martes, 23 de enero de 2018

Incierto destino del bosque actual del Tamarugal: ¿muerte lenta o posible recuperación?. El futuro del Tamarugal de Tarapacá.

Retomamos, tras cinco meses de inactividad,  nuestro blog de eco-antropología. Nuestro traslado definitivo a la Región Metropolitana y sus efectos, ha sido la causa de este largo silencio.  Pedimos disculpa a nuestros lectores por esta dilación.

En este capítulo, nos corresponde meditar sobre el destino futuro del bosque del Tamarugal, plantado por CORFO en la década del 60 del pasado siglo. Desde la época de la Colonia, este bosque ha jugado un importante papel en la economía de Tarapacá, desde la época de las primeras explotaciones mineras por obra de los ,primeros encomenderos, especialmente en el mineral de Huantajaya, próximo a la ciudad de Iquique. Nos preguntamos hoy: ¿está muriendo el tamarugal de Tarapacá?  ¿Qué esta pasando?. Las desesperadas medidas actuales que se está tomando, ¿contribuirán a mejorar la vitalidad del bosque, o, al revés, acelerarán su muerte?. Es lo que pretendemos  examinar en este capítulo.

                                  
Fig. 1.  Así lucen hoy semi secos -o totalmente secos- muchos árboles en el bosque del Tamarugal,  a la orilla de la carretera Panamericana norte-sur, entre los km.  1780-1785, al sur de la localidad de Pozo Almonte. Plantados alrededor de los años  1965-1969,  no alcanzaron a adquirir su tamaño máximo  y sucumbieron fatalmente por falta de agua. En este texto se explica en detalle  las causas de su triste destino. (Foto H. Larrain, agosto 18, 2017).

La creciente mortandad de los tamarugos.

Para nadie es un misterio en Tarapacá que el famoso bosque del Tamarugal se encuentra en un acelerado proceso de degradación y muerte. Esto al menos en su  porción central, situada al sur de la localidad de Pozo Almonte, justamente en la zona correspondiente a la Reserva Nacional Pampa  del Tamarugal. Para el viajero que cruza velozmente esta pampa  de Norte a sur,   pasando Pozo Almonte con rumbo sur, rumbo a Oficina Victoria, pronto se presenta a la vista la enorme plantación de tamarugos hecha por la CORFO (Corporación Nacional Forestal) entre los años  60 y 70 del pasado siglo. Hoy día, tal como lo podremos apreciar claramente en las fotografías que siguen (Fotos 1 a  10),  esta sección de Tamarugal parece estar claramente amenazada de muerte. Así lo estaría demostrando el  lamentable estado actual de la arboleda en decenas de hectáreas. Miles de árboles muertos y muchísimos en deplorable estado, prácticamente moribundos. ¿Qué ha ocurrido en estos últimos decenios?. ¿Por qué  están muriendo en  amplios sectores?. ¿Se conoce su causa?. ¿Hay algún posible remedio a este desastre ad portas?.

Intentos de explicación.

 La razón de esta crítica situación del bosque se debería, a juicio de los científicos que han estudiado el área, a la creciente disminución y agotamiento del agua anteriormente presente en los niveles freáticos más altos, o sea, al agotamiento de los acuíferos de las napas superiores. es decir aquellos que pueden alcanzar normalmente  las raíces de los árboles ( de 0 a 30 m. de profundidad, como máximo). Y esta situación ¿a qué atribuirla?. En gran parte, tal como lo han señalado inequívocamente los hidrogeólogos,  a la permanente succión y extracción masiva del agua freática subterránea (subsuperficial) de tipo fósil), tanto por parte de la arboleda como por parte del hombre, para subvenir a sus necesidades  agrícolas, industriales o citadinas, y desgraciadamente a la vez, a la falta de recarga o reposición natural de las napas subterráneas. Decenas de miles de tamarugos y algarrobos fueron plantados, bajo el falso supuesto de que siempre dispondrían de suficiente agua subterránea, considerada hipotéticamente (y erróneamente) como  una fuente hídrica inagotable. Como resultado de esta implacable succión permanente, ha brotado, por efecto de la capilaridad, la sal agolpándose en la superficie, dejando hoy a la vista vastas superficies de terreno blanquecino, fuertemente salinizado. Sal prácticamente pura (NaCl). Tales sectores salinizados,  no solo no permiten hoy el crecimiento de  algún tipo de sotobosque  (arbustos pequeños o hierbas pequeñas, sino  que  dejan el terreno fuertemente alcalino (rico en el ión sodio) y, en consecuencia,  totalmente inepto para cualquier tipo de cultivo o aprovechamiento agrícola futuro.

