jueves, 29 de octubre de 2015

Presencia y actividad humana en el "desierto florido" al sur de Iquique: utilización del ecosistema de lomas por el hombre antiguo.

Fig. 1.  Área del antiguo campamento o paradero de paso hacia el interior, situada a los 200-210 m sobre el nivel del mar.  Intensamente traficada hoy por visitantes y turistas;  aquí se ubicaba un lugar de campamento indígena. Hemos hallado sus fogones, sus basuras,  sus instrumentos y  su cerámica en este lugar.  De esta historia antigua  de hace más de 500 años,  queremos hablar hoy. ¿Quiénes poblaron esta área?. ¿Cómo lograron subsistir aquí?, ¿Qué huellas hemos encontrado de su paso por este lugar?.   

                     
 Fig. 2.   Vista desde  la zona del campamento indígena  con presencia de cerámica abundante, hacia  la costa. Aquí estamos en la cota de los 230-240 m.  s.n.m.    La vegetación dominante muestra  Nolana jaffueli,   Cristaria molinae y otra Cristaria, de flor  blanca  grande, casi con certeza Cristaria dissecta.  Esta formación vegetal efímera  (no dura más de 3  meses en este lugar), ha sido denominada de "Lomas", por la bibliografía geográfica y arqueológica del Perú. Allí, estas lomas son mucho más potentes y persistentes y han sido en el pasado muy utilizadas por el hombre no solo como un valioso recurso alimenticio, sino también como lugar de pastoreo  para sus hatos de llamas. (Cfr.  los trabajos del arqueólogo  francés  Fréderic Engel  para la costa sur del Perú).

Los  efectos del Fenómeno de "El Niño".

En un capítulo anterior  de este Blog (de fecha  6 de Octubre 2015), hemos presentado numerosas imágenes de  plantas del desierto costero del Norte de Chile. Éstas   surgieron de improviso, en el sector costero entre Palo Buque  y Playa Lobito, a 22 km al sur de la ciudad de Iquique,  con motivo de las copiosas lluvias que cayeron en la costa norte chilena entre los días  8 y 9 de agosto del presente año 2015.  Ya hemos explicado allí  que este fenómeno se debe a la presencia y actividad de un potente Fenómeno de "El Niño", evento climático singular  que suele presentarse en las costas de América del Sur   con cierta periodicidad,  al modificarse repentinamente la posición del Centro de Altas Presiones  que impide y frena normalmente  la llegada de las precipitaciones a la zona.   Este  tipo de  eventos  esporádico,   modifica substancialmente la tendencia climática seca preponderante,  trayendo consigo consecuencias insospechadas para la existencia humana en la zona.

Una lluvia   totalmente inusual.

De un promedio histórico de lluvias de apenas 0.7 mm de agua caída al año, hemos pasado, en este año, a 50 mm.  en apenas dos días. Esta descomunal lluvia provocó no solo  la formación de verdaderos torrentes en los cerros cordilleranos de la costa,con cambios notorios en la geomorfología de la zona,  sino también,  una  nunca vista germinación y floración   de todas las especies  vegetales que   subsistían, ocultas,  en el subsuelo arenoso. De un paisaje totalmente árido y seco, se pasó, en  pocas semanas a un verdor nunca visto en estos parajes. Al menos no, en los últimos 40 ó 50 años. Es lo que dicen los pobladores cercanos.  Sospechamos que  mucho más. 

¿Ha sobrevivido aquí algo de la cultura primitiva?.

Estos sitios fueron intensamente recorridos en el pasado. Hemos encontrado las pruebas fehacientes de su paso. Pruebas numerosas y contundentes. Nos corresponde ahora mostrar a los lectores  qué elementos  de la cultura humana prehistórica, han logrado sobrevivir hasta hoy, como muestra de su actividad  de antaño en estos lugares.  ¿Podemos  de alguna manera columbrar qué hacían en estos parajes, o de qué se alimentaban?. ¿Podemos tener una idea clara de la forma de su instrumental  de trabajo?. ¿Queda algo  todavía in situ, intocado, a pesar de los siglos transcurridos?. Y esto ¿a pesar de la alteración sufrida por este paisaje por la intensa actividad humana   reciente?. Estos instrumentos, por  toscos y primitivos que nos parezcan, ¿nos pueden dar  una cierta idea de sus  actividades  y de su economía básica de subsistencia?. Lo veremos a continuación. (Las fotos   aquí publicadas, son nuestras).

Conchales y paraderos  o campamentos de paso.

Sabemos que los habitantes costeros eran preferentemente pescadores y mariscadores de orilla de playa.   Sus "conchales"  o acumulaciones de conchas, cercanas al mar, delatan sus preferencias alimenticias.  Sin embargo,  cuando podían tener acceso a  otros recursos alimenticios   (carne animal, vegetales, caracoles terrestres, insectos, etc.),  recurrían a  ellos, mediante la caza animal o la recolección  terrestre. Y, por cierto, en  los años lluviosos del Fenómeno de "El Niño",  surgían posibilidades  de nuevas fuentes de alimento, distintas de las que les ofrecía  normalmente el bioma marino.  En tales años,  utilizaban ciertos parajes como campamentos de paso o paraderos (como en el caso que aquí estudiamos), dejando huellas de su alimentación y actividad. Estos campamentos o "paraderos" de tránsito, nos muestran una ocupación humana de muy escasa profundidad y no se deben confundir con los "conchales" propiamente tales,   donde la acumulación de conchas y restos de cocina puede llegar a varios metros de profundidad,   con una cronología  de ocupación de varios miles de años. Nos queda claro que no es este el caso aquí.

Posibilidades  ciertas de caza animal   y recolección vegetal.

Podemos sin dificultad imaginar el gozo y alegría de  los indígenas  costeros al ver que  los cerros grises o pardos se teñían repentinamente de verde,   ofreciendo un espectáculo que para ellos debió ser tan sorprendente como para nosotros hoy día.  Estos kilómetros de praderas verdeantes atraían  por semanas a guanacos y ciervos, cuya  cacería  era altamente codiciada por ellos.  Algunas de sus plantas,  sus flores, sus raíces o cebollines  (bulbos)    fueron un buen alimento para ellos, sin duda alguna.

