: Ensayo de una zonificación ecológico-cultural”, Tesis para optar al Título de Arqueólogo, ENAH, INAH, México, Edición mecanoescrita, 435 pp. Mapas, Figuras, 1970.
1971-1972: Participación en excavaciones arqueológicas con investigadores de la Universidad de Chile, Arica (Equipo de Percy Dauelsberg, Guillermo Focacci y otros). Resultados:
1) H. Larrain y A. Llagostera, “Objetos de oro en dos tumbas del valle de Azapa (Arica) y su contexto”, Revista de la Universidad del Norte, Vol. III, Nº 1, Octubre 1969, Antofagasta.

1981-1984: Estudio de yacimientos costeros en la costa de la IV Región (Area de Temblador-Totoralillo). Resultados:
1) H. Larrain B., “Variables hídricas y geomorfológicas que condicionan el asentamiento humano en la zona litoral del Cordón Sarcos, IV Región de Chile”, Revista CODECI, Santiago, Nº 2, Enero-Marzo 1982, 3-35.
2) H. Larrain B., “Las nieblas costeras en la IV Región, su comportamiento y perspectivas de utilización” (con R. Aravena, P. Cereceda, C. Espinoza y O. Susuki), Primer Encuentro Científico del Medio Ambiente, La Serena, 1-5 de Agosto de 1983.
3) H. Larrain B., Proyecto “Camanchaca y Asentamientos Humanos en el litoral árido del Norte Chico” (con P. Cereceda y N. Carvajal), Junio 1981, Instituto de Geografía , Pontificia Universidad Católica de Chile;

D) ESTUDIOS DE IMPACTO AMBIENTAL (2003-2005).

1) H. Larrain B., Octubre 2003. “Efectos previsibles de carácter irreversible de la posible instalación de un tranque de relaves de la Cía. Minera “Pelambres”, en un sector del Fundo “El Mauro”, Comuna de los Vilos, IV Región (33 págs con fotos).
2) H. Larrain B., Mario Rivera y Alberto Díaz, Julio 2004. “Análisis del informe sobre Recursos Arqueológicos presentado por la Consultora “Arcadis Geotécnica”, como parte del estudio de impacto ambiental (EIA) exigido por la Ley a causa de la construcción de un terminal nuevo en el Puerto de Patillos, Sur de Iquique”. (6 pp.).
3) H. Larrain B. y alumnos de Arqueología, Universidad Bolivariana, Sede Iquique, Octubre-Noviembre 2004. “Prospección Arqueológica en el área de la desembocadura del río Loa”, Trabajo solicitado por Ministerio de Bienes Nacionales. Documento presentado a la Oficina de Bienes Nacionales, Santiago, para la preservación del entorno como área preferencial por su biodiversidad y su riqueza histórico-arqueológica (32 sitios detectados, con sus fotos correspondientes), (40 pp.).

E) TRABAJOS RELATIVOS A ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS. ZONA COSTERA SUR DE IQUIQUE. ÁREA DE OASIS DE NIEBLA. (1997-2007).

1) H. Larrain, P. Cereceda, R. Pinto, P. Lázaro, P. Osses, and R.S. Schemenauer, “Archaeological Observations at a Coastal Fog-Site in Alto Patache, South of Iquique, Northern Chile”, Proceedings of the 2nd International Conference on Fog and Fog Collection, Saint John´s Canada, 15-20 July, 2001, 289-292.
2) H. Larrain, A. Ugarte, R. Pinto, P. Cereceda, P. Lázaro, P. Osses, and R.S. Schemenauer, “Three Years of Zoological Records at a Fog-Site at Alto Patache, South of Iquique (Chile), during “El Niño” and “La Niña”, (l997-2001, Proceedings of the 2nd International Conference on Fog and Fog Collection, Saint John´s, Canada, July 15-20, 20001: 297-300.
3) R. Pinto, H. Larrain, P. Cereceda, P. Lázaro, P. Osses and R .S. Schemenauer, “Monitoring Fog-Vegetation Communities at a Fog-Site in Alto Patache, South of Iquique, Northern Chile, during “El Niño” and “La Niña “ Events 1997-2000”, Proceeding of the 2nd International Conference on Fog and Fog Collection, Saint Joh´ns , Canada, July 15-20, 20001, 293-296.

