jueves, 28 de abril de 2011

Heinrich Froehlich: un intrépido y desconocido pionero agricola en la Pampa del Tamarugal.

Foto 1. Placa commemorativa instalada al ingreso del predio agrícola de Canchones, en la Pampa del Tamarugal, donde trabajara Enrique Froehlich por cerca de 20 años, a partir de los años 1941-42. Fue financiada por su hija Eleonor Froehlich quien asistió a su descubrimiento junto a autoridades de la Universidad Arturo Prat el año 2002. El discurso de rigor estuvo a cargo del ingeniero agrónomo Italo Lanino Rozas. El texto de la Placa recuerda a las nuevas generaciones de alumnos las exitosas actividades agrícolas realizadas por Froehlich en esa zona desértica, a partir de los años 1927-28 en aquellos difíciles años de las décadas del 20 y del 30 del pasado siglo, exactamente en la época de la gran crisis del año 1929.

Foto 2. Lugar actual de emplazamiento de la placa recordatoria, a la entrada del predio agrícola de Canchones, actualmente administrado por la Universidad Arturo Prat de Iquique. Aquí desarrollan sus prácticas agricolas los alumnos de la Carrera de "Agricultura del Desierto" de la misma Universidad.

Foto 3. Heinrich Gustav Froehlich Ludwig de unos 30 años de edad, hacia el año 1932-1933. Para entonces, el predio de "Los Puquios", bajo su supervisión directa, ha conocido una frenética actividad impulsada por este notable técnico agrícola alemán, nacido en Eisenach el 21 de octubre de 1902 y llegado a Chile en el año 1922. El predio de "Canchones" aparecerá en escena pocos años más tarde, al parecer en los años 1941-42. Foto 4. La familia completa, con su esposa e hija, junto a su casa construida por ellos mismos en el predio de "Los Puquios", situado exactamente al frente del predio agrícola de Canchones. La esposa, Martha Bohm Müller, era originaria de Küstrin/Golzow (Prusia) y llega desde Alemania a acompañar a su flamante esposo el 14 de Mayo de 1934. Ella tenía por entonces 33 años de edad. En la fotografía, la única hija nacida del matrimonio, Eleonor, tiene al parecer unos cinco años de edad. La foto correspondería, por tanto, aproximadamente a los años 1941-42, época de los inicios de la Estación Agrícola Experimental de la CORFO, institución que muy pronto contratará a Froehlich como su Administrador y Técnico agrícola.
Foto 5. La familia Froehlich Bohm en el predio de Canchones. Se observa a los frutales en pleno desarrollo (perales?). La hija, Eleonor, tiene aquí unos 15 años por lo que deducimos que esta fotografía correspondería aproximadamente al año 1951. De ser así, sería la fecha exacta en que el físico chileno-alemán Gerardo Melcher les visita en su expedición al Norte, acompañando al zoólogo Dr. Guillermo Mann, tal como lo relata con sabrosos detalles y simpáticas anécdotas en su obra: El Norte de Chile su gente, desiertos y volcanes (Editorial Universitaria, Santiago, 2004, páginas 78-80).

¿Escuchó Ud. el nombre de Heinrich (Enrique) Froehlich?.


El nombre del ciudadano alemán Heinrich Froehlich seguramente no le resulta a Ud. para nada familiar. Casi nadie lo conoce, ni siquiera en esta región nortina de Tarapacá, salvo unos poquísimos iquiqueños que aún recuerdan, abismados, su noble gesta en el desierto. Lamentablemente, su nombre y su hazaña no ha quedado registrada en los manuales de Historia Económica, Agricultura o Geografía del Desierto de Atacama. Le fue concedida, sin embargo, la Condecoración al Mérito Bernardo O´Higgins en 1939 por sus notables logros agrícolas en la Pampa del Tamarugal. La labor desarrollada por Froehlich durante más de 35 años en el antiguo predio de "Los Puquios" , en el sector de Canchones, no sólo es digna de admirar y destacar. Es digna de ser imitada aún hoy. Porque aún hoy el desierto tiene muchos secretos que enseñar. Sacar del casi total anonimato a este notable pionero de la agricultura en el desierto de Atacama, destacar su increíble y tesonera labor y hacer conocer y admirar su obra por las generaciones jóvenes de la Región, es el objeto de este segmento de nuestro Blog y de otros más que lo seguirán próximamente.

Un viajero lo encuentra, agazapado entre las arenas del desierto, cerca de la Huayca.

Para comenzar nuestra historia, vamos a introducir una cita de alguien que tuvo la fortuna de conocerlo, visitarlo y tratarlo de cerca en su casa, en medio del Tamarugal, en el verano del año 1951, en el sector de "Los Puquios". Quien lo retrata es Gerardo Melcher, un fisico chileno de origen alemán. Melcher viajaba acompañando una expedición al Norte emprendida por el conocido zoólogo Guillermo Mann, del Instituto de Zoología de la Universidad de Chile. En su obra: El Norte de Chile su gente, desierto y volcanes, publicada por la Editorial Universitaria en el año 2004, Melcher reseña sus recuerdos del encuentro con Froehlich y su familia, en el año 1951, ya totalmente asentados en el Tamarugal.

He aquí el relato:

"Pasamos por Pozo Almonte [viniendo de la quebrada de Camarones] y seguimos a Canchones hasta una granja agrícola bien instalada por un señor Fröhlich, un personaje muy emprendedor que anteriormente habia trabajado en Iquique en negocios de importación. En áreas considerables de su terreno salobre, aplicó una antigua tradición indígena, haciendo remover la costra salina de unos veinte centímetros de espesor, despejando así canchones para cultivos. Agua para riego, ligeramente salobre, la bombeaba desde varios metros de profundidad. A lo largo de todo el año cosechaba zapallos, melones, pepinos, verduras de hoja y plantas de forraje. Además, una viña daba grandes uvas azules. Con ella elaboraba un mosto muy especial, el vino Canchones, muy apreciado por conocedores. La granja comprendía, ademas, canchones experimentales fomentados oficialmente por la Corfo [Corporacion de Fomento de la Producción]. Muros y casas aquí se construyen de sal. Los bloques removidos de los canchones se trabajan con hacha dándoles forma de ladrillos.. No se precisa mortero alguno, basta echar agua al muro de "ladrillos salinos" y quedan soldados con cristales de sal. Con esta técnica Froehlich construyó una atractiva casa en estilo español, con arcos y galerías, revocadas con sal interiormente y por fuera. Sólo el techo estaba formado por maderos de tamarugos dispuestos horizontalmente y trenzados con fibras tupidas para obtener buena sombra, una techumbre suficiente, ya que aquí no hay precipitaciones". (Melcher, 2004: 78 - 79).

