jueves, 29 de octubre de 2015

Presencia y actividad humana en el "desierto florido" al sur de Iquique: utilización del ecosistema de lomas por el hombre antiguo.

Fig. 1.  Área del antiguo campamento o paradero de paso hacia el interior, situada a los 200-210 m sobre el nivel del mar.  Intensamente traficada hoy por visitantes y turistas;  aquí se ubicaba un lugar de campamento indígena. Hemos hallado sus fogones, sus basuras,  sus instrumentos y  su cerámica en este lugar.  De esta historia antigua  de hace más de 500 años,  queremos hablar hoy. ¿Quiénes poblaron esta área?. ¿Cómo lograron subsistir aquí?, ¿Qué huellas hemos encontrado de su paso por este lugar?.   

                     
 Fig. 2.   Vista desde  la zona del campamento indígena  con presencia de cerámica abundante, hacia  la costa. Aquí estamos en la cota de los 230-240 m.  s.n.m.    La vegetación dominante muestra  Nolana jaffueli,   Cristaria molinae y otra Cristaria, de flor  blanca  grande, casi con certeza Cristaria dissecta.  Esta formación vegetal efímera  (no dura más de 3  meses en este lugar), ha sido denominada de "Lomas", por la bibliografía geográfica y arqueológica del Perú. Allí, estas lomas son mucho más potentes y persistentes y han sido en el pasado muy utilizadas por el hombre no solo como un valioso recurso alimenticio, sino también como lugar de pastoreo  para sus hatos de llamas. (Cfr.  los trabajos del arqueólogo  francés  Fréderic Engel  para la costa sur del Perú).

Los  efectos del Fenómeno de "El Niño".

En un capítulo anterior  de este Blog (de fecha  6 de Octubre 2015), hemos presentado numerosas imágenes de  plantas del desierto costero del Norte de Chile. Éstas   surgieron de improviso, en el sector costero entre Palo Buque  y Playa Lobito, a 22 km al sur de la ciudad de Iquique,  con motivo de las copiosas lluvias que cayeron en la costa norte chilena entre los días  8 y 9 de agosto del presente año 2015.  Ya hemos explicado allí  que este fenómeno se debe a la presencia y actividad de un potente Fenómeno de "El Niño", evento climático singular  que suele presentarse en las costas de América del Sur   con cierta periodicidad,  al modificarse repentinamente la posición del Centro de Altas Presiones  que impide y frena normalmente  la llegada de las precipitaciones a la zona.   Este  tipo de  eventos  esporádico,   modifica substancialmente la tendencia climática seca preponderante,  trayendo consigo consecuencias insospechadas para la existencia humana en la zona.

Una lluvia   totalmente inusual.

De un promedio histórico de lluvias de apenas 0.7 mm de agua caída al año, hemos pasado, en este año, a 50 mm.  en apenas dos días. Esta descomunal lluvia provocó no solo  la formación de verdaderos torrentes en los cerros cordilleranos de la costa,con cambios notorios en la geomorfología de la zona,  sino también,  una  nunca vista germinación y floración   de todas las especies  vegetales que   subsistían, ocultas,  en el subsuelo arenoso. De un paisaje totalmente árido y seco, se pasó, en  pocas semanas a un verdor nunca visto en estos parajes. Al menos no, en los últimos 40 ó 50 años. Es lo que dicen los pobladores cercanos.  Sospechamos que  mucho más. 

¿Ha sobrevivido aquí algo de la cultura primitiva?.

Estos sitios fueron intensamente recorridos en el pasado. Hemos encontrado las pruebas fehacientes de su paso. Pruebas numerosas y contundentes. Nos corresponde ahora mostrar a los lectores  qué elementos  de la cultura humana prehistórica, han logrado sobrevivir hasta hoy, como muestra de su actividad  de antaño en estos lugares.  ¿Podemos  de alguna manera columbrar qué hacían en estos parajes, o de qué se alimentaban?. ¿Podemos tener una idea clara de la forma de su instrumental  de trabajo?. ¿Queda algo  todavía in situ, intocado, a pesar de los siglos transcurridos?. Y esto ¿a pesar de la alteración sufrida por este paisaje por la intensa actividad humana   reciente?. Estos instrumentos, por  toscos y primitivos que nos parezcan, ¿nos pueden dar  una cierta idea de sus  actividades  y de su economía básica de subsistencia?. Lo veremos a continuación. (Las fotos   aquí publicadas, son nuestras).

Conchales y paraderos  o campamentos de paso.

