viernes, 30 de octubre de 2020

Empleo tradicional de plantas locales de la zona de Et Tofo-La Higuera (IV Región de Chile): Informes de un campesino de la zona a mediados del año 1984.


DEDICO AGRADECIDO ESTE CAPITULO DE MI BLOG A LA MEMORIA DE DON CLEMENTE MENDIETA, CABRERO SABIO Y HUMILDE, QUE ME ENSEÑARA LOS SECRETOS DE LAS  PLANTAS. 

Aprendiendo de un cabrero local.

Con motivo de la búsqueda de información sobre  nuestras investigaciones sobre  la camanchaca costera  en la zona de "El Tofo" (IV Región de Chile)  he hallado unos apuntes de conversaciones mías con uno de nuestros operarios, el cabrero don Clemente Mendieta. Por esos días, don Clemente nos ayudaba plantando los árboles en la parcela experimental de "El Tofo". Dueño de una majada de cabras en el sector, conocía  la zona como la palma de su mano, hasta sus lugares más recónditos. 

Por su gran interés botánico y farmacológico, he querido rescatar aquí esta conversación para que no se pierdan sus datos. Ellos son fruto de una larga experiencia de campesinos de la zona, seguramente de muy antigua data, transmitida de generación en generación. En mi pasión por preservar informaciones que pueden ser útiles en el futuro a sociólogos, antropólogos, etnógrafos o arqueólogos,  he decidido estampar aquí estos recuerdos y, a la vez,  recordar a este amigo sabio que con tanta generosidad nos brindara su testimonio. Don Clemente tenía 51 años ese año 1983. Con él recorrí las aguadas y senderos  en la zona de "El Tofo". 

 Nos preguntamos si aún vivirá hoy don Clemente  o si alguno de sus hijos o nietos en esa zona  podrá llegar a tener noticia de este cariñoso recordatorio nuestro. ¡Dios lo quiera!.  Si algún lector nuestro vive en la zona de El Tofo-La Higuera, (IV Región),  tal vez nos pueda dar alguna referencia.

Fig. 1.  Llano de La Higuera con cerros de "El Tofo" a la vista. La camanchaca costera cubre las cumbres. (Foto H. Larrain, septiembre-octubre  1984).

Mis contactos con obreros locales.

Entre los años  1980 y 1985 tuve varias ocasiones para conversar sobre el modo de vida de cabreros, mariscadores o  peones agrícolas que solía yo topar en mis trabajos de campo, u ocupar en faenas relacionadas con nuestro trabajo de investigación. Por fortuna,  tenía yo la vieja costumbre, que aún conservo, de grabar las conversaciones y anotar cuidadosamente después todo lo que veía u observaba y que me parecía digno de preservarse. Los rápidos cambios en el modo de vida de  estos grupos de campesinos o cabreros con el actual acceso a la electricidad y a la movilidad  por automóvil,  ha producido, a la vez,  una pérdida  u olvido de los  antiguos modos de vida, en contacto continuo con la naturaleza circundante. No sólo ha cambiado rápidamente el modo de desplazarse en el espacio -del burro o la mula, a la camioneta o el camión- sino también el  modo de alimentarse, vestirse, medicarse  y  cuidar de la salud de sus animales. ¡Todo un mundo de cambios en muy pocas décadas!. 

Fig. 2.  Con don Clemente Mendieta recorriendo las aguadas  de la costa, próximas  al antiguo mineral de "El Tofo". (Foto H. Larrain mayo 1980,  en la aguada "Agua salada", reproducida en nuestro libro "Etnogeografía", 1987: pg. 73). (Referencia explícita  a esta visita en nuestro Diario de Campo Nº  25, págs. 65-66).

Mi interés por la botánica  de la zona de El  Tofo, hizo surgir esta interesante conversación con don Clemente Mendieta. Tras  varios días de trabajo en común se despertó una gran afinidad entre nosotros,  y se  me abrió una puerta para obtener una información que, un simple Cuestionario, muy difícilmente habría podido obtener. Es ésta, a mi modo de ver, la enorme diferencia que existe entre plantear un frío  y escueto "Cuestionario", sin vida ni calor humano previo, y una conversación suelta, expedita, brotada al calor de la camaradería y, sobre todo,  al contacto directo con la naturaleza misma de los lugares que juntos recorrimos. Con   don  Clemente ocupábamos, por esos días,  una de las habitaciones de que disponíamos en "El Tofo", gracias a la Compañía Minera que nos las facilitara gentilmente para nuestra investigación. Vivíamos y comíamos juntos, en la misma casa. Este contacto asiduo generó una incipiente amistad entre nosotros. Así, le fui  preguntando por todas las plantas que él empleaba  para remedios caseros u otros fines relacionados con su actividad en la zona. 

