miércoles, 17 de abril de 2013

Revisita y examen de las antiguas chacras de cultivo en la Pampa del Tamarugal: la magnífica herencia de don Antonio O´Brien.





Fig. 0.  Vista general de  un extenso conjunto de eras agrícolas de época colonial o indígena, de distintas dimensiones, en un área plana de la pampa. Tema que estudiamos ex professo en este capítulo del Blog.

Revisita  al sector de chacras antiguas en la Pampa.

Muy recientemente,  con fecha 12 de Abril 2013,  realizamos una corta visita de inspección a la zona de las "chacras antiguas" de la pampa del Tamarugal, no muy lejos de la desembocadura de la quebrada de Tarapacá y a bastante distancia en dirección weste desde el sitio arqueológico conocido como el poblado prehistórico de Caserones. Conformaban el pequeño grupo expedicionario el arquitecto Pedro Lázaro Boeri,  la  arqueóloga de la Universidad Bolivariana, Srta. María José Capetillo Prieto y  el autor de este Blog, Horacio Larrain. El  jeep  Nissan Terrano de Pedro nos permitió llegar felizmente a destino por terrenos accidentados y  potentes e interminables pedregales . Traíamos in mente una serie de  dudas que queríamos resolver en el terreno mismo.

De este viaje de prospección y de sus hallazgos, hemos dejado constancia escrita en mi "Diario de Campo" Volumen  97: pp. 62-71. 

¿Por qué decidimos volver a visitar esos lugares?. Nuestro primer contacto  con la enorme zona de melgas de cultivo del Tamarugal.

Tuvimos la inmensa fortuna de conocer por primera vez estas vastas extensiones de campos de cultivo en el invierno del año 1972, cuando el entonces Director del Museo Regional de Iquique, Jorge Checura Jeria, nos condujo al lugar  (Vea Fig.32, en este capítulo)  que él y los geógrafos del Instituto de Geografía de la Universidad Católica de Santiago habían  estado estudiando previamente  en la fotografía aérea  mediante  la técnica de fotointerpretación (analizando las fotos obtenidas por el vuelo Hykon de 1955).  Estas  notables concentraciones de cientos de hectáreas de chacras, cultivadas otrora en el corazón de la Pampa,  habían quedado descritas e incluso bien dibujadas  desde el año 1765, en el famoso "Plano de la Pampa de Iluga" del Teniente de Gobernador de Tarapacá  don  Antonio O´Brien. Plano que ha sido objeto de numerosos estudios tanto por parte del historiador don Oscar Bermúdez Miral,  como por el arqueólogo piqueño Lautaro Núñez  y  los geógrafos  y antropólogos de la Pontificia Universidad Católica de Chile entre los años 1971 y 1973, incluídos nosotros mismos. Sobre este sevillano O´Brien y su notabilísima obra cartográfica en la región de Tarapacá,  hemos escrito varios  pequeños trabajos en este mismo Blog.  Remitimos a nuestros lectores a dichos segmentos del Blog. (Ver etiquetas Antonio O´Brien, Pampa del Tamarugal, Agricultura del desierto, Oscar Bermúdez).

Algunos estudios tempranos sobre estos sembríos  en plena pampa.

Tal vez el primer estudio dedicado a analizar  este sistema de antiguas melgas de cultivo en esta pampa y  que quedó lamentablemente inédito, se debe a la pluma del historiador y arquitecto iquiqueño Patricio Advis Vitaglic. Este artículo se titulaba: "Antiguos sembríos en el desierto de Huara (Iquique) en la Pampa del Tamarugal", Mecanografiado, 1971 (copia en poder del autor de este Blog).
Nosotros mismos retomamos poco después este tema de estudio en nuestro artículo: "Antecedentes históricos para un estudio de la reutilización de suelos agrícolas en la Pampa del Tamarugal, Provincia de Tarapacá, Chile", que fuera publicado en  la Revista Norte Grande, del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Vol. I, Nº 1,  Marzo 1974: 9-22, con  una reproducción  y copia del Plano de la Pampa Iluga, de Antonio O´Brien.

Objetivos del presente viaje.

