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domingo, 14 de septiembre de 2025

Reedición de un antiguo y raro artículo nuestro del año 1969: tumbas indígenas con ofrendas de oro en un montìculo funerario del valle de Azapa.

Antecedentes.

Hace ya sesenta y un  años, a fines del mes de septiembre del año 1964, se nos ofreció la rara oportunidad de participar de una excavación arqueológica en el valle de Azapa, junto al arqueólogo  ariqueño Percy Dauelsberg y su equipo de colaboradores habituales (1). Desde Antofagasta, invitados por Percy,  acudimos algunos miembros del pequeño Museo arqueológico de la Universidad del Norte en Antofagasta. Entre ellos,  Agustín Llagostera  Martínez  y Horacio Larrain Barros, autores del trabajo que hoy reproducimos aquí in extenso (2). Nuestro objetivo por entonces fue conocer de cerca la riqueza arqueológica del valle de Azapa  a través del estudio del contenido de tumbas de un gran montículo funerario existente en la Parcela 19 de dicho valle, el cual, por exigencia  de sus dueños, debía ser rápidamente erradicado para ampliar la plantación de olivos de la propiedad.  El montículo de unos 4.0 - 4,5 m de altura máxima, ocupaba en efecto un superficie estéril aproximada  de unos 200 m2  y estorbaba, de acuerdo a los dueños,  las operaciones de  riego y movimiento de máquinas  en el sector.  Para nosotros, noveles estudiosos de la arqueología del sector norte de Antofagasta (3)  era ésta una oportunidad única para conocer de cerca aspectos de la arqueología de Arica,  en particular su hermosa cerámica decorada, su textilería y su cestería en espiral, cuyos rastros escasos (y generalmente muy  fragmentados) habíamos hallado recientemente en conchales indígenas al Norte de la ciudad de Antofagasta (4). Yo  había establecido previamente, desde fines de 1963, un  contacto epistolar con Dauelsberg y Focacci, quienes muy amablemente nos habían ayudado a determinar los tipos cerámicos  que hallábamos en pequeños fragmentos en los conchales antofagastinos. Sabedores ellos de nuestro gran  interés por aprender más acerca de  las secuencias arqueológicas de la zona de Arica y sus contextos, nos extendieron en esta ocasión una invitación especial para colaborar en el rescate arqueológico proyectado en el montículo. En esta ocasión, Dauelsberg nos avisó  que urgía realizar este trabajo por cuanto los dueños querían suprimir con urgencia el dicho montículo que, según ellos- les estorbaba mucho. Los días de fiestas patrias en Septiembre, aparecieron, pues, como una excelente ocasión  para emprender sin tardanza la tarea. Así, pues, durante 4 días, ayudamos al equipo de Dauelsberg  a rescatar  las tumbas  que en gran número iban apareciendo en el contorno del montículo funerario. Fue una experiencia extraordinariamente valiosa para nosotros, arqueólogos novatos, al permitírsenos examinar y reconocer los diferentes tipos cerámicos y su contexto en el valle de Azapa.

Con motivo de la reciente publicación en este Blog de nuestro artículo: "Entierros humanos en un montículo funerario del valle de Azapa  (Arica) y su contexto cultural en septiembre del año 1964:  descripción del contenido de cada tumba", el arqueólogo ariqueño Alvaro Romero, al recibir nuestra comunicación, nos ha señalado  que  ese  antiguo trabajo nuestro  del año 1969 era prácticamente desconocido por los arqueólogos y nos instó a reeditarlo completo en este nuestro Blog, ya que no se encuentra en Internet, compromiso que hoy cumplimos con particular satisfacción. Nos señala al efecto: 

"Hemos leído con atención sus notas de 1964 y se agradece esta información que al menos para mí era completamente desconocida. Estamos intentando ubicar la parcela 19 en el sector Las Maitas del valle de Azapa, ya que por los nombres de los propietarios no la hemos podido ubicar. Tampoco tenemos acceso a la publicación citada de Larraín y Llagostera de 1969, ¿será posible enviarla por este medio? (o mejor aún, subirla en el Blog). Muchas gracias por su persistente generosidad. Un abrazo". 

He aquí, pues,  el origen  y motivación de este nuestro  nuevo capítulo (5). La reedición de este antiguo artículo nuestro ha sido posible gracias a la valiosa y oportuna ayuda técnica recibida de nuestro colega arqueólogo Benjamín Ballester, quien amablemente se ofreció para  copiar digitalmente  el antiguo texto del año 1969. Con ello, compromete nuestra gratitud. 