Texto de la entrevista.

A continuación, copio las páginas alusivas de mi Diario de Campo,   tomo  25 (marzo-agosto de 1984, pp. 57-60).  

Fig. 3.   Diario de Campo de Horacio Larrain, tomo  25, pág. 57 (mayo 1984).

                                  
Fig. 4. Página 58 del Diario de Campo de  H.L. tomo 25 (mayo 1984)

Fig. 5.  Diario de Campo de H. L. tomo 25, pág. 59 (mayo 1984).

Fig. 6.  Diario de Campo de H.L. tomo 25, pág 60. (mayo 1984).

Notas adicionales de tipo botánico y eco-cultural  (incluidas en números  inscritos en un circulo agregado ad hoc al original).

1.   Se trata de la planta Krameria cistoidea H. et A  (Ver Teillier et A, 1998: 71)  de cuyas raíces, se extraía  antiguamente  la "tintura de Ratania", usada en medicina (según  Mélica Muñoz Schick, Flores del Norte Chico,  1985, 12). 

2.   El carbonillo  (Cordia decandra, H. et A.) de la familia Boraginaceae, (Cfr. Teillier et al, 1998: 79)  es hasta ahora utilizado para la elaboración de carbón en el Norte Chico, lo que  constituye una seria amenaza para su supervivencia en el medio natural. Sus grandes flores blancas son tambièn buscadas como adorno.  Vimos algunos ejemplares de esta especie en el valle de La Higuera durante  nuestros estudios en la zona  (1980-84). 

Fig.  7.   Flor de carbonillo. Se observa a la mariposa Vanessa carye, libando sus flores ( imagen tomada de obra de Teillier et al.,  1998:79).

3. La  Oreja de zorro, (Aristolochia chilensis,  Bridges ex Lindl) tiene flores en forma de un gran embudo y  poseen la particularidad de exhalar un olor pestilente y muy fuerte que atrae a los insectos. Consultado al respecto, me comunica el botánico Sebastián Teillier lo que sigue: "(esta planta) retiene los insectos mientras se poliniza y fecunda. Luego los pelos se vuelven lacios y los insectos salen. Las personas creen que es planta insectívora, pues quedan algunos insectos fallecidos  al interior" (com. pers.  02-10-2020). Según Muñoz Schick (1985:33)  se usaba en medicina popular como emenagogo, es decir remedio para  ayudar a las mujeres después del parto. 

Fig. 8. Flores de la "oreja de zorro" en forma de embudo, provistas de gran cantidad de pelillos interiores. (Imagen tomada de la obra de Mélica Muñoz-Schick  (1985:33). 

4. Esta planta  "sana-la-tos" no la hemos identificado con seguridad, pero probablemente se trate de la planta llamada vulgarmente "sanalotodo",  (Cesalpinia angulicaulis, Clos.)  pues a esta a especie Mélica Muñoz  (1985:71)  atribuye  el mejorar el ritmo del corazón. Tal vez fue un error de interpretación mía del nombre dado por el  campesino.

5.  Sobre esta planta  nos señala el botánico Teillier textualmente en carta reciente: "debe ser Solanum pinnatum. El chavalongo, ¿no es  el  nombre corriente dado al tifus? (com. pers. 01-10-2020). En otra página de mi Diario Nº 25,  anoté  un dato de interés a este respecto. Allí identifico el "chavalongo"  de mi informante Mendieta, como Solanum maritimum que observo en etapa de  floración terminal el día  17-07-1984  (Diario de Campo Nº 25, pág. 224). Sospecho hoy que llegué a  esta determinación gracias a la ayuda de la botánica Mélica Muñoz, a quien visité en el Museo Nacional de Historia Natural, llevándole ejemplares herborizados por mí para su reconocimiento.  
Nos sorprende bastante el nombre dado por don Clemente a esta planta nativa, porque su origen es ciertamente mapuche (chafalongko) y la primera vez que se nombra históricamente correspondería a una epidemia que habría asolado la zona mapuche entre  1555 y 1557, causando una enorme mortandad entre los indígenas. Hay fundadas sospechas de que se habría tratado de una fiebre tifoidea -y no  un tifus- causada por la bacteria Salmonella tiphy. Nos preguntamos si don Clemente  usaba de esta planta para algún tipo de fiebre semejante y por eso le dio ese nombre. Nos quedamos con la duda. En todo caso, entre los mapuches y la gente del pueblo en Chile el remedio generalmente usado para este tipo de fiebres fue con infusiones de las hojas del arbusto llamado natri o natre (Solanum crispum)  una solanácea nativa común en el centro y sur de Chile de hermosas flores color violáceo.

