sábado, 16 de mayo de 2020

Recordando al jesuita arqueólogo Gustavo le Paige. Nuestro homenaje: al cumplirse los 40 años de su muerte.

Al cumplirse cuarenta años de su partida a la eternidad.

Hace cuarenta años, un 19 de mayo del año 1980, fallecía en el Colegio San Ignacio de Santiago de Chile, el jesuíta belga, arqueólogo y párroco de San Pedro de Atacama, Gustavo le Paige de Walque, S. J., a los 76 años de edad. Entró a la  Compañía  de Jesús en 1922 y partió como misionero al Congo Belga (hoy Zaire)  donde trabajó como misionero católico y etnógrafo durante 19 años. Por discrepancias pastorales con su obispo, su Provincial le pide regresar a Bélgica en 1952. Insiste ante su Provincial en su anhelo de  ir a territorio de  misiones. En 1955, y frisando ya sus 52 años,  llega a Chile y muy pronto fue destinado al Norte (Antofagasta) pues el quería ser misionero en la zona rural, campesina o indígena, lejos de las grandes ciudades. Ejerce primero, en el mineral de cobre de Chiquicamata un corto ministerio, para  radicarse finalmente en el alejado pueblo atacameño de San Pedro de Atacama, donde llega a establecerse, como párroco, en 1957.

La parroquia católica estaba vacante desde hacía varios años. Aquí realiza un intenso trabajo tanto apostólico -asistiendo espiritualmente a los 13 poblados atacameños- como arqueológico y social-comunitario. Entusiasmado por la etnografía, desde los tiempos de su permanencia en el Congo Belga (Zaire), Le Paige  visita Lasana y  Toconao, y  queda de inmediato fascinado por la rica arqueología atacameña y sus vestigios, tema  que pasará a ser su centro de interés científico por largos 23 años (1957-1980).

                                         
Fig.  1.  Gustavo le Paige hacia comienzos del año  1963, cuando da término a su Museo arqueológico: su obra maestra. Foto tomada  de la obra del arqueólogo Mario Orellana: "Historia de la arqueología en Chile",  1996: 185).

                      
Fig. 2.  El sacerdote Gustavo le Paige con el incensario durante la procesión de la Virgen en su fiesta de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre del año 1964. Le acompaña uno de sus jóvenes colaboradores del Museo. (Foto Horacio Larrain.) 

                       
Fig. 3.  Gustavo le Paige en trabajo de campo, señalando la presencia de un antiguo depósito de semillas atacameño (collca). En el trayecto de Chíuchíu hacia Lasana, foto tomada del libro de Gerardo Melcher, 2004; ver bibliografía).  

    
Fig. 4.  Obra publicada por la Universidad Católica del Norte (Antofagasta)   en el año 1976 con  motivo del nombramiento del padre Gustavo le Paige, S.J. como  "Doctor honoris causa".  Le Paige tenía ya por entonces 73 años  y llevaba  19 años de trabajo en San Pedro de Atacama.  Muy pronto sus fuerzas flaquearán.  

    
Fig. 5. Reproducción de un trozo de una  carta del Padre le Paige al ingeniero    hidráulico y arqueólogo  Hans Niemeyer Fernández, en el año 1960. Expresa esta carta, de letra  diminuta  pero clara,  su pensamiento acerca de los origenes geológicos del salar de Atacama y, a la vez, su preocupación por perfeccionar las antiguas acequias de conducción del agua de riego en los ayllos atacameños. Consta esta carta en la obra "Hidrografía" del Instituto Geográfico Militar de los autores Hans Niemeyer y Pilar Cereceda  (Ver bibliografía). Le Paige ha discutido en terreno, sin duda, esta información con el geólogo alemán Carlos Klohn, por entonces radicado en Antofagasta, con quien sabemos conversó más de una vez sobre este tema que le intrigaba profundamente.
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Recordando con nostalgia: hace cuarenta años.

