domingo, 14 de junio de 2009

Centrales termoléctricas: ¿beneficio social o maleficio?. Una reflexión ecológica urgente .


Fig. 1. Planta de CELTA y su Central Termoeléctrica en Puerto Patache, visible detrás del montículo rocoso del primer plano. Su chimenea expele sin cesar una estela de humo tóxico que se dirige hacia el Norte, exactamente donde se sitúan las caletas de pescadores de Cáñamo, Chanavayita, Caramucho y Los Verdes. (Foto H. Larrain, Abril de 2009).

Fig. 2. Haciendo una prospección arqueológica en la zona inmediata al Puerto de Patache. Aquí se descubrió un saqueo reciente, que dejó en evidencia los muros de una antigua vivienda prehistórica, de cazadores-recolectores costeros, con fechas que pueden remontarse a los 5.000 - 6.000 A.P. por los antecedentes cronológicos que han sido recopilados para este mismo sitio. Nótese el ennegrecimiento notorio de las rocas y arenas del sector, causado por acumulación progresiva del polvo de las cenizas. (Foto. H. Larrain, Abril de 2009).


Fto 3. Prospectando el área próxima a la Central Termoeléctrica de Patache de propiedad de CELTA, donde puede observarse el extraño teñido del suelo circundante, de un negro muy oscuro, por obra de la depositación incesante de cenizas provenientes de la chimenea aquí indicada. Esta coloración gris obscuro contrasta vivamente con el tono claro, propio de las arenas situadas más al Este, junto a la base del acantilado. La gran diferencia en colorido salta a la vista a cualquier observador y llama a reflexión. (Foto H. Larrain, Abril 2009).


Foto 4. Esta foto es una prueba contundente de la infectación, en todo el terreno aledaño, de las arenas que cubren parcialmente el antiguo habitat indigena. En este lugar, hemos detectado durante nuestra prospección la existencia de un rico conchal arqueológico, muy alterado por vehículos y tráfico de las empresas que han intervenido el sector, destruyendo, por desgracia, muchas evidencias. (Foto H. Larrain, Mayo 2009).

Las fotos que preceden son, a todas luces, acusatorias. Constituyen un testimonio elocuente e indesmentible del daño que se infiere diariamente al medio ambiente y a los ecosistemas de la costa (marinos y terrestres) por parte de los humos y efluentes expulsados por la chimenea de CELTA, cuyas cenizas se diseminan por muchos kilómetros hacia el Norte, llegando hasta la misma ciudad de Iquique y aún mucho más lejos. Nadie sabe exactamente hasta dónde. Sus efectos se pueden observar, todas las mañanas, en la substancia negruzca que se fija a los parabrisas de nuestros vehículos, incluso en las playas al sur de Iquique. No es posible atribuir esta acumulación de finísimo carboncillo a las emanaciones de vehículos, aquí casi inexistentes. Su origen radica, sin lugar a dudas, en la actividad permanente de la chimenea de CELTA, y en el movimiento de cenizas ya quemadas, en la zona de Punta Patache.

En los párrafos que siguen, discutiremos la oportunidad de instalar estas Centrales y la toxicidad de estos efluentes (humos y cenizas), así como la necesidad de que la autoridad estatal y comunal no solo monitoree y fiscalice regularmente, sino controle y sancione, cuando corresponda, a las Empresas responsables. Tarea que la autoridad hoy día no realiza en la zona.

Necesidad de energía para el desarrollo regional.

Chile necesita energía eléctrica para su desarrollo. ¡Qué duda cabe!. Sin energía eléctrica no hay industrias, no hay ferrocarriles, no hay desarrollo urbano, no hay iluminación en calles y plazas, no hay luz domiciliaria; en suma, no hay ni podría haber mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes. El descubrimiento de la energía eléctrica permitió la concentración urbana y favoreció el rapidísimo desarrollo de la industria, la que apenas en el lapso de 100 años de historia humana conoció resultados insospechados (1840-1940). Hoy necesitamos imperiosamente energía. Incluso cada vez más energía. Sin ella, o si ella llegara fallar, todo se detiene y volveríamos súbitamente al Medioevo (1.000 D.C.) o, tal vez, a la época del Bronce (3.500 A. C.) . Esto nadie lo discute; tampoco nosotros.

