jueves, 24 de diciembre de 2009

Cómo se cazaba el guanaco en tiempos prehispánicos. Argumentos tomados del oasis de niebla de Alto Patache

Foto 22. Ladera descendente que ostenta miles de huellas del guanaco. Aún hoy se sostienen aquí, semivivas, algunas plantas de Ephedra breana en los sectores altos, reliquias de la antigua vegetación que otrora pobló esta comarca y permitió el acceso de manadas de guanacos. Esta zona de laderas se puebla de miles ejemplares de Nolana jaffueli, y Leucoryne appendiculata, formando verdaderas praderas naturales que sobreviven por espacio de 2-3 meses, cuando eventualmente llueve en esta área. Fue el espectáculo grandioso que tuvimos el privilegio de ver en los meses de Septiembre a Noviembre del año 1997, por efecto de lluvias acaecidas in situ entre los dìas 18 y 20 de Agosto. (Foto H. Larrain, agosto 2007).

Fig. 21. Vista desde acantilado del oasis de niebla de Alto Patache hacia el Sur. Se observa infinidad de senderos de guanacos que descienden por la ladera. Se les puede seguir la pista hasta los 200 m. de altitud snm. Por aquí descendió el guanaco a pastar en años de alto desarrollo vegetacional, fruto de lluvias eventuales provocadas por el Fenómeno de "El Niño", tal como ocurrió en 1986 y 1997. El guanaco, según algunos testigos, baja eventualmente hasta el litoral, donde lame la sal acumulada en algunas pocitas, entre las rocas marinas. Nunca ha sido observado, sin embargo, en nuestra zona costera en tiempos recientes. Al fondo, la silueta característica de Pabellón de Pica, lugar donde los antiguos guatacondinos y piqueños venían a surtirse del guano fósil de aves marinas existente en sus yacimientos o covaderas para abonar sus cultivos agrícolas (Foto H. Larrain, Agosto 2007).

Fig. 20. Verdadera malla de senderos en descenso, que rodean las ladera en el sector Este del Oasis de niebla de Alto Patache. Vista desde los 850 m de altitud.(Foto H. Larrain 10/01/2010).

Fig. 19. Antiguo sendero de guanacos, ya fuertemente erosionado por lluvias eventuales. Sospechamos que el último período de uso intenso habría sido en la década 1930-1940, cuando hubo el último período húmedo, de mayores precipitaciones en la zona, (Foto H. Larrain, 10/01/2010).

Foto 17. Antiguo sendero de guanacos profundamente marcado en la superficie de la ladera. la huella sólo mide aproximadamente unos 22 a 25 cm de ancho. Nunca más. Frecuentamente se entrecruzan, en ángulos suaves, bordeando las laderas de los cerros (Foto H. Larrain 10/01/2010).

Foto 16. Oasis de niebla de Alto Patache. Mirada desde los 850 m de altitud hacia el NE. (Foto H. Larrain, 10/01/2010).

Fig. 15. Sector Este del oasis de niebla de Alto Patache. Mirada hacia el Sur, desde los 850 m de altitud (Foto H. Larrain, 10/01/2010).

Fig. 14. Entrecruzamiento enmarañado de antiguos senderos de guanacos. Laderas Este del Oasis de Niebla de Alto Patache; toma hecha desde los 850 m de altitud hacia NE. Asombra, en medijo de la sequedad del àrea, el grado de conservación de estas huellas. (Foto H. Larrain, 10/01/2010).

Fig. 13. Bello ejemplar de Eulychnia iquiquensis en plena floración, en las alturas de Alto Patache. La parte baja del grueso tronco de este espécimen ha sido comida antiguamente por los guanacos. La enorme cicatriz allí dejada, lo revela. Cuando escaseaba el alimento, el guanaco echó mano de las cactáceas, para obtener líquido y alimento. Pero la casi total desaparición de los antiguos montes de Eulychnia en la zona norte de Chile, al Norte del río Loa, se ha de atribuir, más bien, además del evidente cambio climático de las recientes décadas, de origen antrópico, al uso intensivo de la madera de cactus como combustible por parte de los pescadores costeros, cuando éstos se encontraban aislados de los centros poblados. Esto ocurrió en la zona sur de Iquique (de Chanavaya a Chipana) entre los años 1900-1960, antes de la existencia de la ruta costera, hoy día intensamente traficada. (Foto H. Larrain, diciembre 2002).

Fig. 12. Típicos cuchillos, confeccionados en basalto o en sílex . Cuchillos y raspadores eran instrumentos esenciales para cortar y desprender la carne de los huesos del animal recién faenado. (Foto M. Navarro, Julio 2004).

Fig. 11. El antiguo cazador-recolector seguramente comió los gloquídeos (brotes) de esta especie (Cumulopuntia sphaerica), desprendiendo o quemando previamente sus molestas espinas, para obtener su líquido. (Foto H. Larrain, Septiembre 2009).

Fig. 10. Puntas de proyectil confeccionadas en sílex blanco, semi transparente. Son muy bien trabajadas, pedunculadas y poseen aletas. Este proyectil debió ser, a lo que sospechamos, el preferido para la caza del guanaco para provocar su desangramiento y muerte. (Foto M. Navarro, julio 2004).

Fig. 9. Gráfico que muestra la proporcionalidad de los diferentes artefactos líticos hallados en el seno del oasis de niebla de Alto Patache, Si sumamos el % de puntas de proyectil (18%), puntas de lanza (8%), cuchillos (17%), raspadores (10%), artefactos todos íntimamente relacionados con la caza del guanaco en el lugar, llegamos a un 53% de todo el instrumental hallado. Si agregamos el 14% propio de las puntas de arpón halladas, alcanzamos un 67% de artefactos, directamente relacionados con la caza animal (terrestre y marina). Curiosamente, el % de elementos que dice relación con la preparación de otros tipos de alimento (caso de los percutores), es aquí bajísimo: sólo el 7%. Contrariamente, según hemos observado en el sitio residencial BP-1, en la terraza marina, este sitio ostenta un altísimo porcentaje de artefactos destinados a la molienda (metates o piedras de moler, manos). Lo que prueba a las claras que arriba, en el sitio destinado a la caza y faenamiento, casi no se practicó la molienda. (de mariscos, algas, semillas, frutos, bulbos, rizomas o tallos). Por la misma razón, en el sector alto y en el taller lítico, la cerámica es muy escasa.

Fig. 8. Parapeto o atalaya de caza. Cima de uno de los tantos cordones elevados que rodean el Oasis por el Este. Lugar de acceso obligado para el guanaco, viniendo del Este (Salar Grande). (Foto H. Larrain, Septiembre 2005).
Fig. 7. Planicie arenosa o meseta alta, a los 775 m de altitud, que hemos denominado "pampa del taller lítico". Aquí se halló, en una superficie superior a los 5.000 m2, varios lugares donde se fabricó numerosos artefactos líticos in situ, en basalto, sílex y cristal de roca, quedando abandonados sobre el terreno miles de lascas o esquirlas, de todos los tamaños. Aquí mismo, quedó la evidencia del alimento consumido in situ: conchas de lapas, locos y apretadores (chitones), junto a innumerables huesos fragmentados de guanaco, no pocos con señas de quema. Este fue el lugar principal de elaboración de instrumental lítico necesario para la caza y faenamiento in situ del animal cazado. (Foto H. Larrain, Mayo 2005).

Fig. 6. Círculo pequeño de piedras, ajenas al lugar, indudablemente llevadas ex professo para confeccionar un sencillo fogón. Aquí hallamos abundante ceniza, huesos calcinados y restos de conchas. (Foto H. Larrain, Febrero 2004).

Fig. 5. Bosteadero localizado en una pequeña planicie, en el sector extremo sur del Oasis de niebla. Los restos muy desmenuzados de las fecas, revelan su antigüedad. A lo que creemos, fue la década 1930-1940 el último período húmedo en que llegaron hasta aquí las tropillas de guanacos, desapareciendo más tarde, salvo muy esporádicas visitas. (Foto H. Larrain, Junio 2002).

Fig. 4. Bosteadero o defecadero de guanaco. En el área del oasis, hemos hallado cerca de 30 bosteaderos, de distintos tamaños. Aún se puede observar sus fecas redondas. El guanaco, al igual que la vicuña y la llama, usa siempre el mismo lugar para defecar y sigue invariablemente los mismos senderos. Lo que bien sabía el cazador avezado de antaño . (Foto H. Larrain, Junio 2002).

Fig. 3. Restos de un parapeto o atalaya de caza. Conjunto de piedras traídas al lugar para ocultarse allí y espiar el paso del guanaco. De estos parapetos, hay por lo menos seis o siete en la zona de Alto Patache. Se localizan en los cordones más altos, de muy buena visibilidad. allí donde se les encuentra hoy, confluyen generalmente varios senderos de guanacos. En dos de ellos han sido halladas micro lascas, que revelan la actividad de preparación de sus flechas in situ. Imaginemos a los cazadores agazapados aquí, arco en mano, ocultos bajo un cuero de guanaco o lobo marino, oteando pacientemente y por horas, el horizonte. (Foto L. Pérez, Marzo 2001).

