Bermúdez es reconocido como el gran investigador de la historia del salitre. Pero, además, hizo varios estudios cortos, defíciles de encontrar, sobre temas relacionados con el Norte y su desierto, en particular sobre figuras de personajes que actuaron en su historia y sobre los indios changos, pobladores del litoral desértico. Publicar este material oculto en revistas antiguas de poca circulación y que no son del ámbito científico, es, pues, una tarea que sabemos será de gran utilidad para muchos investigadores y estudiantes de la Historia, Geografía y aún de la Economía del Desierto de Atacama.
Este breve artículo pero sustancioso de apenas cuatro páginas, contiene valiosa información sobre viajeros del desierto, algunos de ellos rara vez citados en las fuentes .
Bermúdez demostró un enorme interés por la geografía y la descripción de los paisajes del desierto de Atacama. Y, justamente, es en estos viajeros tempranos, los primeros "exploradores del desierto", donde uno encuentra un material descriptivo muy valioso de los escenarios de la época, no poco modificados hoy por el paso del tiempo.
Hubo ciertamente viajeros anteriores, como Johann Jakob von Tschudi, austríaco, Rodulfo Armando Philippi, alemán, o William Bollaert, inglés, quienes a mediados del siglo XIX hicieron largos trayectos atravesando sectores del desierto de Atacama, consignando en sus relatos y artículos especializados (publicados generalmente en alemán o inglés) gran cantidad de elementos valiosos para la Geografía, Antropología, lArqueologìa y Demografía del desierto.
Los "exploradores" que hoy nos presenta Bermúdez más bien recorren este desierto, no tanto con el objeto de describirlo desde un ángulo geográfico o para reunir información de valor sobre su flora y fauna y población, sino para destacar y señalar con precisión la existencia de minas, aguadas y recursos varios, de posible interés económico para el Estado chileno, en parajes muy poco conocidos con anterioridad o solo surcados en travesías de pocos meses, siguiendo las rutas conocidas de los pueblos atacameños o aymaras. El objetivo de estos "exploradores" es muy diferente y los resultados obtenidos, igualmente distintos.
He aquí, in extenso, en cuatro páginas, el artículo titulado: "Los Exploradores del desierto de Atacama". (Revista "En Viaje", Año XXVII, Nº 323, Septiembre 1960):
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Aquí abajo, mostramos al lector las portadas originales de su obra principal, en dos tomos, dedicada a la historia del salitre chileno en el Desierto de Atacama.
Portada de la edición de la obra de Oscar Bermúdez Miral , "Historia del Salitre", Tomo I, 1963.
Portada del Tomo II de la "Historia del Salitre" de Oscar Bermúdez Miral, 1984.
Obras de Bermúdez relativas al salitre.
La rica personalidad del historiador de origen pampino.
Llama la atención cómo este notable historiador nortino que nunca estudió Historia en las aulas universitarias y fue por tanto un perfecto autodidacta, llega a dominar en forma admirable el "arte de hacer historia", manejando a la perfección las fuentes documentales y logrando la hazaña de hacer la primera gran síntesis del desarrollo y evolución de la explotación del salitre en el norte chileno, como lo ha reconocido el gran historiador Harold Blakemore. Literato y novelista primero, poeta después, amante de la teosofía, finalmente, la figura de Bermúdez alcanzó la estatura de un gigante por su capacidad de enhebrar sabiamente toda la enorme y confusa literatura, dispersa en mil documentos y archivos, sobre el salitre y las pampas salitreras.
Escritor prolífico.
Pero además de sus obras mejor conocidas, y difundidas , como la "Historia del Salitre", "Pica y su Nexos regionales," o "Antonio O´Brien y sus labores administrativas", Bermúdez nos ha entregado en artículos cortos y en revistas prácticamente desconocidas, otros estudios fruto de su curiosidad sin medida. Así, se interesó por examinar diversos temas atingentes al modo de vida pampino o indígena, las exploraciones del desierto de Atacama, o las balsas de cueros de lobos marinos y su uso en época republicana en puertos salitreros del Norte.
Nuestras primeros contactos con el historiador Bermúdez.
Poseía una tremenda curiosidad científica la que le impulsaba a profundizar sobre temas siempre ligados a la historia, la arqueología y la geografía del Norte Grande. Permítaseme traer aquí a colación algunas experiencias personales de aquellos años. Conocí a Bermúdez a mediados del año 1963 en la ciudad de Antofagasta. Había yo llegado como joven profesor a la Universidad, del Norte, fundada por los jesuítas pocos años antes. Dado mi creciente interés por la arqueología, de inmediato me vinculé con el Museo Regional y con las personas que allí laboraban por entonces: el joven y dinámico Bernardo Tolosa Cataldo y la investigadora en etnografía y folklore, la alemana Ingeborg Lindberg.
