viernes, 16 de agosto de 2013

La arqueóloga Grete Mostny y el arte rupestre: un aporte temprano a su terminología y clasificación.



Ejemplos de manifestaciones de arte rupestre en la zona de Tarapacá.

Antes de presentar aquí y comentar el temprano artículo de la Dra. Grete Mostny relativo a las manifestaciones rupestres  mostraremos, a guisa de ejemplo, los  tipos diferentes  de arte rupestre con sus respectivas  fotografías, de manera que el lector poco avezado aprenda rápidamente a distinguir  entre estos diferentes  tipos de manifestaciones rupestres.


 Fig. 1. Un panel con numerosos geoglifos  o diseños de figuras, hechas   en la tierra  (no en roca), en  la ladera Norte  del cordón de cerros de Pintados,  Región de Tarapacá. En las laderas de este cordón, tapizadas de piedrecillas volcánicas de color  gris oscuro, y  mirando al Norte,  hay dibujadas  cuidadosamente más de 3.600 figuras individuales  constituyendo auténticos conjuntos o paneles. Vista de N. a  S.  En primer plano, unas  ruinas de la época del salitre (Foto H. Larrain).



Fig. 2. Un enorme geoglifo de 120 m. de longitud, dibujado por los antiguos en una meseta totalmente plana, en pleno desierto,  y  que representa un gigantesco pez, posiblemente  un tiburón,  a juzgar por la forma de la boca. Se utilizó para su diseño la piedrecilla  color oscuro presente en forma natural en la meseta.  Observe aquí parte del cuerpo y las dos  aletas dorsales. Tarapacá, Sector Cuevitas, sur de Huatacondo. Vista de  W. a E. (Foto H. Larrain,  Julio 2013).





Fig.3. Este diseño no es un petroglifo sino una hermoso ejemplar de  pintura rupestre que representa una caravana de unos 26 llamos,  conducidos por un pastor  (figura  al extremo derecho). Pintura color blanco sobre la superficie oscura, natural,  de la roca de la pared. No se hizo incisión alguna en la roca misma; tan solo se sobrepuso el agregado de  pintura.  Sector El Salto,  Al ESE de Pica, Tarapacá, (Foto H. Larrain, Febrero 2012).




Fig. 4.  Bloque rocoso  en la pampa de Chiza, situado junto a un ramal del Camino antiguo.  Desconocido hasta ahora por los científicos y hallado por nuestro equipo de investigación. Presenta, en la cara que mira al norte,  solamente  un petroglifo que consta de dos figuras asociadas entre sí: un sol con sus rayos  y un pescador en una balsa de lobos marinos inflados, con un pez en la mano. Se trataría, lo sospechamos,  de una súplica para lograr una buena pesca  hecha por un pescador viajero a Inti, su divinidad. Las figuras miran aproximadamente hacia el Norte  (Foto H. Larrain, Mayo 2013.

Fig. 5.   Quebrada de Chiza. Sector con abundancia de bloques de liparita color rojizo, desprendidos de la cornisa alta del barranco. El bloque  muestra, incisos y grabados, varios centenares de petroglifos.  En la presente escena,  se puede distinguir, entre otras figuras, dos personajes humanos y, casi al centro, una imagen que semeja la "Cruz de Malta", pero que en realidad  muestra  una chakana,   representación indígena de la constelación de la  Cruz del Sur.  Abajo, diminuto, parecería señalarse la presencia de un  cazador disfrazado y en actitud de tirar con su arco (Foto H. Larrain, Mayo 2013).



Fig. 6. Otro bloque, del mismo sector de Chiza, que muestra en su parte inferior  fragmentada,  el color natural  blanco sucio del sustrato de la roca liparítica, y arriba, la superrficie de pátina roja, utilizada como "pizarrón" para  confeccionar los diseños. Se puede distinguir, arriba,  un personaje con túnica larga, círculos solares y, hacia la derecha,  un ave en movimiento. (Foto H. Larrain, Mayo 2013).

Presentamos aquí el artículo de Greta Mostny.