Fig. 2. Guanaco escapando del hombre. Foto tomada en abril del año 2009, hacia los 3.200- 3.400 m de altitud, en medio del tolar, camino a Colchane. Aquí pudimos observar, al lado del camino, una tropilla de cuatro guanacos. Este lugar es hoy el habitat normal de este camélido, el que ya no baja a la costa, como antaño. Las últimas referencias a avistamientos de guanacos en el sector costero de Alto Chipana, datan del año 1998. Durante los 13 años de nuestra intensa actividad en Alto Patache, jamás hemos visto el guanaco en el contorno de este oasis. (W. Sielfeld, com. pers. 2006; Foto H. Larrain, abril 2009). Todos los defecaderos o bosteaderos conocidos en el lugar, son muy antiguos, a juzgar por el estado de desmenuzamiento de las fecas. Todos presentan el mismo grado de abandono. Muy probablemente se remonten a la década 1930-1940, que fue el período cercano más húmedo, en términos de precipitaciones registradas en esta zona, durante el siglo XX.




Fig. 1. Lomajes interiores del oasis de niebla de Alto Patache. Se observa gran cantidad de antiguos senderos o huellas de guanacos, ya inactivos. A medida que nos alejamos de la costa, el número de senderos va disminuyendo significativamente hasta confluir en dos o tres senderos, que se internan hacia el Salar Grande.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Presencia de guanacos en el litoral norte chileno: trazas de su actividad in situ

Fig. 4. La espesa niebla sube lentamente el acantilado costero hasta alcanzar la altura de los 750-780 m para sobrepasar los cerros y avanzar tierra adentro, rumbo al Este. Es la "zona de humedad" o camanchaca, donde se desarrolla aún hoy la escasa vegetación que otrora, mucho màs vigorosa que hoy, alimentó a las manadas de guanacos que recorrían incansablemente los oasis costaneros. Aún hoy, se puede observar los senderos de guanacos que avanzan hacia el norte y hacia el sur, en procura de otros oasis.

Fig. 3. Ejemplares de gran tamaño de los arbustos perennes Frankenia chilensis y Nolana intonsa, que viven hoy en el seno del oasis, con el apoyo de pequeños atrapanieblas. Tal como el lagarto hoy ( al medio de la foto), el guanaco acudió aquí a comer sus flores, frutos y brotes tiernos.

Fig. 2. Área de abastecimiento de agua, en tiempos prehispánicos hacia los 750 mk de altitud, en plleno acantilado. La roca vertical destilaba y aún hoy destila abundante agua, en momentos de condensación de la niebla. Aquí debió, sin duda, llegar el guanaco a lamer los líquenes pletóricos de humedad, los que todavía hoy tapizan la roca hasta humedecer el subsuelo.

Fig. 1. Laderas de cerros que miran al mar en el oasis de niebla de Alto Patache. Miles de senderos de guanacos se entrecruzan, en la zona donde la vegetación eventual, producto del "Fenómeno de el Niño", surge potente cada 7-10 años. Aquí venía a pastar antiguamente el guanaco. El actual. desecamiento climático ha ahuyentado definitivamente a este camélido de la zonas costera, relegándolo a la zona de los 3.000- 4-000 m. de altitud, en los contrafuertes andinos.

Nuestro primer contacto con las trazas del guanaco.

Desde nuestra primera visita al Oasis de Niebla de Alto Patache en diciembre de 1996, a unos 65 km al Sur de Iquique, la idea de investigar la antigua presencia del guanaco (Lama guanicoe L) en esta área surgió potente y avasalladora. Habiendo llegado originalmente con el objetivo de descubrir el universo entomológico allí presente, por consejo de nuestro amigo biólogo Walter Sielfeld de la Universidad Arturo Prat, pronto nos dimos cuenta que había otros temas de investigación, tanto o más atrayentes. La presencia de abundante camanchaca o neblina costera en el área y las posibilidades captarla y el hallazgo inmediato de piezas líticas, reveladoras de faenas de caza animal por parte de los habitantes prehistóricos, nos llevó rápidamente a interesarnos por estudiar la antigua presencia y actividad humana de caza en ese sector alto.

Avistamiento de guanacos en Cerro Moreno (Antofagasta), en agosto del año 1964.

Nuestra experiencia previa en los altos de Cerro Moreno (Antofagasta) donde habíamos avistado (agosto del año 1964) varios ejemplares del guanaco en la zona de cactáceas y líquenes "barbas de viejo", a los 900 m de altitud, nos sugería una valiosa pista de investigación. Allí, en Cerro Moreno, nos habíamos ya acostumbrado a distinguir los senderos antiguos, dejados por el guanaco, sus defecaderos y sus revolcaderos. Y en una de nuestras ascensiones, habíamos hallado varias puntas de proyectil hechas en sílex, justamente muy cerca o junto a tales senderos. Era evidente que el antiguo habitante de la costa de Antofagasta, el antecesor de los changos históricos, habìa solido encaramarse a lo alto persiguiendo el guanaco, para aprovechar su carne y así diversificar su dieta alimenticia con proteínas animales.

Las primeras pistas de la existencia de guanacos en Alto Patache.

Por eso, al visitar por primera vez el Oasis de Niebla de Alto Patache y al hallar las primeras pistas claras de la presencia de guanacos, quedamos gratamente sorprendidos. Los rastros dejados por estos camélidos no nos eran desconocidos; más bien, nos eran muy familiares. Pronto comprendimos que guanacos, camanchaca mojadora y flora local constituían una valiosa unidad de estudio. Y por espacio de varios años, nos hemos dedicado a reunir antecedentes in situ sobre la cacería de guanacos por parte del pescador-recolector marino, convertido ahora en avezado cazador terrestre. Nuestro Diario de Campo ha ido sumando numerosas experiencias y observaciones, muchas de las cuales queremos recoger aquì en beneficio de nuestros lectores, sobre todo de los jóvenes que de alguna manera se interesan por un enfoque nuevo en la arqueología: la eco-antropología.

Revolcaderos e instrumentos líticos: prueba de la caza del guanaco in situ.

Así, cuando subimos en vehículo hasta la parte alta del oasis, no tardamos en tropezar con un típico revolcadero, depresión característica de aproximadamente 1.5 m de ruedo, perfectamente circular, usada por el guanaco para revolcarse y librarse de sus parásitos. Casi en seguida, descubrimos numerosas lascas de sílex dispersas, de variados colores, y tres o cuatro instrumentos tallados que reconocimos como cuchillos hechos en sílex. A muy corta distancia del revolcadero, pasaba un sendero bien delineado, que se perdía hacia el norte y hacia el sur. Esa experiencia en un lugar no visitado antes por arqueólogos, nos dejó fascinados. En visitas posteriores, junto a la colecta obligada de especímenes entomológicos, màxime de tenebriónidos que muy pronto aprendimos a buscar bajo el follaje casi seco de Nolanas, Ephedras o Lycium, fuimos afinando los ojos en busca de pistas que nos ayudaran a desentrañar el misterio de estos guanacos y su presencia en el lugar.

Doce años de observaciones de terreno.

En estos doce años de constante subida al lugar (1996-2009), hemos reunido gran cantidad de observaciones, datos y objetos arqueológicos demostrativos de la caza animal. Todo, sin excepción, apunta a una antigua presencia y caza del guanaco por parte de los habitantes prehistóricos de la costa. Si, además, realmente llegó a existir aquí el ciervo de cola blanca (Odocoileus virginianus Zimmermann) o, aún eventualmente, el huemul o taruka (Hyppocamelus bisulcus Molina), hoy habitante sólo de las zonas altas de la cordillera, sobre los 3.700 m. de altitud, habría constituído un poderoso argumento adicional para los cazadores costeros para acceder a los cerros altos de la costa, ayudados por sus perros.

Las referencias históricas del siglo XIX.

La presencia de manadas pequeñas de guanacos en los cerros altos de la costa del extremo norte chileno, fue un hecho bien conocido de los antiguos. Tenemos referencias concretas del viajero francés Alcide D´Orbigny, Julian Mellet, Rodulfo A. Philippi, entre otros. Este último señala en su obra Viage al Desierto de Atacama (Halle, 1860):

[Trepa el morro hasta unos 650 m de altitud e indica]: "En esta altura se muestra alguna vegetación [de la que señala unas 8 especies]" y agrega: "Me admiré mucho de encontrar aquí rastros y estiércol de guanacos. ¿Hay acaso más vegetación en los meses de invierno?. El naturalista Philippi trepa este morro en Enero del año 1854, subiendo por el costado norte, desde Mejillones.(Philippi: 1860: 34).