El presente estudio se limitó a presentar  y reseñar en detalle el hallazgo, junto a otras valiosas ofrendas, de varios objetos de oro en dos tumbas del montículo funerario. Conscientes de la importancia de estos  hallazgos  -bastante escasos en Arica- pusimos especial cuidado en obtener de  sus descubridores  (respectivamente, la Sra.  Gaby Coddou de Ramos y el Museo Regional de Arica) información lo más  precisa posible sobre la forma y  el contenido exacto de cada tumba.  Nos pareció entonces que este dato podría llegar a ser algún día de gran importancia.

La redacción final del artículo pertenece al  colega Llagostera (6). 

    

Texto completo del trabajo de Larrain y Llagostera. (publicado en la Revista de la Universidad del Norte, Antofagasta, Vol. III, Número 1, págs.  79-93).


         p.79 

OBJETOS DE ORO HALLADOS EN DOS TUMBAS DEL VALLE DE AZAPA  (ARICA) Y SU CONTEXTO.

 

 Horacio Larrain Barros,  ex-director del  Museo Regional de la Universidad del Norte- 

Agustín Llagostera Martínez,  sub-director del  Museo Regional de la Universidad del Norte.

 

Esta nota tiene por finalidad dar a conocer el hallazgo de cuatro objetos de oro, finamente laminados, utilizados tal vez con fines funerarios, como asimismo, el ajuar de las tumbas correspondientes.

En faenas realizadas en la parcela 19 del Valle de Azapa, distante unos 15 km de Arica, tendientes a suprimir parte de un montículo de tierra de unos 4,50 m de elevación y una superficie de 50 x 40 m, aproximadamente, se descubrieron, en forma casual, las tumbas que se detallan en este trabajo, conjuntamente con 20 tumbas más.

 Nuestra tarea, por el poquísimo tiempo de que disponíamos para adelantarnos al trabajo de los obreros, fue prácticamente de recolección, fotografías, croquis y rápidas observaciones. Imposible era, por cierto, hacer ninguna clase de trinchera o estudio estratigráfico. Con todo, tenemos la satisfacción de haber salvado un riquísimo material arqueológico, que oportunamente daremos a conocer y que ahora presentamos en forma parcial.

 Los datos de este trabajo provienen de nuestro material y de fotografías y croquis hechos en el terreno mismo. Algunos objetos quedaron en poder de los dueños del predio, por lo cual algunas medidas que aquí damos, son sólo aproximativas.

Los objetos que estudiaremos proceden de dos tumbas. Una fue excavada por los dueños de la parcela antes de nuestra llegada (tumba I) y la otra por nuestro equipo (tumba II).

 

TUMBA  l. Esta tumba corresponde a la sepultura de un adulto, con sus tejidos en muy mal estado de conservación y del tipo de falsa bóveda (es decir, consistente en una celda hecha mediante un empircado circular con piedras rodadas, grandes abajo, más pequeñas hacia arriba y que sostienen en la parte superior troncos o esteras, para tapar la abertura). La incertidumbre acerca de la forma de la tapa de esta tumba radica en la falta de interés por este punto de parte de los improvisados arqueólogos. El ajuar de esta tumba demostró ser muy rico, como se indicará a continuación.

La celda funeraria se encontraba en el sector sur del montículo, a 1,20 m de profundidad máxima (aproximadamente) con respecto a la superficie del morro. Fue excavada lateralmente, por lo que se tuvo que desprender las piedras más grandes que servían de base.

 De esta tumba proceden los objetos de oro señalados en las Figs. 2 y 3 (Lámina 1), además una cinta del mismo metal, cortada en dos partes, de 1 cm de ancho y un largo total de 74 cm. Esta cinta presenta a ambos lados (bordes de mayor longitud) filas de puntos, logrados mediante un fino repujado; estos "puntos" son iguales a los que presentan los otros dos objetos (Fig. 2, en ojos y boca; Fig. 3 en su contorno). No consta la posición exacta de estos objetos en la tumba; suponemos que se hallaban en contacto con el cuerpo.

 La pieza de la Fig. 3 se ve claramente que representa una máscara antropomorfa, en la que se ha insinuado por un repujado puntiforme, los ojos y la boca. Posiblemente en el ritual funerario ha cubierto el rostro del difunto, sostenida por cordelillos que pasaban a través de los orificios (tres en cada borde lateral). En cambio, la Fig. 2 nos presenta una extraña forma cuadrangular con dos apéndices superiores y dos inferiores más pequeños; por los orificios que posee, hace suponer que también ha estado amarrado a alguna parte del cuerpo.

  

Medidas

Fig. 2

Fig. 3

Altura máxima

123 mm

135 mm

Ancho máximo

150 mm

145 mm

Altura sin apéndices

75 mm

-

Longitud apéndice sup.

66 mm

-

Longitud apéndice inf.

