Hurgando en el origen de los dos objetos aqui descritos.
Durante nuestra permanencia en la ciudad de Iquique (entre los años 1993 y 2017) con Marta mi compañera de vida solíamos visitar semanalmente el mercado donde nos abastecíamos de todo: alimentos, ropa, utensilios y mobiliario o herramientas las más variadas. Uno de los puestos de venta era arrendado por un conocido anticuario iquiqueño, el señor Maldonado, que nos atrajo poderosamente desde el primer momento. ¿Razón? Exponía en su pequeño y abarrotado puesto de ventas, los más variados objetos provenientes de los pueblos indígenas del interior de Tarapacá, o de las ruinas de las antiguas salitreras, largo tiempo ya desmanteladas. Maldonado -según el mismo nos confesara- solía visitar periódicamente los diferentes pueblos indígenas del interior, para comprar a los pobladores objetos o reliquias de tiempos antiguos, que sus dueños conservaban aún -ya sin uso práctico- en algún rincón de su vivienda. Además de algún mueble o escritorio en exposición, nos atrajeron ciertos objetos artesanales indígenas que para nosotros tenían un especial valor.
Recuerdo bien dos objetos que en distintas ocasiones finalmente le compramos, después de regatear largamente su precio. Los dos tenían especial significación para nosotros desde un punto de vista antropológico y/o etnohistórico. Hasta hoy, los conservamos con especial cuidado y esmero por su valor intrínseco o simbólico.
Como estos objetos pronto irán a formar parte de las colecciones del Museo de Historia Natural de la ciudad de Santiago (Chile) (1), he creido pertinente describirlos aquí y ofrecer su historial y sus respectivas imágenes para que no se esfume el recuerdo del lugar y circunstancias concretas de su adquisición.
Una vasija ceremonial aimara.
Es bien sabido que en las celebraciones de los pueblos aimaras y quechuas, la chicha de maíz jugaba y aún juega un importante rol. En sus fiestas patronales donde celebran el aniversario de sus Santos protectores católicos, o en sus ritos tradicionales (como la Limpia de Canales, el Inti raymi o Machaq mara) la chicha de maíz era -y aún es hoy día- un elemento que nunca puede faltar y que era laboriosamente preparada, con semanas de anticipación, por las mujeres del pueblo. Para conservar la chicha elaborada en casa, los aymaras -al igual que los quechuas- utilizaban unas grandes tinajas de greda cocida. Los aimaras las llamaban <makhma> o <virkhui > . Los quechuas, igualmente, macma (<maqma>) (2).
Los aimaras poseían diferentes tipos de vasijas hechos en cerámica (greda) y había, especialmente en la cercana Bolivia, algunos pueblos alfareros donde tradicionalmente se las fabricaba. En la zona aimara chilena de Tarapacá, solo hemos detectado históricamente -hasta ahora- la existencia de un solo pueblo, Macaya, donde se fabricó por parte de don Antonio Cáceres y sus hijos, cerámica casera en piezas de tamaño pequeño (jarras, ollitas, pucos...) hasta aproximadamente los años 1980-90. De ello fui testigo presencial en mi visita a Macaya efectuada en febrero del año 1980 con mi amigo Eduardo Monreal. Don Antonio estaba cociendo algunas piezas cundo lo visitamos y fuimos testigos directos de lo primitivo de sus procedimientos e instalaciones.
Las familias aimaras del altiplano y pre-cordillera andina chilena solían surtirse de cerámica culinaria a través del contacto asiduo con los pueblos bolivianos próximos. En ocasiones, eran los mismos herbolarios y curanderos callahuayas quienes traíande Bolivia, además de sus propias medicinas, objetos de cerámica para la venta.
De los objetos señalados, voy a referirme, en primer lugar a una gran vasija ceremonial destinada a contener chicha. Después, describiré el bastón o insignia de mando de los jilacatas o alcaldes de los pueblos de indios conocido como "varayoc" (3) en lengua quechua. Ambos objetos, según Maldonado, procederían del pueblo de Isluga, en el altiplano tarapaqueño.