Fig. 3.  Espectáculo que ofrecían las laderas próximas al cerrillo de los Parapentes,  frente a Palo Buque,  a fines de septiembre 2015  desde la altitud de  los  130 metros hacia arriba (Foto H. Larrain).

Fig. 4. Praderas  cubiertas de infinitas Nolanas  (Nolana jaffueli) y Cristarias. Llegamos a contar, en algunos casos,  hasta   20 plantas por  m2., algunas minúsculas, pero, a pesar de su  tamaño enano, igualmente en flor.

¿Qué instrumentos poseían y nos han dejado aquí de recuerdo?. El instrumental de los antiguos  pescadores-recolectores marinos.

Fig.5. (Cara anterior) Este  canto rodado de playa, fue hallado en  uno de estos  paraderos  o campamentos ocasionales,  en medio del verdor, donde había  muchas conchas consumidas y restos cerámicos y óseos. (Vea Fig. 1). A pesar de su apariencia, no es, pues ésta,  una piedra cualquiera, corriente. Fue acarreada desde la playa  con fines claramente utilitarios. Es una auténtica "herramienta" o instrumento indígena, y fue usado como tal.  Esta herramienta tiene dos caras: la que mostramos aquí, presenta signos evidentes  de golpes en toda su superficie y en sus bordes, siendo así una especie de  "martillo"  o percutor  de ocasión;  la faz opuesta, perfectamente lisa, en cambio, denota su probable uso como  mano de moler o moleta, y era usada para moler, triturar semillas o machacar vegetales y aún moluscos, como el loco (Concholepas concholepas).

Fig. 6.   Cara posterior del mismo instrumento. Está perfectamente pulimentada y desgastada por el uso continuo como mano de  moler o moleta. Es decir, este instrumento  tuvo un doble empleo: como percutor o martillo,y como mano para la molienda  en un metate   o batán.  Este último debió ser, en la zona costera, solamente una piedra   bien plana, de las que frecuentemente hemos hallado en yacimientos costeros, no pocas veces teñidas de ocre rojo. 


Fig. 7. He aquí otro instrumento, hallado en la huella antigua.    Es un clásico raspador elaborado a partir de  un núcleo de sílex.  Presenta sus bordes cortantes en todo su derredor. Fue hallado en el sendero  antiguo de ascenso, hacia los 180-190 m de altitud s.n.m. Sirvió tanto para cortar, como para raspar, frotar y alisar  cueros o huesos, o para fabricar instrumentos en hueso o madera.

                           













Fig. 8.  A un costado del camino antiguo que ascendía en forma diagonal hacia el SSE, remontando   el acantilado costero,  el paso de visitantes y curiosos, que venían a contemplar este grandioso florecer del desierto, dejó casualmente al descubierto un antiguo fogón de tiempos prehispánicos. Removiendo un poco la arena oscurecida por las cenizas, aparecieron numerosas vértebras de peces, conchas quemadas, huesos calcinados, carbón vegetal, signos  todos  de una merienda in situ, tal como se puede ver en la imagen siguiente. 

                      
Fig. 9. Trozos de carbón de origen vegetal hallados en el fogón.  Las plantas que pudieron dar origen a este carbón, fueron, presumiblemente,  arbustos leñosos que antaño prosperaron en las partes más altas del acantilado costero. Con gran probabilidad, se trata de tronquitos o ramas de Licyum  leiostemum, Ephedra breana  u Ophryosporus sp.,  especies botánicas existentes aún hoy  en los  oasis de niebla al sur de Iquique.  Los  materiales iniciales usados para el encendido (llesca) fueron, seguramente, las raicillas secas presentes  aquí por  todas partes, a escasa profundidad o los restos ya secos de plantas muertas.    

                               
Fig. 10. Conchas ennegrecidas de lapas (Fissurella spp., señoritas  (Scurria sp., Collisella sp, o locos (Concholepas concholepas) y restos de peces aparecen en los estratos del fogón, indicándonos de inmediato su preferencias alimenticias. Los mariscos eran puestos directamente al fuego (sancochados). Por lo que pudimos observar, todos los mariscos que  aquí encontramos eran gastrópodos marinos,  es decir, "mariscos" que viven aferrados a las rocas azotadas por el mar. Proceden de los roqueríos vecinos y suelen quedar expuestos en las bajas mareas, de donde  eran extraídos seguramente por las mujeres y los niños. No hallamos, en cambio, aquí bivalvos tales como cholgas, almejas, tacas o  machas, las que son propias de habitats provistos de extensas  playas arenosas.

La cerámica presente  en estos yacimientos.

Fig. 11. Fragmentos de cerámica de cocina (o "culinaria"), como gustan de decir los arqueólogos.  Son trozos de ollas de diversos tamaños.

 Fig. 12.  Fragmentos de  ollas.  En el costado derecho  arriba, se puede ver   un pequeño fragmento prominente, provisto de un mamelón   destinado al agarre de la vasija.

Fig. 13.   Trozos de hueso animal.  El de la derecha, muestra una coloración cinérea que delata su exposición evidente al fuego.  La carne del animal  era puesta directamente al fuego, al igual que los mariscos.  Ahorraban al máximo el agua de beber, por su extrema escasez en estos parajes costeros donde las vertientes eran raras y  generalmente salobres.

Fig. 14. Planta de la liliácea Fortunatia biflora, mostrando su  tallo y pequeño bulbo. Estos bulbitos son comestibles  y, de acuerdo a nuestra experiencia personal  en el  campo,   con algo de sal, hasta nos parecieron sabrosos.  En nuestra reciente expedición del día   9/10/2015 al lugar la hallamos en relativa abundancia entre los 300 y 380 m de altitud s.n.m.  Fácilmente los antiguos pobladores habrían podido -en caso de proponérselo- colectar unos 30-50 bulbitos en pocos minutos  para una frugal comida de emergencia, o tal vez, para llevar consigo, como cocaví de viaje. Se consumen crudos, como la cebolla.  

