jueves, 30 de junio de 2016

El Mensaje de una compleja historia: las migraciones a Europa occidental: ¿Islamización del viejo continente hoy?.


La historia "maestra de vida"  ayuda a entender el presente.

Para poder entender mejor lo que  está ocurriendo hoy día en Europa ante la amenaza  de la Jihad o "Guerra santa", proclamada por el Estado Islámico   (El)  contra los países de  Europa occidental, juzgamos que es del todo necesario recordar y traer a la memoria la accidentada  historia de la región. Se dice con mucha razón que la historia es "magistra vitae" (maestra de la vida), por las ricas enseñanzas que contiene. El  ser de "hoy" de una región o comarca, no se entenderá jamás correctamente si no profundizamos en su  "ayer" y  aún en su "anteayer".  Es algo que los políticos, los sociólogos  o los economistas de hoy suelen  desconocer a veces al tomar sus decisiones. Ya lo decía con su característica sagacidad el filósofo Ortega y Gasset en alguna de sus obras.  El "hoy" no puede desligarse de su "ayer", de su pasado. Este pervive de alguna manera en la actualidad, al modo como el ADN genético de una familia pervive a través de muchísimas generaciones.

Hemos meditado sobre la matanza de París.

En un capítulo anterior de este blog,  hemos meditado  en torno al sentido,  enseñanza o  moraleja que nos deja el cruento y doloroso episodio del asesinato a mansalva de la mayoría de los miembros de la redacción del diario satírico francés Charlie Hebdo, en la ciudad de París.

¿Cómo entender lo que hoy ocurre en Europa?.

En los párrafos que siguen, trataremos de echar una mirada  a este fenómeno desde el punto de vista del pasado,  con los ojos de un  antropólogo cultural y social tratando de entenderlo  y examinarlo,  en lo posible sin las anteojeras propias de un creyente, sino con la mirada  del historiador honesto que aporta datos, cifras y detalles tomados de la realidad.  Observamos una confusión enorme a nuestro alrededor al respecto, que  quisiéramos contribuir a iluminar con nuestro granito de arena en un tema como éste, harto espinudo, complejo y de múltiples aristas. No somos ciertamente poseedores de la verdad (no somos dioses), pero creemos que podemos decir algo al respecto. Más aún, creemos que debemos señalar posibles peligros y riesgos.

Consideraciones  históricas  y antropológicas. Remontándonos al pasado remoto.

1. Los pueblos de la tierra  han tenido, a lo largo de la historia,  diferentes concepciones  sobre Dios y sobre el mundo. Muchos factores han intervenido en ello a medida que el ser humano  iba reflexionando sobre  el mundo que lo rodeaba, sobre sí mismo, su origen  y su destino; sobre el sentido de la vida y, sobre todo, de la muerte, momento que sobrecogía y perturbaba al hombre primitivo.   La evolución del sentimiento religioso y sus formas de expresión han sido muy diversas. Entre nosotros, Martin Gusinde (1886-1969), el genial etnólogo alemán que trabajó entre los aborígenes del extremo sur de Chile y la Argentina  en su monumental  obra Die Feuerland Indianer  (Los Indígenas de Tierra del Fuego) prueba que todos estos grupos, por  más primitivos que aparentemente fueran, con lenguas y concepciones del mundo parcialmente distintas, poseían siempre un acentuado  y profundo sentimiento religioso, expresado de muchas maneras.

2. Según los antropólogos, todos  los pueblos de la tierra han tenido  fe o han creído (que viene a ser lo mismo) en una  o varias divinidades que presidían  y /o controlaban su vida,  hasta en los menores detalles, en especial en el trance de la muerte. Los ritos funerarios son muy antiguos en la humanidad y sabemos hoy que se remontan  al más remoto período paleolítico. Decenas de miles de años atrás ya se presentan en el registro arqueológico. Nunca hubo pueblos propiamente "ateos" (= sin dioses), de que se tenga noticia a través de la Etnología comparada y de la Antropología cultural mundial. Históricamente, este sentido de lo religioso de un animismo inicial propio del período tribal, la humanidad fue lentamente evolucionando a  formas variadas de un panteísmo (Egipto, Fenicia, Grecia, Roma).  Más tarde aparecieron  las primeras religiones monoteístas  (es decir, que creen en un solo Dios), entre ellas el Judaísmo (en el primer milenio  A.C.), el Cristianismo (al inicio de nuestra era cristiana, hace 2.000 años) y varios siglos más tarde, recién en el siglo VI D.C.,   el Islam proclamado  y difundido en Oriente por el profeta  Mahoma (Nace en La Meca, 570 - Muere en  Medina el año 632 D.C.).

3. De acuerdo a la arqueología,  cuando a partir del período Neolítico (10.000-12.000 A.C)  empiezan las antiguas bandas nómades de cazadores-recolectores a constituir las primeras aldeas sedentarias a orillas del Mar Báltico, se inicia en Europa el contacto asiduo y la co-existencia obligada entre diversas formas de vida, y, por ende también,  el contacto entre grupos humanos  de  ritos  y creencias diferentes. La aparición de las primeras ciudades  y los primeros Estados,  hacia los  5.000-6.000 A.C. en el Viejo Mundo  (Turquía, Siria, Israel,  Irak, Irán), propicia,  fomenta  e intensifica el encuentro entre distintos credos  y creencias,   facilitado por las expediciones de conquista, el rapto de numerosos rehenes y cautivos, la práctica común de la esclavitud y el consiguiente establecimiento a sangre y fuego  de los primeros Reinos e Imperios. 

4.  En el Viejo Mundo, las costas del  Mar Mediterráneo son testigo  fiel de la  expansión marítima de fenicios y griegos por intereses y tratos comerciales los que junto con establecer colonias permanentes en Italia, Galia, Hispania y Norte de África, transmiten, igualmente sus creencias, sus dioses, cultos, sus ritos, su arte y su arquitectura; en una palabra, parte significativa de su cultura. Ricas y populosas colonias fenicias se instalan en las costas de Francia, Cataluña, España, Córcega, Cerdeña y Las Islas Baleares  hasta las mismas Columnas de Hércules (Gibraltar) desde los 1.200 A.C. Es  el período en que  sus dioses, sus ritos y creencias penetran firmemente y se insertan  en las costas mediterráneas de la actual Europa junto con los granos, el vino, el aceite de oliva,  las telas finas, cerámica fina, variadas mercancías, o las joyas y variados  utensilios que traen del oriente (o de la milenaria China)  en sus galeras a remeros. 
Los griegos, de tradición geográfica insular, continuarán esta misma tradición comercial llevando consigo,  sus telas, sus ánforas de vino o aceite de oliva, pero también sus estatuillas e ídolos, sus  grandiosos edificios a los dioses  y sus ritos a las divinidades del monte Olimpo.

5. La Europa mediterránea es así  literalmente  "bombardeada"  con  esta penetración  que es a la vez étnica, económica, comercial y religiosa, desde  más de mil años antes de que  Pablo, Lucas, Timoteo, Tito y sus discípulos iniciaran la evangelización cristiana de  las costas de Siria, Turquía, Líbano, Italia, Chipre, Grecia, Malta, España ó Francia. El apóstol San Pablo -recordémoslo bien - hablándoles en griego, alabará  en Atenas  a los atenienses elogiándolos por la gran religiosidad que manifiestan  al   erigir, junto a sus propios  dioses,  un altar "al Dios desconocido", divinidad que  les dice  él viene a darles a conocer con el nombre de Jesús, el "Ungido" de Jahveh.

6. Entre los siglos  III y  V D.C.  ocurre la lenta descomposición del imperio romano a causa de las interminables guerras civiles intestinas, con el consiguiente debilitamiento de sus fronteras y   aparecerán  y penetrarán poco a poco en Europa las  hordas de bárbaros venidos de las mesetas orientales: los godos (ostrogodos y visigodos), francos, suevos, burgundios, anglos, sajones, vándalos, hunos,  frisones, alanos y alamanes. El rey de los  hunos, Atila, fue el más famoso entre los caudillos de tales pueblos bárbaros, por sus extensas conquistas y, a la vez,  el peor enemigo del por entonces  ya muy debilitado y dividido Imperio Romano, entre Oriente y Occidente. En su gran mayoría, estos bárbaros asentados en los territorios del antiguo imperio romano adoptaron las costumbres romanas y su idioma (el latín), idioma  que dará origen a las lenguas romances del presente (castellano, portugués, gallego, francés, catalán, reto-romano, rumano).