¿Por qué no hay reposición o recarga de los acuíferos subterráneos?.

Es bien sabido en la historia geológica reciente (últimos 20.000 años)  que han ocurrido distintos procesos a partir del término del último período glacial o glaciación, llamado la glaciación Wisconsin ( o glaciación Würm en alemán) entre los años 110.000 a 15.000  A.C..  Después de esta glaciación que cubrió inmensos sectores de toda la tierra con enormes capas de hielo, se sucedieron diversos períodos, con un lento retiro de los hielos y el aumento gradual de la temperatura, lo que permitió el desplazamiento y desarrollo paulatino de la vegetación que fue ocupando, poco a poco,  los terrenos otrora cubiertos por los hielos. Entre los 50.000 y 30.000  A.C. se desarrolló el llamado "Período pluvial"  (del latín pluvia = lluvia) que se caracterizó por una elevación de la temperatura y la presencia de gran cantidad de lluvias. Es en este período en el que la pampa de Tamarugal  fue cubierta periódicamente por gigantescos aluviones de agua y barro arrastrados por las más de 20 quebradas que bajan del macizo cordillerano de los Andes, aportando enormes cantidades de agua al subsuelo y alimentando así las napas o estratos subterráneos.  Hacia los 10.000 A.C. se inicia el período llamado del Holoceno con elevación de la temperatura y  disminución paulatina  de las precipitaciones.  Entre los años 6.000 y 2.500 A.C.  tiene lugar el llamado "Optimum climaticum", con temperaturas suaves y abundantes lluvias que permitirán en América el desarrollo de las civilizaciones humanas más tempranas, entre ellas Caral (4.000 A.C.)  o Chavín de Huántar (2.500 A.C.), ambas  en el Perú.  Aluviones sucesivos cubren enormes superficies de la pampa y parte importante  de su agua (la que no se evapora) se infiltra y se conserva intacta en las capas o estratos  subterráneos formadas por arenas, ripios y arcillas, creando las condiciones aptas para la formación de las napas freáticas o estratos subterráneos, saturados de agua.

Esfuerzos de recuperación.

Recientemente y desde hace aproximadamente un par de años, la CONAF (Corporación Nacional Forestal) desde  el fundo "Refresco" donde tiene sus instalaciones, ha tratado de remediar esta situación mediante  una enérgica poda de parte de los ejemplares presentes, en una franja de unos 100 metros de ancho  a ambos lados de la carretera, aproximadamente entre los km 1770 y 1760 de la Panamericana. Las imágenes que siguen son ilustrativas  sobre el sistema   de poda seguido  y sus efectos inmediatos. 

Fig. 2.  Este ejemplar de tamarugo (Prosopis tamarugo Phil)  alcanzó una edad aproximada a los 35 años antes de morir.  ¿Por qué -nos preguntamos-  pereció a tan joven edad?.

Fig. 3.  Desde hace un par de años, los ingenieros agrónomos de  la CONAF  (Corporación Nacional Forestal) de Chile han iniciado un ensayo de enérgica poda de los ejemplares aún vivos   para estudiar sus posibilidades de regeneración, eliminando para ello todo el ramaje seco. Así los troncos primitivos que en número de 5-8 solían  brotar, a corta distancia de suelo, dando lugar a un ejemplar frondoso, han terminado su vida en un tronco único, como se puede observar en la imagen.   El ramaje seco ha sido acumulado en sectores donde será  eventualmente quemado.
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Fig 4.   A mediados del año 2017 observamos dos lugares próximos al Fundo "Refresco",  de la Reserva Pampa del Tamarugal, donde se ha hecho una explotación  de los troncos producto de la poda, mediante la elaboración de carbón de leña in situ.  En esta imagen podemos observar una concentración de  carbón desmenuzado el que será seleccionado y ensacado, para proveer el mercado local. El sistema de quema del carbón es -según hemos podido observarlo personalmente- sumamente primitivo. Se  entierran los troncos a poca profundidad, siguiendo una línea dada, y se le enciende  por ambos extremos.  Se deja así dos extremos  al aire, por donde pueda circular el aire, impulsado por el viento de la tarde, que se encarga del lento proceso de la quema bajo tierra y de la formación de carbón. Este lento proceso de  quema, según sea  la cantidad de troncos enterrados, puede durar semanas.