 Fig. 15. Huesos  de mamífero, tal vez de guanacos,  que se hallan dispersos y en gran abundancia  en los sitios de acampada o descanso.

 Fig.  16.  Lascas o esquirlas,  fruto del desbaste de nódulos o núcleos de sílex.  Su hallazgo denota  y comprueba, sin lugar a dudas, el frecuente trabajo de talla de artefactos líticos,  realizado in situ, por parte de los antiguos moradores. La esquirla color negro es de  roca basáltica.

Fig. 17.  Punta de arpón rota,   provista de  pedúnculo para   el agarre y sostén en un astil de madera.   El material usado es sílex blanco muy puro  y está  muy finamente terminada.  Fue hallada en el antiguo sendero de subida, por el costado norte del cerrillo de los Parapentes. (Vea la descripción del hallazgo, en detalle, en el Diario H. Larrain, Vol. 95: 42-43; descubierta por María Isabel Fuentes).

                              
Fig.  18.  Porción media de una punta de  arpón al que le falta la base y la punta.  Fue hallada a unos    20-30 m de la punta anterior, siendo, a lo que sospechamos, parte de un mismo núcleo original de sílex. Los dos materiales, en efecto, son idénticos en su aspecto.

Fig.  19. Una pequeña explanada, junto al extremo este del cerrillo de los Parapentes fue un excelente paradero o campamento para el descanso y ejercicio de actividades tecnológicas (fabricación de instrumentos). Aquí se acumula hoy la evidencia de antigua presencia humana en forma de conchas, lascas, litos, cerámica y huesos quebrados en forma evidentemente intencional.
  
Fig.  20. El raspador, en ampliación fotográfica.  Junto al percutor  o martillo, este instrumento les era  indispensable e infaltable  en su  equipo de caza.

                              
Fig.  21.   Un raspador  en forma de aleta, roto. Está tallado en forma burda, por ambas caras.

Fig. 22. Conchas  vacías, muy antiguas,   del caracol terrestre  Bostrix derelictus broderipi   (Fam. Gastropoda) que antaño debió proliferar  y colonizar en inmenso número  estas praderas de Nolanas y Cristarias y hoy  se encuentra, al parecer, totalmente extinto en el lugar. El proceso de  calentamiento climático y la falta de continuidad en la humedad y lluvias, ha sido, probablemente, la causa de su total desaparición o extinción en este ecosistema. Ya no se las encuentra vivas en este ecosistema. Al menos, nosotros no las hemos podido hallar.

 Fig. 23.  Fragmentos de huesos consumidos por los antiguos pobladores. Uno de ellos, bien pudo ser un instrumento útil,   hoy ya irreconocible  por la erosión experimentada. 
 Fig. 21. Otros fragmentos de hueso  al parecer quebrados en forma intencional.

Fig. 25. Hallazgo notable y fortuito de  dos torteras  (o fusaiolas), descartadas y abandonadas en el campamento,  hechas en fragmentos de cerámica planos y  en proceso de elaboración. Estas piezas son parte esencial del equipo técnico  de un tejedor.  La pieza de arriba,  posee  un perfecto agujero central por donde se pasaba y fijaba el huso de hilar. La pieza inferior, rota,  fue obviamente descartada por efecto de un mal cálculo  al perforar  el trozo cerámico.  Fueron halladas a un par de metros de distancia una de la otra, en un lugar del mismo campamento, hacia los  235 m de altitud. s.n.m.  El hallazgo de estos elementos denotaría la práctica del tejido in situ por parte de los  habitantes de esta costa, o tal vez,  de sus visitantes  procedentes  de las comunidades indígenas del interior. Es un rasgo, en todo caso, cronológicamente  tardío.

  Fig. 26.  La tortera  fallada, descartada in situ.  Fue encontrada, en dos fragmentos que se unen perfectamente, a pocos pasos de la tortera anterior.
                               
 Fig. 27.  Obsérvese  el detalle de la superficie del  fragmento original de cerámica que fue recortado  para elaborar  la tortera  para el huso.

 Fig. 28.  Lascas o esquirlas de  sílex,  de diversos colores, producto del desbaste de trozos  de material seleccionado para obtener  instrumentos terminados  (puntas de proyectil, raspadores u otros). A mayor abundancia de estos elementos, mayor certeza  nos asiste  acerca del uso dado a un determinado lugar.

Fig. 29. Fragmentos de huesos, en su mayor parte claramente  fracturados y rotos ex professo para extraer la tan codiciada médula ósea,  también están siempre presentes en los fogones o en sus cercanías.  ¿Qué animales  fueron cazados por estos  pescadores-recolectores marinos?  A no dudarlo, en tierra,  seguramente solo guanacos y alguna especie de cérvido; en  el mar,  lobos marinos y chungungos.  También por cierto, aves marinas.  La presencia de arpones en este lugar, nos habla, sin género de duda, de la práctica asidua de la caza marina en las caletas vecinas. 

La presencia de cerámica en el lugar.

En una ladera  de poca inclinación, en parte protegida por el cerrillo de los Parapentes, y situada hacia los  220-230 m sobre el nivel del mar, debió existir un extenso campamento de paso   (Vea Fig. 1.). Allí  se halla aún hoy  gran cantidad de cerámica rota, fragmentos líticos  (desechos de talla) y lascas o esquirlas.   Mostramos aquí algunas evidencias de esta actividad humana en el lugar.

Fig. 30. Fragmentos diagnósticos de ollas de  cuello  restringido y panza  abultada.

Fig. 31. Examinando en detalle los fragmentos reconocibles de la cerámica, podemos concluir que casi todos las vasijas utilizadas por estos moradores de las playas eran ollas de cuello pronunciado y panza abultada, destinadas al traslado de agua y  alimentos semilíquidos o algas comestibles.

Caracterización provisoria de su cerámica culinaria.