7. Gran parte de ellos se convierte finalmente al Cristianismo, como en el caso sintomático del rey franco Clodoveo, que se hace bautizar como cristiano, con 3.000 de sus guerreros y vasallos. Era ésta una época   -como en toda la Edad Media siguiente- en que se ponía en práctica,   de facto,  la fórmula  religiosa acomodaticia que  quedará bien expresada bastante más tarde  en el adagio latino "cuius regio eius religio". esto es, "de quien es la región, es también la religión"   (adoptada oficialmente en la Confesión de Augsburg en 1555).  O sea, en buen romance, el pueblo debe adoptar por necesidad la religión de su gobernante.  ¿Por agradarle?, ¿por no provocarle?  ¿ por obtener de él granjerías y ventajas?; ¿o por la necesidad de una  obediencia política?  Seguramente,  por todo  eso y  mucho más.

La invasión de los árabes a partir del siglo VIII  D.C.

8. Lo que queremos recalcar con  este recuento somero de una historia multisecular, es que hoy  no es la primera vez que Europa recibe potentes oleadas de inmigrantes (muchas decenas de miles)  en su seno. Europa ha conocido en su historia milenaria,  múltiples embestidas de grupos humanos que, escapando de las condiciones a veces climáticas (sequías y sus consiguientes hambrunas), a veces políticas (persecuciones) desde las llanuras del  Este  o las fronteras naturales del sur, rebasan sus límites y terminan por asentarse en los territorios,  débilmente poblados por entonces, de la Europa occidental, máxime en sus regiones septentrionales. En el año 711 los sarracenos de religión musulmana penetran en Europa, procedentes del norte de África, atravesando en sus naves  las columnas de Hércules (Gibraltar). España, la vieja Hispania  romana, es conquistada casi en su totalidad, librándose sólo los pequeños reinos de los Pirineos donde resisten los bravos vascos y navarros ocultos en  sus bosques milenarios.

9. La resistencia de los reinos cristianos.

Los numerosos pequeños reinos o principados  de la Península ibérica, enfrascados en sus disputas familiares o territoriales, caen uno en pos del otro  en manos del invasor, incapaces de ofrecer una resistencia organizada al monarca musulmán. Sólo logran ser detenidos en su avance arrollador hacia el Norte,  en Francia, en la batalla de Poitiers (cerca de Tours), a manos del capitán de los francos Carlos Martel. La batalla tiene lugar  cerca de Tours, el 10 de octubre del año 732. Éste, cansado de las continuas  correrías sangrientas de los sarracenos en busca de botín, ofrece batalla al ejército sarraceno capitaneado por el gobernador de Andalucía Abderrahman ibn Abdullah Al Gafiri, dándole muerte. Así comienza la retirada sarracena y la lenta recuperación  del territorio perdido en el sur de Francia y norte y centro de España.

10.  Fin del avance musulmán en Europa.

 Esta batalla  logró  impedir y frenar  el avance hacia el Norte de las tropas musulmanas, asentadas ya firmemente en España. Este acontecimiento es considerado de vital importancia histórica para Europa, pues impidió el avance del Islam y  permitió  la preservación del Cristianismo  en las antiguas provincias  romanas de Hispania y Galia. La historia plurisecular de la penetración sarracena en Europa termina con la conquista final del bastión de Granada, por parte de los Reyes Católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, en el año 1492, el mismo año del descubrimiento de América por el  navegante catalán Cristóbal Colom (Colón para los españoles).

El avance del Islam hoy sobre Europa.

Hoy la historia es algo bastante diferente. No hay ejércitos organizados ni líderes carismáticos, ni cruentas batallas. No hay voluntad de pillaje o despojo.   Ha sido, sin embargo, una penetración lenta, pero constante, de infinitas familias individuales,  iniciada en Francia desde principios del siglo XX o aún antes, por obreros árabes musulmanes muy pobres del Norte de Africa, originarios de las ocho colonias francesas. Después del término de la II Guerra Mundial,  legiones de inmigrantes árabes procedentes  principalmente de Turquía llegarán por el Este a Alemania, Austria, Bélgica y Holanda, a engrosar la fuerza de trabajo de estos países. España, en su frágil frontera marítima meridional no logra impedir el paso de migrantes africanos, en su inmensa mayoría musulmanes, que buscan desesperadamente trabajo y paz. Proceden  de sus antiguas colonias de Marruecos Español, Sahara Occidental, Ifni y Guinea Occidental. En frágiles embarcaciones y con cierto dominio del idioma español, perforan fácilmente las barreras  fronterizas de un brazo de mar, alcanzando la península en la zona de Gibraltar. ¿Qué tienen todos ellos en común?. Solo dos  cosas. a) su fe en el Islam, en Mahoma su profeta y su  fidelidad al libro sagrado "El Corán", y b) su lengua árabe  compartida desde Irak hasta  Marruecos Español o Mauritania.

Una cierta similitud.

 La rápida difusión del Islam a partir de Mahoma  (siglo VI D.C.)  tiene como vehículo esencial la lengua árabe  en la que ha sido  escrito el Corán  por Mahoma, tal como el quechua fue el vehículo de la expansión del Tahuantinsuyo de los Incas y en este mismo idioma se difunden los mitos y leyendas, base de sus creencias. En este sentido, la expansión del Califato árabe se asemeja en no pocos aspectos  a la expansión Inca en los Andes de la América del Sur. Mientras el primero pregona la adopción del dios Alah y su profeta Mahoma, el segundo fomenta y exige  la aceptación obligada  del dios Inti y sus rituales entre los pueblos vencidos subyugados.  Religión y poder político van de la mano en ambos casos.

El resultado no esperado  del colonialismo europeo.

Los inmigrantes pobres que llegan a Francia  desde fines del siglo XIX en gran número, proceden de los extensos territorios coloniales que Francia tuvo en Africa  (Afrique Occidentale Francaise),  a saber: Mauritania, Argelia, Senegal, Sudán Francés (hoy Mali), Guinea, Costa de Marfil, Níger, Alto Volta (hoy Burkina Faso) y Dahomey ( hoy Benin).  No debemos olvidar que la penetración francesa -al igual que la española y portuguesa- en África se inicia muy tempranamente en las costas a través de factorías comerciales que se implantan en sus costas occidentales  ya a partir del siglo XVII de las que obtiene pingües ganancias.  Y con sus enseres básicos y su escasa vestimenta, llegan con sus creencias, sus ritos y su religión. No podía ser de otra manera.


Inestabilidad política generalizada  en países árabes de medio Oriente.

La guerra en el cercano Oriente  contra el Estado islámico (EI) y los talibanes ha provocado una situación política y social de peligrosa inestabilidad que hoy reina en Pakistán, Afganistán y Siria y aún el Líbano. Siria es hoy día un polvorín, del que están escapando  decenas de miles de personas que  buscan una vida mejor. Los combates  contra  el Estado islámico y los talibanes, y la lucha entre  árabes Sunitas y Chiítas  y, por otra parte,  el intento de los kurdos por recuperar su libertad como nación,  han convertido esa amplia zona en un sangriento polvorín. Cuando se escucha a los sirios que  han huido a Europa occidental  su triste historia, se comprende bien la razón de su fuga,  del abandono total de sus bienes por acceder a la libertad.

¿Qué puede ocurrir  en Europa en un corto lapso de tiempo?.

¡Cómo quisiéramos ser profetas para predecir eficazmente el futuro!. Sin embargo, hay algunas  sugerencias y atisbos que se puede intuir en este proceso de  efectiva, ràpida  y real  islamización de la vieja Europa.

1. Se calcula ya en unos 25-27 millones los migrantes de religión musulmana que viven en países de Europa. Su número y porcentaje irá en rápido aumento a causa de la migración masiva, siempre creciente, hacia los países de Europa. Pero también, por razón de su elevada tasa de crecimiento que triplica a lo menos la de los grupos originarios de esos países. Éstos, tienen hoy muchos menos hijos; cada vez menos.

2. Los migrantes se concentran hoy en muy pocos países de la Unión  Europea:   España, Francia, Inglaterra,  Alemania, Austria, Bélgica, Holanda, Suiza) : nadie emigra hacia los países del Este de Europa, sólo al Oeste.  Poquísimos, se van a la península de los Balcanes o Grecia, a pesar de su mucho mayor cercanía  geográfica. ¿Qué buscan?. Estabilidad  política y, sobre todo,  seguridad económica. Prefieren por lo tanto los países ricos y los que presentan una gran estabilidad política.

