Una de las actividades propias de un antropólogo de campo con visión ecológica es saber denunciar, a tiempo y con energía, la existencia de trabajos, acciones o labores humanas reñidas con la protección ambiental o la debida protección del acervo cultural o social de nuestros pueblos. Así como somos de opinión de que los antropólogos no deberían abanderizarse fácilmente con un determinado partido o facción política o religiosa -cosa que ocurre con frecuencia en nuestro hiperpolitizado país- tenemos la profunda convicción de que es de responsabilidad del antropólogo con visión ecológica dar oportunamente la voz de alerta en situaciones de conflicto social, cultural o medioambiental, donde, en último término, suelen desencadenarse nuevos problemas y de mayor envergadura para la existencia humana.
La razón última de esta afirmación radica en que todas las culturas humanan fueron y aún son absolutamente dependientes del ambiente natural que la rodea. No somos "deterministas ambientales", al estilo que se ha achacado al antropólogo alemán Friedrich Ratzel, pero es de su medio ambiente de donde el grupo humano extrae la totalidad de los materiales que necesita para su mantención y sostenimiento. En efecto, cuesta imaginar lo que habría sido el desarrollo de las sociedades humanas sin el petróleo, el alquitrán, el hierro, el estaño, la plata, el oro y tantos otros elementos valiosos que el ser humano extrae febrilmente de sus entrañas. Es decir, el ambiente natural que lo rodea no predetermina o fija el tipo o forma de la cultura de un cierto grupo humano, pero ciertamente influye -y muy poderosamente- en él, dejando impresa su impronta de mil maneras.
Y es, precisamente, a través de los restos dejados en sus asentamientos o cementerios donde el arqueólogo de campo vislumbra el tipo de cultura y grado de desarrollo de un determinado grupo humano del pasado. En efecto,¡cuánto hemos aprendido acerca del modo de vida y actividad de los cazadores alpinos, gracias al descubrimiento intacto del cuerpo, vestimenta y pertenencias de Ôtzi, el cazador asesinado, que quedó sepultado en el hielo de los Alpes, con fecha de muerte en el 3.300 A.C.!
Pero no se trata aquí tan solo de denuncias de tipo medioambiental. Hay otros tipos de errores humanos que requieren también de atención y preocupación por parte del antropólogo consciente del valor inherente a los elementos que se debe considerar parte del "patrimonio cultural" de un pueblo o de un período de la historia.
El caso especial del Museo arqueológico de San Pedro de Atacama.
Nos parece que el caso del Museo arqueológico de San Pedro de Atacama -levantado por Gustavo Le Paige en el año 1962- marca un hito histórico: "un antes y un después" en la historia de las comunidades atacameñas. ¿Por qué?
g. 1. Fotografía del padre Gustavo le Page que aparece en la obra de Mario Orellana "Historia de la Arqueología en Chile", Bravo y Allende Editores, 1996: 185.
Hay un mundo de diferencia entre lo que sabíamos de las culturas pobladoras de Atacama, su cronología y sus etapas de desarrollo cultural antes y después de Le Paige. Hacia el año 1955, (fecha del arribo de le Paige a San Pedro de Atacama), solo conocíamos fragmentos dispersos de esta cultura a través de los escritos de Max Uhle, Ricardo E. Latcham, Aureliano Oyarzún, Stig Rydén, Gôsta Montell, Juan Christian Spahni, Grete Mostny y alguno que otro estudioso más. Con el arribo de le Paige y sus trabajos en la zona, en cambio, se abrió un panorama insospechado, tanto de antigüedad como de variabilidad de las formas culturales que se sucedieron en torno al Salar de Atacama .
Mario Orellana Rodríguez, buen conocedor de la arqueología en Atacama y autor de la obra Historia de la arqueología en Chile (1996), no duda en afirmar lo siguiente, sobre el aporte señero de los estudios y trabajos de le Paige en y para la zona atacameña:
"En sus trabajos científicos, alcanzó grandes éxitos y también fue criticado. Pero, igualmente, nadie puede negar que su obra es permanente, que San Pedro de Atacama es conocido por sus trabajos, especialmente de excavaciones de tumbas y la construcción del Museo. Por muchos años, los trabajos arqueológicos giraron alrededor de los descubrimientos de le Paige. Nuetros trabajos y de otros pudieron hacerse a partir de los materiales culturales exhumados por le Paige. Más allá de las críticas a sus métodos y teorías, no se puede dejar de reconocer que Gustavo le Paige es el recreador de la arqueología atacameña. Luego de Ricardo Latcham quien escribió su excelente "Arqueología atacameña" en 1938, Le Paige nos descubrió el mundo de los cazadores y recolectores, le dio profundidad cronológica a estos primeros, ocupantes de la Puna (más allá de que aún no se hayan verificado sus antiguas fechas), postuló una continuidad del desarrollo cultural para la región, dándole cohesión a su interpretación personal, y, sin lugar a dudas, entregó a los arqueólogos un universo de materiales culturales para ser estudiados e interpretados con nuevas técnicas y teorías" (Orellana, 1994: 188; énfasis nuestro).
La construcción del Museo en 1962, propiciada y efectuada por él y sus ayudantes atacameños, constituyó, sin duda alguna, un hito muy particular para toda la zona norte. Fue, en efecto, un hito histórico para el Norte de Chile, su turismo y sus estudios e investigaciones. Per eso, entre otras muchas consideraciones, somos de opinión de que su museo original (al menos una de sus primeras manifestaciones) debería conservarse como reliquia y recordatorio de una época muy fructífera para la arqueología en el Norte de Chile (1956-1980). El recuerdo y la memoria de le Paige, están indisolublemente unidos al destino de su Museo. Borrar del mapa el Museo original -como se ha pretendido- es sin la menor duda, un intento sórdido y solapado por borrar o al menos desfigurar y desnaturalizar los notables aportes de le Paige para toda su región: Atacama.
Por esas razones es que no hemos trepidado en tildar de "iconoclastas" a aquellos "genios" que idearon esta destrucción, en especial los especialistas del Museo -sus presuntos autores intelectuales- y algunas autoridades municipales de la época que no se percataron - o no quisieron percatarse- del efecto buomerang que tal medida tendría sobre la figura misma, el prestigio y la herencia cultural del sacerdote-arqueólogo.
Otros factores de denuncia.
Algunos otros trabajos de nuestro Blog que vamos a enlistar a continuación, dicen relación con la destrucción de bienes culturales efectuada por personas, por máquinas en faenas extractivas o por la instalación de procesos que perjudican la salud humana y/o la deterioran visiblemente. O por actividades humanas varias, que deterioran, modifican y comprometen el medio geográfico natural, como es el caso de las competencias deportivas realizadas a campo traviesa, con olímpico desprecio del medio natural circundante.
En particular, son objeto de nuestra denuncia aquellas actividades que producen alta contaminación por metano ó CO2 y que afectan la salud humana y comprometen gravemente el destino mismo de la Humanidad. Nos referimos aquí al problema candente del calentamiento global de nuestro planeta tema sobre el cual hemos redactado un capítulo especial en este nuestro Blog (Número 22 del presente listado).
Por fin, hemos querido igualmente reflexionar sobre algunos acontecimientos recientes ocurridos en la vieja Europa que nos dejan especialmente preocupados e inquietos por el destino de la civilización cristiana en Europa.
Nuestro listado.
1. 29/07/2009. "En Iquique: centrales termoeléctricas en el banquillo de los acusados. La perversidal del petcoke".
2. 07/04/2011. "Falacias ocultas detrás de una Central Termoeléctrica: cómo desenmascararlas".
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