Sabemos que los habitantes costeros eran preferentemente pescadores y mariscadores de orilla de playa.   Sus "conchales"  o acumulaciones de conchas, cercanas al mar, delatan sus preferencias alimenticias.  Sin embargo,  cuando podían tener acceso a  otros recursos alimenticios   (carne animal, vegetales, caracoles terrestres, insectos, etc.),  recurrían a  ellos, mediante la caza animal o la recolección  terrestre. Y, por cierto, en  los años lluviosos del Fenómeno de "El Niño",  surgían posibilidades  de nuevas fuentes de alimento, distintas de las que les ofrecía  normalmente el bioma marino.  En tales años,  utilizaban ciertos parajes como campamentos de paso o paraderos (como en el caso que aquí estudiamos), dejando huellas de su alimentación y actividad. Estos campamentos o "paraderos" de tránsito, nos muestran una ocupación humana de muy escasa profundidad y no se deben confundir con los "conchales" propiamente tales,   donde la acumulación de conchas y restos de cocina puede llegar a varios metros de profundidad,   con una cronología  de ocupación de varios miles de años. Nos queda claro que no es este el caso aquí.

Posibilidades  ciertas de caza animal   y recolección vegetal.

Podemos sin dificultad imaginar el gozo y alegría de  los indígenas  costeros al ver que  los cerros grises o pardos se teñían repentinamente de verde,   ofreciendo un espectáculo que para ellos debió ser tan sorprendente como para nosotros hoy día.  Estos kilómetros de praderas verdeantes atraían  por semanas a guanacos y ciervos, cuya  cacería  era altamente codiciada por ellos.  Algunas de sus plantas,  sus flores, sus raíces o cebollines  (bulbos)    fueron un buen alimento para ellos, sin duda alguna.

Fig. 3.  Espectáculo que ofrecían las laderas próximas al cerrillo de los Parapentes,  frente a Palo Buque,  a fines de septiembre 2015  desde la altitud de  los  130 metros hacia arriba (Foto H. Larrain).

Fig. 4. Praderas  cubiertas de infinitas Nolanas  (Nolana jaffueli) y Cristarias. Llegamos a contar, en algunos casos,  hasta   20 plantas por  m2., algunas minúsculas, pero, a pesar de su  tamaño enano, igualmente en flor.

¿Qué instrumentos poseían y nos han dejado aquí de recuerdo?. El instrumental de los antiguos  pescadores-recolectores marinos.

Fig.5. (Cara anterior) Este  canto rodado de playa, fue hallado en  uno de estos  paraderos  o campamentos ocasionales,  en medio del verdor, donde había  muchas conchas consumidas y restos cerámicos y óseos. (Vea Fig. 1). A pesar de su apariencia, no es, pues ésta,  una piedra cualquiera, corriente. Fue acarreada desde la playa  con fines claramente utilitarios. Es una auténtica "herramienta" o instrumento indígena, y fue usado como tal.  Esta herramienta tiene dos caras: la que mostramos aquí, presenta signos evidentes  de golpes en toda su superficie y en sus bordes, siendo así una especie de  "martillo"  o percutor  de ocasión;  la faz opuesta, perfectamente lisa, en cambio, denota su probable uso como  mano de moler o moleta, y era usada para moler, triturar semillas o machacar vegetales y aún moluscos, como el loco (Concholepas concholepas).

Fig. 6.   Cara posterior del mismo instrumento. Está perfectamente pulimentada y desgastada por el uso continuo como mano de  moler o moleta. Es decir, este instrumento  tuvo un doble empleo: como percutor o martillo,y como mano para la molienda  en un metate   o batán.  Este último debió ser, en la zona costera, solamente una piedra   bien plana, de las que frecuentemente hemos hallado en yacimientos costeros, no pocas veces teñidas de ocre rojo. 


Fig. 7. He aquí otro instrumento, hallado en la huella antigua.    Es un clásico raspador elaborado a partir de  un núcleo de sílex.  Presenta sus bordes cortantes en todo su derredor. Fue hallado en el sendero  antiguo de ascenso, hacia los 180-190 m de altitud s.n.m. Sirvió tanto para cortar, como para raspar, frotar y alisar  cueros o huesos, o para fabricar instrumentos en hueso o madera.