3. Por lo que se sabe, raro es el musulmán que se convierte al Cristianismo europeo. En caso de conversión, pasarían ellos a ser, a los ojos de sus semejantes, verdaderos parias de su raza y cultura. Lo que trae como corolario obligado el que en la Europa de hoy aumentan mucho más rápidamente los musulmanes que los cristianos. Mientras Europa se descristianiza velozmente, ésta se islamiza. Las estadísticas son elocuentes. Ningún otro credo religioso entra aquí en juego para poder establecer un cierto  equilibrio  (v.gr. religiones de China o  de la India: Budismo  o Taoísmo).

4.  En todos los países donde se asientan familias musulmanas, no tardan  en aparecer  sus templos, las mezquitas y sus predicadores. Se dice que sólo en Francia existen hoy más de 2.000 mezquitas, mientras  el número de templos  católicos disminuye, se cierran al público por falta de fieles, o aún se ponen a la venta. Realidad innegable hoy día en países como España, Francia, Bélgica  e Italia.

5. El Corán, a pesar de que  el tema sea debatido  hoy en círculos religiosos,  en muchas de sus suras (versículos) alienta y pregona abiertamente la lucha contra el  "enemigo", que en este caso ciertamente, no es otro que el cristiano, tal como ocurriera en tiempos de las Cruzadas contra el Califato.  Decenas de suras  pregonan y exigen, con términos muy violentos,  la lucha armada contra dicho "enemigo". Y así lo han interpretado ad litteram tanto  el Estado Islámico como los talibanes en su lucha contra Occidente (para ellos presuntamente "cristiano"). El "enemigo" es el mismo para ellos, aunque  el mundo europeo occidental hodierno tenga ya, a la verdad,  muy poco de cristiano. Pero sigue siendo "cristiano" desde el punto de vista histórico y fundacional. Para los grupos islámicos más radicales, sigue aún visible de una manera  u otra,  la "impronta" cristiana de origen, el "sello" del Cristianismo y de la Cruz, su enemigo ancestral. Europa a partir del emperador  Constantino inició un largo y accidentado período  de paulatina cristianización, precedido del  bautismo de sus líderes o jefes. El mundo islámico de hoy no hace la  distinción fina que hacemos nosotros  hoy entre el ayer histórico y el hoy convulsionado y revuelto. Entre un mundo cristiano (Edad Media) y un mundo postmoderno, totalmente laico, donde los valores cristianos han dejado hace ya rato de permear sus respectivos estados, naciones y sus legislaciones de signo laico, cuando no abiertamente anti-cristiano.

6. Igualmente, en todos los países donde los musulmanes llegan a ser muy  numerosos, tienden a establecer rápidamente sus propias escuelas donde se enseña su lengua, su tradiciones, su cultura  y su religión; en una palabra, su modo de vida, muy diferente (y a veces diametralmente opuesto)  a aquel del país donde se encuentran. Donde llegan a ser numerosos, tienden a formar siempre  verdaderos ghettos geográficos, barrios cada vez más enclaustrados, donde viven  juntos, se educan juntos, hablan entre sí el árabe y  veneran juntos en sus mezquitas a Alah y a Mahoma su profeta. Es decir, trasladan literalmente el modo de vivir en su patria, al país que les ha acogido. Este segregacionismo tanto geográfico como cultural y religioso, es desde el punto de vista de la convivencia social y religiosa, un peligro latente.  Llega  a ser, así,   un fácil caldo de cultivo para facciones religiosas extremistas, que reclutan allí, entre los sin casa, desadaptados, descontentos o cesantes, numerosos adeptos, candidatos ideales para el Estado Islámico o Al Kaeda. Es lo que ha ocurrido en Bélgica, Francia y otros países de Europa. No cabe duda de que esta segregación  -expresamente pretendida o solo accidentalmente conseguida- constituye una zona fácil de fricciones interétnicas y religiosas y, por lo que nos dicta la experiencia, un polvorín en ciernes. Que no es esto mera especulación o conjetura nuestra, lo demuestra lo que ya está ocurriendo hoy, a diario, en Francia, Bélgica, Holanda, o Alemania, entre otros países de Europa occidental, donde se han asilado no pocos terroristas musulmanes, dotados ya, por nacimiento, de la respectiva ciudadanía europea.

¿Qué hacer en estos casos?.

1. La receta ciertamente no está en seguir los planteamientos de un Donald Trump, el estridente magnate estadounidense, candidato republicano a la presidencia de su país, quien ha afirmado categóricamente que cerrará la puerta a todos los musulmanes. Tales restricciones atentan contra la libertad y solo alimentan actitudes abiertamente pro-nazis, las que ya alzan sus airadas voces en algunos países con las consecuencias de incendios y masacres que hemos visto en algunos países.  

2. El error reside, en nuestra opinión, en no haber sabido poner condiciones mucho más férreas  a los inmigrantes.  El error ha sido abrir "la puerta ancha" a toda clase de migración, so pretexto de la urgente necesidad de mano de obra, sin mediar condición alguna. Lo primero, es saber quién entra y con qué fines. Lo segundo, es cerciorarse de que el migrante quiera realmente vivir, en todo, como los demás miembros del país que lo acoge y no enclaustrarse en un ghetto. Lo tercero, es que todo migrante debería ser obligado a estudiar y conocer a fondo la lengua, la historia y las tradiciones del país que le acoge. Lo que supone que el país receptor impone al migrante  un período  de seguimiento obligatorio, con personal altamente capacitado,  de cursos especiales de "capacitación migratoria" (en lengua, cultura, historia, geografía  y tradiciones patrias), tanto para niños como para adultos.

3. Otra fuente cierta de  error ha sido "la escala", es decir, el porcentaje o la cantidad  de migrantes que un país puede adoptar durante un cierto período de tiempo, sin menoscabar, afectar  ni causar daño irreparable a su propia "identidad nacional". Si partimos de la premisa de que los hijos de musulmanes serán también musulmanes (como lo prueba sin discusión la experiencia europea)  y conservarán la lengua de sus padres (el árabe),  tal como lo hicieran en el pasado los judíos emigrados que conservaron el hebreo y su religión, es evidente que con el correr del tiempo, su "cultura"  será idéntica a la del país de origen; llegan así a constituir "un estado dentro del estado".   Su habitat  en tierra extraña (su ghetto) será en este caso  sirio, libio, afgano, pakistaní, marroquí o turco, en todas sus manifestaciones (coros, oraciones, ritos,  fiestas, bailes, etc.).  La "cultura" adquirida no será la alemana, francesa, flamenca o española del país de adopción, sino la propia traída a hurtadillas del país de origen. Y la tendencia a la formación de ghettos cerrados, social, económica  y culturalmente, será en la práctica, inevitable.  Todo ghetto es una bomba de tiempo social y cultural: un desafío abierto a la identidad nacional. Y es lo que hoy está ocurriendo en varios países de Europa.

4.  "Donde fueres, haz lo que vieres", reza el antiquísimo adagio castellano.   Es éste un llamado a asemejarse al modo de vivir  del país que te acoge, no solo para no llamar la atención, sino como un gesto de respeto hacia los miembros del país de adopción al que llegas o,  mejor aún, una expresión del querer realmente insertarse como migrante.  Este antiguo proverbio latino de origen medieval:   "si  fueris Romae, romano vivito more; si fueris alibi, vivito sicut ibi"  existe también en inglés:   "When in Rome, do as the Romans do" y encierra una profunda lección de respeto y educación, de anhelo de una auténtica y verdadera adaptación en  una tierra extraña.

 7.  El antropólogo social o cultural que va a tierras ignotas, imbuido en las lecciones de maestros como Malinowsky o un Radcliffe Brown  sabe muy bien que el primer paso que debe dar el investigador de una cultura  exótica, diferente a la propia, es tratar de vivir como el otro, imitando sus modos de vida, empezando por el aprendizaje y dominio de su lengua. Es una manera de congraciarse con el miembro de otra cultura, reconociendo implícitamente la validez de sus tradiciones, sus valores. Y, por el contrario, el que persiste en ser diferente y mostrarse siempre diferente (en su hablar, vestir, comer o divertirse), en la práctica demuestra arrogancia y (aunque no lo pretenda) está despreciando al otro y su cultura y así lo siente y experimenta este último.