Carece casi siempre de asas y muestra, en cambio, la presencia de pequeños mamelones para facilitar su agarre.  Otra característica que nos sorprende es  que su pasta muestra por lo general  un grado de cocción bastante  bajo  (cocida, además,  en atmósfera de poco oxígeno), reconocible por el color oscuro o negro. No disponían  aquí de dispositivos u hornos para lograr elevadas temperaturas. Lo que nos induce a sospechar que estas vasijas  fueron, en su inmensa mayoría, producidas en la misma costa por los propios pobladores. El hallazgo de cerámica muy bien cocida (a elevada temperatura, sobre los 850-900 º C), es raro en la costa y,  si ésta aparece, denota casi seguramente influencia foránea ocasional (v.gr. estilos de las Culturas de Arica o Inca).

Comentario eco-antropológico.

1.  Creemos que la traza, disposición y orientación de esta huella antigua  y su destino final   fue,  al menos en parte,  predeterminado por la presencia eventual de  praderas verdes,  producidas por efecto del Fenómeno de "El Niño", en ciertos años.   También sospechamos fundadamente que  estos eventos húmedos fueron  más frecuentes en el pasado que hoy, a juzgar por la presencia y relativa abundancia de caracoles terrestres  (Bostrix derelictus) , hoy al parecer totalmente  extintos  en el lugar.

2. El lugar de campamento, detectado por nosotros,  queda  facilitado por la geomorfología del lugar que presenta  una explanada casi plana, aptísima para el descanso, a unos 210 m de altitud, tras una larga caminata de descenso.

3. La cerámica y los restos de basuras  de cocina se agrupan a su alrededor en áreas bien específicas, lo mismo que los fogones.

4. No se observan aquí en parte alguna restos de posibles chozas o reparos, los cuales, seguramente, se hallaban más abajo,  cerca del mar pero a cierta altitud, en sitios rocosos, bien protegidos del viento y de las marejadas.

5.  Su destino final  en el litoral debió ser, casi con certeza,  el sector actual de Playa Lobito,  que presenta  un lugar bien protegido del viento y de las marejadas ocasionales.  Por allí cerca, deben estar ocultas aún los restos de sus viviendas, sus tumbas y enterramientos.

6.  Todos los moluscos  observados  en sus fogones son moluscos gastrópodos, habitantes de los roqueríos, faltando  casi del todo los bivalvos.  Sin la menor duda, proceden de la zona de roqueríos expuestos en torno a Playa Lobito y Palo Buque,  a corta distancia de allí.

7. Hace falta hacer aquí, en estos campamentos  un trabajo arqueológico más prolijo para la  revisión de materiales,  usando para ello   harneros o cedazos  de malla muy fina.  Al cernir con cuidado el material, afloran  elementos  muy pequeños, que nos pueden arrojar luces sobre  el comportamiento y/o actividad de los grupos humanos  que por aquí transitaron; de este modo se puede recuperar  semillas, fragmentos minúsculos de la talla de instrumentos (v.gr. anzuelos de concha o de metal) u otros elementos  que nos pueden aportar información sobre aspectos varios de su cultura.

8. Por último,  pensamos que   el interés arqueológico de este lugar, como sitio de llegada de los caminantes que venían del desierto interior, en procura de la costa y sus recursos, debería  ser un argumento para intentar proteger el sitio de una manera más efectiva. Ningún letrero o aviso advierte acerca de la existencia de un sitio arqueológico en este trayecto,  y los visitantes  pisotean toda el área sin respeto alguno, trepando por todas partes y destruyendo evidencias.  El aviso puesto allí por la Municipalidad, de por sí valioso e instructivo,  tan solo advierte acerca  de la presencia de  las tres especies de plantas  más típicas de esta formación vegetal, efímera  y de corta duración.  No dice una palabra del contexto arqueológico allí presente. 

Bibliografía recomendada sobre  las formaciones de lomas en el Pacífico sur:

CIZA, ONERN & SENAMHI. 1989. Aprovechamiento de nieblas costeras en las zonas áridas de la costa, Lomas de Atiquipa (Prov. Caravelí, Dpto. Arequipa). CONCYTEC. Lima-Perú.

Engel, F. 1981. Prehistoric Andean Ecology Man, Settlement and Environment in the Andes. The Deep South. University of New York. USA.

Muñoz-Schick, Mélica, Raque Pinto, Aldo Mesa y Andrés Moreira,  2001, "Oasis de neblina en los cerros costeros del  sur de Iquique, región de Tarapacá, Chile durante  el evento el Niño  1997-1998".  Revista Chilena de Historia Natural, Vol. 74, Nº 2,  Junio 2001,  en Internet:    http://dx.doi.org/10.4067/S0716-078X2001000200014 

Ono, M. 1986. Definition, classification and taxonomic significance of the Lomas vegetation. En: M. Ono (ed.). Taxonomic and Ecological Studies on the Lomas Vegetation in the Pacific Coast of Peru. 5 – 14. Makino Herbarium, Tokyo Metropolitan Univesity. Tokyo-Japan. 

Péfaur, J. 1978. Composition and structure of communities in the Lomas of southern Perú. PhD Dissertation. The University of Kansas. 215 pp.

 Péfaur, J. 1982. Dynamics of plant communities in the Lomas of southern Perú. Vegetatio 49:163-171.

(Consulte para poder entender mejor el fenómeno de  las "Lomas":   www.sacha.org/envir/deserts/intro_sp.htm)

viernes, 9 de octubre de 2015

Flores en el desierto iquiqueño: magnífica vegetación surgida por lluvias en el sector de Palo Buque, Sur de Iquique.


                       
Fig.1.   Perspectiva general hacia la costa, tomada  desde los  260 m.   sobre el nivel del mar. Hacia el medio, a la izquierda, grupo de vehículos de  visitantes que han acudido a observar y fotografiar  el  inusual fenómeno del "desierto florido" junto al cerrillo de "los Parapentes". Estas laderas  miran directamente hacia el SW.

Lluvia torrencial  en la costa de Iquique.