4) H. Larrain, F. Velásquez, P. Lázaro, P. Cereceda, P.0sses, L. Pérez, 2004): “Interpretación geográfica y arqueológica de los artefactos culturales hallados en el yacimiento de Bajo Patache-2. (BP-2), Sur de Iquique”, Revista POLIS, Universidad Bolivariana, Sede Santiago, Vol. 3, Nº 7, 361-394, (www.revistapolis.cl). (*)
5) H. Larrain, M. Aguilar, L. Pérez, P. Cereceda, P. Osses, M. Farías: 2004, “Geographical and Archaeological Interpretation of cultural Artifacts found at a Fog-Site in Alto Patache, South of Iquique”. Paper presented to the Third Conference on Fog , Fog Collection and Dew and Dew, Cape Town, South Africa, October 2004 , Proceedings,, October 2004, page C-2 (4 pages, Map, Table and Figures). (*)
6) . Cereceda, R. Pinto, H. Larrain, P. Osses and M. Farías. “ Botanical and Geographical Description of Three Coastal Ecosystems lying South of Iquique (Chile), Proceedings of the Third International Conference on Fog, Fog Collection and Dew, Cape Town, South Africa, October 2004. (*)
7) H. Larrain, B. González, F. Velásquez, E. Sagredo, P. Lázaro, P. Cereceda, P. Osses, L. Pérez & M. Navarro: “Archaeological and geographical evidence of guanaco (Lama guanicoe Müller 1776) hunting at the fog-site of Alto Patache, South of Iquique”, Paper presented to the Second Southern Deserts Conference. CIHDE, Universidad de Tarapacá, Arica, 10-14 October 2005.
8) H. Larrain, E. Sagredo, L. Pérez, B. A. González, P. Lázaro, P. Cereceda, F. Velásquez, P. Osses, M. Navarro, “New Evidence of human habitation and hunting activity at the fog-oasis of Alto Patache, South of Iquique” Paper sent to Atmospheric Research, Australia, December 2005 (to appear during 2007).

(Títulos extractados del Curriculum Vitae del Dr. Horacio Larrain B.).

miércoles, 16 de abril de 2008

Eco-antropología: nuestro enfoque

Eco-antropología: un concepto enriquecedor.

Somos conscientes de que el término eco-antropología ha sido ya usado mucho antes que nosotros. Uno de los que tal vez más ha profundizado en este concepto es el etnólogo y etnógrafo italiano Vittorio Lanternari. Su última obra, publicada en idioma italiano en Bari (Italia) en el año 2003, se titula así: Ecoantropologia. Dall´a ingerenza ecologica alla svolta etico-culturale" (Ecoantropología. De la incumbencia ecológica al enfoque ético-cultural). Este investigador, conocido por sus obras anteriores (La grande Festa [1959], Occidente e Terzo Mondo [ 1972], Medicina, Magia, religione, valori [1994-1998] y Antropologia religiosa [ 1997] ha volcado toda su experiencia de campo entre tribus indígenas en Africa y sus experiencias con los movimientos religiosos (místicos y carismáticos) en Italia, para intentar una síntesis de corte ético-filosófico y ecológico-religioso, rescatando los valores insertos en la culturas más diversas en su actitud frente la Naturaleza. Enfoca y desenmascara valientemente las diversas formas de "neo-colonialismo" actual, propio de las grandes empresas industriales de Occidente frente a los pueblos subdesarrollados, al tratar de imponerles su modelo de desarrollo basado en una inicua sobreexplotación de sus recursos naturales y ocasionando con ello la pérdida de su identidad cultural. Acerca de Lanternari y sus obras, y el mensaje que ellas nos dejan, nos referiremos en párrafo aparte en este Blog.

Nuestro concepto de eco-antropología pretende ser bastante más modesto, y quiere referirse a la práctica hodierna (modus operandi) de antropólogos y arqueólogos en sus investigaciones de campo, tal como lo podemos percibir en nuestra patria. No intenta, pues, poner por obra una gran síntesis de ecología, ética, historia, misticismo, religión y culturas humanas, tarea ciertamente titánica que dejamos en manos de otros pensadores.

Pero, mucho más aún, nuestro enfoque difiere y se contrapone radicalmente al usado en algunos lugares turísticos , como México (ver en Google). Allí se hace referencia a una "eco-arqueología" como cierta forma maquillada de efectuar “turismo arqueológico”, es decir, a la visita de lugares arqueológicos conocidos (v.gr. Teotihuacán) con un cierto conocimiento previo del respectivo medioambiente (geografía y paisajes). Nuestro enfoque pretende, en cambio, ir a la raíz semántica más profunda del concepto, pero en la forma concreta en que hoy es empleada entre nosotros, por los antropólogos y arqueólogos de campo.