En el año 1876 , muy poco antes del inicio de la Guerra del Pacífico, el capitán chileno Ramón Vidal Gormaz al recalar en Morro Moreno, comenta:

"Al presente los guanacos (lama guanaco) son escasos y el llama sólo se halla en las cercanìas de Conchi, región situada a unas 36 leguas de la costa y sobre el paralelo 22º 05´; sobre el Morro Moreno y otros puntos litorales se suelen ver algunos guanacos. El león [puma] es muy raro, pero se le ha visto en el Paposo descender hasta la playa para mariscar, según los pescadores de aquel puerto..." (1876: 89).

La observación de Vidal Gormaz es muy valiosa y certera pues apunta a destacar no solo la presencia de agua en la costa, sino también de otros recursos para la vida humana. En efecto reconoce la aguada de cerro Moreno, al nivel del mar, y se surte de esta fuente para su tripulación, la misma que había sido mostrada siglos antes, por los habitantes changos, al corsario Francis Drake en el año 1577, según su propio relato.

Trabajos científicos de zoólogos.

Ya en pleno siglo XX, el investigador Guillermo Mann, reconocido zoólogo, nos da datos muy exactos sobre la presencia de pequeñas colonias de guanacos en los cerros de la costa norte, en especial en el Morro Moreno. Su artículo: "Colonias de guanacos -Lama guanicoe - en el desierto septentrional chileno", fue publicado en 1953 en la revista Investigaciones Zoológicas Chilenas, vol.1, Nº 10.

Nuestro propio testimonio: manada de guanacos en Cerro Moreno (1964).

La presencia de guanacos en los contornos de cerro Moreno - ya advertida por Philippi-, duró hasta la década del setenta del pasado siglo (¿1975?). Fuimos testigos presenciales de una tropilla de 4 guanacos, avistada por nosotros en agosto del año 1964, hacia los 900 m. de altitud, en el sector dominado por la cactácea Eulychnia iquiquensis. (cf. H. Larrain, en su obra Etnogeografía de Chile, Instituto Geogràfico Militar, 1987: 69). El área está repleta de senderos y antiguos defecaderos, en cuyas cercanías hallamos varias puntas de proyectil hechas en sílex.

En 1985 vimos solo algunos esqueletos.

En nuestra última ascensión a Cerro Moreno (1985) encontramos tan sólo un par de esqueletos de guanaco, cubiertos enteramente de líquenes. Se dice que los aviadores de la Base Aérea de Cerro Moreno se ensañaron contra ellos, disparándoles desde el aire para probar puntería, después del golpe militar del año 1973. Lo cierto es que nadie los ha vuelto a ver in situ.

Segmento en construcción, 30/12/2009).


miércoles, 21 de octubre de 2009

Presencia indígena en oasis de niebla. El caso de Alto Patache

Nos proponemos presentar aqui, con despliegue de material fotográfico nuestro, evidencias tangibles de la actividad de caza terrestre y de consumo de agua atmosférica por parte de los antiguos habitantes costeros, antepasados prehistóricos de los llamados changos o camanchacas. A comienzos del año 1997 y por insinuación de nuestro amigo el biólogo marino Walter Sielfeld, visitamos por vez primera el oasis de niebla de Alto Patache, situado a unos 65 km al sur de Iquique y a una altitud media de los 750-800 m s.nm.

El objetivo inicial: la colecta entomológica.

El objetivo inicial de nuestra primera expedición no fue, precisamente, ubicar yacimientos arqueológicos. Más bien, recolectar insectos del oasis, máxime Coleoptera que se hacían presentes en el oasis con motivo de la llegada del Fenómeno de El Niño (1997-98). Nuestra afición entomológica databa de los años 1955-56, con motivo de mis tempranas relaciones de amistad con Luis Peña Guzmán, eximio entomólogo santiaguino, experto en Coleópteros del género Tenebrionidae. En efecto, nuestras primeras visitas al oasis nos permitieron colectar numerosos especìmenes de Coleópteros tenebriónidos de los géneros Philorea, Physogaster, Psammetichus, Scotobius y varios otros más, abundantes en ese momento. de copiosa floración Nos sorprendió gratamente poder hallar, a la vez, representantes de curiosos carábidos, en especial la especie Calosoma rufipennis, de hermosa tonalidad terracota rojiza que vagaba velozmente y en gran número, entre las praderas de Nolana spp., Frankenia sp. y Liliáceas de los géneros Leucocoryne, Zephyra y Fortunatia. Sucesivas visitas fueron engrosando la Colección que hoy representa varios miles de individuos, de alrededor de 30 especies diferentes.

La súbita aparición de la niebla mojadora.

Desde nuestra primera visita, nos sorprendió, igualmente constatar in situ la presencia de una intensa niebla o camanchaca que penetraba a raudales, velozmente, en el oasis, humedeciendo su superficie. Aquella tarde de densa niebla mojadora, del mes de Abril del año 1997, nos abrió todo un atractivo y riquísimo panorama de estudio de las nieblas del tipo estrato-cúmulo, procedentes del Pacífico, que haría reverdecer el seco oasis, en los meses inmediatamente siguientes. A los pocos días, informábamos a nuestra amiga geógrafa, Pilar Cereceda Troncoso, del Instituto de Geografía de la Universidad Católica en Santiago, de este hallazgo. Muy pocos meses después, iniciábamos juntos una gloriosa epopeya que dura hasta hoy, con un inusitado despliegue de estudios, publicaciones, trabajos, informes y presentaciones a Congresos, que ya suman unas cien producciones cientificas. La página web del actual Centro del Desierto de Atacama, de la Pontificia Universidad Católica (www.cda.uc.cl) muestra buena parte de ellas.

Más de doce años de estudio de la neblina costera.

Este estudio, proseguido hasta hoy mismo con geógrafos de la Pontificia Universidad Católica de Chile (P. Cereceda, P. Osses, F. Velásquez), nos ha mantenido ocupados y felices a lo largo de todos estos doce años. La observación directa del impacto de la niebla rasante sobre el paisaje arenoso y rocoso, nos sobrecogió al momento, y nos trajo a la memoria nuestros tempranos contactos con el físico de la Universidad del Norte, Antofagasta, Carlos Espinosa Arancibia, pionero de las investigaciones sobre la niebla en Chile (1957-1977). Se abría así, un segundo campo de investigación, igualmente apasionante, en el seno de este escondido oasis de la costa desértica.

Los artefactos arqueológicos: prueba de la presencia antigua de cazadores.

Por añadidura y como por encanto, nuestra primera visita, realizada al oasis con mi esposa Marta Peña Guzmán (1997) nos dio otra grata sorpresa: el hallazgo de varios instrumentos arqueológicos (cuchillos, raederas y puntas de proyectil rotas) , junto a numerosas lascas o esquirlas de sílex, y basalto, de variados colores, en el contorno de un antiguo revolcadero de guanacos. Mi antigua formación arqueológica en México, despertó súbitamente de su largo etargo y de inmediato nos dimos cuenta que surgía, en este oasis, una tercera y apasionante veta de investigación: la arqueología costera.

Un oasis multifacético: rico campo de experimentación para el científico.

En un solo día de intenso recorrido, pues, se agolpaban en mi mente inquieta, multitud de ideas y reflexiones sobre niebla, entomología y arqueología de grupos indigenas. El lugar, tan aislado y remoto, en la cima de los acantilados costeros, mostraba aspectos de gran interés como para encandilar a cualquier científico del área de la geografía y climatología, de la zoología de vertebrados e invertebrados y, como si fuera poco, en el campo de la antropología y arqueología.

El sitio, de esta suerte, se transformaba de repente en un excelente laboratorio para estudios interdisciplinarios. Pocos meses después, con la aparición de un intensa lluvia local, ocurrida in situ hacia el 18-20 de agosto de 1997, la biogeografía y la botánica se agregaban a la lista de tópicos por explorar en el lugar. En los meses siguientes, entre octubre y diciembre del 1997, pudimos presenciar la aparición de extensas praderas de plantas en flor, con numerosos géneros de plantas presentes. Gran variedad de grupos de insectos (Lepidopetera, Orthoptera, Diptera, Hymenoptera, Hemiptera, Coleoptera, Thysanura, acompañaba esta repentina eclosión de la flora endémica, dormida o adormilada tras años de intensa sequía .

En los párrafos que siguen, iremos apuntando tanto los numerosos descubrimientos hechos como su estrecha relación con el ecosistema de niebla. Nuestra memoria se apoya en más de 30 Cuadernos de Campo o Bitácora, donde he ido pacientemente anotando todas las observaciones, hechas en cada visita. Esta interrelación íntima entre el ecosistema natural, escenario geográfico y poblamiento humano, constituye lo que hemos denominado una eco-antropología: ciencia integradora que nos permite entender profundamente el cuándo, el dónde, el cómo y el porqué el grupo humano prehistórico se hizo presente para utilizar y cosechar los recursos que le ofrecía el medio, y con ellos, crear su propia y peculiar cultura.

