Área arqueológica de Chugchug. Lugar de destrozos hechos al patrimonio cultural de Chile.
Antecedentes: el Norte Grande minero.
Día a día surgen nuevas y mejores carreteras, nuevas y complejas redes de transmisión eléctrica, nuevas huellas y caminos, nuevas prospecciones y explotaciones. Hierve hoy el desierto en alteración, masacre y destrucción del paisaje prístino, intocado. El Norte Grande de Chile se ha convertido en una gigantesca cantera de recursos minerales: nitrato, bórax, yodo, cobre, plata, oro, molibdeno; ahora último, el litio. Desde los tiempos del Inca sabemos que ya se extraía plata y cobre del mineral de Huantajaya, junto a Iquique. Nos lo aseguran, entre otros, el cronista Pedro Pizarro y el encomendero Lucas Martínez Begazo o el Factor de Potosí Pedro Lozano Machuca.. (Ver capítulos alusivos a estos personajes en este mismo Blog). También en las cercanías de Collahuasi (Tarapacá).
Tarapacá: ¿ tan sólo zona minera?.
La Primera Región de Chile (Tarapacá) y la Segunda Región (Antofagasta), han sido oficialmente declaradas zonas mineras por excelencia. Lo que significa que irá a esos rubros la mayor parte de la inversión estatal o privada de estas regiones. Todo lo demás, es decir lo que o es minero, parece ser intrascendente, inconspicuo, o al menos ciertamente muy secundario. En aras de la minería y su desarrollo, se considera que se puede sacrificar todo lo demás, incluso el patrimonio, aún el más venerable y ancestral. Todo!.. Un verdadero holocausto!. Esta afirmación nuestra no es arbitraria ni temeraria; los hechos que vamos a describir y que son sólo un botón de muestra, la confirman, por desgracia.
Una frenética explotación minera del presente: consecuencias.
Las consecuencias no se hacen esperar. Inmensos y profundos hoyos, como cráteres de monstruosos meteoritos del pasado, frutos de la actual exasperación minera de tipo extractivo, toda una nutrida y confusa red de carreteras, caminos y huellas, tendidos de torres de alta tensión de miles de kilómetros, circulación incesante de miles y miles de enormes camiones o camionetas; en suma: una actividad minera o prospectiva frenética, desenfrenada, incesante, arrolladora. Uno queda abismado cuando estudia de cerca -como lo hemos hecho- una cartografía detallada y fina de todas las solicitudes de propiedades mineras de Tarapacá: prácticamente se superponen, unas sobre otras, las miles de pertenencias mineras de toda índole. El increíble plano, -preparado por uno de mis ex-alumnos- muestra un mosaico abigarrado de concesiones hechas por la autoridad estatal " a diestra y siniestra", sin planificación ni regulación de ninguna clase. En él, casi no hay hectárea de territorio que no esté prospectada, estudiada o pedida ya en concesión minera ad aeternum (para siempre), pues el derecho que se paga anualmente por mantener la concesión, es francamente ridículo.
Concesiones mineras.
De este modo, las concesiones hechas se eternizan y no tienen fecha de término previsible. Porque hoy en Chile es muy barato para las empresas mantenerlas siempre vigentes y activas!. ¿Es eso aceptable o correcto en los tiempos actuales?. Porque involucra una cierta forma velada de disponer del recurso en cualquier momento, cuando se necesite. Aunque por años y años no se utilice. La benevolente "Ley Minera" de nuestro país -.que viene de la época de la dictadura militar- lo permite; más bien diría yo, lo fomenta y favorece en desmedro evidentemente de nuestro patrimonio natural y cultural y de nuestra riqueza turística o escénica.
Millones de hectáreas destrozadas e inertes.
Millones de hectáreas quedan así cerradas y clausuradas para otras finalidades que no sea la minería. Bien lo saben los propietarios agrícolas del pueblo de Sibaya (altos de la quebrada de Tarapacá), que antiguamente apacentaban sus rebaños en la zona y ahora no pueden ni siquiera entrar a lo que eran sus predios ganaderos en la zona de Paguanta. Sus derechos ancestrales a usufructuar de esa zona - de los que venían haciendo uso desde hace siglos- han sido así pisoteados. ¡Algo inaudito, criminal!. Potentes cierros impiden hoy el paso y vigías de pesadas botas y de aspecto siniestro se encargan de impedirlo. Si no me creen, intenten entrar a los antiguos campos de pastoreo de Paguanta.¡ Ya verán!.
¿Contribuye esta razzia minera realmente a un auténtico progreso, máxime a un progreso que sea verdaderamente "sostenible" en el tiempo?.
