Fig. 7 Vista general de la zona del mineral de Huantajaya, tomada desde el Este (huella a Caleta Buena). La cumbre más alta del fondo corresponde al cerro San Agustín, de 982 m de altitud. (Foto H. Larrain, Agosto 2010).
Nuestra experiencia reciente en la zona.
¿Ha oido hablar Ud, acaso, de la Quebrada del Obispo?. ¿Sabe Ud, qué rasgo es denominado "El Hundimiento" desde el siglo XVIII, y por qué éste se hizo tan famoso?. Nombres todos que ilustran la larga y accidentada y muchas veces doliente, desgreñada y hoy casi olvidada historia de Huantajaya.
Hemos recorrido palmo a palmo todos los vericuetos y huellas de este vasto conjunto de hoscas serranías, escenario sin duda de mucho dolor y sufrimiento en la época en que. obligados por la mita minera, numerosos indígenas de los pueblos de Pica, Sibaya, Tarapacá, Mocha y Guaviña y otros más, debían pasar muchos meses sujetos al duro trabajo de las minas. Corría la medianía del siglo XVIII cuando los ricos mineros de Pica y Tarapacá, los De la Fuente, los Loayza y otros, explotaban enérgicamente sus estacas mineras en este yacimiento usando la fuerza de trabajo indígena y algunos esclavos negros.
Antes de describir el espantable y horroroso paisaje de masacre y destrucción observable hoy en lo que fuera el área de los cerros de San Agustín y San Simón, quiero traer a colación y examinar un valioso texto de una descripción de la misma época, datada en 1768.
Su autor es el cosmógrafo Francisco Antonio Cosme Bueno (1711-1798). Hombre de vasta erudición, se doctoró en 1750 en la Universidad de San Marcos de Lima, demostrando gran habilidad en materias farmaceúticas, desarrollando su arte médico en varios hospitales de esa época. Demostró, igualmente, especial atracción por la geografía, la economía, la climatología y la historia de los lugares, escribiendo una obra que hoy se conoce como "Geografía del Perú Virreinal", obra que permaneció inédita y sólo vio la luz en el año 1951 gracias a los desvelos de Daniel Valcárcel, su editor.
La obra contiene interesantes reflexiones geográficas y económicas sobre la "Provincia de Arica "y posee un especial interés para nosotors los habitantes de Iquique, por los datos que nos ofrece sobre la minería de la época en la localidad de Huantajaya y sobre la actividad del puerto de Iquique.
Junto con presentar aquí parte del texto de la obra, en los aspectos que aquí nos interesa destacar, nos va a servir de telón de fondo para la crítica que haremos al "moderno" sistema de prospección geológica practicado recientemente con el uso de poderosas máquinas retroexcavadoras.
Pero volvamos de nuevo al año 1768 y al relato de Cosme Bueno.
En la quebrada y pueblo de Tarapacá en dicha época, se encontraba en plena acción el teniente de Gobernador el sevillano de origen irlandés don Antonio O´Brien, encargado especialmente por el Virrey del Perú de fiscalizar y poner orden en la caótica actividad minera en la zona. Aparentemente, reinaba el más absoluto desorden en el Mineral de Huantajaya, cuyos propietarios mineros no llevaban toda la producción de plata a las Cajas Reales donde se calculaba "el quinto real" - según lo establecía la ordenanza- sino usufructuaban liberalmente de ella en beneficio propio, aprovechándose de la coyuntura de la extrema lejanía del lugar y de la falta total de control administrativo.
En otro capítulo de nuestro Blog [cf. Antonio de O ´Brien o Antonio Ö´Brien ] hemos tratado de analizar la riesgosa labor administrativa de O´Brien, que tan bien ha descrito el historiador don Oscar Bermúdez Miral en su obra "Estudios de Antonio O´Brien sobre Tarapacá; Cartografía y Labores administrativas (1763-1771), Antofagasta 1975.
El texto del geógrafo español Cosme Bueno.
