domingo, 19 de diciembre de 2010

El enfoque ecológico en los estudios arqueológicos: un trabajo nuestro del año 1972.

Fig. 1. Primera parte del artículo.

Fig. 2. Segunda y última parte del artículo citado.

Las dos páginas de este breve artículo nuestro, ya amarillentas y ajadas por el correr del tiempo, fueron publicadas por el suscrito en el diario ariqueño "La Concordia", en día 23 de Abril del año 1972 . Tal vez su único mérito es expresar con claridad, en tan tempranos años, nuestra preocupación por el enfoque ecológico en las investigaciones arqueológicas, aspecto que nos sedujo desde nuestros primeros pasos en la senda de la Arqueología.

La seducción del enfoque ecológico en la Antropología.

Nos hemos propuesto en nuestro Blog , desde sus inicios, demostrar la necesidad de señalar la importancia vital que tienen el medio ambiente y los ecosistemas y su estudio minucioso, en los estudios antropológicos. Es lo que hemos llamado una eco-antropología. Sobre este tema, nos hemos extendido frecuentemente en este Blog en los últimos años, haciendo ver su valor e importancia para la sobrevivencia de nuestras culturas. Toda cultura humana, en cualquier parte del planeta, se construye, necesariamente, en un ambiente ecológico y climático determinado. El ambiente (ecosistema) donde se desarrolla una cultura humana, es algo inescapable. Sus características e inpronta van a quedar impresas en múltiples aspectos de su expresión tangible ("cultura material"). Pero, a la vez, toda cultura si quiere sobrevivir, debe ser especialmente cuidadosa con su ambiente. Ojo: que no nos ocurra lo que al parecer pasó en Centroamérica con las culturas mayas, cuya agricultura terminó por agotar sus tierras y provocar a la postre la hambruna, la migración masiva y el abandono de sus ciudades..

Cómo influye el ambiente sobre la cultura humana.

Lo que no quiere decir, en todo caso, que el ambiente determine absolutamente el tipo, grado y características de la cultura resultante. El ambiente, influye, a veces muy poderosamente, per no determina. Ciertamente que no. Nuestros indígenas canoeros: Yaganes, Chonos y Alacalufes en el extremo sur de Chile vivieron en un ambiente insular, físico y ecológico, prácticamente idéntico. Sin embargo sus culturas, lengua, mitología y religión, fueron muy diferentes. Por tanto, estamos bien lejos de un "determinismo ambiental", como algunos le han achacado al gran geógrafo alemán Friedrich Ratzel, a nuestro juicio en forma injusta e indebida.

Es algo totalmente normal que los geógrafos -sobre todo los geógrafos físicos- y biogeógrafos aprecien y examinen con lupa el impacto ambiental y sus consecuencias inmediatas en la culturas humanas. No hacerlo, significaría que la comunidad humana vive y actúa en su ambiente determinado, casi sin rozarlo, casi casi como un ser visitante de otro planeta que "se asoma" a nuestra Tierra trayendo consigo todo su bagaje cultural.

Pues bien, uno de los primeros trabajos que hemos escrito a nuestro regreso a Chile tras dar cima a los estudios de Antropología Cultural en los Estados Unidos (1971) se refiere a este tópico medioambiental. Este es el fruto de nuestro marcado y creciente interés por los aspectos ecológicos de la cultura, influenciado fuertemente por entonces por autores como Alfred Kroeber o Julian Steward, autores que han marcado tempranamente nuestro pensamiento en esta materia. Mucho antes aún, estando el suscrito estudiando Teología en Austria (entre 1957 y 1960), los cursos seguidos sobre glaciología, botánica y zoología alpinas ya habían enmarcado mi futuro derrotero cultural de antropólogo.

Como este trabajo, publicado en el diario ariqueño "La Concordia", (Año 12, Número 3877, del 23 de Abril del año 1972, es enteramente desconocido en nuestro medio nacional, por haber quedado "oculto" o casi "desterrado" en un ignoto diario de la Provincia, y, al parecer , puede ser considerado uno de los primeros ensayos antropológicos que se han escrito en Chile sobre este aspecto concreto - salvo meliori iuditio- , nos ha parecido de interés publicarlo en nuestro Blog como modo de darlo a conocer.

Este trabajo sigue la línea ecológica desarrollada en nuestra Tesis de titulación en arqueología, que lleva por título: "Las Culturas arqueológicas en Chile: Ensayo de una zonificación ecológico-cultural", Escuela Nacional de Arqueología e Historia, Universidad Autónoma de México, Enero 1970.