20 mm

-

 

 Tanto los objetos de oro de esta tumba, como de la tumba 11, presentan una delgada película de un color cobrizo de diferentes matices, consecuencia del proceso de laminación por recalentamiento del metal; esto desaparece con el pulimento.

 

Lámina I

 Además de los objetos referidos, esta tumba contenía lo siguiente: 9 ceramios, 2 instrumentos agrícolas, 1 hacha de piedra, 2 "trompitos" de madera y un siku (instrumento aerófono, semejante a la flauta de Pan).

 a) Instrumentos agrícolas, desgastados y aguzados en un extremo, miden aproximadamente 450 mm de largo:

 b) Hacha de piedra, de una longitud de 110 mm (aprox.); presenta un agujero muy bien hecho en la parte más angosta, siendo el otro extremo, destinado al uso, más ancho y muy romo (sin filo):

 c) Trompitos, están en buen estado, uno mide 7 cm, el otro algo menos (la descripción de estos objetos se hará al detallar la Tumba  II).

 d) Cerámica. Dividiremos la alfarería hallada en estas tumbas basándonos en su forma, en los siguientes cuatro grupos (Lámina II):

 

FORMA- A: Olla grande sin decorar, de dos asas laterales verticales, de base convexa. Se puede describir como una vasija simétrica, simple, restringida, sin cuello, de cuerpo sub-esférico, con el diámetro máximo del cuerpo poco superior al diámetro de la boca. En la tumba sólo había un objeto con estas características, con un diámetro máximo del cuerpo de 280 mm (estas medidas se han obtenido en base a las fotografías de los objetos).

FORMA- B: Tipo "jarros de agua" (1) (*). Ceramio simétrico, restringido, compuesto (por la presencia de un ángulo en su contorno: base del cuello), provisto de un cuello tronco-cónico invertido (cuello oblicuo recto) y cuerpo sub-ovoide con asas laterales verticales doble adheridas al medio cuerpo, base muy convexa (casi en punta). Decorados con el estilo Pocoma: negro y rojo sobre fondo natural de la cerámica.

 De los cuatro ceramios de esta forma, hay uno grande que se acerca a los 290 mm de diámetro máximo del cuerpo. Su decoración comprende círculos concéntricos grandes y franjas en V, abiertas; en estas franjas observamos (arriba) corridas de triángulos isósceles, todos iguales, unidos por la base y (abajo) corridas de triángulos más grandes, casi rectángulos.

 El segundo presenta el cuerpo dividido en cuatro campos. Los dos campos visibles en la foto muestran la típica decoración San Miguel, según estilo definido paro la cerámica de Arica[2]: tres líneas paralelas, quebradas en zig-zag y con grandes ganchos que salen de sus ángulos (esta misma decoración, exactamente, la hemos encontrado en otro ceramio "Pocoma" de la misma forma, en otra tumba del mismo cementerio (Pieza Az/2141. Lámina 11); además se observa, en negro, un círculo grueso, del que salen muchos rayos (representación del sol). Este círculo tiene un punto en su centro.

 El tercer ceramio de este mismo tipo está intacto, con todo, desgraciadamente la fotografía no permite formarse una idea de su decoración.

 El cuarto ceramio está roto y sólo se conserva la parte inferior del cuerpo. Se distingue bien en él el dibujo de un círculo con rayos (sol) y una representación, probablemente zoomorfa, semejante a una "h". Ambas representaciones se observan en los conocidos " medallones" (en negro sobre el color básico de la cerámica).

 

 FORMA- C: "Pitchers" [3]. La descripción de su forma es la siguiente: ceramios simétricos, compuestos, restringidos, cuello tronco-cónico invertido, un asa labio -adherida vertical, base plana. Estilo Gentilar.

 En el contexto de esta tumba aparecen dos ceramios de este tipo, ambos polícromos. Uno, el más grande, presenta un cuerpo sub-elíptico horizontal con un diámetro máximo de 225 mm (aprox.); el otro, un cuerpo sub-esférico de 110 mm, por unos 120 de altura.

 El ceramio de mayor tamaño presenta una complicada decoración geométrica en base, a franjas con triángulos contorneados (en blanco y resto superficie negra); estas franjas son verticales. Una continúa el asa hacia abajo; la otra se halla en el lado opuesto, dividiendo así el ceramio en dos campos decorados. Esta última presenta la particularidad de tener grandes ganchos saliendo de los extremos de los ángulos. El campo decorado visible en la foto muestra motivos consistentes en corridas de pequeños triángulos isósceles, unidos en su base y corridas de ganchitos unidos entre sí, formando estas corridas, que se van alternando, líneas que siguen el ecuador del cuerpo y sus paralelas. Estas corridas de motivos son cortadas en la parte central del campo decorado por grandes rombos, pintados en blanco, unidos por sus ángulos y que se dirigen en línea recta de la base del cuello a la base del ceramio. El interior de estos rombos está ocupado por las mismas corridas antes citadas, que ahora corren paralelas a los lados de los rombos.