8. Recurramos a nuestra experiencia diaria. ¿Acaso no nos molesta el que los pakistaníes e iraníes que viven en Iquique (donde resido), usen continuamente su vestimenta  tradicional, tanto ellos como ellas  y aún  sus niños pequeños,  y desenfadadamente hablen entre ellos el árabe, en voz alta, como es su hábito,  ante  nosotros los chilenos?.  Ciertamente lo consideramos una falta de tino, una falta de respeto; en una palabra, un desatino, cuando no, un velado insulto.  El que mantengan sus costumbres y su lengua en su casa, entre ellos, o en sus fiestas de tipo étnico,  bien. Es comprensible  y hasta es laudable.  Pero en la vía pública, compórtense como el resto de los chilenos, viviendo como ellos. Es una forma concreta de asimilarse, asemejarse, de querer llevarse bien con la mayoría. En este sentido, la reciente legislación francesa que pretende obligar a la mujer musulmana a vestir a la usanza nacional, dejando de lado  el  uso del  hiyad o burka  (velo que oculta gran parte del rostro) y la falda larga tradicional de su país de origen, adquiere plena validez. Porque  su uso común no solo tiene para ellas un sentido únicamente religioso, sino mucho más, un sentido étnico  y confesional, símbolo patente de pertenencia y adhesión a "otra" comunidad humana, dotada de "otros" valores, considerados por cierto como superiores. Para el musulmán es símbolo de su pertenencia y adhesión a otro grupo lingüístico y confesional: su religión se expresa y simboliza en su vestimenta, recatada y discreta.  El musulmán que deserta de la burka o deja de hablar el árabe,  es considerado, de hecho en su comunidad,  un "paria" de su raza  y cultura.

No es éste el caso para el turista que está  de paso.

El adagio citado más arriba: "donde fueres, haz lo que vieres", no rige obviamente para el turista que está de paso, sino tan solo para el migrante, el residente, máxime para aquél que pretende buscar un nuevo y definitivo  hogar en tierra extraña. El olvido de esta simple norma elemental,  es causa  de roces, conflictos y disensiones que pueden terminar en muertes o en auténticas "batallas tribales" como se ha visto en Alemania, atizadas  por el espíritu nazi que no ha muerto. 

Conclusiones.

1. Estamos, al parecer,  frente a  dos posiciones extremas:  o se acepta  la llegada   indiscriminada de inmigrantes que traen consigo su lengua, su cultura, su tradición y sus costumbres,  sin pedirles nada a cambio (globalización), o  se restringe su ingreso y se pone trabas y condiciones, para salvaguardar y  defender, como un bien supremo,  la identidad nacional (auto-identificación nacionalista). No parece fácil armonizar estas tendencias, aparentemente tan opuestas y divergentes.

2. La globalización acepta sin  discusión el tránsito y libre movilidad de personas, culturas y bienes   entre las naciones, sin restricción de ninguna clase, mientras que  el proteccionismo  cultural  so capa de defensa de la  identidad nacional o auto-identificación, quiere refrenar  y dosificar tal  libertad,  en aras de la defensa de los valores nacionales, que son intransables. ¿Es ésta una antinomia real o caben matices?. ¿Qué pensar al respecto a la luz de los recientes hechos ocurridos en Europa?. ¿El triunfo reciente del  Brexit  en Gran Bretaña, nos da alguna luz al respecto?. Extrañamente, esta islamización o su  peligro, ha inducido a muchos votantes ingleses a   favorecer el Brexit, es decir, su salida de la Unión Europea  para poder mejor- según dicen- proteger sus fronteras.

3. Una mirada al Corán  tal vez nos dé la clave.
    
Escojo una de las suras del Corán que  exalta muy claramente la guerra santa   (la Jihad) contra los infieles:

Sura 9: 29-31

“¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura no creen en Dios ni en el último Día, ni prohíben lo que Dios y Su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!. Los judíos dicen: Uzayr es el hijo de Dios. Y los cristianos dicen: El Ungido es el hijo de Dios. Eso es lo que dicen de palabra. Remedan lo que ya antes habían dicho los infieles. ¡Que Dios les maldiga! ¡Cómo pueden ser tan desviados! Han tomado a sus doctores y a sus monjes, así como al Ungido, hijo de María, como señores, en lugar de tomar a Dios, cuando las órdenes que habían recibido no eran sino de servir a un Dios Uno. ¡No hay más Dios que Él! ¡Está por encima de lo que le asocian!”

Es cierto -y hay que destacarlo- que hay una facción más espiritualista del Islam que señala que estas  durísimas frases de su libro sagrado han de entenderse sólo en sentido figurado. Pero hay otras -el caso de los Talibanes y  el  Estado Islámico-, que  lo estiman una orden perentoria de Alah y por ella están dispuestos a  sacrificar sus vidas. Lo hemos visto en los últimos atentados. No han dudado en portar en sus cuerpos una bomba en lugares donde  acuden en gran número los "infieles". ¡Lo han tomado, por desgracia,  al pie de la letra!.

A los líderes espirituales islámicos de hoy toca ahora  explicar  claramente su significado y desvirtuar las interpretaciones erróneas que  conducen al odio y a la guerra fratricida.

La gran incógnita que para nosotros queda latente o subyacente es llegar a  saber con certeza si las mezquitas  -centro de adoración a Alah de la comunidad islámica-  constituyen un caldo de cultivo de este aislacionismo  cultural, y social  y religioso (xenofóbico) o, por el contrario, constituyen  la herramienta fundamental para una integración progresiva a la nueva sociedad que los acoge. Alguien conoce algún estudio profundo de la función real que ejercen hoy en los países de Europa las mezquitas y sus predicadores  o "imanes"?. ¿O de la posible relación entre  la enseñanza del Islam  y el comportamiento de  muchos inadaptados sociales que  se convierten en  "suicidas", matando "cristianos" ( como proclaman) en lugares públicos, por orden de Alah?.

No deja de ser muy sintomático, a este  respecto, lo que algunos líderes europeos actuales considerados nazis o "de derecha"- están demandando hoy con fuerza creciente: la prohibición de ingreso a los musulmanes o el cierre de sus mezquitas o, al menos, la prohibición del uso de  la burka en la vestimenta femenina. El proceso del "Brexit"  reciente en el Reino Unido, desligándose de la Unión Europea y su destino común, o la negativa de Bulgaria y otros países para recibir cuotas de inmigrantes  sirios o africanos, de religión islámica, claramente tendría que ver con este tema.  El Reino Unido no quiso acatar ciertas decisiones de la Unión Europea "por cuidar y defender sus fronteras".¿De quién?   y ¿por qué?. La respuesta nos parece evidente.

El problema es hoy muy actual y a la vez candente, pues la inestabilidad política y económica de varios países orientales, de predominante religión musulmana, (Siria, Pakistán,  Irak,  Irán, o Libia y varias otras naciones del  Norte de Africa) seguirá alimentando una migración incesante a través de Turquía y Grecia, o a través de las azarosas aguas del Mediterráneo, que siguen cobrando la vida de miles de víctimas inocentes.


domingo, 19 de junio de 2016

Descripción del pucará de Quitor por el ingeniero geógrafo y naturalista Francisco Javier San Román en el año 1884: discusión y comentarios.



El presente trabajo constituye una pequeña contribución histórica al conocimiento y estudio del pucará de Quitor, fortaleza atacameña situada en las proximidades del poblado de San Pedro de Atacama. Quiere, ser, a la vez, un pequeño presente del autor de este Blog a  sus queridos amigos atacameños, fieles al recuerdo de la obra  gigantesca del sacerdote-arqueólogo Gustavo le Paige S.J., allí realizada por espacio de 27 años, con quienes departí  por varios años   (1963-1965 y 1984-1993), recorriendo  casi todos  los polvorientos senderos de Atacama.

Este breve capítulo tiene por misión rescatar temas de una poco conocida descripción del ingeniero y geógrafo chileno Francisco Javier San Román (1838, Copiapó - 1902, Santiago), copiapino, comisionado por el gobierno de  Chile para recorrer y describir  en detalle  desde varios ángulos,  la región recién conquistada por  las tropas chilenas, en el interior de Antofagasta.