Recuerdo haber preguntado al señor Maldonado sobre las posibles razones por las cuales los indígenas aymaras de los pueblos andinos se desprendían, sin mayor pena o dolor, de estos objetos antiguos. Me intrigó bastante su respuesta: "es que ahora son Pentecostales", me dijo. "Sus pastores les prohiben tomar parte en sus antiguas fiestas y ritos religiosos propias del culto católico tradicional. Ahora estos objetos han pasado a ser para ellos -al decir de sus pastores- cosas del demonio". Nos confidenció también Maldonado que los pueblos de donde proceden la gran mayoría de los objetos antiguos usados en sus ceremonias tradicionales y que hoy son puestos a la venta, eran Isluga y Quebe.
Efectivamente, según me relatara un día el padre Pablo Dierckx (4), sacerdote de la Orden de San Francisco en Iquique, y párroco por entonces del poblado de Colchane, estos dos pueblos cristianos fueron convertidos en gran parte a la Iglesia Pentecostal por la predicación de un famoso pastor evangélico de nombre Braulio Mamani Amaro (1921-2015) en la década de los años 60 ó 70 del pasado siglo. Por ello, algunas de sus antiguas iglesias coloniales lucen hoy en completo abandono y alguna que otra, como nos consta, ha llegado ser usada como abrigo y refugio para sus animales, como en el triste caso de la antigua capilla colonial de Carahuano.
Como su pastor les inculcaba en su templo que todos estos recuerdos de antiguos ritos y ceremonias eran "cosas del demonio", lo mejor era desprenderse de ellos y si obtenían dinero con su venta, tanto mejor. De este modo, llegaron estos objetos, como muchos otros, a poder del anticuario Maldonado en Iquique.
1. La tinaja para chicha: descripción y fotos.
Fig. 1. Gran tinaja para la conservación de la chicha. (Foto H. Larrain, mayo 2024).Fig. 2. Dos pequeños mamelones en torno a la boca de la tinaja (Foto H. Larrain, mayo 2024).
Medidas.
alto: 59,70 cm
diámetro máximo externo (sección panza): aprox. 44,1 cm
diámetro boca (interno): 11.0 - 11.5 cm (algo irregular)
diámetro boca (externo): 16.2-16.9 cm (algo irregular)
diámetro boca más mamelones del borde: 18.8 cm
diámetro cuello (externo): aprox. 13,5 cm
largo mamelones (opuestos, sector boca): 1.0 - 1.03 cm
ancho mamelones: 1.0 - a 1.03 cm
diámetro de la base (irregular): aprox. 13.0 cm
Dos asas, situadas a medio cuerpo, equidistantes; miden 6.0 cm (en su base) y 3,6 cm (parte protuberante externa).
Peso total: 11,230 kg.
Capacidad: (?). No hemos querido intentar medir su capacidad en litros por observarse una trizadura en su parte media (panza), la que abarca no menos de 36-38 cm. Indicio cierto de futura quebradura que debemos evitar. A ojo, me atrevería a decir que su capacidad ronda los 45-50 litros como mínimo.
Caracterización de su superficie exterior.
La vasija presenta exteriormente un bruñido burdo y un engobe sencillo color café oscuro terroso, con una superficie claramente irregular. Daría la impresión de no haber sido confeccionada mediante el uso de un buen torno de alfarero. Su aspecto exterior, por efecto del intenso uso, muestra algunas zonas más oscuras, ennegrecidas (sucias). No muestra marca o letra alguna que denote pertenencia a algún pueblo o comunidad determinada. A pesar del escaso diámetro de su base (13.0 cm), ésta permite que el ceramio se sostenga bastante bien en pie. Pero su notable pequeñez nos sugiere claramente que eran probablemente enterrados unos poco centímetros en el piso de tierra de sus viviendas para asegurar su plena estabilidad al estar llenos de líquido.