 Fig. 5.  Dos camiones  cargados de sacos de carbón recién elaborado. Está poniéndose el sol y son más de las  20.00 hrs.  Desde la carretera, pudimos captar esta imagen (Foto H. Larrain,  Agosto, 2017).

Fig. 6.    Este  enorme camión que debe cargar más de 1.000 sacos de carbón de tamarugo, está pronto para partir. Su destino según nos informamos, es la ciudad de Santiago.  (Foto H. Larrain,   Agosto 2017.

¿Quiénes fueron los ejecutores de la poda?.

Según nuestra sospecha, habrían sido los propios carboneros quienes efectuaron la feroz poda, dejando un único tronco sobreviviente por cada ejemplar de árbol. Siendo así, nos asalta la duda de si el carbonero ha  pensado en la mejor forma de supervivencia para los ejemplares tratados, dejando en pie los troncos más robustos y sanos, o, por el contrario, eligió para  ser convertidos  en carbón, los troncos más  saludables y  fuertes.  Al parecer,   no habría habido aquí una cuidadosa selección previa  de las ramas o troncos a cortar  por parte de un  especialista forestal.  Tal tarea, al parecer,  habría sido confiada a los propios  explotadores del carbón. 

Fig.  7.    En esta imagen se puede ver  el humo que aún se desprende  de  los lugares de explotación de carbón. Los carboneros viven durante semanas en rústicas cabañas de madera, junto  a los "hornos" de quema y un vehículo les surte semanalmente de agua y alimentos. En nuestra visita del día  10 de agosto 2017, hallamos a dos jóvenes aymaras procedentes de la ciudad de  Oruro, en Bolivia, encargados de la faena. Eran los responsables de la quema, y luego del envasado del carbón en sacos de fibra plástica color blanco, de unos   20-25 kg cada uno. Nos dijeron que el destino de la carga del camión, era la ciudad de Santiago. Allí se vuelve a empacar en  envases pequeños, de papel grueso, con la etiqueta correspondiente: "carbón de tamarugo".

Fig. 8.  El destino del ramaje, producto de la poda, es alimentar las panaderías locales  o la quema in situ.    Inmensa cantidad de valiosa materia orgánica  (y celulosa)  de este modo se pierde para siempre por falta de una política  de  aprovechamiento local adecuado (v.gr. para la confección de abono vegetal).

Fig. 9.  Los árboles,  una vez fuertemente podados, al poco tiempo empiezan a brotar en su base. Ramas nuevas aparecen, en gran número, alrededor del tronco. Hoy casi no hay, como en decenios anteriores, (1970-1980) manadas de cabras y ovejas que  puedan consumir  ávidamente las ramas tiernas. Sin embargo, en un par de ocasiones, hemos observado allí  pequeños hatos de cabras,  guiados por pastores  bolivianos sumamente pobres y desaseados (año 2013). Suponemos que cuentan con el permiso de la CONAF para pastar allí.  
Fig. 10  Camión cargando ramas y troncos secos, rumbo a las panaderías de Pozo Almonte   (10 de agosto 2017, foto H. Larrain).


Fig. 11. Observe la forma y aspecto natural  del tamarugo en la pampa. Presenta normalmente  de 3 a 7 troncos que se separan desde el suelo mismo, conformando un excelente espacio de sombra. La feroz poda inflingida recientemente  a estos árboles, ha dejado tan solo un tronco visible en cada árbol. Nos preguntamos qué ocurrirá con la repentina disminución significativa del área sombrada en esta pampa. Sin duda, aumentará notablemente la  insolación del terreno  y  la tasa de evaporación in situ. ¿Con qué consecuencias para el futuro del bosque?-. No lo sabemos a ciencia cierta.