De la ecología cultural a la eco-antropología.

El desarrollo posterior de esta idea-fuerza, nos ha llevado a hablar ya confiadamente , a partir del año 2006, de una "eco-antropología" como una nueva visión o enfoque de la Antropología Social y/ o de la Arqueología de Campo, enfasis no suficientemente recalcado por la Academia tradicional. A nuestro entender, este enfoque nuevo , la eco-antropología, debería quedar plasmado en un nuevo y más abierto curriculum universitario, en el cual se diese énfasis particular a los estudios de la geografía en cada una de sus sub-disciplinas, además, por cierto, de la Antropología propiamente tal. Un eco-antropólogo, en nuestra opinión, debe ser un sujeto muy versado en las disciplinas geográficas y ambientales y por consecuencia, muy consciente de los problemas ambientales que la ocupación del espacio por el hombre depara hoy día a los ecosistemas.

Hacia un nuevo modelo de desarrollo.

Un eco-antropólogo, pasa así a ser necesariamente y por definición, un defensor de la Madre Tierra y de los ecosistemas (terrestres y marinos) ante los intentos de no pocas técnicas extractivas modernas por destruírla, modificarla o envilecerla, sin la más mínima preocupación por las funestas consecuencias a futuro. Un eco-antropólogo, por tanto, necesariamente se convierte en un defensor del agua, la tierra, y el aire que respiramos y su calidad química, ante los embates de tecnologías, presuntamente desarrollistas pero en realidad fuertemente destructivas del medio ambiente o muy poco amigables con él. Un eco-antropólogo aboga y lucha por un nuevo concepto de "desarrollo", congruente con la sustentabilidad en el tiempo de toda la actividad humana y con una nueva actitud filosófica y ética ante el consumismo despiadado que hoy nos agobia y al que nos han llevado fatalmente diversos modelos de desarrolloeconómico, heredados del neo-liberalismo.

Un nuevo tipo de antropólogo: atento y cuidadoso del medio ambiente.

Este nuevo tipo de "antropólogo" en ciernes, que hemos querido llamar eco-antropólogo, estará, en consecuencia, muy atento y alerta ante todas las amenazas que los ecosistemas puedan sufrir a manos de la explotación irracional y suicida de los bosques, praderas, ríos, lagos o los paisajes de infinita belleza. Algunos de éstos constituyen rarezas y piezas únicas en el planeta. Hoy se pretende aplicar un modelo de desarrollo en nuestra Patagonia austral al querer a toda costa y contra la resistencia de todo un país, construir numerosas mega-represas en el único lugar todavía prístimo e intocado del planeta Tierra: el área de los archipiélagos del extremo Sur. Este "nuevo antropólogo" debe constituirse en el apoyo y el sostén de las comunidades humanas supuestamente afectadas o afectables por determinados Mega-Proyectos que nuestra débil y precaria legalidad ambiental chilena ciertamente no sabrá defender, como no lo ha sabido hacer en el pasado reciente.

El auténtico eco-antropólogo debe ser capaz de prever, de alertar, de sopesar las tendencias del desarrollo humano y sus posibles yerros.

Estamos seguros que este nuevo enfoque, atraerá a muchos cultores de la Antropología y Arqueología, los que encontrarán en él la plena justificación a su legítima preocupación por el destino final de nuestro Planeta, el que todavía -lo esperamos- sea hogar nuestro por muchas generaciones en el porvenir. A través de este enfoque, la Antropología se convierte en una herramienta poderosa no sólo para entender y profundizar en el origen y evolución de las culturas humanas, sino también en su futuro.y en su destino. Muchos especialistas de otras disciplinas (es el caso de la Arquitectura y las Ingenierías, principalmente) encaminadas directamente a transformar y modificar el paisaje, no advierten fàcilmente la profundidad y alcance del problema ecológico planetario, tan absortos están en el brillo de sus técnicas y tecnologías aplicadas a la transformación de la materia. La Biogeografía, la Ecología o la Etica ambiental no son materias propias de su curriculum académico, lamentablemente.


¿Dónde brilla más la belleza, la grandiosidad?.