El tema crucial es muy diferente: para nosotros el tema central del debate es qué clase de energía vamos a procurarnos en el futuro próximo. O sea, con qué tipo de energía contarán las futuras generaciones, las de nuestros hijos, nietos y bieznietos. Dicho en otros terminos, con qué tipo de energía quisiéramos contar dentro de 50, 80, o 100 años más, cuando el Planeta llegue a una población de 9.000, 10.000 ó 15.000 millones de habitantes. Porque lo que realmente importa es predecir el futuro del Planeta con una enorme concentración de población.

Las principales fuentes de energía existentes hoy en el mundo son, por orden de importancia: a) la energía atómica; b) la energía hidroeléctrica; c) la energía termoeléctrica; d) la energía eólica (turbinas eólicas); e ) la energía mareomotriz; f) la energía geotérmica. Hay otras fuentes más, pero no tan significativas o importantes. En nuestro país, casi todas estas energías pueden ser efectivamente desarrolladas, pues disponemos de una enorme reserva eólica, un gigantesco potencial hidroeléctrico, por la gran cantidad y diversidad de ríos que salvan grandes alturas y permiten formar enormes represas; un interesante potencial geotérmico (geysers); una enorme superficie de costas con mareas cambiantes y, por añadidura, como si esto fuera poco, una extensa cadena montañosa que recorre prácticamente todo el territorio y que permite capturar, sobre todo en las alturas, la omnipresente energía del viento.

Posibilidades energéticas en Chile.

En Chile, como en pocos países del mundo nos podemos dar el lujo de poder elegir la energía que queramos para el futuro. Podemos optar por la energía atómica, como tantos países, en especial Francia y Estados Unidos, o la energía hidroeléctrica, como los países escandinavos, o la energía eólica, como Dinamarca, Alemania o España y tantos otros países recientemente. Podemos seguir el antiguo ejemplo de no pocos países que optaron, gracias a sus reservas de carbón, por la energía termoeléctrica (Inglaterra) . Pero, en tal caso, tenemos que estar dispuestos a asumir sus costos colaterales, es decir, una alta tasa de contaminación, tanto del medio marino (vida marina) como terrestre (vida animal y humana).

Políticas chilenas recientes de desarrollo energético.

La política màs recurrente en Chile durante los decenios pasados, ha sido recurrir a las Centrales Hidroeléctricas, utilizando la energía de caída del agua conservada en enormes Tranques o Represas, aprovechando el desnivel altitudinal del relieve y el elevado volumen de agua de nuestros ríos. El modelo nos lo ofrecía generosamente Estados Unidos con sus gigantescos embalses de comienzos del siglo XX. El embalse del río Loa en el Tranque Sloman, es un temprano ejemplo en nuestro Norte árido. En 1914, ingenieros alemanes realizan allí la monumental obra de ingeniería, donde hasta hoy podemos admirar el potente dique, de contención, los sistemas de conducción del agua y la casa de máquinas, todavía intacta. Numerosos embalses comenzaron a jalonar los sectores altos de las Regiones IV, V VI y VII de Chile. Aún hoy, no pocos, incluso conocidos políticos, ven en este tipo de centrales la panacea ideal La historia más reciente del Embalse del río Rapel y luego del Ralco, está llena de episodios de luchas entre los derechos de comunidades, defensa del entorno natural y urgentes exigencias energéticas.

No se podría negar, sin embargo, que el Proyecto Hidroeléctrico Aysén, al cual miran no pocos como la mejor solución energética para los próximos decenios involucra costos y riesgos ambientales de enorme consideración y la alteración muy violenta - prácticamente imposible de mitigar y con resultados casi imprevisibles, por las extremas condiciones climáticas locales- de la única zona aún enteramente intocada de nuestro Planeta. Esta "reserva prístina del Planeta", única en el mundo, quedaría a merced del criterio de Empresas constructoras de discutible reputación técnica, y bajo la "protección" de una débil y fácilmente manipulable Legislación Ambiental vigente (Ley Nº 19.300), que exige a las mismas empresas interesadas, la realización y contratación de Estudios de Impacto Ambiental (EIA). Exigencia ingenua y absurda desde el punto de vista de una sana protección y defensa del Medio Ambiente natural y cultural por parte del Estado, el único que debe velar por ella.

