jueves, 19 de mayo de 2016

Un médico norteamericano visita Coquimbo y la Serena en el año 1832: descripción de las balsas de los changos y otros aspectos de la sociedad de la época.


Presentamos en este capítulo una sección escogida  (capítulo) de  la obra del médico naval norteamericano William Samuel Waithman Ruschemberger  atingente al tema de estudio de los changos, pescadores autóctonos de las costas desérticas de Chile  y  Perú.  Sus páginas  nos presentan informaciones de primera mano, obtenidas in situ por este testigo presencial. La referencia corresponde al mes de septiembre del  año  1832.  Aquí presentaremos, primero  las referencias obtenidas en el puerto de Coquimbo (La Herradura) y un análisis de las mismas desde el ángulo eco-antropológico. También se hace hincapié aquí sobre otros aspectos sociales, económicos y aún botánicos de la región que al autor llaman particularmente la atención en su visita.

En un próximo capítulo, nos referiremos a la descripción del puerto de Cobija, en la costa de Antofagasta, por entonces perteneciente a Bolivia. Esta última descripción, minuciosa  y pormenorizada, ocupa todo un capítulo  correspondiente a las "Noticias de Bolivia" del autor.

Fig. 1. Reproducción de la portada de la obra original de William Ruschemberger, publicada en Londres en 1835. (ejemplar donado por Mrs. Lillian Quinn en East Setauket, USA).

Fig. 2. Publicación castellana de la misma obra, traducida por  Eduardo Hillman Haviland. En esta edición -como se señala más abajo- falta el capítulo dedicado a la recalada en el puerto boliviano de Cobija, hoy  perteneciente a  Chile. Aquí, en Cobija, el médico  hace nuevamente referencia a las balsas de cueros de lobos marinos de los pescadores changos que ya había descrito en el puerto de Coquimbo.

Cómo llegué a conocer el original de esta obra.

En el año 1970, recién llegado a los Estados Unidos a iniciar  mis estudios de doctorado en Antropología en la State University of New York, en Stony Brook,  conocí  accidentalmente esta obra. Era parte de la biblioteca de Lillian Quinn, una antigua profesora básica norteamericana que en sus años mozos, hacia 1910-1915, había vivido en la ciudad de La Serena, (Chile) donde su hermana había  sido nombrada Directora de la recién creada  Escuela Normal.  A su arribo a Valparaíso, Lillian compró esta obra, publicada en Londres en el año 1835,   en la librería "Cosmopolita" de ese puerto para informarse más en detalle de la región en la que iba a vivir por unos años. Lillian residía, ya muy anciana, en el pueblo de East Setauket, cuando yo llegué con mi familia  a comienzos del año 1970. Deseosa de practicar la lengua castellana que aprendiera cuando niña,  me pidió la visitara regularmente, para practicar este idioma que conservaba aún, con la típica pronunciación chilena. 

Hurgando entre sus libros.

Entre nuestras amenas conversaciones, mitad en inglés y mitad en castellano, ella me mostró los libros que conservaba, como joyas, de esa su ya tan lejana época de juventud en Chile. La obra me interesó vivamente, al descubrir que su autor, médico de la marina  estadounidense, había descrito magistralmente parajes de la costa del norte de Chile que me eran familiares; entre ellos, Coquimbo y Cobija.  Y en aquellos parajes, había observado con detención el trabajo de pescadores autóctonos y sus extrañas embarcaciones hechas de cueros de lobos marinos.  Éstos, conocidos en la literatura etnográfica chilena y peruana como "changos",  construían y utilizaban  las "balsas"  tanto en la pesca costanera como en el carguío de mercaderías a los barcos surtos en los puertos.  El ojo perspicaz del autor del libro, el médico y marino William Ruschemberger, los describió con muy certeros rasgos, dejándonos precioso testimonio de su  existencia y actividad  como cargadores de puerto y avezados navegantes.

Observaciones de tipo geográfico,  ecológico y etnográfico.