 El ceramio más pequeño de este tipo presenta visible solamente un medallón, en cuyo interior destaca una figura de "S" con sus extremos terminados en ganchitos. Este medallón se halla en el medio cuerpo, directamente debajo del asa. Se ve a su alrededor grandes campos en rojo.

 

FORMA- D: Finalmente, dos pequeños ceramios, vulgarmente llamados "coquitos", decorados. Su descripción sería la de un ceramio simétrico, simple, restringido, sin cuello, de cuerpo sub-ovoide, que deja en su cúspide una pequeña abertura para la boca. Base muy convexa (ovoidal). El diámetro máximo del cuerpo se acerca a los 70 mm.

 

TUMBA-II. Fue excavada por el equipo del Museo Regional. Se hallaba en el sector sur del montículo y apenas (su tapa) a 40 cm de profundidad con respecto a la superficie del montículo. Fue abierta lateralmente. La ·tumba pertenecía a un niño pequeño, completamente deshecho, de modo que fue imposible recoger restos o salvar tejidos. La tumba era del tipo de falsa bóveda, hecha de piedras rodadas grandes en la parte inferior y menores hacia arriba. Suponemos fue hecha mediante un hoyo, perfectamente circular, que luego fue tapizado interiormente por el empircado de piedras rodadas. La parte superior de la tumba fue tapada por una estera hecha de totora gruesa, en forma de un saco con una abertura. Esta pieza (Az/21 03) mide 0,93 m x 0,50 m, y lleva seis costuras del mismo material. Encima de ella se encontró un gran trozo de piel de llama, rojizo, con abundancia de lana. No había trozos de madera para sostener el peso de la tierra, pero el cuero y la estera habían impedido la entrada de tierra. Al ser abierta por el lado, y al sacar las piedras de la base, fue posible ver claramente su contenido. Tanto los restos del niño como las ofrendas se encontraban sobre una abundante cantidad de semillas de molle boliviano (Schinus molle L. var. areira).

 El cuerpo deshecho se encontraba en la parte oeste de la tumba, circunstancia que observamos en varios casos. Todas las ofrendas, máxime las vasijas, hacia el este.

 Esta tumba contenía sólo un objeto de oro, consistente en una lámina, en forma de pequeña mascarita antropomorfa (Fig. 1) que difiere de las láminas ya descritas, por su repujado; en ésta, el relieve de las facciones no ha sido obtenido por punteadura, sino por un trazado continuo que delimita el rostro, los ojos, la nariz y la boca. La placa a que hacemos referencia, a pesar de su pequeño espesor, manifiesta una fuerte rigidez, que se ha obtenido por el golpeado del metal para laminarlo; este mismo fenómeno se aprecia en los objetos correspondientes a la Tumba l. Un análisis del metal acusa una ley de 21 quilates.

 

Medidas

Fig. 1

Altura máxima

56,5 mm

Ancho parte superior

68 mm

Ancho parte inferior

46 mm

Diámetro orificios

2 mm

 

 

 

Esta lámina debió estar primitivamente sobre la cara del niño; al descomponerse el cuerpo, cayó a un lado. Nosotros la encontramos al lado del cuerpo, junto a un cantarito pequeño.

 Otros objetos del contexto de esta tumba son los siguientes:

 a) Calabaza pirograbado, una, que se deshizo al tacto;


 b) Instrumentos de madera:

 l. Un palo con evidencias de haber sido usado, 49 cm de longitud por 4 cm de ancho y 2,5 cm de espesor. Sus dos extremos romos. Este palo ayudaba a sostener la estera que hacía de tapa de la tumba.

 2. Un cuchillo, de 38 cm de longitud por 4 cm y 2,7 cm de espesor en su parte máxima. Presenta un extremo con filo y el otro, un angostamiento para facilitar el agarre.

 3. Una cuchara pequeña de unos 12 a 13 cm de longitud. Estando muy frágil se destruyó casi completamente. La concavidad medía unos 3,5 cm de diámetro en su borde; el mango, al llegar a la parte cóncava, se ensanchaba hasta tener la misma altura de esta parte.