La eco-antropología: una disciplina que intenta dar respuesta al porqué de un determinado poblamiento.

La Eco-antropología
no sólo procura explicarnos el poblamiento humano desde tiempos al parecer muy tempranos (tal vez desde los 8.000 años A.P), en una determinada comarca del desierto norte chileno, sino también nos impele a buscar nuevas interrelaciones con el medio, todavía ocultas, no reveladas aún, o insuficientemente conocidas por los arqueólogos y antropólogos. Por ejemplo, el empleo de líquenes fruticosos, muy abundantes en el sector extremo sur del oasis de niebla, por parte de los antiguos habitantes de la costa, es un tema aún virgen que requiere tanto de búsqueda bibliográfica pertinente, como de observaciones y experimentación in situ. Al igual que la presencia probable de plantas medicinales o psicotrópicas que pudieron ser utilizadas in situ por los habitantes costeros. Casi nada sabemos en concreto sobre estos temas que inciden directamente tanto en su alimentación y salud, en movilidad y sus hábitos migratorios y, por fin, en numerosas manifestaciones de su vida psíquica y cultural.

En los párrafos que siguen, iremos apuntando nuestras principales reflexiones y conclusiones sobre el porqué de la ocupación de este sitio, desde muy alejados tiempos prehistóricos, en procura de reservas alimenticias (carne, huesos, flores, frutos, tallos, bulbos y rizomas vegetales) que el medio marino no podía ofrecerles. Todas ellas, creemos se insertan plenamente en un enfoque eco-antropológico.

Durante años y desde nuestros primeros trabajos cientìficos (1970), rotulamos este enfoque como "ecológico cultural", siguiendo fielmente la denominación de Marshall Sahlins en su notable trabajo: "Culture and Environment. The study of Cultural Ecology" (publicado por Aldine Publishing Co. [Sol Tax, Editor], Chicago, 1967). Este estudio y otros posteriores de este autor, fueron muy iluminadores para mí en aquellos años.

Desde hace un par de años, a lo menos, hemos preferido el uso del término "eco-antropológico", por considerarlo más rico, amplio y abarcante y por considerar fundadamente que este enfoque formaría parte de una verdadera sub-disciplina nueva en el campo de la Antropología: la Eco-antropología.

(segmento en construcción, 23/12/2009)..

martes, 20 de octubre de 2009

¿Ambientalistas, ecologistas o científicos?. El rol del ciudadano común y el sentido común del ciudadano.

Fig. 1 Publicación del diario "La Estrella de Iquique", del día 14/10/2009. Sondeo de opinión organizado por la Municipalidad de Iquique en torno a este tema.


Fig. 2. Dario 21, de Iquique del 27 de Agosto del 2009. Certifica colecta de más de 60.000 firmas de residentes contra la instalación de las Termoeléctricas en el sector de Patache.

Fig. 3. La Minera Collahuasi reconoce aparición de aguas en el sector del bosque. Si bien existe agua subterránea en la terraza litoral, como producto de filtraciones a través de fisuras y fallas geológicas, la reciente aparición de grandes cantidades de agua, cerca del bosque en las proximidad de la carretera, evidencia peligrosas filtraciones de las aguas de riego del bosque a los terrenos colindantes. Tarde o temprano estas aguas llegarán, por gravedad, al mar. ¿Alguien va a poner remedio a este desastre ad portas?

Fig. 4. Titulares del "Diario 21" de Iquique, del dìa 27 de Agosto del 2009. Se plantea la realización de una consulta ciudadana sobre este delicado tema, para los días 14 y 17 de Octubre del 2009. la consulta fue realizada con gran afluencia de público y se tradujo en un rfechazo tajante a esta iniciativa.

Fig. 5. El Ministro de Minería, de visita en la ciudad, en su discurso en la Plaza Prat aseguró, sin ruborizarse, que "estas Empresas no contaminan". Sus expresiones sólo concitaron la sonrisa irónica de todos los iquiqueños. (Diario "La Estrella" de Iquique, 21 de Agosto, 2009).

El debate público sobre la instalación en la zona de varias Centrales Termoeléctricas.

Arde en llamas el debate público en Iquique. Tal como arde en Coronel, Arica o Concepción en torno a iniciativas mineras o energéticas, consideradas por la población como "contaminantes" y/o "destructivas del medio ambiente". Intentemos buscar la raíz de este debate y, a la vez, esbozar algunas vías de solución al mismo.

Ecologistas y ambientalistas¨: ¿ los "malos de la película"?.

Cuando se ojea los diarios locales o se lee detenidamente la folletería con que las Compañías Mineras o Eléctricas se defienden (o contratacan), tropezamos de inmediato con el calificativo de "ecologistas" o "ambientalistas", con que se rotula a los defensores del medio ambiente. Un botón de muestra es la edición de la revista "Espíritu", edición Nº 10, de Agosto del 2009 que dice textualmente, a propósito del caso de la mortandad de lobos marinos jóvenes, en las costas de Patache, ocurrida en el mes de septiembre del 2009:

"Rápidamente empezaron a buscarse explicaciones para esta masiva mortandad, contexto en el cual algunas organizaciones ecologistas - en forma precipitada y sensacionalista- apuntaron con el dedo a Collahuasi, atribuyendo el hecho a un supuesta contaminación de las aguas derivada de la planta procesadora de molibdeno que la empresa posee en el sector. Ello en circunstancias que Collahuasi no derrama ni una sola gota de líquido al mar". Sin embargo, desde un primer momento, la versión de los ambientalistas fue desvirtuada por organismos oficiales como el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) y la autoridad marítima de la zona." (págs. 4-5).

Falsa pugna entre la ciencia y el sentir popular.

A las expresiones o reflexiones de estos "ecologistas " o "ambientalistas", la revista de la Gerencia de la Minera Collahuasi, contrapone opiniones de biólogos marinos de la Universidad de Antofagasta, de la autoridad marítima o de Sernapesca. Es decir, la revista crea artificialmente una dicotomía, una pugna - que estima insalvable - entre grupos "defensores de la ecología", y "científicos" del área biológica. Aunque no lo diga, abiertamente, el texto deja a entender que los primeros son sólo " grupos de gritones" solitarios, sin fundamento ni base alguna, mientras que los últimos son los únicos y auténticos poseedores de la verdad.

¿Quién tiene la razón?.

Como suele ocurrir, "in medio consistit virtus", como decían los antiguos romanos. La verdad suele hallarse aproximadamente en un punto medio. Ni lo uno, ni lo otro.

El Diccionario de la Real Academia Española (edición 23ª), trae las siguientes definiciones al respecto:

"ecologista": a) adj. que propugna la necesidad de proteger la naturaleza"; b) com. persona que es partidaria de la defensa ecológica"

"ambientalista" : esta voz no figura en el Diccionario. Pero, por extensión, podríamos definirlo como "persona que es partidaria de la defensa del medio ambiente".

Se habla en las definiciones de "proteger" y de defender". ¿Por qué? Porque hay aquí, por tanto, un "atacante", es decir, alguien que ataca y amenaza (al menos) con destruir o perjudicar el Medio Ambiente o la Naturaleza, que en este caso viene a ser- lo mismo.

La defensa del medio ambiente y su protección son una acción laudable e indispensable en la sociedad fuertemente depredadora en que vivimos.

"Ecologista", o "ambientalista", pues, es un término de por sí neutro que no tiene por qué ser cargado a priori con un sentido peyorativo o negativo. Es un "defensor del medio ambiente". Y en este sentido, es una designación muy positiva, honrosa, siempre y cuando haya realmente una amenaza real (y no ficticia) al ecosistema o al medio ambiente. Ahora bien, ¿existe tal amenaza?. Las Compañías mineras lo niegan; las Centrales Termoeléctricas a carbón, también. ¿Cómo, entonces, saber si hay o no daño medioambiental?.

¿por qué surgen, de repente, grupos ambientalistas?.

La respuesta sería, tal vez, averiguar por qué la gente común formó o ha formado grupos de defensa del ambiente o grupos ecológicos. Si todo anduviera bien con el medio ambiente, con la Naturaleza, y no hubiera desmanes ni atropellos, no habrían surgido grupos de defensa. Alguien se defiende tan sólo cuando es atacado. Por tanto, hay que buscar cuál ha sido la amenaza, en qué ha consistido ésta y quiénes son los responsbles.

Pruebas al canto: la polución y destrucción medioambiental en diversos lugares de Chile.