Dejaron de tañer las campanas de San Pedro de Atacama. No hemos escuchado más su lastimeros plañidos. ¡Hoy guardan respetuoso silencio!. Su humilde tumba, hoy solitaria y desguarnecida, ya no recibirá probablemente el homenaje de antaño, cuando  sus amigos atacameños le traían ramos de flores para el 19 de Mayo, en su recuerdo. Sus 23 años de apostolado entre los atacameños (1957-1980) no bastaron para que su nombre sea nuevamente pronunciado, con acentos de reverencia, en la vetusta iglesia colonial de San Pedro de Atacama. Los ayllos de sonoros nombres kunza de su pueblo (Béter, Tchécar, Solor, Tulor, Séquitor, Yaye, Coyo, Catarpe, Larache...) ya no volverán a divisar su silueta enjuta, de polvorosa sotana gris, llevando el consuelo del santísimo sacramento a los enfermos. Las ancianas abandonadas de Peine, Talabre o Socaire, ya no recibirán su visita ni sus donativos en alimentos,  entre sus cálidas palabras de consuelo. Fui varias veces testigo ocular de tales visitas a enfermos, siempre anónimas y casi diría clandestinas, entre aquellos años  1963-65. Tampoco su querido Museo de sólidos muros de adobe, inaugurado en 1963 y levantado por jóvenes  manos atacameñas, abrirá sus puertas, arrasado hoy y derrumbado por manos ignaras e iconoclastas.

Su efigie ya no preside su amado Museo como antaño...

Su recia figura de sabio investigador de la cultura atacameña, -fielmente retratado como tal en soberbia escultura de su amigo escultor Harold Krusell- ya no preside el frontis de su Museo, su obra predilecta. Ya no presidirá, tampoco Le Paige las doctas y eruditas reuniones científicas de antaño, cuando se agolpaban  los expertos de Argentina, Bolivia, Perú y Chile para discutir con él sus hallazgos milenarios en los confines de Atacama (Enero 1963).   

Hemos perdido un sabio.

Se nos fue el sabio y con él,  toda una época gloriosa de San Pedro de Atacama. La Atacama saludada por varios Presidentes de la República y los reyes de Bélgica Fabiola y Balduino, entre muchas otras notables  personalidades, ya no existe.  Después de su muerte, todo cambió. ¿Dicen que para bien?. Algunos lo creen así. Nosotros francamente lo dudamos. En la bibliografía adjunta, más abajo,  indicamos todo lo que nosotros hemos escrito en nuestro blog sobre  la obra y la rica personalidad del jesuíta. Ésta, amerita  un análisis mucho más profundo de los diferentes aspectos de su  vida y de su  obra.

Mi regreso a San Pedro tras  una larga ausencia.
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Hace cuatro años, en enro de 2016, volvimos a visitar el poblado durante varios días, participando en un Congreso de arqueología.  Después de 31 años, volvía a recorrer, nostálgico y dolido, sus callejuelas aún dotadas de añosos muros laterales de adobe. Atacameños ví muy pocos; hoy día  -o mejor dicho ayer porque hoy impera la cuarentena- un hervidero de extranjeros ávidos de  goce y disfrute, en tenidas deportivas, surcaban impávidos sus calles. Motocicletas y bicicletas, por doquier. Sus bares, de noche, repletos de una juventud  de extraños atuendos y talantes y lejanos acentos, olían a marihuana. No creo exagerar, pues fuimos testigos de ello ese enero del año 2016. Los pocos atacameños, se refugian temprano en sus viviendas de adobe, pues son madrugadores.

Extraños se apoderan de San Pedro.

El antiguo y polvoriento poblado de San Pedro cambió su faz y se llenó de advenedizos, ávidos de excursión o placer barato. Las autoridades locales, no supieron o no pudieron prever a tiempo y frenar los  excesos de muchos turistas, nacionales y extranjeros. Faltó la voluntad  de imponer, oportunamente, con decisión y energía, barreras y protocolos rígidos a  los desaprensivos visitantes. Hasta ha habido desapariciones misteriosas de personas en la zona.Hoy ya es demasiado tarde: casi diría: una tarea imposible. 

