domingo, 28 de febrero de 2016

Qué vió y cómo vió el Gobernador de Tarapacá el bosque del Tamarugal en 1765: Un auténtico pionero de la reflexión ecológica en el desierto norte chileno.

La Descripción de la Pampa de Iluga por Antonio O´Brien en 1765: fuente de conocimiento.

¿Qué sabemos  del Tamarugal en el siglo XVIII?.

Antes del año 1765, fecha del Plano y la "Descripción de Tarapacá" del Teniente de Gobernador de Tarapacá don Antonio O´Brien,  nada o casi nada sabemos acerca  del aspecto florístico y/o paisajístico del Tamarugal. Algún cronista por ahí se refiere al "Matoral" [sic por matorral], aludiendo muy probablemente al bosque bajo y denso, difícil de transitar,  formado por Atriplex atacamensis [pillallas], pero sin mayor explicación o análisis y menos aún, indicando lugares.

 Solo a partir del año 1765 tenemos noticias   detalladas y fidedignas sobre el estado de la vegetación en la pampa  que hoy llamamos "Pampa del Tamarugal" en la depresión intermedia de la Primera Región de Chile. Con anterioridad, las noticias eran todas  en extremo vagas e imprecisas, y no nos permiten  obtener un cuadro coherente  sobre  el aspecto físico  de este "tamarugal". Las crónicas nos refieren  las peripecias de los viajes de los conquistadores Diego de  Almagro y Pedro de Valdivia con frases  lacónicas y poco expresivas. En ninguna de ellas  hay referencia clara  a la flora observada o a los bosques del Tamarugal, aunque muy frecuentemente a los arenales y pedregales interminables y  a la sal acumulada en su superficie y a la terrible  falta de agua del trayecto y la necesidad de llevarla en cueros de animal (odres).

Cita ad litteram del texto de O´Brien:

Por eso, nos parece de especial interés,  a este propósito, en este capítulo nuestro del Blog,   citar ad litteram la magnífica y detallada descripción que nos dejó don Antonio O´Brien,  Teniente de Gobernador de Tarapacá en el año  1765. En el capítulo VII de su Descripción que titula: "Descripcion del valle o Pampa de Yluga y de el Tamarugal",  señala con  el número 76, textualmente:

"Es un territorio  que según las señas y experiencia que se tiene, ha sido fertilísimo, no pudiendo dudarse que lo es y que lo volverá a ser siempre que se le introduzca agua que los riegue. Se ven en este territorio muchas y dilatadas chacras, en las que permanecen  los rastrojos del trigo y maíz que produjeron.  Asimismo, hay en él gran cantidad de árboles que llaman tamarugos, algarrobos y molles, muchas y crecidas retamas con un espeso e intrincado bosque de monte bajo, que en parte lo hacen impenetrable, por esta parte frente del pueblo de Pica. Y es bastante húmedo y muy abundante de agua subterránea; hay en este sitio en el camino que se sigue desde el dicho pueblo [de Pica] para el cerro de San Augustín de Guantajaya, dos pozos que llaman Puquios, el más profundo es de catorce varas, y por lo regular tiene tres [varas] de agua y solo sirven para dar de beber a los que transitan por este camino porque hasta ahora no ha habido quien hubiere hecho una noria u otra máquina para regar algunas tierras. Es en algunos parajes salitrosa,  por la parte que sigue a la costa, pero a más de no ver mucho el salitre, es superficial, criando una costra de  cuatro a seis dedos de grueso, y el terreno debajo de esta costra es gredoso y dulce, y todo el resto de la Pampa es especial tierra para trigo y maíz. La última cosecha que se cogió seis años ha, llegó a dar ciento treinta y dos fanegas de trigo por  una, y desde entonces no ha vuelto a sembrar en ella por falta de agua".  (Transcripción nuestra tomada directamente de una fotocopia del original del Archivo de Indias, 1765,  Nº 76;  cfr. Archivo de Indias, Legajo Charcas, 490, Nº 76).  Solo se modernizó la grafía, ortografía y sintaxis al español actual,  para facilitar su lectura, sin cambiar ni una sola palabra del texto).

De este extraordinario texto deducimos lo siguiente:

1. En tiempos de O´Brien había,  en lo que hoy conocemos como Pampa del Tamarugal, "gran cantidad de árboles".  Es decir, se mantenía todavía  el  tupido bosque en  numerosos sectores. El Plano de la Pampa de Yluga lo ilustra claramente,  señalando  mediante una simbología  clara y  precisa, los sectores de mayor densidad de árboles y arbustos. Como también los sectores desprovistos de vegetación.

2. Distingue  nítidamente O´Brien tres especies de especies arbóreas allí presentes: tamarugos [Prosopis tamarugo], algarrobos [Prosopis alba]  y  molles  [Schinus molle].  Con estos mismos nombres los  denomina O´Brien, siendo entre éstos "molle"   [mulli],  el único nombre  de árbol de clara y patente raíz indígena original.

3. Añade, como muy importante, la presencia de  un "bosque" de monte bajo que denomina de "pillalla" y que  a veces tiene tal densidad que  impide atravesarlo. Se refiere- lo sabemos bien- a la especie arbustiva Atriplex atacamensis, que forma  enormes conjuntos de forma   circular u oval, a  veces de  muchos metros de contorno.  Esta especie  es conocida en Antofagasta y en la IIIª Región de Chile con el nombre indígena de  "cachiyuyo"  o "hierba de la sal" en lengua quechua. El término indígena de pillalla, en cambio, sospechamos sea de origen local puquina. Con certeza, no es ni quechua ni tampoco aymara.  En efecto, la terminación  -alla [o -aya] está presente en varios topónimos de esta región  como Cumiñalla, en el Salar de Pintados, Huantajaya,  Illalla (sembrío), Illapata, etc. y parecerían denotar  voces de origen  puquina.

4. Alude concretamente a las siembras de maíz y trigo que se hacían en sectores de la pampa cuando bajaba el agua de aluvión por las quebradas  ("chacras que sembraban cuando llobia en dicho valle").

4. Las "crecidas retamas" de que nos habla O´Brien son las  plantas que hoy  llaman los locales como "retamillas" o  "retamas" y corresponden al arbusto Caesalpinia  aphila de la  familia Leguminosae. (Subfamailia Caesalpiniaceae).Al florecer, se cubren de flores de un color  amarillo intenso   con tintes de rojo. Su fruto, es una vaina. Sus hojas son    muy diminutas y  a veces faltan por completo.