Pues bien, una de las personas que invariablemente, casi semana a semana, solía visitarnos en el Museo, era don Oscar Bermúdez, siempre curioso de saber más sobre los changos, uno de sus temas predilectos. Sabía que estábamos haciendo algunas investigaciones sobre el poblamiento chango en la franja costera, al Norte de Antofagasta. Y que nos interesaba el tema de las pictografías rupestres. En cada visita nos preguntaba con gran interés qué novedades teníamos para mostrarle, fruto de nuestros recientes descubrimientos. Todo lo quería ver y examinar con especial cuidado. Nos acompañaba un buen rato en el Museo, haciendo mil preguntas y tratando de ese modo de penetrar en el género de vida de los antiguos cazadores-recolectores costeros que le fascinaban en extremo. Era un hombre muy inquisitivo y extraordinariamente receptivo. A la vez, un hombre muy discreto y sumamente respetuoso de las opiniones ajenas.
Nuestras relaciones académicas.
Recuerdo perfectamente su estampa delgada y frágil, su delicadeza en el trato y finura de modales, su seriedad y la forma respetuosa de interrogarnos. Era, a lo que sabíamos, un hombre muy solitario y de pocos amigos. Hicimos por entonces una buena amistad que perduró por años, hasta el punto de que, de regreso de los Estados Unidos con mi grado de Magister en Arqueología (fines de 1971) otorgado por la State University of New York, lo invité a trasladarse a Iquique, su tierra, a formar parte de un naciente "Instituto de Investigaciones Históricas y Antropológicas" que se encontraba en germen por entonces en la Sede de Iquique de la Universidad del Norte. Incluso llegó a tener nombramiento universitario para integrar nuestro equipo de Iquique en 1972.
Pero su delicado estado de salud por entonces, fue la excusa para no decidirse a acompañarnos. La idea de un cambio tan radical, lo inquietaba. y así nos lo hizo saber por carta. Nuestra idea era formar un potente equipo de investigación con sede en Iquique con las mejores personas disponibles en la Región, máxime con aquellos que ya pertenecían a la Universidad del Norte, como era el caso de Bermúdez.
Pocos historiadores han demostrado tanto interés como él por la antropología y la geografía, ciencias que consideró de vital importancia para la perfecta comprensión del acontecer humano. Y por eso, con toda razón, le consideramos aquí un representante genuino de la eco-antropología, enfoque propio de este nuestro Blog.
2 comentarios:
Una joya la que nos han regalado en su blog.
Para recomedar.
Saludos.
Santiago
Estimado amigo de Santiago:
Recordar la obra y figura señera de este gran historiador del Norte, ha sido una preocupación nuestra. Porque hemos sido testigos del cruel abandono en que estos pioneros -que nunca pisaron las escuelas universitarias de la especialidad- se encuentran en la memoria colectiva del chileno medio. ¿Quién los recuerda hoy, sino, a lo más, unos cuantos especialistas en sus cuidadas bibliografías?.
Transcurridos ya 30 años de su alejamiento (1984), muy pocos lo recuerdan. No conocemos ni calles ni plazas en Iquique -su región de origen- que honren su memoria. Y, sin embargo, pocos como él dieron a conocer al mundo la verdadera "historia del salitre" con tanta riqueza documental y tal maestría en el relato. Bermúdez merece una estatua en el corazón de la Región. Ojalá un día así lo reconozcan nuestras autoridades culturales.
Pocos han sido los que, como Bermúdez, se quemaron las pestañas escrutando archivos y documentos ocultos, en una época en que no existía como hoy, sistemas de búsqueda desde el propio escritorio (Google). Era Bermúdez un devorador de libros y archivos pero, a la vez, un gran sintetizador de ideas y episodios de la historia regional tarapaqueña. Los libros de historia regional deberían recordarlo como uno de sus más egregios próceres. Pero ¿dónde se habla de él y sus notables investigaciones?. Ni siquiera lo hemos visto mencionado en las salitrera "Humberstone", hoy Museo vivo del salitre. Allí, tal vez, debería erigírsele un recortorio ya que en su pueblo natal, "La Noria", no queda hoy "piedra sobre piedra". De su genio creador el magnate salitrero John North y sus hazañas, nada, absolutamente nada se recuerda allí. A la verdad, nosotros los chilenos somos no sólo olvidadizos del pasado y sus héroes, sino, lo que es mucho peor, a veces asesinos de su imagen y su legado.
¡El olvido es la peor espada que hemos empuñado para sepultar su imagen!.
Dr. Horacio Larrain (Ph.D.)
Arqueólogo y antropólogo cultural.
Centro del Desierto de Atacama (CDA)
Pontificia Universidad Católica de Chile.
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