                           













Fig. 8.  A un costado del camino antiguo que ascendía en forma diagonal hacia el SSE, remontando   el acantilado costero,  el paso de visitantes y curiosos, que venían a contemplar este grandioso florecer del desierto, dejó casualmente al descubierto un antiguo fogón de tiempos prehispánicos. Removiendo un poco la arena oscurecida por las cenizas, aparecieron numerosas vértebras de peces, conchas quemadas, huesos calcinados, carbón vegetal, signos  todos  de una merienda in situ, tal como se puede ver en la imagen siguiente. 

                      
Fig. 9. Trozos de carbón de origen vegetal hallados en el fogón.  Las plantas que pudieron dar origen a este carbón, fueron, presumiblemente,  arbustos leñosos que antaño prosperaron en las partes más altas del acantilado costero. Con gran probabilidad, se trata de tronquitos o ramas de Licyum  leiostemum, Ephedra breana  u Ophryosporus sp.,  especies botánicas existentes aún hoy  en los  oasis de niebla al sur de Iquique.  Los  materiales iniciales usados para el encendido (llesca) fueron, seguramente, las raicillas secas presentes  aquí por  todas partes, a escasa profundidad o los restos ya secos de plantas muertas.    

                               
Fig. 10. Conchas ennegrecidas de lapas (Fissurella spp., señoritas  (Scurria sp., Collisella sp, o locos (Concholepas concholepas) y restos de peces aparecen en los estratos del fogón, indicándonos de inmediato su preferencias alimenticias. Los mariscos eran puestos directamente al fuego (sancochados). Por lo que pudimos observar, todos los mariscos que  aquí encontramos eran gastrópodos marinos,  es decir, "mariscos" que viven aferrados a las rocas azotadas por el mar. Proceden de los roqueríos vecinos y suelen quedar expuestos en las bajas mareas, de donde  eran extraídos seguramente por las mujeres y los niños. No hallamos, en cambio, aquí bivalvos tales como cholgas, almejas, tacas o  machas, las que son propias de habitats provistos de extensas  playas arenosas.

La cerámica presente  en estos yacimientos.

Fig. 11. Fragmentos de cerámica de cocina (o "culinaria"), como gustan de decir los arqueólogos.  Son trozos de ollas de diversos tamaños.

 Fig. 12.  Fragmentos de  ollas.  En el costado derecho  arriba, se puede ver   un pequeño fragmento prominente, provisto de un mamelón   destinado al agarre de la vasija.

Fig. 13.   Trozos de hueso animal.  El de la derecha, muestra una coloración cinérea que delata su exposición evidente al fuego.  La carne del animal  era puesta directamente al fuego, al igual que los mariscos.  Ahorraban al máximo el agua de beber, por su extrema escasez en estos parajes costeros donde las vertientes eran raras y  generalmente salobres.

Fig. 14. Planta de la liliácea Fortunatia biflora, mostrando su  tallo y pequeño bulbo. Estos bulbitos son comestibles  y, de acuerdo a nuestra experiencia personal  en el  campo,   con algo de sal, hasta nos parecieron sabrosos.  En nuestra reciente expedición del día   9/10/2015 al lugar la hallamos en relativa abundancia entre los 300 y 380 m de altitud s.n.m.  Fácilmente los antiguos pobladores habrían podido -en caso de proponérselo- colectar unos 30-50 bulbitos en pocos minutos  para una frugal comida de emergencia, o tal vez, para llevar consigo, como cocaví de viaje. Se consumen crudos, como la cebolla.  

 Fig. 15. Huesos  de mamífero, tal vez de guanacos,  que se hallan dispersos y en gran abundancia  en los sitios de acampada o descanso.

 Fig.  16.  Lascas o esquirlas,  fruto del desbaste de nódulos o núcleos de sílex.  Su hallazgo denota  y comprueba, sin lugar a dudas, el frecuente trabajo de talla de artefactos líticos,  realizado in situ, por parte de los antiguos moradores. La esquirla color negro es de  roca basáltica.

Fig. 17.  Punta de arpón rota,   provista de  pedúnculo para   el agarre y sostén en un astil de madera.   El material usado es sílex blanco muy puro  y está  muy finamente terminada.  Fue hallada en el antiguo sendero de subida, por el costado norte del cerrillo de los Parapentes. (Vea la descripción del hallazgo, en detalle, en el Diario H. Larrain, Vol. 95: 42-43; descubierta por María Isabel Fuentes).

                              
Fig.  18.  Porción media de una punta de  arpón al que le falta la base y la punta.  Fue hallada a unos    20-30 m de la punta anterior, siendo, a lo que sospechamos, parte de un mismo núcleo original de sílex. Los dos materiales, en efecto, son idénticos en su aspecto.

