viernes, 26 de noviembre de 2010

Primera mención española del nombre del puerto de Iquique como " Yqueyque".

Objetivos de este capítulo del Blog:

Nos proponemos, en este breve artículo, profundizar desde un ángulo ecológico-cultural en algunos textos poco divulgados y rara vez analizados en detalle, que se refieren directamente al temprano reconocimiento de la costa de Tarapacá por parte de los españoles, al puerto de Iquique y a su denominación indígena ("Yqueyque"), así como a la temprana explotación minera de la plata en Huantajaya, junto a Iquique.

Estos textos aunque breves, nos ofrecen una primer esbozo de "descripción" geográfica de la costa norte chilena y constituyen, por tanto, un valioso aporte a la geografía y eco-antropología de la región.

Uno de estos textos pertenece al cronista español Gerónimo de Bibar en su obra: Crónica y relación copiosa y verdadera de los Reynos de Chile, hecha por Gerónimo de Bibar, natural de Burgos". El original fue publicado en Sevilla el año 1558, y pensamos que el texto rezuma un conocimiento muy directo de los ecosistemas propios del desierto y de lo sucesos tempranos que involucraron a la costa de Tarapacá.

El segundo grupo de textos pertenece al bien conocido cronista español Pedro Cieza de León, en su obra: La Chronica del Peru, nuevamente escrita por el cronista soldado Pedro Cieza de León, vezino de Sevilla (publicada por primera vez en 1554).

Combinaremos los informes ofrecidos en ambos textos, muy próximos entre sí en su época de publicación (apenas distan 4 años de diferencia temporal). Ambos, uno sevillano y el otro burgalés, sumados y examinados con el lente eco-antropológico, ya nos ofrecen una primera aproximación geográfico-ecológica, muy elocuente, de este territorio de tan inhóspito y terrrible desierto, que hoy conocemos como el "Desierto de Atacama".

El cronista Gerónimo de Bibar

Sabemos que el joven Gerónimo de Bibar, de unos 18 años de edad, llegó a Chile varios años después de los viajes de reconocimiento y conquista de Diego de Almagro y Pedro de Valdivia, probablemente en una de las expediciones de refuerzo a este último enviadas desde el Perú , hacia el año 1547. Su crónica, que nos ofrece aquí finos detalles de tipo geográfico y cultural, es sumamente ajustada a la realidad, al igual que la de Pedro Cieza de León. Ambos son considerados por los investigadores como excelentes testigos presenciales de los hechos.

El texto de Cieza en referencia, es el siguiente:

"Toda aquella costa es ...brava y de grandes riscos. Más adelante de este promontorio cinco leguas [se trata del promontorio llamado Morro de los Diablos, a siete leguas al sur del puerto de Ilo] está un río de buen agua, no muy grande, y deste rio sueste cuarta al este, doce leguas más adelante, sale otro morro alto y hace unas barrancas. Sobre este morro está una isla y junto a ella, el puerto de Arica el cual está en veintinueve grados y un tercio [error evidente por 19 grados]. Deste puerto de Arica corre la costa al sursudueste [ es decir, al SSW] nueve leguas sale a la mar un río que se llama Pizagua. Deste río hasta el puerto de Tarapacá se corre la costa por la misma derrota y habrá del río al puerto cantidad de 25 leguas. Cerca de Tarapacá está una isla que tendrá de contorno poco más de una legua y está de la tierra firme legua y media y hace una bahía donde está el puerto en veintiún grados (cap.V, edición 1945: 46; destacado nuestro).

Y sigue el mismo cronista:

"...En los valles de Tarapacá es cierto que hay grandes minas y muy ricas y de plata muy blanca y resplandeciente. Adelante dellos, dicen los que han andado por aquellas tierras, que hay algunos desiertos hasta que se llega a los tèrminos de la Gobernación de Chile. Por toda esta costa se mata pescado y alguno bueno y los indios hacen balsas para sus pesquerias de grandes haces de avena o de cuero de lobos marinos, que hay tantos en algunas partes que es c0sa de ver los bufidos que dan cuando están muchos juntos". (Cap. LXXV, edicion 1945: 211 212).