¿Se puede hablar de "progreso"?.

¿Nos preguntamos: ¿hubo aquí progreso?. Sí, para unos pocos afortunados que han sabido aprovechar el turismo en su propio beneficio. ¿Pero, se ha beneficiado y enriquecido con ello la cultura atacameña, de tan rico y glorioso pasado?. ¿Es hoy más culto y educado que ayer, el atacameño actual?. Lo dudamos. La prosperidad y "modernismo" que se observa exteriormente, en algunas vistosas edificaciones, hospederías u hoteles, no parece tener, -a lo que se ve-  un preciso correlato en una mayor cultura y educación de sus habitantes y sus autoridades. Bares y hoteles pululan por doquier; también burdeles disfrazados de salas de baile.
¿Alguna concurrida institución literaria, artística, científica o biblioteca?.  ¿Alguna potente radio local capaz de ofrecer programas educativos y formativos  de fuste regional y local y  destinada a educar (no solo recrear) al pueblo?...¿Algún Museo de artesanía y tradiciones populares atacameñas?; ¿Algún centro de estudio y protección de la fauna y flora silvestre?. ¿Alguna academia de música, pintura, escultura o cultura popular?. Podríamos así seguir, hurgando, ad infinitum, en lo que haría falta hoy allí para poder hablar, con  pleno derecho,  de un auténtico progreso.

Le Paige y el progreso en Atacama.

Gustavo le Paige buscó afanosamente un auténtico desarrollo para San Pedro y su vasta zona aledaña. El se impuso esa tarea: nadie se la exigió, menos aún siendo párroco. Y no solo fue, además de misionero,  un arqueólogo, constructor de un singular Museo.  Fue mucho más que eso: no hubo, en efecto,  actividad benéfica o de "progreso" local  en la que él  no estuviera siempre involucrado personalmente. Obras de canalización y regadío, electrificación,  mejoras en agricultura y silvicultura local, deportes,  salubridad y mejoramiento sanitario, pavimentación y arreglo de caminos, educación, protección policial..., etc.  etc.¡Aunque parezca increíble o paradójico, hasta llegó a presidir el Centro de Madres y el Club Deportivo local!. 

Su labor arqueológica y museológica.

Se ha solido destacar sólo algunos aspectos de la vida y actividad de Le Paige en la zona de San Pedro.  Ante todo, lo más llamativo: su labor arqueológica, su creación museológica. Nos hemos extendido en varios otros capítulos de este Blog analizando esta actividad señera de su vida  (Ver bibliografía, abajo). Actividad  discutida y/o vilipendiada por algunos, pero reconocida y apreciada por grandes figuras de la arqueología regional.

El hombre que busca escuchar a Dios.

Se ha hecho justa referencia a su sugerente actividad pictórica,  en la que supo volcar y reflejar sus profundas inquietudes religiosas y sociales. (Lautaro Núñez , 2017) Muy poco se conoce y se habla, en cambio,  de su actividad pastoral y religiosa:  actividad que fuera precisamente el gran motor y  propulsor de su inagotable dinamismo.
Poco o nada se conoce del hombre de profunda fe cristiana, que nos confesara en confianza, en noviembre del año 1979, con ocasión de nuestra última visita (copio ad litteram de la entrevista hecha por mí en esa ocasión): "que ahora, con la paz del retiro en Santiago ha escrito algunas ideas. Que ha reflexionado mucho y recibido muchas luces sobre Dios, la Trinidad, la Eucaristía y la vida espiritual, el alma ...con gran claridad...". La Eucaristía era para él  un regalo de Dios que le otorgaba la energía diaria para poner por obra su gigantesca labor pastoral y social. (Cf. mi entrevista de fines del año 1979, en bibliografía, abajo).