Otro texto de O´Brien alusivo a la vegetación de esta pampa.

Un nuevo texto de O´Brien, continuación del anterior,  nos ilustra con más detención sobre otros aspectos relativos a la forma de explotación, en su época,  de la flora local,  en los que el inteligente Teniente de Gobernador fija su atención  con una mirada que hoy día  clasificaríamos de  eco-antropológica o simplemente ecológica.  Obsérvese, de paso, la importancia que atribuye a las "nieblas" o "camanchacas" en la formación y/o persistencia en el tiempo de este matorral:

 Hélo aquí:

"77....Mucha parte de este valle cría con las humedades  de las nieblas y las que coge el terreno con  el agua que corre de las quebradas que he dicho [nombró más arriba a Aroma, Tarapacá, Mamiña, Macaya y la de La Calera],  un monte bajo y espeso que llaman Pillayas [se trata de Atriplex atacamensis]; cuando están verdes las comen las mulas. Este monte de arboleda se ha secado mucha parte de él en las inmediaciones de la Quebrada de Tarapacá por dos razones: la primera, porque siendo el terreno más alto, parece que las aguas subterráneas corren más profundas y no alcanzan los árboles tanta humedad como necesitan para su conservación no obstante que todavía  hay muchos algarrobos, tamarugos y molles en esta parte.

78. La segunda, porque es mucha la cantidad de ellos que cortan para leña, hacen carbón y otros menesteres, siendo lo que más destruye esta arboleda el modo  que tienen de hacer el carbón que es como dije:  cortan los árboles y los destrozan y cuando están secos, juntan una cantidad de ellos y les pegan fuego sin otra precaución alguna, y cuando les parece que están  pasados de fuego los apagan con tierra y sucede que si pusieron cien quintales de leña, sacaron veinte o veinte y cinco de carbón bien malo, y de este modo han destruido  la mayor parte  de la arboleda, con muy poca utilidad, y si no se pone remedio, vendrán a quedar en menos tiempo del que piensan, sin leña ni carbón ni donde ir a buscarla. 79.  Toda esta pampa o valle es despoblada y en ella no hay parte alguna que no pertenezca a Su Majestad (que Dios guarde)."

Comentario nuestro:

1. Advierte O´Brien con mucha razón y con una mirada  que hoy llamaríamos ecológica, acerca del peligro derivado del modo abusivo de explotación contemporánea de la leña y carbón en estos bosques. Si siguen así- señala- acabarán con la arboleda.

2. Se indica en forma tajante que  no hay en esa época  [1765] habitantes estables en esta extensa pampa: "esta pampa o valle es despoblada", dice textualmente. Este dato es muy interesante pues comprobaría  que  aún no  se ha iniciado  aquí  la instalación de buitrones de beneficio de la plata en la pampa, cerca y alrededor de la actual población de La Tirana.  La actividad que aquí se realizará más tarde (segunda mitad del siglo XVIII) en torno a estos buitrones exigirá ya, de facto,   una forma de poblamiento al menos semi permanente; lo que evidentemente aún no ha ocurrido en su tiempo.

3. El autor  identifica aquí las expresiones  "pampa" y "valle" de Tarapacá. Por tanto  distingue dos entidades diferentes:   la "quebrada" de Tarapacá y su "valle o pampa" aledaña.

4. Todas las especies arbóreas de esta zona, son nombradas por O´Brien, sin faltar una, lo que nos demuestra su notable capacidad de observación. No olvidemos que  O´Brien debió cruzar a caballo o en mula  con alguna frecuencia desde el pueblo de Tarapacá, donde residía hasta  el mineral de Huantajaya o al puerto de Iquique, de preferencia al mineral,  donde debía informar al Virrey Amat sobre sus pertenencias mineras y grado y forma de explotación.

5. Respecto a los arbustos observables en el suelo de la pampa, solo se le escapa, por su  mucho menor tamaño,  la planta asterácea Tessaria absynthioides, llamada  localmente "sorona", abundante en ciertos sectores y acompañante  frecuente  de  Atriplex sp.

6. No escapa a la  observación del Teniente de Gobernador la importancia de la condensación de la "niebla" en la persistencia y conservación del Tamarugal  in situ.  Investigaciones  modernas han comprobado que algunas de estas especies,  en especial  las "retamas" o  retamillas  (Caesalpinia aphila),  y en nuestra opinión, también la hierba perenne Tiquilia atacamensis,  dependerían en buena medida de la absorción de las humedades  nocturnas o matutinas de la camanchacas, a  través de su sistema radicular ubicado muy próximo a la superficie   (Cfr. capítulo de nuestro Blog: "Un ecosistema de aluvión: remanentes vegetales del aluvión de Marzo del año 2012 en la pampa del Tamarugal", publicado el 18 de Febrero del 2016).

7. Sus reflexiones sobre la capacidad de estas plantas para absorber el agua subterránea y la formación de cauces subterráneos, bajo el piso de la pampa, por efecto de los aluviones son  francamente notables, casi diríamos, modernas. Contrasta vivamente este conocimiento, basado en sus observaciones personales,  con  el mucho menos  científico de  otros contemporáneos suyos, o aún posteriores,  en relación al origen -por ejemplo- de las vetas metalíferas del mineral de plata  de  Huantajaya.

8-  Por tales títulos, no dudamos en reconocer a don Antonio O´Brien como el gran precursor de los estudios  medioambientrales de la Región de Tarapacá. En muchos aspectos -como los señalados más arriba- su  perspicacia  y notable don de observación se adelantó a su época, destacándolo como un  pionero de la preocupación ecológica en nuestro medio desértico.  Ojalá algún día se haga realidad este reconocimiento. Por ahora, ni siquiera una  calle o plaza de Iquique o  de Pozo Almonte rememora la certera  y  "moderna" visión  ecológica de este genio colonial sobre Tarapacá.

Por ahora, sigue siendo un "ilustre desconocido" en esta Región,  a la que dedicó más de diez años de su vida.  Sirva este capítulo para honrar su memoria y su  valiosa herencia.   

jueves, 18 de febrero de 2016

Un ecosistema de aluvión: remanentes vegetales del aluvión de Marzo del año 2012 en la pampa del Tamarugal.