?Por qué se ha preferido las Centrales Termoeléctricas para producir energía ?. Tan sólo por ser las más baratas. Solo por eso.

Las Centrales Termoeléctricas usan como combustible el carbón en forma de petcoke , sea éste bituminoso o sub-bituminoso. De todos los combustibles utilizados en este tipo de Centrales, es éste, de lejos, el más contaminante y el más tóxico de todos. Lo afirman asì inequívocamente los estudios científicos más serios. En Chile tenemos en funcionamiento tales Centrales desde hace al menos unos 50 años (Tocopilla, Ventanas, son un ejemplo). Cuando éstas se instalaron, en los años 1960, no existía una Ley Ambiental (Ley Nº 19.300 del 9/03/1994), ni menos aún una estrictísima regulación de sus emisiones, de acuerdo a los más avanzados estándares internacionales . Razón por la cual han seguido operando con los mismos criterios de antaño, cuando existía al respecto una permisividad total. Se pensaba en forma casi infantil que asumir el "progreso", involucraba per se y necesariamente, correr ciertos "riesgos". Se hablaba de "asumir sacrificios en aras del Progreso". Así se nos hablaba, así se nos hacía creer cuando yo era niño y joven (1935-1950). Por desgracia, el resultado de tal premeditada ceguera lo tenemos hoy tristemente a la vista.

El caso emblemático de Tocopilla: la ciudad que muere por contaminación.

Tocopilla vio infectadas, sin excepción, todas sus costas y su mar aledaño, en el espacio de muchos kilómetros cuadrados de su área mareal y submareal, aniquilando toda la flora y fauna marina hasta hoy mismo. Este daño es prácticamente ireparable. En su fondo marino se ha creado un potente fango tóxico y viscoso, totalmente inerte y sin vida, y en tierra, muy cerca del mar, inmensas concentraciones de miles de millones de toneladas de negras cenizas, que no sólo afean hoy la ciudad y su entorno, sino constituyen un potencial detonante de contaminación futura, en el caso de lluvias intensas provocadas por el "Fenómeno de El Niño". Recuérdese el desastre ocurrido con los aluviones en Antofagasta, en el año 1992, con motivo de sostenidas e inesperadas lluvias . Fuimos testigos del río impetuoso que bajara entonces por la quebrada habitualmente seca de "La Negra", junto a la población COVIEFI, destruyendo todo a su paso, carretera, huertas, trazado de ferrocarril y puentes incluídos.

Tocopilla no es, por desgracia, el único caso en Chile. Hay muchos y de variable magnitud. No es del caso aquí reseñarlos todos. Solo nos incumbe advertir acerca de los reales peligros que se corre, si no se extreman las medidas de seguridad, tal como hoy se exige en seguridad industrial.

¿Y si ocurriera un "Fenómeno de El Niño" con copiosas lluvias?. ¿Qué pasaría?

En caso de producirse un nuevo "Fenómeno de El Niño" (el que estaría ad portas según los expertos oceanógrafos), con la intensidad de los años 1986 o 1997, sus materiales tóxicos serán arrastrados nueva e indefectiblemente, hacia el mar. Es exactamente lo que ocurrió en Tocopilla. El soberbio y valiente reportaje que nos dio a conocer el periodista Sergio Nuño en "La Tierra en que vivimos", un Programa estrella de la Televisión Nacional de Chile, nos dejó atónitos hace un año atrás, con la crudeza de sus imágenes y su commovedora y valiente protesta. ¿Cuál ha sido la reacción de las autoridades estatales al respecto? Solo un solemne silencio, cubierto por el manto displicente del descrédito artero que rotula de "fanáticos ecologistas" a todos los que se atreven a levantar su voz en la defensa de su ciudad , de su belleza escénica y de su entorno natural. (flora y fauna nativa) . ¿Dónde están pregunto ingenuamente, las multas a las Empresas comprometidas en este daño ecológico de magnitud o dónde los abogados valientes que se atreven a enrostrar a dichas Empresas el daño conscientemente inferido a la vida del Planeta? Los abogados de las Empresas han sido ciertamente más poderosos, más audaces e ingeniosos, amparándose en una Legislación anacrónica, a todas luces imperfecta, anticuada y llena de vacíos.