En los días 8 y 9 de Agosto de este año 2015, llovió en forma desacostumbrada en la costa de Iquique. Ahora sabemos que  el monto de agua caída fue de aproximadamente 50 mm. a unos  67 km al Sur de la ciudad,  de acuerdo a los datos que nos entregó la pequeña estación meteorológica instalada en Alto Patache, a los 850 m de altitud s. n.m. (P. Cereceda, com. pers. 11/10/2015). Además, esta  enorme cantidad cayó, en su mayor parte,  en el breve lapso de tres horas, lo que explica la magnitud del  fenómeno que podemos hoy apreciar  a través de la abertura de profundas  cárcavas y grietas,  y del  arrastre de ingentes masas de  arenas  y limos. Como resultado de esta lluvia tan  atípica y anómala, ciertos sectores de la costa, sujetos  a la influencia constante de la neblina costera, se cubrieron de una magnífica alfombra de flores de varias especies.  Así, desde la carretera, se podía observar con asombro un manto  casi continuo, de  un color verde  pálido, cubriendo las laderas de la Cordillera de la Costa, entre los   130 m  y  los  650 m.  sobre el nivel del mar, entre Palo Buque  y Los Verdes, justo al sur del macizo de Punta Gruesa.

El área  de floración.

El área particularmente tapizada  hoy por este manto florido  corresponde, en gran parte, a un piedemonte formado por arenas finas, caídas de lo alto de los cerros por efecto de la erosión y los sismos, donde forma un  plano inclinado con pendientes entre los  10º y 30º . No se presenta este fenómeno a lo largo de toda la costa norte, sino en muy pocos lugares, y tan solo allí donde las laderas de la cadena montañosa costera miran abiertamente hacia el Surweste o al Sur, exponiendo sus laderas en dicha dirección. Corresponde esta zona  muy exactamente al área donde, en sus partes más elevadas,  se desarrollan los "oasis de niebla" (Nebeloasen, Fog oasis), en las cimas de la cadena,  entre los  500m y los 900m de altitud máxima.

¿Cómo explicar esta enorme superficie en flor?.

A lo que creemos,  las semillas que  brotan ahora en las partes más bajas en gran parte corresponden  al derrame y dispersión a partir de  las "plantas madres",  de las zonas superiores, sujetas éstas al influjo perenne de la niebla. Lo que sí cambia y notablemente, es  el sustrato. Arriba,  es una combinación de rocas y pequeñas porciones de arenas; abajo, en cambio,  es solo  de  arenas muy menudas.  Sin embargo, no todas las especies presentes  en la parte superior se desarrollan en las ladera arenosas bajas: solo algunas. Es evidente que algunas prefieren un habitat protegido  entre  las grietas de las rocas, donde  la constante condensación de la niebla les asegura de continuo el suministro de agua. Esto es especialmente válido para los arbustos (Lycium, Ophryosporus, Ephedra) y todas las especies de cactáceas. En otras palabras,  los arbustos perennes no están representados en estas floraciones de las laderas  bajas, más próximas al mar. Aquí casi no llega ya el influjo  de la niebla mojadora y los arbustos no tendrían manera de sobrevivir (al menos hoy día) por falta de agua.  Distinto es el caso de las yerbas anuales, representadas en estas porciones bajas,  las que  sobreviven  por muchos años ocultas,  en forma de semillas  o bulbos.

 Qué tiene de peculiar este fenómeno. La opinión de una experta.

Rosario Zegarra,  botánica de la Universidad  Jorge  Basadre Grohmann  de Tacna (Perú),  nos señala lo que  a continuación anotamos respecto a la floración de las Nolanas en el sur de su país. Sus observaciones son igualmente  válidas, para el Norte de Chile. Apunta:

"Como resultado de una intensiva y continua evolución bajo condiciones muy desfavorables,  esta vegetación desértica se ha adaptado a un sistema árido e hiperárido, mostrando conspicuamente gran tolerancia a muchos estreses abióticos, tales como sequía, salinidad, toxicidad de boro y otros estreses. La semilla botánica seca esparcida en el suelo por muchas especies desérticas, después de un corto período vegetativo y floración temprana, permanece viable en la arena caliente por más de diez años". (Zegarra, 2006;  rzegarra@unjbg.edu.pe).

El artículo fue publicado y  se encuentra en Internet  (Veas bibliografía, infra). Se recomienda su lectura pues trae excelentes  imágenes a color de las distintas especies de esta familia, lo que constituye una rareza en este tipo de trabajos.

Vistas generales del área de piedemonte de la cordillera de la Costa.


Las vistas que siguen  más abajo, son el fruto de cuatro expediciones nuestras  en busca de detalles biológicos y antropológicos  poco conocidos de este desierto nortino chileno. Corresponden a  tomas realizadas en sendas visitas realizadas por nosotros los días  31/09/2015, 03/10/2015, 09/10/2015 y por fin,  17/10/2015, a  un sectort de la costa  que se ubica a unos 22 km   al sur de la ciudad de Iquique (Norte de Chile),  en la parte baja de los cerros  (piedemonte)  que quedan frente  a los sectores costeros llamados Palo Buque y Playa Lobito.

¿Desde cuando  no se observaba este fenómeno aquí?.

No existe recuerdo en los moradores de los alrededores de una tan copiosa lluvia y tan espléndida floración.  En efecto, entrevistado por nosotros  don  Luis Eduardo Varas Varas,  residente de Los Verdes, de 65 años de edad, nos dijo que él había llegado a la caleta de Los Verdes (un poco al sur del área aquí descrita) hace más de 32 años, cuando nadie vivía aún aquí. "Yo fui el primero en llegar a esta caleta" -nos comenta", y "nunca antes había visto un espectáculo así", nos confidenció,  al preguntarle yo si había  visto antes un fenómeno parecido en los cerros.  Si tal versión es la correcta -como suponemos- tendríamos que aceptar que  las semillas que hoy han germinado, han permanecido  en latencia, bajo tierra,   a lo menos por  30-35 o más años sin deteriorarse,  demostrando una capacidad germinativa y adaptativa impresionante ante el  caprichoso fenómeno de "El Niño", que suele producir lluvias torrenciales de tanto en tanto,  a lo largo de la costa desértica.  Estos ciclos húmedos, tienen una duración muy variable.

 Por todos los antecedentes recogidos, este fenómeno ocurrido aquí  este año 2015 ha sido, en esta zona del norte de  Chile, más potente y más  húmedo que todos los episodios anteriores registrados durante los siglos  XIX y XX de que haya memoria.  