El objeto de esta nota es mostrar  con imágenes lo que queda hoy en este pequeño oasis, después de cuatro años del gran aluvión  de febrero del año 2012, en las proximidades del oasis de Matilla (junto a Pica), Primera Región de Chile. Con anterioridad a este aluvión, aquí no había planta alguna viva, aunque eran visibles en su superficie algunos  troncos y ramas de árboles secos, de diversa talla, testigos mudos  de avenidas producidas tal vez en decenios  anteriores. El lugar se encuentra en las coordenadas 454197 E y 7732273 S. a 1.112 m sobre el nivel del mar.

 Fig. 0.   El aspecto general que ofrecía este pequeño oasis  en nuestra visita del día 15  de Enero 2016. En medio de la imponente inmensidad de la planicie arenosa, carente de vida, de pronto aparece este manchón verde, rebosante de vida vegetal y animal.

Fig.1.   Vista parcial  al ecosistema vegetal formado en la Pampa del Tamarugal, en el área de la desembocadura de la quebrada de Quisma, por efecto directo del gran aluvión de Febrero 2012.   Vista tomada desde el sureste hacia el norweste.  Por espacio de casi 2 km se extiende hacia el poniente esta formación vegetal, como  continuidad natural de la quebrada de Quisma.

Una  observación hecha cuatro años después.

Acabamos de realizar, el día 15/02/2016,   una observación de terreno  (un survey, en inglés) de las especies vegetales y animales  que se puede encontrar vivas hoy, al cumplirse   exactamente  cuatro años del  potente aluvión ocurrido los días 11 y 12 de febrero del año 2012.  Aquel año,  corrió una enorme cantidad de agua por la quebrada de Quisma, junto al oasis de Pica, destruyendo o sepultando gran cantidad de  chacras,  pozos de agua  y plantaciones sitas en el lecho de la quebrada. El aluvión con su enorme fuerza expansiva inicial, no perdonó nada:  unos sesenta pozos, construidos pacientemente por los parceleros (en su mayoría aymaras) y todas sus chacras, fueron "barridas" en pocas horas.  Casi todo lo existente en el fondo de la  quebrada -normalmente seca- fue literalmente destruido y arrastrado aguas abajo (árboles,  palos, plantas, herramientas,  ramas y semillas),  por este fenómeno atmosférico  fruto del llamado "invierno altiplánico"  o "invierno boliviano".

Un vergel visto a la distancia.

En nuestros viajes semanales a Pica, a nuestra parcela,   tuvimos la oportunidad de observar hacia el Norte, a la distancia de   un kilómetro aproximadamente,  desde el trazado de la carretera que une Matilla con  Pintados, un notable y extenso verdor que cubría una porción de la pampa, allí donde viene a morir la quebrada de Quisma, cuando baja el agua de aluvión y se expande hacia el oeste en la interminable llanada de la Pampa del Tamarugal. Mi curiosidad era  grande: ¿qué especies  habrían logrado sobrevivir durante este lapso de tiempo  de  cuatro años?;  ¿habrían logrado implantarse algunas  especies arbóreas (es decir, árboles) entre ellas?; ¿ de qué especies?; ¿En qué estado se encuentra hoy esa vegetación?. Y, por fin, ¿habría todavía algunas especies animales viviendo en este ecosistema aparentemente  efímero, de corta duración?. Con estas dudas  in mente, nos aventuramos en el lugar a pie, tras dejar el jeep a unos  800 m de distancia, en la carretera.

Una experiencia previa en la misma zona.

Por fortuna, disponíamos de un valiosísimo dato comparativo a nuestro favor.  El año 2012, seis  meses después del evento del aluvión  (Agosto 2012), nosotros habíamos  hecho un catastro detallado de todas las especies presentes, logrando  un interesante registro fotográfico que presentamos como capítulo de nuestro Blog  el día 29 de Junio del  año 2012 con el título de:  "Una nueva visita a la pampa anegada por el aluvión de Marzo 2012:  floración tardía y vida animal".  Puede Ud. consultar  dicho documento en este mismo Blog.
             

Fig. 2.   Panorama de la misma área en agosto del año 2012,  seis meses después del aluvión.

Fig. 3.   El lecho  excavado en la superficie de la pampa arenosa por el torrente de aluvión, en febrero de 2012. Arriba, plantas en flor de la especie Cistanthe amaranthoides   (Foto H. Larrain  Agosto 2012).   Toda la vegetación observada in situ  es de origen reciente. Abundaban las plantas anuales y aparecían por todas partes los cañaverales.

Fig. 4.  Imagen actual. Vegetación surgida  con posterioridad al l aluvión del año 2012.  Un tamarugo y ejemplares crecidos de Atriplex atacamensis  (pillalla).  (Foto H. Larrain,  Enero 2016).

Fig. 5.  Vista de Weste a Este. A la izquierda, sección vegetada terminal de la quebrada de Quisma, como resultado del potente aluvión del año 2012. Del centro hacia la derecha, se distingue, a lo lejos,   el vergel de Matilla y sus  chacras, distantes unos  3-4 km.   Este pequeño oasis se presenta como una solución de continuidad con  la quebrada vegetada de Quisma, de la que la separan, sin embargo,  varios kilómetros de   desierto absoluto.

La vegetación detectada.

En las imágenes que  siguen a continuación,  mostramos las especies vegetales que detectamos en esta visita a este oasis, con  un pequeño comentario nuestro acerca de su  estado de conservación. Las últimas aguas corrieron por aquí en el mes de Marzo 2012. A pesar del tiempo transcurrido (4 años), nos ha impresionado la vitalidad  y pujanza de las especies vegetales presentes. Nos preguntamos a qué se debe tal persistencia. Intentaremos ofrecer  alguna respuesta a este enigma.

Fig.  6.  Planta de pillalla (Atriplex atacamensis).   Esta especie, tan típica de la pampa del Tamarugal, ostenta aquí una altura aproximada a los  1,50 m. y ha producido ya flores y semillas. Sus brotes tiernos  fueron comidos ávidamente por  cabras,  burros y llamas, en la antigüedad. Sus ramas  y hojas secas fueron un excelente combustible para el viajero. 

Fig. 7.  Ejemplares de pillallas.

Fig. 8.  Aproximación  hecha a una rama de pillalla con semillas de la misma planta.

