jueves, 21 de abril de 2011

Destrucción de paisajes geográficos: un crimen de lesa patria

La destrucción del paisaje geográfico: un crimen no confesado.


El video que sigue, ha sido elaborado por el Portal Minero (www.portalminero.cl) División de CODELCO Norte para mostrar el desarrollo de sus futuras ampliaciones mineras hasta el año 2024. Mientras la Compañía se ufana en el presente video de sus futuros trabajos, mostrándolos como el non plus ultra de la tecnología extractiva, nosotros, los eco-antropólogos inquietos nos preguntamos si se ha tomado en cuenta ciertas "externalidades", esto es los costos no contabilizados por la Empresa en relación a la contaminación consiguiente, la destrucción y la desaparición de paisajes, la proliferación del ruido y el incremento del polvo, flagelos que la ciudad de Calama ya casi no puede soportar por su magnitud y su omnipresencia. Los calameños hoy día lloran la pèrdida de la quietud, el silencio, la paz que otrora fuera lo normal en la zona. Se dirá que "es el precio ineludible del progreso". En las líneas que siguen, analizaremos en mayor profundidad este tema, la falacia de su argumentos, y la ignorancia referente a la valía de otros modos de vida, más congruentes con el goce y disfrute de la Naturaleza.


El tema actualmente debatido (y combatido) con respecto a la previsible instalación de dos nuevas centrales termoeléctricas al sur de Iquique, en el área costera de Patache, ha provocado, también en toda nuestra región nortina mucha conmoción, indignación y en muchos, frustración.

Conmoción, porque la tranquilidad idílica de estas playas y balnearios ha sido repentinamente sometida a discusión y cuestionamiento;

indignación, porque vemos a diario la propaganda inusitada, vehemente, casi exasperante de las empresas para "lavar el cerebro" de los iquiqueños, no sólo a través de la TV y la prensa local, sino aún a través de llamados telefónicos.

Frustración, porque existe la fundada sospecha de que este "paquete energético a carbón" ya ha sido aceptado y decidido por el gobierno y que sólo será cuestión de tiempo su puesta en práctica. Salvo que ocurra un "milagro tipo Barrancones", y/o la ciudadanía iquiqueña - siempre díscola y refractaria frente a las pretensiones de la lejana Capital- se oponga con amplio margen en un Plebiscito limpio y concluyente, como acaba de aprobarse por el municipio iquiqueño.

Una competencia desleal.

Mientras las Empresas Termoeléctricas dominan con sus desplegados y tapizan los medios de prensa, con el brillo de una espléndida oferta de "energía para el desarrollo" a los opositores, o sea, a la inmensa masa ciudadana consciente del mal inminente, sólo le quedan escasos espacios disponibles para expresar su disconformidad, su molestia o su indignación. Aún las manifestaciones callejeras donde líderes regionales lucen airosa y valientemente sus lienzos anti-termoeléctricas, son miradas con recelo y/o con profunda sospecha por las autoridades y carabineros. Por fortuna, aún no han podido éstos intervenir la Web en Internet y sus fuentes de información libre, como en China. Aún nos queda este valioso recurso, esta amplia ventana de libertad auténtica, a la que no vamos a renunciar fácilmente.

¿Son costos ineludibles del "desarrollo"?.

Se nos ha tratado de convencer por todos los medios de que el desarrollo tiene sus "costos inescapables", "imposibles de evitar" . Que los "malos olores", que el "material particulado", que las "cenizas", que la "mortandad" de algunas especies marinas o terrestres es algo propio e inherente al desarrollo. O mejor dicho, se nos ha tratado de convencer de que hay que pagar un costo "por el advenimiento del divino desarrollo". ¿"Qué prefiere Ud. - se nos predica - un gran televisor de plasma o el mejor Notebook del mercado, mediante una pequeña alza en la temperatura media del planeta o en el nivel de los océanos, o la carencia de por vida de estos implementos?. ¿No es mejor tener cinco televisores en casa, uno por cada miembro de la familia, que tener poca y escasa energía eléctrica, o lo que es peor, recortes periódicos de energía?. Con estos argumentos aptos para niños, se nos quiere engatuzar hoy. Estas son las herramientas engañosas, pseudo-científicas, pseudo-sociales, que utilizan para cazar incautos.


El "talón de Aquiles" de nuestra civilización actual: la búsqueda desenfrenada del confort.