Fig..  La floración  cubre toda la masa arenosa  del plano inclinado de los cerros de la cordillera de la Costa, desde una altitud  aproximada de los  120-130 m  snm hacia arriba, esto es, hasta las cumbres de los cerros costeros.

Fig. 2.  El rótulo, puesto aquí por la Municipalidad de Iquique, nos indica las tres especies que se puede hallar en este  lugar cuando ocurre el fenómeno de "El Niño", con lluvias inusuales.  Señala a Nolana jaffueli,  Cristaria  sp. y Leucocoryune appendiculata.  Esta última planta citada en el anuncio,  no  ha sido vista por nosotros en esta ocasión, a pesar de haberla buscado intensamente. La única liliácea  de bulbo que hemos hallado es Fortunatia biflora, que  hemos hallado en flor  hacia los  340-380 m de altitud snm. y que mostraremos más  abajo en imagen nuestra.

Fig. 3. Los visitantes regresan, luego de recorrer un antiquísimo sendero ya traficado antaño por los indígenas costeros que subían  al acantilado.  Allí donde se ve el segundo grupo de personas, aproximadamente, detectamos nosotros la presencia de dos o tres fogones  antiguos, de data indígena, con restos de esqueletos de peces y conchas marinas  sancochadas o quemadas. (Vea  nuestro capítulo siguiente del Blog, en preparación, que estará dedicado específicamente al análisis de los hallazgos arqueológicos  encontrados en este lugar).  

Fig. 4.   Sector extremo norte de lomajes arenosos del área  florecida de Nolana jaffueli.  Arriba, la camanchaca ya cubre las partes altas del acantilado  (Foto H. Larrain,  10 octubre 2015).

Fig.4.  Perspectiva de la extensa floración de la especie dominante, Nolana jaffueli,  mirando hacia el NE, junto al cerrillo de los Parapentes. Se aprecia a simple vista la enorme extensión del manto vegetal. La sencilla valla ha sido instalada aquí  por la Municipalidad de Iquique para disuadir a los visitantes de ingresar al área vegetada, como sabia medida de  protección de la especie.

                      
Fig.   Notable contraste de colores. A la  izquierda, abajo, el cascajo color lila del "cerrillo de los parapentes",   formado por detritus y fragmentación  de roca volcánica y escasa arena, donde  se halló un pequeño stock de Nolana adansoni, siendo éste, a lo que creemos, el registro chileno  más septentrional  para esta especie detectado hasta el presente. Aquí convivía con ejemplares de escasa talla de Nolana jaffueli.  

La superficie cubierta por la vegetación.

El área cubierta por esta vegetación transitoria, cubre  muchos centenares de hectáreas a partir de los  120-130 m de altitud cerro arriba. Invade, en forma particular,  gran parte del piedemonte  arenoso,  trepando hasta   las zonas rocosas de las cumbres. Son miríadas de plantas; más de un 95%  de ellas corresponde a la solanácea xerófita Nolana jaffueli.  Todos los ejemplares vistos, sin excepción, son de un tamaño bastante uniforme y muy pequeño,  tal como podrá verse en las imágenes  que mostramos   más abajo.

Detalle de las especies  vegetales halladas  durante nuestra expedición.

Nolana jaffueli  pertenece a la familia botánica de las Solanáceas (Solanaceae).  A esta familia pertenecen también el tomate (Solanum  lycopersicum) y la papa   (Solanum tuberosum). El género Nolana  de esta gran familia, comprende  89 especies, y todas se hallan únicamente en la vertiente occidental de Sudamérica. En Chile se ha encontrado hasta ahora  un total de 26  especies de este género. Alguna de ellas, como es el caso de  Nolana  adansoni,  (también observada aquí por nosotros en esta ocasión; vea infra)  ha sido  descubierta en Chile solo muy recientemente. (Mélica Muñoz et al, 2001 ) en  el área de Punta de Lobos, siendo una especie  muy abundante en el sur del Perú. 


Fig. 5.   Su límite inferior (más bajo) se encuentra hacia los 120-130 m por sobre el nivel del mar. En el sitio que aquí estudiamos   (frente a Palo Buque y Playa Lobito), comparte su nicho ecológico, en enorme abundancia,  con dos variedades de Cristaria sp., y  una especie de Liliácea: la Fortunatia biflora   (Fam Liliaceae)no observándose aquí, al menos en la presente ocasión, ninguna otra especie vegetal, salvo muy raras excepciones que  indicaremos más abajo. Esta Nolana  se presenta en un número aproximado entre  4 y  15 ejemplares por m2  en esta porción del acantilado bajo.

Fig.    En las laderas arenosas que miras al mar, esta especie de Nolana  apareció, en enorme número, constituyendo el grueso de la floración; me atrevería a decir que forma cerca del 99% de las especies presentes. Posee una flor color azul, a veces muy tenue, otras veces, bastante más intenso.

Fig.  Estos ejemplares se alzan del suelo apenas unos  15-18 cm como máximo, tendiendo a achaparrarse y apegarse al terreno. Sus hojas, muy carnosas y lobuladas, son acuosas y sumamente saladas al gusto,  no presentan  bordes  aserrados, siendo de bordes casi lineares, tal como se puede observar en esta foto.

Fig.   El terreno sobre el que se asientan es  de arena  sumamente fina,   con pequeños guijarros   y restos de conchas  muy desmenuzadas.

Fig.    Este suelo arenoso y  algo salino,  posee, probablemente muy poca materia orgánica y ésta debe proceder, sin duda alguna, de las   especies de la misma planta  que  aquí mismo prosperaron  y murieron en antiguos episodios de floración masiva. 

Fig.   Las flores presentan una corola que mide  unos 2,5 cm de diámetro.

    
Fig.      La imagen muestra un ejemplar  de Nolana jaffueli  con su raiz pivotante  que se hundía en la arena  hasta los  13-15 cm de profundidad. 