Fig. 9.  Ejemplares de Chilcas  (Baccharis chilca). Al lado izquierdo, atrás,  grupos de Tiquilia  tapizan el piso del lecho.

Fig. 10.  Hermoso y vigoroso ejemplar de chilca  (Baccharis chilca) que se alza  a unos dos metros del suelo.  Sus semillas,  han dado lugar a  ejemplares juveniles que brotan del suelo.

Fig. 11.  Floración de la chilca  que suele atraer a  especies de dípteros e himenópteros. Sus pequeñas semillas son comidas aquí por pajarillos  como el chincol (Zonotrichia capensis),  en cuyo follaje divisamos un par de ejemplares en nuestra última visita.

Fig. 12. Inflorescencia  de Baccharis chilca, de un color lila suave.  Hojas  gruesas y dentadas. Las hojas y ramillas producen una especie de goma  pegajosa. Sus ramas fueron antiguamente muy utilizadas como material para la construcción de  muros o de techumbre de  chozas de  emergencia en las chacras.


Fig. 12.  Diversos momentos de la inflorescencia de Baccharis. Sus flores compuestas expiden un suave aroma.

Fig. 13.  Plantas  nuevas de la  asterácea  Baccharis chilca. No deben tener más de un año.   Han crecido en medio de ejemplares de Tiquilia grandiflora, que tapizan  el lecho del antiguo cauce.
Fig. 14.  Hermoso y bien desarrollado ejemplar de la  planta perenne Tiquilia grandiflora, de la familia botánica de  las Boragináceas  de la que en el desierto chileno se reconocen varias especies, de flores  muy pequeñas.

Fig. 15.  Llamativas flores de Tiquilia grandiflora  (Phil) Richardson.  Sus pequeñísimas hojas, que miden menos de un centímetro de largo y sus  ramillas  son todas muy velludas (con gran densidad de pelitos blancos), muy  aptos para captar  y condensar la humedad del rocío  matutino. Tiene esta planta tan pequeña una enorme resistencia a la sequía y es la única planta perenne que hemos visto prosperar y desarrollarse en   arenales muy secos, donde no subsiste ninguna otra planta. 

Fig. 16. Hemos observado que los innumerables pelillos de hojas y ramillas   atrapan  numerosas partículas de arena (cuarzo), las que, suponemos , tienen algún tipo de  injerencia en su forma de captar el agua en las madrugadas. No de otro modo  nos podríamos explicar su sobrevivencia en un medio tan árido, donde el agua  subterránea  queda a muchos metros de profundidad, totalmente fuera del alcance de sus raíces. Sospechamos fundadamente que el rocío de las madrugadas constituye su principal fuente de  agua. No conocemos estudios científicos sobre su fuente de abastecimiento de agua en estos desiertos.

Fig. 17. Nos sorprendió mucho hallar esta especie arbórea.  No es ni algarrobo ni tamarugo, como podría sospecharse a primera vista.  Se trata, sin embargo, de una especie aparentemente introducida, asilvestrada, que hemos visto en abundancia en el lecho de la quebrada de Quisma, donde forma pequeños bosquetes casi impenetrables, por sus gruesas  y poderosas espinas. Creemos se trata de una especie de Acacia, de origen australiano,  introducida tal vez, durante la época  republicana  (?), como árbol leñoso, especial para  hacer cercos de propiedades, a causa de  las aguzadas espinas que impiden el paso.

Fig. 18.  Observe Ud. sus potentes espinas que bien pudieron ser usadas antaño como firmes clavos. Pueden llegar a medir hasta   8 cm de longitud. Hojas compuestas  de 22-26 folíolos  imparipinados.

Fig. 19.  Glomérulo de flores  de tipo esférico, muy característico de los aromos del  género Acacia. 

Fig. 20.  Vainas de esta especie de aromo (Acacia sp.).   Longitud entre 9 y 12 cm. La vaina madura, a diferencia  del algarrobo,  presenta un color pardo o morado débil  y tiene cierta semejanza con el fruto del algarrobo del Mediterráneo (Ceratonia siliqua).

Fig. 21.  Zoom  hecho a las vainas de esta misma especie.

Fig. 22.  Plantas nuevas de Disticlis spicata o "grama salada",  (Fam. Poaceae), especie muy común antaño en la Pampa del Tamarugal cuando el nivel freático era mucho más elevado que en la actualidad. Era comida en caso de necesidad por  asnos, cabras y aún ovejas.  Se la encuentra en toda América, desde el Canadá hasta la República Argentina. Sus hojas filosas terminan en una aguda punta, capaz de causar escozor al tocarla accidentalmente.

Fig. 23.    Estratigrafía observable  a los costados del arroyo hoy seco, que muestra  antiguos estratos  acumulados por sucesivos aluviones en el pasado. La diferente coloración alude a su diferente  constitución, más o menos arenosa o limosa.

 Fig. 24.  Ejemplar de tamarugo (Prosopis tamarugo).  Observe  su tendencia a producir un follaje de ramas bajas las que son comidas por guanacos, llamas, cabras y  ovejas.
Fig. 26.  Perspectiva general  del área vegetada que corresponde al cauce del aluvión de un ancho aproximado a los  20 metros. Los puntos más blanquecinos corresponden a limos finos en suspensión arrastrados por   el torrente. Los árboles ocupan, a ambos costados,  los bordes del arroyo, mientras que  la parte central está  cubierta por  grandes ejemplares de Tiquilia grandiflora, formando manchones.
                           
Fig. 27.  Ubicación geográfica del mini-oasis respecto de Matilla y la carretera asfaltada a Pintados.


Comentario ecológico cultural.

1.  Pudimos constatar in situ la presencia de un total de  siete especies vegetales, todas perennes. No se vio ninguna planta  anual durante nuestro breve recorrido. Todas son nativas de la zona, con la sola excepción de Acacia sp., asilvestrada aquí. Las plantas anuales que hubo aquí, fenecieron hace tiempo. El sitio se halla a un kilómetro al SW de las últimas parcelas agrícolas de  Matilla, y separado de éstas por un trecho de tierra totalmente seco y estéril.  El cauce seco de aluvión se extiende por varios kilómetros hacia el poniente,  hasta rematar en  la plantación artificial (hecha por CORFO  entre  1960 y 1970) de tamarugos en la pampa. La vegetación que presenta, a lo largo de varios kilómetros,  en dicha dirección, esperamos inspeccionarla pronto. Nos interesa especialmente  constatar qué especies vegetales  logran avanzar, vivas,  hacia el poniente, en plena pampa reseca.