Fig. 12.  Originalmente, los tamarugos fueron plantados  en hileras,  a muy corta distancia uno de otro. En algunos sectores hemos comprobado que  una planta distaba de otra, al momento de ser plantada,  apenas  tres metros, o menos aún. ¿Para qué?  Tal vez para un máximo aprovechamiento del agua, por parte de los árboles, durante el corto período en que fueron regados, luego de ser plantados. Tal vez, para lograr  amplios sectores de sombra, que favorecieran  el descanso y alivio de los animales que, desde un principio,  se pensó en criar en gran escala en este tamarugal. Experiencia  que, por desgracia,  a la postre resultó ser negativa. Decenas de trabajos de agrónomos, fueron publicados entre los años  1960 y 1990, publicitando la introducción de razas especiales de ganado caprino o lanar, experiencias que  finalmente no tuvieron éxito y fueron abandonadas. (Consulte al respecto los trabajos del agrónomo  Italo Lanino  y otros; ver infra).   

El Tamarugal en el pasado histórico.

En su famosa "Descripción del Valle y Partido de Tarapacá", el  Teniente de Gobernador español don Antonio O´Brien  (1765) pronosticaba ya que si no se ponía atajo en esta pampa a la corta de árboles, para leña y carbón, muy pronto nada quedaría del legendario bosque. Corta que tenía por objeto inmediato alimentar las explotaciones de plata. Con mirada certera, previó el sagaz sevillano que era preciso detener y controlar la tala del bosque, so pena de  acabar con la especie.  No sabemos exactamente qué tipo de medidas tomó para ello, pero  lo cierto es que, al parecer,   nadie le hizo caso en su época:  los poderosos mineros piqueños y tarapaqueños  siguieron  impasibles cortando árboles en torno a los antiguos puquios o pozos, produciendo el codiciado carbón de leña y cortando  troncos, elementos indispensables  para la explotación de la plata en la azoguería de Tilibilca, junto al pueblo de Tarapacá y en buitrones próximos a la Tirana. Menos aún se preocuparon del problema durante el ciclo salitrero (1830-1930) cuando sus gruesos troncos alimentaban incesantemente los fuegos en  las primitivas  "Salitreras de Paradas"   y sus enormes calderos de hierro, acarreados en carretas tiradas por 6 a 8 mulares.  

La vegetación antigua en la pampa del Tamarugal.

Fig. 13.  Fotografía  tomada  al Plano de la Pampa de Yluga", de  Antonio O´Brien que muestra bien las áreas forestadas antaño. (publicada en la revista Norte Grande, Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile, Vol. 1, Nº   1,  1974, frente pág. 22).

En su bien conocido "Plano del valle y pampa de Yluga", el Teniente de Gobernador nos presenta con notable precisión,  hacia el año 1765, el estado  de la cubierta vegetacional en la pampa de su época. En efecto, dibuja y distingue cuidadosamente la presencia de zonas pobladas de árboles de tamarugos de  otras zonas cubiertas de un matorral bajo de "pillallas", nombre con que designa a los arbustos del género Atriplex (Atriplex atacamensis), tan abundantes en la zona hasta el día de hoy. También señala las áreas desprovistas de bosque natural o matorral. La pillalla, aunque crece naturalmente en forma de enormes cúmulos de tipo semi-circular, que pueden alcanzar hasta  4-5 metros de altura,  produce solo ramaje muy delgado, totalmente insuficiente para los requerimientos de la minería de la época, la que necesitaba de elevadas temperaturas para la fusión del mineral. Por este motivo, se dio preferencia a la tala de ejemplares corpulentos de tamarugos, especie arbórea casi única en este bosque.  Aún hoy podemos observar en los alrededores de las localidades de La Tirana y Pozo Almonte,  árboles aislados de tamarugo, que presentan a sus pies una típica formación de cerrillo o cono truncado, producto de la incesante acumulación de follaje seco que se ha acumulado con el tiempo  en torno a su base, incrementado  de continuo con el arribo de arenas finas acarreadas por la acción de los vientos. Basta escarbar un poco en este material, cerca de la base del árbol, para tropezar con grandes cantidades de astillas de madera, residuo y testigo inconfundible de la corta y tala  continua del árbol, efectuada en distintos períodos anteriores. Como no llueve casi nunca en la pampa, este material vegetal se mantiene casi intacto, sin descomponerse, bajo una tenue capa de arena fina.  