La obra titánica de Froehlich y Mueffeler en Canchones y Los Puquios.

¿Quién era este personaje que llega a sepultarse solo en la Pampa del Tamarugal bastante antes de 1930, donde establece después una familia y lleva una vida casi de ermitaño, dedicado afanosamente a hacer producir el desierto? ¿Qué lo indujo a asentarse en este lugar tan árido y tan yermo? Y, finalmente, ¿por qué su figura y su estampa es digna de admiración para las generaciones actuales de agricultores de la Pampa?. ¿¿Qué herencia nos deja a los chilenos de hoy, los que pasamos a diario por estos inhóspitos parajes rumbo a Pica y sus baños termales?

¿Qué pensaron de él sus coetáneos?.

Escuchemos ahora el relato, bastante anterior (1938?), de un importante político de la época, Arturo Olavarría Bravo Ministro de Agricultura del Presidente Aguirre Cerda , quien en su obra: Chile entre dos Alessandri, editada en 1962 por Editorial Nascimento, señala textualmente:

"La Pampa del Tamarugal.

"Durante mi visita al norte con el objetivo de estudiar en el terreno todo lo relacionado con la producción de guano de covaderas aproveché la oportunidad para conocer de cerca la Pampa del Tamarugal, aquella inmensa planicie estéril que sólo habìa visto antes a la distancia.
Atravesando la pampa en dirección a Pica, en donde visité los hermosos huertos frutales de que vive esa población, me encontré con dos oasis cuya vista me pareció al principio que eran fenómenos de espejismo, porque no podía dar crédito a un espectáculo tan maravilloso como eran esos dos vergeles enclavados en medio del árido desierto.
El primero de ellos era Canchones con su inverosímil viña del mismo nombre, rodeada por álamos chilenos. Sus propietarios dos alemanes, los señores Froehlich y Peter Mueffeler me contaron que a la raíz de la guerra europea de 1914, se encontraron impedidos de continuar con los empleos que desempeñaban en Iquique y, entonces, sin tener otro rumbo que seguir, resolvieron subir a la pampa con el objeto de acometer la aventurada empresa que desde hacía algún tiempo habían concebido. Luego de trazar los entornos del futuro viñedo y de captar el agua subterránea pra su regadío, comenzaron la increìble tarea de arrancar, por sì solos, la costra salitrosa del suelo, la que pacientemente fueron llevando, a medida que avanzaba, en carretilla de mano hasta los límites del terreno, en donde de este modo fue convirtiéndose en muros vecinales. Terminada esta titánica tarea, plantaron las vides que habían encargado al sur del país y esperaron los resultados de su audacia, de su constancia, sus sacrificios y su fe. Obtuvieron un brillante resultado.

La cosecha de uva fue convertida en vino, en un exquisito vino generoso que luego después empezó a venderse con gran aceptación en Santiago y las principales ciudades del país. Huelga decir que a mi regreso a la capital, obtuve que el gobierno condecorara con la Orden al Mérito "Bernardo O´Higgins" a esos dos esforzados extranjeros que, junto con realizar tamaña empresa, habían dado un ejemplo que era toda una lección objetiva para los chilenos".(Olavarria Bravo, 1962).

Dificil imaginar el tremendo esfuerzo desplegado por el joven técnico agrícola alemán en tierra extraña.

No nos consta la fecha exacta de la visita de Olavarría Bravo al sector de Canchones. Debió ser probablemente hacia 1938 ó 1939, cuando era Ministro de Agricultura y de Fomento en el gobierno del Presidente don Pedro Aguirre Cerda. Por entonces, Froehlich está dedicado cien por ciento a hacer producir ese desierto árido y ha formado allí una corta familia. Para los que conocemos bien el lugar por haberlo visitado en repetidas ocasiones, hoy eso ya casi no nos sorprende. Pero podemos sin gran trabajo imaginar lo que eran esas superficies infinitas de costrales salinos, poblados por uno que otro algarrobo o tamarugo, tal como todavía hoy pueden observarse en sus alrededores. Un paisaje desolado, rugoso, de costras y mogotes salinos, restos de un antiquísimo lago pleistocénico desecado, cuyas sales y arenas salinas habían quedado en superficie mostrando un paisaje casi de tipo lunar.

Restos blanquacinos de un antiguo salar.

Hace unos 15.000 ó 20,000 años atrás esta zona era parte de un extenso paisaje lagunar y constituía las riberas de un inmenso lago que el geólogo alemán Juan Brüggen bautizara como "Lago Soledad". Canchones y la Huayca están asentados hoy directamento sobre estas antiguas formaciones lagunares, ahora yermas y resecas. La salinidad de esos costrones que pululan hasta hoy en dicha zona entre dispersos algarrobos y tamarugos, ha sido fruto de la evaporación de sales arrastradas por las lluvias torrenciales del período pluvial hacia la pampa desde las alturas de la cordillera. Poco a poco, con el correr de los milenios, el clima se ha ido secando más y más y es cada vez menos el agua que alcanza hasta el Tamarugal desde sus vecinas quebradas. Hacia 1963, personalmente pudimos ver aún pozos activos en casas de la Huayca desde donde se podía obtener el agua fresca apenas a unos 50 cm. de profundidad, o aún menos. Hoy allí mismo hay que cavar muchos metros para alcanzarla.

¿De dónde les surge la idea a estos dos alemanes de realizar cultivos varios en la pampa?