A este nuestro débil "talón de Aquiles", tan propio de nuestra Civilización Occidental decadente,- la apetencia desenfrenada por el consumismo y el confort- dirigen su dardos los publicistas y pregoneros (¿o más bien los agoreros?) de esta energía rápida y abundante: la producida por el petcoke o carbón bituminoso, de bajísimo costo y enorme oferta actual. Hasta se nos insinúa cínicamente, por parte de sus pregoneros, que la energía podría llegar a bajar de costo.... O también, que, a cambio de su aceptación gozosa, las nuevas empresas Termoeléctricas están dispuestas a hacer "obras sociales" en las caletas vecinas a la Planta como nos lo insinuara sin quererlo, hace poco, en conversación no grabada, un gerente.

La "compra del silencio".

Con este hábil subterfugio que huele muy feamente a "soborno", se quiere "comprar "el silencio de las comunidades vecinas, las caletas de pescadores artesanales de Cáñamo, Caramucho, Chanavayita; o Los Verdes, Río Seco o Chanavaya. Ya están en esa sucia campaña de "ganar adeptos y simpatizantes" entre las comunidades costeras, produciendo -dicho sea de paso- numerosas odiosidades y divisiones internas entre facciones de la propia comunidad. Sobre esta nueva estrategia comunicacional, nada muy decorosa desde el punto de vista social-comunitario nos pronunciaremos, Dios mediante, algún día.

La famosa Ley Tomkins, que nos ha sido legada del regimen anterior promete, por otra parte, beneficiar a los Municipios interesados en instalar en su contorno este tipo de energía, con importantes ingresos que serían entregados por las Empresas termoeléctricas, en calidad de "subsidio", constituye otro astuto y vergonzoso ardid para socavar la voluntad ciudadana claramente expresada en las urnas. Es una forma sutil de "soborno"; ni más ni menos. Por que , ¿qué otra cosa pueden anhelar más los Municipios que disponer de pingües ingresos frescos, de gran magnitud, para sus proyectos?.

El tema candente: la falta total de respeto a la "tierra".

El mundo indígena en nuestro Norte Grande de raíz quecha-aymara-pukina-kunsa, reconoce un particular amor y afección a su pachamama o madre tierra. Es parte integral de su cosmovisión. La tierra, al igual que la fauna, flora y seres humanos, es algo vivo; y palpitante por eso es mama (madre). Para la cosmovisión aymara, Sallqa (la tierra poblada de seres vivos no humanos), Haq´e, (la comunidad humana) y Wak´a (las deidades) se encuentran indisolublemente unidos en una interacción e ntercomunicación constante. El hombre es parte integrante de ese todo. El daño de cualquiera de estas entidades repercute en las otras en forma instantánea. Para el indígena creyente (aymara, quechua, colla o lickan antai) , eso trae como consecuencia inmediata el enorme cuidado y respeto por su tierra, sus vertientes, sus puquios;, sus lugares fuertes; por su flora, por su ganado y por su fauna natural. Esta es la "reciprocidad andina" con el entorno natural. "Do ut des" (yo doy para que me des en retorno). Hacemos ritos especiales a pachamama o madre tierra para que nos devuelva favores en lluvia, en multiplico de pasto, de ganado, de leña o medicina para el hogar.

El "pago" a la tierra (pachamama).

Por esta razón, cualquier actividad humana que signifique modificación, alteración o cambio del estado natural de la tierra, incluso el roturar la tierra o construir una vivienda, exige previamente pedir permiso, y demanda realizar en comunidad un "pago" a la Tierra o pachamama. Esto lo denominan "paguar", es decir realizar el rito correspondiente del "pedir permiso" mediante un sacrificio, tal como lo exige la "costumbre" desde tiempos inmemoriales . Este aspecto ha sido particularmente analizado en esta zona de Tarapacá por el sacerdote católico y sociólogo Juan Van Kessel. ( "La Tecnología simbólica en la producción agropecuaria andina", en Manos sabias para criar la vida: Tecnología Andina, Simposio del 49º Congreso Internacional de Amerixanitas,, Quito, 1957: 35-57).
La Tierra no da así nomás".
"La Tierra no da así nomás: los ritos agrícolas en la religión de los aymara cristianos", reza el título de un notable libro escrito por Hans van den Berg y publicado por CEDLA, (Latin American Studies, 51, Amsterdam, 1989). Como la Tierra para el indígena americano es un ser realmente vivo, que reacciona, se commueve y/o se resiente, es preciso agradecerle, o apaciguarla, según el caso, lo que se logra mediante un "pago", esto es, la práctica fiel de un rito particular, el que está sabiamente consagrado por la "costumbre".