Con estos antecedentes iconográficos in mente,  fruto de expediciones nuestras recientes, nos resultará bastante más fácil comprender y apreciar la tipología propuesta por Grete Mostny en el año 1964, esto es, hace casi cincuenta años.

Importancia de este breve artículo.

Por su gran antigüedad  y suma simplicidad (Mayo 1964), este pequeño artículo de la Dra. Grete Mostny, ex Directora del Museo de Historia Natural de Santiago, es poco conocido por el público estudioso  chileno, pero  ha pasado a tener hoy gran significación e importancia por tratarse de un intento temprano de clasificación del arte rupestre chileno. Por eso hemos querido darlo a conocer en su edición original, tal como apareció en el  "Noticiero Mensual del Museo Nacional de Historia Natural" en esas fechas   (Mayo 1984).  Nos hemos permitido agregar, como presentación,  algunos comentarios  y reflexiones nuestras.

Intento primerizo por ordenar  la tipología  de este tipo de manifestaciones hechas en piedra.

Aunque muy breve, este artículo  escrito hace ya casi cincuenta años, representa bien  el afán de la Dra. Mostny  por ordenar y esclarecer la terminología, dispersa y confusa, que reinaba en su época, al menos en nuestro país.





El interés por estas manifestaciones artísticas nace a fines del siglo XIX.

Por esas fechas  (1964) cuando nosotros mismos recién nos iniciábamos en las lides arqueológicas en la Universidad del Norte, Antofagasta,   pocos arqueólogos chilenos se habían interesado por este tipo de manifestaciones  inscritas en la roca  o en la superficie de la tierra por los antiguos habitantes. Destacan entre los iniciadores y  pioneros, don José Toribio  Medina, y sobre todo, el investigador alemán  Arthur Plagemann en su famosa obra dedicada al estudio de  los "Pintados de Chile"  (Vea Plagemann-Hamburg, "Uber die chilenischen 'Pintados': Beitrag zur Katalogisierung und vergleichenden Untersuchung der südamerikanischen Piktographien", Stuttgart, 1906.  (Traducción castellana:  "Aporte  para la catalogación y la investigación comparada de las pictografías sudamericanas".

 El aporte de Ricardo Latcham.

La obra  de síntesis del arqueólogo Ricardo Latcham: "Arqueología de la región Atacameña" (Prensas de  la Universidad de Chile, Santiago, 1938, cap. XIII: 350-366), somete a análisis  todas las representaciones rupestres conocidas en la región andina, a las que agrupa, con una  cierta reticencia de su parte, en la categoría de "pinturas rupestres". Se extiende en el análisis de sus formas y variedades regionales, pero no intenta hacer una tipología  ni menos  hurgar  en  su sentido profundo o su motivación.  

Los continuadores. 

Más tarde, y a partir de la década de los 40-45 del pasado siglo, la incipiente arqueología chilena también había comenzado a demostrar  interés por este extraño tipo de vestigios del pasado. Stig Rydén, Hans Niemeyer, Gustavo Le Paige, Jorge Iribarren,  Mario Orellana, Bernardo Tolosa, entre otros,  hacen importantes aportes iconográficos y estilísticos.  Se analiza y compara sus formas  y se trata de buscar afinidades entre las distintas localidades donde se les encuentra. Entre los primeros trabajos de síntesis sobre este tema, destacará un poco  más tarde  la  excelente obra de Hans Niemeyer: “Las Pinturas rupestres de la Sierra de Arica”, Editorial Jerónimo de Vivar, Enciclopedia Moderna de Chile, San Felipe, (Chile), 1972, con valiosas ilustraciones a color.
  
El valor de este pequeño artículo.

El gran valor del pequeño artículo de la Dra. Grete Mostny que aquí damos a conocer, aunque insignificante por su escaso tamaño,   radica en que  su propuesta clasificatoria del año 1964, con algunas modificaciones, ha sido generalmente adoptada y seguida hasta hoy por  los arqueólogos chilenos que han estudiado el arte rupestre. Lo que más llama la atención es la introducción del concepto  nuevo de "geoglifo", totalmente desconocido con anterioridad, pues históricamente se solía denominar en nuestro país a este tipo de manifestaciones  como "los Pintados"  (o incluso  "Las Pintadas"). Su inventora y creadora es, pues,  Grete Mostny.