                      
Fig.     Este ejemplar ya ha florecido   y presenta, en el extremo de sus ramillas, las cabezuelas inclinadas con el fruto ya maduro, de color negruzco. La semilla   se hundirá en la arena, tras la muerte de la planta  madre, para volver a rebrotar, varios años después, cuando las condiciones  de humedad  se lo permitan.  La sola neblina mojadora, producto invernal de la camanchaca, no basta: tiene que producirse in situ  una lluvia  de varios mm para que  permita la eclosión de la semilla, su desarrollo y posterior floración.

                   
Fig.    Aspecto ramificado de la raíz de Nolana jaffueli.

                     
Fig.   Cada cabezuela de Nolana jaffueli  contiene aproximadamente unas 12-15 semillas cuyo aspecto y coloración mostramos  aquí. Tienen forma arriñonada, con bordes casi planos. Es muy probable que  no todas las semillas de una cabezuela sean fértiles. 

                     
Fig.   Cada semilla, de un color  pardo o café muy oscuro,  mide  entre 3,5 y 4.0 mm.  de longitud. Una delgada membrana envuelve a las semillas.

                     
Fig.   Esta imagen, ampliada,  da una buena  idea del tamaño y colorido exacto de cada semilla de Nolana jaffueli.

Decíamos en un artículo nuestro: 

En nuestro artículo del año  2009 escribíamos, describiendo un fenómeno de floración parecido al actual -aunque mucho menos intenso- ,  acaecido en 1997:
"Esta zona de laderas se puebla de miles ejemplares deNolana jaffueli, y Leucoryne appendiculata, formando verdaderas praderas naturales que sobreviven por espacio de 2-3 meses, cuando eventualmente llueve en esta área. Fue el espectáculo grandioso que tuvimos el privilegio de ver en los meses de Septiembre a Noviembre del año 1997, por efecto de lluvias acaecidas in situ entre los días 18 y 20 de Agosto". 

Investigando su capacidad de germinación.

Investigadores de la Universidad Católica de Chile  han   estudiado, en los últimos años,  la capacidad de germinación de las especies presentes en el oasis de nieblas de Alto Patache. Los resultados de este estudio se pueden consultar en Cabrera et al, 2013 (consulte la bibliografía, infra).  

Proporción de las especies aquí registradas.

En mucho menor número que Nolana jaffueli,  más o menos en proporción  1  a veinte, hemos observado  en este lugar la presencia de dos  especies de la malvácea Cristaria. Extrañamente,  una de ellas  (por ahora Cristaria sp-1), solo fue hallada por nosotros en un pequeñísimo sector,  de unos cuantos m2, donde constatamos la existencia de unos 8-10 ejemplares, todos  en flor. No la vimos, extrañamente,  en otros sitios, a pesar de haberla buscando intensamente. Aspecto que para nosotros constituye un verdadero enigma que por ahora no atinamos a resolver.

Las especies  de la familia de las Malváceas.

La especie  Cristaria disecta.

Esta hermosa Cristaria de flor grande, color blanco,  la hemos reconocido como Cristaria disecta,  apoyándonos en el trabajo de la botánica Raquel  Pinto quien la  señala precisamente para  el piedemonte arenoso de este  oasis de niebla, que titula como oasis de "Punta Gruesa".  Aquí la encuentra  cerca de escasos ejemplares sobrevivientes de Eulychnia iquiquensis,  que se yerguen en la ladera abrupta, restos  sin duda  de una cobertura mucho mayor existente antaño en este mismo paraje  en el evento "El Niño" del año  2009.
                    
Fig.   En  el sector indicado de unos    20m2,  hallamos solo unas  10-12 plantas de esta especie de Cristaria, de  flor blanca  de buen tamaño y gran número de estambres. 

Fig.  Esta  especie presenta, por lo que podemos observar  aquí,  dos tipos de hojas: unas grandes,  lobuladas y  las otras  sin bordes,  lobuladas, más bien  lineales.

Fig. Convive aquí solamente con  Nolana jaffueli. No constatamos la presencia de otras especies de plantas. 

Fig.  Flor  abierta de Cristaria disecta. Su corola floral,  totalmente abierta, mide aproximadamente unos  2.5 cm.   Este ejemplar, llevado a Iquique, se mantuvo lozano varios días puesto en un vaso con agua,  e incluso abrieron dos  botones. 

Fig. Aspecto que presentó  la flor abierta   y el  botón floral que abrió en nuestra casa, a los tres días.

Fig.  La  segunda especie de Cristaria, reconocida por nosotros como Cristaria molinae  posee una flor blanca, muy pequeña, cuya corola posee  algo menos de  1 cm de diámetro.  Observamos que sus flores, en su mayoría, cuelgan hacia abajo, tal como se observa en esta foto. La planta posee hojas grandes, lobuladas.  Por el aspecto y forma de sus hojas, difiere de la especie anterior. Esta especie  es  mucho más abundante que la anterior, en  este lugar y siempre convive con Nolana jaffueli

Especies detectadas  de modo excepcional.  

A un costado del sendero de subida al acantilado, a los   320 m de altitud,  y con muestras de haber sido recientemente arrancada, apareció esta pequeña planta, con botones florales. Estaba viva y traída a Iquique, floreció aquí  puesta en una vaso con agua.  Sospechamos que fue  arrancada de las partes más elevadas, por alguno de los jóvenes  visitantes, ignorante de su interés científico. 

Fig.  Se trata de una especie del género Cistanthe (ex Philippiamra).  ¿Será, tal vez, Cistanthe amaranthoides? . Sus hojas,  oblongas, son  muy carnosas.  Seguramente, buenas fuentes de agua para los antiguos  indígenas que traficaban por estos lugares, rumbo a la costa.

           Fig.  El ejemplar de  Cistanthe  sp. en el lugar del hallazgo, a unos  320 m  s.n.m.   Había sido arrancada y dejada allí por algún  visitante desaprensivo. Creemos es un habitante de la zona más altas,  unos  100-200 m más alto.                 

Fig. Las flores  son de un color rojo-violáceo.

La notable aparición de Nolana adansoni. 

