jueves, 30 de abril de 2015

Cazadores-recolectores montañeses hace 4.500 años atrás: Excavación en La Leonera, quebrada de las Ñipas, Comuna de Graneros (Chile Central).


Fig. 1.  Se observa bien el curso del  rio Codegua  que, de Este a Weste, pasa por el lugar llamado "Corrales de Piedra"; a continuación, cruza  el Estero seco de "Las Ñipas" (lugar de nuestra excavación) arqueológica), y más al poniente,  junto al "Hotel de la Leonera" ( indicado en rojo). El lugar del hallazgo se halla a unos 860 m de  altitud s.n.m. y a  unos 200 m. al  Sur del cauce del río Codegua.. "Las Ñipas "denominan los lugareños a  este pequeño afluente ocasional del Codegua que  viene desde el Sur.  (Figura tomada de Google Earth con adición de sitios).

Un descubrimiento de hace más de  32 años.

Nunca es tarde para presentar un antiguo hallazgo arqueológico nuestro que estimamos no debe quedar indocumentado. Aunque han pasado ya 32 largos años, el autor principal del hallazgo (autor de este Blog) se siente en la imperiosa obligación ética de  entregar toda la información disponible,  para que no se pierdan los detalles  y circunstancias del hallazgo. Más aún, para que sirva de referencia a otras investigaciones de campo, hechas por arqueólogos avezados, sea en la zona misma del hallazgo, sea en otros lugares similares de la precordillera baja de la zona central de Chile. La comparación de estos resultados con otros obtenidos en sitios semejantes,  aportará, sin duda alguna a un mayor y mejor conocimiento de la arqueología de Chile Central  en este período poco inventariado de los cazadores-recolectores andinos de la prehstoria.

"Más vale tarde que nunca".

La existencia hoy día de este novedoso sistema de Blog digital -del que carecíamos totalmente  hace 32 años-  nos permite entregar hoy  a la web  y sus numerosos usuarios los antecedentes exactos del proceso de excavación y sus resultados. "Más vale tarde que nunca". No nos habríamos conformado   fácilmente,  si no hubiéramos respondido al imperativo ético de dejar un fiel registro del hallazgo y sus circunstancias. Como antropólogos y arqueólogos, nos asiste el deber ineludible de  dejar constancia de lo que hemos presenciado y/o descubierto durante nuestra vida. En caso de no hacerlo, se pierde y desperdicia un retazo de la historia cultural humana que nos ha sido dado contemplar  y observar de cerca. 

El ambiente  ecológico de este hallazgo.

Fig.2.   El ambiente  geográfico-ecológico. En un pequeño sitio libre de vegetación,   a 1,20 m de unas matas de espinos (centro de la foto)  y  a  30 cm de una gran roca que afloraba  apenas  unos 35 cm por sobre la superficie del terreno, decidimos abrir  la primera cuadrícula exploratoria (de 1m. x 1m) . El área circundante estaba poblada de espinos (Acacia caven) y litres  (Litraea caustica) que ocupan la pequeña terraza fluvial. Son especies muy   representativas del matorral de secano de la zona central de Chile.  En el primer plano de la foto, se observa algunos ejemplares de  cactus (Trichocereus chilensis), quila (Chusquea quila),   quillayes (Quillaja saponaria) y  la bromelia Puya chilensis que  ascienden por las laderas más soleadas y secas. Los árboles más grandes de atrás son fresnos, árbol  foráneo que ocupa  el fondo más húmedo de esta quebradilla de  "Las Ñipas".  El sitio exacto de la excavación  se halla  al medio de la fotografía (Foto H. Larrain, Enero 1983  tomada desde el sector Este, subiendo  el cerro).

Antecedentes.