Las páginas de la obra de este marino que  aquí presentamos en idioma inglés en su edición original de 1835, rebozan de observaciones de gran interés  eco-antropológico, razón por la cual  intentaremos extraer de su texto datos e informes, a veces pequeños, a veces, más completos,  que nos arrojan potente luz sobre los pobladores de la costa y el  ecosistema de la época, tal cual nos llegan a través de la vívida descripción del viajero. La obra fue parcialmente publicada  en Chile por  la  Editorial del Pacífico, S.A., en su Colección "Viajeros de antaño",  con el título: "Noticias de Chile (1831- 1832)", en el año  1956; 120 p. Digo parcialmente, pues  el editor chileno, de siglas H. M.,   no reparó que  en su sección dedicada a  las "Noticias de  Bolivia", el autor inglés  incluía también preciosas referencias a su recalada en el puerto de Cobija, en la costa de Antofagasta, por entonces (1835) en posesión de Bolivia.  Su visita de varios días a la zona de Cobija y Gatico, le permite acopiar referencias de gran interés para nosotros, por tratarse de un médico, testigo  de excelente formación científica,   que llegó a ocupar altos puestos  en la Academia de Ciencias de Filadelfia. 

¿Quién era William  S.W. Ruschemberger?. 

Extractamos las escasas noticias que  la citada obra de la Editorial del Pacífico publicó en  1956 sobre su autor. Hemos hallado otras referencias sobre este interesante personaje en Internet.  Su vida transcurre entre  el 4 de septiembre de 1807, (nace en Bridgeton,  New Jersey, Estados Unidos) y el 24 de Marzo de 1895 (fallece en Filadelfia, Estados Unidos). Visitó Chile por vez primera  en el año 1827 ó 1828, a bordo del barco Brandywine, como ayudante del cirujano a bordo. Las observaciones que aquí presentaremos, corresponden a un segundo viaje suyo, a bordo esta vez del Falmouth, velero también norteamericano. William se recibió de médico en la Universidad de Pennsylvania  (Perelman School of Medicine) en el año 1830 y fue nombrado Cirujano de la Marina, el año 1831.  Por tanto, al inicio de  este viaje a las costas de Chile, Bolivia y Perú, era sumamente joven,  apenas de 24 años, y estaba recién recibido de médico.  Tanto más mérito tiene  su obra, por su notable interés en  registrar detenidamente todo lo que observa, pregunta o lee sobre las costumbres, historia, demografía o economía  de las zonas que visita.  Ruschemberger conoce las obras de varios de los navegantes que le precedieron;  así, cita a Frézier, a Miers, a Porter, a Basil Hall, a Miller; pero también conoce  y cita los escritos de  españoles como Unanue, Jorge Juan y Antonio de Ulloa. También  ha leído las ediciones del famoso periódico "El Mercurio Peruano". Llama la atención su particular interés por averiguar informes sobre  el movimiento de navíos en la costa, características defensivas de los puertos,  así como su capacidad de descripción de las costumbres y hábitos de los pueblos y ciudades que visita.  Mayor información sobre  este personaje, sus viajes y sus obras,  se puede obtener  a través de  Internet en
 https://es.wikipedia.org/wiki/William_Samuel_Waithman_Ruschenberger.

Obras del médico naval.

 Entre  1870 y 1882, Ruschemberger fue  Presidente de la Academia de Ciencias de Filadelfia y, desde 1879 hasta 1883, presidente de la  Facultad de Medicina de la misma ciudad.  Fue autor de varias obras, además de la presente, como:  A Voyage around the World (1835),  Elements of Natural History (1850) y otras. En 1854  aparecieron sus  "Notes and Commentaries During Voyages to Brazil and China". Una de sus más divulgadas obras fue  su "First Books on Natural History", una serie de ocho volúmenes  que llegó a ser muy popular en su tiempo. En su manera de relatar, este médico se manifiesta como un naturalista nato, con un particular interés por la botánica, la geografía y la biogeografía. La obra que presentamos, en consecuencia, aun siendo obra de su juventud,  no por eso está  desprovista de un creciente interés para un antropólogo cultural y un ecólogo.

Las páginas del texto,  Capítulo VII. Visita  a Coquimbo y la Serena.