Fig.  19. Una pequeña explanada, junto al extremo este del cerrillo de los Parapentes fue un excelente paradero o campamento para el descanso y ejercicio de actividades tecnológicas (fabricación de instrumentos). Aquí se acumula hoy la evidencia de antigua presencia humana en forma de conchas, lascas, litos, cerámica y huesos quebrados en forma evidentemente intencional.
  
Fig.  20. El raspador, en ampliación fotográfica.  Junto al percutor  o martillo, este instrumento les era  indispensable e infaltable  en su  equipo de caza.

                              
Fig.  21.   Un raspador  en forma de aleta, roto. Está tallado en forma burda, por ambas caras.

Fig. 22. Conchas  vacías, muy antiguas,   del caracol terrestre  Bostrix derelictus broderipi   (Fam. Gastropoda) que antaño debió proliferar  y colonizar en inmenso número  estas praderas de Nolanas y Cristarias y hoy  se encuentra, al parecer, totalmente extinto en el lugar. El proceso de  calentamiento climático y la falta de continuidad en la humedad y lluvias, ha sido, probablemente, la causa de su total desaparición o extinción en este ecosistema. Ya no se las encuentra vivas en este ecosistema. Al menos, nosotros no las hemos podido hallar.

 Fig. 23.  Fragmentos de huesos consumidos por los antiguos pobladores. Uno de ellos, bien pudo ser un instrumento útil,   hoy ya irreconocible  por la erosión experimentada. 
 Fig. 21. Otros fragmentos de hueso  al parecer quebrados en forma intencional.

Fig. 25. Hallazgo notable y fortuito de  dos torteras  (o fusaiolas), descartadas y abandonadas en el campamento,  hechas en fragmentos de cerámica planos y  en proceso de elaboración. Estas piezas son parte esencial del equipo técnico  de un tejedor.  La pieza de arriba,  posee  un perfecto agujero central por donde se pasaba y fijaba el huso de hilar. La pieza inferior, rota,  fue obviamente descartada por efecto de un mal cálculo  al perforar  el trozo cerámico.  Fueron halladas a un par de metros de distancia una de la otra, en un lugar del mismo campamento, hacia los  235 m de altitud. s.n.m.  El hallazgo de estos elementos denotaría la práctica del tejido in situ por parte de los  habitantes de esta costa, o tal vez,  de sus visitantes  procedentes  de las comunidades indígenas del interior. Es un rasgo, en todo caso, cronológicamente  tardío.

  Fig. 26.  La tortera  fallada, descartada in situ.  Fue encontrada, en dos fragmentos que se unen perfectamente, a pocos pasos de la tortera anterior.
                               
 Fig. 27.  Obsérvese  el detalle de la superficie del  fragmento original de cerámica que fue recortado  para elaborar  la tortera  para el huso.

 Fig. 28.  Lascas o esquirlas de  sílex,  de diversos colores, producto del desbaste de trozos  de material seleccionado para obtener  instrumentos terminados  (puntas de proyectil, raspadores u otros). A mayor abundancia de estos elementos, mayor certeza  nos asiste  acerca del uso dado a un determinado lugar.

Fig. 29. Fragmentos de huesos, en su mayor parte claramente  fracturados y rotos ex professo para extraer la tan codiciada médula ósea,  también están siempre presentes en los fogones o en sus cercanías.  ¿Qué animales  fueron cazados por estos  pescadores-recolectores marinos?  A no dudarlo, en tierra,  seguramente solo guanacos y alguna especie de cérvido; en  el mar,  lobos marinos y chungungos.  También por cierto, aves marinas.  La presencia de arpones en este lugar, nos habla, sin género de duda, de la práctica asidua de la caza marina en las caletas vecinas. 

La presencia de cerámica en el lugar.

En una ladera  de poca inclinación, en parte protegida por el cerrillo de los Parapentes, y situada hacia los  220-230 m sobre el nivel del mar, debió existir un extenso campamento de paso   (Vea Fig. 1.). Allí  se halla aún hoy  gran cantidad de cerámica rota, fragmentos líticos  (desechos de talla) y lascas o esquirlas.   Mostramos aquí algunas evidencias de esta actividad humana en el lugar.

Fig. 30. Fragmentos diagnósticos de ollas de  cuello  restringido y panza  abultada.

Fig. 31. Examinando en detalle los fragmentos reconocibles de la cerámica, podemos concluir que casi todos las vasijas utilizadas por estos moradores de las playas eran ollas de cuello pronunciado y panza abultada, destinadas al traslado de agua y  alimentos semilíquidos o algas comestibles.