Las notas que siguen  tienen por objeto presentar la información disponible  y reconstruir una excavación arqueológica realizada  por nosotros  y nuestra familia en un sitio de cazadores-recolectores del final del Arcaico en la precordillera de Graneros, (coordenadas  geográficas 34º  02´ L. S. y 70º 32´L.W.). La excavación de los tres pozos de sondeo se realizó entre los días 29 de Enero y 10 de Febrero del año 1983. Además de los alumnos de la carrera de Historia y  Geografía de la Universidad de Santiago, participaron activamente nuestros dos hijos, María Cristina de 13 años y Carlos Horacio, de tan  solo 9 años de edad. Los primeros  indicios de presencia indígena antigua en esta zona (lascas de obsidiana y sílex, y puntas de proyectil),  aparecieron en el verano del año 1979, como resultado de nuestros  paseos por los alrededores. Muy pronto nos dimos cuenta que su abundancia apuntaba a la existencia de un campamento de cazadores- recolectores, lo que fue corroborado en el decurso de la excavación aquí descrita. 

Fig. 3.  En expedición por sobre los 3.000 m rumbo al "Cerro Bayo".  De esta zona parece provenir parte del material  lítico  de sílex y jaspe, detectado en nuestras excavaciones de "Las Ñipas".

Los autores.

La copia del Informe de terreno emitido en su época y presentado entonces  al Consejo de Monumentos Nacionales, porta la fecha  21/01/1985. Lo firman  Horacio Larrain Barros  (Ph.D.), arqueólogo  y María Cristina Mardorf Rojas,  Profesora de Historia.  Este documento  y un  conjunto de fotografías de la época, reproducidas en forma digital y que se conservaban en la Colección  del Dr. Horacio Larrain en Pica  (Iª Región), nos permiten   reconstituir hoy, con bastante precisión,  tanto el ambiente   ecológico-geográfico del hallazgo, como  el desarrollo de la  investigación de campo.

Una tesis de Historia y Geografía.

El trabajo de campo aquí  referido  fue dirigido por el arqueólogo Horacio Larrain y sirvió como investigación  de terreno para la titulación de un grupo de estudiantes de la Carrera de Historia y Geografía. Dicha Tesis con el nombre de: "Habitat y cultura de un grupo de cazadores recolectores de la Precordillera de Chile Central"  (1983,  294 p.) fue presentada en el Departamento de Historia y Geografía de la Universidad de Santiago. Los alumnos que participaron en el trabajo fueron los señores Carlos Gamboa Contreras, Elena Briceño Lazcano, María Teresa Smith Arce y Tania Rojas Jorquera.  En la Biblioteca de la Universidad de Santiago, debe conservarse el ejemplar original de esta presentación.  La Tesis fue dirigida por  su profesora, Sra. María Cristina Mardorf Rojas. Su consulta por parte de futuros investigadores permitirá,  sin duda, agregar más antecedentes sobre este mismo tema  y enriquecer  este capítulo. 

Algunos antecedentes de la época colonial.

La zona de  "La Leonera", se halla en la región de Graneros,  VI Región de Chile,  en las coordenadas UTM 357714 E y 6232620 S.,  en los primeros contrafuertes de la cordillera de los Andes. inmediato al costado sur del estero Codegua, a unos  200 m  de su curso y en una pequeña  terraza fluvial. del estero "Las Ñipas" (Vea Fig. 1, plano tomado de Google Earth y  foto en Fig. 2 y 4). Este sector  era una pequeña parte de la sección oriental de la antigua hacienda "La Compañía", propiedad que fuera de los jesuitas en tiempos coloniales (de ahí su nombre). Expropiada a éstos por el Estado  español en el año 1767,  por Decreto de expulsión del rey Carlos III,  pasa a manos particulares y se fue fragmentando con el correr de los años.

Historia reciente: compra de la propiedad por mi padre.