Resulta que este tipo de amenaza es desgraciadamente muy real. Son innumerables los ejemplos. Las playas de Chañaral fueron destruídas para siempre por los relaves vertidos al mar por CODELCO en El Salvador durante muchos años; el ambiente terrestre y submarino de Tocopilla ha sido alterado, contaminado y definitivamente destruìdo tras decenios de vergonzosa polución producida por las centrales Termoeléctricas de Tocopilla. La Fundición de Ventanas ha arrasado con la agricultura de los valles adyacentes y los agricultores aledaños se cansaron de exponer su situación crítica a las autoridades. Todo en vano. Los tranques de relaves colmatados producidos por la Compaía Minera El Teniente, en la trastienda geográfica de Rancagua cerca de Coya, así lo atestiguan. Verdaderas bombas de tiempo para los valles agrícolas circunvecinos!. Si ahora miramos con ojos escrutadores a la Empresa Minera de cobre Los Pelambres, junto a Los Vilos, podremos ver qué está haciendo hoy mismo en el Fundo "El Mauro", al rellenar el valle entero de más de 2.000 hás., con los ripios de su mina.

La evidencia de la contaminación.

Nadie en su sano juicio podría negar que muchas de estas Empresas, en especial las eléctricas, y las Mineras, han contaminado a destajo en los últimos decenios. O sea, la amenaza es real porque ya se ha percibido, hasta el cansancio, y por largo tiempo sus efectos negativos. Los latinos decían tan sabiamente: "contra factum, non valet argumentum" (contra los hechos demostrados, no valen los argumentos). Los porfiados hechos lo confirman. LA CIUDADANÌA NO HA HECHO MÁS QUE PERCIBIR LOS RESULTADOS. Y esto, no por los estudios previos realizados, (que generalmente no han existido) sino por las cuantiosas pérdidas reales ocasionadas a la agricultura, a la pesca o al ecosistema marino; por la pérdida del valor del suelo agrícola, por la migración de sus habitantes, por la polución escandalosa de ríos, lagos o costas, o por la crìtica a que hemos sido sometidos en organismos internacionales o Congresos.

Los grupos ambientalistas: una respuesta al ataque frontal contra los ecosistemas.

Por lo tanto, igual que en Europa o en América del Norte, estos grupos ambientalistas han surgido en nuestra patria como respuesta ciudadana a un ataque frontal, a un ecocidio premeditado. No son una especie de "lujito cultural" para alimentar la curiosidad de románticos "amantes de la Naturaleza", al estilo de un Chateaubriand. Han surgido por una necesidad sentida y vivida directamente, en sus plazas, en sus playas, en sus calles.

¿ Y qué pasó con la Ley protectora del Ambiente, la Ley 19.300? ¿Dónde está su acción?

Pero, ¿y la Ley protectora del Ambiente no logra controlar los posibles o previsibles desmanes o daños a la ecología ?. Desgraciadamente, no. Todos lo sabemos y tambièn la Ministra de Medio Ambiente Ana Lya Uriarte. La Ley Ambiental Nº 19.300 es insuficiente, permisiva, hecha a la medida de las empresas. Por eso llegaron y lograron establecerse en el país tantas empresas mineras y eléctricas cuya tecnología extractiva o de operación ha sido rechazada en sus propios países de origen, donde no pueden contaminar gracias a la existencia de leyes y normas de emisión particularmente estrictas.

No pidamos responsabilidad ecológica a las Empresas.

Lo hemos dicho hasta la saciedad: las grandes Compañías tienen por objeto primario el lucro, la rentabilidad. Ese es su objetivo fundamental. Y este se buscará a toda costa, rebajando los costos todo lo posible para hacer la operación más rentable. No se les puede pedir a estas Compañías ni responsabilidad social, ni responsabilidad ecológica, ni medio-ambiental. No son entes sociales; son entes económicos. Y la economía es en este sentido "ciega" a cualquier sentimiento ético, moral o social-comunitario.

El Estado: único ente cautelador del bien común y del bienestar de sus ciudadanos.

Por esta razón el Estado tiene la obligaciòn de velar por el bienestar de sus ciudadanos y su medio ambiente (como lo dice textualmente nuestra Constitución), mediante Leyes y Normas sanas y adecuadas. Fallando la Ley o la Norma (como en este caso), el Estado ha fallado y deja de cumplir su deber protector ante la ciudadanía. Y, en tal caso, puede ocurrir que el Estado se ponga automáticamente al margen del bien común de sus ciudadanos y, mucho peor, pase a ser contrario a éste. Y aquí puede ocurrir cualquier cosa.

Grupos ecologistas: auténticos protectores del medio ambiente a falta de una Ley operativa.

Así, pues, la aparición de estos "entes protectores del medio ambiente", los grupos denominados ecologistas o ambientalistas, son y deberían ser una poderosa llamada de atención para los Estados. Son, en efecto, una especie de "botón de alarma" de que algo grave está ocurriendo con el ambiente. "Algo huele a podrido en Dinamarca", como diria Hamlet!. La sociedad está podrida cuando carece de buenas Leyes protectoras de su ambiente. Al igual que cuando carece de buenas Leyes Sociales o laborales, o de buenas Leyes de Educación.

Grupos ambientalistas: antídoto necesario contra la degradación y contaminación de los ecosistemas.

Así, pues, estos entes protectores, estos "grupos ecologistas " o "ambientalistas" surgidos no del Estado ni de las Universidades, sino del seno mismo de una ciudadanía alerta e inteligente, no sólo son necesarios e indispensables sino constituyen el único antídoto posible contra la degradación a que se nos quiere someter mediante Leyes y Normas anticuadas, demasiado permisivas, muy alejadas del objetivo mismo de la ley: el contribuir al fortaklecimiento y resguardo del bien común de todos los ciudadanos. Son estos grupos, precisamente, expresión de la sanidad mental del ciudadano común que por ellos y mediante ellos se expresa, a pesar del sentir y decir de la autoridad. En lugar de atacarlos, ridiculizarlos o mirarlos en menos, deberíamos estar agradecidos de su presencia y de su valiente acción. Porque ellos, al igual que un termómetro, nos están advirtiendo que la temperatura del problema ya ha alcanzado ribetes muy peligrosos para el orden social.

Aparición de grupos de defensa ecológica y ambiental.

En este contexto, se entiende perfectamente por qué en Iquique han surgido poderosos y decididos grupos anti-Termoeléctricas a carbón, capaces de captar en poco tiempo cerca de 70.000 firmas. Se entiende, también, la preocupación del Concejo Municipal de Iquique por organizar y promover un "referendum popular" en el mismo sentido. Se entiende por qué muchos miles de ciudadanos (más del 90% de los firmantes) nuevamente han dicho "No" a este tipo de Centrales. en la reciente consulta de los días 14 y 17 de Octubre, en nuestra ciudad. El Diario "La Estrella" de Iquique, en su edición del día 20 de Octubre del 2009, anotó lo siguientes datos escuetos, que casi no comenta.

La decisión de los iquiqueños:

Total de votantes en los dos días referidos: 16.053.

Votos "No" (es decir contra la instalación de estas Centrales): 15131

Votos "Sí" ( es decir, a favor de esta instalación): 575

Conclusión: la ciudadanía de Iquique, consultada por su alcaldesa Sra. Myrta Dubost ha dado un rotundo y aplastante "No" a la instalación de este tipo de Centrales, siendo el % de rechazo equivalente a un 94.25%, con un total de votos negativos que alcanzó a los 15.131 votos. ¿Puede imaginarse una mejor reacción de la ciudadanìa de Iquique?. La gran pregunta que nos surge: ¿servirá de algo esta negativa ciudadana?. ¿ O las autoridades y la COREMA seguiràn adelante con este Proyecto claramente ecocida?. No quisiera ser "profeta de desgracias", como en la tragedia griega, pero nos tememos lo peor, tanta ha sido hasta ahora la insensibilidad de la autoridad ante el clamor y angustia ciudadana.

La caleta Chanavayita, una de las más afectadas se pone de pie.

En el día de ayer, 27 de Octubre, la comunidad entera de la caleta de Chanavayita cortó el tránsito durante más de cuatro horas, en la carretera Panamericana Norte-Sur, con barricadas, en clara señal de rechazo a las Termoeléctricas y contra la contaminación de la Minera Collahuasi. en su planta de refinación de molibdeno. Síntoma evidente de que la ciudadanía no se dejará fácilmente engatuzar por suaves promesas o "halagos" y regalos. "Hechos", y no meras palabras de buena crianza es lo que reclama la gente. Dios quiera que la autoridad finalmente les escuche!.

La mayoría de estos grupos buscan y poseen una asesoría científica: no son mera comparsa de gritones.