Su labor pastoral y social.

 Su día comenzaba a las 6.30 A.M.  un rápido, frugal y escaso desayuno y a las 7.00  A.M. estaba ya en el templo, arrodillado, meditando los sagrados misterios y celebrando el sacrificio de la Misa.  Con o sin fieles, a esas tempranas horas, el sacerdote se sumía en honda meditación. Fui personalmente testigo de ello cuando le acompañaba,  por días enteros, en su labor pastoral. Con él conocí casi todos los pueblos atacameños, desde Río Grande, Turi y Toconce, por el Norte, hasta Peine y Talabre, por el sur.  Le acompañé muchas veces a visitar a los enfermos e inválidos, en sus humildes chozas de barro y paja brava. Me impresionó profundamente entonces el inmenso cariño y veneración que se le tenía y, a la vez, el afecto  que él prodigaba a sus queridos atacameños.

No llegaba con las manos vacías.

Nunca llegaba a visitarlos con las manos vacías: pues Cáritas-Chile le entregaba en aquellos años, las mercaderías básicas para mitigar su hambre crónica: tarros de leche en polvo, quesos, harina, té, fideos y azúcar. Su hablar era rápido, brioso, -como todo su actuar-  y hacía gala de un insólito castellano mezclado de giros o palabras afrancesadas, a medio digerir. Nunca pudo superar ciertos galicismos inconfundibles, casi grotescos. Sospecho que los atacameños no le entendían mucho sus discursos  o sus consejos, pero el lenguaje de amor y del respeto, que campeaba en todas sus acciones,  superaba ampliamente las barreras idiomáticas.

Hoy hace falta un Le Paige en la zona atacameña.

Han transcurrido cuarenta años. Su gran obra, su Museo arqueológico, yace en ruinas. Vergonzosamente vandalizado y desmantelado. Sus riquísimos materiales, yacen hoy,  apretujados y comprimidos, en sendos containers.  El Museo nuevo, prometido a la comunidad con bombos y platillos, nunca se construyó. Extrañamente, se partió con el pie izquierdo: primero se demolió el antiguo antes de tener listo el nuevo. Lo lógico, sensato y cuerdo habría sido proceder al revés. Poderosos argumentos, además, sugerían construirlo en otro sector, alejado del centro histórico del poblado. Su prevista mole modernista no se condecía ciertamente con el contorno del viejo San Pedro colonial. Pero todo quedó en nada. Extrañas razones que un día, ojalá, salgan a la luz, "exigían" al parecer con premura su demolición.

El litigio actual.

Hoy se ha instaurado (desde el año 2016) un litigio de proporciones  entre la empresa española que se adjudicara la propuesta del nuevo Museo, la Municipalidad de San Pedro y vecinos atacameños que  reclamen ser dueños de los terrenos.  Y, en medio, la Universidad Católica del Norte, a la que pertenecen sus investigadores.  ¡Cómo lloraría el padre Le Paige si le fuera dado contemplar este desastre, mejor dicho, este monstruoso desatino!. Nos preguntamos nosotros -y con nosotros no pocos atacameños ilustrados- cómo se pudo llegar a este extremo, desgraciadamente hoy día ya irreparable.

Ojalá se busque alguna solución honorable.

Al commemorar con dolor y nostalgia en estos días los cuarenta años de la partida del  P. Le Paige  a la mansión celestial (1980-2020), hacemos votos para que se logre pronto una solución armoniosa. El turismo de San Pedro llora hoy a mares la pérdida de su Museo. Sus valiosas colecciones que atraían a tantos investigadores del mundo, hoy no pueden ser exhibidas en forma digna. ¿Se ha pretendido opacar u obnubilar la obra de tantos años del sacerdote-arqueólogo, acusado por algunos, infundadamente, de ser un despiadado "profanador de tumbas", negando sus indudables e indiscutibles méritos científicos  y sociales?.  No quisiera pensarlo.