Todo parecería a primera vista positivo y ventajoso si otorgara alta rentabilidad a la Región, si favoreciera y asegurara de por vida el empleo de mano de obra regional. Si creara infraestructura y una estupenda red vial; si elevara realmente "la calidad de vida" de los habitantes de la Región. Si contribuyera a mejorar y ampliar aeropuertos, carreteras, puertos o vías de comunicación. En una palabra, si se diese en un contexto realmente sustentable en la Región. Y, además, si pagaran derechos al Estado chileno en concordancia con la cuantía del daño ambiental, geográfico y cultural que provocan por doquier. En una palabra: si contribuyera realmente a consolidar las bases materiales de un auténtico "progreso": esto es, según el significado exacto del término de origen latino, "dando un paso hacia adelante" (pro= hacia adelante: gressus: paso). ¿Es realmente tan así?.
"No todo lo que brilla es oro".
El problema surge cuando se encuentran frente a frente (y chocan) el poderoso interés industrial minero (generalmente del capital extranjero) y el pequeñísimo interés cultural nacional demostrado por la protección efectiva y real de nuestros bienes patrimoniales. Aquí surge -y ha surgido desde hace muchas décadas- el grave e interminable conflicto. Conflicto que día a día se agudiza a medida que crece la avidez de las Compañías Mineras por explotar a toda velocidad nuestras riquezas, destruyendo a mansalva la superficie de nuestro territorio y las innumerables huellas culturales que en él se encuentran. Velocidad y avidez que no parecen tener tener otra explicación, a mi entender, que el convencimiento o tal vez la certeza plena de que pronto, muy pronto, nuevos elementos, sustitutos del cobre, aparecerán en el mercado, dejando tras de sí una estela infinita de descomunales hoyos, producto de un extractivismo a outrance.
"La cenicienta": la preocupación por el resguardo y protección de los bienes culturales.
Mientras la protección ofrecida por el Código Minero a las Empresas es generosa, diría yo, dispendiosa, la protección a los bienes culturales, en cambio, le va muy a la zaga, claramente en calidad de "cenicienta". Esto se demuestra de inmediato comparando los respectivos montos de las inversiones hechas en uno y otro rubro. Mientras las poderosas Compañías Mineras transnacionales invierten centenas de millones y millones de dólares en prospectar, explotar (y destruir para siempre) el subsuelo del Norte chileno, el "Consejo de Monumentos Nacionales" de Chile, entidad que tiene por mandato nacional la tuición y protección de todos los bienes culturales y naturales de la Nación, dispone para operar y proteger, de un presupuesto anual, ridículo, absurdo, irracional. Es decir, se invierte, no miles sino millones de veces más en destruir (paisajes, ecosistemas, territorios,cientos de kilómetros cuadrados de superficie nacional) que en preservar y conservar (Monumentos, Edificios, Sitios arqueológicos, Parques o Reservas naturales, forestales o de la biósfera) para las generaciones futuras del planeta y/o para la ciencia del futuro. Es ésta una realidad del porte de una catedral medieval y nadie, en su sano juicio, podría atreverse a rebatirla. Pero, ¿quién se atreve a "poner un cascabel a este gato?".
Compárese los presupuestos.
No tengo las cifras exactas a la mano, pero cualquiera puede comparar el monto de las grandes inversiones mineras y el modestísimo y casi ridículo presupuesto anual con que se ha dotado al "Consejo de Monumentos Nacionales" del país, que apenas le permite contratar unos poquísimos especialistas (casi todos ellos arquitectos o arqueólogos; casi nunca geógrafos o biólogos). Ni pensar siquiera en disponer de fondos para adquirir valiosas propiedades en peligro de destrucción, que incluso han sido declarados Monumentos de la Nación, o tener una ágil y vigorosa red de fiscalizadores en todo el país para prevenir o denunciar los daños al patrimonio (tanto natural como cultural). El reciente paso por el Norte chileno del devastador "huracán Dakar", como lo hemos bautizado nosotros, es un ejemplo clarísimo (Vea nuestros dos capítulos del Blog dedicados a este espantable flagelo). Más de 200 sitios arqueológicos han sido destruídos y pisoteados por los vehículos o sus visitantes y curiosos, y hasta hoy (Abril 2013) no se ha logrado conseguir de la Dirección de Deportes del Estado (bajo la dirección del Señor Gabriel Ruiz Tagle) una evaluación cabal y exhaustiva del daño inferido en años anteriores, desde el año 2009 a la fecha, al patrimonio patrio. Al parecer, a nadie le interesa preservarlo.
"Pan y circo": es hoy la gran oferta "cultural" de los Municipios. Sólo faltan los gladiadores!.