Hacia 1938-39 la hacienda de "La Leonera", cuyo último propietario había sido el distinguido  hacendado conservador y político chileno don Ventura Blanco Viel   (1846-1930)  lindaba por el Este con el Mineral de cobre de "El  Teniente", propiedad de la Braden Copper Mines.  Algunos años después de la muerte de su dueño, ocurrida en 1930,  esta extensa propiedad fue parcelada y dividida en numerosos lotes.  Mi padre, Horacio Larrain Cotapos, compró una de las parcelas en  la zona del bajo, donde construiría muy luego su casa de adobes,  y una zona  extensa de cerros aledaños, totalizando unas  17.000 hás de terreno.
Varios tíos nuestros, (José Barros Casanueva, Sergio Fernández, Alberto Yrarrázaval Lecaros), entusiasmados por mi padre, compraron, igualmente,  pequeñas parcelas vecinas o colindantes, de tal suerte que nuestra niñez recuerda hoy vivamente episodios divertidos  y anécdotas a granel,   propias de la grata convivencia familiar en tiempo de vacaciones de verano e invierno. Los paseos a caballo entre los primos era una de las entretenciones más frecuentes; en efecto, estos paseos por el día nos llevaban río arriba,  a los baños de "Las Marcas" y aún mucho  más allá,  hasta los "Corrales de  Piedra".  Más arriba, nos estaba normalmente vedado  subir, salvo que fuésemos acompañados por empleados del papá. 

Fig.  4.  Imagen tomada de un calendario. Se trata de un estero de la zona de Achibueno, Región del Maule, notablemente semejante a lo vivido por nosotros en la zona interior  del río Codegua, sector  los "Corrales de Piedra"  (La Leonera).

Actividades económicas en  la parcela.

Mi padre mantenía normalmente ganado caballar y vacuno pastando en la cordillera ("invernadas" en la zona de "La Buitrera") y obtenía de las quebradas el preciado carbón de leña mediante numerosos hornos donde se quemaba leña de espinos, litres, quillayes, peumos o lingues que poblaban las laderas. Hasta hoy subsisten los despojos de uno de estos hornos, a unos  500 m del sitio del hallazgo.  A la vez, solía mantener una pequeña  manada de cabras cuyos corrales se hallaban muy cerca del sitio arqueológico. Según recuerdo, ocasionalmente, producía también  miel da abejas  que mantenía en grupos de  20-30 colmenas. La plantación de bosques de eucaliptus en  las  orillas del río tanto para defensa contra sus crecidas como para la corta y venta de postes  y leña, era una de las obsesiones de nuestro padre para sacar un mejor provecho de su parcela. Cuando niños-  lo recuerdo bien-  ayudábamos a los peones  a plantar los débiles arbolitos de apenas unos   20-25 cm de alto en la caja del río, entre las piedras. No pocos de éstos perduran hasta hoy.  Su numerosa familia de diez hijos,  exigía  a mi padre los máximos esfuerzos para subsistir dignamente.

Fig.  5.  Mis padres, Inés Barros Casabueva y Horacio Larrain Cotapos en la parcela de La Leonera (Santa Inés del Arrayán) hacia el año  1963-1965 ( Foto Eugenio Larrain B.)

El proceso de la excavación en las imágenes Agfa captadas en Enero del año 1983.

Las  35 imágenes que presentamos a continuación, muestran  en detalle el proceso completo de la excavación. La casi totalidad de las fotos son nuestras.

Fig. 6.  El inicio del pozo de sondeo. Una cuadricula de   1 m  x  1 m  queda instalada en un claro entre los   matorrales. Se ha limpiado aquí  la superficie de los primeros 3 cm.  (Foto H. Larrain,  Enero 1983)

Fig. 7.  Una de las alumnas de Historia, de la Universidad de Santiago que participa en la excavación. Observe la lozanía  y riqueza de la flora acompañante.  A la derecha, un enorme ejemplar de peumo (Cryptocarya alba)  de hojas coriáceas y oscuras.

Fig. 8. Se aprovechó un claro entre los matorrales de secano para  realizar el trabajo de campo.


Fig. 9.  Se fue harneando en  harnero fino  todo el material terroso que se iba extrzyendo de la excavación, con el fin de recuperar y contabilizar una por una  las  lascas  líticas, desechos de talla de los antiguos cazadores. El enorme número de lascas halladas, constituye un testimonio de la frecuente ocupación del lugar por bandas de cazadores  montañeses.