Según el relato de Arturo Olavarría Bravo, recogido de labios de los dos pioneros hacia 1938, a poco de llegar a Iquique el año 1922, el joven Froehlich, que acaba de cumplir 20 años, viene huyendo de las dificultades y penurias de la postguerra de 1914, conoce a otro alemán, casi de su misma edad, Peter Mueffeler Lehnen, originario de Hamburgo, ya radicado en Iquique y que trabajaba en una importadora de vehículos. Se hacen amigos y ambos visitan el interior de la provincia, llegando hasta Pica. Por entonces, Pica aún ostentaba y cosechaba sus conocidos viñedos, muy apreciados desde la época de la Colonia. La "pisa de la uva" en los lagares de Pica y Matilla fue realizada con fiestas especiales hasta el año 1929, fecha en que por razones que no profundizaremos aquí, cesan repentinamente las plantaciones de vides, éstas son arrancadas y se inicia en el oasis un cambio total de rumbo, con la plantación masiva de cítricos y mangos. Por estos mismos años (1928-1929), Froehlich inicia el camino exactamente inverso: planta en "Los Puquios" sus primeras vides experimentales.

¿Por qué instalarse en plena pampa del Tamarugal?

Sospechamos, pues, que tanto la observación de los florecientes viñedos existentes a la fecha en Pica, Matilla y el valle de Quisma, por entonces intensamente cultivado, como la experiencia de los centenares de "canchoneros" que en la zona de La Huayca y Los Puquios cultivaban en sus "chacras sin riego", verduras, hortalizas, melones y sandías, inducen a los dos entusiastas jóvenes alemanes a asociarse para comprar un predio y experimentar. Es lo que anhela hacer el joven Froehlich. Peter Mueffeler, que ya dispone de una buena situación económica, financia su compra. Este predio será llamado "Los Puquios". Hasta hoy es posible observar en él los viejos "canchones" del todo abandonados por el descenso significativo de las napas freáticas. Pero hacia 1925, fecha en que imaginamos a la dupla de alemanes buscando un lugar apto para realizar sus experiencias agricolas, el área estaba todavía llena de "canchones" y "canchoneros" que venían utilizando este viejo método de producción agrícola sin necesidad de regadío, sólo por ascenso capilar, desde mediados del siglo XIX, por lo menos.

Nuestra gratitud a Eleonor Froehlich.

El presente relato y los que esperamos le sigan, no habrían sido posibles sin el aporte insustituible de valiosos materiales documentales y fotográficos por parte de nuestra buena amiga Eleonor Froehlich, hija única del intrépido pionero alemán creador del predio agrícola de "Canchones" y su afamada viña. De esta gesta, llena de matices únicos y sorprendentes, plena de iniciativas a cuál más valerosa y audaz, iremos aprendiendo en sucesivos capítulos de nuestro Blog. Nuestra particular gratitud, pues, a Eleonor por haber puesto a nuestra disposición, con tanta generosidad y desprendimiento, este valioso material que ahora ve la luz por vez primera.

Una "historia" verídica para aprender de ella, no sólo para admirarla de lejos.

En las próximas semanas, si Dios quiere, iremos haciendo otras entregas, capítulo tras capítulo sobre este notable pionero de la agricultura en plena Pampa. El material que hemos recopilado es enorme. Para nosotros, es imperioso que esta gesta tan ignorada hoy sea conocida, valorada y, sobre todo, imitada por otros. Se ha señalado que la historia es "magistra vitae", es decir, "maestra de la vida". De esta historia singular, en consecuencia, de sus éxitos y fracasos, debemos ávidamenter aprender, porque es mucho lo que nos puede enseñar aún hoy. Los beneficiarios serán los jóvenes científicos y agrónomos que estén dispuestos "a dejar sus huesos" en esta noble tarea de hacer producir esta tierra, tal como lo hicieron ya los indígenas, hace siglos y milenios atrás, aprovechando las avenidas eventuales de las quebradas tarapaqueñas. Tal como lo hizo Froehlich quien muriera empuñando el azadón en las jóvenes huertas de "La Chimba", en Antofagasta.


Una sugerencia que nos parece afortunada.

Es nuestra más profunda conviccción que Heinrich Froehlich merece mucho más que la pequeña placa recordatoria (Vea foto 1, arriba) obsequiada por su hija, que por su escaso realce muy pocos advierten al pasar por allí. Nos atrevemos a sugerir que el predio mismo de Canchones, regentado hoy por el Departamento de Agricultura del Desierto de la Universidad Arturo Prat, debería llevar hoy dignamente su nombre: "Estación Experimental Agrícola Heinrich Froehlich Ludwig". El lo eligió, él lo trabajó, descostró, y plantó con sus propias manos, palmo a palmo, metro a metro. Si bien, como veremos en capítulos siguientes, Peter Mueffeler, su socio en la empresa, le prestó siempre su generoso apoyo económico, quien realmente merece ser destacado como el gran artífice, fue ciertamente Froehlich. Así lo reconocieron todos sus coetáneos. Sin él y su constante empuje arrollador, nada existiría hoy día en esos lugares: serían tan sólo hectáreas inertes del desierto, cubiertos de costrones salinos y de arenas calcinadas, tal como lo podemos ver aún hoy a escasos metros fuera de sus linderos actuales teñidos de verde.

Froehlich, el "hombre verde".

Heinrich Froehlich, el "hombre verde", como lo llamó con indiscutido gracejo el gran poeta nortino Andrés Sabella, ha resuscitado allí mismo en el reciente mes de Abril (año 2011), cuando estudiantes de la carrera de Agronomía de la Universidad Arturo Prat efectuaron, exactamente en ese mismo sitio de Canchones, la séptima vendimia de las podas de las mismísimas parras plantadas por Froehlich a partir de Enero del año 1929. Gracias a la asidua dedicación de ingenieros agrónomos del predio actual, en el año 2007 se obtuvieron los primeros 200 litros de vino tinto y blanco. Tuvieron que transcurrir muchas decenas de fatigosos años para que el milagro se diera nuevamente. Y la "Froehliche Weinberg", como la llamara Heinrich en 1929 con evidente orgullo familiar en sus documentos privados, revive nuevamente hoy lozana y vigorosa, al amparo vigilante de los ingenieros agrónomos de la Universidad Arturo Prat, señores Marcelo Lanino y su esposa Ingrid Poblete, agrónoma como él. La reciente vendimia de este año 2011 arrojó ya la suma de 600 litros de un excelente mosto. Todo hace augurar un nuevo éxito a una empresa iniciada en "Los Puquios", junto a Canchones, con increíble tesón y notable visión de futuro, hace exactamente 82 años ( 1929).