2.  Las plantas se están abasteciendo de aguas subterráneas que, seguramente, siguen afluyendo bajo tierra, siguiendo el curso mismo de la antigua quebrada y, en parte, de pequeños flujos de aguas subterráneas provenientes del riego de  las parcelas.  Aromos y tamarugos estarían así,  probablemente, captando agua del subsuelo a profundidades no mayores a  5-8 m. 

3.  Sospechamos que  la planta rastrera  del género Tiquilia  sp. es capaz de  condensar y absorber el agua  del rocío matutino, intenso en algunos meses del año. No sabríamos mediante qué mecanismos. Pero  su  abundante vellosidad así lo estaría sugiriendo.  Asombra su capacidad para resistir la sequedad ambiental. Hemos observado que tiende  a formar nebkas, esto es,  montículos de arena  que el viento arrastra  y  la planta atrapa, creciendo en forma de cúmulos semicirculares que la plantas corona. Por lo cual,  nos parece que esta planta podría ser una  excelente fijadora de dunas viajeras. 

4.  La fauna observada fue la siguiente: una pareja de pajarillos (¿chincoles?),   buscando semillas en los arbustos de  Baccharis  chilca;  una pequeña avispa en flores de Tiquilia sp., un ejemplar de la mariposa Hyles annei (Fam. Sphingidae). La observación  no pretendió, obviamente, ser exhaustiva  y no incluyó, por el momento,  inspeccionar el follaje seco bajo los árboles y arbustos.

5. Escribíamos en agosto del año 2012: "Por cuánto tiempo más van a sobrevivir esas plantas?. ¿Dejarán descendencia? . ¿Cuándo volverá a bajar el aluvión, trayendo la vida?. Es un enigma que nos asombra y nos maravilla. Es esto, precisamente, una de las cosas que nos atrae tan poderosamente en este desierto: el aferrarse de la vida "con dientes y uñas" en los parajes más insólitos y áridos del planeta". 

6.  Hoy, escribiendo  en Febrero de 2016, podemos afirmar, en base a la experiencia de terreno, que el milagro de la vida  prosigue allí intacto y que, a pesar de la falta de agua,  y al hecho de que el aluvión no ha vuelto a presentarse nuevamente desde aquella fecha, las plantas han logrado vivir y crecen, demostrando  su enorme capacidad de  sobrevivencia, con un mínimo de agua, hecho  que a la vez  nos asombra y embelesa. Una vez más, el "misterio de la  expansión  y difusión de la vida"  nos presenta sus enigmas los que,  solo en pequeña parte,  podemos vislumbrar a través del conocimiento científico actual. 












miércoles, 3 de febrero de 2016

Observaciones recientes sobre Prosopis spp, en la región de Tarapacá. Curiosidades de un neófito.

Aunque no soy un botánico de profesión sino un eco-antropólogo,  me he interesado desde hace años por la flora autóctona de la región de Tarapacá y Antofagasta,  intentando  buscar el máximo de  relaciones simbióticas entre las plantas, su sustrato geográfico y el  antiguo habitat humano.

En los párrafos que siguen, daremos a conocer algunos aspectos de la situación actual  del género Prosopis spp en el área  del Tamarugal y oasis  próximos (Pica y Matilla),  en base a  imágenes nuestras  tomadas en los meses de diciembre  2015 y  enero 2016 en la zona.

 El caso del algarrobo (Prosopis  alba).

Fue bautizado por los españoles como "algarrobo", por su gran semejanza con el fruto del  algarrobo   de la cuenca del Mar  Mediterráneo  (sur de Europa y norte de Africa). Su nombre, al igual que muchos términos  españoles   que comienzan en -al-  (como alcanfor, alhelí,  alcohol, alcázar, alcoba, alarife...) proviene del árabe hispano alharruba  que más tarde derivó en "algarrobo". En efecto,  el algarrobo europeo,  Ceratonia siliqua L  (carob tree en inglés: Carob Baum, en alemán ) posee  vainas muy largas y levemente curvadas  aun cuando sus hojas y flores son muy diferentes.  Conocido desde los tiempos bíblicos, fue según la Biblia, el alimento que   nutrió a san Juan Bautista en el desierto de Judea, razón por la cual  también  se le conoce  en alemán  como Johannisbrot, o  "pan de Juan".

En lengua quechua  fue conocido como taku  waran´ku  según el diccionario de Ricardo  (1586; edición de la Universidad Nacional de San Marcos, Lima,   1970:87).  De ahí que en el Perú se le conozca como "guarango".   En lengua aymara, fue conocido con el nombre de taccu, según Ludovico Bertonio (1612:), voz que  señalaba tanto al árbol como a su fruto.  Es, por lo visto una voz  quechumara, idéntica,  en quechua y  en aymara.

Distribución geográfica del algarrobo.

El algarrobo  que se halla en la pampa del  Tamarugal pertenece a la especie  Prosopis alba, presente también en el sur del Perú, en Bolivia, Paraguay (El Chaco) y en el noroeste argentino, por lo cual - a diferencia del tamarugo- no es una planta endémica de nuestra región. Fue  muy apetecido y protegido por los grupos indígenas que de su fruto  hacían harinas, pan y bebidas  alcohólicas (aloja).  Es planta muy resistente a la sequía   y su follaje  y fruto  (vaina) sirvió y aún sirve  de valioso alimento para las llamas y también para  cabras, ovejas y burros.

Algunas observaciones nuestras en la pampa.

El  algarrobo lo hemos  observado en pequeños grupos de árboles en medio de los tamarugos, tan solo en ciertos y  muy determinados sectores de la pampa  y no presenta la ubicuidad y omnipresencia propia del tamarugo. El tema de su presencia  solo en determinados sitios, creemos se presta para una investigación de terreno más  precisa.