 En un pequeñísimo sector, en las coordenadas UTM  7745684 N y 0379625 E  a una altitud de  230 m snm. en las laderas que miran hacia el sur del cerrillo "de los Parapentes", en nuestra tercera expedición del 09/10/2015,  hallamos un pequeño stock de esta especie, que fuera   descubierta  por Raquel Pinto para el extremo Norte de Chile y descrita por la botánica Mélica Muñoz Schick en el año 2001. Contabilizamos solamente unas 18-20 plántulas, todas ellas en floración, en un espacio muy reducido de unos 8-10 m2 (Cf. Diario de Campo de Horacio Larrain, Vol. 95, pp. 61-62). El hallazgo anterior hecho por Raquel Pinto fue hecho un poco al norte de la caleta de San Marcos, bastante más al sur, a unos 105 km al sur de Iquique. (Cfr. Muñoz-Schick et al, 2001, citado en la bibliografía).  En tal caso, nuestro descubrimiento  sería por ahora,   el registro más septentrional  que se haya detectado para esta especie en el extremo norte de Chile. 

                       
Fig.  Cada ejemplar  muestra un tallo que semeja  un tronquito color café, enhiesto,  del cual derivan las ramas laterales. La altura de cada ejemplar no supera  los 22-25 cm como máximo.  Las hojas, carnosas,  poseen una forma de corazón   y semejan minúsculas palitas.

Fig.  La flor de Nolana adansoni.

          Fig.  En grietas llenas de arena, entre las aberturas de la roca madre, afloran estas plantas, hoy en flor.              


                      
Fig. Las flores, con un aumento fotográfico.

                                  
Fig.    Observe  la forma de la raiz de esta especie.  Tómese en cuenta que el sustrato en el que  aquí arraigan es fuertemente  pedregoso, de roca muy fracturada.

Fig. Este es  el tipo de roca granítico en el que penetran, a través de las grietas, sus fuertes raíces. 

Presencia de la liliácea Fortunatia biflora.


Como a los  350 m de altitud y  siguiendo el sendero antiguo de los indígenas que avanza en dirección sur-sureste,   y cohabitando con Nolana jaffueli, empezamos a encontrar ejemplares de esta pequeña  Liliácea, que en Chile alcanza  hasta la zona central y que conocemos allí con el nombre de "huilli". 

Fig.   La vara floral aparece cuando las hojas ya están feneciendo.  Alcanza, a lo más, una altura de 20 cm sobre el suelo.

Fig. Aquí convive y compite con Nolana jaffueli.

Fig. El bulbo  se halla a bastante profundidad. En este caso,  estaba a unos 13 cm de profundidad en la arena fina.

Fig. Aquí se le ve convivir amistosamente con Nolana jaffueli.

Fig. Otra imagen de la misma especie.


Fig.   Caracol terrestre (Gastropoda), que otrora  habitó en esta formación vegetal. Pertenece a la especier Bostrix  derelictus broderipi, y hoy   ha desaparecido por completo del lugar, quedando solo sus  conchas vacías como mudo testigo y lejano recuerdo de su  existencia en este lugar.  Hemos hallado sus conchas vacías y blanquecinas  en todos los oasis de niebla, pero jamás hemos visto un ejemplar vivo de esta especie.  ¿Se extinguió totalmente en esta zona, por  la penuria de lluvias? . ¿Habrá logrado sobrevivir en alguna parte?.  No lo sabemos. Y no hemos visto ni leído referencias confiables en este sentido.

Bibliografía  de referencia.

 Cabrera, Elisa, Josefina Hepp, Samuel Contreras y Miguel Gómez:  "Estrategias de germinación de Nolana jaffueli en el oasis de niebla de Alto Patache", ("Germination strategies for Nolana jaffueli in the Oasis of Niebla de Alto Patache")  publicado en revista "Simiente", Sociedad Agronómica de Chile (SACH), 2013, Vol.  83,  196-201, Santiago de Chile.  

Larrain, Horacio,   2009. "Como se cazaba el guanaco en tiempos prehispánicos: argumentos tomados del oasis de niebla de Alto Patache", capítulo publicado en este mismo Blog  el  24 de diciembre del año 2009.

Muñoz-Schick, Mélica, Raque Pinto, Aldo Mesa y Andrés Moreira,  2001, "Oasis de neblina en los cerros costeros del  sur de Iquique, región de Tarapacá, Chile durante  el evento el Niño  1997-1998".  Revista Chilena de Historia Natural, Vol. 74, Nº 2,  Junio 2001,  en Internet:    http://dx.doi.org/10.4067/S0716-078X2001000200014 

Pinto, Raquel, 2009. “Estudio de la flora costera. Evento El Niño 2009. Región de Tarapacá”. Informe Proyecto Estudio del Gobierno de Chile,  en Internet. El estudio muestra   numerosas imágenes a color de las distintas especies vegetales y resulta muy útil para su reconocimiento.

Zegarra,  Rosario, 2006, "Biodiversidad y taxonomía de la flora desértica del sur del Perú. Familia Nolanaceae",  Revista Idesia (Arica), Departamento de Agricultura, Universidad de Tarapacá, Año 2006, vol. 24, nº 3 páginas 7-18.

Comentario eco-antropológico.

1. Creemos que no es casualidad que   este tramo de alta floración en períodos de "El Niño"  haya sido cruzado diagonalmente  por un sendero indígena que conduce a lo alto del cordón costero. Sospechamos que  los antiguos pescadores-recolectores  debieron alimentarse a su paso de algunas de estas especies. 

2.  De hecho,  hemos hallado a los costados del trayecto del antiguo sendero, varios fogones  y en ellos, señas de carbón y restos de moluscos y peces (vértebras).  No creemos que la presencia de tales fogones haya sido casual.

3. De posible  uso  para los indígenas  han sido, seguramente, las Liliáceas (en este caso Fortunatia biflora) cuyos bulbos son comestibles.  En efecto, fragmentos  secos de sus bulbos  han sido hallados en conchales costeros o en sus tumbas.

4. Tambien sospechamos que las hojas suculentas  y acuosas de la planta Nolana jaffueli  o Cistanthe sp.  pudieron constituir un alimento de emergencia para los que por aquí circularon, a falta de mejor alimento.