2. El bastón de mando (<varayoc>) de la autoridad aymara.
El bastón de mando, <varayuc> en lengua quechua o <santurei> (forma aimarizada por "santo-rey") era la insignia de mando otorgada por las autoridades españolas a los alcaldes indígenas de los ayllus o a los mallkus durante el Coloniaje, tanto en el ámbito quechua como en el aimara. ¿Cuál es su origen? ¿Existe alguna constancia, de que esta insignia de mando haya tenido algún origen o precedente indígena? . ¿O se trataría, más bien de una introducción hispana más en el tejido social y cultural indígena?.
Con estas dudas iniciales, decidimos consultar sobre este objeto específico y su denominación como <varayoc> al versado linguista peruano Rodolfo Cerrón Palomino, quien nos comenta en su carta-respuesta:
"Fue un placer recibir tu mensaje y con él las preguntas que me haces. Sobre la primera, que es la estrictamente lingüística, y que me resulta fácil de responder, es que <varayoc> se analiza como /bara-yuq/ 'el que tiene vara (bastón de mando'), o sea la autoridad mayor indígena de las comunidades, llamado en castellano "alcalde de vara". Tú has identificado el núcleo de la expresión, y yo solo quisiera agregar que no se podía decir /wara-yuq/, que habría sido la forma nativizada original, pues se creaba una duplicidad u homofonía intolerable, ya que /wara-yuq/ se interpretaría inmediatamente como 'el que tiene huara', es decir pantaloneta. Así, pues, el sufijo quechua -yuq tiene valor posesivo, y yo lo llamo 'adjudicador'. La palabra, que es institucional andina moderna, es de origen quechua y no aimara. Ahora bien, en cuanto a documentación, sí que estoy perdido, y haces bien en preguntarme si conozco a un buen etnógrafo o a un buen historiador del mundo andino a quien puedas referirte para indagar sobre su creación, y aquí te puedo decir que no, pues mis mejores contactos ya son muertos, y no tengo la dirección de otros conocidos. De todos modos, no la hubieras encontrado en Guaman Poma, ni en la bibliografía temprana colonial (vocabularios y crónicas), ya que el término me parece que tiene origen, si no finicolonial (si puedo emplear esta expresión) o republicano. En tu país debe haber gente que conoce el asunto. ¿Por qué no se lo preguntas a tu paisano José Luis Martínez...? (Carta al suscrito, 12 de mayo, 2024; énfasis nuestro).
En una segunda carta suya nos confirma:
"Gracias, amigo Horacio, por pasarme el comentario que hace José Luis Martínez sobre la institución del <varayuq>. Lo que en realidad quisiéramos saber es desde cuándo se emplea el nombre híbrido, ya que no está en los documentos clásicos de la temprana colonia. La expresión se ha lexicalizado (5) a tal punto que los historiadores criollos, al describir una foto con el alcalde de vara, nos dicen que allí aparece el alcalde de vara con su varayoc: pura tautología ("el alcalde vara con su alcalde de vara"!). Habrá que indagar sobre el tema en algún momento. Un gran abrazo, Rodolfo". (carta al autor del 27/04/2024).
Por consejo del propio Cerrón-Palomino, escribí después al etnohistoriador chileno José Luis Martínez con el fin de recabar más antecedentes sobre su empleo en la Colonia. Copio su valiosa respuesta a continuación.
Opinión del etnohistoriador José Luis Martínez Cereceda
"...Estuve revisando otros materiales para poder responderle. Ud. me pregunta por varios temas. A ver si los puedo responder adecuadamente.
a) parto por
las varas. Efectivamente, la introducción de la "vara de
alcalde" o alcalde vara, es colonial. Se impuso, sobre todo, durante
los procesos de reducción de las comunidades indígenas a los pueblos de indios,
proceso iniciado a partir de los años 1550s pero impulsado con mucha fuerza por
el virrey Toledo a partir de 1570. Recuerdo haber leído algunos padrones
de reducción de esa época y señalaban la designación de alcaldes y la entrega
de varas como símbolo de su autoridad. En la España medieval, la figura
del alcalde de un pueblo ("El mejor alcalde, el rey") era la
institucionalidad de administración indirecta sobre los habitantes, modelo que
se reprodujo también acá. La tesis doctoral de José María Arguedas,
recientemente editada, trata de ese proceso y sus consecuencias en las
comunidades andinas contemporáneas (Las comunidades de España y el Perú).