Hacen falta programas televisivos de denuncia valiente.

Parecería que hacen falta muchos Programas del tipo de "Contacto", de la Televisión de la Universidad Católica de Chile, para desmantelar la red de defensa inmoral que se ha montado en torno a estas Empresas, a pesar del evidente conocimiento en las altas esferas del daño que han causado, causan y seguirán causando al medio ambiente. La CONAMA -lo hemos visto y es reconocido por todos- carece de los medios legales para exigir una reparación al daño ya causado. Si existe alguna duda respecto al caso de Tocopilla, que acabamos de señalar, pregúntese a los pescadores y mariscadores de Tocopilla hasta dónde tienen que viajar en sus botes a motor para poder capturar mariscos vivos.

La falta de fiscalización sobre la calidad del ambiente.

¿Donde ha quedado la fiscalización estatal sobre este daño?. ¿Dónde la energía del Servicio Nacional de Pesca para denunciar estos hechos?. ¿Dónde su capacidad de sancionar estas conductas reconocidamente ecocidas?. Y, por fin, ¿donde están los políticos, que se supone deberían ser los supervisores y contralores asiduos de la acción estatal o particular, cuando ésta produce daños evidentes a la salud pública, al bienestar ciudadano o al entorno natural, o destruye en forma inmisericorde las fuentes de trabajo de esforzados pescadores de orilla?.

El rol de las Universidades como entes pensantes del desarrollo regional.

¿Dónde -me pregunto con evidente preocupación- han estado las Universidades más cercanas (Antofagasta, Iquique) que nadie hasta ahora ha escuchado su voz, en defensa de la vida marina, de la biodiversidad terrestre o de la salud humana gravemente amenazada?. Muy escasas voces valientes han sido oídas. Una de ellas, es la del biólogo Carlos Guillermo Guerra de la Universidad de Antofagasta, quien en reciente entrevista televisiva se atrevió a decir sin tapujos: "Tocopilla debe ser reubicada en otro sitio de la costa, pues su actual emplazamiento ha sido contaminado para siempre por las Centrales Termoeléctricas". "Más claro, agua".


Tocopilla: ciudad inviable.

De acuerdo a los biólogos marinos, el litoral de Tocopilla tardaría no menos de 600 años en reponerse y restaurarse, y tan sólo en el caso hipotético de una cesación radical del daño y una inmediata reubicación, muy lejos del mar, de sus monstruosas montañas de cenizas. ¿Alguien ha meditado seriamente sobre esto?. Los biólogos, químicos, antropólogos y médicos lo saben bien. Pero, me pregunto, ¿ la opinión pública es realmente consciente de esta situación y ha hecho algo por modificarla?. Nada ni nadie que sepamos. Nuestras autoridades, si lo saben (lo que está por probarse!), han preferido seguir la política del avestruz: cerrar los ojos e ignorar el problema, dejándolo intacto a las futuras generaciones. Recordamos aquí con dolor y sana indignación el dicho absurdo atribuido al Presidente don Ramón Barros Luco: "los problemas o se arreglan solos o no tienen solución", como un modo jocoso de justificar su aparente inercia al respecto.

Si paramos las Termoeléctricas, ¿paramos el Progreso? Respondiendo a una falacia.