Reconocimiento de sus méritos.

El correr del tiempo irá borrando - así lo esperamos-  las desconfianzas mutuas entre atacameños residentes, autoridades, antropólogos, arqueólogos y  museólogos. Llegará un día -estamos seguros de ello- en que se pondrá de manifiesto la valía,  agudeza y clarividencia  de las hipótesis científicas del sacerdote-arqueólogo, sin perjuicio de reconocer, hidalgamente, sus posibles fallas de método y procedimientos.

El "Padre de los atacameños o lickan antai".

Y, también,  esperamos alumbre pronto el día en el que la comunidad atacameña  reconozca los enormes aportes de este humilde sacerdote al verdadero y auténtico progreso de la zona de San Pedro de Atacama. Lo deseamos de corazón. Ojalá esté cercano ese día en que -superados los antagonismos propios de un etnocentrismo agobiante- se pueda dar, por parte de la comunidad,  a  este humilde sacerdote-arqueólogo, el merecido título de "Padre de los Atacameños". Porque en realidad lo fue. Título éste que lo honraría ciertamente mucho más que el de constructor y creador del primer Museo  de San Pedro de Atacama o el de restaurador y propulsor de la arqueología de Atacama. Epitafio que un día, lo esperamos confiadamente, adorne su humilde tumba en el cementerio comunal de San Pedro de Atacama.

Bibliografía citada.

Larrain, Horacio, 2008, "Gustavo le Paige un sacerdote arqueólogo sui generis", editado en https://eco-antropologia.blogspot.com  el día 08-09-2008.

Larrain, Horacio, 2008. "El legado del jesuíta Gustavo le Paige, S.J.: Noviembre de 1979",  editado en https://eco-antropologia.blogspot.com el día  22-10-2008.

Larrain, Horacio, 2010, "El antropólogo social oculto tras la sotana gris de Gustavo le Paige: su legado científico y humano", en  https://eco-antropologia.blogspot.com  editado el día 10-07-2010.

Larrain, Horacio, 2010, "Gustavo le Paige: escrutando los orígenes  del pueblo atacameño",  editado en https://eco-antropologia.blogspot.com el día 11-07-2010.

Larrain, Horacio, 2010, "Muestrario fotográfico de Gustavo le Paige, S.J."  editado en https://eco-antropologia.blogspot.com el  día  20-09-2010.

Larrain, Horacio,  2010, "1980: el jesuíta Gustavo le Paige recordado por su Alma Mater, la Universidad del Norte", editado en https://eco-antropologia.blogspot.com el  día 22-11-2010.

Larrain, Horacio, 2010, "Gustavo le Paige  S.J. a los 30 años de su muerte: homenaje a su preclara memoria",  editado en   https://eco-antropologia.blogspot.com de fecha  16-12-2010.

Larrain, Horacio, 2011, "El arqueólogo Mario Orellana y Gustavo le Paige: un testimonio elocuente",  editado en  https://eco-antropologia.blogspot.com de fecha 30-08-2011.

Larrain, Horacio, 2011, "Enero de 1963: El Congreso Internacional de Arqueología en San Pedro de Atacama", editado en https://eco-antropologia.blogspot.com  el día 20-10-2011.

Larrain, Horacio, 2011, "Fragmento de una carta de Gustavo le Paige a Hans Niemeyer (1960): Antigüedad el hombre atacameño. El problema del agua en el desierto", editado en https://eco-antropologia.blogspot.com  el día 14-12-2011.

Larrain, Horacio, 2012,  "Visión de la obra de Gustavo le Paige en 1981: a un año de ocurrida su muerte", editado en https://eco-antropologia.blogspot.com  el día  25-07.2012.

Larrain, Horacio, 2016. "Demuelen el Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama en el 36º  aniversario de la partida del jesuita Gustavo le Paige, el "Padre de los Atacameños", editado en https://eco-antropologia.blogspot.com el día 29-05-2016.