Fig. 10.   En esta Capa III de la excavación, aparecen a la vista  numerosos cantos angulosos de la  roca propia   del lugar.

Fig. 11.  Aparecen restos de huesos largos,  probablemente de  camélidos (¿guanaco?). Suponemos fundamente que  el principal objetivo de caza en esta zona cordillerana, fue el guanaco  (Lama guanicoe),  el cual aún hoy puede observarse  en las zonas más altas.

Fig. 12.  Capa IV  ( entre 15.5  cm y 26.0  cm   Aquí aparecieron los primeros instrumentos en forma de toscos chopping tools o machacadores primitivos,  con señas evidentes de  golpes en sus bordes.


Fig. 13 y 14.  Capa  V. Aparecen las grandes piedras que constituían el fogón. Éste  estaba conformado por seis piedras grandes. En la foto visibles solo  5 de ellas. La  piedra del medio, resulto ser una piedra de molerr. El resto se halló en la cuadrícula vecina, excavada poco después.

Fig. 15. Evidencia de abundante ceniza color oscuro. La excavación llega aquí a los 40 cm de profundidad. En esta Capa  V se hallaron varios instrumentos líticos propios del cazador andino:  un biface en sílex gris, una punta de proyectil en sílex blanco-rosáceo, 1 percutor en canto rodado, 1 punta de proyectil en obsidiana,  y 2 chopping tools en andesita. En esta misma  capa, junto al fogón se halló una enorme cantidad de lascas (494 en total)  como evidencia de trabajo humano de fabricación de instrumentos,  y trozos de carbón de mayor tamaño  (usado para la muestra de C14).

Fig. 16. En esta capa VI (entre  los 43 y 66 cm de espesor)   aparece, a  la izquierda de la imagen,  y a unos 30 cm del fogón, una piedra horadada,  fracturada en su plano horizontal y muy pequeña (5.5 cm x 4.6 cm). A la derecha, se puede ver la gran piedra de moler (batán), con una nítida  concavidad en su parte media, producto del  intenso uso  en la labor de molienda.  Es un típico  bolón  desgastado de río, adaptado al efecto  y transportado  a este fogón. Pertenecía a la capa precedente del fogón (Capa V)  y fue hallado boca abajo  (invertido), como si hubiese sido intencionalmente ocultado por los moradores. En el extremo derecho de la imagen se observa un guijarro redondeado, en realidad una "mano" de moler, desgastada, probablemente empleada  en el batán o metate.

Fig. 17.   Aspecto del fogón (Capa V)  una vez retirado  el metate o batán  mostrado en la Figura anterior.

Fig. 18.  Detalle de la forma de  establecer las cuadrículas. Se usó estacas  cortadas de palos de coligue, afiladas en un extremo, unidas por medio de lienzas tirantes.

Fig. 19. La flecha indica el Norte de la excavación. La cuadrícula  inicial  fue orientada exactamente en la dirección  N-S.


Fig. 20.  Observe la coloración más oscura ( negruzca),  de la fina tierra  con cenizas, entre las piedras (lado derecho),  y compare con  el color más claro del resto del terreno.  Lo oscuro corresponde a restos del fogón  primitivo.

Fig. 21.  El investigador principal en faena, brocha en mano. A su derecha, de espaldas, Carlos Larrain, nuestro hijo. Esta imagen ya fue publicada en nuestra obra:  Etnogeografia de Chile, Instituto Geográfico Militar,  Santiago,  1987: pp. 86-87. Allí se hace hincapié en el hecho de que estas bandas de cazadores-recolectores nómadas circulaban  a través de la Cordillera de los Andes, especialmente en los meses de verano,  uniendo el valle central de Chile con  las pampas de  Mendoza y San Juan. A su paso  por la zona de las cumbres andinas, han  descubierto y utilizado yacimientos de obsidiana, silex y  y jaspe  allí existentes en vetas  o  en bloque sueltos, para la fabricación de sus instrumentos de caza y cocina.


