Ahora, en cambio, en este capítulo nos referiremos a los efectos negativos en el paisaje, derivados directamente de las copiosas lluvias. Las fotografías son todas nuestras (H. Larrain), y corresponden a tomas hechas en nuestras recientes visitas de los días 25/10/2015 y 12/11/2015.
Las imágenes que siguen a continuación, darán al lector una pálida idea de la magnitud del fenómeno que se descargó sobre el oasis de niebla en agosto del año 2015. Magnitud muy superior in situ, a los efectos visibles de las lluvias caídas aquí mismo en el mes de agosto 1997, de acuerdo a nuestra experiencia personal en la zona.
Fig. 1. Camino de acceso a la cuesta de "La Peluda", unos 50 metros antes de los letreros alusivos a la entrada al Oasis de Niebla de Alto Patache. El agua en forma de correntada escurrió violentamente por la huella, como si se tratara de su propio y antiguo cauce natural. (Foto tomada de Este a Weste el día 25/10/2015). El camino quedó, como secuela inmediata, enteramente destruido, creándose profundas cárcavas, impidiendo el paso de vehículos..
Efectos devastadores.
¿Qué agente provocó los cambios en ese paisaje?.
La presencia del fenómeno de "El Niño" en el Pacífico, ha sido tradicionalmente la causa de enormes precipitaciones o inundaciones en diversos regiones del mundo. La costa árida de Sudamérica (Perú y Chile), no es, por lo tanto, una excepción. Aquí, donde normalmente no llueve casi nunca o solo muy poco, la aparición de lluvias torrenciales, con formación de cauces de agua destructores, es algo mucho más notorio y llamativo. La NASA (National Aeronautics and Space Administration) de los Estados Unidos ha estudiado especialmente el comportamiento comparativo de este evento en sus últimas manifestaciones (1982-83, 1997-98, 2002, 2010, 2015). A nivel mundial- se nos asegura- el fenómeno de "El Niño" más intenso en la historia reciente de la humanidad, fue el de 1997-1998. Nosotros hemos sido testigos directos de su efecto concreto en el sector sur de Iquique en agosto de 1997. En esa fecha, si bien no teníamos in situ un pluviómetro para medir el monto exacto de agua caída, hicimos al día siguiente de la lluvia una perforación (pequeña calicata) de 20 cm x 20 cm (de superficie) con el objeto de medir la profundidad a que habría alcanzado la humedad, como efecto directo de la lluvia. Nos arrojó el dato de 37 cm. de profundidad de humedad intensa. Humedad suficiente para hacer producir semillas, bulbos y raíces de todas las plantas vivas.
Lluvias locales muy superiores a las del año 1997.
Pues bien, la cantidad de precipitación pluvial caída el día 8 de agosto del reciente año 2015, fue claramente muy superior a la caída en 1997, habiendo medido nosotros en el mismo oasis de niebla de Alto Patache, unos 4 días después del evento, una profundidad superior a los 90 cm. de tierra humedecida por la lluvia. Sabemos ahora con certeza, por los registros pluviométricos, que en este lugar cayeron 50 mm de agua en 48 horas, y en gran parte, en las primeras seis horas del día 8 de agosto (según datos registrados en la estación meteorológica de Alto Patache). Lo que, para los efectos de la transformación del paisaje geomorfológico del sitio, significa que esta lluvia del año 2015 fue muchísimo más intensa y destructora que la ocurrida in situ, en el mismo mes de agosto, en el año 1997. Las lluvias de ese año 1997, no alteraron mayormente el suave paisaje de las laderas, pampas y quebradas, tal vez porque el agua caída no se concentró en muy pocas horas, como ocurrió el recién pasado 8 de agosto 2015. Por esta misma razón, aquel año 1997 no se detectó la formación de aluviones, con apertura de grandes cárcavas y profundos cauces como ahora.
Nuestra experiencia personal en ambas fechas: 1997 y 2015.