Una eco-antropología, para nosotros, es, ante todo, una forma de hacer antropología ( es decir, estudio de una cultura humana) en la que el “oikos” (habitat) es previamente conocido y estudiado a través de sus rasgos geográficos propios: clima, geoformas, hidroformas, bioformas, elementos cuya sumatoria permite entender mejor el producto cultural final, allí creado con el correr del tiempo. No se trata en modo alguno de que el “ambiente” determine las características de la cultura en su totalidad –como lo afirmaron ciertos deterministas ambientales- , pero sí que la explique hasta donde sea posible. Y este “límite”, dependerá de nuestra capacidad de percibir el ambiente, tal cual es (o tal cual fue) en el momento en que el grupo humano construye (o un día construyó) cultura en ese lugar. Y esta capacidad, dependerá, a su vez, de nuestra destreza para interpretar correctamente su capacidad de impacto sobre el hombre.

Un acabado conocimiento previo del clima, la geomorfología, biogeografía, biología y topografía es, pues, imprescindible para poder comprender a fondo las variadas expresiones“culturales” propias del respectivo grupo humano. Si la comprensión (y reconstrucción) integral de la “cultura” humana es la esencia misma de toda antropología (como nos enseñó Gordon Childe), esta “cultura” resulta casi incomprensible si se la aísla del sustrato geográfico-ecológico que le da sustento. Un “turismo arqueológico”, en el sentido aplicado hoy en México, puede acceder, tal vez, a una cierta comprensión periférica o tangencial de las civilizaciones en un paisaje como el maya o el tolteca. Pero poco aporta al conocimiento profundo del porqué, del cuándo y del cómo de dichos procesos civilizatorios. Un turismo arqueológico, por más refinado que éste sea, no es ni puede ser eco-arqueología. A lo más, pasa a ser un mero barniz de este concepto. Consideramos que hay aquí una equívoco conceptual que debe ser corregido.

Debemos, en consecuencia, devolver al concepto lo que le es privativo y propio, en razón de su raíz etimológica. Y esta etimología busca su campo de acción en las variadas formas en que la geografía y la biología, a través de sus variadas sub-disciplinas, han contribuido a formar e interpretar el “oikos” original, es decir ese determinado “paisaje", ahora finalmente "humanizado” por el actuar del grupo humano. En otras palabras, pensamos que el antropólogo social y el arqueólogo deben estudiar hoy mucho más climatología, geografía, biología y ecología que antaño, si quieren realmente llegar a identificar correctamente los parámetros conductuales de un grupo humano y el significado pleno de cada una de sus expresiones culturales concretas. De lo contrario, nunca se llegará a entender en profundidad las relaciones íntimas, simbióticas, entre cultura humana y ambiente natural. Excavar extensivamente o realizar infinitas entrevistas, no conduce necesariamente a una mejor comprensión de la cultura humana.

Y por fin, una observación que creemos muy pertinente. Hoy día, por desgracia, se tiende a rotular como “eco”, a gran cantidad de cosas, muchas veces sin serlo para nada en su realidad más íntima. Y este prurito de denominar "eco" a cualquier cosa (v.gr. una "bebida ecológica" o un "vino ecológico") constituye simplemente una monstruosidad conceptual. Por eso aquí, pretendemos rescatar la etimología profunda del concepto, atándolo férreamente a su matriz antropológica y cultural más íntima.

Arqueología excavatoria y antropología de la entrevista.

Una eco-antropología o una eco-arqueología tal como la concebimos nosotros, tratará de encontrar, además, el máximo de respuestas conductuales humanas, con el mínimo de destrucción o “manoseo” de la evidencia hallada in situ. Así como el arqueólogo excavador por el solo hecho de excavar, destruye para siempre el sustrato cultural que “rescata” ( es decir, el sitio), modificando inexorablemente el contexto, así también el antropólogo que entrevista a mansalva al poblador sobre cualquier actividad determinada que ejercite (agricultura, pesca, marisqueo, caza, rito), está sin querer orientando o “alertando” en un sentido o en otro, la mentalidad del entrevistado, sesgándola según sea el carácter de la pregunta e induciendo fácilmente a error al encuestador.