 4. Seis "trompitos", objetos de madera pequeños (22 mm de ancho) cilíndricos, de uno de cuyos extremos sale una prolongación en forma de palito que termina en punta. Este grupo, inscrito con el número Az/2029 de nuestra colección, presenta características que tal vez puedan contribuir a descifrar el enigma de su uso. Los seis ejemplares presentan todavía trozos de tela adheridos y dos de ellos, trozos perfectamente reconocibles de un cordón formado por tres hilos de lana que a la distancia de 1 cm tiene un nudo. El color del hilo es rojo y en el nudo, aparecen otros tres hilos, esta vez de color verde, que prolongaban el tejido hacia los lados. Parece, indudablemente, tratarse de una redecilla. Los trozos de esta red se presentan aún adheridos a la parte del trompito en que se encuentra el palito en punta.

 Otro de los trompitos presenta un trozo de tela común adherida a la zona del diámetro máximo (ancho). Los seis trompitos fueron hallados ¡untos, al lado del cuerpo del niño y sin relación con los cántaros.

 La hipótesis de que fueran tapitas de cántaro no parece poder aplicarse aquí. ¿Serían flotadores de pequeñas redes para cazar peces pequeños? Lo creemos poco probable, por no haber encontrado en este cementerio (en el que excavamos 20 tumbas), la menor señal de implementos de pesca, en ninguna de sus formas. ¿Se relacionaría con la industria textil? Tampoco lo creemos, dado que en esta tumba no se dan los típicos instrumentos de tal industria. ¿Se tratará, tal vez, de juguetes que tenía el niño y que agitaba dentro de la pequeña redecilla, al modo de un cascabel? Es frecuente encontrar juguetes en las tumbas. Y la presencia de cantaritos diminutos (coquitos) tan frecuentes en los entierros de niños encontrados por nosotros, podría ser signo de pequeños juguetes, con que los niños imitaban el trabajo culinario de sus padres, encontramos infaltablemente dos y hasta tres coquitos (nunca menos) metidos dentro de la envoltura del difunto.

 e) Cerámica. Basándonos en la tipología de las formas anteriormente descritas, tenemos:

 

FORMA-A: Una olla grande (pieza Az/2101) de cuerpo sub-ovoide (3/4 de óvalo).

 

Dimensiones

Az/2101

Alto pieza

285 mm

Diámetro boca

211 mm

Diámetro máximo cuerpo

267 mm

Altura asa del borde

160 mm

Longitud asa

50 mm

Ancho medio asa

28 mm

Espesor asa

7,5 mm

Espesor medio paredes

5 mm

 

 

FORMA- B: Comprende dos ceramios ("jarros de agua"), uno grande (pieza Az/2099) y el otro mediano (pieza Az/2102).

 

Dimensiones

Az/2099

Az/2102

Alto pieza

349 mm

195 mm

Diámetro boca

134 mm

93 mm

Diámetro máximo cuerpo

260 mm

163 mm

Altura asa del borde

220 mm

148 mm

Longitud asa

60 mm

34 mm

Ancho asa

32 mm

16 mm

Espesor asa

8 mm

5 mm

 

La pieza Az/2099 (Lámina II), presenta dos campos decorados, bien definidos en los espacios entre las asas. Una franja doble, provista de triángulos pequeños, isósceles, unidos por su base y de triángulos mayores (casi rectángulos), forma una gran W. Este tipo de elemento lineal es muy frecuente en el estilo Pocoma. En los espacios intermedios en rojo, aparecen varios círculos concéntricos. La decoración, como en todas las vasijas de esta forma, alcanza hasta escasos centímetros bajo las asas. La base, por tanto, nunca se decora, ya que seguramente para mantener en posición estos tiestos, esta parte, asentaba en una concavidad en la tierra.

 La pieza Az/2102 (Lámina II), presenta por un lado una franja simple, en forma de M abierta, provista de los infaltables triángulos pequeños, unidos por su base. En los espacios intermedios en rojo, círculos pequeños con un punto central. Por el lado opuesto, la decoración varía. Se presenta una franja en forma de V abierta que ostenta triángulos provistos de un ángulo muy agudo, siendo el ángulo basal opuesto, recto. Los triángulos están unidos por su base. Del tercer ángulo libre, salen grandes ganchos en espiral. En la parte central de la franja en V, pero sin tocarla, aparece, en el lugar de los consabidos círculos, un motivo consistente en espirales entre dos paralelas.

 Ambos ceramios tienen varios aspectos comunes:

 a) La misma decoración del cuello (por lo demás, absolutamente uniforme dentro del estilo Pocoma): una zona pintada de negro, a partir del labio y que, al aproximarse al estrangulamiento del cuello, deja semicírculos abiertos, cuyos extremos se unen para formar una raya vertical que desciende hasta la base del cuello (a veces uniéndose a la raya negra que circunda el estrangulamiento del cuello, a veces no);

 b) La misma aplicación del color rojo: sirve sólo para rellenar los campos libres. La decoración en negro va aplicada directamente sobre el color básico de la cerámica, en estos casos, un tenue color naranja;

 c) Ambos ceramios están "curados", es decir, intencionalmente agujereados, mediante hoyos pequeños, a fin de evitar su uso o robo subsiguiente. Esta costumbre, la de "curar o matar" la cerámica, es bastante frecuente en nuestros hallazgos de la parcela 19, Valle de Azapa, Arica;

 d) La decoración en franjas en forma de W con idéntico motivo y finalmente, la costumbre de describir un medio círculo, a partir del punto de adherencia superior de las asas, mediante para lelas dobles, en curvo. Estos medios círculos se encuentran en la parte inferior con la raya negro que sirve de límite a la decoración del ceramio.