El argumento de que "si paramos las Termoléctricas paramos el progreso", que circula por ahí ,es una torpe y vulgar falacia. No pocos lo repiten como loros, sin saber lo que dicen. Hoy mismo lo hemos escuchado en la Plaza Prat de Iquique, junto a los toldos donde las Juntas de Vecinos de la ciudad y de las caletas costeras directamente amenazadas, juntan con valentía las firmas para exigir a la autoridad un rotundo "No" a dichas Centrales contaminantes. Hoy, 18 de Junio del 2009 ya se habían juntado más de 10.000 firmas en protesta. Ojalá se llegue a las 40.000 ó 50.000.

Mientras animábamos hoy a los transeúntes a unirse a esta noble causa, de alto contenido ecológico (no ecologista!), una distinguida señora, muy bien vestida, acompañada de su marido, nos increparon por oponernos al "Progreso". Inútil fue pretender explicarles nuestra clara posición de: "progreso, sí, pero contaminación, no". Nos parece increíble: todos sabemos que hay energías utilizables que son totalmente limpias, no contaminantes, como la eólica y la solar, la mareomotriz o geotérmica. Pero hay evidentes intereses creados en torno a esto. Ya no nos cabe le menor duda. Analicemos por un momento y con lupa ese dicho de la señora de marras, que me increpó duramente hoy en la Plaza de Iquique: "oponerse a las Centrales es oponerse al progreso". Vale la pena hurgar en este baúl de los recuerdos.

Hurgando en el baúl de los recuerdos. La historia como "magistra vitae".

Los países europeos se opusieron, a mediados del siglo XX, a la podredumbre vaciada en sus ríos y puertos con desechos industriales, aceites, grasas o petróleo, y ganaron finalmente la batalla. Costó, pero la ganaron. El lago Constanza en Suiza y los ríos Danubio, Rhin, Main, y Elba -por citar solo algunos- eran verdaderas cloacas hacia los años 1930-1940. Hoy son un espejo de limpieza; volvió su rica y variada fauna piscícola y su flora ribereña, para encanto de los turistas. Los lagos norteamericanos Michigan, Erie y Ontario, en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, eran igualmente gigantescos vertederos de alcantarillas de todas las ciudades ribereñas. Hasta que una estricta legislación ambiental, secundada por una ciudadanía alerta, consciente y batalladora, obligó a las empresas contaminantes a poner freno a sus demasías.

El verdadero progreso energético para Iquique.

Hoy, aquí en Iquique, debemos a toda costa seguir ese ejemplo, aunque sea con un atraso de por lo menos 60-70 años. Nos hemos quedado muy atrás del "verdadero progreso": el respetuoso de la Naturaleza, aquel que considera que el hombre no es el único ser que tiene derecho a vivir en el Planeta Tierra; aquel que exige que Hombre y Naturaleza deben vivir en armonía, si quieren cohabitar para siempre uno al lado del otro, por algunos milenios todavía.... Nuestra generación actual no es (aunque a veces pretenda serlo) dueña absoluta, despótica, de su entorno, ni puede hacer con él lo que se le antoje.

¿Qué calidad de ambiente dejaremos en herencia a nuestros descendientes?

Nuestra generación debe transmitir a las siguientes, la de nuestros hijos, nietos y biznietos, unas playas de arenas limpias, un mar transparente, un aire incorrupto. Sin elementos sulfurosos, mercuriales o arsenicales, un mar adyacente sin materias fecales que alimentan los mismos peces que llevamos a la mesa. Eso queremos para Iquique y su entorno. Por eso, si alguien nos viene a ofrecer otro tipo de "progreso", respirando cenizas pútridas, almacenadas en millones de toneladas junto a nuestras playas, infectando in aeternum centenares de hectáreas de terraza costera, desparramando olores nauseabundos del molibdeno que expelen las chimeneas de ciertas Mineras, o tiñendo de negro de humo nuestras playas o roqueríos, les decimos "No". Basta ya!.