La Descripción de la costa de Tarapacá según Bibar

Y ahora veamos qué y cómo nos relata el cronista Bibar, en su capítulo 71:

"Hecho esto [es decir, habiendo dejado instrucciones en La Serena para que fuera aceptada la jefatura de Francisco de Villagra durante su forzado viaje al Perú en busca de refuerzos], se embarcó [Pedro de Valdivia] y se hizo a la vela a dieciseis de septiembre [1547] y allegaron al puerto de Yqueyque en los términos y minas de plata del valle de Tarapacá, en los Reinos del Perú, doscientas cincuenta leguas de la Ciudad de los Reyes [Lima], víspera de la Natividad de Cristo nuestro Señor, en el añ0 ya dicho [1547]. Mandó el general a Gerónimo de Alderete que fuese en el batel [bote] del navío con doce españoles y que tuviese aviso porque no era tierra que se habían de descuidar: lo uno por ser los indios cautelosos, y lo otro, por tener noticia de la tierra estar alterada con [el reciente alzamiento de] Gonzalo Pizarro. En la tierra [se entiende en el puerto de Yqueyque] halló [Valdivia] un español y dos esclavos, al cual preguntó cómo estaba el reino del Perú..." (cap. 71; edicion 1966: 106; subrayado nuestro).

Pedro de Valdivia y Martínez Begazo.

Una carta de don Pedro de Valdivia dirigida a Hernando Pizarro [primo hermano del Marqués Pizarro], fechada en Valparaíso el 15 de agosto de 1545, nos aclara bastante bien el objetivo de esa recalada en Yqueyque por la Navidad del año 1547:

"Y viniendo por Arequipa Lucas Martínez Vegaso, vecino de ella, que, como vuestra merced sabe, ha tan bien servido a :S. M. y por hacerle de nuevo este servicio tan señalado y por haber sido servidor del Marqués, mi Señor, y serlo de vuestra merced, me favoreció con un navio quitándolo del trato de sus minas de Tarapacá, que no perdió poco, en el cual me envió diez o doce mill pesos de empleo de armas, herraje, hierro y vino para decir misa..." (en Medina, editor, Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile,1896: 89).

Este navío lo había ofrecido el rico encomendero Lucas Martinez Begazo a petición expresa del comisionado de Valdivia en Arequipa, el capitán Alonso de Monroy, quien habia ido al Perú a solicitar apoyo para la conquista de Chile ante la sublevación general de los picunches, a las órdenes de Michimalonco. Como se recordará, éstos atacaron a los españoles atrincherados, e incendiaron la naciente ciudad de Santiago un 11 de septiembre del año 1541 (publicado en Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile, tomo II, editor, José Toribio Medina, 1896: 1 - 17).

Un cotejo somero de estos notables documentos -verdaderas descripciones iniciales del área desértica), nos permite trazar la siguiente perspectiva geográfico-ecológica de Tarapacá tal cual fue percibida y descrita hacia 1545- 1547, en particular en referencia a sus posibles recursos y a las minas de plata, ya claramente en explotación por Martínez Begaso y sus servidores en el área en cuestión.

Estos primeros cronistas, de acuerdo a los textos citados, describen el paisaje geográfico y los recursos existentes en la franja costera desde el extremo sur peruano hacia la Gobernación de Chile, prestando particular atención a los siguientes caracteres, tanto geográficos como históricos:


Caracterización ecológico-cultural de la costa norte-chilena según cronistas tempranos:

Los siguientes son los rasgos geográficos e informes básicos que los primeros pilotos españoles logran recoger sobre la costa del litoral árido y que los primeros cronistas utilizan en sus relatos:


a) la costa es "brava", esto es de fuerte oleaje, dificultando el desembarco;
b) presencia de muy escasos ríos ( para el abastecimiento de agua) y calidades de estas aguas;
c) presencia de "puertos" y sus recursos (pesca) ;
d) presencia de promontorios o indicadores de recalada;
e) indicación de distancias aproximadas (en leguas);
f) existencia de grandes extensiones de desierto absoluto;
g) presencia de minas trabajadas por españoles o indios, ya desde 1545;
h) caracterización de las embarcaciones usadas por los indios de la costa;
i) estado de ánimo de los indios y posibilidad de rebelión de estos;
j) presencia de islas junto al continente;
k) denominación concreta, en la lengua vernácula, de los puertos, o sea, tal como son conocidos por los habitantes de la zona;
l) conocimiento de la situación poliíica del Perú ante sucesos ocurridos desde sublevación de Gonzalo Pizarro contra el nuevo Virrey del Perú.
m) tipos de elementos de primera necesidad para la conquista del territorio de Chile.
n) presencia de españoles a cargo de tareas específicas en el puerto de Iquique.
ñ) presencia temprana de esclavos negros en la explotación minera de Tarapacá.