Pero vayamos al texto auténtico del geógrafo colonial Cosme Bueno, fechado en 1768, época en que Huantajaya se hallaba en el máximo apogeo de su actividad minera:
"Lo más notable de esta Provincia [de Arica] son sus Minas. En los altos del Curato de Pica hay vetas de oro y de finísimo cobre, que no se trabajan por lo rígido del temperamento [clima]. Por la parte de la costa se hallan los cerros de Chanavaya y Huantajaya, a dos leguas más o menos, del mar, y otros muy ricos de metales de plata, de los cuales muchos no se trabajan por carecer de agua aquel terreno en muchas leguas. El de Huantajaya se cree que fue trabajado en tiempos antiguos. Cerca de estos tiempos, esto es ya avanzado el principio de este siglo, se empezó a trabajar de nuevo [este mineral de Huantajaya] sin método creyendo que no había vetas fijas sino bolsones de Plata, porque se encontraban a trechos unas piedras sueltas, que llaman de barra, porque se sacan de ella por fundición grandes cantidades de Plata. Pero posteriormente se ha visto que hay vetas fijas y que aquellas Papas son anuncio de veta cercana. Así se han establecido labores en forma de que se ha sacado mucha riqueza. Y a no haber la penalidad de la falta de agua, pues es preciso llevar a beneficiar los metales a distancia de muchas leguas de despoblado, estas Minas enriquecerían mucho a sus dueños y fueran utiles al Reino, porque se aumentaran mucho sus labores." (en "El Conocimiento de los Tiempos" Año 1768, editado en Daniel Valcárcel en Geografía del Perú Virreinal, Lima, 1951: 91).
Análisis de este breve pero significativo texto. Conclusiones varias:
a) Huantajaya se halla a dos leguas (aprox. 12 km.) del mar, o sea de alguna manera, su abastecimiento depende del mar;
b) El autor plantea que "se creía que este mineral había sido trabajado en tiempos antiguos", esto es, desde época indígena, anterior a la conquista. Y, de hecho esto resulta altamente probable si se considera que Martínez Begazo ya está explotando este mineral hacia 1545, apenas cinco años después de concedida su encomienda por Francisco Pizarro, cuando todavía la tierra no está conquistada ni pacificada. Lo que permite concluir que algunos de los caciques de Tarapacá - seguramente bajo alguna suerte de presión o tortura- entregó el dato o la referencia exacta de su explotación anterior, desde tiempos del Inca.
c) que su explotación se ha iniciado nuevamente "avanzado el principio del siglo presente", esto es, aproximadamente hacia 1710-1720. Lo que significa, a la vez, que estuvo bastante inactiva por un cierto período de tiempo.
d) Que se la trabaja "sin método", es decir haciendo cateos y piques aqui y alla, sin orientación exacta;
e) Que sólo ha habido preocupación por hallar las papas de plata pura, sin interesarse por las vetas y menos aún seguirlas;
f) Después se ha constatado que hay vetas fijas y que la presencia de las "papas" de plata es solo su anuncio;
g) Que recientemente, se ha establecido allí labores mineras más controladas y ordenadas;
h) Y gracias a este nuevo método, se ha sacado de allí muchas riquezas;
i) El principal problema que allí se detecta es la falta de agua, lo que obliga a llevar el mineral muy lejos para su beneficio [sabemos que esto se verificaba en el sitio Tilibilca, en la quebrada de Tarapacá dese el siglo XVI, y también, posteriormente, cerca de La Tirana, en trapiches de la Pampa del Tamarugal].
j) Que si hubiera agua disponible, se podría producir mucho más riqueza en el lugar.
Comentario al texto.
Este texto revela que Cosme Bueno, como buen "geógrafo" [cosmógrafo", decían en la época]
se sabe informar detalladamente, tal vez de boca del propio O´Brien, quien lleva ya algunos años tratando de controlar a los mineros tarapaqueños, acostumbrados a explotar el lugar escamoteando el quinto real. También nos demuestra que para su autor, Tarapacá es prácticamente conocida casi únicamente a través de su Minería, a causa de la falta endémica de agua dulce en toda la región.
Orgullo de Tarapaca colonial.