En muchos casos, la agencia indígena local llenó las varas de otras
simbologías, tales como la inclusión de una bola representando el mundo imperial
o la cristiandad; en otras con cruces cristianas, etc. Pero las varas
también existían desde tiempos precolombinos, usadas igualmente por sus
autoridades. Son muy conocidos los bastones de la costa centro norte de
Perú, usados por moches, chimúes y lambayeques (son bastones largos con la
figura de una divinidad, usualmente Ai-apaec, en madera con incrustaciones de
conchas y piedras semipreciosas. Y también los incas tenían el yauri, una
vara corta, que aparece dibujada y pintada en las crónicas de Martín de Murúa
(la de 1596) y en Guamán Poma. Personalmente he visto varios bastones
costeños, pero nunca un yauri, de modo que no me atrevo a describirlo.
b) Sobre la
función de las varas, hay varias. La principal desde el punto de vista
español colonial, es la de ser un emblema de la autoridad que se va pasando de
alcalde en alcalde al ser rotativo el cargo; la inclusión de significantes
religiosos católicos ponía asimismo los rituales y ceremonias bajo la
advocación o el control de esta religión. Pero sus usos se fueron
ampliando. Frank Salomon tiene un muy buen libro de etnografía sobre las
varas del pueblo de Tupicocha, en la sierra central peruana. Allí las
varas, de distintos tamaños y con diseños propios, son usadas y presentadas en
común para denotar los rangos de las autoridades y una estructura de poder
social y simbólico. Lo interesante es que sus signos, de acuerdo a
Salomon, conforman un sistema semasiográfico, es decir, comunicativo de signos
no alfabéticos. En muchas ocasiones he visto que las varas
"son" la autoridad, se ponen en las iglesias antes de los cambios de
autoridades, son "cargadas" y una autoridad no puede ejercer sin
tenerlas consigo. En ese sentido, no son un emblema solamente, sino un
objeto con poder propio.
c) No soy un
especialista en varas, aunque he visto muchas tanto en contextos cotidianos
como rituales. Creo que todas las que he visto tienen algunos elementos
en común que extraño en la que Ud. me muestra. Tienen un cabezal, que
puede o no tener un objeto tridimensional en su extremo superior (una cruz, un
globo), el cuerpo mismo de la vara, que usualmente tienen bandas horizontales
de plata u otro metal, y una punta, puesto que muchas veces se ponen de pie,
apoyadas en el suelo o en una pared, o entre los brazos y piernas de sus
portadores. La de Isluga,(que Ud me muestra en foto) totalmente de plata, tiene un extremo superior
simple, y, lo que más me extraña es la terminación del otro extremo, en el que
parece haber una especie de ojal por el que pasar una cuerda o algo similar.
Sería más bien un objeto para ser colgado que puesto o transportado por una
autoridad. Pero nada de eso es determinante, por supuesto; las variedades
creativas y agenciadas de las comunidades son infinitas". (carta del investigador al suscrito de 15 de mayo 2024; énfasis nuestro al texto).
En suma, de esos antecedentes creemos poder concluir:
a) que hubo ciertamente un claro precedente inca (un tipo de bastón como signo de autoridad en su comunidad) que sirvió de base para la elaboración y concesión del <varayuc> como insignia de mando en una comunidad indígena en la época colonial. Una de las representaciones de Guamán Poma en su obra de 1616 lo ilustraría, según nos comunica en su carta el etnohistoriador chileno José Luis Martínez.
b) Que esta vara o bastón de mando solía incluir diferentes símbolos representativos del poder en una comunidad dada, simbología que no estaba especialmente reglamentada y que, por tanto, quedaba al arbitrio del mallku o jilacata respectivo (6).