Mucho más importante es para ciertas autoridades ofrecer "pan y circo" a nuestro pobre y sufrido pueblo, tan inculto en estas materias y tan deseoso de auténtica cultura, que lo que más necesita es mucho menos "circo", menos farándula, menos oropel, menos eventos musicales de masas fanatizadas y gritonas y más cultura real y efectiva, basada en un conocimiento profundo de nuestra historia, nuestro patrimonio cultural y nuestras tradiciones. Porque son éstas las que determinan, fomentan y enriquecen nuestra propia identidad como chilenos, no el "circo" del Dakar o la "farándula" estúpida y grosera con que la televisión chilena o la hodierna "eventofilia" municipal, nos bombardea día a día, dando al mundo entero pruebas palmarias de nuestro atraso e incultura.
Testimonios recientes de destrucción patrimonial.
Hace muy pocos años, cuando la Compañía Minera Cerro Colorado, propiedad de BHP Billiton, (o sus contratistas) levantaban su planta extractiva de mineral de cobre muy cerca de Mamiña y de Parca, en el interior de Tarapacá, pasó a llevar impunemente y destruyó figuras de grandes geoglifos dibujados hace muchas centurias por nuestros predecesores. Figuras geométricas extrañas o de saurios y aves, grabadas en las laderas de cerros hace 600 a 900 años atrás. De modo incomprensible, la prospección previa, contemplada en la Ley y diseñada precisamente para detectar su posible presencia, "no los vio" ni los advirtió. Algunos arqueólogos levantaron la voz. ¿Quién los escuchó?. ¿Qué reparación se hizo tras este desmán?.
Absurdas y ridículas "medidas de mitigación" de los daños al patrimonio cultural..
Cuando uno tiene conocimiento de las así llamadas "medidas de mitigación" que se suele ofrecer por parte de las Mineras, al menos en esta región de Tarapacá, por los daños inferidos o por inferir a un bien cultural (geoglifo, petroglifo, paskana, ruinas antiguas, etc.), dan ganas de llorar. He visto esos ridículos "tenues y vaporosos cercos de malla plástica" de color rojo, en torno a una apacheta, una
paskana, una antigua huella o un taller lítico. (Vea Figura 1). Cercos coloridos que más bien atraen como un imán a curiosos y huaqueros, que alertan y previenen sobre su importancia cultural. Cercos plásticos deleznables, por lo demás, que no suelen durar más de 2-3 ó 4 años a lo sumo, antes de desintegrarse y convertirse en hilachas, por obra del viento y el quemante sol del desierto. ¿Qué queda de esa "protección" al cabo de unos pocos años?. Nada; solo basura y mugre!. ¿Es esto realmente una forma de protección digna de nuestro patrimonio?. ¿Es esto real y verdaderamente una "mitigación" al daño inferido?. Las empresas responsables de estos desaguisados (mejor dicho, de estas estupideces), ¿nos creen tontos?. ¡Por favor, no seamos ingenuos!. Ellas sí saben muy bien cómo proteger sus faenas, su maquinaria, sus depósitos de combustible!. Son expertas en "medidas de seguridad"...., pero para sus propias instalaciones, no para el resguardo del patrimonio nacional. Éste, parece no interesarles en absoluto. Al menos, los hechos así lo dejan entrever.
Fig. 1. Vergonzante "medida de mitigación" en el camino a la Minera Cerro Colorado, cerca de la quebrada de Quipisca. Un hito típico, señalizador de huellas troperas que enfilaban rumbo a la Pampa del Tamarugal , ha quedado así "protegido" y "conservado" para la posteridad. ¡Si al menos se pusiera un buen rótulo alusivo a su valor antropológico!.Quisiera yo saber qué quedará de este mamarracho en cinco años más!.
Los responsables.
La Compañía Minera "Ministro Hales" de Codelco (Chuquicamata) ha sido directamente responsable hace muy poco tiempo atrás de la instalación de una enorme torre eléctrica, parte de una vía de transmisión eléctrica desde Tocopilla hacia la cordillera, a menos de 2 metros de distancia (sic!) de un conjunto de geoglifos, entre ellos un gran rombo escalerado, en el cerro llamado Montecristo (coordenadas
UTM 9491512 E - 7534572 N; vea Fig. 1). La denuncia fue hecha por el señor Claudio Castellón Gatica, buen conocedor de la zona y antiguo director del museo arqueológico de la Municipalidad de Sierra Gorda en diarios de Calama (Vea, por ejemplo, "El Mercurio" de Calama, 13 de Marzo de 2013, página 6). Aquí presentamos, para conocimiento del público, los recortes de periódico correspondientes.