(revisada el 19/05 /2011)




jueves, 21 de abril de 2011

Destrucción de paisajes geográficos: un crimen de lesa patria

La destrucción del paisaje geográfico: un crimen no confesado.


El video que sigue, ha sido elaborado por el Portal Minero (www.portalminero.cl) División de CODELCO Norte para mostrar el desarrollo de sus futuras ampliaciones mineras hasta el año 2024. Mientras la Compañía se ufana en el presente video de sus futuros trabajos, mostrándolos como el non plus ultra de la tecnología extractiva, nosotros, los eco-antropólogos inquietos nos preguntamos si se ha tomado en cuenta ciertas "externalidades", esto es los costos no contabilizados por la Empresa en relación a la contaminación consiguiente, la destrucción y la desaparición de paisajes, la proliferación del ruido y el incremento del polvo, flagelos que la ciudad de Calama ya casi no puede soportar por su magnitud y su omnipresencia. Los calameños hoy día lloran la pèrdida de la quietud, el silencio, la paz que otrora fuera lo normal en la zona. Se dirá que "es el precio ineludible del progreso". En las líneas que siguen, analizaremos en mayor profundidad este tema, la falacia de su argumentos, y la ignorancia referente a la valía de otros modos de vida, más congruentes con el goce y disfrute de la Naturaleza.


El tema actualmente debatido (y combatido) con respecto a la previsible instalación de dos nuevas centrales termoeléctricas al sur de Iquique, en el área costera de Patache, ha provocado, también en toda nuestra región nortina mucha conmoción, indignación y en muchos, frustración.

Conmoción, porque la tranquilidad idílica de estas playas y balnearios ha sido repentinamente sometida a discusión y cuestionamiento;

indignación, porque vemos a diario la propaganda inusitada, vehemente, casi exasperante de las empresas para "lavar el cerebro" de los iquiqueños, no sólo a través de la TV y la prensa local, sino aún a través de llamados telefónicos.

Frustración, porque existe la fundada sospecha de que este "paquete energético a carbón" ya ha sido aceptado y decidido por el gobierno y que sólo será cuestión de tiempo su puesta en práctica. Salvo que ocurra un "milagro tipo Barrancones", y/o la ciudadanía iquiqueña - siempre díscola y refractaria frente a las pretensiones de la lejana Capital- se oponga con amplio margen en un Plebiscito limpio y concluyente, como acaba de aprobarse por el municipio iquiqueño.

Una competencia desleal.

Mientras las Empresas Termoeléctricas dominan con sus desplegados y tapizan los medios de prensa, con el brillo de una espléndida oferta de "energía para el desarrollo" a los opositores, o sea, a la inmensa masa ciudadana consciente del mal inminente, sólo le quedan escasos espacios disponibles para expresar su disconformidad, su molestia o su indignación. Aún las manifestaciones callejeras donde líderes regionales lucen airosa y valientemente sus lienzos anti-termoeléctricas, son miradas con recelo y/o con profunda sospecha por las autoridades y carabineros. Por fortuna, aún no han podido éstos intervenir la Web en Internet y sus fuentes de información libre, como en China. Aún nos queda este valioso recurso, esta amplia ventana de libertad auténtica, a la que no vamos a renunciar fácilmente.

¿Son costos ineludibles del "desarrollo"?.

Se nos ha tratado de convencer por todos los medios de que el desarrollo tiene sus "costos inescapables", "imposibles de evitar" . Que los "malos olores", que el "material particulado", que las "cenizas", que la "mortandad" de algunas especies marinas o terrestres es algo propio e inherente al desarrollo. O mejor dicho, se nos ha tratado de convencer de que hay que pagar un costo "por el advenimiento del divino desarrollo". ¿"Qué prefiere Ud. - se nos predica - un gran televisor de plasma o el mejor Notebook del mercado, mediante una pequeña alza en la temperatura media del planeta o en el nivel de los océanos, o la carencia de por vida de estos implementos?. ¿No es mejor tener cinco televisores en casa, uno por cada miembro de la familia, que tener poca y escasa energía eléctrica, o lo que es peor, recortes periódicos de energía?. Con estos argumentos aptos para niños, se nos quiere engatuzar hoy. Estas son las herramientas engañosas, pseudo-científicas, pseudo-sociales, que utilizan para cazar incautos.


El "talón de Aquiles" de nuestra civilización actual: la búsqueda desenfrenada del confort.

A este nuestro débil "talón de Aquiles", tan propio de nuestra Civilización Occidental decadente,- la apetencia desenfrenada por el consumismo y el confort- dirigen su dardos los publicistas y pregoneros (¿o más bien los agoreros?) de esta energía rápida y abundante: la producida por el petcoke o carbón bituminoso, de bajísimo costo y enorme oferta actual. Hasta se nos insinúa cínicamente, por parte de sus pregoneros, que la energía podría llegar a bajar de costo.... O también, que, a cambio de su aceptación gozosa, las nuevas empresas Termoeléctricas están dispuestas a hacer "obras sociales" en las caletas vecinas a la Planta como nos lo insinuara sin quererlo, hace poco, en conversación no grabada, un gerente.

La "compra del silencio".