Y agreguemos algo significativo. Se tilda a estos grupos de ser "mera comparsa", "grupos de gritones vociferantes" (al decir del Ministro del ramo). ¡Cuidado!. Son expresión popular multitudinaria, están respaldados por numerosos científicos chilenos y extranjeros que les alientan y les entregan información valiosa. No son una "turba revoltosa", como han dicho algunos, sino son fruto maduro de una reflexión hecha por el pueblo, contraria a la del gobierno, no por ser "este gobierno de turno", sino por ser un gobierno que se niega a cambiar una Ley Ambiental a todas luces inservible y dañina para el bien común de los chilenos. Y , ojo!, aquí no hay política partidista o movimiento teledirigido por algún genio partidista desde la trastienda: son una expresión unánime que aúna voluntades y sentimientos de todos los sentires políticos, de todas las tiendas y facciones. ideológicas Y eso es lo valioso: expresan el auténtico sentir de Iquique y sus habitantes.

La verdadera participación ciudadana.

Que entienda la autoridad una vez por todas que ésta es la única y verdadera forma de participación realista de la ciudadanía en este tema que preocupa vivamente a todos, cuando todo el pueblo puede manifestarse en el secreto de su firma.. Infinitamente más válida, por cierto, que la "participación ciudadana" (propugnada por la Ley Ambiental) expresada en un cabildo donde la CONAMA reúne, con suerte, un centenar de adherentes y firmantes.

Que para la autoridad regional no sea este tipo de participación ciudadana algo "vinculante" - como algunas autoridades ha señalado recientemente- no significa que no sea real, masiva, expresiva de una mayoría inmensa y, por fin, síntoma de un malestar que puede convertirse en flagelo explosivo, en epidemia.

El destino ambiental de Iquique y sus costas es responsabilidaad de todos.

El destino ambiental de Iquique, sus costas, sus playas, su paisaje, es propiedad de todos los iquiqueños, y no solo de un par de Empresas interesadas en hacer "el negocio del siglo" vendiendo a precio de oro su energía, alimentada con carbón bituminoso, altamente nocivo para la salud humana y el medio ambiente. Iquique se merece otro trato: no la sujeción a un yugo contaminante que tendrá que soportar por muchos decenios más, hasta que la indignación o el agotamiento de la paciencia dicten lamentablemente otra cosa.


Una vez aprobada esta instalación de Centrales Termoeléctricas por parte de la COREMA regional, nada ni nadie podrá obligar en el futuro a las empresas a mejorar sus sistemas de emisiones o riles en el futuro. A partir de su aprobación, estas empresas tendrán "patente de corso" para contaminar. Serán, legalmente, los "corsarios" modernos, depredadores y saqueadores del ambiente natural.


Un llamado a la conciencia ecológica de los miembros de la COREMA.

Que lo piensen muy bien los miembros de la COREMA antes de emitir su voto definitivo sobre este delicado tema: porque puede ser un potente buomerang para ellos, pasando a ser sus miembros, en el futuro, el hazmerreir de la comunidad por su falta total de sentido de patria y región, por su manifiesta ignorancia, y por su incapacidad para escuchar el grito estruendoso de su pueblo.

¿ Hay soluciones, o tendremos que aceptar el desastre? .

Las hay ciertamente si hay voluntad política para ello.

A nuestro juicio, las siguientes serían algunas de las medidas más urgentes que las autoridades (Intendente, Alcalde, Concejales, CORE, COREMA) deberían implementar a partir de hoy mismo:

1) detener el proceso y parar indefinidamente la instalación de las Centrales Termoeléctricas en nuestra Región hasta que surja una normativa ambiental seria, a la par de las mejores del mundo en su materia. Igualmente, hasta mejorar significativamente la normativa actual dreferente a emisiones aéreas (chimeneas), de riles (tuberías de descarga), y depósitos de cenizas.

2) promover urgentemente sistemas de ahorro de energía, tanto en el alumbrado público, como en el comercio establecido y los hogares. Poco o nada se ha hecho en esta materia. Y según estudios, se puede disponer así de muchísima energía extra para otros usos y para el crecimiento de la ciudad.

3) Educar más decidida y eficientemente a la ciudadanía en el sentido de ahorro y consumo restringido de la energía y del agua en la ciudad. Mucho más hay que hacer en este sentido tanto en los colegios, como en la administración pública y alumbrado de calles y plazas. Derrochamos energía a manos llenas (¡letreros luminosos por doquier!) , tal como derrochamos el agua, bien escaso que nos viene de fuentes altiplánicas o de la pampa.

4) Exigir a las empresas existentes una substancial mejoría y ahorro en sus sistemas de producción, transporte y aplicación de la energía en sus procesos productivos, reduciendo su demanda energética o creando sus propias fuentes alternativas de energías limpias (eólica, solar).

5) Fomentar y promover a nivel nacional y regional el uso de energías limpias, no contaminantes, como ya lo ha iniciado CODELCO mediante el proceso de construcción de un gigantesco parque eólico cerca de Calama, para sus operaciones en la mina de Chuquicamata y El Abra.

6). Obligar a las nuevas industrias grandes que se instalen en la ciudad y alrededores a producir su propia energía a partir de la energía del sol, para aliviar o apoyar el sistema interconectado central. Esto ha sido puesto en práctica con éxito en otros países y ya no es, como antaño, una utopía.

Estas son algunas ideas que surgen de este análisis. Un Consejo de expertos, (no políticos!) una especie de Ombudsman colectivo de carácter científico-técnico, debería ser llamado a examinar este tema y a buscar urgentes soluciones.

Dios quiera que la autoridad atienda finalmente al clamor popular que tan elocuentemente se ha escuchado en Iquique, tal como lo hacen aquellas que de verdad están "al servicio del bien común" y no de mezquinos intereses particulares. !

Mejor es soportar por corto tiempo apagones que hipotecar nuestro futuro como hogar amigable y paraíso turístico.

Y, como reflexión final: la ciudadanía alerta e inteligente en este tema, aquella que ha puesto ya sobre el tapete ciudadano más de 80.000 firmas contra este tipo de Centrales Térmicas, ciertamente preferiría exponerse al riesgo de sufrir cortes de luz, para ahorrar energía, que ser uncidos al carro obligado de la contaminación cierta e implacable , derivada de la operación futura de varias nuevas Centrales Termoeléctricas, como pretende porfiadamente la autoridad en nuestra Región. Esto, hasta la puesta en marcha de potentes fuentes de energías renovables, las que deben promoverse urgentemente en la Región. Esta actitud revelaría sensatez, emprendimiento, creatividad, inteligencia y sentido profundo del verdadero "progreso", aquel que es de verdad "progreso sostenible" o sustentable en el tiempo.

(Segmento en construcción. Adiciones hechas el 27/10/2009).

domingo, 18 de octubre de 2009

Reverdece en primavera el oasis de niebla de Alto Patache. Contraste con bosque moribundo a sus pies..

Fig. 21. Opuntia ovata (Cactaceae), que vive entre las rocas, en la parte más alta del acantilado costero (Foto. H. Larrain, octubre 2009).

Fig 20. Flores de Nolana intonsa Johnson. Sector interior. Aquí brotaron en la ladera arenosa, numerosas plantas de Nolana intonsa y Cristaria molinae, junto a Leucocoryne appendiculata y Zephyra elegans, de semillas presentes con motivo del derrame de un estanque de acumulación de agua de niebla. Esta especie ha florecido aquí sin cesar durante todo el año 2009, habiendo tomado dimensiones enormes, con un ruedo de 1.50 m de diámetro. (Foto H. Larrain, Octubre 2009).

Fig 19. Manchones compactos de Nolana sedifolia, entre las peñas del acantilado costero, en su parte superior, más húmeda (Foto H. Larrain, Octubre 2009).

Fig. 18. Flores blancas de Frankenia chilensis. Esta especie perenne es abundante en la parte superior del sector rocoso del acantilado costero, asociada especialmente a Nolana sedifolia, Tetragonia sp., a Oxalis sp y a algunas Liliáceas. Se la encuentra en la base de las rocas, donde encuentra algo de suelo arenoso y a donde afluye el agua de condensación de la niebla en las superficies de la roca. Durante el período húmedo (primavera) toma una coloración verde oscuro, mientras que en períodos secos (verano), adquiere una tonalidad rojiza o parda. Resiste bien el stress hídrico del que se repone rápidamente con las primeras garúas. (Foto H. Larrain, Octubre 2009).

Fig. 17. Líquen muy abundante de la especie Ramalina sp. que se adhiere tanto a las rocas como a los tallos leñosos de los arbustos que se encuentran en el acantilado, expuestos a la brisa y niebla marinas (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).
Fig. 16. Zoom de la flor de Leucocoryne appendiculata.(Compare con foto de Fig. 8). Observe sus órganos sexuales desarrollados (pistilo y estambres). Tamaño de la flor: aprox. 2.2 cm de diámetro (Foto H. Larrain, 16 de Octubre de 2009).