Mucho más brillo, pomposidad y "creatividad" adquiere para el vulgo el edificio más alto de la tierra, o la represa más grande del mundo, o el crucero transatlántico más gigantesco que surca los mares, que un paisaje de bosques vírgenes o un rosario de lagos paradisíacos color verde esmeralda interconectados en un paisaje boscoso, fruto del potente deshielo ocurrido a inicios del Holoceno. Retazo de naturaleza virgen, no conculcada aún por el pie humano.

Aunque parezca un absurdo, mucho más se valora y aquilata hoy las creaciones del hombre, del Homo faber, que la Creación divina, manifestada en soberbios paisajes naturales sorprendentes e irrepetibles. Mucho más interesa hoy al hombre las nuevas formas de la "Torre de Babel" que el Parque natural del Yellowstone o las Cataratas del Iguazú o del Niágara. . A eso hemos llegado!.

Para eso, se nos ha formado (o deformado).!

(Esta reflexión de tipo ético-cultural ha sido escrita en vísperas de la Navidad del año 2010).


1 comentario:

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

He vuelto a releer este trabajo nuestro de hace casi cinco años. Sigo hoy pensando exactamente lo mismo con respecto a esta sub-disciplina de la Antropología y su preocupación por el destino futuro de nuestro patrimonio .

En nuestra región de Tarapacá se acaba de anunciar un nuevo paso del "huracán Dakar" como hemos rotulado a esta competencia "deportiva", que más tiene de destructiva que de deportiva.

De fuente confiable hemos sabido que el próximo año 2015 el paso de este evento por nuestra región tendrá -se me asegura- cuatro (no una sola!) distintas rutas de tránsito en determinados sectores. Si así fuere, quiere decir que nuestras autoridades nada han entendido ni del problema en sí -a pesar de las infinitas reclamaciones de entidades especializadas- ni de las consecuencias nefastas para el estudio de las culturas humanas del pasado, subyacentes bajo la capa arenosa de la pampa. Ésta parece, a primera vista, totalmente inerte, estéril y sin vida o sin historia. Pero la arqueología la paleo ecología y la paleontología han demostrado lo contrario.

Francamente no entendemos cómo el Estado chileno decida invertir más de seis millones de dólares en apoyar esta "sucia" y polvorienta actividad que de deportiva tiene tan, pero tan poco. El afán evidente de lucro que mueve a sus organizadores franceses (Etienne Lavigne y equipo), preocupados de probar las máquinas de última generación que saldrán pronto al mercado, es mucho más importante para ellos
que la carrera misma.

Cuando este evento se desarrollaba en el Norte de Africa, eran los organizadores los que pagaban a los diferentes Estados africanos por donde pasaba, para poder obtener su permiso. Hoy es al revés: nosotros (todos los chilenos) pagamos para que otros se embolsen un dinero fácil a expensas de daños ambientales y culturales imprevisibles, y ciertamente imposibles de compensar. Que no se nos diga, por favor, que hay dinero para "paliar" los daños que ocurrieren.

La previsión cierta de daños en el caso del paso del "huracán Dakar" (ya advertidos en todas las carreras anteriores por certificación de la autoridad antropológica competente), aconseja sabiamente una sola cosa: impedir para siempre esta actividad por ser indiscutiblemente dañina. Cualquier otra decisión -como la que se acaba de adoptar- es ciertamente ciega y suicida. Ciega, porque no se quiere ver el daño previsible; y suicida, porque la experiencia anterior ha sido desastrosa. ¿Por qué querer volver a tropezar con la misma piedra?".

Un nuevo intento como se pretende, con un mayor número de competidores y de vehículos, con varios carriles paralelos de carrera, y con un creciente e incontrolable número de espectadores que aparecen como moscas al acecho, solo augura más desastres y más destrucción.

Por favor, paremos de una vez este flagelo en este nuestro desierto tarapaqueño, por que éste está lleno de sorpresas y de historia, bajo la aparente costra arenosa inerte y sin vida. Lo confirman a diario los paleo-ecólogos, paleontólogos y arqueólogos.

Pero estas venerables ciencias estudiosas del pasado, al parecer carecen de voz y voto en nuestro medio actual, muchísimo más preocupado de dar "pan y circo" a la plebe que protección y resguardo a los nuestros bienes naturales que la Naturaleza y la Historia nos han confiado. Y lo que es el colmo y raya en lo increíble: a esto lo llaman "dar cultura al pueblo".

¡Las futuras generaciones un día nos lo echarán en cara!.


Dr. Horacio Larrain B. (Ph.D.)

Antropólogo cultural y arqueólogo.