6.  Se trata de Marrubium vulgare L.   de la familia Lamiaceae, cuyas propiedades medicinales son reconocidas en gran parte del país. Es planta  foránea  hoy cosmopolita, ya incorporada a los terrenos de Chile como una maleza, de larga data. 

7.  Se trata del papayo silvestre, (Carica chilensis Solms, 1889).  Recuerdo que el padre de los hermanos Rivera, en  playa Temblador, hacia  el año 1980, los buscaba ávidamente para dar alimento a su burros en tiempos de sequía. Pude observar personalmente cómo arrancaba sus gruesos rizomas, destruyendo así por desgracia la planta, y los cortaba en pedazos para alimentar sus animales y aún sus aves de corral. Nos agrega Sebastián Teillier a este respecto: "eso mismo hacen con el cactus llamado "asiento de la suegra" o "sandillón"; los cocinaban y se los daban al ganado". (com. pers. 01-10-2020).  El nombre cientifico del "sandillón" es Eryosice sp.

8.  Cualquier especie de Eucalyptus  es apta para esto. En la zona de "El Tofo" había de preferencia Eucalyptus globulus, el que  crecía admirablemente en los altos gracias a la humedad suministrada por la camanchaca costera. En la parcela forestal instalada por nosotros en El Tofo, hacia los 650 m de altitud s.n.m. introdujimos Eucalyptus camaldulensis  que prendió bien, pero fue pronto  atacado por las cabras. El año 1983-84, cuando realizábamos las experiencias de captación de agua de la niebla (camanchaca), constaté la existencia de numerosas plántulas nuevas, muy pequeñas,  de este Eucalyptus,  producto de semillas de los árboles viejos alli presentes, y que prosperaban ya sin necesidad de riego alguno.

9.  Esta "salvia" es probablemente alguna Labiada de origen foráneo, pero ya  asentada de larga data en Chile.  De acuerdo a Sebastián Teillier: "el nombre de salvia blanca se usa para Lepechinia salvia (Sphacele salvia), pero sus flores son de color morado" (com. pers. 01-10-2020).

10.  Era común observar esta costumbre entre los campesinos del Norte Chico y Zona Central de Chile quienes solían mantener una pequeña huerta junto a sus casas, bien protegido de los animales  (cabras, burros o liebres), donde plantaban todos los "montecitos " o hierbas  naturales que les servían sea de  aliños en la comida, sea de medicina casera.

11.  La "doraílla" , según comunicación de Sebastián Teillier debe ser un helecho del género Cheilanthes. Hay dos posibilidades, o es Ch. hipoleuca o Ch. mollis)", (com. pers. 01-10-2020).  

12.   Tampoco hemos identificado esta "antamisa".  ¿Será, tal vez,   una Artemisia absinthium, o ajenjo?. Tal vez. Planta originaria de las regiones templadas de Europa y Asia, introducida, considerada antiparasitaria, antibacteriana y antinflamatoria fue conocida desde la época de los egipcios  y considerada  la "madre de todas las hierbas".  Llegada a Chile tempranamente, seguramente traída por  los españoles.
Teillier, consultado al efecto, me comenta así: "Altamisa se aplica hoy más bien a Tanacetum parthenium, una especie vegetal cercana a la manzanilla". (Com. pers. 01-10-2020).  

13.  Este pimiento  (o falso pimentero) es Schinus molle L. , planta de la familia de las Anacardiáceas, originaria de Sudamérica (Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia y Argentina),  y presenta amplia difusión por todo Chile. Hoy adorna jardines en todas las ciudades del mundo por su frondosidad y grata sombra. Puede alcanzar hastas los 15-18 m de altura en condiciones óptimas.  Sus semillas se semejan a las del pimentero o árbol de la pimienta  (Piper nigrum). Los quechuas preparaban con sus semillas un brebaje fuerte, semejante a la chicha. 

Comentario adicional de S.Teillier respecto al reciente cambio de su nombre científico por los taxónomos vegetales: "ahora es Schinus areira L.,  siguiendo el nombre de "aroeira" que le dan los brasileños a este vegetal".  (Com. pers. 01-10-2020). Schinus molle, en  consecuencia, ya no debe usarse y  ha pasado a la sinonimia.

Lo taxónomos (zoólogos o botánicos) realizan, con alguna frecuencia, cambios en la nomenclatura científica de plantas o animales, cuando se constata con seguridad la existencia de descripciones anteriores, hevhas por otros autores. El principio que aplican es que debe primar siempre la descripción más antigua, con tal de que ésta sea perfectamente reconocible. Tales cambios, nada infrecuentes, nos suelen producir bastantes "dolores de cabeza" a los que no somos taxónomos o especialistas.   