Extractivismo minero y sensibilidad ecológica indígena.

Por este motivo, es parte esencial de su creencia más íntima que la tierra, su pachamama, no puede ser tratada en forma irreverente, soberbia o despreocupada. No puede ser destruida, maltratada, desfigurada, arrasada. Mucho menos puede ser manchada, contaminada para siempre. Siendo esto así, para el mundo indígena el cotejo de este su modo de sentir y de vivir a diario con la tierra viva, con el actual tratamiento brutal a la misma que da el actual extractivismo minero, practicado a rajo abierto, propio de la gran minería que observamos en Chile, es algo no sólo chocante, hiriente y doloroso, sino más aún, realmente repulsivo e indignante.

El cuidado de la Tierra en el Cristianismo.

Esta manifestación explícita de "respeto a la tierra", tan propio de la cosmovisión andina, (y propia, en general, de todas las tribus americanas) si la consideramos en profundidad, encuentra un interesante correlato en el mundo cristiano donde la tierra es mirada como el lugar propio de la actividad (trabajo) y santificación (reconocimiento del Creador) de todo ser humano. En el Libro del Génesis, el Dios creador no sólo ordena a Adán, el hombre recién creado, a "domeñar" (o dominar) la tierra (Gen 1, 28), sino, simultáneamente también a "cuidarla" (Gen. 2,15). Ver Mifsud, 1987: El Respeto por la vida humana Bioética, Ediciones Paulinas, CIDE, Santiago 1987 y su comentario en pp. 295- 305; véase también en este nuestro propio Blog el capítulo escrito el 11 de Enero 2009, dedicado al tema: "El Cristianismo, ¿es el responsable directo de la crisis ecológica?. Respuesta a la acusación de Lynn White y otros autores". Pero si este concepto de "respeto a la tierra" existe en el seno del Cristianismo, se debe reconocer que es mucho más fuerte e intenso en el mundo indígena americano y también chileno. Lo hemos percibido muy nítidamente en nuestros recorridos recientes por el Salar del Huasco y la quebrada de Alca, acompañando a aymaras que allí han vivido o continúan viviendo, al compás cansino de sus llamas y corderos.

El "costo geográfico-territorial" nunca evaluado en el actuar tanto de Mineras como de Termoeléctricas.

A este tema ya nos hemos referido de paso el día 9 de julio del 2009. en un capítulo anterior de nuestro Blog denominado: ¿Qué daños provocan las termoeléctricas a carbón?. ¿Son éstos tan graves?".

Pero volvamos ahora nuevamente, con renovados argumentos, al tema casi inadvertido por los economistas e ingenieros, del "respeto a la tierra". Al realizar un examen fino de las consecuencias inmediatas de la instalación de Termoeléctricas, hemos observado con sorpresa que algunas de sus graves consecuencias (efectos colaterales inescapables) no suelen ser advertidas ni muchos menos examinadas en profundidad por la comunidad; Tampoco por los investigadores (sociólogos, antropólogos, biólogos, climatólogos, ecólogos, físicos, pedólogos). Mucho menos por los ingenieros y contratistas quienes suelen no tener "ojos" ni "oídos" para estas realidades, tan sutiles. Tampoco, a lo que nos parece, por muchos de los arquitectos. Los únicos que parecerían presentirlo, son los arquitectos paisajistas, es decir, aquellos que han aprendido a valorar el paisaje terrestre como un bien patrimonial que debemos transmitir a las generaciones futuras. Es decir, este "costo geográfico-territorial", aunque real y dramático, ha pasado hasta ahora prácticamente inadvertido, sobre todo a los economistas, sociólogos o biólogos. Los que sí lo sienten y aquilatan bien, son los geógrafos humanos.

¿Qué entendemos nosotros por "costo territorial" o costo geográfico"?.

