viernes, 22 de febrero de 2008

El Equipo de Investigación: una necesidad








Una persona sola, por genial que sea, hace muy poco. Genios solitarios ha habido, pero pocos. Hacer ciencia es esencialmente un compartir, digerir y analizar lo hechos entre varios , cotejándolos a cada instante con las hipótesis planeadas inicialmente. Esto se hace mucho mejor en equipo, cuando varios investigadores, ojalá con formaciones, sesgos y aficiones distintos, enfocan una misma temática de estudio.

Durante mi ya larga vida académica universitaria (1963-2008) he tenido la fortuna
de participar activamente en diversos equipos o grupos de trabajo. Recuerdo con especial cariño el grupo de científicos del Instituto de Geografía de a Universidad Católica de Chile, liderado por Hugo Bodini que realizó estudios pioneros en geografía, geomorfología e hidrología en Tarapacá (1973-1978), de donde surgió la revista "Norte Grande", que aún perdura.

El equipo científico de "Expedición a Chile", liderado por el entomólogo Luis Peña Guzmán (1975-1978); que nos enseñó a compartir la ciencia y plasmarla en una publicación de corte ecológico, pionera en Chile que produjo 48 fascículos de la más alta calidad y 24 libritos o Manuales de Campo.

El Instituto de Estudios y Publicaciones Juan Ignacio Molina, ideado por Luis Peña, grupo que audazmente, bajo la dirección de Alberto Vial Armstrong, quiso construir la "Ecohistoria de Chile", ideal que, aunque fallido, nos dejó ricas experiencias de trabajo y discusión compartida (1978-1980).

El Grupo "Likan Kunza", nacido en la Universidad de Antofagasta, y destinado a apoyar las reivindicaciones del pueblo atacameño, antes de la dictación de la Ley Indígena del año 1993 (1984-1992).

El "Equipo de Estudios de los Ecosistemas de Niebla", (1997-2007) cuya finalidad ha sido estudiar la potencialidad y recursos (climáticos y bióticos) de los oasis de niebla del extremo norte chileno, desde un ángulo interdisciplinario.

Este mismo equipo hoy se ha robustecido y se ha transformado en el "Centro del Desierto de Atacama", creado por el Rector de la Universidad Católica Dr. Pablo Rosso R., en Septiembre del año 2007.

En una palabra, toda mi vida académica ha transcurrido en estrecho
contacto con otros científicos: antropólogos, arqueólogos, físicos, geógrafos, ecólogos, biólogos, geólogos, historiadores, etnógrafos, sociólogos o educadores, de todos los cuales no solo he aprendido mucho, sino que he recibido múltiples sugerencias e inputs de carácter científico, que han reorientado mi vida y quehacer académico y me han vuelto cada vez más interdisciplinario y menos uni-disciplinario.

De tal suerte, que si se me preguntara qué soy
exactamente como científico, hoy día, no sabría decir con certeza si soy un eco-antropólogo, un arqueólogo, un etno-eco-geógrafo, o un etno-antropólogo, o un eco-antropogeógrafo. Porque a la verdad, no lo sé. Los lindes entre las disciplinas se empiezan a esfumar cuando se enfrentan al estudio concreto del ecosistema poblado, modificado, construido y estructurado por el hombre. Si bien de origen soy arqueólogo profesional (México), mis estudios de Magister se desarrollaron en el campo de la etnohistoria y mi Doctorado en el campo de la antropología social y cultural (Estados Unidos), mientras otros estudios, anteriores o posteriores, se desarrollaron en las áreas de la Biología (Zoología) o de la Geografía (Geomorfología Biogeografía).

El moverse con cierta libertad en varios campos de la ciencia trae ventajas y desventajas. Uno aprende otros léxicos y otros lenguajes, lo que permite dialogar con otros científicos, en una misma lengua;
pero, tal vez, impide o dificulta una profunda especialización en una sola línea de trabajo.

Yo hice mi opción, y no me arrepiento de ello. Porque esta apertura a otros campos de la ciencia, diferentes de mi raiz original antropológica,
me ha permitido moverme con facilidad en Equipos interdisciplinarios y, a la vez, me ha permitido aprender a respetar otros puntos de vista, diferentes al mío propio, enriqueciéndome enormemente con ello.

Por esta
razón, nunca me he cansado de inculcar a mis alumnos que deben abrirse lo más posible a otros campos vecinos al suyo (Arqueología, Antropologìa Social), porque hay mucho que aprender de otras perspectivas y visiones del Hombre y del Mundo Natural.

Nadie posee la sabiduría total, ni tampoco es dueño de la "lámpara de Aladino" . Todas las disciplinas se complementan y no son sino respuestas màs o menos sesgadas o incompletas a los problemas que plantea la
compleja realidad total.

Pero hay algo más: en un Equip
o, uno aprende a ser humilde, pues la visión propia es solo una más dentro del conjunto. Y la humildad debe ser el sello del verdadero científico. Porque el conocimiento es inconmensurable y la capacidad humana para abarcarlo, limitada.


El trabajar con ayudantes de campo y departir con ellos día a día y codo a codo, trae otra gran ventaja: uno aprende a oir, a escuchar, a abrirse a otras visiones. Mi experiencia me ha enseñado que oyendo y pidiendo otras opiniones, uno crece y se enriquece. La ciencia y el conocimiento se construyen grupalmente: Muchos ojos ven siempre más que dos. Y en este sentido, debo confesar que a menudo mis ayudantes me han hecho cambiar de opinión y el resultado final ha sido muy positivo.

Este Blog es prueba tangible de lo que afirmo: pues uno de mis ayudantes de campo, Luis Pérez Reyes, ha sido uno de los motores de este Blog, y sin su asistencia técnica, éste jamás habría visto la luz.

El otro aspecto de la investigación de campo de tipo antropológico, insoslayable, es contar con el apoyo de la comunidad. Si queremos trabajar en pro de una comunidad, debemos incluir, en todas las etapas del Proyecto, a sus propios miembros. Debemos hacerlos participar en todas las etapas. Es lo que estamos tratando de hacer en la caleta de Chanavaya: trabajar con ellos y para ellos. Sus ideas son frecuentemente mejores que las nuestras. Porque ellos saben, mucho mejor que nosotros, cuál es la meta última. Y no pocas veces, sus derroteros, son mejores que nuestros atajos, sus ideas, mejores que nuestros sofisticados Planes.



1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Es realmente admirable (y envidiable) su historial académico!