Fig. 22.  Un raspador en sílex de coloración violácea. Longitud:  10 cm.


Fig. 23.  Ubicación de la misma pieza en la cuadrícula, a los 37 cm de profundidad..


Fig. 24.  Diferentes lascas, separadas por su tipo (jaspe rojo, sílex y obsidiana volcánica) para su perfecta contabilidad.
Fig. 25.  Detalle de la excavación: el fogón. Aparecen las primeras  piedras que lo conformaban.

Fig. 26.  Un percutor en piedra andesita asoma  exactamente  en una  pared del pozo de sondeo.

Fig. 27. Huesos largos de extremidades de un mamífero, probablemente de  un guanaco. En todo caso, no se trata de  restos humanos. Los cortes visibles  en  el sentido de la longitud, dejan en evidencia la extracción intencional de la médula ósea.


Fig. 28. Al centro, se puede ver  la piedra  de moler o batán, en posición  invertida, tal como apareció en la excavación.  Fue así dejada intencionalmente en medio del fogón, como medida de protección, al abandonar el lugar.

Fig. 29.  Aspecto del trazado de cuerdas cada 25 cm para permitir  efectuar con exactitud  el dibujo de las piedras  que conformaban del fogón.

Fig. 30. El fogón ya limpio, mostrando sus seis componentes.

Fig. 31.   Avance de la excavación  en tres pozos  de sondeo simultàneos. Mi hijo, Carlos Larrain de 9 años  de edad  observa con   curiosidad el proceso.

Fig. 32.  María Cristina  Mardorf, profesora del curso de Historia de la Universidad de Santiago, midiendo con huincha la profundidad de uno de los objetos hallados.

Fig. 33.  Junto a la  única roca que   aparecía a la vista en esta terraza fluvial, se va depositando los  trozos de roca  extraídos en el proceso.  Atrás,  se perfila  la tierra fina, fruto del cuidadoso  harneado ejecutado.

Fig. 34.  Otra vista de la excavación.  Máxima profundidad alcanzada:  73cm.

Fig. 35.  Cuadriculado de las secciones de la excavación



Fig. 36.  Piedra de moler ( batán), mano y piedra horadada. Posición relativa de los objetos.

Fig. 37.  Detalle  que muestran el fondo del fogón.

Fig. 33.   Detalle.


Fig. 38.  Una de las estudiantes del curso, limpiando con una brocha las piedras del fogón.

Fig. 39.  Vista del fogón  ya descubierto  y limpio de polvo.

Fig. 40.  Detalle.

Fig. 41.  El fogón presentando la piedra de moler o batán, en su interior. Prof.: 43 cm.

Fig. 42.  Posición relativa del batán,  "mano" de moler y piedra horadada.

Fig. 43.  El área del hallazgo  en un plano regional. El río Codegua corta transversalmente en un rumbo  E-W   el macizo andino en sus estribaciones  terminales. Se puede distinguir  la extensa planicie regada por las aguas de este río  en las proximidades del pueblo actual de Codegua (Imagen actual del Google Earth tomada el  15 de Marzo 2015).

Epílogo.

Dada la excesiva extensión de este trabajo, dejaremos para la segunda parte del mismo, que esperamos ofrecer, Dios mediante en los próximos días, el resto del trabajo, esto es, la presentación del Informe original y los comentarios de índole ecológico-cultural que derivan del mismo.  Igualmente se ofrecerá  las dataciones de C14 obtenidas del carbón  de leña del fogón, hechas por la Comisión de Energía Nuclear, en Santiago de Chile  en 1984.  Páginas  copiadas de nuestro Diario de Campo  de la época, nos  mostrarán algunos de los objetos   rescatados  del sitio  y   las circunstancias propias   del hallazgo..

Esperamos recabar una  información adicional sobre antecedentes correspondientes al período de compra del predio por parte de mi padre, de mi hermano Eugenio Larrain Barros, en los próximos días.


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