Fig. 15. Hojas carnosas, tapizadas de finos pelillos, de la especie Nolana intonsa (Nolanaceae). Su flor tiene un diámetro aproximado de 3.5. cm. La planta si cuenta con agua suficiente, puede mantenerse en floración por espacio de varios meses, de acuerdo a nuestra experiencia en este Oasis de Niebla. (Foto H. Larrain 16 de octubre, 2009).

Fig. 14. Vista de cerca de las flores de Oxalis sp. (Oxalidaceae: de hasta 2.0 cm de diámetro) ) . La planta crece y se desarrolla entre las grietas de las rocas expuestas al poniente, esto es, enfrentando directamente los vientos alisios que vienen del Sur y del Surwestre. Comparte su nicho ecológico con numerosas especies de líquenes . (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).

Fig. 13. Flores minúsculas ( 1.2 cm de largo) en forma de campanitas, del arbusto Lycium leiostemum, en la parte más alta del acantilado rocoso. Lycium es una de las tres especies de arbustos que pueblan el oasis de niebla de Alto Patache. Florece sólo en ciertos años, cuando la humedad es mayor o ha habido lluvias locales. Este ejemplar ha sido favorecido con el aporte hídrico que le entrega un mini-atrapanieblas de 1/4 de m2 de malla. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).
Fig. 12. Ejemplar de Nolana jafueli, de flor azul pequeña, crecida al amparo de un mini-atrapanieblas. Esta especie es anual y brota de semilla; no se había presentado aquí en los años recientes. Todo parece indicar que el presente año 2009 ha sido más húmedo que sus predecesores. ¿Nos aproximamos a un nuevo Fenómeno de El Niño?. Tal vez.(Foto H. Larrain, 16 de Octubre 2009).

Fig. 11. Copiosa floración de Nolana sedifolia, gracias al apoyo de un pequeño atrapanieblas de malla raschel, (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009). Esta especie es perenne y sobrevive a los años más secos, sin morir, aún sufriendo un fuerte stress hídrico.

Foto 10. Ejemplar de Fortunatia biflora (huilli del campo), creciendo en compañía de varias especies de líquenes (de las especies Candelaria, Niebla y otras crustosas) que pueblan profusamente la roca expuesta al océano. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).

Fig. 9. Este pequeño atrapanieblas de sólo 1/4 de m2 de malla raschel provee de humedad a ejemplares de Nolana sedifolia, entre las rocas próximas a la cima del acantilado . Dondequiera hemos instalado este tipo de captador simple, el paisaje reverdece y el ecosistema se restaura de un modo sorprendente y en corto tiempo. Es el milagro del agua. (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009).

Fig. 8. Flor de Leucocoryne appendiculata. Sector acantilado, entre las rocas. Esta especie recién in icia su período de floración en nuestro oasis. (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009).

Fig. 7. Agazapada entre las grietas de la roca y rodeada de líquenes crustosos, asoma un ejemplar de Parietaria humilis, que aún no florece. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).

Fig. 6. Vista parcial del ejemplar florido del arbusto Lycium leiostemum. Solo han llegado a florecer unos pocos ejemplares de esta especie porque han sido apoyados por un pequeño atrapaniblas de malla raschel. Sector acantilado, cerca de la cima (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009).

Fig. 5. Ejemplar de Lycium leiostemum con centenares de minúsculas flores acampanuladas, color blanco. Sector acantilado , en la proximidad de la cima. Lycium desciende por el acantilado hasta los 350 m., pero presenta en este oasis una muy elevada mortandad de especímenes, logrando sobrevivir menos del 5% en la parte más alta del acantilado, alli donde se genera una mayor condensación de la niebla. En un pasado no lejano , tal vez hace unos 100-150 años, esta especie colonizó hasta muy abajo (hasta los 250-300 m de altitud), gracias a la presencia de una neblina mucho más densa que hoy, y/ o, a la existencia de lluvias más frecuentes. Nos inclinamos a esta última hipótesis. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).

Fig. 4. Oxalis sp , especie de bulbo que crece en estrecha asociación con Lycium leiostemum y especies de liliáceas como Leucocoryne appendiculata y Zephyra elegans. (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009).

Fig. 3. Oxalis sp. entre fisuras o grietas de las rocas del acantilado, cerca de la cima, a 760 m de altitud. Especie en plena floración y muy abundante en esta época del año. En 1 m2 de roca se contabilizó hasta doce ejemplares, todos de pequeña talla, brotando con energía entre las fisuras. (Foto H. Larrain, 16 octubre 2009).

Fig. 2. Tetragonia sp. Sector acantilado rocoso, entre grietas de rocas expuestas al mar. 770 m. de altitud. En etapa de crecimiento inicial . Fue codiciado alimento para los antiguos changos y camanchacas, habitantes de la costa desértica, según atestigua Max Uhle hacia 1908 y lo hemos podido comprobar personalmente. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).

Fig. 1. Nolana sedifolia. Cima del sector acantilado rocoso, 770 m de altitud. Al disponer de abundante humedad, esta especie forma enormes conjuntos que pueden llegar a medir más de un metro de ruedo, siendo una de las especies más hermosas del sector junto a Nolana intonsa, que se le suele asociar. (Foto H. Larrain, 16 Octubre 2009).

(Nota: pondremos aquí, en los próximos días, muchas fotografías más, de recientes viajes al área del oasis de Alto Patache).

Comentario ecológico nuestro.

Las imágenes que anteceden, han sido tomadas en el presente mes de octubre 2009 en el sector rocoso del acantilado, a unos 760-770 m sobre el nivel del mar, en el sitio del oasis de niebla de Alto Patache, a 65 km al sur de la ciudad de Iquique. El objetivo de este muestrario botánico- que por cierto no pretende ser exhaustivo- es señalar la importancia biogeográfica y ecológica de este oasis de niebla, situado en las márgenes del desierto de Atacama, el desierto más seco del planeta. Pero también, para mostrar la belleza propia de un oasis en pleno desierto costero. Quiere ser, además, un poderoso llamado de atención a las grandes empresas vecinas (de cobre, de sal) que yacen a nuestros pies, absolutamente ignorantes de lo que ocurre sólo a unos pocos cientos de metros más arriba, en el seno del oasis.

Valoración de los oasis de niebla.

En una época en que el agua ya empieza a escasear en el planeta, y cuando la inmensa mayoría de los paisajes terrestres han sido fuertemente contaminados y alterados por el hombre por sus actividades industriales y mineras, es importante tomar clara conciencia de la significación e importancia que adquieren ciertos nichos de vida, aún casi intocados por el hombre, donde la naturaleza se desarrolla en forma virginal, acariciada solamente por las nieblas rasantes que se generan en el océano Pacífico, por influencia directa de la Corriente de Humboldt.

El gobierno chileno, consciente de la importancia de conservar, proteger y dar a conocer estos parajes, hasta hace muy poco ocultos al hombre, ha decidido protegerlos dándoles el status jurídico de "sitios prioritarios para la protección de la biodiversidad". De éstos, hay hoy unos 25 en el territorio nacional, y el sitio de Alto Patache, entregado al cuidado del Instituto de Geografìa de la Pontificia Universidad Católica de Chile con fines de estudio, conservación, restauración y educación ambiental, es el único existente en el área costera del desierto. Así, el Ministerio de Bienes Nacionales de la República de Chile, mediante el Decreto Exento Nº 363, del 10 de Agosto del año 2007, creó el sitio prioritario "Oasis de Niebla de Alto Patache", con el decidido propósito de incentivar el cuidado ambiental de áreas de reconocida biodiversidad en materia de flora y fauna, lugares poco conocidos aún para la ciencia biológica y geográfica.

Bienes Nacionales confìa el oasis a la Universidad Católica de Chile (Instituto de Geografía).

Junto con incentivar de este modo su protección y cuidado para las generaciones venideras, para lograr su supervivencia en el tiempo, se pretende darlo a conocer a la comunidad nacional, y en forma especial a las comunidades educativas, mediante un cuidado sistema de manejo científico. Para cumplir con este objetivo, el área del oasis de niebla de Alto Patache, de 1.114,5 hás de superficie total, consistente en un complejo conjunto de paisajes geograficos: (terraza marina, acantilado costero o cliff, cordón montañoso expuesto al mar, dunas, pequeñas pampas o planicies altas, sistema de colinas y serranías fuertemente excavadas y modeladas por el período pluvial, (Holoceno) ha sido especialmente protegido y aislado de actividades productivas, extractivas o turísticas de carácter masivo.

Escasa conciencia regional sobre su importancia científica para el futuro de la Región.