La novedad del término "geoglifo".

Es, pues, éste un valioso trabajo de referencia que debe ser conocido de todos los estudiosos. Si bien el término "petroglifos" era ya  bastante conocido y usado con anterioridad en la arqueología extranjera y nacional,   no fue éste el caso de los "geoglifos", tema sobre el cual  casi nada se había escrito en el extranjero, por tratarse  de una temática propia y característica de los desiertos sur peruano y norte chileno donde no llueve casi nunca. Prácticamente - con escasísimas excepciones-  no existen geoglifos en el resto del mundo, y esto por razones estrictamente climáticas.

Sirva esta nota, finalmente, para dar a conocer a los interesados en este tema  la importancia que adquieren los  primeros trabajos de Grete Mostny en el desarrollo y auge  de esta sección de la arqueología nacional: el  estudio del arte rupestre (o el  "arte  hecho en piedra"). Ella, junto al arqueólogo-ingeniero Hans Niemeyer, serán los grandes propulsores de su estudio en nuestro país.

Una crítica léxica.

La única crítica -si es que puede llamarse crítica- que nos podría merecer  hoy esta ya antigua clasificación de Grete Mostny es el empleo de la denominación genérica de "pictografía rupestre",  para englobar en ella
 a todas las manifestaciones artísticas semejantes conocidas en nuestro país. Esto porque el término "pictografía", involucra necesariamente, en honor a a su  raíz semántica, la idea de "pintura", es decir, el  representar o figurar algo,  con el empleo de  líneas y colores. "Pictografía", pues, solo puede ser para nosotros -como lo era para los romanos-  la descripción o expresión  de elementos  "pintados" (es decir, expresamente coloreados).

El origen del término: ¿pintados o sólo delineados?.

Ahora bien, "pictografía", término  que ya usa en 1906 el investigador alemán Plagemann,  es una voz híbrida, mitad latina y mitad griega, donde la raiz  picto-
  que viene del latín, alude claramente al concepto de representar, figurar, pero siempre mediante  el  uso de colores. La raíz  "-grafía" (del verbo  grafein, en griego), significa: describir, delinear, escribir. El verbo latino para pintar, es:  pingo -is, -gere, -nxi, -ctum, y significa, siguiendo a Cicerón,   "pintar, representar, figurar, retrazar con líneas y colores las cosas animadas e inanimadas"  (in Valbuena, 1880). También, "dar de color, teñir"  (según Valbuena,  edición 1880: 657). 
A la verdad, no sabríamos decir si Plagemann inventa y acuña por vez primera el término  "pictografía" , o, lo que es  bastante más probable, lo toma de otros autores alemanes, sus predecesores. 

Los "Pintados" de Tarapacá no están realmente pintados.

Estrictamente hablando, por lo tanto, los "Pintados"  o geoglifos  que se encuentran en nuestro desierto de Tarapacá o Antofagasta, o en la afamada Pampa de Nazca, en el Perú, no están "pintados" (es decir, coloreados), sino solamente delineados, trazados, figurados. En estricto rigor, a diferencia de las pinturas rupestres,  son tan solo diseños o  figuras, pero no propiamente pinturas. Su arte consiste en la hábil colocación de piedrecillas de color m muy oscuro formando con ellas el  contorno de las figuras, y, a la vez, en  el raspaje o limpia de piedras en el interior de las mismas. Ambas operaciones deben ser simultáneas. Pero dichas figuras carecen propiamente de color y jamás lo tuvieron.