Tenemos la vehemente sospecha de que su propagación dispersa, por una zona tan extensa, fue  en buena parte obra del mismo hombre a través de  sus excretas, así como también, por efecto directo de las fecas de guanacos y llamas. El conocido trayecto Este-Weste que antiguamente hacía el guanaco desde la alta precordillera  hacia la costa en las regiones de Tarapacá y Antofagasta, pudo contribuir activamente a la propagación de esta especie hasta el litoral. En efecto, se encuentra aún  hoy árboles vivos de esta misma especie muy cerca de la desembocadura del río Loa,  junto a antiguos campos de cultivo  de origen probablemente prehispánico. En efecto  se ha comprobado que las semillas del algarrobo no son afectadas en su capacidad  germinativa por efecto de los jugos digestivos del hombre o del animal, razón por la cual  parecería  obvio que tanto estos animales como el propio hombre fueron perfectamente capaces de  trasladar y difundir, en forma inconsciente,  la especie hasta regiones alejadas,  mediante el desecho de sus fecas.

Si esta hipótesis nuestra es validada algún día, querría decir que  la  presencia de  algarrobos solitarios o de pequeños grupos de éstos, puede ser un signo de la existencia de  huellas antiguas transitadas, en el trayecto E-W  por grupos humanos  o aún animales  (guanacos). Serían huellas visibles hoy de antiguos senderos o rutas.

 Fig. 1.  Ejemplar de algarrobo en el sitio  de Canchones,  en la antigua propiedad de Peter Müffeler en el sitio de "Los Puquios". En esta zona, a ambos lados de la ruta a  Pica, se observa la presencia de numerosos ejemplares de algarrobo, entre los tamarugos.

 Fig.2. Abundantes  vainas de esta especie  en el sitio de "Los Puquios"  cuelgan aún de sus ramas  (Foto H. Larrain,  15 Enero 2016).

 Fig.3.  Ejemplar de algarrobo  en fruto alrededor de la plaza de La  Tirana (sector Este) en la Pampa del Tamarugal.


 Fig. 4.  Otro ejemplar de la misma especie en el mismo lugar.
Fig. 5.  Vainas maduras  de algarrobo en plena sazón.   Plaza del poblado de  La Tirana, Pampa del Tamarugal.

Prosopis tamarugo  Phil. 

Las imágenes que siguen a continuación,   muestran  el estado actual de la plantación  masiva de tamarugos, efectuada por la Corporación Nacional Forestal (CORFO, Chile) entre los años  1960-1972. (Fotos tomadas por H. Larrain el día  2 de Febrero, 2016). Estas imágenes corresponden al Tamarugal del sur, esto es   a las plantaciones efectuadas por la CORFO   entre  l960 y  1972.  El área del tamarugal del Norte ( al Norte de la localidad de Huara),  fue la última en ser plantada (1972-1973) y  presenta hoy día una vitalidad  y desarrollo muy superior a la  arboleda   del sector sur. Seguramente, esto tiene que ver con  la mayor y mejor disponibilidad de agua  subterránea en estos sectores septentrionales de la pampa, que se extienden por el Norte casi hasta tocar  la quebrada de Camiña. 

Fig. 6.    Ejemplar típico de  tamarugo en el sector del Tamarugal entre Estación Pintados y pueblo de Pozo Almonte, pocos kilómetros al sur del fundo Refresco de la Corporación Nacional Forestal (CONAF). Este ejemplar tiene  aproximadamente unos 45-48 años de edad,  habiendo sido plantado, como creemos,  hacia el año 1970.   Observe, a la izquierda de la imagen,  la masa de sal que fue dejada al lado, cuando se hizo la perforación inicial de la costra salina  para cavar el hoyo de   1,20-1,50 cm de profundidad, donde quedó inicialmente alojada la planta.  Este ejemplar aún hoy se sigue alimentando  de la capa freática  de agua subterránea, presente a no más de unos  5-8 m de profundidad. 

Fig. 7.  Ejemplares de tamarugo, plantados en fila,  al costado  Este de la carretera Panamericana   N-S. Se les ve  aún en estado vigoroso. Sus raíces pivotantes alcanzan los niveles freáticos. La planta de por sí  muestra un abundante follaje  bajo y  ramifica desde  muy abajo, presentando casi siempre varios troncos (hasta 5-6) que se pueden elevar hasta una altura máxima de unos 10-12 m sobre el suelo. 
Fig.8.   Grupo de árboles de tamarugo, en la misma zona de la pampa.

Fig. 9.   Sector plantado en la década del año 1970.Vivo contraste con el área  visible a la derecha de la imagen, que nunca fue plantada y conserva su aspecto original.

Fig. 10. Partes significativas del bosque de tamarugos, se muestran hoy totalmente secas.    Centenares de árboles hoy muertos, porque tal vez sus raíces ya no alcanzan el nivel del agua subterránea que aquí debe estar más profundo.  El descenso de las capas freáticas de agua subterránea es un hecho constatado  y bien probado en esta pampa desde hace mucho tiempo. Ya lo advirtió el geólogo  Octavo Castillo Urrutia, en su valiosa obra: El agua subterránea en el norte de la Pampa del Tamarugal (Instituto de Investigaciones Geológicas  Chile, Boletín Nº 5, 1960).  Dos factores, sin embargo, parecerían estar en juego en este proceso:  a)  la insuficiencia de la recarga de estos acuíferos de la pampa por parte de las avenidas o aluviones estivales provenientes del altiplano; éstos han  disminuido en número e intensidad en los últimos cien años. y b)  la probabilidad de que en ciertos sectores las raíces de los árboles, al  hundirse,  hayan topado con  gruesas capas de sal  pura del antiguo Salar, lo que les ha causado la muerte. El tamarugo es capaz  de resistir  tierras y aguas  de un alto contenido salido, pero no sal pura. Al dar sus raíces con tales capas, la planta irremisiblemente muere. Tenemos la sospecha, sin embargo,  de que la primera hipótesis enunciada, es la más probable en este caso: es decir,todas  las capas freáticas  superficiales  han sido ya consumidas por el bosque. La recarga actual es absolutamente insuficiente para suplir el enorme gasto (del  bosque y de los pozos para uso humano).

 Fig. 11. Otra imagen del  bosque  ya muerto.


Fig. 12. La misma desolación del paisaje anterior.  Esta  triste visión se repite  en numerosos sectores del Tamarugal.