En varios de mis viajes, conservados en mis Diarios de Campo, he anotado con especial cuidado referencias al empleo de plantas locales por la población residente (cabreros, campesinos, pescadores).  En un próximo capítulo de nuestro Blog (en preparación), insertaré y comentaré otras páginas de mis Diarios de Campo, con otras consideraciones etnobotánicas de gran interés que acabo de encontrar, referentes a la misma zona geográfica y a las mismas fechas.
 
Agradecimientos.

En primer lugar,  a  mi amigo el cabrero don Clemente  Mendieta compañero de tantas caminatas por el sector, inspirador de este trabajo. 
Al enviar este artículo a mi amigo botánico Sebastián Teillier para su revisión, ha tenido la gentileza de hacer las observaciones que he añadido a mi texto más arriba. Agradecemos especialmente su apoyo a nuestros afanes por dar a conocer aspectos poco conocidos  de la etnobotánica de la zona.
 
Bibliografía de referencia empleada en el texto.

Larrain, Horacio,  1987. Etnogeografía, Volumen XVI de la Colección Geografía de Chile, Instituto Geográfico Militar, Santiago, 285 p.
 
Muñoz-Schick , Mélica,  1985,  Flores del Norte Chico, 2a. edición, Dirccción de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago,

 Teillier Sebastián, Zepeda, Herman y García Villarroel, Patricia, 1998,  Flora del desierto de Chile,   CONAF, Región de Atacama, Marisa Cúneo Ediciones.

Teillier, Sebastián, 2020,   Correo electrónico enviado al suscrito  el 01-10-2020.

 



4 comentarios:

Cristina Larrain dijo...

Que maravilla que tengas registro de todo!! Me impresiona el nivel de detalle en tu relato y lo más destacable es que traes a la luz personajes que de alguna u otra manera han contribuido con su sabiduria a está tierra. Muy bien papá!!

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Recibo la siguiente not de Juan Alvarez Ticuna, distinguido profesor aymara de Iquique:

Estimado Don Horacio

Permítame felicitarlo. Leeremos con gusto sus artículos, que nos pueden servir de apoyo bibliográfico para dos proyectos de medicina tradicional andina que estamos realizando en Arica y en Iquique.

Que esté muy bien

Juan Álvarez Ticuna

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Recibo el siguiente comentario de mi hija María Cristina, desde la Argentina:

¡Qué maravilla que tengas registro de todo!! Me impresiona el nivel de detalle en tu relato y lo más destacable es que traes a la luz personajes que de alguna u otra manera han contribuido con su sabiduria a esta tierra. Muy bien papá!!.




Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Muy querida hija: Te agradezco tu emotivo comentario. Efectivamente, he tenido la grata costumbre de anotar todo lo que sea de interés en mi vida, tanto en lo académico o científico como en lo familiar y social. Casi me atrevería a decir que h sido y aún es una suerte manía (¿diariomanía?). Y gracias a esta costumbre de llevar Diario, puedo ahora seguir publicando sobre experiencias o sucesos ocurridos hace 30, 40 ó 50 años atrás. En el caso de estas conversaciones con cabreros, pescadores o mariscadores de la costa norte chilena, como las circunstancias cambian tan rápidamente hoy a causa del "progreso", mucho de lo antiguo se va perdiendo y, a veces, irremisiblemente para siempre. Así, desaparecen repentinamente tradiciones, recuerdos y viejas costumbres heredadas de los antepasados. El pasado no vuelve a menos que lo registres a tiempo. El historiador puede rescatar tan sólo los escritos. El arqueólogo rescata muchas de las costumbres y modos de vida antiguos en sus prolijas excavaciones de grutas, pueblos o cementerios, pero muchísimo se pierde: todo lo que no ha dejado un registro material: lengua, música, dichos, ideas, proverbios, reflexiones, sueños, ilusiones, etc.
Yo he insistido hasta la saciedad a mis ex alumnos antropólogos, arqueólogos, sociólogos o geógrafos que lleven un "Diario" detallado de sus actuaciones, sobre todo en medio social indígena o tradicional. Muy pocos lo hacen porque requiere de mucha paciencia, dedicación de tiempo, y muchas veces, sacrificio del sueño o del descanso.
Hoy a mis casi 92 ños, saboreo leyendo mis viejos Cuadernos de Campo: lo que he hecho o escuchado hace largo tiempo, y revivo, encantado, momentos de alegría o éxitos, o rememoro conversaciones, viajes, experiencias y viejas amistades. Es una suerte de "renacer", revivir el pasado y sus sbias enseñanzas.

A la distancia, un abrazo muy cariñoso de tu padre, Horacio Larrain