En el mes de agosto del año 1997 tuve la oportunidad de subir al oasis de niebla de Alto Patache al día siguiente de acaecidas las lluvias. El camino de acceso en la cuesta que sube desde Patillos hacia el Salar Grande, conocido como "Camino de la Sal" no se cortó en ninguno de sus tramos. Recuerdo muy bien, sin embargo, que aún corría por la huella asfaltada una cierta cantidad de agua de lluvia. En el episodio de los días 8 y 9 de agosto 2015, en cambio, el camino se cortó en varias partes, acumuló arenas y ripios de los costados y una masa de agua mezclada con sal se precipitó desde la pampa alta hacia abajo, siguiendo el antiguo cauce natural de las sinuosidades de la ruta, y rompiendo, al llegar al acantilado, el dique de protección, precipitándose el agua ladera abajo. Es decir, las aguas recuperaron su cauce ancestral. Tal cosa no ocurrió en 1997. Claras señas de este episodio aún son visibles hoy (Enero 2016) en el color blanco de la sal que tiñe sectores del despeñadero.
Con motivo de las lluvias recientes del mes de agosto 2015, todos los pequeños cauces hasta ese momento secos desde hacía muchos decenios y hasta los senderos y huellas de tráfico humano se transformaron súbitamente en riachuelos torrentosos y arrastraron material de barro y piedras. Pensamos que las imágenes que mostramos a continuación son muy elocuentes en este sentido.
Fig. 4. Parte posterior (sur) de la pequeña Casa-Estación. Utilizada como comedor y sala de estar del equipo visitante, sufrió el impacto directo del potente golpe de agua barrosa. En su interior, la confusa mezcla de barro solidificado, utensilios de cocina, sillas y cubiertos de mesa desparramados por el suelo, era sobrecogedora. Hasta el motor de la luz quedó embutido en el fango. Por fortuna, la potencia del aluvión optó por elegir, como vía principal de evacuación, el costado de la casa donde cavó un cauce hacia la pampa vecina. La casa descansa sobre pilotes de madera, lo que la salvó de la catástrofe.
Fig. 5. A escasos metros de la Casa-Estación del oasis, allí por donde subía un pequeño sendero hacia el Este, las aguas lluvias excavaron un nuevo cauce natural de bajada, perforando el subsuelo y dejando una cárcava viva a la vista.
Fig. 6. La Casa- Estación vista desde el Weste hacia el Este. Elegido este sitio originalmente como asiento de nuestra casa por hallarse protegido de los vientos predominantes gracias a una ladera de cerros protectores, nadie pensó en aquel año 2000 sobre posibles riesgos de aluviones futuros. Tal era la mansedumbre del paisaje acogedor que se ofrecía por entonces a nuestra vista. Aquí instalábamos nuestras carpas, antes de disponer de la comodidad de una casa.
Fig. 7. Sección posterior (trasera) del baño. Se puede observar la fuerza del impacto de la masa de barros y lodos que alcanzó a los 2.50 m. de altura, como lo indica aquí con la mano nuestro colega Pedro Lázaro.
Fig. 8. Cómo quedó el interior del baño. El barro alcanzó una altura de más de 1,60 m. desde el piso.
Fig. 9. Esta vista muestra la forma como corrió cerro abajo la masa de agua, cubriendo amplias zonas de la pampa aledaña para terminar formando una lagunilla en la hondonada del fondo.
Fg. 11. El sombreadero de malla raschel destruído por la fuerza del aluvión. De izquierda a derecha: Sebastián Toro, Pedro Lázaro y Cristian Riffo, mis acompañantes.
Fig. 12. Una planta de Atriplex que sobrevivió a la embestida del agua, allí donde antes estaba instalada la pequeña parcela agrícola de experimentación.
Fig. 13. Estrías formadas por el escurrimiento de las aguas ladera abajo (rill wash).
Fig. 14. Del piso de suelo agrícola que habíamos formado al fondo de la quebrada, nada quedó.
Fig. 15. Excavación producida por la bajada de las aguas.
Fig. 16. Cárcava producida por la corriente del aluvión. Queda en pie el letrero alusivo a la presencia de la parcela agrícola regada con agua de la niebla.
Fig. 17. Aquí estaba la pequeña parcela de experimentación agrícola.
Fig. 18. Regueras o canalículos que se formaron en las laderas con las lluvias y que se precipitaron sobre nuestra pequeña parcela agrícola experimental. La gran cantidad de regueras que se formaron en todos los cerros que conforman el oasis, testimonia de la potencia del agua caída y su capacidad de horadar y perforar el terreno.