Caracterización provisoria de su cerámica culinaria.

Carece casi siempre de asas y muestra, en cambio, la presencia de pequeños mamelones para facilitar su agarre.  Otra característica que nos sorprende es  que su pasta muestra por lo general  un grado de cocción bastante  bajo  (cocida, además,  en atmósfera de poco oxígeno), reconocible por el color oscuro o negro. No disponían  aquí de dispositivos u hornos para lograr elevadas temperaturas. Lo que nos induce a sospechar que estas vasijas  fueron, en su inmensa mayoría, producidas en la misma costa por los propios pobladores. El hallazgo de cerámica muy bien cocida (a elevada temperatura, sobre los 850-900 º C), es raro en la costa y,  si ésta aparece, denota casi seguramente influencia foránea ocasional (v.gr. estilos de las Culturas de Arica o Inca).

Comentario eco-antropológico.

1.  Creemos que la traza, disposición y orientación de esta huella antigua  y su destino final   fue,  al menos en parte,  predeterminado por la presencia eventual de  praderas verdes,  producidas por efecto del Fenómeno de "El Niño", en ciertos años.   También sospechamos fundadamente que  estos eventos húmedos fueron  más frecuentes en el pasado que hoy, a juzgar por la presencia y relativa abundancia de caracoles terrestres  (Bostrix derelictus) , hoy al parecer totalmente  extintos  en el lugar.

2. El lugar de campamento, detectado por nosotros,  queda  facilitado por la geomorfología del lugar que presenta  una explanada casi plana, aptísima para el descanso, a unos 210 m de altitud, tras una larga caminata de descenso.

3. La cerámica y los restos de basuras  de cocina se agrupan a su alrededor en áreas bien específicas, lo mismo que los fogones.

4. No se observan aquí en parte alguna restos de posibles chozas o reparos, los cuales, seguramente, se hallaban más abajo,  cerca del mar pero a cierta altitud, en sitios rocosos, bien protegidos del viento y de las marejadas.

5.  Su destino final  en el litoral debió ser, casi con certeza,  el sector actual de Playa Lobito,  que presenta  un lugar bien protegido del viento y de las marejadas ocasionales.  Por allí cerca, deben estar ocultas aún los restos de sus viviendas, sus tumbas y enterramientos.

6.  Todos los moluscos  observados  en sus fogones son moluscos gastrópodos, habitantes de los roqueríos, faltando  casi del todo los bivalvos.  Sin la menor duda, proceden de la zona de roqueríos expuestos en torno a Playa Lobito y Palo Buque,  a corta distancia de allí.

7. Hace falta hacer aquí, en estos campamentos  un trabajo arqueológico más prolijo para la  revisión de materiales,  usando para ello   harneros o cedazos  de malla muy fina.  Al cernir con cuidado el material, afloran  elementos  muy pequeños, que nos pueden arrojar luces sobre  el comportamiento y/o actividad de los grupos humanos  que por aquí transitaron; de este modo se puede recuperar  semillas, fragmentos minúsculos de la talla de instrumentos (v.gr. anzuelos de concha o de metal) u otros elementos  que nos pueden aportar información sobre aspectos varios de su cultura.

8. Por último,  pensamos que   el interés arqueológico de este lugar, como sitio de llegada de los caminantes que venían del desierto interior, en procura de la costa y sus recursos, debería  ser un argumento para intentar proteger el sitio de una manera más efectiva. Ningún letrero o aviso advierte acerca de la existencia de un sitio arqueológico en este trayecto,  y los visitantes  pisotean toda el área sin respeto alguno, trepando por todas partes y destruyendo evidencias.  El aviso puesto allí por la Municipalidad, de por sí valioso e instructivo,  tan solo advierte acerca  de la presencia de  las tres especies de plantas  más típicas de esta formación vegetal, efímera  y de corta duración.  No dice una palabra del contexto arqueológico allí presente. 

Bibliografía recomendada sobre  las formaciones de lomas en el Pacífico sur:

CIZA, ONERN & SENAMHI. 1989. Aprovechamiento de nieblas costeras en las zonas áridas de la costa, Lomas de Atiquipa (Prov. Caravelí, Dpto. Arequipa). CONCYTEC. Lima-Perú.

Engel, F. 1981. Prehistoric Andean Ecology Man, Settlement and Environment in the Andes. The Deep South. University of New York. USA.