Las comunidades tanto indígenas como rurales y sus pobladores se ven frecuentemente “encuestados”, - me atrevería a decir "acosados"-, para distintos fines, por toda clase de personajes, muchas veces con las mismas preguntas. No pocas veces son estudiantes de Antropología los que, para cumplir con “tareas” obligatorias de curso, deben realizar entrevistas. A nuestro entender, muchísimas preguntas se podrían y deberían evitar, o plantear de modo diferente, con un exacto conocimiento previo del ambiente natural y sus recursos, o de las formas de efectuar determinadas faenas económicas, o de los tiempos y espacios propios para ejecutar cada faena. A mayor cantidad de preguntas, mayor posibilidad de sesgo en las respuestas obtenidas.

Tenemos la dolorosa impresión de que la “observación participante”, tantas veces pregonada por los primeros antropólogos de campo como esencial y primordial en una investigación, ha ido sufriendo un paulatino abandono y ha sido prácticamente reemplazada por entrevistas relámpago, estructuradas o semi-estructuradas, a las que son tan adictos los sociólogos. La razón aparente radica en la enorme inversión de tiempo que exige una auténtica “observación participante”, hecha al estilo de los antropólogos de antaño. Sin embargo, los miembros de las comunidades suelen molestarse con las repetidas entrevistas, máxime si son hechas por inexpertos, porque rara vez se logra conocer a fondo y con antelación su verdadera finalidad, y el entrevistado pronto intuye el tipo de respuestas que se busca, aportándose así respuestas erradas o francamente sesgadas. Como si fuera poco, rara vez los antropólogos dejan guardados para uso de la comunidad científica sus apuntes o diarios de campo, o el fajo de sus entrevistas originales, para permitir futuros chequeos o controles de las conclusiones obtenidas. O si éstas existen, son difíciles de interpretar. Y esto equivale a exigir al lector tener fe en el antropólogo y su metodología, lo que nos parece francamente anticientífico.

Esta son algunas de las formas de “manoseo” antropológico que creemos se debe reducir al máximo o evitar lo más posible. Estimamos que hay "uso y abuso" de estos procedimientos, que podrían ser reducidos a un mínimum. En una excavación, máxime si es de de salvamento, ocurren varias formas veladas de “manoseo”. En primer lugar, porque generalmente se dispone de escaso tiempo y hay que proceder con rapidez. Con lo que la metodología para obtener la evidencia, queda viciada ab initio. En segundo lugar, porque la evidencia desaparece de inmediato, y, desgraciadamente, para siempre. Y cualquier descuido metodológico, no tiene ya remedio alguno. En estos casos, además, tampoco se suele dejar amplios sectores en calidad de “testigos”, destinados a estudios futuros, más cuidados. Se arrasa con todo. Tercero, porque en general la forma de depositación y guarda de esa “evidencia” en Museos o Bodegas, deja mucho que desear y muchas veces ésta ni siquiera depende del arqueólogo excavador, sino de terceros (museólogos). La responsabilidad queda así diluida. Podríamos traer a colación casos dolorosos ocurridos, en su tiempo, en el Museo de San Pedro de Atacama, donde ciertos hechos punibles quedaron definitivamente ocultos o archivados, tras la muerte del director, el jesuíta Gustavo Le Paige S.J., en 1980.

En resumen, dadas las numerosas dudas que estos sistemas de recolección de la evidencia suscitan en la práctica cuotodiana, nuestra recomendación es evitar tanto la excavación como la práctica sistemática de la entrevista, hasta donde sea posible, salvo en casos especiales en que sea la propia comunidad la que la demande, para obtener un mayor acercamiento a la solución de algún problema concreto. Cada vez con mayor frecuencia, por otra parte, las comunidades oponen resistencia a la excavación de los sitios de cementerios en su jurisdicción, por tratarse de sus ancestros, a los que con todo derecho, reverencian y veneran. ¡Qué ocurriría si se percataran de la forma cómo estos restos son tratados en las bodegas o cajas donde quedan depositados!. Bien conocemos lo que ocurre con las bodegas de muchos Museos en nuestro país, donde los elementos culturales han quedado a merced de la humedad, los insectos o los ratones por decenios, perdiéndose mucha evidencia para siempre. ¡Solo recordemos lo ocurrido con la famosa Colección Nielsen en Iquique y su triste destino!.

Estimamos, en consecuencia, que debería realizarse una revisión antropológica profunda y un análisis crítico serio sobre estos temas polémicos, que lindan ya claramente con el campo de la ética y atañen, a menudo, a un elemental respeto a la identidad cultural indígena y a sus expresiones culturales más íntimas.