Cita ad litteram del texto de O´Brien   (1765):

Nos parece de interés en este capítulo del Blog,  citar ad litteram  y comentar la magnífica y detallada descripción que nos dejó el sevillano don Antonio O´Brien  en el año  1765. En el capítulo VII de su Descripción que titula: "Descripcion del valle o Pampa de Yluga y de el Tamarugal", señala con el número 76, textualmente:

"Es un territorio  que según las señas y experiencia que se tiene, ha sido fertilísimo, no pudiendo dudarse que lo es y que lo volverá a ser siempre que se le introduzca agua que los riegue. Se ven en este territorio muchas y dilatadas chacras, en las que permanecen  los rastrojos del trigo y maíz que produjeron.  Asimismo, hay en él gran cantidad de árboles que llaman tamarugos, algarrobos y molles, muchas y crecidas retamas con un espeso e intrincado bosque de monte bajo, que en parte lo hacen impenetrable, por esta parte frente del pueblo de Pica. Y es bastante húmedo y muy abundante de agua subterránea; hay en este sitio en el camino que se sigue desde el dicho pueblo [de Pica] para el cerro de San Augustín de Guantajaya, dos pozos que llaman Puquios, el más profundo es de catorce varas, y por lo regular tiene tres [varas] de agua y solo sirven para dar de beber a los que transitan por este camino porque hasta ahora no ha habido quien hubiere hecho una noria u otra máquina para regar algunas tierras. Es en algunos parajes salitrosa,  por la parte que sigue a la costa, pero a más de no ser mucho el salitre, es superficial, criando una costra de  cuatro a seis dedos de grueso, y el terreno debajo de esta costra es gredoso y dulce, y todo el resto de la Pampa es especial tierra para trigo y maíz. La última cosecha que se cogió seis años ha, llegó a dar ciento treinta y dos fanegas de trigo por  una, y desde entonces no ha vuelto a sembrar en ella por falta de agua".  (Transcripción nuestra tomada directamente de una fotocopia del original del Archivo de Indias, 1765,  Nº 76;  cfr. Archivo de Indias, Legajo Charcas, 490, Nº 76).  Solo se modernizó la grafía, ortografía y sintaxis al español actual,  para facilitar su lectura, sin cambiar ni una sola palabra del texto).

Comentarios a este texto:

1. Se indica aquí la constitución de la cubierta vegetacional del bosque antiguo del Tamarugal hacia mediados del siglo XVII. Señala O´Brien la presencia de solo tres especies de árboles en esta Pampa: a saber, tamarugos   (Prosopis tamarugo Phil), algarrobos  (Prosopis alba Griseb.) y  molles (Schinus molle L.). Entre los arbustos, distingue  por lo menos dos especies de arbustos que constituyen un "monte bajo": son las  "retamas", hoy llamadas también retamas o retamillas en la zona de Tarapacá (Caesalpinia aphila  Phil) y las pillallas  (Atriplex atacamensis Phil). Esta última, no aparece con este nombre en la "Descripción", pero  es específicamente nombrada en cambio, en  la leyenda de su "Plano de la Pampa y Valle de Yluga".  El "monte espeso e intrincado" es  con certeza,  el formado por las plantas de pillallas, y otras especies pequeñas como sorona (Tessaria absynthioides),  tal como aún hoy podemos observarlo, en gran densidad,  al ESE del poblado de Huara, hasta donde suelen llegar los derrames de aguas provenientes de las quebradas de Aroma y Tarapacá, en época de intensos aluviones estivales.