c) Que no disponemos aún de antecedentes seguros para concluir sobre la época probable de la adopción del término híbrido hispano-quechua <varayuq>, término que no figura en ninguno de los Vocabularios coloniales de los siglos XVI y XVII (ni en lengua quechua, ni aimara). Cerrón Palomino sospecha que este término podría ser de uso "fini-colonial", es decir de los finales de la época colonial.
d) Martínez Cereceda nos confirma que este tipo de varas, como símbolo autoridad en los pueblos indígenas, probablemente podría datar desde la época del Virrey Toledo (hacia 1570).
d) que también fueron denominados comúnmente como <santurei> (tèrmino aimarizado de "Santo Rey") en muchas comunidades aimaras en los que se representaba físicamente la concesión de un mando colonial, otorgado por la autoridad del rey de España.
e) que el origen "sacro" de estas insignias de mando exigía, por consiguiente, que fueran guardadas y protegidas en las iglesias, no en las viviendas de los mallkus o jilacatas.
f) En cuanto al aspecto externo de nuestro <varayoc> -lo que llama especialmente la atención de José Luis Martínez- podríamos, tal vez, sospechar que haya sido objeto de alguna modificación posterior, al pasar a manos de su último dueño.
Fig. 3. Imagen de nuestro <varayoc> procedente del pueblo de Isluga. (foto H. Larrain, mayo 2024).
Fig. 4. Otra toma de la misma vara de mando aimara (Foto H. Larrain, mayo 2024).
Descripción de la pieza.
a) Nuestra vara o bastón de mando colonial aimara, confeccionada en madera, mide 46,5 cm de largo, con un dm medio de unos 2.05 cm y ha sido cuidadosamente forrada con 9 láminas sumamente finas de plata, de distinto tamaño (su ancho varía desde 4.7 cm a 5.9 cm). La imperfección de este forro, nos permite ver porciones de la madera subyacente del bastón.
b) Ostenta a lo largo ocho pequeñas medallones o rodajas, labradas en plata, con una única decoración interna que muestra diminutos objetos semejando clavos los que, cual manecillas de un reloj, la circundan en un número variable entre 22 y 28. En el centro de dicho medallón o rodaja, se fijó una gema brillante, en vidrio de color tallado y pulido que muestra seis caras, de diferente color. De arriba hacia abajo de la vara, el orden del color de las gemas es el siguiente: rojo sangre, amarillo, rojo sangre, amarillo, verde oscuro (turquesa), rojo sangre, verde y azul. (Vea Figs. 3 y 4). (7).
c) En su extremo superior, se observa, incrustado, una especie de tornillo, dotado de un gancho que parecería sugerir que el objeto podía colgarse (¿del cuello del jerarca mallku o jilacata?) (Fig. 5). En su extremo inferior, en cambio, se puede ver otra pieza metálica en forma de grampa, que fue clavada por sus dos extremos en la base de madera y que hoy se presenta intencionalmente doblada y aplastada (Fig. 8). Este extremo inferior del <varayoc> muestra un pequeño agujero visible, hoy vacío, que tal vez sirvió antaño para ser fijado al suelo mediante algún tipo de apéndice puntiagudo, hoy inexistente. En el extremo superior, se conserva aún un pequeño fragmento de lo que pudo ser una "flor" u adorno hecho de lana color verde oscuro, amarrado con un alambre muy fino al "tornillo". Las finas láminas de plata que recubren la base de madera del <varayoc> tienen , aparentemente, un grosor de algo menos de 0,5 mm.
Medidas exactas de nuestro <varayoc>:
Esta vara de alcalde indígena consta de una base de madera, revestida de finas láminas de plata (Ag) y guarnecida con 8 medallones cada uno de los cuales está provisto, en su parte central, de gemas multicolores semejantes, insertas, igualmente, en una base de plata ornamentada.
Longitud total de la vara: 46,5 cm
Peso: 273 gr.
Diámetro de cada medallón de plata de adorno: 4,55 cm.