                                           
 Fig. 1.   Portada de la obra de Cristián Muñoz (edit.) sobre la expedición a Antofagasta realizada por el explorador e ingeniero geógrafo Francisco Javier San Román  por comisión expresa del gobierno de Chile. Impresa en Copiapó  (?) en el año 2014.           

Su autor nacido en Copiapó en 1838, fue hijo de inmigrantes  argentinos que  habían escapado de la dictadura de Juan Manuel de Rosas  y se habían refugiado, como tantos otros connacionales suyos, en nuestro país. Estudió  minería -su especialidad- en la escuela que  el sabio polaco don Ignacio Domeyko había establecido poco antes en Copiapó  y se tituló de ingeniero. Su obra cumbre: "Desierto y Cordilleras de Atacama",   fue publicada en tres volúmenes en Santiago de Chile, por la Imprenta Nacional   (Tomo I: 1896; Tomo II; 1896; Tomo III: 1902). Además de la geología y mineralogía,  se interesó vivamente  por la lengua y costumbres de los atacameños a quienes trató y conoció  tan de cerca durante sus largas expediciones, y publicó sus valiosos apuntes sobre  su lengua con el nombre de:  "La lengua  cunza de los naturales de Atacama", (Imprenta Gutemberg, Santiago, 1890). También hubo una edición de esta obra en la Revista de la División de Obras Públicas, Sección de Geografía, Santiago de Chile, N° 5, año de 1890.  (hay una reedición muy posterior de la misma obrita en la revista "Ancora", Revista Universitaria de Cultura, Santiago, 1966: 76-88).
Siendo San Román  gran conocedor de la zona norte, el gobierno del Presidente Santa María  le confió el mando de la expedición científica a la zona del interior de Antofagasta,  exploración que duraría tres años. 

Gracias a esta comisión del gobierno chileno, confiada  en Abril de 1883, el ingeniero  San Román nos ofrece un relato muy valioso, plagado de referencias  ecológicas y geográficas, gracias a su gran interés por la geología,  las ciencias naturales y la geografía,  tanto física como económica y biológica. Su amor a la naturaleza en todas sus formas, se manifiesta en esta obra en cada una de sus páginas. En ese relato, figura la descripción que aquí ofreceremos de la fortaleza atacameña de Quitor, junto al río San Pedro.  De pluma brillante y fecunda,  San Román  nos ofrece descripciones realmente fascinantes de los paisajes cordilleranos que le tocó recorrer a caballo, en mula y a pie durante su larga y fructífera exploración.

                          
Fig. 2.  Imagen del pucará o fortaleza defensiva de Quitor en las márgenes del río San Pedro. Fotografía tomada por nosotros a fines del  mes de diciembre del año 1964, con motivo de una de nuestras últimas estadías en el museo arqueológico del P. Le Paige. Desconocemos hoy  la función exacta  del gran recinto circular,  en forma de torreón, con sus muros bastante bien conservados hasta hoy,  que aparece a la  izquierda de esta imagen. A  propósito, recuerdo bien nuestro hallazgo de una pequeña punta de proyectil en sílex, de aproximadamente de unos  2,5 cm de largo,  en la base de uno de los muros internos del recinto fortificado. Seguramente, una punta de proyectil usada como  dardo arrojadizo mediante el empleo del  arco, por sus defensores que allí se opusieron  heroicamente al ataqu e del capitán español Francisco de Aguirre. (Foto H. Larrain, diciembre 1964).

La comisión  encargada por el gobierno chileno a San Román.

En la imagen que sigue (Fig. 3 y 4)  consta en detalle la difícil misión recibida por el explorador chileno.

Fig. 3. Página 30 del libro: Francisco San Román, Naturalista de Atacama, siglo XIX en que se muestra el texto de la comisión presidencial encomendada al  ingeniero geógrafo, en Abril de  1883.  



Fig. 4.  Continuación del texto (pg.31) de la citada Comisión Presidencial, firmada por el presidente de Chile Domingo Santa María  y su ministro, José Manuel Balmaceda. Aquí se detalla  los aspectos que deben ser especialmente  examinados durante dicho viaje de exploración.  Especial énfasis se da en este encargo  al estudio de las rutas de comunicación, la riqueza mineralógica de la zona  y a la confección de una carta topográfica de esa sección del desierto, en la que debe señalizarse la presencia de aguadas. Esta carta topográfica constituye un aporte muy importante para el conocimiento del  nuevo territorio y aporta mucha información adicional a la carta hecha por Guillermo Döll, dibujante de la expedición de R. A. Philippi en el año 1853-54.

Las ruinas de la fortaleza de Quitor según San Román.

En esta ocasión, daremos a conocer el texto del relato que se refiere  a las ruinas del pucará de Quitor, al interior de la región de Antofagasta,  sito en la margen sur del río San Pedro, visto con sus ojos de naturalista y de ingeniero geógrafo.
Al dirigirse en mula el explorador hacia las cercanas minas de cobre de San Bartolo,  que atraen particularmente su interés  mineralógico, pasa junto a las ruinas de una antigua fortaleza indígena, la que describe en los siguientes términos:

Texto de su descripción. Las notas son nuestras.

"A los grupos naturales de  algarrobos o chañares se unen algunos perales e higueras, alfalfares y trigales  (1), que acaban por halagar la vista y tranquilizar el espíritu del viajero que logra verse, al fin, como en una tierra prometida donde no faltará el agua ni lo más indispensable para la subsistencia  (2).
Es objeto digno de visita el fuerte o reducto de defensa donde se dice que los naturales se defendieron contra los invasores españoles (3)  lugar verdaderamente defendido conforme a la estrategia acostumbrada, con abruptas y verticales paredes naturales difíciles de asaltar y tomar de frente o por los flancos, y sin más posible medio de invadir que por su largo rodeo a retaguardia (4).
Figúrese el lector el famoso Morro de Arica, enorme peñón que cae a pique sobre a playa  y se defiende a  sí mismo por sus costados, siendo solo vulnerable a mano armada y corazón sin miedo por la meseta desde donde los soldados chilenos lo asaltaron el 7 de junio de 1880.
Tal es el sistema o modelo de defensas que usaron los antiguos pobladores de América y de cuyo tipo se ven numerosos ejemplos por doquiera, extrañándose el viajero de ver todavía poblaciones habitadas, como Caspana, en las inmediaciones del Loa, así edificadas sobre precipicios casi inabordables.
Es el mismo sistema de construcciones que en el país de los calchaquíes se llama pucará (5), como colgadas de los barrancos y altas laderas, y lo mismo, exactamente como las he visto en el antiguo México, ahora estados de Arizona y Colorado de Estados Unidos de Norteamérica (6),  donde los turistas y hombres de estudio las visitan con extraordinaria curiosidad  y científico interés.
El fuerte de Atacama no es ahora sino un hacinamiento de pequeñas construcciones en ruina (7): murallas de circunvalación de las que apenas quedan restos, torreones de forma circular (8) y construcciones cuadrangulares sin orden ni concierto aparente, todo sobre terreno de lavas y riolitas con sus reflejos rojo amarillentos.
Río adentro, el camino deja el valle donde éste se encajona y estrecha, para subir sobre los barrancos desde cuyas alturas todo el aspecto es de una superficie indefinidamente cubierta de iguales deyecciones volcánicas, alternándose así los aspectos de paisaje siniestro de rocas áridas calcinadas por el fuego con la refrescante vista del campo verde surcado  por el arado y las canaletas de regadío" (9).  (Tomado ad litteram de la obra: Francisco San Román naturalista de Atacama, Siglo XIX  Estudio y compilación de Cristián Muñoz L., Editorial Alicanto Azul, Atacama Kozan, (¿Copiapó?), 2014: 141-142).

Notas nuestras al texto.

(1) Destaca el autor la presencia  en los campos de cultivo aledaños al pucará, cerca del río, de los árboles frutales indígenas típicos (algarrobo y chañar), especies de las que hacían pan y bebidas alcohólicas (aloja),   y de los vegetales de origen español (peras, higueras, alfalfares y trigales). El trigo  (Triticum vulgare), elemento básico  y esencial para la confección casera del pan por aquellos años, dejó de cultivarse en San Pedro hace ya varias décadas, pues hoy se expende regularmente en las panaderías locales y muy  rara vez se prepara en el hogar.  Hasta hoy, en cambio,  la alfalfa (Medicago sativa) es una producción importante como alimento de mulas, burros y aún llamos.