Revisando unos viejos  y ya ajados "Diarios de Campo" míos del año 1980, di casualmente con un detallado y colorido croquis de campo que me hiciera el geógrafo fìsico Luis Velozo Figueroa, investigador que, en los años setenta,  formó parte activa  del grupo de la Universidad Católica interesado en estudiar la Pampa del Tamarugal (Diario de Campo Nº 14; pp. 93-94). Velozo había dedicado muchas horas al estudio de fotointerpretación del área, en base a las fotografías aéreas obtenidas en el  vuelo Hykon  realizado el año 1955. Este era, por entonces el instrumento eurístico de última generación para este tipo de estudios geográficos con información captada desde el espacio.  A través de ese estudio y como resultado del mismo, Velozo me señaló en un croquis no sólo la presencia de miles de chacras abandonadas,  sino también de numerosos canales, algunos de gran porte, y de ruinas de corrales y recintos.Por entonces (1980) Velozo y el grupo del  taller de la Universidad Católica ya no trabajaba en esta zona de Tarapacá,  por efecto directo del  Golpe de Estado del año 1973 y la consiguiente instauración del régimen militar.  Este croquis privado, que por razones obvias no puedo revelar aquí,  fue nuestro fiel  guía en esta ocasión en la detección previa hecha por Pedro Lázaro a través del Google Earth. Con satisfacción,  pudimos confirmar plenamente en gabinete varias de las prolijas observaciones hechas en 1972 por el geomorfólogo Velozo. Y con este valiosísimo antecedente  en nuestro poder, preparamos en detalle  la  breve pero sustanciosa expedición para el domingo 12 de este año  2013.


Las preguntas  que en forma de hipótesis tentativas guiaron  nuestra pesquisa

¿Qué posible antigüedad  poseen estas extensas y dilatadas chacras de cultivo en medio de la  soledad de la pampa actual?. Nos guiaban varias hipótesis, en forma de preguntas, al iniciar este estudio de terreno:

1.   ¿Se conservaban aún estas melgas de cultivo antiguas,  detectadas por los arqueólogos, historiadores  y  geógrafos en 1971, esto es,  hace  exactamente   43 años?. 
2.    Los aluviones posteriores  al año 1972, ¿habían causado algunos daños y modificaciones  significativas y notorias al  área antiguamente cultivada?
3.    ¿ Qué señales  culturales concretas de  la época indígena podían todavía observarse en el terreno?. ¿Y de qué época podían ser, aproximadamente?
4.    ¿Qué tipo de vegetación se puede observar todavía  hoy en dicha área?.
5.    ¿Se  detecta  algún tipo de fauna en la zona?.
6.   ¿Se puede señalar la presencia  en el área de algún  pequeño poblado antiguo,   que pudiera adscribirse  a la época indígena  y que pudiera corresponder al mítico  y escurridizo  "Iluga"?. 
7. Y, por último, qué tipo de restos de  presencia antigua  (recintos  o  casuchas, objetos),  dejaron in situ  los agricultores que venían esporadicamente a cultivar en el desierto?.

Con estas ideas in mente y premunidos  de los instrumentos indispensable ( GPS,  Brújula, Escalas métricas, Cámaras fotográficas, Anteojos de larga vista, Libreta de campo, etc.)  emprendimos el camino. Desde Huara, enfilamos hacia Tarapacá  por la carretera asfaltada. En un punto de la  ruta, cuyas coordenadas exactas habíamos  fijado de antemano,  nos dirigimos hacia el sur y sureste, a campo traviesa,   por  áreas pedregosas y  muy accidentadas. Por cierto, sin rastros de caminos recientes.

La vegetación presente en el área.

Lo primero que llamó nuestra  atención fue la presencia de una escuálida y  casi totalmente seca vegetación  circundante. Esta se componía de algunas escasas retamillas (Caesalpinia aphila), casi todas ya secas,  algunos  tamarugos vivos de poca alzada  (Prosopis tamarugo), uno que otro pimiento solitario (Schinus molle) también vivo  y,   en mucha abundancia  pero apenas sobreviviendo, numerosísimas  plantas rastreras  de la  especie Tiquilia sp, probablemente de la especie atacamensis. (Familia Boraginaceae).  Es obvio que estas plantas han logrado asentarse aquí con la llegada hasta el lugar de cauces antiguos de agua, procedentes de potentes derrames esporádicos llegados desde la quebrada de Tarapacá durante el invierno altiplánico, en época estival. No hay aquí señales recientes de los típicas superficies de limos blanquecinos que cubren la superficie arenosa,  dejados por el paso del agua barrosa del aluvión. Lo que significaría a las claras  que hace mucho tiempo (seguramente muchos decenios) no ha llegado agua alguna a estos lugares. Se observa en torno a muchas de estas débiles plantas la presencia invariable de pequeñas nebkas o montículos circulares de arena, efecto directo del arrastre eólico acumulativo causado por los vientos dominantes del  weste y surweste.  Cuatro o cinco especies de plantas, incluyendo los arbustos y árboles)  se puede detectar a  lo más  en el lugar, y   éstas, en un 90 %,  muertas desde hace muchísimo tiempo. 
Al menos- pensabamos nosotros al atravesar estos yermos paisajes- un eventual caminante pudo hacer aquí fuego pues existe material combustible suficiente. Pero solo eso;  nada más.