Diámetro de la vara de madera original (sin el revestimiento de plata): 2,05 cm (No se observa mayor variación en el dm. de la vara a lo largo de la misma).
Diámetro de los cabezales, superior: 2,5 cm, inferior: 2,9 cm.
Diámetro de las gemas de vidrio (al centro del medallón): 1,9 cm. (dos de las gemas color verde están muy dañadas) (8).
Longitud de cada dibujo de "clavos" en las rodajas: aprox. 1,1 cm (con muy pequeñas variantes).
Fig. 5. Detalle de la porción superior de la vara, mostrando una argolla mediante la cual se colgaba (¿del cuello del oficiante?). (Foto H. Larrain, mayo 2024).
Fig. 6. Observe el diferente color de la gema en cada medallón. (Foto H. Larrain, mayo 2024).
Fig. 7. Gema rota en uno de los medallons de la vara. Note Ud. la decorsción de "clavos" circundando el interior del medallón. (Foto H. Larrain, mayo 2024).
Fig. 8. Porción basal o inferior de la vara. Muestra una argolla aplastada. (Foo H. Larrain, mayo 2024).
Notas
(1) Estos dos curiosos objetos de fina artesanía indígena nortina, son hoy parte de nuestras colecciones etnográficas e irán a formar parte, muy pronto, de las colecciones del Museo Nacional de Historia Natural de Santiago de Chile. Todos mis apuntes, archivos, fotografías y cassettes antropológicos grabados con sendas entrevistas nuestras a artesanos o cultores indígenas, atacameños y aimaras, ya han quedado depositados en el citado Museo desde el mes de noviembre 2023.
(2) Según grafía usada por el jesuita Ludovico Bertonio, en su famosa obra "Vocabulario de la lengua Aymara, (impresa en Juli, 1612), reproducción fotostática del CERES, IFES y MUSEF, Cochabamba, Bolivia, 1984: 449. Antonio Ricardo, editor, en su obra "Arte y Vocabulario de la Lengua General del Perú" , Lima, 1586, (reedición hecha por Rodolfo Cerrón-Palomino et al., Lima, 2014, pág. 347), trae la voz <macma> (<maqma>) para este mismo tipo de vasija de greda. Como en muchos otros casos, el intercambio de voces entre ambas lenguas, quechua y aimara era frecuente dada su contemporaneidad y gran proximidad geográfica.
(3) <Varayuq> resulta ser una expresión híbrida de la lengua quechua (-yuq) y castellana (vara), y ciertamente no es de procedencia aimara sino quechua.
(4) El sacerdote franciscano flamenco Pablo Dierckx durante más de 30 años (llegó a Chile en el año 1987), misionó incansablemente en los pueblos aymaras de Camiña, Chiapa, Sibaya, Colchane y sus estancias vecinas, dejando el vivo testimonio de una vida ejemplar de un abnegado pastor católico. Estudió la lengua aimara con la que se entendía con sus feligreses más ancianos y dejó unos valiosos Apuntes para el aprendizaje de esta lengua. El 6 de enero del 2018 se le dió una solemne despedida en el pueblo de Huara, capital de la Comuna que engloba a la mayoría de los pueblos andinos del sector norte del Tamarugal y su Orden religiosa franciscana lo envió al convento del pueblo de Salamanca, donde aún vive ya anciano.
(5) La expresión "lexicalizar", usualmente utilizada por los lingüistas, significa hacer que un elemento lingüístico pase a formar parte del sistema léxico usual de la lengua.
(6) En nuestro caso, la introducción de una hilada de medallones equidistantes, de plata, de idéntico tamaño, provistos de una vistosa gema de cristal de color.
(7) Desconocemos la simbología que se ha querido representar mediante el empleo de este tipo de medallones confeccionados en plata y provistos de vistosas gemas de varios colores. Sospechamos que ésta debió tener un sentido preciso para sus creadores y no habría sido un mero y casual adorno de la vara.
(8) Lamentamos no haber contado para este trabajo con la excelente "Tabla de Colores" de Munsell (1975) para poder determinar científicamente el color exacto de las gemas de los medallones. Las fotos respectivas nos permiten, en todo caso, una cierta aproximación a la realidad.