Consulte a este respecto nuestros capítulos previos en este blog:  "Flora endémica de la Pampa del Tamarugal y oasis aledaños: su uso en el pasado y en la actualidad"  (fechado 17 /01/2009)",  "La vegetación presente en la Pampa del Tamarugal a mediados del siglo XVIII:  un testimonio veraz del cartógrafo Antonio O´Brien" (fechado el 30/01/2016), o finalmente: "Observaciones recientes sobre Prosopis  spp. en la Región  de Tarapacá: curiosidades de un neófito" publicado  con fecha  03/02/2016.

2.  El texto hace alusión  a los extensos cultivos en tiempos antiguos aprovechando el agua de aluvión,  cuyas melgas, con sus respectivos rastrojos,  han quedado visibles en superficie hasta el presente. Estos campos de cultivo abandonados desde antiguo, se hallan  en las porciones terminales de las quebradas de Aroma y Tarapacá, y cubren centenares de hectáreas que  otrora, en tiempos de la bajada de  aluviones fuertes, fueron cultivados por los pobladores de las quebradas aledañas.  Estos descendían desde los pueblos precordilleranos,  por semanas o meses, a cultivar en el suelo de la pampa y allí se hacían sus  rústicas cabañas de cañas.

3.  Es ésta, a lo que creemos, la primera  y clarísima mención histórica sobre la existencia de chacras antiguas, de carácter arqueológico, abandonadas desde hacía mucho tiempo, en el piso de la Pampa del Tamarugal, estudio que posteriormente atraerá la atención del arquitecto iquiqueño Patricio Advis, del arqueólogo Lautaro Núñez  y de los geógrafos del Instituto de Geografía de la Universidad Católica de Chile (1971-75). El Teniente de Gobernador de  Tarapacá don  Antonio O´Brien observó en ellas rastrojos de antiguos plantíos de trigo y maíz y señaló la gran feracidad de esas tierras cuando eran  regadas.

Fig. 14.  Derrames del agua provenientes de las  quebradas de Tarapacá y Aroma, forman aquí un verdadero río. La planta que muestra notable desarrollo es la pillalla (Atriplex atacamensis Phil). Foto tomada en las cercanías del pueblo de Huara,  en Marzo del año ----  (Foto H. Larrain).

 La plantación del Tamarugal actual.

Sabemos que  la plantación del actual bosque del Tamarugal  fue fruto del trabajo de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) que entre los años  1960 y 1972 plantó decenas de miles de ejemplares de tamarugos, que preparaba y cultivaba en su predio  del  "Fundo Refresco", hasta hoy en posesión de la CONAF (Corporación Nacional Forestal).  La valiosa experiencia previa del español don  Emilio Junoy en la década de los años  30 del pasado siglo,  quien lograra reproducir  y cultivar vástagos de tamarugos en el fundo "El Carmelo" fue el acicate y modelo de esta actividad para repoblar  de árboles la pampa. En la actualidad  (año 2017),   la superficie  plantada de tamarugos por la CORFO alcanza las  16.130 hás.,  y se halla hoy al cuidado de la CONAF.  Los árboles, de un tamaño de aproximadamente 1 metro de alto fueron plantados en hoyos profundos, practicados bajo la cubierta salina del salar, desprendiendo primeramente  la dura costra salina superficial, y fueron regados artificialmente tan solo por espacio de un año, período durante el cual se suponía que las raíces de las  plantas  buscarían  por sí mismas el líquido elemento, penetrando profundamente en el subsuelo.

El bosque  actual del Tamarugal  comprende  tres sectores bien definidas : a) la zona norte, frente a Zapiga y Dolores,  (a pocos kilómetros al norte de la localidad de Huara), de más reciente origen, con árboles más jóvenes, y que registra,  en general, un excelente estado de vigor;  b)  la zona de los salares antiguos de Bellavista y Pintados,  al sur de la localidad de Pozo Almonte, donde  se observa hoy  la mayor degradación y mortandad del bosque  (zona de las imágenes aquí presentadas) ; y c), por fin,  un bosque ralo,  disperso, en gran parte  preexistente, en las proximidades de la localidad de La Tirana, donde aprovecha altos niveles freáticos del agua subterránea.