Es decir, Tarapacá bien podría enorgullecerse hoy de la existencia de estas minas que fueron explotadas desde tiempos del Inca. Incluso podríamos decir que Huantajaya y su contorno constituye un ícono muy significativo para la historia regional de esta provincia hoy región. Icono tanto o más importante que las Salitreras, hoy abandonadas. Gran parte de la historia de Tarapacá se encuenta indisolublemente unida al Mineral de plata de Huantajaya. Nos preguntamos: ¿qué hemos hecho como Región para rememorar o traer a la memoria ciudadana este hito histórico?. ¿Alguna vez hemos pensado en perpetuar de alguna manera su memoria?. Hemos pensado, tal vez, en erigir un día el gran "Museo de la Plata" recordatorio para las generaciones venideras del rol jugado por Huantajaya en la historia colonial?. Nosotros ciertamente sí lo hemos pensado.
¿Qué pensamos hacer con sus tres cementerios, el colonial, el peruano y el más reciente el único que queda en pie hoy, ya desmantelado por vándalos en los últimos 25 años?. Varios centenares de cuerpos, mártires de la dura explotación minera, yacen allí, esperando la Resurrección final. ¿Alguien, alguna vez, les ha rendido testimonio de respeto y admiración por lo que lograron e hicieron en su época?. ¿Por la riqueza que acumularon para sus encomenderos o patronos, terminando ellos mismos, probablemente, en la miseria total?. ¿Sepultaremos con esos cadáveres, de una vez, toda la historia de seis o siete siglos de gloria de Huantajaya?. O los haremos desaparecer para siempre, cubriéndolos con montañas de ripios, cada vez más gigantescas?.
En el relato del cosmógrafo español Cosme Bueno, arriba comentado, queda flotando una consideración, que para él constituye como la síntesis de la importancia de esta Provincia: "lo más notable de esta Provincia son sus Minas".
Esta frase nos trae, inevitablemente, al recuerdo otra, frecuentemente esgrimida hoy como slogan por las autoridades nacionales: Tarapacá tiene una vocación minera". Ojo, pues esta tan repetida frase es notoriamente equívoca y puede interpretarse de varias maneras. Una de ellas, la más peligrosa: "Tarapacá tiene tan sólo una vocación minera..., por tanto las otras actividades económicas y/o culturales tendrán que esperar".
¿Qué queda a nuestra vista hoy del glorioso Huantajaya de antaño?
Pero vayamos a contemplar la situación que presenta hoy Huantajaya, el viejo y venerable Mineral de plata el que un día fue comparado con el cerro rico de Potosí, el máximo exponente de la minería colonial española en América.
Por favor, observe con cuidado la foto Nº 3 (arriba), correspondiente a la parte alta del cerro San Simón. hoy día. Por doquier, extracción masiva de ripios y perforación de largas y enormes zanjas con máquinas retroexcavadoras en busca de posibles vetas del mineral. De la antigua superficie no queda ni siquiera una traza. Si hubo allí rasgos culturales, o de presencia indigena, ciertamente ya no existen.
a) del antiguo poblado colonial y republicano, que llegó a albergar más de 2.000 habitantes, con sus casitas de madera y su vistosa iglesia de erguida torre, absolutamente nada. Solo antiguas fotografías color sepia, desleídas y ajadas por el paso del tiempo;
b) sus numerosos piques profundos, con nombres de santos católicos, cerca de cuarenta en total, desprovistos hoy de sus protecciones de gruesos tablones de pino oregón; piques profundos labrados a fuerza de barreta y pala, que demuestran una actividad minera muy intensa (Vea Fig.5);
c) sus extensos basurales coloniales, republicanos y de la época del salitre. Numerosos , y que se extienden por doquier, testimoniando una frenética actividad extractiva y la presencia de familias completas que pasan su vida entera en este inhóspito y desértico lugar.
d) restos de bases de estructuras de diversas épocas, lugares de molienda, de fundición y acopio de minerales.
e) Y, por sobre todo, ingentes cerros de escombros y ripios, acumulados por maquinaria pesada desde la época del 1988-1992, al parecer, fechas en que se empezó a explotar los ripios dejados en las centurias anteriores para explotar su residuos de plata. Esos cerros de ripios y escombros, arrasaron el cementerio más antiguo de data colonial, tal como lo hemos comprobado en el capítulo de nuestro Blog que lleva por nombre: "Cementerio colonial de Huantajaya: visitas efectuadas en 1993 -1994". Ahí damos las pruebas de un hecho que merece el repudio general, pero del que nadie se hizo responsable en su momento. Tampoco después, por desgracia.