Fig. 3.   Llegada a Coquimbo. Fuertes vientos (alisios)  del sur. Descripción de la ensenada o bahía de Coquimbo (La Herradura).

Fig. 4.   Carga de agua potable en los navíos. El puerto de Coquimbo fue un antiguo surgidero de barcos balleneros que ya no acuden a este lugar. Variedad de pescados y mariscos, algunos de especies diferentes a las que se encuentra en  la zona de Valparaíso.

Fig. 5. Referencia a la falta de municiones del fuerte que lo protege. Describe detalladamente  las balsas de cueros de lobos marinos  que en gran número acuden a los costados del velero americano para ayudar en las faenas de descarga. Explica en qué consiste una "balsa" y cómo está construida. Utilidad  de estas balsas en estas costas. 

Fig. 6.  Disputas entre  tripulantes de balsas.  Descripción del puerto: su población consiste en  una docena de ranchos, otras tantas ramadas, y un edificio  de dos pisos: la capitanía de puerto. Cómo se hace una ramada.  El muelle.  La Aduana. Llegada de barcos  norteamericanos a cargar cobre.  Su capacidad de carga hasta  800 quintales españoles. Valor del quintal de cobre.

Fig. 7. Envío de 70 a 80 marcos de plata en forma de "plata piña" a Inglaterra por barcos ingleses. Contrabando de oro. Descripción del camino del puerto a la ciudad. Puente hecho  de  costillas de ballena.  Cóndores y  multitud de  jotes  devoran un animal muerto. Modo local de cazar los cóndores.

Fig.  8.   Entrada a La Serena.  Aspecto de las calles y edificios  en torno a la plaza principal. Casa del gobernador, el hospital público y seis o siete iglesias. El tipo de viviendas, casi todas de un solo piso. Su población no supera los 10.000 habitantes. Las frutas que se producen aquí: lúcumas, chirimoyas, naranjas, limones, manzanas. Diferencias de gusto respecto a otros lugares de América.  Los jardines y plantas que adornan las casas. La ciudad está algo alejada del mar, separada de Coquimbo por una extensa planicie de arenas.

Fig. 9.  Chacras que rodean la ciudad.  La  región experimenta una aguda sequía que ya dura tres años (1828-1831) y ha provocado serios problemas. Falta total de pastos; falta de agua para la extracción de minerales. Grave amenaza  de ruina total en la zona  por la falta total de lluvias. Un silencio sobrecogedor  ronda la ciudad,  solo interrumpido por el cascabeleo  de las tropas de mulas que traen el cargamento de mineral. Una tropilla de mulares deposita mil quintales de carga.  Vigorosos operarios descargan sacos de hasta doscientas libras  sin aparente cansancio; su vestimenta de trabajo. Carencia de  vida social  y recreación en la ciudad. Ocupación de las mujeres.

Fig. 10.  Entretenciones de los hombres: el billar, el juego de cartas, y el fumar. Abundancia de minas en la provincia de Coquimbo. Se produce cobre, plata, oro y hierro.  Este último mineral no se trabaja por falta de combustible. No existe carbón aquí. La madera que se utiliza es la  de los espinos, y de una especie de acacia que se llama algarrobilla; cualidades de sus frutos. Dificultad para obtener muestras de minerales y su precio.  Descubrimiento  de una mina que arrojó  "papas" de plata (plata nativa). El comercio local se  abastece de elementos domésticos mediante viajes a Santiago o Valparaíso una o dos veces al año. El correo a Santiago tarda de 7 a 8 días, pero las mulas cargadas  tardan a lo menos 20 días.

Este capítulo cierra, en su página  289,  la sección del libro denominada "Noticias de Chile".

Referencias  eco-antropológicas.