Todos estos elementos, analizados en su conjunto, nos permiten ya formarnos un cuadro al menos provisorio, del escenario visible a los españoles, al saltar a tierra, en el "puerto" de Yqueyque, tan tempranamente como la Navidad del año 1547.

Leyendo las crónicas con un ojo eco-cultural.

La información en su conjunto es ya impresionante. En síntesis, por esas tempranas fechas, (1545-1547) se sabe que hay una isla adyacente al continente en Tarapacá; que hay un "puerto" de desembarco que se llama en lengua indígena "Yqueyque" ; que hay españoles y esclavos negros laborando allí. Que existen ricas minas de plata a legua y media tierra adentro, donde se obtiene plata de gran pureza. Que estas minas pertenecen al encomendero Lucas Martínez Begaso que vive en Arequipa. Que éste las está trabajando en esos años tempranos; Que todo el comercio se verifica por mar, incluyendo el transporte de agua para la bebida. Que el río de Pisagua lleva agua hasta el mar; Que hay desiertos enormes, casi sin agua, hacia la Gobernación de Chile y que es muy trabajoso cruzarlos; que Valdivia tiene ya tratos con el rico encomendero Martínez Begazo, en sus minas de Tarapacá, desde el año 1545. Y que éste le ha prestado una ayuda vital para la conquista de Chile consistente en un barco fletado con herraduras, armas, mercaderías, vino de misa y elementos varios para la naciente colonia del Mapocho.

Con el dominio de todos estos antecedentes, don Pedro de Valdivia confiadamente puede recalar en Yqueyque en la Navidad del año 1547, en su viaje al Perú. De seguro, a su paso por Perú, visitó a Martínez en Arequipa, donde éste residía, y volvió a pedir su apoyo y sostén en su campaña de sometimiento de los levantiscos promaucaes.

Yqueyque y Tarapacá, quedan de este modo, indisolublemente unidos a la conquista y sujeción, por parte de las huestes de Valdivia, de los promaucaes y quechuas, mitimaes del valle del valle del Aconcagua y Santiago.

¿Por qué se le llamó a este puerto "Yqueyque" en tiempo indígenas?. ¿Cuál es el significado de este topónimo?. Y, en términos más generales, la toponimia de esta zona costera entre Arica y Antofagasta, ¿a qué lengua o lenguas indígenas habría correspondido en la realidad?, ¿a la quechua, la aymara o alguna otra diferente de éstas?. Es este un tema que esperamos abordar pronto, para desmitificar muchas afirmaciones antojadizas hechas por pseudo cientificos que sin la debida preparación linguística, antropológica o etnohistórica, han abordado en nuestra zona norte este tema, con exceso de liviandad y notable falta de seriedad académica. La misma liviandad que se hace manifiesta, ante los intentos de descifrar el significado de los topónimos "Pica", o "Mamiña", los que han recibido múltiples sentidos, a cuál más aberrante. Es mil veces preferible decir honestamente "no se sabe", que inventar significados carentes de base científica sólida.

lunes, 22 de noviembre de 2010

1980: El jesuíta Gustavo le Paige recordado por su Alma Mater, la Universidad del Norte

Composicion fotografica que acompaña el libro del físico chileno-alemán Gerardo Melcher, "El Norte de Chile, su gente, desiertos y volcanes" , Editorial Universitaria, 2004.

La figura decidida de Le Paige (derecha) al lado de su obra pictórica "El Cristo desprendido de la Cruz", óleo suyo pintado con ocasión de su "destierro" de su larga misión en el ex Congo Belga (hoy Zaire).

La Iglesia y parroquia de San Pedro de Atacama. Foto de Gerardo Melcher hacia el año 1965. Tomada del libro citado màs arriba , del mismo autor. En esta parroquia rural , en el corazón del Salar de Atacama, trabajó el sacerdote Gustavo Le Paige, S.J. por espacio de 25 años (1955-1980). Antes de las siete de la mañana, ya estaba aqui cada dia, celebrando su Misa diaria.


Contratapa de la revista "Reflejos del Norte" , publicacion de la Universidad del Norte, Antofagasta, Año 1, N' 3, Abril 1981, casi un año despues del fallecimiento del fundador del Museo Arqueologico de Sn Pedro de Atacama.
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Breve articulo que muestra la realizacion del sueño de Le Paige: la transformacion de su Museo.

Ultima pagina del mismo articulo, Año 1, N' 3, Abril 1981.