f) Barrido total y extracción violenta de enormes superficies de laderas y cimas, en busca de las apetecidas trazas de las huidizas vetas argentíferas. Cientos de hectáreas removidas, desarticuladas, donde el sustrato fue sacado de cuajo por maquinaria pesada, en semanas y semanas de absurda remoción, descontrolada y casi diabólica. ¿Para qué?. Para terminar claudicando y señalando que no valía la pena tanto esfuerzo. Así nos lo han confesado ingenieros que participaron en este acto de barbarie moderna. Barbarie disfrazada de "metodos modernos" de despeje, o como se prefiere decir hoy elegantemente en el lenguaje minero de hoy, usando el sistema del "pre-stripping". ¿Qué pensar de tanto desatino?.
Nos preguntamos horrorizados: si éste ha sido el efecto de apenas unos 3 ó 4 años de faenas recientes, con empleo de maquinaria pesada, ¿qué ocurriría aquí mismo si se instaurara el sistema de "minería a tajo abierto," al estilo de Chuquicamata? ¿Quedaría alguna evidencia de la presencia antigua, inka, colonial o republicana, algún dato sobre el pasado antiguo o reciente?. No quedaría absolutamente nada. Solo gigantescas tortas de ripios -estilo Chuquicamata- que tendrían que ser apiladas en las vecindades inmediatas, para ahorrar costos, montañas de escombros creciendo sin fin, de año en año.
El paisaje geográfico vecino a Alto Hospicio y su belleza natural no interesa a la gran minería extractiva. No posee valor alguno en sí. Es sólo mercancía.
Este es el temor que a nosotros, hombres de la cultura y amantes del pasado, nos sobresalta hoy, y nos induce a reflexionar sobre el futuro incierto de este Mineral de Huantajaya, de larga y heroica historia. Tenemos que evitar a toda costa, que un día no lejano, algún capital canadiense, japonés o australiano (¿?) quiera transformar los cerros de San Simón y San Agustín en un gigantesco y dantesco hoyo, más profundo y extenso que Chuquicamata. No es ésta una visión catastrofista.
La actual tecnología de extracción "a tajo abierto", constituye una amenaza real para cualquier zona que tenga una larga historia, una rica biogeografía o una maravillosa escenografía natural. Esto puede suceder aquí en Huantajaya en cualquier momento y conviene que estemos prevenidos. "Más vale prevenir que curar". Las autoridades y la Municipalidad deben tomar cartas en un asunto que atañe al futuro de la región, su historia y su rica geografía. Hemos visto ya un par de veces rondar a varios geólogos extranjeros por los vericuetos de Huantajaya. Más aún, han bajado al fondo de sus piques y han tomado muestras del contenido de sus vetas. ¡Algo se traen entre manos!.
La increíble y gloriosa historia de Huantajaya.
La increíble aventura histórica de Huantajaya que nos muestran los documentos coloniales, conservados en Perú, Bolivia, Sevilla o Santiago de Chile, se merece algo más que un gigantesco hoyo, un millón de veces más grande que el actual "Hundimiento". Huantajaya debe sobrevivir como monumento al pasado, no sucumbir a la codicia sin mesura de empresarios extranjeros, a los cuales la historia y geografía patrias les es totalmente indiferente. Estas, para nosotros, son herencia invaluable del pasado, a la que no vamos a renunciar.
¿Es esto sólo un presentimiento nuestro o un desesperado llamado de alerta. ante lo inminente? Juzgue por Ud. mismo. La historia lo dira un dia no lejano.
Dios quiera que no tengamos que repetir llorosos, un día, la ya famosa estrofa del poeta español Rodrigo Caro (1573-1647, al contemplar las ruinas de una soterrada ciudad romana en España (¿Numancia?):
"Estos, Fabio, ¡ay dolor!
que ves ahora,
campos de soledad,
mustio collado,
fueron un día Itálica famosa"...
1 comentario:
Hola, quería darle mis humildes felicitaciones por el blog y por el tiempo que le dedica al rescate de nuestra memoria regional. Muchas garcias nuevamente.
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