Pero para eso, solo una cosa es necesaria y urgente: exigir a gritos la modificación de la Ley Ambiental, ley permisiva que otorga toda clase de franquicias al contaminador, corta las alas al inocente poblador, o condena a la enfermedad al pulmón al todos los niños de la caleta Cáñamo o Chanavayita, víctimas inocentes de un vecino victimario, al que la justicia no puede perseguir por asesino, pues se encuentra parapetado detrás de una Ley que le da "carta blanca para matar" lenta, pero inexorablemente. Mientras no cambiemos la Ley Ambiental chilena y le exijamos el cumplimiento de parámetros internacionales de la más alta jerarquía protectora, demandando "contaminación cero", nada o muy poco podremos conseguir. A lo más, se nos tirará "unas cuantas migajas" en forma de "paliativos" o "mitigación del daño", para acallar nuestros alaridos de desesperación. ¿Hasta cuándo lo soportaremos?. ¿Se nos agotará un día, tal vez, la paciencia?.

¡No a las Termoeléctricas a carbón!.

¿Dónde están, me pregunto perplejo, en estos aciagos días de invierno, las voces de nuestros capaces biólogos, químicos, médicos o antropólogos , catedráticos de las Universidades locales, quienes más que nadie saben (o deberían saber) de estos peligros pues conocen sus nefastas consecuencias?. ¿Dónde están las inserciones de prensa de las organizaciones civiles o Colegios Profesionales, denunciando estos hechos?. En caso de elecciones presidenciales, se suele ver avisos pagados en los periódicos que publican listas de firmas de académicos, médicos o profosionales de todo tipo, en pro de tal o cual candidatura: "Académicos por Zutano", "Profesionales por Mengano". Eso es, exactamente, lo que haría falta hoy: "Profesionales por un aire limpio", "Académicos contra la contaminación". Pero aún no se les ha visto la cara, mientras algunos valientes Presidentes de Juntas de Vecinos de nuestro pueblos y caletas costeras se desgañitan gritando a voz en cuello en plazas, calles y Colegios: "No a las Termoeléctricas". Hoy solo ellos han sacado la cara por todos los ciudadanos, tal vez porque sólo ellos velan de verdad por la salud de sus conciudadanos, arriesgando sus puestos de trabajo y su seguridad personal.

Por fin alza su voz el Consejo Municipal de Iquique.

Por fin hemos sabido que el Consejo Municipal acaba de dar un veto total, por la unamimidad de sus miembros, a la instalación de las cuatro (4) Centrales Termoeléctricas proyectadas en la zona sur de la ciudad; ¡por fin!. Ya era hora. Ojalá que las Universidades, los Colegios Profesionales y todas las Juntas de Vecinos y Sindicatos sigan su valiente ejemplo y entreguen a la ciudadanía declaraciones de semejante tono. Porque si no lo hacen, ¿para qué existen, si ignoran lo que ocurre a nuestro alrededor?. Sería esto seguir, a letra, la política del avestruz: ¡mejor esconder la cabeza e ignorar el peligro!.

La opinión autorizada de la Universidad Católica.

La Universidad Católica acaba de plantear, hace un par de días (17/06/2009) ante la Cámara de Diputados en Valparaiso, su clara posición frente a este caso. Porque se siente especialmente afectada en su Concesión del Oasis de Niebla de Alto Patache, a muy corta distancia del sitio de instalación previsto para estas Centrales (menos de 5 kilómetros). Esta Concesión, ha sido otorgada por Bienes Nacionales, a la Universidad para el estudio del clima de niebla y la investigación, cuidado y preservación de la biodiversidad. Este oasis de neblina , el más investigado en Chile hasta ahora, ha sido objeto de numerosos estudios de geografía, clima, flora, fauna y antropología a parir del año 1997 a la fecha. La postura científica de la Universidad es categórica: o se da garantía total de que estas Centrales no producirán contaminación alguna, mediante la adopción de las tecnologías de última generación, propias de los países más desarrollados, o no deben instalarse en absoluto. Porque la experiencia reciente en Chile ha sido demasiado calamitosa.