Con este hábil subterfugio que huele muy feamente a "soborno", se quiere "comprar "el silencio de las comunidades vecinas, las caletas de pescadores artesanales de Cáñamo, Caramucho, Chanavayita; o Los Verdes, Río Seco o Chanavaya. Ya están en esa sucia campaña de "ganar adeptos y simpatizantes" entre las comunidades costeras, produciendo -dicho sea de paso- numerosas odiosidades y divisiones internas entre facciones de la propia comunidad. Sobre esta nueva estrategia comunicacional, nada muy decorosa desde el punto de vista social-comunitario nos pronunciaremos, Dios mediante, algún día.

La famosa Ley Tomkins, que nos ha sido legada del regimen anterior promete, por otra parte, beneficiar a los Municipios interesados en instalar en su contorno este tipo de energía, con importantes ingresos que serían entregados por las Empresas termoeléctricas, en calidad de "subsidio", constituye otro astuto y vergonzoso ardid para socavar la voluntad ciudadana claramente expresada en las urnas. Es una forma sutil de "soborno"; ni más ni menos. Por que , ¿qué otra cosa pueden anhelar más los Municipios que disponer de pingües ingresos frescos, de gran magnitud, para sus proyectos?.

El tema candente: la falta total de respeto a la "tierra".

El mundo indígena en nuestro Norte Grande de raíz quecha-aymara-pukina-kunsa, reconoce un particular amor y afección a su pachamama o madre tierra. Es parte integral de su cosmovisión. La tierra, al igual que la fauna, flora y seres humanos, es algo vivo; y palpitante por eso es mama (madre). Para la cosmovisión aymara, Sallqa (la tierra poblada de seres vivos no humanos), Haq´e, (la comunidad humana) y Wak´a (las deidades) se encuentran indisolublemente unidos en una interacción e ntercomunicación constante. El hombre es parte integrante de ese todo. El daño de cualquiera de estas entidades repercute en las otras en forma instantánea. Para el indígena creyente (aymara, quechua, colla o lickan antai) , eso trae como consecuencia inmediata el enorme cuidado y respeto por su tierra, sus vertientes, sus puquios;, sus lugares fuertes; por su flora, por su ganado y por su fauna natural. Esta es la "reciprocidad andina" con el entorno natural. "Do ut des" (yo doy para que me des en retorno). Hacemos ritos especiales a pachamama o madre tierra para que nos devuelva favores en lluvia, en multiplico de pasto, de ganado, de leña o medicina para el hogar.

El "pago" a la tierra (pachamama).

Por esta razón, cualquier actividad humana que signifique modificación, alteración o cambio del estado natural de la tierra, incluso el roturar la tierra o construir una vivienda, exige previamente pedir permiso, y demanda realizar en comunidad un "pago" a la Tierra o pachamama. Esto lo denominan "paguar", es decir realizar el rito correspondiente del "pedir permiso" mediante un sacrificio, tal como lo exige la "costumbre" desde tiempos inmemoriales . Este aspecto ha sido particularmente analizado en esta zona de Tarapacá por el sacerdote católico y sociólogo Juan Van Kessel. ( "La Tecnología simbólica en la producción agropecuaria andina", en Manos sabias para criar la vida: Tecnología Andina, Simposio del 49º Congreso Internacional de Amerixanitas,, Quito, 1957: 35-57).
La Tierra no da así nomás".
"La Tierra no da así nomás: los ritos agrícolas en la religión de los aymara cristianos", reza el título de un notable libro escrito por Hans van den Berg y publicado por CEDLA, (Latin American Studies, 51, Amsterdam, 1989). Como la Tierra para el indígena americano es un ser realmente vivo, que reacciona, se commueve y/o se resiente, es preciso agradecerle, o apaciguarla, según el caso, lo que se logra mediante un "pago", esto es, la práctica fiel de un rito particular, el que está sabiamente consagrado por la "costumbre".

Extractivismo minero y sensibilidad ecológica indígena.

Por este motivo, es parte esencial de su creencia más íntima que la tierra, su pachamama, no puede ser tratada en forma irreverente, soberbia o despreocupada. No puede ser destruida, maltratada, desfigurada, arrasada. Mucho menos puede ser manchada, contaminada para siempre. Siendo esto así, para el mundo indígena el cotejo de este su modo de sentir y de vivir a diario con la tierra viva, con el actual tratamiento brutal a la misma que da el actual extractivismo minero, practicado a rajo abierto, propio de la gran minería que observamos en Chile, es algo no sólo chocante, hiriente y doloroso, sino más aún, realmente repulsivo e indignante.

El cuidado de la Tierra en el Cristianismo.

Esta manifestación explícita de "respeto a la tierra", tan propio de la cosmovisión andina, (y propia, en general, de todas las tribus americanas) si la consideramos en profundidad, encuentra un interesante correlato en el mundo cristiano donde la tierra es mirada como el lugar propio de la actividad (trabajo) y santificación (reconocimiento del Creador) de todo ser humano. En el Libro del Génesis, el Dios creador no sólo ordena a Adán, el hombre recién creado, a "domeñar" (o dominar) la tierra (Gen 1, 28), sino, simultáneamente también a "cuidarla" (Gen. 2,15). Ver Mifsud, 1987: El Respeto por la vida humana Bioética, Ediciones Paulinas, CIDE, Santiago 1987 y su comentario en pp. 295- 305; véase también en este nuestro propio Blog el capítulo escrito el 11 de Enero 2009, dedicado al tema: "El Cristianismo, ¿es el responsable directo de la crisis ecológica?. Respuesta a la acusación de Lynn White y otros autores". Pero si este concepto de "respeto a la tierra" existe en el seno del Cristianismo, se debe reconocer que es mucho más fuerte e intenso en el mundo indígena americano y también chileno. Lo hemos percibido muy nítidamente en nuestros recorridos recientes por el Salar del Huasco y la quebrada de Alca, acompañando a aymaras que allí han vivido o continúan viviendo, al compás cansino de sus llamas y corderos.

El "costo geográfico-territorial" nunca evaluado en el actuar tanto de Mineras como de Termoeléctricas.

A este tema ya nos hemos referido de paso el día 9 de julio del 2009. en un capítulo anterior de nuestro Blog denominado: ¿Qué daños provocan las termoeléctricas a carbón?. ¿Son éstos tan graves?".