Post scriptum
Agradecemos aquí especialmente el apoyo técnico prestado por mis vecinos de El Portezuelo don Alfredo Ugarte Peña, Teresita Ugarte Silva y la señora Beatriz Funes en la realización de este trabajo.
4 comentarios:
Recibo de la botánica Bárbara Larrain Barrios el siguiente comentario:
"Gracias Dr. Horacio por estar siempe presente y compartir su conocimiento. Lo leeré con mucho gusto.
Un abrazo grande,
Bárbara
Recibo el siguiente comentario del historiador don Rodrigo Cornejo de Santiago de Chile:
"Mi querido amigo:
Me alegra mucho saber de usted. Espero que se encuentre bien...
Muchas gracias por su nuevo aporte del blog. Ya lo leí y lo hallé muy interesante y entretenido, como todo lo que usted escribe.
Me llamó mucho la atención -como a usted- que los indígenas o sus descendientes se desprendan así como así de sus objetos ancestrales, por mucho que le hagan caso a sus pastores religiosos. Por último, dichos objetos deberían tener un valor sentimental que los hiciera preservar o disponer de un mejor destino que vendérselos a un anticuario (por muy respetable que sea este último trabajo).
Y sobre el bastón, me he acordado mucho de un destacado intelectual peruano, cuya existencia y obra conocí en unos viajes a Lima, que hice años atrás. Me refiero a Ricardo Palma. ¿Acaso no habrá algún texto de su autoría en Internet que dé más pistas sobre los mentados bastones de mando? A lo mejor.
Bueno don Horacio,...esté muy bien, muchas gracias una vez más..."
Atenta y cordialmente,
Rodrigo.
PS: Aún no tengo noticias sobre los resultados de la Convocatoria de Ediciones U. del Bío Bío para la publicación del libro sobre Patricio Larraín G. Según la editorial, se supone que de aquí a junio se tendrán noticias, de modo que, ante cualquier novedad, me contactaré con usted de inmediato.
Hola. Quiero expresar mi gratitud por el increíble esfuerzo y la dedicación que demuestran en este blog. La profundidad y el rigor de sus artículos son verdaderamente excepcionales. Aprecio especialmente la forma en que logran reseñar los temas de manera sencilla y comprensible. Su compromiso con sus lectores es inspirador. ¡Gracias por compartir su conocimiento!
Estimada amiga Tere: recibo con mucha humildad y agradecimiento sus cálidas felicitaciones a la labor desarrollada en nuestro Blog. Desde el día en que hube de dejar definitivamente de lado la docencia universitaria en Iquique, a causa de mi edad (año 2015), me di cuenta que en el Blog tenía a la mano una herramienta sumamente apta para compartir y discutir mis ideas y reflexiones con el gran público culto internacional. Es decir, cambié mi auditorio de la Universidad por un público infinitamente más amplio e internacional. El resultado ha sido sorprendente. He podido completar, a la fecha, 354 capítulos diferentes, sobre distintas materias atingentes a la antropología, etnografía, geografía, historia, lingüística o folklore de diversas regiones de Chile, mi país. Mis contribuciones tratan de estar siempre orientadas desde un "ángulo eco-antropológico", como he querido denominar a mi enfoque particular en el que la "morada" física del grupo humano adquiere particular relieve e importancia, como motivador e incentivador de "cultura".
1.200.000 visitas a este Blog hasta el día de hoy, ha sido el gran premio a mi esfuerzo y algunos capítulos en particular, como el dedicado al "Diario de Campo" como instrumento básico y fundamental del investigador, ha recibido casi 750.000 visitas. Lo que me demuestra su utilidad y/o gran necesidad.
Su apoyo hoy constituye para mí el mayor acicate para seguir adelante con esta labor, por el tiempo que Dios disponga. ¡Gracias!
La saluda atte,
D. Horacio Larrain (Ph.D.)
Publicar un comentario