Octavio Castillo y sus estudios hidrogeológicos.

Como es sabido, los tamarugos, a diferencia de otros árboles,  poseen una potente raíz pivotante capaz de penetrar hasta los 25-30 m. de profundidad, en busca del agua subterránea.  Hasta hace un siglo y aún menos,  el nivel freático de agua subterránea, presente bajo los suelos  salinos de la pampa, era bastante más elevado que el actual. Particularmente en la zona de La Huayca y Canchones, el agua subterránea se hallaba todavía,  hacia 1955-60, apenas a  1-2 de profundidad, lo que permitió, por varios siglos, el cultivo intensivo en dicha zona de variedad de hortalizas, en los llamados "canchones", "mahamaes" o "chacras sin riego". Los trabajos de investigación del hidrogeólogo chileno Octavio Castillo Urrutia, en la década del sesenta del pasado siglo, (Cf. su  obra "El agua subterránea en el Norte de la Pampa del Tamarugal", Instituto de Investigaciones Geológicas, Santiago,1960), demostraron fehacientemente que las nuevas plantaciones de la CORFO, iniciadas muy poco antes, estaban contribuyendo fuertemente a hacer descender y bajar los niveles freáticos del agua, absorbida ahora por las decenas de miles de árboles recién plantados, ávidos de agua.  Castillo, ya en esa obra del año  1960 advertía acerca del peligro futuro de esta explotación que algún día podría tornarse severa. Y no se equivocó, ciertamente.  En efecto, el agua absorbida ávidamente por la nuevas plantaciones, desgraciadamente no era compensada por lluvias actuales sino era de carácter "fósil", es decir,  había sido antaño producto de copiosas lluvias altiplánicas, acaecidas en el período del Holoceno, esto es hace unos 8.000-10.000 años atrás, y no presentaba hoy recarga suficiente a través de los escasos y esporádicos períodos de aluviones estivales. La extracción incesante de agua subterránea por acción antrópica (esto es,  por la actividad humana)  a través de los miles de tamarugos plantados en la pampa, sumada a la succión creciente de aguas por obra de pozos y puquios labrados para la alimentación humana en las Oficinas Salitreras y, posteriormente, para la agricultura en las granjas agrícolas de la pampa, terminarían un día por "secar" las fuentes freáticas, carentes ahora casi del todo,  de recarga superficial. Es lo que desgraciadamente ha sucedido. 

 La potente poda reciente.

Hemos presentado más arriba  imágenes de la forma como la CONAF y sus ingenieros forestales están  atacando hoy el problema de la creciente degradación  del bosque. El tamarugo   tiene como forma natural el  emitir varios troncos aéreos, (hasta 7-8 o aún más)  que nacen prácticamente desde la base y terminan por conformar un follaje frondoso y tupido. En lugares donde encuentra suficiente agua subterránea, a poca profundidad, se desarrolla en forma espléndida pudiendo alcanzar  con facilidad  hasta los  15-18 m de altura máxima.

Fig. 15.   Ejemplares robustos de tamarugo, a orilla de la carretera Panamericana N-S. hacia  el km  1780. Aquí fueron plantados en filas orientadas  N-S, y  a una distancia uno de otro,  de  no más de 3-4 m. Cada fila  quedó separada de la siguiente por un amplio espacio  vacío, de unos 20-30 m   o más. nos llama la atención  la gran proximidad  (3-4  m) en que fueron plantados. Seguramente, con la idea de que formarían un  campo de sombra,  que permitiría disminuir y frenar  la altísima evaporación propia del desierto.  Como desde un principio se pensó, además,  en traer rebaños de cabras y ovejas,  que se alimentarían de sus brotes tiernos y de sus frutos, este sistema  entregaría suficiente sombra a los animales, durante su alimentación.  De hecho, se hizo, en un comienzo,  experiencias de adaptación y aclimatación de razas ovinas  y caprinas especialmente adaptadas al calor   (Cf. Italo Lanino y Mario Meza Mascayano: "Comparación de tres razas ovinas alimentadas con tamarugo (Prosopis tamarugo Phil), Pampa del Tamarugal",  Tesis, Universidad de Chile, Facultad de Agronomía, Santiago, 1966).
Fig.  16.   Así escurre el agua de color chocolate,  cuando bajan los aluviones desde las vecinas quebradas situadas al Este. (Foto H. Larrain,  Marzo del año  2004 ).
Fig. 17. Un solitario árbol de molle o pimiento (Schinus molle) en medio de la pampa, recibe el influjo benéfico de las aguas de aluvión.  (Foto H. Larrain,  Marzo del año 2004).