Pero volvamos ahora nuevamente, con renovados argumentos, al tema casi inadvertido por los economistas e ingenieros, del "respeto a la tierra". Al realizar un examen fino de las consecuencias inmediatas de la instalación de Termoeléctricas, hemos observado con sorpresa que algunas de sus graves consecuencias (efectos colaterales inescapables) no suelen ser advertidas ni muchos menos examinadas en profundidad por la comunidad; Tampoco por los investigadores (sociólogos, antropólogos, biólogos, climatólogos, ecólogos, físicos, pedólogos). Mucho menos por los ingenieros y contratistas quienes suelen no tener "ojos" ni "oídos" para estas realidades, tan sutiles. Tampoco, a lo que nos parece, por muchos de los arquitectos. Los únicos que parecerían presentirlo, son los arquitectos paisajistas, es decir, aquellos que han aprendido a valorar el paisaje terrestre como un bien patrimonial que debemos transmitir a las generaciones futuras. Es decir, este "costo geográfico-territorial", aunque real y dramático, ha pasado hasta ahora prácticamente inadvertido, sobre todo a los economistas, sociólogos o biólogos. Los que sí lo sienten y aquilatan bien, son los geógrafos humanos.

¿Qué entendemos nosotros por "costo territorial" o costo geográfico"?.

Nos referimos aquí al costo que involucra el daño inferido para siempre a un determinado territorio, parte de la herencia nacional. . Este "costo" real, no lo hemos visto jamás contemplado entre las "externalidades" calculadas o previstas por el economista o el calculista. ¿En qué consiste éste?. En que trae consigo -como efecto inmediato- la destrucción definitiva e irreparable (ad aeternum) de un determinado segmento o porción de la geografía patria,  causado directamente por los procedimientos aplicados por Empresas insertas en un determinado espacio geográfico. Extrañamente, nadie parece haberse percatado de este "efecto" que nos parece crucial al momento de evaluar los costos reales de una operación o las consecuencias de procedimientos usados hoy comúnmente tanto en la gran Minería como en las instalaciones y faenas propias de las Termoeléctricas. En muchas de otras factorías o Empresas se puede hallar un efecto semejante, pero jamás en este volumen y superficie


¿Qué son las "externalidades"? ¿Qué representan en un determinado Proyecto?.

El lenguaje de los economistas e ingenieros comerciales habla de las "externalidades" a un determinado Proyecto. Son efectos previsibles de determinados proyectos, que significan costos adicionales a la puesta en marcha de la obra misma. Distinguen ellos varios tipos de "externalidades", la mayor parte referidas a efectos negativos, muy difíciles o imposibles de contabilizar o apreciar en términos de dinero. ¿Cuánto vale la belleza perdida en un paisaje boscoso, intervenido súbitamente por la extracción de carbón a tajo abierto? (Isla Riesco)?. ¿Cuánto valen la enfermedades y muertes producidas entre miembros de una comunidad humana por efectos del Plomo, Vanadio, Cesio, Mercurio, Rubidio o Selenio, metales pesados emanados de determinadas faenas mineras (o energéticas (Ciudad de Arica, Antofagasta)?. ¿Cuánto vale la pérdida de un lugar turístico (Bahía de Quinteros)?.

¿Cuánto valen en términos ecónomicos?.

¿Cuánto valdría la desaparición o muerte de un ecosistema endémico de altísima variabilidad biótica específica (como, v. gr. el Lago Chungará)?. ¿Cuánto vale la pérdida de un lugar de belleza prístina, intocada por el hombre (Patagonia sur chilena)?. ¿Cuánto vale la desaparición definitiva de una o de varias especies animales?. ¿Cuánto, la pérdida definitiva de la paz y tranquilidad de una comunidad por la instalación de un aeropuerto próximo?. ¿Cuánto, la destrucción de un ecosistema costero de 50 km. por el derrame de petróleo de un barco?. ¿En cuánto se podría evaluar las pérdidas totales por el desastre producido por la plataforma petrolera del Golfo de México, ocurrido exactamente hace un año?.

No existe medida de cálculo.

¿Alguien podría o se atrevería a calcularlo?. ¿Cuánto podría valer la destrucción definitiva de un pradera de líquenes de 600, ó 1.000, ó 10.000 hás. de superficie?. ¿Cuánto, la pérdida de una incomparable vista al mar de centenares de casas habitadas, producida por la instalación de una seguidilla de edificios de altas torres que interceptan hoy la vista del océano (Iquique)? ¿En cuánto podemos evaluar la pérdida de valor o depreciación de los terrenos adyacentes a un nuevo y gigantesco vertedero de desechos de una ciudad (Santiago)? . ¿Cuánto vale (o costaría reponer) el aire puro de la ciudad de Santiago, tras la incesante e imparable contaminación atmosférica constatable en la actualidad?. ¿Alguien pretende saberlo, realmente?.

No hay respuesta convincente de los economistas.
Todas estas preguntas quedan sin una respuesta clara, coherente y mucho menos convincente. En realidad, la verdadera respuesta es "no se sabe". Nadie lo sabe con exactitud. Por la muy simple razón de que nadie sabe exactamente lo que vale de por sí cada uno de esos "valores humanos" (salud, felicidad, identidad, paz, sosiego, gozo) o "valores bióticos" (ecosistema marino, ecosistema lacustre, ecosistema terrestre, atmósfera inmaculada, etc.), "valores sociales" (sana convivencia, familiaridad, ausencia de conflictos y peligros), o "valores ambientales" (aire puro, aguas puras, tierra no contaminada, energía limpia).

Estas "externalidades" pueden ser el seguro más perfecto para la auténtica sustentabilidad del futuro.