 

FORMA- C: Comprende dos "pitchers" (Lámina III), uno mediano (pieza Az/2098) y otro pequeño (pieza Az/ 2097). Uno, el mediano, pertenece al estilo Gentilar; el otro sería, a juzgar por las definiciones dadas para estos estilos, Pocoma, por presentar decoración negro y rojo sobre el color básico natural de la cerámica pero sus motivos son propiamente Gentilar.

 En el primero, el cuerpo es claramente elipsoipe (horizontal), e hiperboloide (horizontal) en el más pequeño.

 

Dimensiones

Az/2098

Az/2097

Alto pieza

130 mm

67 mm

Diámetro boca

94 mm

57 mm

Diámetro máximo cuerpo

167 mm

105 mm

Diámetro base

81 mm

43 mm

Altura asa del borde

50 mm

31 mm

Longitud asa

55 mm

35 mm

Ancho asa

20 mm

12 mm

Espesor asa

  7 mm

  5 mm

 

Lámina II

El ceramio Az/ 2098 presenta en el cuello la típica decoración del estilo Gentilar, en base a triángulos-rectángulos y corridas de ganchitos, que emergen de líneas que circundan el cuello. El cuerpo se encuentra dividido en dos campos, por una ancha franja roja que desciende, siguiendo el plano del asa, desde el cuello hacia la base; presenta, en la porción anterior del ceramio, pequeñas cruces negras enmarcadas de blanco, y en la porción opuesta, es decir, a continuación del asa, una línea blanca en zigzag enmarcada con negro. Los dos campos mencionados presentan una admirable simetría entre sí; y están constituidos por franjas concéntricas, que parten del medio del campo y se van extendiendo hasta abarcarlos totalmente; están recorridas por una línea quebrada, en zigzag (blanca), que deja hacia un lado triángulos negros, y hacia el otro, triángulos rojos; estas franjas alternan con corridas de ganchitos que se van uniendo para formar cadenillas. Todas estas circunferencias tienen como centro un medallón negro, enmarcado de blanco, que presenta en la parte media, un círculo blanco rodeado de grandes puntos rojos y un punto en su centro del mismo color.

    
                                                   Lámina III

 La decoración de la Pieza Az/2097, es bastante reducida; además del cuello está limitada solamente a una franja vertical que sigue el plano del asa, consistente en dos hileras (una negra y la otra roja), de grandes triángulos unidos por su base, y endentados entre sí. Estos triángulos presentan la particularidad de poseer sus bordes escalerados, y en su centro, un espacio circular con un punto de color opuesto. La franja está limitada a ambos lados por los consabidos ganchitos. Todos estos motivos están ubicados directamente sobre el color natural del ceramio (no existe blanco).

 FORMA - D: Comprende tres pequeños ceramios, de boca muy exigua, llamados vulgarmente " coquitos" (Pieza: Az/2094, Az/2095, Az/ 2096).

 Las Piezas Az/2094 (Lámina 11) y Az/2095 son prácticamente idénticas, no sólo en su forma sino también en su decoración que recuerda claramente el estilo Pocoma. Su forma puede decirse que es romboidal. Carecen de cuello. Miden 75 mm de diámetro máximo del cuerpo por 68 mm de altura y 17 mm de abertura de boca. Su decoración se halla en dos campos, completamente separados por tres líneas negras, paralelas, que van del borde de la boca a la línea negra, poco por debajo del ecuador del cuerpo, con que termina la decoración. Cada campo es ocupado por una franja en forma de V, formada por tres paralelas color negro. Bajo estas paralelas, hay triángulos unidos por su base (grandes). Los espacios entre paralelas, quedan del color natural, básico del ceramio. Los otros espacios van en rojo.

 La pieza más pequeña, Az/2096 (Lámina II), difiere de las anteriores. Su forma es sub-esférica, y el borde de la boca se levanta algo, formando un esbozo de cuello, pero sin llegar a ser evertido, ni siquiera recto. Sus dimensiones: 50 mm de altura por 48 mm de diámetro máximo y 20 mm de abertura de boca. No presenta decoración.