Fig. 1. En esta vista, tomada del Google Earth se puede apreciar, justo en su parte media, el rombo escalerado de grandes dimensiones. Este hermoso y original diseño de rombo es motivo bastante frecuente en la región de Tarapacá observándose varios ejemplares de este mismo símbolo en la zona de Estación Pintados (Comuna de Pozo Almonte) o en las proximidades de la localidad de Pica. (Vea trabajo de Ximena Loayza y Luis Briones et al.,: Catastro de Geoglifos de la Comuna de Pica, Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, 2010). Ni siquiera sabemos exactamente aún cuál habría sido en el pasado su significado exacto y su sentido profundo. Lo ignoramos por completo. ¿Qué se quiso representar aquí, a la vista del Qhapaqñan o Camino del Inca?.
Fig. 2. El área de geoglifos de Chugchug junto a la aguada del mismo nombre. Lugar estratégico de entrecruce de caminos antiguos, ramales del Qhapaqñan, notable por la presencia de agua dulce. Obsérvese, aún visibles, las notables líneas rectas de las vías antiguas que se cruzan precisamente formando una gran cruz. El sitio en el cerro Montecristo donde se halla el geoglifo dañado por la empresa minera, es parte del gran conjunto de Chugchug en la Provincia de Tocopilla, al Norte y muy cerca del río Loa.
Fig.3. Observe el enorme geoglifo escalerado, a la izquierda de la base de la torre de alta tensión e inmediato a ésta, una de las más interesantes y enigmáticas representaciones de arte rupestre en Tarapacá, lamentablemente vulnerado y pisoteado por la referida instalación. Los noveles "arqueólogos" de Santiago, desconocedores de la Región y a cargo de la inspección previa en el terreno, "no lo vieron" o no se tomaron, más bien dicho, el penoso trabajo de trepar como cabras por los cerros en busca de tales evidencias, tan visibles desde la distancia. ¿Por qué no hicieron un refinado estudio previo a través de las imágenes excelentes del Google Earth, si disponían de las coordenadas exactas donde se ubicarían las torres?. Tampoco vieron otros diseños que existen allí mismo o en sus inmediaciones. Comentaremos su insólito "Informe Final". Pero cobraron, por cierto, suculentos honorarios por el "trabajo" realizado.
Un "arreglín" hecho a la rápida, para aparentar respeto a la Ley.
En esta imagen (Figura 3), realmente vergonzosa, se puede ver el tipo de protección
"post factum" (colocación de un cerco de malla plástica roja) hecho apresuradamente por la Empresa, esto es, después de consumado ya el destrozo provocado por la instalación de la torre y motivados (en realidad forzados) por la indignada reclamación por parte del Señor Claudio Castellón. Esa torre jamás debió haber sido instalada allí, si la inspección previa, por parte de ingenieros y arqueólogos, hubiese sido cuidadosa y diligente, esto es, verdaderamente responsable. Los arqueólogos (salvo que fueran ciegos) debieron advertir su presencia, y el trazado de la línea de trasmisión debió haberse desviado varios centenares de metros del área, aún cuando esto significara incrementar los costos. Así lo exige una interpretación lógica e inteligente de la Ley de Monumentos Nacionales.
Fig. 4. Este sector de tierra removida, para la instalación de una de las patas de la torre de alta tensión, está a 2-3 metros aproximadamente de uno de los extremos del gran geoglifo escalerado de Cerro Montecristo. Extrañamente, no lo vieron ni ingenieros, ni capataces ni arqueólogos.¡Nadie lo vio!. ¿¡Qué raro, ¿verdad?. Más bien nos parece del todo inconcebible.¿Estaban ciegos?. (Foto de un colaborador, obtenida
in situ, Abril 2013).
Fig. 5. Esta estaca fue clavada justo al lado del geoglifo, el cual fue pisoteado reiteradamente por los operarios durante la faena de armado de la torre. Foto del mismo origen, Abril 2013).
Fig. 6. Huellas dejadas por el arrastre sobre el terreno de los cables de alta tensión, antes de su instalación definitiva. Pasaron sobre el geoglifo, destruyéndolo en parte. Yo puedo comprender que los obreros no se hayan percatado de la existencia del geoglifo, pero, ¿los ingenieros y capataces a cargo de la faena eran ciegos? ¿Dónde queda su capacitación?. (Foto del mismo origen, Abril 2013).
Epílogo.