(2)  Los defensores de la fortaleza, cuyo nombre no cita el autor y que hoy conocemos como Quitor, tenían un acceso fácil al agua del río San Pedro, cuyo cauce pasa a pocos metros al pie de sus murallas. Debieron concentrar, sin embargo, gran cantidad de agua para la bebida en grandes vasijas de alfarería para resistir un asedio prolongado, cuyos fragmentos aún hoy abundan allí como recuerdo imborrable en el recinto fortificado.

(3) El recuerdo de la porfiada resistencia aquí ofrecida por los defensores atacameños contra el capitán español Francisco de Aguirre  (lugarteniente del conquistador Pedro de Valdivia) y sus huestes a caballo, persiste aún entre los pobladores atacameños de la vecindad. La  enorme destrucción que se observa  aún hoy fue causada, sin la menor duda,  por los españoles que luego de asaltar y ganar el fuerte, lo desmantelaron por completo. El naturalista y viajero alemán don Rodulfo Amando Philippi, en su famoso Viage al Desierto de Atacama  describe,  unos treinta años antes que San Román,   estas mismas  ruinas cuando, al igual que este último, se dirigía en mula  a conocer las minas de cobre de San Bartolo:

 "El camino  conduce casi siempre por el río Atacama, que se atraviesa  cincuenta a sesenta veces, y que en ninguna parte era más hondo que dos pies.  Donde el valle se dilata algo, hay pequeños sembrados de alfalfa, maíz, zapallos y trigo, rodeados de pircas o de tapias; se ven también muchos algarrobos y chañares, pero pocos perales...  Al poniente se levanta una colina del alto de 200 a 250 pies, limitada al Norte por una quebrada muy honda que correo de Este a Oeste, al poniente por un corte artificial y al levante por el valle del río, teniendo en estos tres lados faldas casi perpendiculares, por lo que solo accesible por el sur, donde se inclina paulatinamente, y lleva en su cima pircas, restos de casas antiguas. Se dice que los atacameños se retiraron a este lugar, a la llegada de los españoles y que se defendieron algún tiempo en estas situación ventajosa; era,  por consiguiente, una de esas antiguas fortalezas colocadas en la cima de los cerros, como había muchas en el Alto Perú, donde se llamaban pucará". (citado en Viaje al Desierto de Atacama, Rodulfo Amando Philippi, Reedición en: Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Biblioteca Nacional.  Diciembre 2008 (Eds. Augusto Bruna Vargas y Andrea Larroucau,  2008: 77; subrayado nuestro).

(4)  Tal como lo señala Philippi en su visita,  esta fortaleza era solo accesible por su costado sur.

(5)  Tanto Philippi ( fecha de su visita 1853) como San Román (en 1884)  reconocen inmediatamente este conjunto  viviendas hacinadas  en los cerros como una fortaleza indígena o pucará.

(6)  Se refiere aquí a las construcciones  en  abruptas y casi inaccesibles  laderas de cerros,  de los indios Pueblo de los Estados Unidos.

(7)  A diferencia del pucará de Lasana, cerca del poblado atacameño de Chiuchíu, en el río Loa,   esta fortificación fue  arrasada por los españoles a las órdenes de Francisco de Aguirre para evitar su posterior reocupación. Con bastante dificultad se logra reconocer hoy los estrechos pasillos de circulación interna, entre los  recintos de viviendas demolidas.

(8)   El torreón  de planta circular se yergue hoy altivo, como antaño,  en medio de  muros en ruinas (Vea nuestra Figura 1, imagen tomada por nosotros en diciembre de  1964).

(9). La descripción del valle regado por acequias, y sus chacras protegidas por  pircas, es  más explícita y concreta en el relato del viajero Rodulfo A. Philippi, que hemos transcrito más arriba.  En parte, la zona descrita debe corresponder al área del lugarejo de Catarpe, habitado y cultivado  hasta el día de hoy.

jueves, 9 de junio de 2016

Iconoclastas hacen desaparecer el Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama: Reflexiones de un antropólogo cultural. Argumentos y contra-argumentos.

Destrucción del Museo Arqueológico Padre Gustavo le Paige, S.J. en San Pedro de Atacama.

A fines del mes de Mayo 2016, se inició  el desmantelamiento del Museo, obra pionera del jesuíta padre Gustavo  Le Paige en San  Pedro de Atacama. La comunidad  científica debería estar de duelo. La obra titánica por la que luchó le Paige durante 27 años, hecha trizas en pocos días. La decisión de demolerlo desde sus cimientos, fue ocultada maliciosamente por largo tiempo, para entorpecer y frenar una sana  y posible reacción. La obra, enaltecida con ilustres visitas de Chile y el extranjero, y admirada por decenas de miles de  visitantes,  caerá inexorablemente -salvo un milagro de último minuto- bajo el mazo iconocida de los nuevos constructores.  ¿Por qué  y a manos de quiénes sucumbe hoy este ícono sanpedrino?.  ¿Qué ocultos manejos parecen vislumbrarse tras esta tan drástica  como descaminada decisión? 

 Fig. 1.  El jesuíta le Paige, frente a su obra, su querido Museo, por el que luchó durante tantos años. Fue construido con su esfuerzo  y su espíritu de lucha en el año l962.  Imagen captada por el médico anestesista suizo Bruno Seeberger en el frontis del edificio, en  febrero del año 1967, enviada hace unos años al autor de este Blog. Le Paige, enérgico como sabía serlo cuando algo le disgustaba profundamente,  extiende hoy su dedo acusador hacia los presuntos  responsables de esta lamentable acción. Es su enérgico y aleccionador: j´accuse..!  (yo acuso!),  en cierto modo, un  eco  lejano   del justo clamor del famoso escritor francés Émile Zola, en 1895, publicado en París,  al dejar el escritor al descubierto un gran escándalo en su  época.

 Fig. 2.  El P. le Paige en animada conversación con el médico suizo Bruno Seeberger (febrero 1967) Aquí le explica cómo logró levantar, cinco  años antes, la obra de su vida: su querido museo arqueológico. Le Paige, nacido en  un 24 de noviembre  del año 1903, tiene aquí  64 años. Aún es fuerte y puede darse el lujo de trepar a la cima del volcán Licancabur, en pos de sus antiguas ruinas. (Foto Bruno Seeberger).

 Fig. 3.   Fig. 3. El flamante arquitecto antofagastino Carlos Contreras Alvarez  que con Le  Paige trazara los primeros planos del  Museo. Esta foto corresponde aproximadamente al año 1957. Carlos, en animadas conversaciones con le Paige, a quien llegó a admirar profundamente,  fue diseñando palmo a palmo la estructura del nuevo Museo según los requerimientos y necesidades expresados  por el jesuíta.  (archivo fotográfico profesor Claudio Galeno, Universidad Católica del Norte, Antofagasta. Foto enviada al autor de este capítulo del blog). 


 Fig. 4.  La notable escultura del profesor Harold Krusell, a su colega y amigo  en la entonces incipiente Universidad del Norte, creada pocos años antes (1957). Krusell supo captar como pocos, en esta vigorosa  imagen,  tanto su férreo carácter como la notable visión arqueológica  del sacerdote-arqueólogo   (Foto Justo Zuleta, San Pedro de Atacama, fines de  Mayo 2016).

Fig. 5.  Fachada del Museo, obra de Le Paige.  Estampa de la primera rotonda, terminada a  fines del año 1963.  La estatua del P. Le Paige  fue instalada, muchos años después,  mirando fijamente al acceso de su Museo, como quien custodia en adelante su propia obra. Hoy éste luce desierto y sin visitantes, esperando su demolición por una decisión errada de la autoridad universitaria y municipal, con la complicidad de unos cuantos atacameños  que fueron "convencidos" (¿?)  de su imperiosa necesidad. Según nos hemos enterado ahora, entrevistando a varios líderes atacameños,  no se realizó aquí, previamente, una consulta realmente informada  a la comunidad indígena y sus pueblos, tal como obliga  la ley. ¿Quién o quiénes  han sido los principales motores o cerebros de este evidente atentado al patrimonio local?.  ¿Y con qué  endebles, discutibles  o falaces argumentos?.

Un video ilustrativo: detalles de la construcción del Museo hecha por le Paige en  1962.

https://www.youtube.com/watch?v=xhUC3w97GMU&feature=youtu.be .