 

 Conclusiones:

 

1.-No puede caber la menor duda que las tumbas y su contenido, que hemos analizado in extenso, pertenecen a la misma cultura y a la misma época. En el montículo excavado en la Parcela, estas tumbas estaban ambas en el sector S y apenas distantes unos 6 a 7 m en línea recta.

 2.- La decoración de la alfarería en ambas tumbas, revela sorprendente afinidad. Ya hemos indicado que las Piezas Az/2099 y el ceramio mayor de la forma - B (tumba I), son casi idénticos: corridas de triángulos pequeños, unidos por su base y corridas de ganchitos unidos entre sí, formando cadenillas. Casi idénticas, son también las franjas verticales con que se divide la decoración en dos campos: una línea quebrada, que baja en zigzag, formada por dos paralelas muy juntas, de color negro, cuyo espacio interno es rellenado de blanco, deja a ambos lados, triángulos en rojos.

 3.- EI gran número de vasijas en las tumbas, parece ser también un carácter típico del grupo humano que enterró en este montículo. En el trabajo que daremos a conocer más tarde, y que expone las investigaciones hechas por nuestro equipo en 20 tumbas de este sitio, mostraremos varios casos típicos. El más notable, con todo, es el descubrimiento hecho por Guillermo Focacci, del Museo Regional de Arica, de una tumba en el sector S del mismo montículo, hecho a insinuación nuestra, que dio la suma total de 16 ceramios en una enorme tumba, de características muy semejantes  a nuestra tumba II.

 4.- En ambas tumbas se combinan ceramios de las cuatro formas más comunes. Igualmente, se dan juntos los dos estilos: Pocoma y Gentilar.

 5.- Por todo lo dicho, estas tumbas y su ajuar, podríamos ubicarlas dentro del período Agro-alfarero Tardío, época cumbre del. arte indígena de Arica, bastante próxima a la llegada del INCA.

 

 

Tumba I

Tumba II

CONSTRUCCIÓN

Empircado circular (celda subterránea)

Empircado circular (celda subterránea)

PROFUNDIDAD

(fondo tumba)

1,2 m

1,1 m

TAPA

          ¿?

Estera y cuero de llamo

CUERPO

Un adulto

Un niño pequeño

INSTRUMENTOS DE PIEDRA

Un hacha

-

OBJETOS DE MADERA

Un instrumento musical (siku)

Dos instrumentos agrícolas

Dos trompitos

Un instrumento agrícola

Un palo trabajado (sostén de la tapa)

Seis trompitos

Una cuchara

OBJETOS DE ORO

Una cinta

Dos máscaras (figs. 2 y 3)

Una mascarita (fig. 1)

CERÁMICA

 

 

Forma A

Una olla (sin decorar)

Una olla (sin decorar)

Forma B

Uno grande

Tres medianos

Uno grande

Tres medianos

Forma C

Uno mediano

Uno pequeño

Uno mediano

Uno pequeño

Forma D

Dos coquitos

Tres coquitos

CERÁMICA

Según estilos

 

 

Pocoma

5 ceramios

4 ceramios

Gentilar

3 ceramios

2 ceramios

Sin decorar

1 ceramio

2 ceramios

                                                      Antofagasta, 2 de enero de 1969

                                                                                                                                                                                                             Pág.  93



(1)  Junius B. Bird, Excavations in northern Chile. Anthropological Papers of the American Museum of Natural History. XXXVIII. New York, 1943.

(2)     Innovaciones en la clasificación de la cerámica de Arica. Boletín N° 4, Museo Regional de Arica.

(3)    Junius B. Bird, Excavations in northern Chile. Anthropological Papers of the American Museum of Natural History. XXXVIII. New York, 1943.


Notas nuestras

(1) El grupo del  "Museo Regional" de Arica nacido hacia el año 1956,  estaba conformado por Percy Dauelsberg, Luis Alvarez, Guillermo Focacci y  Sergio Chacón. El motor del grupo era, sin duda, Percy  Dauelsberg. Sobre este mismo trabajo de campo del año 1964 véase en este mismo blog nuestro reciente capítulo: "Entierros humanos en un montículo funerario del valle de Azapa  (Arica) y su contexto cultural en septiembre del año 1964:  descripción del contenido de cada tumba".  Editado el 6 de octubre, 2024.  Ambos estudios son estrictamente complementarios  

(2)  Bernardo Tolosa, ex-director por entonces de nuestro pequeño Museo Arqueológico de la Universidad del Norte de Antofagasta, no pudo, a pesar de sus deseos,  acompañarnos en esta ocasión. 