Larrain, Horacio, 2016, "Iconoclastas hacen desaparecer el Museo Arqueológico de San  Pedro de Atacama, Reflexiones de un antropólogo cultural. Argumentos y contra-argumentos",  editado en https://eco-antropologia.blogspot.com el día  09-06-2016.

Larrain, Horacio, 2016. "El Museo arqueológico del P. Le Paige en San Pedro de Atacama: Reportaje de Junio de 1981", editado en https://eco-antropologia.blogspot.com el día 07-07-2016.

Melcher, Gerardo,  2004. El Norte de Chile, su gente, sus desiertos y volcanes", Editorial Universitaria, Santiago de Chile.

Niemeyer, Hans y Pilar Cereceda, 1984, "Hidrografía", Volumen de la Colección Geografía de Chile, Instituto Geográfico Militar, Santiago de Chile.

Núñez, Lautaro, 1993, "Gustavo le Paige, S.J: Cronologia de una misión", Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, Antofagasta.

Núñez, Lautaro  y Carolina Agüero,  2017.  "Pinturas de Gustavo le Paige",  Quilqa Ediciones, Instituto de Arqueología y Antropología, San Pedro de Atacama.



2 comentarios:

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

He recibido el siguiente comentario del biólogo antofagastino René Kurte G.:

Estimado Horacio:
Muy emotivo el recuerdo que haces del padre Gustavo Le Paige. Te comento que en mis años de estudiante del Colegio San Luis Antofagasta (1971 y 1972), en los veranos, viajaba a ayudar a Le Paige a San Pedro de Atacama. Como tu bien dices, él era incansable: todo el día andaba de un lado para otro manejando su camioneta como un remolino. También, tal como comentas, él era Presidente del Club Deportivo. Nosotros, sus ayudantes, dormíamos en la sede que está en esquina cruzada de la iglesia.
Un dato muy doméstico que recuerdo es que cuando fui a ver, años después, en el Museo la reproducción de su pieza, faltaba allí un jarro donde todas las mañanas tomaba su café con leche; no lo lavaba, sólo lo daba vuelta, por lo que tenía acumulada una gruesa capa de leche y café.

Como siempre un abrazo y cariños.

Rene y Paty, Antofagasta.
René Kurte Georgacopoulos
EcoMinería, Consultores Ambientales.

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Querido René: He leído con emoción el recuerdo que nos traes sobre tus años de estudiante en el Colegio, ocasión en que visitabas a Le Paige en San Pedro de Atacama. ¡No sabía yo que tu habías sido ex-alumno del Colegio San Luis!. Yo fui allí profesor por un corto tiempo (1961-62), y recuerdo con nostalgia los viajes al Trocadero con Gregorio Donoso, S.J. y otros jesuítas jóvenes, también profesores, como Guillermo Marshall y otros más.
Le Paige, en efecto, nunca se distinguió por su limpieza, ¡es verdad!. La crónica escasez de agua en San Pedro, ciertamente no era una buena excusa. Sin embargo, se bañaba todos los días -me consta- en una rudimentaria ducha fría que tenía instalada en el jardín; lo recuerdo bien pues yo también la usaba, pero a las horas de calor. Era sabido que le Paige comía poco y mal. El trabajo siempre urgía, y él no se podía dar el lujo de perder el tiempo en eso. Tal vez esto mismo fue minando poco a poco su salud. Un par de veces estuvo en el hospital de Chuquicamata, pero dicen se escapó de allí para volver ràpidamene a su querida parroquia.
Era terco y porfiado y costaba mucho convencerlo que cuidara su salud. No creo que haya tomado jamás vitaminas. Tenía, sin embargo, buena salud, como que fue capaz de ascender, hacia 1963 ó 64, el volcán Licancabur de 5.920 m. de altura, sin oxígeno y sin equipo de andinista.

Un gran abrazo,

Horacio Larrain