Y, sin embargo, estas "externalidades" del economista (palabra que al lego suena fuerte a cosa secundaria o de segundo orden) son, pueden ser y seguramente serán de un inmenso valor en sí para el futuro sustentable de la humanidad. Este "valor" a lo mejor recién lo vamos a vislumbrar y aquilatar dentro de 200 años ó 500, ó 1.000 años. Un ejemplo: ¿quién daba importancia hace algunos decenios a esos extraños seres que pueblan los "estromatolitos", o las "soilscrusts" o "costras de suelo", elementos vivos (bacterias etc.) que tanto se valora hoy en ciertos suelos del desierto?. ¿Quién daba alguna importancia a los hongos, antes del descubrimiento de la Penicilina por el químico inglés Alexander Fleming en el año 1929?. Podríamos aportar decenas de ejemplos semejantes acerca del valor inherente a elementos (no pocas veces intangibles) que la ciencia o la casualidad ha dado a conocer para el futuro sustento, disfrute, sanidad mental y psicológica, medicina o panacea de la humanidad del futuro.

Concretemos más.

Tratemos de definir y conceptualizar con más precisión estas llamadas, a nuestro juicio, erróneamente, "externalidades" a un determinado Proyecto, que, si se consideraran todas en su justo peso (como debería ser en principio, por cuanto son efectos "reales") podrían elevar un Proyecto a costos infinitamente superiores a los previstos para la obra misma. Cuando nos referimos a posibles efectos negativos o nocivos, es decir a "costos por daño inherente " de una determinada Termoeléctrica, casi siempre los economistas suelen apuntar a los "costos ecológicos" (daños previsibles al ecosistema sea terrestre, sea marino), los "costos ambientales" (contribución al efecto invernadero, calentamiento global, daño al aire que respiran los seres vivos), los "costos a la salud" (efectos de la absorción, por cualquier vìa, de elementos tóxicos en el cuerpo humano), los "costos sociales", (efectos producidos en la estructura o relaciones de la comunidad humana, como el desplazamiento, pérdida de trabajo, pauperización o migración humana), y más raramente, a los "costos psicológicos" (desadaptación, perturbaciones cerebrales, conducta errática, etc.).

El "costo geográfico" o "costo territorial" y su alcance. ¿Quién lo toma en cuenta?

Este costo, en cierto sentido, es el mayor de todos y es, justamente el que nunca hasta ahora se ha considerado en plenitud. Porque éste involucra la "pérdida o desaparición de territorio". La destrucción definitiva de segmentos de esta nuestra tierra patria. Cuando hablamos de pérdida de territorio, queremos señalar que dicho segmento patrio ha quedado inutilizado para siempre. Pérdida para siempre porque ese paisaje o esas franjas de tierra son, en la práctica, irrecuperables.

La voz de la ética y de la moral social.

Nos preguntamos si en estricta ética social, existe algún derecho a destruir la propia morada del hombre ad aeternum, esto es, para siempre. Si yo soy propietario de un terreno, ¿tengo yo por el sólo hecho de ser propietario, todas las atribuciones para destruirlo y dejarlo infértil, contaminado o envenenado para siempre?. ¿Puedo hacerlo, éticamente hablando?. Por ejemplo, ¿puedo sin ser castigado o amonestado por la autoridad, derramar incesante e impúdicamente allí toneladas de ácido sulfúrico o nítrico hasta dejarlo yermo, estéril o contaminado para siempre?. Nos preguntamos: ¿el derecho de propiedad llega a este extremo absurdo?. Obviamente, no. No lo creemos, ciertamente. ¿Dónde queda, entonces, la tan mentada "moral social empresarial" si no contempla igualmente este costo para la Nación entera?.

Pues, bien, eso eso, casi exactamente, lo que estamos presenciando hoy en extensos y dilatados terrenos del Estado de Chile, facilitados a Empresas transnacionales o, peor aún, nacionales (como ENDESA) y colmados por "cenizas" tóxicas de Termoeléctricas o en enormes vertederos de residuos semilíquidos o aguas tóxicas, de poderosas Mineras, sobre todo del cobre.

Sobre este espinudo tema nos explayaremos próximamente, con acopio de fotografias acusadoras de lo que está ocurriendo hoy en nuestro territorio patrio, a la vista y paciencia de todos.

Redactado en la Pascua de Resurreción del año 2011 (24 de Abril) como meditación personal. Trabajo aún inconcluso, revisado el 05/05/2011. Faltan fotos acusadoras que incluiremos pronto).

viernes, 15 de abril de 2011

"Arkeokomix" en Iquique: una nueva manera de hacer gustar la arqueología a los niños.

Un cómic nortino de raíz arqueológica.

Hace ya bastantes años, en 1975, apareció en las prensas de la Editorial Gabriela Mistral, como parte de la revista "Expedición a Chile", un pequeño "Manual de Campo" nuestro, una especie de Field Guide destinado prioritariamente a los niños y jóvenes. Se titulaba: "Qué hace el arqueólogo". En pequeño formato e ilustrado con muchas fotografías a color, intentábamos entonces encender el entusiasmo de la juventud por esta ciencia: la Arqueología. ¿Quién habría dicho entonces que, transcurridos más de 35 años, discípulos nuestros de la Universidad Bolivariana iban a emprender una labor semejante, sirviéndose esta vez del diseño y del dibujo a color y utilizando la historieta como espléndido trasfondo? Nos resulta hoy muy gratificante ver los frutos maduros de una vida dedicada a la docencia universitaria y constatar cómo los discípulos ya superan ampliamente al antiguo maestro en el dominio de novísimas técnicas para la difusión del conocimiento y para la entrega gozosa de la enseñanza.

Un cómic aplicado a la arqueología de Tarapacá.

Hemos decidido estampar aquí y comentar este novedoso cómic, hecho recientemente en Iquique, por jóvenes autores nortinos, porque constituye un ejemplo muy revelador de nuevas tendencias en la enseñanza de la Antropología y la Arqueología nacional. En efecto, sus autores son dos egresados de la carrera de Arqueología de la Universidad Bolivariana en su Sede de Iquique. La historieta que sigue a continuación, en 16 cuadros, ha sido enteramente elaborada por sus autores, siendo el dibujo un fruto maduro del pincel de Luis Pérez Reyes y la inspiración geográfica, de la creatividad de la mamiñana Srta. María José Capetillo, ambos arqueólogos en ciernes. El texto es obra de ambos.