Fig. 19. Área de Bajo Patache. A la izquierda de la fotografía, al medio, sector rocoso donde se hallaba el antiguo campamento indígena. (Bajo Patache-1). Observe el área de color verde pálido por efecto de la vegetación efímera formada por Nolana jaffueli y Cristaria molinae, surgida tras las intensas lluvias de agosto 2015.
Fig. 20. Vista desde la carretera costera directamente hacia el Este-Sureste. Sector Bajo Patache. La vegetación descendió hasta los 150 m snm. tiñendo de color verde las laderas.
Fig. 21. Entre los paños color verde pálido de la vegetación, se observa deslizamientos de tierra y piedras desde lo alto.
Fig. 23. Desde el sitio de Bajo Patache-2 (zona de nuestros descubrimientos arqueológicos en el año 2004) mirando hacia el Noreste. La roca visible abajo, donde estaba el lugar arqueológico con entierros de tipo chinchorroide, se halla a 45 m. snm. La vegetación bajó en este punto, casi hasta los 80-100 m. snm.
Fig. 25. Arcillas hoy endurecidas que bajaron en forma líquida desde lo alto, son una prueba tangible de la potencia e intensidad del aluvión.
Fig. 28. Otra imagen de la riada que bajó por este camino en pendiente, transformada en arrollador torrente.
Otras imágenes demostrativas de los efectos de las lluvias de los días 8 y 9 de agosto 2015.
Fig. 29. Aspecto que ofrecían los cerros desde la cima de la cuesta "La Peluda" mirando hacia el Norte. Observe las numerosas regueras ( rillwash) por donde escurrió el agua abundantemente, cerro abajo.
Fig. 30. Regueras o estrías de erosión pluvial surcan las laderas de los cerros vecinos al oasis.
Fig 31. Vista de los cerros situados al Este del oasis de niebla surcados por antiguos senderos de guanacos (guanaco trails) cortados por infinitas regueras recientes.
Fig. 32. Un abanico pluvial o cono de deyección formado por limos finos arrastrados por un cauce esporádico.
Fig. 33. Sector norte del oasis, junto a la huella. Restos ya secos de un gran charco formado por limos finos arrastrados por un pequeño torrente. Junto con el limo y barros, el agua arrastró semillas de diversas especies que aquí se desarrollaron en forma espléndida. El limo arcilloso permitió retener por largo tiempo la humedad del suelo.
Fig. 34. Curiosamente, el agua al descender, siguió exactamente el trazado de uno de nuestros senderos, cavando una grieta o cárcava profunda.
Fig. 35. En este sector de la pampa interior se acumuló, en una especie de lagunilla (ya seca), toda el agua que recogió una parte de la cuenca interior.
Fig. 36. La lagunilla o gran charco, sitio de acumulación de los limos y barros arrastrados. Aquí había alrededor de una docena de pequeñas lagunillas de depositación de lluvias, las que fueron totalmente cubiertas por las masas de limos líquidos traídos por el aluvión desde la quebrada donde se asienta la Casa-Estación. Aquí el nivel del suelo subió varios centímetros, cubriendo todas las evidencias anteriores.
Fig. 37. Imagen de una pared lateral de una cárcava de erosión actual mostrando infinidad de raicillas de plantas antiguas, de períodos anteriores.
Fig. 38. La quebrada detrás de la Casa- Estación. A la derecha, el sendero de subida convertido en u reguera.
Fig. 39. Tablados, anteriormente destinados a albergar las carpas de visitantes, que han quedado flotando "en el aire" con la súbita llegada del potente flujo de las aguas lluvias.
Fig. 40. Zoom a las estrías o regueras (rill wash) de las aguas lluvias en la superficie de los cerros en el sector Este del oasis de niebla. La imagen impresiona. Las superficies de los cerros parecerían haber sido rascadas o "rastrilladas" ex professo por un gigantesco rastrillo.
Fig. 41. Vista general de los efectos de la lluvia reciente de agosto 2015.
Fig. 42. Uno de los cursos de agua hoy secos que van a dar a la pampa interior. A sus costados, plantas de Nolana applocaryoides y Cristaria molinae, aún vivas a mediados de diciembre 2015.
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