Fig.  13.  Cerca de la estación de la CONAF (Fundo "Refresco", Tamarugal)   hemos observado en este último año (2015)  un intento desesperado por  mejorar las condiciones del bosque moribundo. Para ello-  tal como podemos ver en ésta y la siguiente imagen-  los ingenieros forestales de CONAF en un pequeño sector de prueba,  han  hecho una poda intensiva de los árboles,  cortando y eliminando  todas las partes secas  y dejando solo un tronco, el más sano. El resto, ha sido reducido a leña. ¿Lograrán con esta medida  tan drástica frenar la muerte inminente y  obtener una mejoría del bosque?. Sinceramente, lo dudamos. Creemos que el daño ya inferido por falta de agua es demasiado grande. La única solución, a nuestro juicio, sería   aplicar nuevamente riego, lo  que es imposible en el actual estado de cosas. Extraerla del subsuelo para regar el bosque, parece insensato; esto solo contribuiría a  hacer descender aún más el nivel freático. La única solución viable sería traer el agua  desde el mar por medio de tuberías  para desalinizarla  in situ, pero..., ¿a qué costo?.

 Fig. 14.  Así lucen hoy los árboles "podados". ¿Servirá de algo esta  medida de emergencia?. Lo dudamos. A nuestro entender, con esta medida  solo se va a incrementar la evaporación in situ,  al eliminar partes de sombra. Sospechamos que "el remedio puede ser peor que la enfermedad", como reza el sabio proverbio castellano. Ojalá  que  esta medida  tan extrema se aplique solo a un pequeño sector de prueba, hasta poder constatar, a ciencia cierta, después de un tiempo, qué ocurrirá con los árboles podados.

Fig. 15. Esta imagen muestra bien cómo, a pesar de  conservar  ramas en buena parte secas, el conjunto de árboles, muy  cercanos unos a otros, logra crear una sombra general  protectora  que, sin duda,  hace disminuir bastante la tasa de evaporación desde el suelo. La drástica corta y poda  efectuada recientemente (ver detalle en la  Fig. 13)  incrementará  mucho más la insolación in situ, sin  que se logre efecto beneficioso alguno. ¡Ojalá nos equivoquemos!,.

 Fig. 16.  Efecto directo de la poda realizada.   Estos ejemplares  ya no dispondrán de sombra alguna. ¿Quién se beneficiará, nos preguntamos, con  la leña obtenida  mediante  este procedimiento tan brutal?.  ¿Por qué, nos preguntamos  este afán de dejar un único tronco a una especie que por naturaleza produce varios ramales casi desde el suelo?. Corre el insistente  rumor en la zona  que los beneficiarios directos de esta medida (es decir, los que podan) actúan por cuenta de y bajo el control de  empresarios panaderos de Pozo Almonte que utilizan esa valiosa leña como combustible en sus hornos. Se dice que no pagan ni un peso al Estado chileno por su "poda". ¿Será cierto?. Si tal versión fuera  auténtica y verídica,  habría que iniciar una investigación  por la gravedad del hecho. Tal hecho, de comprobarse, sería lo  mismo que  "encargar  al zorro la custodia del gallinero". 

Un raro y  singular Prosopis local: Prosopis strombulifera.

Presentamos  aquí imágenes de esta rara planta rastrera de vainas retorcidas y diminutas hojas compuestas. La hemos observado  en pequeños manchones  en la zona de Tarapacá, en Pica y Matilla, en las proximidades de las chacras. Es una planta xerófita,  muy resistente a la  sequedad  que se presenta  achaparrada y alcanza según lo que hemos visto,   una altura máxima de  50-60 cm. salvo que se arrime a un seto de cañas por donde puede trepar hasta los   2 m.  Fue llevada a California como planta ornamental y   allí adquirió un inusitado desarrollo, transformándose en  una verdadera  plaga. Sus curiosas vainas se prestan para hacer  vistos arreglos florales. Sus vainas secas  son  muy valoradas y consideradas mágicas por las tribus indígenas  que hasta hoy la emplean en sus  rituales. 


Fig. 17. Las flores están provistas de un pecíolo largo, a veces hasta de  3-4 cm. de largo,  lo que permite que  destaquen  sobre el follaje y puedan ser fácilmente vistas por los insectos polinizadores. Hemos observado a numerosas abejas de miel (Apis melifera) en calidad de visitantes asiduos de esta especie.
Fig. 18.  Las plantas tienden  a concentrarse y agruparse en  pequeños cúmulos, en sectores específicos. Necesitan muy poca humedad, y crecen muy bien en arena y  sus pequeñas hojas  no son hoy comidas por  animales  como el guanaco, el burro o la mula, por ser  éstos hoy ya inexistentes en esos lugares. Siendo sus retorcidas vainas  muy codiciadas por los artesanos locales,  esta vista nuestra, obtenida en los alrededores de la localidad de Matilla, es  hoy una rareza. (Foto H.Larrain,  Enero 2016).

Fig. 19.  Flor y  vainas típicas de Prosopis strombulifera.

Fig. 20. Abeja de miel  (Apis melifera)  colectando polen en sus patas, muy abundante en los numerosos estambres de este tipo de flor.

Fig. 21.  Observe las curiosas vainas enrolladas en torno a un invisible e inexistente eje central. Contrariamente a lo que ocurre con el tamarugo, su cercano pariente,  cada vaina no posee sino  2 ó 3 semillas fértiles, según lo hemos podido comprobar.  Según nuestra experiencia, el número de "vueltas" o rodelas de la vaina  es muy variable. Las hay de  3 a 4  "rollos"  o rodelas, hasta  17-18, como máximo.
Fig. 22.  Una abeja de miel  recogiendo y acumulando en sus patas posteriores el abundante polen que produce esta especie.
Fig. 23.  Aquí vemos un conjunto de plantas  que aprovecha la humedad de un predio vecino. En cercados de este tipo  de cañas, muy  típicos de los oasis de Pica y Matilla,  puede trepar hasta los  2 m de alto o aún más, en busca del sol.  Aquí es probable que  haya  no menos de 40 ó 50 plantas individuales. La especie tiende a  aglomerarse y a formar  densos  conjuntos.

Fig. 24.  Las ramillas  presentan pequeñas  y numerosas espinas, todas ellas de una longitud  muy semejante. Alcanzan éstas los 1,0 -1,3 cm de largo como máximo. Las hojas, compuestas y alternas , presentan  de 10 a 12 folíolos.

Comentario ecológico-cultural.