1. Las balsas de cueros de lobos de los changos.

Haremos aquí un breve recuento y comentario a  las observaciones  que nos aporta la descripción de Ruschemberger.

a)  Se nos señala  que a la fecha ( septiembre 1832)   su barco, el  velero  Falmouth, fue visitado por numerosas "balsas" de la bahía. Este dato nos da a entender que  todo el  carguío y descarga de los navíos, se hacía mediante este tipo de embarcaciones aún en puertos de aguas  tranquilas como éste. En cambio, en su descripción del puerto de Valparaíso, el autor no las nombra en ningún  momento, sino habla de lanchas o chalupas (launches, p. 139). Lo que nos sugiere claramente que, por entonces, en el puerto de Valparaíso ya no existían balsas, o, al menos,  que éstas ya no eran usadas en estas faenas portuarias   (p. 278).

b)  Explica  con cierta prolijidad el sistema de construcción de las "balsas".  Están formadas éstas por dos cueros de foca (seal-skins). Estos cueros son cosidos formando bolsas (bags)  que se inflan con aire y son  amarradas una al lado de la otra en una punta,   quedando las otras separadas,  semejando la abertura de un compás  (they expand like a pair of compasses). La confusión entre un lobo marino y una foca, por parte de nuestro autor,  es muy comprensible, toda vez que en el hemisferio norte, en el océano Ártico, solo existen focas (Fam. Phocidae). Los lobos marinos  (Otaria spp.; fam. Otaridae), son propios  de los océanos Pacífico sur  y Atlántico sur. Son muy abundantes en la costa sudamericana bañada por  la Corriente de Humboldt donde forman, en roqueríos costeros,  enormes loberas o loberías. Ambas especies, foca y lobo marino,  se asemejan  físicamente bastante (p. 278).

c) Indica con precisión la posición del remero en su balsa. Este se sitúa  en la parte frontal de la balsa o proa (lugar donde se unen las dos puntas de los odres que la forman)  y va sentado a horcajadas, con los pies en el agua (p. 279).

d) Señala acertadamente la forma del remo y de bogar del remero. Este es un remo de doble pala, en cuyos extremos se observa la forma de paleta o pala, instrumento  que el remero ágilmente  mueve de un lado al otro de la embarcación,  para hacerla avanzar (p. 279).

e) Se indica  su modo de empleo y utilidad en estos puertos: llevan mensajes, pescan peces y también llevan de contrabando  en una pequeña bolsa de cuero  que ocultan bajo su asiento, trozos de mineral de oro o plata (p. 279).

f) Los tripulantes de estas balsas son famosos por su honestidad  pues se les confía eventualmente el transporte de verdaderas fortunas, sin que jamás hayan  robado un solo penique (p. 279).

g) con motivo de  rencillas entre ellos, se esfuerzan por perforar el cuero de la balsa del contrario, haciéndoles  así perder aire. No raras veces las embarcaciones de ambos contrincantes  quedan de esta suerte destrozadas y se hunden . Sus ocupantes deben salvarse a nado (p. 280).

h) Echamos aquí de menos información acerca de la longitud del remo, y/o el tipo de madera con que los construyen  así como acerca  del detalle  cómo cosen los cueros para dar forma al odre  o, por fin, cómo confeccionan y disponen  la lengüeta  con la que inflan los odres, sea en tierra, sea en el mar. Sobre estos aspectos, por fortuna, tenemos  información fidedigna entregada por los cronistas (como Bibar) o viajeros (como Frézier o Feuillée y otros posteriores).


Detalles  respecto a la geografía, botánica o zoología de la zona visitada.

a)  De gran interés para la historia económica y la geografía física  es la referencia a la terrible sequía que azotó la región entre  1828 y 1831 con mucha mortandad de ganado y fuerte pérdida de producción agrícola:   "la provincia  está reseca" (p. 286).

b)  Las referencias al tráfico de mulas cargadas de mineral que llegan a la ciudad de La Serena, a sus cargadores  y sus características físicas y su  vestuario son sin duda  de interés para la sociología  y la antropología cultural. "Los peones  que acompañaban las mulas son notablemente musculosos y bien proporcionados y  maniobran sacos de doscientas libras son mayor esfuerzo". (p. 287).

c)  De importancia para la etnobotánica regional es la indicación de que la planta llamada algarrobilla  era muy usada como combustible y su fruto tomado en infusión, posee  la virtud  de restaurar la  paternidad y/o maternidad  perdida. Tema que linda ya con las creencias y  la  mitología  popular.(p. 288).