Nos referimos aquí al costo que involucra el daño inferido para siempre a un determinado territorio, parte de la herencia nacional. . Este "costo" real, no lo hemos visto jamás contemplado entre las "externalidades" calculadas o previstas por el economista o el calculista. ¿En qué consiste éste?. En que trae consigo -como efecto inmediato- la destrucción definitiva e irreparable (ad aeternum) de un determinado segmento o porción de la geografía patria,  causado directamente por los procedimientos aplicados por Empresas insertas en un determinado espacio geográfico. Extrañamente, nadie parece haberse percatado de este "efecto" que nos parece crucial al momento de evaluar los costos reales de una operación o las consecuencias de procedimientos usados hoy comúnmente tanto en la gran Minería como en las instalaciones y faenas propias de las Termoeléctricas. En muchas de otras factorías o Empresas se puede hallar un efecto semejante, pero jamás en este volumen y superficie


¿Qué son las "externalidades"? ¿Qué representan en un determinado Proyecto?.

El lenguaje de los economistas e ingenieros comerciales habla de las "externalidades" a un determinado Proyecto. Son efectos previsibles de determinados proyectos, que significan costos adicionales a la puesta en marcha de la obra misma. Distinguen ellos varios tipos de "externalidades", la mayor parte referidas a efectos negativos, muy difíciles o imposibles de contabilizar o apreciar en términos de dinero. ¿Cuánto vale la belleza perdida en un paisaje boscoso, intervenido súbitamente por la extracción de carbón a tajo abierto? (Isla Riesco)?. ¿Cuánto valen la enfermedades y muertes producidas entre miembros de una comunidad humana por efectos del Plomo, Vanadio, Cesio, Mercurio, Rubidio o Selenio, metales pesados emanados de determinadas faenas mineras (o energéticas (Ciudad de Arica, Antofagasta)?. ¿Cuánto vale la pérdida de un lugar turístico (Bahía de Quinteros)?.

¿Cuánto valen en términos ecónomicos?.

¿Cuánto valdría la desaparición o muerte de un ecosistema endémico de altísima variabilidad biótica específica (como, v. gr. el Lago Chungará)?. ¿Cuánto vale la pérdida de un lugar de belleza prístina, intocada por el hombre (Patagonia sur chilena)?. ¿Cuánto vale la desaparición definitiva de una o de varias especies animales?. ¿Cuánto, la pérdida definitiva de la paz y tranquilidad de una comunidad por la instalación de un aeropuerto próximo?. ¿Cuánto, la destrucción de un ecosistema costero de 50 km. por el derrame de petróleo de un barco?. ¿En cuánto se podría evaluar las pérdidas totales por el desastre producido por la plataforma petrolera del Golfo de México, ocurrido exactamente hace un año?.

No existe medida de cálculo.

¿Alguien podría o se atrevería a calcularlo?. ¿Cuánto podría valer la destrucción definitiva de un pradera de líquenes de 600, ó 1.000, ó 10.000 hás. de superficie?. ¿Cuánto, la pérdida de una incomparable vista al mar de centenares de casas habitadas, producida por la instalación de una seguidilla de edificios de altas torres que interceptan hoy la vista del océano (Iquique)? ¿En cuánto podemos evaluar la pérdida de valor o depreciación de los terrenos adyacentes a un nuevo y gigantesco vertedero de desechos de una ciudad (Santiago)? . ¿Cuánto vale (o costaría reponer) el aire puro de la ciudad de Santiago, tras la incesante e imparable contaminación atmosférica constatable en la actualidad?. ¿Alguien pretende saberlo, realmente?.

No hay respuesta convincente de los economistas.
Todas estas preguntas quedan sin una respuesta clara, coherente y mucho menos convincente. En realidad, la verdadera respuesta es "no se sabe". Nadie lo sabe con exactitud. Por la muy simple razón de que nadie sabe exactamente lo que vale de por sí cada uno de esos "valores humanos" (salud, felicidad, identidad, paz, sosiego, gozo) o "valores bióticos" (ecosistema marino, ecosistema lacustre, ecosistema terrestre, atmósfera inmaculada, etc.), "valores sociales" (sana convivencia, familiaridad, ausencia de conflictos y peligros), o "valores ambientales" (aire puro, aguas puras, tierra no contaminada, energía limpia).

Estas "externalidades" pueden ser el seguro más perfecto para la auténtica sustentabilidad del futuro.