  1. Descendiente  directo   a lo que parece de  antepasados arborícolas de las estepas africanas- como  lo han demostrado los esposos  Leakey en sus investigaciones en la garganta del Olduvai en Tanzania,  Africa -, el hombre   ha seguido íntimamente ligado al mundo vegetal, del que se ha alimentado, cobijado y  protegido del ardiente sol  y de  las frías noches del desierto.  En todos los depósitos de basuras del hombre primitivo en esta región desértica del Norte de Chile, se ha hallado numerosas y variadas especies vegetales. Ellas dan cuenta cabal de las preferencias alimenticias  y  del rol que la vegetación ha jugado en la historia humana.

2. En la región de Tarapacá   (Norte de Chile) -área de nuestros recientes viajes de exploración-  las tres especies vegetales agrupadas en el género botánico Prosopis, presentan una importancia capital. La"Pampa del Tamarugal"  recibe, precisamente, su nombre de la existencia de  la más abundante especie arbórea: el tamarugo (Prosopis tamarugo),   árbol notable que por sus peculiaridades específicas y notable adaptación al habitat desértico, ha  facilitado, a lo largo del tiempo, el desplazamiento  de grupos humanos en un constante ir y venir  desde el altiplano a la costa y viceversa. Junto a la planta conocida como pillalla (Atriplex atacamensis),  ha sido el gran facilitador de los desplazamientos Este-Oeste de los grupos nómadas  a partir del período Arcaico por constituir sus ramas y troncos un excelente combustible y, en el caso del tamarugo y algarrobo, un excelente forraje para los animales (hojas y frutos). Sus ramas y troncos han sido, desde tiempos antiguos,  útil materia prima para construir  cobertizos,  cabañas o refugios de emergencia  donde guarecerse de la intemperie, al pie de su troncos protectores. En los sitios arqueológicos de Ramaditas  y Guatacondo, en la desembocadura de la quebrada de Guatacondo en la pampa del Tamarugal, los troncos de algarrobo o tamarugo constituían los pilares de viviendas y cobertizos, habiéndose  fechado algunos de éstos en más de 2.500 años A.C.

3. La voz "tamarugo"  parecería  derivar de algún  ancestro indígena, tal vez  puquina  (tamar´uku?). No tiene, a lo que creemos, antecedente alguno en lengua  aymara o  quechua.  Menos  aún   tiene aspecto o seña de voz española. El hecho de que se utilice únicamente en esta zona de Tarapacá, área de indudable ancestro cultural y lingüístico puquina, nos hace sospechar  tal origen. pero no tenemos pruebas de ello. Los españoles denominaron a los árboles o frutos del Nuevo Mundo  por su semejanza (aunque fuese lejana) con los existentes en la  Península o en los contornos del Mediterráneo (v. gr, el caso del "algarrobo"). Si no había semejanza alguna  (como en el caso del tamarugo, del chañar o de la pillalla), acomodaban el nombre indígena a la pronunciación castellana. Es nuestra hipótesis por el momento,  a la espera de nuevas y profundas investigaciones lingüísticas, que tanta falta nos hacen.

4. También nos parece perfectamente factible que  los antiguos- particularmente los incas-  hayan tenido la sabiduría de propagar esta especie, a lo largo y ancho de sus caminos y huellas,  tanto para procurar agradable sombra en el ardiente desierto como para entregar excelente alimento en los meses de diciembre y enero, cuando maduran sus vainas y, excelente  forraje para hombres y animales de cargas (llamas). Ya lo insinuaba  abiertamente  R. Latcham en su obra dedicada a la agricultura prehispánica  (1936).

5. Pero también hemos sugerido la posibilidad de que hayan sido los guanacos y zorros los que, en sus correrías normales y trayectos de Este a Oeste hayan trasladado, mediante sus fecas, las semillas, las que brotaron en lugares apropiados, sobre todo en las proximidades de sus aguadas. Creemos que varias especies puedan haber  sido dispersadas así de un ambiente ecológico a otro  (V. gr. de la puna a la costa).

6. El drástico sistema de poda del tamarugo  que estamos viendo hoy  (Enero-Febrero 2016) en aplicación  en un sector del Tamarugal, por parte de CONAF, cerca del Fundo "Refresco" nos deja preocupados y dudosos. Creemos que  merece un cuidadoso análisis y escrutinio por parte de expertos, no sea que se convierta en el preludio de una destrucción anticipada del bosque.  Ojalá no sea esta advertencia una  "crónica de una muerte anunciada".  Ojalá expertos ingenieros, especialistas en zonas áridas, observen y analicen  y controlen con especial esmero sus consecuencias a corto y mediano plazo y  no tengamos que lamentar  una destrucción aún mayor por la aplicación de una  errada política de "mejoramiento del bosque".
 
7. Ricardo Latcham, en su obra: La agricultura precolombina en Chile y los países vecinos, (Ediciones de la Universidad de Chile, 1936: 35-48),  se refiere, con lujo de detalles al uso del algarrobo por las tribus indígenas  autóctonas del Noroeste argentino, Bolivia, Perú y norte de Chile. Allí  aporta  numerosas citas de  Cronistas que se refieren a su empleo por los   indígenas de estos mismos países.

8. Hemos hecho recientemente algunas observaciones de campo sobre  tres especies de Prosopis, las que hemos querido compartir, en este capítulo,  con nuestros lectores. Nos referimos  al  tamarugo (Prosopis tamarugo  Phil), al algarrobo    (Prosopis alba  Grisebach) y a Prosopis strombulifera (Lam) Benth, especie esta última  que no tiene, al parecer, nombre vernáculo  único en nuestra zona, conocido en otras regiones como mastuerzo,  retortuño o retortón, por ser  bastante escaso y poco conocido y de escasa utilidad para el cazador-recolector o para el agricultor.

9. En un próximo capítulo aparte de este mismo Blog, nos referiremos, con aporte de imágenes ilustrativas,  a los frutos y/o semillas de estas especies, que creemos merecen un tratamiento aparte, dada la excesiva extensión  adquirida por este capítulo. Esperamos que estos apuntes,  escuetos y sin pretensiones, nos persuadan de la importancia de seguir estudiando para el futuro  esta comarca: el Tamarugal,  cuyo valor en el pasado  tanto colonial (explotación de la platas) como republicano (explotación del salitre y del yodo)  ha sido reconocido por arqueólogos e historiadores.  Si tuviese algún día acceso al agua potable en gran cantidad. éste podría - como lo pensaba Don Antonio O´Brien en su "Descripción de Tarapacá" en 1765-  convertirse en  el granero de la región y de todo el norte de Chile. Tal vez  esto se haga efectivo algún día...