En estos días, se acaba de hacer una denuncia pública  ante la fiscalía de la ciudad de Calama, para salvar este monumento, auténtico ícono de San Pedro de Atacama. Sus gestores, la arqueóloga Ana María Barón y el joven y dinámico antropólogo atacameño Ulises  Cárdenas  Hidalgo,  nos muestran en él la realidad que se vivía en la época de su construcción (1961-62), en este notable video que recomendamos en este momento  a nuestros lectores, como modo de entender más en profundidad el grave problema surgido al decretarse  su demolición.

Una antigua filmación.

En este video, mientras la arqueóloga Ana María Barón expone el problema, se puede ver, de trasfondo, notables imágenes de una antigua filmación de la construcción del Museo, hecha durante el año 1962. Se puede ver allí al sacerdote Le Paige, de sotana gris, observando cada detalle de la construcción por parte de obreros atacameños, sus fieles colaboradores. Nos proponemos aquí, en beneficio de nuestros lectores,  repasar los argumentos que nos hacen mayor fuerza para defender el viejo Museo, levantado por el sacerdote le Paige el año 1962 y planificado minuciosamente por él desde varios años antes. 

El Museo, ícono patrimonial de la zona atacameña.

1. La impresionante maqueta que hemos visto del proyectado nuevo Museo, de varios pisos subterráneos y de hormigón armado, nada tiene que ver con el paisaje rural atacameño, ni menos aún, con el entorno pueblerino colonial de San Pedro, reflejado en su "zona típica", en torno a la Plaza y sectores aledaños. Esto es lo primero que salta a la vista a un observador desaprensivo y sin prejuicios. Resulta fuera de lugar construir aquí, exactamente donde está ubicado el antiguo Museo, muy cerca de la casa parroquial de estilo colonial tardío, un edificio ultra moderno, de líneas exquisitas, tal vez, pero totalmente fuera de contexto, tanto geográfico como cultural (patrimonial). Es un auténtico "elefante blanco", en ese ambiente rural. Una de dos, o se conservan los alrededores de la zona típica en su contexto histórico tradicional, con las mejoras legítimas para su puesta en valor, respetando la "memoria" ancestral de varios siglos, o se demuele todo lo antiguo, iglesia parroquial incluída, y casas coloniales anexas para acoger con los brazos abiertos la modernidad arquitectónica, único símbolo para algunos del "progreso".

 2. La idea de crear en la zona de San Pedro otro edificio, moderno y funcional, dotado de las últimas tecnologías para mostrar en sus vitrinas y sistemas de videos el desarrollo de la cultura en Atacama durante un período de unos 15.000 años de evolución ininterrumpida, es, sin duda excelente y digna de todo elogio. ¡Qué duda cabe!. Y es lo que los nuevos constructores han pretendido destacar y subrayar. Y es éste, igualmente, el argumento que ha "seducido" también a los investigadores locales (arqueólogos, antropólogos, historiadores) que se beneficiarán sin duda grandemente de sus nuevas instalaciones, dotadas de los más modernos sistemas de registro, consulta y exposición y a un pequeño grupo de atacameños que habría apoyado -según se afirma-, el nuevo Proyecto por su palpable "modernidad".

3. Pero tal Museo, a nuestro juicio y al de otros muchos investigadores consultados al efecto por nosotros, debe ser erigido en otro lugar, más alejado de la zona típica, aquella que describiera y nos presentara ya don Rodulfo Amando Philippi por el año 1853, en uno de sus dibujos titulado "La Plaza de Atacama" (Cf. Philippi, Viaje al desierto de Atacama, Halle (Sajonia) 1860). Donde se levanta hoy  el Museo de Le  Paige, no cabe introducir un "elefante blanco"  que no se condice con la piedra liparita o el adobe tradicional.

4. Así, para algunos, con esta construcción tan exótica, se inauguraría en el viejo San Pedro la entrada a la modernidad, para alegría de algunos y lágrimas de otros muchos. ¿Y por qué decimos que debe erigirse lejos de la "zona típica colonial"?. Simplemente por respeto a la "memoria histórica" del lugar. Una cosa es construir algo nuevo que se considera indispensable, por las necesidades inherentes tanto a la investigación de la zona atacameña como a la educación de la comunidad (iniciativa loable), y otra, muy diferente, es destruir lo antiguo, por el hecho de ser antiguo, cualquiera sea su "peso" patrimonial local. Y la razón estriba en la necesidad de conservación de la "memoria histórica" de los pueblos.

5.  Si derribamos hoy un edificio señero e icónico, esta memoria termina por  esfumarse, aminorarse, desvanecerse poco a poco y sólo quedaría en pie en ajadas y borrosas fotografías o en antiguos grabados. Una cosa es ver el edificio tal cual fue erigido hace 64 años y otra, muy distinta, es mostrarlo solo en imágenes desleídas. El primero, atrae, complace y hace revivir una época al turista; el segundo solo rememora pálidamente el hecho, sin impactar mayormente ni la mente ni la imaginación. Nadie llora ante una fotografía; pero sí recorriendo con sus propios pies esa reliquia del pasado. Nadie se conmueve ante una foto en color del circo romano o del Capitolio pero sí ante un edificio de carne y hueso como el Coliseo romano en el que se realiza hasta hoy, por ejemplo, la procesión del Viernes Santo en Roma, presidida por el mismo papa.

6. ¿Qué es la "memoria" de un pueblo y qué tiene que ver con el tema que tratamos?.

Nos hemos referido en el caso presente a la necesidad de fortalecer la "memoria histórica". Todos los lugares habitados, máxime los pueblos, tienen "memoria" viva, es decir, conservan elementos que recuerdan con firmeza al visitante de hoy, el pasado ya ido, pero del que han quedado huellas visibles, palpables, visitables, que nuevamente se pueden recorrer, admirar, gozar íntimamente y fotografiar. Por cierto, no todo lo antiguo se puede conservar y/o restaurar, pues en tal caso no habría ya lugar o sitio para lo nuevo, para la población que crece. Pero sí aquellos lugares, recintos o edificaciones que hicieron "historia", es decir, que marcaron a fuego un período de tiempo y que dejaron huella tanto en Chile como en el extranjero.

7. En la medida en que destruimos los rastros tangibles del pasado, aquellos que contribuyeron a formar un pueblo y determinar su desarrollo, en esa misma medida destruimos y sepultamos la identidad local. Destruir, pues, los íconos del pasado equivale a cortar nuestras raíces con él, desconociendo o negando nuestra evolución cultural. Por esto mismo, precisamente, la arqueología se esfuerza hoy por  hacernos revivir el pasado, mostrándonos sus modos de vida y sus huellas visibles. Los Museos, por esto, nos hacen presente  el pasado, volviéndolo por un instante algo "verificable". Se habla mucho hoy de reforzar la identidad. Se nos habla, igualmente,  de "crisis de la identidad". ¿Qué hacemos al respecto, en forma concreta,  para robustecerla,  afianzarla y  proyectarla hacia el futuro?.  ¿Cómo vamos a  robustecer la identidad  si al mismo tiempo cortamos  el cordón umbilical con el pasado de modo tan violento e injustificable?.

8. Memoria histórica e identidad.

La "memoria" de personajes, episodios y lugares está, por lo tanto, en íntima relación con la identidad local y regional. Si borramos la memoria, extirpamos simultáneamente elementos de identidad (local, regional, nacional). Borremos imaginariamente por un instante de la Roma actual, las huellas del pasado etrusco, romano y cristiano. Suprimamos mentalmente por un instante los arcos de triunfo, las calzadas romanas, el Coliseo, el Capitolio, el Foro Romano, las Basílicas, las Catacumbas, el Museo Vaticano, la Plaza de San Pedro... ¿qué nos quedaría en tal caso en Roma, digno de visitarse?. Muy poco, a la verdad. Casi nada.  Precisamente por ello, en los países civilizados, se preserva y perpetúa con un cariño especial aquellos edificios  o grandiosas ruinas que marcaron una época de esplendor o de esfuerzo colectivo.