En reciente documento presentado el 14 Mayo recién pasado por la Universidad Católica ante la CONAMA regional, como parte de la Participación Ciudadana contemplada en la Ley Ambiental, Nº 19.300, se hace ver la inconsistencia, debilidad científica y extrema precariedad del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) presentado por la Empresa Central Pacífico, una de las cuatro Termoeléctricas que amenazan el futuro de nuestra zona costera, al sur de Iquique. En dicho EIA fueron ignorados gran cantidad de parámetros ambientales y consecuencias previsibles tanto para la flora y fauna marinas, como para la flora, fauna y salud humana de los habitantes de las caletas aledañas (Cáñamo, Chanavayita, Caramucho). Esta falta de seriedad científica, en un tema de tanta envergadura preocupa vivamente, pues estáría revelando profundo desconocimiento de los reales impactos ambientales, inherentes a este tipo de instalaciones, en un medio costero muy frágil, donde existe una riquísima biomasa marina, varias caletas de pescadores artesanales, un turismo de playas creciente y pujante, y varios oasis de niebla dotados de vegetación y fauna endémica, de enorme interés para futuros estudios de factibilidad de obtención de agua para la agricultura y horticultura y para el consumo humano. Aspectos que o son totalmente desconocidos e ignorados en su Informe de EIA o sólo son tratados en forma muy soimera y parcial, casi diríamos irresponsable.

A los que preguntan por qué nos oponemos a este tipo de Centrales.

Pero volvamos a nuestra elegante interlocutora de la Plaza Prat:

¿Ha entendido Ud. ahora, estimada señora, por qué nos oponemos, con dientes y uñas, a las Centrales Termoeléctricas a carbón?. Tal como están planteadas hoy con uso de una tecnología deficiente y anticuada, y con el tipo de combustible más contaminante del planeta (el llamado petcoke), estas Centrales ciertamente no traerán consigo "progreso" -como quisiéramos- sino, lamentablemente, retroceso a una época ya superada de fuerte contaminación, como se dio hasta mediados del siglo pasado en Europa. Por eso nos oponemos. Porque queremos ser libres pero civilizados; no esclavos de tecnologías agresivas para el paisaje y los seres vivos, y demostradamente dañinas para la salud humana. Toda esa contaminación , de la que apenas nos percatamos hoy por falta de estudios y controles de emisiones, seguirá llegando, poco a poco, día a día hasta Iquique, arrastrada inexorablemente por los vientos predominantes del Sur, envenenando playas, sitios históricos y arqueológicos (ver fotos arriba) ,y destruyendo las expectativas turísticas de la ciudad y su medio costero (playas). Por eso repetiremos una y otra vez: "progreso sí, contaminación, no".

Corolario

De poco o nada servirán los reclamos, las marchas, las vociferaciones, las listas de oponentes si no se logra algo absolutamente esencial: exigir en todas las instancias y foros (políticos, parlamentarios, sindicales y sociales) la inmediata y substancial modificación de la Ley Ambiental Nº 19.300 bajo cuyo "manto protector" se han hecho, siguen y se seguirán haciendo todas las atrocidades ambientales en nuestro país. Este es el único camino. Bien lo saben los empresarios dueños de estas Empresas y por eso están tranquilos. El único "talón de Aquiles" realmente sensible, el único donde les podemos inferir un daño verdaderamente efectivo es éste: cambiar la Ley por una mucho más estricta, que obligue a bajar la contaminación a cero y siga el modelo de las más avanzadas del Planeta, para que realmente proteja nuestro Ambiente. Este es el único camino. Allá tenemos que apuntar.

(retocado el 20/06/2009, con adiciones al texto original).

1 comentario:

caroly dijo...

oly!!!!!!!!muy buena la informacion iia ke nos ayuda a abrir los ojos y a tomar conciencia de ke debemos luxar, por ke es nuestro planeta ,por "desarrollo" nos estamos matando nosotros mismo iia es hora de ke nos levamtemos y hagamos oir nuestra voz somos jovenes y tenemos fuerza y como se dice nosotros somos el futuro de chile entoces de nosotros tambien depende el cambio de esta situacion ke nos afecta a todos para ke en un futuro no muy lejano nos lamentemos aun es tiempo asi ke tomemos conciencia y hagamos entender a akellos hombres inconcientes de ke nuestra pacha esta siendo destruida luxemos por modificar la ley ambiental 10300 iia es hora!!!!


atte chinita_danger
jikisinkama ...