1. El actual sistema de explotación en nuestro país por parte de la actual minería extractiva metálica y no metálica deja mucho que desear en materia de protección geográfica, ambiental, cultural y social, real y efectiva. Las grandes Empresas transnacionales o Nacionales (CODELCO SOQUIMICH, ect) no alertan suficientemente o no han sabido alertar adecuadamente, mediante protocolos precisos, a las empresas numerosas contratistas (con las que realizan la mayor parte de sus movimientos de tierra), sobre los numerosos riesgos ambientales y culturales inherentes a las áreas de trabajo donde participan.
2. Estas grandes Empresas, aunque contraten o subcontraten a otras empresas Contratistas menores para cumplir determinadas operaciones, son, en último término, ante la Ley (Ambiental o de Monumentos Nacionales u otra), los responsables de los errores, fracasos o destrozos y no pueden eludir ante la comunidad regional o nacional su propia responsabilidad.
3. La contratación de especialistas por parte de las Empresas (de geógrafos, biólogos, antropólogos, arqueólogos, etc.) para cumplir las exigencias de los Estudios de Impacto Ambiental o (EIA) que la Ley prevé, debe considerar como de imperiosa necesidad el que estos técnicos sean realmente titulados, es decir que hayan terminado exitosamente el ciclo completo de su formación académica. Los meros "licenciados" (que hoy pululan por ahí entre nosotros) no son todavía titulados. Les falta a ellos, precisamente, uno o dos años de trabajo de investigación, es decir la parte más difícil y compleja de su formación: su tesis final, momento donde recién pueden demostrar la posesión de una expertise profesional. Por desgracia, constatamos aquí en el Norte de Chile que muchas Empresas los contratan por ser ellos "más baratos" que los titulados ( es decir, que los profesionales verdaderos).
4. Tanto la Ley Ambiental como la Ley de Monumentos Nacionales están hoy en grave deuda con el patrimonio cultural y natural de nuestro país. Ambas necesitan de un urgente remozamiento y puesta al día. Por tanto, el hecho que las Empresas nos digan a voces hoy día que ellas "cumplen y se apegan a la Ley o a la Norma tal o cual", ya no es hoy para ellas título alguno de gloria o justificativo real sino, por el contrario, una señal de atraso e ignorancia. No basta, pues, para la ciudadanía actual de nuestra Nación, cada vez más empoderada de sus derechos reales, con el mero cumplimiento de la Norma o de la Ley, cuando ésta es, a los ojos de los expertos (hoy accesibles a cualquier comunidad), claramente obsoleta o imperfecta. En materia de empoderamiento ciudadano, estamos hoy a años luz de lo que ocurría o parecía justo apenas hace 20 años atrás. El vertiginoso progreso social actual, empujado por el desarrollo tecnológico, exige la frecuente puesta al día de Normas y Leyes. Estado Nacional y Empresas, deben comprenderlo.
5.La mayor parte de los recientes y potentes movimientos sociales en Chile (Magallanes, Aysén, Feirina, Barrancones - por citar solo algunos-), han demostrado la terrible urgencia de remozar y perfeccionar las leyes nacionales protectoras tanto del Ambiente como de la Cultura, ambas hoy decididamente obsoletas. Las Empresas modernas necesitan ir mucho más allá de los términos estrictos proclamados por la Ley respectiva del país y adelantarse a los hechos, aplicando los mejores estándares internacionales, si quieren que la ciudadanía nacional las respete y las tenga en consideración y no las considere "sus enemigos". De lo contrario, tendrán que habituarse a soportar paralizaciones de faena, cortes de carreteras o incluso actos peores o luctuosos de represalia. Deben las Empresas tener presente que una "sociedad indignada" por aplicación de normas o procedimientos anti-ambientales o anti-culturales, tiene una potencia de mobilización inmensamente superior al más brillante cuerpo de Carabineros.
6. Las Empresas, tanto nacionales como extranjeras deben entender que el mundo global en el que hoy vivimos ha vuelto a nuestros ciudadanos perfectamente conocedores de cuáles deben ser las mejores prácticas tanto de protección ambiental como de cuidado patrimonial, al modo como se realizan hoy en los países más avanzados del mundo. Si no adoptan éstas a la brevedad, tendrán serios problemas de sobrevivencia en nuestro país y se verán forzadas por los movimientos sociales y las redes sociales a modificar sus prácticas (tanto anti-ambientales como anti-culturales) o a emigrar a países donde la conciencia ciudadana no está dormida y puedan actuar impunemente. La Ley, por desgracia, ya no les servirá de excusa.
(En construcción. Falta poner los antecedentes de que ya disponemos sobre el Informe arqueológico del trzado de la línea de alta tensión a la que hemos aludido aquí y sobre la reacción de CODELCO ante la reclamación de los expertos).
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