 Sin embargo, quisiéramos señalar, a modo de justificación del término antiguo,  que en el desierto de Atacama  donde todo lo visible en el paisaje circundante  toma  tonos cafés o grises, bastante uniformes, el empleo de piedrecillas muy oscuras, casi negras, de origen volcánico, hace destacar fuertemente los diseños, los que aparecen  al espectador en cierto modo, como "pintados"  en laderas o planicies. Y por ello los primeros observadores, entre ellos William Bollaert,  en la década del 50 del siglo XIX,   los rotularon como "pintados", o aún "pintadas".  Tal vez Plagemann, al usar el término  germanizado "piktographie" para designarlas,  siguió o respetó  el mismo  pensamiento antiguo, expresado en la terminología popular.  No debemos olvidar que en la toponimia tarapaqueña se habla de  la quebrada de Los Pintados"  (poco al sur de Huatacondo), o simplemente del sitio "Pintados",  situado junto a la estación del ferrocarril del mismo nombre, o incluso del "Salar de Pintados", vecino del Salar de Bellavista. 

A la búsqueda de un  término  alternativo.

Por lo tanto, la palabras genéricas  más aptas a nuestro juicio que permiten  englobar y subsumir  a todos los tipos existentes de arte rupestre que señala Mostny y que mostramos en las fotografías  en este capítulo, serían  "glifos" (del griego), "diseños", o "representaciones rupestres". En ningún caso, en nuestra opinión,  "pictografías rupestres".  La voz "rupestre", sí puede usarse, y  con pleno derecho en este tipo de arte, por cuanto  interviene en él, por imperiosa necesidad,  como materia prima indispensable e ineludible, la piedra (rupes-is,  que en  lengua latina significa  "roca, peña"); (Cf. Diccionario Latino-Español, París y México, Librería de C. Bouret,  1880: 761).

Es el comentario que nos atrevemos a insinuar hoy  con respeto y simpatía  al pequeño valioso artículo de la Dra. Grete Mostny. "Aliquando bonus dormitat Homerus", (algunas veces se queda dormido el buen Homero"),  podríamos aquí señalar con el escritor latino Cicerón, en descargo de la gran arqueóloga, austríaca de nacionalidad pero chilena por adopción,  que tanto hizo por  dar a conocer la arqueología de nuestro país  y sus riquezas patrimoniales. Pero en el uso de este término "pictografía", destacamos que Mostny no hace sino seguir, al pie de la letra, a su predecesor,  el investigador alemán  Arthur Plagemann que escribe en 1906. 

Nota: puede Ud consultar varios otros artículos nuestros,  en este mismo Blog, dedicados al estudio, análisis y posible significado de este tipo de arte  en piedra o "arte rupestre", bajo las etiquetas: arte rupestre, geoglifos o petroglifos). 








2 comentarios:

Anónimo dijo...

Don Horacio, muchas gracias por el aporte de su equipo. Interesante análisis respecto a la etimología para definir las representaciones rupestres. A mi juicio aún podemos llegar a terminologías menos eurocentristas

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Estimado amigo(a);
Gracias por su comentario.¿Sugiere Ud. algún otro término general para designar a estas representaciones y dibujos que sea más autóctono o menos europeizante?. Por cierto que existe tal posibilidad. Pero en líneas generales, no debemos olvidar que nuestro idioma castellano tiene su origen en el latín y el griego (es una lengua romance y greco-latina), y que, en consecuencia, es natural que recurramos a voces de dicho origen lingüístico, sin pecar por ello para nada de "eurocentristas". Sin duda tanto en quechua como aymara u otra lengua indígena se podría buscar un término que ns indique y defina perfectamente a estas manifestaciones rupestres, pero en tal caso, no sería término castellano sino un préstamo de "otra" lengua. Si por el mero hecho de hablar castellano pasamos a ser "eurocentristas", como Ud. parece insinuar, claro que lo seríamos, pues nuestro idioma castellano se construyó -mal que nos pese- en base al bajo latín de la Edad Media europea, con una fuerte influencia árabe y otras influencias posteriores especialmente del francés e inglés. Esa es nuestra "prehistoria" lingüística, la que no podemos negar sin pecar de ingenuos. Las lenguas evolucionan de acuerdo a los contactos culturales que sus pueblos tienen o sostienen entre sí, sean éstos pacíficos o belicosos.

Atentamente,

Dr. Horacio Larrain (Ph.D.)