d)  De gran interés nos parece  la página dedicada a  referir   el modo que tienen los cóndores de devorar  sus presas.  Rumbo a la ciudad de La Serena, topa casualmente con  el cuerpo de una mula muerta, que en ese momento era consumida simultáneamente por siete cóndores y numerosos jotes. Los cóndores son nombrados con su propio nombre castellano  (condors), mientras que los jotes son referidos como  buzzards.   Aprovecha el autor de indicarnos aquí el modo exacto como en el campo chileno (in the country) son habitualmente cazados, dejando una presa muerta  rodeada de una estrecha empalizada. Los cóndores, hartos de comida, no pueden volar sin correr previamente un trecho, momento que aprovechan los peones ocultos a la distancia,  precipitándose sobre ellos y protegiéndose de sus picotazos, los acaban a palos. La presencia de la alta  empalizada, les impide alcanzar a tomar vuelo. El relato sugiere claramente que el autor ha sido advertido por sus guías chilenos  acerca de cómo se les cazaba en su época en el medio rural. Hasta hace unos cien años, era frecuente ver cóndores en las costas de Chile, aún en las playas. Tal hecho es hoy imposible o extremadamente raro, habiéndose retirado la especie, rehuyendo la presencia del hombre, a los lugares inhabitados de la cordillera. Su número ha  mermado considerablemente  (p. 283-284)..

e) Por fin, hacia el final del capítulo,  aparece una interesante  referencia  mineralógica  indicando el hallazgo eventual  de valiosas "papas" de plata, o  sea, de grandes trozos de plata nativa, cuyos ejemplares alcanzan altísimos precios (p. 289).  Este dato apunta al oculto interés del marino por adquirir muestras  de minerales de la región, para llevar a los Museos de Europa.

f) El interés, demostrado durante toda la obra por señalar la existencia y explotación de minas de oro, plata, cobre y  hierro,  se hace patente a lo largo de todo el relato. Era éste un aspecto en el que los comerciantes ingleses de la época se interesaban  especialmente, pues constituía el rubro más importante de comercio  con  los países de América.


2 comentarios:

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...


Recibimos desde Francia el siguiente comentario del investigador nortino Señor Damir Glaz-Mandakovic, tocopillano, que agradecemos especialmente:

"Estimado Sr. Larraín, soy un seguidor de su interesante blog Eco-antropología. Gracias por tan interesantes reflexiones.


Al igual que UD. también soy un "bloguero", por ello, le invito a visitar mis dos sitios:

www.tocopillaysuhistoria.blogspot.com

www.sudoesteboliviano.blogspot.com

Saludos cordiales desde Francia".

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Estimado Damir: Gracias por tus comentarios sobre mi blog. Cuando uno ya está cerrando el capítulo de la propia trayectoria de investigación a causa de la edad (son ya 87 años!), se siente vivamente la necesidad de dejar algún legado a la posteridad. Se experimenta el imperioso anhelo por transmitir vivencias, experiencias o reflexiones que han surgido en la propia investigación, sea ésta de gabinete o de campo. No sabría yo decir si esto es algo muy general, que ocurre a todo el mundo en su vejez, o es algo movido por motivaciones más espirituales o superiores. Desde mis tiempos de joven (1942-44) cuando conocí tan de cerca al santo jesuíta Alberto Hurtado Cruchaga S.J, éste nos motivaba en el Colegio con su conocida energía y tenacidad a hacer rendir al máximo los talentos y dones que Dios nos diera, en beneficio de los demás, nuestros contemporáneos. Fue éste un llamado insistente y enérgico a no ser egoista, a compartir, a entregar a los demás parte al menos de lo que hemos recibido en forma gratuita. Este sentido de profunda "responsabilidad académica" lo he sentido siempre muy vivo en mi vida y, en el caso que nos ocupa, me motivó a presentar al público este blog, que tiene mucho de autobiografía y de reflexión antropológica personal. Que éste, además, haya sido útil a otros, más jóvenes, nos complace y nos aguijonea a hacerlo cada día mejor, mientras las fuerzas nos acompañen.

Damir: gracias por tus palabras de aliento en esta tarea.

Dr. Horacio Larrain Barros (Ph.D.)