Fig. 18. Las aguas suelen cubrir extensas zonas de la pampa , donde se desarrollará, con gran fuerza,  especialmente  la especie aquí denominada  pillalla  (Atriplex atacamensis Phil).

Fig. 19.    La enorme cantidad de agua que se acumula por meses, tras un aluvión,  suele cortar las carreteras e impide el paso de vehículos. En algunos sectores, se forman pozas o lagunillas que sobreviven durante varios meses  antes de secarse por completo (Foto H. Larrain, marzo del año 2004).

Comentario eco-antropológico final.


1.  La poda actual, de la cual hemos entregado aquí unos pocos testimonios fotográficos, realizada recientemente en el Tamarugal a manera de prueba, nos parece una medida desesperada por recuperar la gigantesca plantación hecha por la CORFO entre  1960 y 1970.


2.  Tememos que  la vitalidad que se observa hoy en los renuevos, que han crecido con fuerza cerca de la base de los troncos recién cortados,  podría  ser  sólo una reacción  momentánea, una última defensa de la planta antes de  morir. Un postrer "canto del cisme".  En realidad, no lo sabemos. El tiempo nos lo dirá. 

3. Dudamos que  este tan drástico sistema de poda sea una solución definitiva al problema del bosque que a todas luces está muriendo,  aunque temporalmente, esta medida frenará sin duda  y mitigará en alguna medida la propagación de las pestes que aportan los insectos,  máxime las numerosas especies de polillas (Noctuidae) que se ceban en  el follaje verde.

4. Somos de la opinión de que solamente  una firme  y sostenida política futura de extracción de agua  de mar, previamente, desalinizada y traída en tubería desde el mar, permitiría la recuperación  y regeneración del Tamarugal; más aún, permitiría ampliar considerablemente tanto la plantación como la agricultura  en  los infinitos espacios  abiertos de la pampa, hoy casi carentes de vegetación. Miles de hectáreas podrían así ser utilizadas para beneficio de futuras comunidades de agricultores en la pampa.  ¿Es este solo un sueño, o una realidad ad portas para la Región  de Tarapacá?.

5.  Se cumpliría así el sueño profético del Teniente de Gobernador de Tarapacá el visionario  sevillano Antonio O´Brien  en 1765, expresado  en su famosa "Descripción de Tarapacá", a la que hemos aquí hecho referencia.  Escribía O´Brien  en esos años: "Es un territorio que según las señas y experiencia que se tiene, ha sido fertilísimo, no pudiendo dudarse que lo es y lo volverá a ser siempre que se le introduzca agua que los riegue" (sic!).

6. Veremos en los  años venideros si la  potente poda que se ha realizado recientemente, a manera de prueba, en una franja a ambos costados de la carretera panamericana,  surte algún efecto positivo  en el desarrollo futuro de la especie tamarugo  in situ. Ojalá ésta resultara beneficiosa para el bosque y la Reserva. Pero dadas las actuales condiciones de sequedad, más el imparable incremento global de la temperatura por obra del calentamiento global  -tal como nos lo señalan algunos lectores-,  dudamos sinceramente de ello.  Ojalá nos equivoquemos.

7. Este acelerado proceso actual de cambio en el Tamarugal debería ser seguido con especial cuidado por los especialistas ecólogos, biólogos,  botánicos o ingenieros forestales ( y no solo por la CONAF local),  para evitar que  a la postre "el remedio sea peor que la enfermedad". 

8. El bosque del Tamarugal no solo es valiosísimo por las especies endémicas (vegetales y animales) que  en sí encierra,  sino por su importancia como regulador del clima en esa región.