No ha sido fácil dar a entender a la Región, a sus autoridades y dirigentes el porqué de la perentoria necesidad de esta decisión. Es un imperativo de País y de Nación. Nos obligan a ello importantes acuerdos internacionales suscritos por Chile. Percibimos, sin embargo, que no existe todavía conciencia regional de la importancia científica de este tipo de enclaves, destinados no sólo a la investigación científica, sino también a una educación seria de carácter ecológico y ambiental. Menos aún, existe hoy conciencia de la necesidad de preservar estos paisajes prístinos, por su riqueza potencial en géneros y especies vegetales y animales aún muy poco conocidos por la ciencia mundial y, además, por su potencialidad como sitios de fuente de agua atmosférica pura e incontaminada aún. Piénsese solamente en el siguiente dato: existen en nuestro oasis más de 100 especies de líquenes de acuerdo a recientes estudios de biólogos extranjeros hechos in situ...!. Al parecer, según los mismos autores, sería éste el lugar de mayor riqueza y diversidad liquenológica en nuestro país y, tal vez, en todo el litoral del Pacífico!.

La minería en el Norte chileno nos ha acostumbrado a los paisajes lunares.

Se suele creer - máxime en nuestro norte árido- que el suelo del desierto es para ser explotado por sus habitantes, igual como se exprime el jugo de una naranja o un limón, esto es, hasta su última gota. La actividad minera en el desierto interior ha dejado huellas visibles por todas partes, huellas horribles de una extracción masiva inmisericorde e implacable con el paisaje circundante. Véanse si no, las huellas profundas de la extracción salitrera en la margen weste de la Pampa del Tamarugal, o los gigantescos fosos a tajo abierto de la gran minería del cobre en Cerro Colorado, La Cascada o la Minera Collahuasi. Obsérvese con pena y dolor cómo ha sido manipulado, alterado y destrozado el paisaje costero en las proximidades de Puerto Patache o Patillos. Note Ud. a simple vista la alteración del color de las arenas por la caida diaria de toneladas de negras cenizas desde las altas chimeneas de las Centrales Termoeléctricas, como la actual de la Central Tarapacá de ENDESA en Puerto Patache. Y nada digamos de la Tocopilla destrozada en su geografía tanto terrestre como submarina, con sus montañas de escorias y cenizas envenenadas..

O la cordones de cerros artificiales de ripios, que ha producido Codelco a través de decenios de extracción en Chuquicamata, que obligaron a reubicar los campamentos obreros y trasladarlos finalmente a la ciudad de Calama por el intolerable hedor y la pésima calidad del aire en sus inmediaciones. Fuimos testigos presenciales del éxodo forzado de sus habitantes y del "entierro" del hospital Roy Glover de Chuquicamata y gran parte de su antigua población.

Algún investigador narrará un día la verdad sobre del desastre natural causado.

Un día no lejano algún valiente historiador de la minería del Norte Grande Chileno dará a conocer al mundo, con datos, cifras, fotos y relatos de testigos presenciales, las atrocidades ambientales cometidas, en aras - como se dice hoy del "progreso regional". Y los errores garrafales cometidos por los ingenieros y ejecutivos de las empresas - casi todas extranjeras- por desconocer las condiciones hidrológicas, geológicas, geomorfológicas, biogeográficas o climáticas de los lugares.

En contraste: el bosque moribundo de la minera Doña Inés de Collahuasi en la costa: un desastre ecológico de proporciones.

El famoso "bosque de Collahuasi", situado al pie el macizo costero e inmediato al "oasis de niebla" de Alto Patache, a 65 km al sur de Iquique, es un ícono y símbolo de esta estupidez humana. Se creyó poder hacer evaporar el agua con que se trae desde el altiplano el mineral disuelto de cobre y molibdeno en un mineroducto, y para ello se plantó más de 25.000 árboles de Eucaliptus, Acacia, Casuarina y otras especies, en la esperanza de librarse del agua en exceso. Ahí están hoy a la vista las enormes lagunas de evaporación que crecen en superficie mes a mes. Y el "riego" diario efectuado por camiones aljibes que vemos desfilar por horas y horas, "regando" todas las huellas y caminos del sector, para eliminar el agua, contaminando el suelo y el aire circundante, sin que la autoridad o la CONAMA diga nada.

El mentado bosque, lenta pero inexorablemente se está secando. Y las hectáreas de césped que se plantó ingenuamente con el mismo objetivo, desaparecieron bajo los efectos de las sales de molibdeno y otros metales pesados que el "agua de riego" contenía. Si ha contaminado, al parecer para siempre, decenas y decenas de hectáreas de terraza marina. ¿A quién le importa? ¿Quiénes son los responsables? ¿Existen responsables?. ¿ Acaso esas tierras van a ser un día descontaminadas por la Empresa, para ser devueltas impolutas al Estado chileno- su dueño- tal y como eran antes de su contaminación?.

Nos devuelve la serenidad y la paz del espíritu, el observar la flora endémica del oasis.

Por eso, es especialmente refrescante y estimulante observar las imágenes que presentamos aquí, de una vegetación esplendorosa, producida por la Madre Naturaleza - regalo de Dios a los hombres. Hoy, mes de octubre del 2009, numerosas especies de plantas nativas, algunas de ellas endémicas, nos deleitan con su delicado follaje y su floración, en blanco, amarillo, rojo y variados tonos de celeste y azul, gracias a la benefactora camanchaca.

El bosque de Collahuasi está moribundo. Un ícono que resultó en fracaso.

¡Qué contraste con la absoluta inexistencia de plantas vivas al pie de las plantaciones de la minera Collahuasi en su bosque mortecino!. En reciente vista al bosque, buscamos afanosamente, pero en vano, algún rastro de vida: plantas, aves, insectos o microorganismos vivos a su pie. ¡Nada!. Solo blancas costras de sal. El terreno está muerto, contaminado para siempre por la mano del hombre. El aire y el viento se encargan de llevar esos aerosoles tóxicos más lejos, a las caletas vecinas. ¿ A quién le importa? . Total, la norma ISO chilena no lo prohibe, la Ley Ambiental Nº 19.300 no se infringe. La empresa -cual otro Pilatos- se lava hoy las manos: "somos inocentes, pues cumplimos la Ley, la Norma!". "Nadie nos puede reprochar nada". Y, -preguntamos- ¿la moral, la ética, la responsabilidad social, Señores, ¿ dónde quedó?.

¿Cómo aceptar este fabuloso derroche de aguas límpidas del altiplano?. Nos rebelamos ante este desacierto que raya en la estupidez.

Lo que nos duele, lo que nos indigna, lo que nos exaspera al extremo, es que esa cuantiosa cantidad de agua diaria (miles de tonelada al día) que así se dilapida ,tratando de evaporarla la fuerza, se necesita con suma urgencia para las comunidades costeras. Seis caletas la exigen. ¡Tienen el derecho al agua porque tienen el derecho a la vida!. Las caletas no tienen agua sino la pobra y mala que les llevan cada 15 días (y con bastante suerte), los camiones aljibes de la Municipalidad de Iquique. A metros de los ávidos y sedientos habitantes de la caleta Cáñamo, la Compañía Minera Collahuasi se da el lujo de botar, despilfarrar, dilapidar cientos de toneladas diarias de la preciada agua que ella captó a raudales, pura e inmaculada, en sondajes hechos en el altiplano chileno!. Qué terrible sarcasmo, qué burla, qué sacrilegio!.

Tenemos que cambiar esta práctica anacrónica de la minería: el derroche del agua en el desierto más árido del planeta: urge que reflexionemos sobre esto y reaccionemos a tiempo antes de que el recurso se nos agote. El recurso es nuestro: de todos los chilenos. No podemos aceptar que sea destruído (pues ni siquiera puede ser enviado al mar, por su gran toxicidad) a la vista de las sedientas caletas que por falta de este elemento vital nunca jamàá podrán prosperar y crecer.

Que la contemplación de estas imágenes, nos haga reflexionar profundamente.

LA NATURALEZA SERÁ SIEMPRE EL MÁS PRECIADO DON QUE NOS HA REGALADO EL CREADOR. CUIDÉMOSLA, PROTEJÁMOSLA; NO LA DESTRUYAMOS PARA SIEMPRE. ELLA ES PARTE FUNDAMENTAL DEL SISTEMA NATURAL. SI LA DESTRUIMOS O CONTAMINAMOS, FATALMENTE NOS DESTRUIREMOS A NOSOTROS MISMOS, TARDE O TEMPRANO.

Dios la entregó en nuestras manos para protegerla y cuidarla, no para hacerla pedazos y convertirla en un basurero, en un charco de elementos tóxicos, o en chatarra inservible.

Mientras la Minería regional, de capitales extranjeros, no tome seriamente en cuenta el futuro de esta región y su profunda responsabilidad ecológica y energética, jamás logrará conquistarse la simpatía y el afecto de la comunidad tarapaqueña, por mucho que se esfuercen sus ejecutivos a través de los desplegados en los periódicos. Mucho más que su bien cacareada preocupación por la "cultura", debería esforzarse por resarcir los daños ecológicos y devolver el agua pura que el Estado chileno le ha regalado en el Altiplano y que ha envenenado para el uso humano y agrícola..