9. Pisoteando y abofeteando nuestra propia historia local.

Borrar la memoria -como se pretende en el caso que analizamos- es destruir parte de nuestra propia historia. Es, en cierto modo, renegar de lo que fuimos un día, cortar repentinamente nuestras raíces con el pasado. Es, a fin de cuentas, "hacer tabla rasa" del pasado, creyendo ingenuamente que lo nuevo es, tan solo por el solo hecho de ser nuevo, necesariamente mejor o superior. Este prurito de borrar el pasado y sus recuerdos, para construir sobre sus cenizas, es renegar de lo que fuimos un día. Es desconocer u olvidar lo que un día se construyó y levantó con esfuerzo y sacrificio sin igual. Esto es exactamente lo que interpretamos hoy tras este afán insensato de destruir la memoria de un glorioso pasado reciente, que ha influido de manera decisiva -querámoslo o no- en su actual desarrollo como pueblo atacameño o lickan antai, plenamente consciente de sus valores tradicionales. ¿A quién se debe este legítimo orgullo actual  del atacameño y su historia ancestral?. Sin la menor duda,  a Le Paige y a su voluntad de hierro. Reflexionemos en ello.

 10. La identidad local. ¿cómo comprobarla?. 

Recorriendo hace un año atrás los numerosos puestos de artesanías junto a la zona típica de San Pedro de Atacama, sufrí un terrible y cruel desengaño. Busqué por largo rato especímenes de la artesanía autóctona, atacameña. Quería llevarme de recuerdo algunas piezas de la hermosa artesanía en piedra volcánica liparita, aquella que fomentaran con tanta energía Le Paige, Ingeborg Lindberg, Marcel D´Ans, Carlos Contreras y Bernardo Tolosa en los inicios gloriosos del Museo arqueológico (1960-68). Busqué inútilmente objetos de la sencilla pero bella textilería atacameña típica, aquella que otrora elaboraban primorosamente en su telar al suelo, los artesanos de San Pedro, Toconao, Cámar, Socaire o Peine premiados con pasajes a la famosa Feria de Artesanía Tradicional de la Universidad Católica, en los tiempos del escultor Lorenzo Berg (1975-80). ¡No hallé nada, absolutamente nada!. Yo no lo podía creer. Solo se podía encontrar por docenas las típicas y coloridas artesanías bolivianas, aquellas que inundan todos los mercados del Norte de Chile pero que para nosotros carecen absolutamente de identidad. Solo topé en esa feria, para mi sorpresa, con comerciantes peruanos y bolivianos, de un hablar y pronunciar diferente. ¿Dónde estaba la artesanía tradicional atacameña?. ¿Dónde sus artesanos?. ¿Dónde el toque mágico de lo propio, lo vernáculo?. Lo auténticamente atacameño brillaba por su ausencia, por desgracia. ¿Será que San Pedro al preferir lo foráneo, reniega hoy de su artesanía tradicional lugareña, potente y bella en su misma simplicidad?. Tema éste de honda raíz antropológica que nos debe hacer reflexionar profundamente. ¿Qué estamos haciendo hoy en fomento de nuestra identidad en Atacama?. ¿Qué elementos, qué factores están hoy destruyendo y corroyendo nuestra identidad, labrada tras siglos y milenios de una intrigante y fascinante historia arqueológica?.


Empuje civilizador de Le Paige.

11. ¡Qué falta nos hace hoy Le Paige y su empuje auténticamente civilizador, sí, pero de cuño y cepa tradicional atacameña!.  Nuestra reciente visita deja en evidencia que  faltaba evidentemente aquí la energía de un Le Paige quien en su momento pregonaba y fomentaba la identidad atacameña a todos los vientos; faltaba más "amor a lo propio", a lo vernáculo, a lo original. Primaba por todas partes lo extranjero, lo exótico, lo extranjerizante, lo no-nuestro. Síntoma éste claro y evidente de los nuevos aires que corren hoy en un San Pedro que parece querer abrirse desenfadadamente al mundo exterior, por desgracia sacrificando lo tradicional, lo local, lo singular, lo irrepetible. Atacama sucumbe hoy ante el ímpetu avasallador de lo foráneo, tal vez repitiéndose extraña y parcialmente la vieja hegemonía cultural de un Tiahuanaco exótico, lejano,  pero ahora reproducido doce siglos después. Es el gigantesco reto que nos plantea hoy una globalización ciega,  que debemos aprender a combatir con las armas del amor, aprecio y defensa de lo propio, lo específicamente nuestro, nacido de nuestras raíces históricas. Si no, dejaremos pronto de ser lo que somos. Iremos perdiendo lenta o rápidamente nuestra propia identidad, aquella que nos trazó la historia con caracteres indelebles.

 12. Los nuevos iconoclastas. 

 La expresión "iconoclasta" viene del griego bizantino εἰκονοκλάστης,  término que, a la letra,  significa "destructor de íconos o imágenes". Aplicado este término originalmente a la destrucción intencional de imágenes religiosas por parte de fundamentalistas religiosos, el término se ha extendido hoy a todo afán por destruir imágenes o entidades que por sus características representan, objetivizan y sintetizan el sentir de un pueblo, de una doctrina, de un movimiento social o étnico  o de una persona singular y única. En el caso que aquí presentamos, un Museo con 64 años de historia viva, hijo de un esfuerzo creador impresionante que dio origen al desarrollo tanto turístico como social y cultural de san Pedro de Atacama, bien puede y con pleno derecho catalogarse como un "ícono", una imagen, una representación viva y perdurable de ese mismo pueblo.

Ya hemos explicado in extenso en otros capítulos de este Blog la obra imperecedera del sacerdote belga Gustavo le Paige de Walque como párroco e investigador en la localidad de San Pedro entre los años 1955 (fecha de su arribo) y 1980, fecha de su deceso.

Hay que reconocer que sin Le Paige y su notable Museo Arqueológico, San Pedro hubiese probablemente permanecido sumido y aletargado en su ruralidad primitiva, tal como ha permanecido postergado y empobrecido el poblado atacameño de Chiuchíu hasta el día de hoy.

13. Muchos párrocos antecedieron a Le Paige en la parroquia de San Pedro; algunos de ellos están enterrados junto a Le Paige y yacen hoy olvidados en el viejo cementerio local de San Pedro.  Alguno de ellos, como don Domingo Atienza, merecieron dar nombre a una calle del pueblo. Pero ninguno de ellos logró, sin embargo, crear un ícono local imperecedero así como ninguno de ellos logró concitar tantas y tan potentes energías en pro de su desarrollo con identidad atacameña. "Mi vocación", señaló Le Paige al suscrito, en la entrevista concedida en el mes de noviembre de 1979, "ha sido dar a conocer a San Pedro". Y ciertamente lo logró, contra viento y marea,  como nadie antes que él. Hoy se pretende lamentablemente opacar, desdibujar   y/o   echar al olvido este imperecedero legado. ¿Cómo?. Destruyendo y sepultando para siempre su obra cumbre: su querido Museo, el que fue capaz de  levantar con sus manos y con las manos curtidas de sus queridos jóvenes atacameños.

14. En busca de los responsables.

"Iconoclastas" en este caso son aquellos que han promovido, divulgado o apoyado, de una u otra manera, la demolición completa y la destrucción de este ícono del poblado de san Pedro de Atacama, reconocido como tal desde hace décadas por chilenos y extranjeros. El Museo arqueológico Padre Gustavo le Paige es, para el mundo cultural, la imagen viva del poblado atacameño de San Pedro, después de su hermosa, legendaria y maciza iglesia colonial, recién restaurada. El pueblo mismo no posee otros íconos visibles. Y éste, su Museo, muere hoy lentamente bajo el mazo implacable de los nuevos iconoclastas del mundo moderno, aquellos que no han atinado a comprender el significado profundo de este fragmento de la historia local, tal vez porque no han sido capaces de percibir su íntimo y más profundo significado. ¿Ceguera?, ¿Insensibilidad?, ¿Recelo u odiosidad disimulada a la figura señera de Le Paige?, ¿O tal vez, falta de realismo y visión de futuro?. Estamos seguros que la historia -magistra vitae- los sancionará vigorosamente algún día, los castigará con el repudio y decretará su respectiva responsabilidad en este verdadero iconocidio (muerte o destrucción del ícono).

Por nuestra parte, creemos haber cumplido con un deber profesional como arqueólogos y antropólogos al denunciar valientemente ante la opinión pública, tal como ya lo han hecho otros investigadores de Atacama,   este atropello a la cultura local, reivindicando ante la historia el preciado legado cultural del jesuita Gustavo le Paige S.J., representado nítidamente en su notable e inolvidable Museo Arqueológico, ícono indiscutido de su pueblo.