La fauna presente.

En cuanto a la presencia de  fauna, observamos con sorpresa y  curiosidad la presencia de una avecita que,  al  percatarse de nuestra llegada,  salió disparada, en un vuelo rasante y rapidísimo, rumbo al Este. Presenta un plumaje de colores de tintes café claro y obscuro, moteada, de puntos blancos,  fácilmente reconocible. Casi con certeza, estimamos se trataría del ave altiplánica Tinamotis pentlandii o perdicita de la puna, también llamada quiula por los indígenas  (Fam. Tinamidae). Es residente de la puna andina que, por razones climátidas o variaciones bruscas de temperatura desciende en ocasiones, generalmente en pequeñas bandadas, a la pampa y aún llega a la costa. En efecto, la hemos observado dos o tres veces  en años pasados en el oasis de niebla de Alto Patache,  en los meses de Junio o Julio, a los 800 m. de altitud,  acurrucada entre plantas de Nolana intonsa o Frankenia chilensis.  Fuera de esta avecita altiplánica, solo observamos en nuestra expedición  algunos  escasos ejemplares de una avispa pequeña, de franjas amarillas y blancas en su abdomen, excavando pequeños hoyos o madrigueras en el suelo arenoso para depositar sus huevos;  probablemente  pertenecen a la familia Sphecidae.  No se observa, a primera vista,  en este árido y reseco paraje donde casi nunca llueve, otros rastros de vida animal.


Secuencia fotográfica  de nuestra expedición.

Las fotografias que siguen, tomadas por nosotros en esta expedición, procuran  explicar las observaciones  y hallazgos que fuimos haciendo en  el terreno. El orden de las fotos señala  el curso de nuestro recorrido hacia  el sur de la ruta asfaltada  que, desde Huara,  apunta  rumbo  al pueblo de  Tarapacá  (Iª Región, Chile).

El paisaje geográfico de la pampa ante nuestros ojos.


Foto 1. Después de atravesar un pesado sector de pedregales y haber bordeado un hermoso campo de dunas, tuvimos a la vista este extenso arenal,  fruto del arrastre eólico, cubierto ampliamente  por plantas rastreras de Tiquilia  atacamensis. Esta planta,  único vegetal observable en este sector de la pampa, se mantiene aún  vivo, aunque  con escaso vigor  y lozanía. La humedad  aportada por el rocío matutino, captada por la planta, - así lo  sospechamos- explicaría suficientemente  su persistencia y sobrevivencia en una zona donde prácticamente jamás llueve (promedio anual de pluviosidad : 0.4 mm de agua caída al año). Aquí, entre  las plantas, observamos repentinamente, incrédulos, el vuelo rasante de un ejemplar del  ave Tinamotis pentlandii, residente habitual del altiplano  andino. Seguramente pudo encontrar  todavía en el follaje de Tiquilia, algunos pequeños insectos (probablemente hemípteros o áfidos) como único alimento. Vimos sus pisadas frescas, diseminadas en torno a las plantas vivas de  Tiquilia.   Arriba, en la parte media alta de la foto y hasta perderse de vista, podemos descubrir sin dificultad  el inicio de un tramo del Qaphaqñan o "Camino del Inca", que enfila directamente  hacia  el área de las antiguas chacras cultivadas en la pampa.El hallazgo de este trozo del Camino del Inca, en este lugar, nos sorprendió gratamente. Ciertamente, no esperábamos hallarlo en este sitio solitario, tan alejado de las comunidades  humanas actuales. Bordeado ordenadamente de  piedras a sus costados,  se extiende, en forma sorprendentemente rectilínea,  por varios centenares de metros, tomando un rumbo directamente al sur.


Fig. 2.  Vista de norte a sur  del tramo del Qhapaqñan incaico. Nuestros acompañantes el arquitecto Pedro Lázaro y  mi ex alumna, la arqueóloga María José  Capetillo señalan  el borde exacto donde se alinean,  con gran precisión, las piedras indicadoras del borde del camino. Aquí  medimos el ancho del camino y nos dio exactamente 7.50 m. de ancho  y, para nuestra sorpresa,  esta misma anchura resulta notablemente  persistente y fija,  a lo largo  de varios centenares de metros.