(3)  Sobre nuestras tempranas expediciones arqueológicas al sector norte de Antofagasta y sus hallazgos, consúltense nuestros capítulos de este mismo Blog:  "Mis primeros descubrimientos arqueológicos  en las cercanías de la quebrada de "La Chimba" (N. de la ciudad de"  Antofagasta): evidencias  halladas a  mediados del año 1963. Editado el 14//06/2020, e igualmente,  "Mis primeras actividades arqueológicas en la costa de Antofagasta:  hallazgos que llamaron la atención de un neófito durante el año 1963",  editado el día 17/09/2024. 

(4)  Nuestras investigaciones pioneras sobre los conchales arqueológicos situados al Norte de la ciudad de Antofagasta y la zona costera al sur de Cerro Moreno, fueron realizadas entre los meses de agosto 1963 y enero 1965. El primer trabajo nuestro en el que analizábamos la tipología de la  cerámica indígena  hallada en 19 conchales del área, apareció en la revista Anales de la Universidad del Norte (Antofagasta, Chile), Nº 5, 1966: 53-125,  con el título de: "Contribución al estudio de una tipología de la cerámica encontrada en conchales de la provincia de Antofagasta". Este estudio versó sobre un intento de tipología de las vasijas de  cerámica empleadas por los pescadores costeros, y vino a representar, en su momento, el primer  trabajo sistemático, de carácter arqueológico, realizado en esta región del desierto chileno. Con anterioridad, gracias a  los trabajos de  Isaac Arce,  Ricardo Latcham y/o Richard Schaedel  solo se disponía de referencias muy genéricas -casi anecdóticas- sobre esta materia de estudio.  Junius B. Bird, el renovador de las técnicas arqueológicas en Chile, en su magistral trabajo "Excavations in Northern Chile" (1943), no tuvo oportunidad de visitar, excavar o referirse a esta porción de  la costa arreica de Antofagasta, como tampoco lo hiciera su predecesor, el arqueólogo alemán Max Uhle.  

(5)  El artículo en referencia apareció en la revista  de la Universidad del Norte (Antofagasta), Volumen III, Nº 1, octubre  1969, pp. 79-90 con el título de:  "Objetos de oro hallados en dos tumbas del valle de Azapa (Arica) y su contexto" y  su redacción definitiva se debe a Agustín Llagostera Martínez.  Aprovechamos de advertir que, en el mismo número de la revista, aparece otro excelente artículo, igualmente poco conocido, de los citados investigadores del Museo Regional de Arica, Sres. Percy Dauelberg y Luis Alvarez, con el título de: "Anzuelos confeccionados en hueso y en espinas de cactáceas  procedentes de Faldas del Morro de Arica", (Revista de la Universidad del Norte, Antofagasta, Vol. III, Nº 1,  1969: 67-78).                                                           

(6)  Hoy día, sin duda alguna, gracias al avance de las técnicas de excavación, seríamos muchísimo más exigentes en retener y tratar de descubrir muchos otros aspectos y detalles del respectivo entierro que a nosotros, con nuestra rudimentaria tecnología, por entonces  se nos escapaban totalmente. Por ejemplo, la observación atenta de la presencia in situ de tierras colorantes y vegetales, colecta y determinación de huesos de animales, preservación y  análisis antropológico-físico de las osamentas humanas, búsqueda de rastros de comidas o bebidas adheridos al  interior de los ceramios respectivos, preservación  de restos vegetales para su estudio, y/o  conservación de posibles muestras para estudio del ADN,  o de carbón o madera para su datación por C14, extracción para estudio  de semillas y polen, etc. etc. Rasgos éstos considerados hoy de gran importancia eco-cultural pero que en aquellos años, con una finalidad enfocada únicamente en su  digna  exposición museológica, eran  en realidad, impensables. Máxime si consideramos que este trabajo apresurado de rescate, tratándose de una operación "de salvamento", exigía de los excavadores  gran velocidad de operación, por exigencia expresa de los dueños del predio. En aquella ocasión, dispusimos tan solo de 3 y medio días de trabajo in situ.  Eran otros tiempos y otras  prioridades e inquietudes, y no existía aún una Ley protectora de estos yacimientos. Ley que recién aparecerá casi  30 años después (1993). 

(7)  A pesar de nuestra insistencia, la familia Coddou - autora de esta "excavación", no fue capaz de darnos más pormenores. Vanamente intentamos convencerlos, además,  de que  entregasen al Museo Regional de Arica, las piezas de oro, pero no lo logramos. En aquellos años, no existía aún una legislación protectora la que recién  fue aprobada  en el año  1993 durante la  presidencia  de don  Patricio Aylwin Azócar. Nos preguntamos hoy cuál pudo haber sido el destino final de estos inapreciables objetos de oro. ¿Los conservará todavía la familia Coddou o sus descendientes?.  ¿Habrán sido vendidos, tal vez?....                                                                                                                                   

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