Fig. 1. Notable escultura en bronce del padre Gustavo le Paige, S.J., obra del escultor Harold Krusell. Adornó por muchos años el acceso al Museo Arqueológico, su obra, antes de ser demolido por manos iconoclastas. (Fot H. Larrain, Enero 2016).
Fog. 2. Así lucía el edificio del Museo Arqueológico en San Pedro de Atacama, antes de su ignominiosa demolición.(Foto H. Larrain, Enero 2016).
Origen de este escrito.
A fines de mayo del año 1980, pocos días después de la partida del P. Gustavo le Paige S.J. a la eternidad, redacté las notas que quisiera compartir ahora, después de cuarenta años de su fallecimiento. Esas hojas, amarillentas ya por el paso del tiempo, expresan bien mi sentir en ese momento. Hace un par de meses, se cumplió el cuadragésimo aniversario de su partida y, en ese momento redactamos nuevas líneas en este Blog para recordar su egregia memoria. Hurgando ahora entre mis viejos papeles, acabo de encontrar este documento, ya olvidado, que en su momento publicara el Diario "El Mercurio" de Santiago en su memoria. Creemos nuestro deber darlo a conocer a nuestros lectores.
El peso de la herencia de le Paige.
Reafirmo hoy (Julio 2020) explícitamente este testimonio escrito pocos días después de su muerte, en mayo de 1980, expresando el deseo de que la memoria de Le Paige no fenezca sino que más bien se afiance y robustezca entre sus queridos atacameños o likan-antay, algunos de los cuales han sido infieles a su memoria achacándole, injustamente, intenciones muy ajenas a su sentir y querer más íntimo.
Base anti-histórica de la crítica.
La crítica que se suele hacer a Le Paige y su actuación en San Pedro entre 1957 y 1980, sobre la base de la sensibilidad y reflexión étnica de hoy, es no solo injustificada sino totalmente injusta. El hombre y su actuar debe ser enjuiciado de acuerdo al momento histórico que le toca vivir. Juzgar a le Paige en base a lo que hoy se piensa y reflexiona sobre la función de los Museos y/o de las excavaciones arqueológicas, constituye un grave y craso error histórico. El hombre debe ser siempre juzgado conforme a los criterios y parámetros imperantes en su tiempo. Si no, incurrimos en un grave error histórico que solo pondría de manifiesto nuestro profundo desconocimiento e ignorancia. ¿Acaso tenemos el derecho de juzgar y condenar hoy la conducta de Julio César para con los galos (celtas) el año 58 a.C en la famosa "Guerra de las Galias"?. ¿O el esfuerzo bélico de los príncipes cristianos de Occidente por reconquistar los Santos Lugares de Palestina de manos de los musulmanes en la época de Las Cruzadas en el siglo XII d.C.?.
Se ha convertido hoy, desgraciadamente, en costumbre (y casi en deporte) el mirar, juzgar y condenar el pasado, aún el más remoto, con los ojos del sentir, pensar, juzgar y valorar en boga en el día de hoy. Es lamentable que algunos de nuestros propios historiadores se hayan hecho cómplices de esta actitud tan poco científica, mejor dicho, tan claramente anti-científica.
Una opinión de peso.
Apunto aquí y suscribo plenamente -aunque a algunos le pese- lo que a este respecto señala un reconocido historiador norteamericano, el Dr. Richard L. Kagan, profesor emérito de la Universidad John Hopkins, USA y gran experto en historia de España y América:
"como historiador, creo que es un error juzgar el pasado con los valores y normas de hoy. También me opongo a los esfuerzos por reescribir la historia en este mismo sentido....; mejor es, en mi opinión explicar el pasado que tratar de borrarlo" (Cf. www.hispaniccouncil.org.).
2 comentarios:
Felicitaciones papá por este lindo artículo que se traduce en un gran homenaje que le has dedicado al Padre Le Paige. Concuerdo y espero que algún día sepan apreciar el gran legado que dejó el Padre en San Pedro y de paso una gran contribucion arqueológica al país.
...Y creo, al igual que el historiador,que es un error juzgar el pasado con los valores y normas de hoy Y que no se debiera reescribir la historia, sino respetarla como tal.
Querida hija: Gracias por tu comentario. Es algo tan de perogrullo eso de "que hay que juzgar los hechos del pasado con las categorias y valores imperantes en su época!". Juzgar y condenar hoy los hechos del pasado,a veces pluricentenario, con nuestro modo de ver y juzgar hoy, con nuestrs categorías actuales, destruir estatuas de antiguos próceres o conquistadores, venerables en su momento, nos parece indicio inequívoco sea de ceguera, sea de ignorancia crasa. Y, sin embargo, este proceder se ha transformado en una suerte de vox populi hoy en día. Nada más contrario al verdadero sentido y misión de la historia. Un día, no lejano, vendrán otros, más juiciosos, y más conocedores de la realidad objetiva, y pondrán las cosas en su sitio. Tal vez haya que reinterpretar el pasado, pero no podemos destruirlo pues es parte de nusro propio ser. Sería algo así -y valga la comparación- como renunciar a nuestro propio ADN porque no nos agrada!..
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