Un enfoque ecológico, ético y pedagógico, a la vez.

Varios son los indiscutibles méritos de este trabajo, pionero en su género en nuestro país, que fue premiado en el Concurso Regional de Arte y Cultura de la CONADI regional Norte en el año 2009. Queremos destacar algunos de ellos, que nos parecen especialmente relevantes tanto por su intenso contenido antropológico, como por su excelente enfoque tanto ecológico, ético como pedagógico. En efecto, esta simpática historieta nos transmite, de modo sencillo y natural, numerosos elementos propios y característicos de la geografía, ecología y etnografía regional, en una excelente ambientación geográfica local: el área precordillerana aledaña al oasis y pueblo de Mamiña en la Primera Region de Chile (Tarapacá).

Un encuentro original entre dos culturas.

Los dos personajes que se encuentran de improviso frente a frente, en una pequeña cocha de agua caliente, el poblador indígena local (Ipla) y la niñita visitante que viene a la Fiesta del Rosario de Mamiña acompañando a sus padres, nos muestran, sin estruendos de batallas o escaramuzas, el súbito encuentro casual de dos culturas que no chocan, sino que mas bien se complementan y se funden en un diálogo enriquecedor y altamente emotivo. Ambas culturas, nos enseñan sus manifestaciones y sus logros, sin pretensiones visibles de dominio o supremacía de la una sobre otra. Este idílico y commovedor encuentro es claramente lo opuesto a la situación real de confrontacion y opresión que por desgracia caracterizó, desde sus inicios, la conquista hispana de esta región de América mediante la temprana implantación del duro regimen de la Encomienda de indios.

Mamiña vista desde el ángulo de la arqueología: un vistazo al pasado.

La geografía arqueológica de Mamiña, por otra parte, tapizada de huellas aún frescas del pasado prehispánico se presta, en efecto, admirablemente para este diálogo profundo entre dos culturas. El paisaje arqueológico de Mamiña nos muestra, un enorme despliegue de representaciones e incisiones grabadas en roca que conocemos con el nombre de "petroglifos". La presencia de la antigua aldea prehispánica de Jamajuga, asentada en un cerro no lejos de la actual poblado de Mamiña y en las proximidades de afloramientos de agua caliente (termas), es un testimonio vivo de un pasado de gran actividad agrícola y ganadera. Mamiña, topónimo al parecer de origen pukina, como tantos otros en la región: Guaviña, Huarasiña, Huasquiña, Chapiquiña, Camiña, nos hace remontar a un período de poblamiento ciertamente bastante anterior a la llegada a esta región de grupos proto-aymaras (Carangas o Pacajes) procedentes del altiplano boliviano actual .

Mamiña: centro neurálgico de comunicación entre ecosistemas diferentes.

Por su estratégica situación geográfica, a medio camino entre los pastizales altiplánicos de los pastores andinos, la Pampa del Tamarugal, y la costa del Pacifico fue, sin duda alguna, un importante centro de comunicaciones viales desde mucho antes de la llegada del Inca a la región. Mamiña fue y sigue siendo un atractivo oasis en medio del desierto tarapaqueño donde una fuerte tradicion sitúa una activa presencia quechua que supo aprovechar sus deliciosas aguas calientes y sus barros curativos. Un lugar ideal de descanso y solaz en el rudo trayecto del Camino del Inca o Khapaq Ñan.

El entorno eco-geográfico del relato.

Parte de esta riquísima geografía, viva y palpitante queda en evidencia en este hermoso y emotivo relato, a través del encuentro casual de estos dos personajes, representativos de culturas y cosmovisiones tan diferentes. El lugar de encuentro, las finas atenciones del indígena Ipla hacia su visitante y la mutua atracción que delicadamente se insinúa entre ambos, son algo así como la antesala idealizada del futuro mestizaje entre el español y el indio, pero sin las estridencias ni el desdén propios del complejo de superioridad hispano, observable en la crudeza y rudeza de la Conquista.

Que los lectores, por último, sobre todo los niños que llegaren a leer y disfrutar de este hermoso texto y sus viñetas, saquen sus propias conclusiones, tal vez muy diferentes a nuestras exóticas sugerencias de tipo antropológico. Los maestros en zonas de alta población indigena en nuestro país tienen aquí en sus manos un simpático texto, muy bien ilustrado, para señalar y mostrar la riqueza potencial de una aproximación genuina y enriquecedora entre blancos e indígenas, lejos del fragor de batallas o rencillas fratricidas. y conducente más bien a un fecundo y enriquecedor diálogo intercultural, ojalá precursor de una armónica convivencia entre dos culturas que se necesitan mutuamente: la indígena americana y la extranjera de origen europeo.

He aquí el texto completo de esta deliciosa historieta: "Ipla, el niño de Jamajuga".

Fig. 1. Inicio de la historieta ilustrada. El orden de los cuadros o viñetas que aquí se inicia, representa la sucesión de hojas del texto de este sugerente y atractivo cómic local.


Fig. 2

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Fig. 13.






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Fig. 15
Alineación a la izquierda Alineación al centro Alineación a la derecha Justificar a ambos lados Lista numerada Lista con viñetas Bloque entrecomillado Comprobar ortografía Añadir imagen Añadir vídeo Eliminar formato de la selección
Fig. 16. última viñeta del novedoso Cómic iquiqueño.


Nuestro comentario final.

Sólo nos resta agradecer a ambos autores tanto la delicadeza y finura del relato como la excelente ambientación ecológico-geográfica del mismo, reveladora de un gran conocimiento de terreno, tan propio de la especialidad que con tan manifiesto cariño profesan. Todo concuerda armónicamente: colorido muy bien logrado, trazos certeros del dibujante, lenguaje adecuado, ambiente. Les animamos, pues, a proseguir audazmente por esta misma senda, en búsqueda de las mejores herramientas tecnológicas y pictóricas para dar a conocer la riqueza pedagógica y ética de esta nuestra disciplina: la nueva Arqueología hecha Pedagogía para el disfrute de los niños de Chile.