Muñoz-Schick, Mélica, Raque Pinto, Aldo Mesa y Andrés Moreira,  2001, "Oasis de neblina en los cerros costeros del  sur de Iquique, región de Tarapacá, Chile durante  el evento el Niño  1997-1998".  Revista Chilena de Historia Natural, Vol. 74, Nº 2,  Junio 2001,  en Internet:    http://dx.doi.org/10.4067/S0716-078X2001000200014 

Ono, M. 1986. Definition, classification and taxonomic significance of the Lomas vegetation. En: M. Ono (ed.). Taxonomic and Ecological Studies on the Lomas Vegetation in the Pacific Coast of Peru. 5 – 14. Makino Herbarium, Tokyo Metropolitan Univesity. Tokyo-Japan. 

Péfaur, J. 1978. Composition and structure of communities in the Lomas of southern Perú. PhD Dissertation. The University of Kansas. 215 pp.

 Péfaur, J. 1982. Dynamics of plant communities in the Lomas of southern Perú. Vegetatio 49:163-171.

(Consulte para poder entender mejor el fenómeno de  las "Lomas":   www.sacha.org/envir/deserts/intro_sp.htm)

4 comentarios:

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Nos escribe desde Bali, Indonesia, el prestigioso investigador del mundo aymara Joop van Kessel, sociólogo, que por largos años trabajó en el Norte de Chile. Fecha de la misiva 7/11/2015.

"Estimado Horacio.
Vaya un saludo cordial y de muchos recuerdos para ti: desde un lado del mundo al otro: desde Bali hasta Pica. Leyendo (y admirando !) las últimas ediciones de tu Blog: sumamente interesante, original, profesional, encantador. Te me tengo gratamente cercano en mis diarias caminatas por la costa húmeda tropical de este país. Insisto en felicitarte y expresarte mi admiración, tanto por la originalidad, relevancia y calidad de tu trabajo investigativo, como por la creatividad y la vitalidad - casi juvenil - de su autor. Simplemente te felicito, querido Horacio, y Dios te conceda la gracia de continuar por largo tiempo más. Realmente, para nosotros,, todos los interesados en "la andinidad" es - más que admirable - indispensable, informarse del tema de los efectos bio-naturales y geo-antropológicos de "El Niño" efectos que vemos estas registrando en tu blog".

Joop van Kessel

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Muy querido Juan: Un gran saludo desde Iquique a Bali (Indonesia:

Te debo confesar que gozo muchisimo redactando esos capítulos, que no me exigen una tan elaborada y/o exhaustiva revisión bibliográfica ni tampoco, el someter el manuscrito al criterio (a veces caprichoso) de "evaluadores" externos. Ya la academia misma y sus requisitos me ha saturado: veo que se escriben maravillas, pero nada o casi nada de esa sabiduría llega ni a los educadores profesores, ni tampoco (y mucho menos) a la gente común, al pueblo ávido de saber. La Academia misma se retro-alimenta entre sus propios pares universitarios, pero poco o nada se hace para llegar al terreno del gran público culto. Un Blog bien ilustrado te permite ser leido, seguido y comentado por todo el mundo. Recibo muchos comentarios de jóvenes lectores que aprecian tanto el estilo sencillo y franco (pero limpio y cuidado) como el contenido y el fondo que siempre lleva un mensaje ecológico o eco-antropológico. Juan: es algo increíble: tengo un inmenso número de lectores en Estados Unidos, pero también en Rusia, en Ucrania y varios países europeos (Alemania, Francia, España), además de todos los países de América que dan al océano Pacífico. Es para mí una nueva, gigantesca y exigente cátedra universitaria, ahora abierta al gran mundo gracias a Internet".

Con particular afecto y aprecio,

Horacio Larrain Barros (Ph.D.)

Iquique, Chile.

Unknown dijo...

Gracias por compartir

Unknown dijo...

Gracias por su trabajo, tan claro para una iquiqueña que trata de entender su origen...y que por cosas raras de la vida, al encontrarme en un taller de grabado en el que desde investigar sobre este territorio, he llegado a la maravilla de reflexionar sobre cómo estos grupos humanos habitaron este espacio nuestro. Qué tristeza que poco y nada se nos eduque sobre estos hallazgos que usted acá presenta, con una agradable amabilidad. Encantada de ser iquiqueña y de saber más de esta tierra mediada por sus observaciones. Gracias de corazón.

Aylen Cortez Díaz
aylen.cortez.diaz@gmail.com