Carátula de la Revista "Reflejos de las Universidad del Norte", Agosto 1980, Año 1, Nº 1 dedicada al Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama y al cariñoso recuerdo de su fundador, muerto en Mayo de ese mismo año, el Padre Gustavo Le Paige, S.J.
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Página interior de este ejemplar, síntesis dedicada al recuerdo de su vida y obra.

Ultima página de esta Nota, dedicada a su obra cumbre: el Museo Arqueológico. Es interesante observarla para rememorar las etapas de exhibición museológica del Museo. Esta foto nos muestra el Museo tal cual lucía antes de la muerte de Le Paige, Mayo 1980. Probablemente, sea de varios meses antes, es decir de fines del año 1979.


Hemos encontrado en las calles de Iquique, en manos de vendedores de cosas viejas, dos ejemplares de una pequeña revista, titulada "Reflejos de la Universidad del Norte", editada por la Vicerrectoria de Comunicaciones y Extensión de la Universidad del Norte, en Avenida Angamos 0610, Antofagasta en el año 1980. Hemos querido conservar y comentar en este Blog este valioso material porque encierra desconocidas fotografías de la época de Le Paige, así como comentarios muy ilustrativos sobre el desarrollo y marcha de su obra maestra: el Museo Arqueológico. Y esto nos ocurre exactamente a dos días de celebrarse el natalicio del Padre, ocurrido un 24 de Noviembre de 1903. Curiosa coincidencia. Porque el próximo día 24, en San Pedro de Atacama, se realizará- como ha sido la costumbre año a año-- una romería a su tumba, donde sus antiguos conocidos y ayudantes de campo y los miembros del equipo de fútbol que lleva su nombre, lo acompañarán en un momento de profunda reflexión y recordarán su memoria.

Al presentar ahora estos documentos en esta fecha, recordaremos nuevamente la obra egregia de Le Paige tanto para la ciencia arqueológica nacional, como para su comunidad atacameña.
Treinta años han pasado desde la partida de Le Paige. Nadie imaginó que su obra, el Museo Arqueológico, al que dedicó todos sus afanes, iba no sólo a perdurar y consolidarse en el tiempo, sino más aún, se iba a convertir en un hito obligado de visita y estudio para extranjeros y chilenos, visitantes del área atacameña, Todavía más, en el mas grande centro actual de investigaciones arqueológicas existente en Chile


El material fotográfico reviste especial interés, pues conserva todavía la estampa antigua del Museo, con sus estanterías llenas de momias expuestas, justo antes de la gran remodelación que introdujo vitrinas nuevas y formas más modernas de exposición museográfica. Una de las fotos (foto Nº ) es de especial significación, pues muestra al P. Le Paige, sentado, contemplando plácidamente su obra, en el interior del Museo. La foto debe corresponder a los años 1977 ó 1978, o aún antes, poco antes de desatarse la grave enfermedad que lo condujo a Santiago. A fines del año 1979, en el mes de Noviembre, tuvimos el privilegio de entrevistarlo por última vez. Entrevista que hemos ya publicado en otro capítulo de este Blog, y para entonces, estaba ya muy débil Ya hablaba en tono muy débil y apenas podia ya caminar. . La muerte lo sorprendió en Mayo del año 1980.

Con este valioso material de las dos revistas, acumulamos más documentación fotográfica y adquirimos plena conciencia de los cambios notorios que se van realizando en el Museo, su obra predilecta.

En el próximo número de diciembre de este año 2010 de la revista "Mensaje" de los jesuítas chilenos, publicaremos, en pocos días más, un trabajo de investigación sobre el legado científico del jesuíta Gustavo Le Paige, cumpliendo así un viejo anhelo personal de comemorar, de la manera más digna, los 30 años de su partida de este mundo. A la vez, hemos querido expresar nuestra profunda convicción de que todavía nos queda mucho por explorar en su rica personalidad, tanto de sacerdote y hombre de Dios, como en su veta propiamente social, perceptible en su abnegada entrega al servicio de la comunidad sanpedrina y en su vocación científica y arqueológica.

El legado de Le Paige, en consecuencia, no se agota en modo alguno con un simple recuento y examen de su actividad arqueológica y museográfica. Esta parte representa sólo la careta externa de su personalidad, mucho más rica y atrayente. Y tan potente como éste, es el legado de humanidad y de fina sociabilidad que supo mostrarnos al acercarse tan sencilla y humildemente a los más pobres entre los pobres del mundo atacameño. De ello fuimos testigos presenciales en mas de una ocasion.