Y, sin embargo, estas "externalidades" del economista (palabra que al lego suena fuerte a cosa secundaria o de segundo orden) son, pueden ser y seguramente serán de un inmenso valor en sí para el futuro sustentable de la humanidad. Este "valor" a lo mejor recién lo vamos a vislumbrar y aquilatar dentro de 200 años ó 500, ó 1.000 años. Un ejemplo: ¿quién daba importancia hace algunos decenios a esos extraños seres que pueblan los "estromatolitos", o las "soilscrusts" o "costras de suelo", elementos vivos (bacterias etc.) que tanto se valora hoy en ciertos suelos del desierto?. ¿Quién daba alguna importancia a los hongos, antes del descubrimiento de la Penicilina por el químico inglés Alexander Fleming en el año 1929?. Podríamos aportar decenas de ejemplos semejantes acerca del valor inherente a elementos (no pocas veces intangibles) que la ciencia o la casualidad ha dado a conocer para el futuro sustento, disfrute, sanidad mental y psicológica, medicina o panacea de la humanidad del futuro.

Concretemos más.

Tratemos de definir y conceptualizar con más precisión estas llamadas, a nuestro juicio, erróneamente, "externalidades" a un determinado Proyecto, que, si se consideraran todas en su justo peso (como debería ser en principio, por cuanto son efectos "reales") podrían elevar un Proyecto a costos infinitamente superiores a los previstos para la obra misma. Cuando nos referimos a posibles efectos negativos o nocivos, es decir a "costos por daño inherente " de una determinada Termoeléctrica, casi siempre los economistas suelen apuntar a los "costos ecológicos" (daños previsibles al ecosistema sea terrestre, sea marino), los "costos ambientales" (contribución al efecto invernadero, calentamiento global, daño al aire que respiran los seres vivos), los "costos a la salud" (efectos de la absorción, por cualquier vìa, de elementos tóxicos en el cuerpo humano), los "costos sociales", (efectos producidos en la estructura o relaciones de la comunidad humana, como el desplazamiento, pérdida de trabajo, pauperización o migración humana), y más raramente, a los "costos psicológicos" (desadaptación, perturbaciones cerebrales, conducta errática, etc.).

El "costo geográfico" o "costo territorial" y su alcance. ¿Quién lo toma en cuenta?

Este costo, en cierto sentido, es el mayor de todos y es, justamente el que nunca hasta ahora se ha considerado en plenitud. Porque éste involucra la "pérdida o desaparición de territorio". La destrucción definitiva de segmentos de esta nuestra tierra patria. Cuando hablamos de pérdida de territorio, queremos señalar que dicho segmento patrio ha quedado inutilizado para siempre. Pérdida para siempre porque ese paisaje o esas franjas de tierra son, en la práctica, irrecuperables.

La voz de la ética y de la moral social.

Nos preguntamos si en estricta ética social, existe algún derecho a destruir la propia morada del hombre ad aeternum, esto es, para siempre. Si yo soy propietario de un terreno, ¿tengo yo por el sólo hecho de ser propietario, todas las atribuciones para destruirlo y dejarlo infértil, contaminado o envenenado para siempre?. ¿Puedo hacerlo, éticamente hablando?. Por ejemplo, ¿puedo sin ser castigado o amonestado por la autoridad, derramar incesante e impúdicamente allí toneladas de ácido sulfúrico o nítrico hasta dejarlo yermo, estéril o contaminado para siempre?. Nos preguntamos: ¿el derecho de propiedad llega a este extremo absurdo?. Obviamente, no. No lo creemos, ciertamente. ¿Dónde queda, entonces, la tan mentada "moral social empresarial" si no contempla igualmente este costo para la Nación entera?.

Pues, bien, eso eso, casi exactamente, lo que estamos presenciando hoy en extensos y dilatados terrenos del Estado de Chile, facilitados a Empresas transnacionales o, peor aún, nacionales (como ENDESA) y colmados por "cenizas" tóxicas de Termoeléctricas o en enormes vertederos de residuos semilíquidos o aguas tóxicas, de poderosas Mineras, sobre todo del cobre.

Sobre este espinudo tema nos explayaremos próximamente, con acopio de fotografias acusadoras de lo que está ocurriendo hoy en nuestro territorio patrio, a la vista y paciencia de todos.

Redactado en la Pascua de Resurreción del año 2011 (24 de Abril) como meditación personal. Trabajo aún inconcluso, revisado el 05/05/2011. Faltan fotos acusadoras que incluiremos pronto).

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