Fig. 3.  Generalmente, las piedras han sido  echadas cuidada y ordenadamente a un lado de la huella, sin crear, propiamente allí  una línea exacta o un muro lateral, tal como se puede observar aquí. Pero demarcan, muy  precisamente, los bordes del camino, aislándolo en forma patente del pedregal vecino y haciéndolo fácilmente  transitable por  recuas de llamas cargadas durante la  época Inca y colonial..

Fig. 4.   Las arenas han invadido  la antigua senda, mostrando un aspecto  limpio  y totalmente libre de obstáculos al tránsito. Resulta fácil imaginar así el paso de pequeños  grupos de grupos de 2 a 3 llamas de frente,  cargadas, en ordenadas  filas, avanzando hacia el sur o hacia el norte. También resulta fácil imaginar a los chasquis o mensajeros del Inca, portadores de sus qhipus, en frenética carrera hasta la siguiente paskana o tambillo, para transmitir rápidamente sus mensajes en lengua quechua a otro chasqui, corredor, en veloz carrera   rumbo a su destino.


Fig. 5.   Si uno no supiera que se trata con certeza de una antiquísima senda inca, intacta y sobreviviente hasta hoy, podría llegar a pensar, al tropezar súbitamente con ella,  que se trata de  un trazado de camino moderno, realizado aparentemente con maquinaria. A sus lados,  la superficie de la pampa  está totalmente cubierta de pedregales, hoy  apenas transitables en un buen jeep.

Fig.  6.  María José Capetillo, nuestra arqueóloga de campo, mide con un instrumento ad hoc exactamente el. ancho de la vía  incaica:  correspondiendo  a 7.50 m. Tan expedito es este camino en este sector de la pampa en dirección N-S que notamos  había sido ya traficado varias veces por vehículos antes que nosotros, observándose diversas huellas, antiguas y recientes. 

Fig. 7.  Un fragmento de cerámica prehispánica, probablemente del tipo "Charcollo", delata   el antiguo paso por el lugar de caminantes indígenas.  Charcollo es un tipo cerámico de origen altiplánico y  en parte, a lo que creemos,  contemporáneo de la presencia  Inca en la zona (años 1400-1536  D.C.).

Fig. 7.  A un costado de la senda inca,  avistamos el esqueleto ya calcinado y blanquecino de una mula.  Seña inequívoca del paso por este lugar de animales de origen europeo durante todo  el  largo período colonial español.

Fig. 8.  Resto de una pata de esta misma  mula, con su herradura  y sus clavos aún firmemente adheridos al casco.  Corresponde a  la misma foto anterior.

Fig. 9.  Estructura casi circular, sumamente arruinada  (ruedo), situada en el interior de una amplia zona amurallada y protegida. Diámetro aproximado:  3.5.- 4.0 m.  Observe el largo muro perimetral, hacia el fondo de la fotografía.


Fig. 10.   Fragmento de boca y asa de una vasija  del tipo olla de cocina de época indígena, hallada junto a las estructuras circulares. ¿A qué época pertenece?. No lo sabemos. Podría ser de factura  indígena pero  en época colonial.

Fig. 11. Otra de las estructuras circulares, muy derruída. Pudo, tal vez,  ser la  base de alguna vivienda circular,  a juzgar por  el pequeño tamaño del recinto. Los numerosos corrales que hemos observado en este sector (Vea fotos más abajo)   normalmente tienen un tamaño (perímetro)  bastante mayor y presentan un mucho mejor grado de conservación..Sospechamos se trate en este caso de estructuras muy antiguas, de época inca o tal vez,  pre-Inca. Tal vez digan relación con la aldea arqueológica de Caserones (definitivamente abandonada en el siglo VIII-IX D.C.).

Fig. 12.  Un pequeño fragmento de cerámica vidriada colonial (siglos XVII  ó XVIII?). Hallado por nosotros, aislado y solitario,   muy cerca del muro perimetral observable en nuestra Figura 11. Señal inequívoca de presencia colonial  en la  zona de la pampa abierta, muy lejos de la aldea prehispánica de Caserones.

Fig. 13.  Fragmentos muy bien cocidos de una vasija de estilo presumiblemente Pocoma o  Gentilar,   de las culturas típicas de Arica, correspondientes, tal vez, a  un período de contacto con la llegada del Inca  a Tarapacá.  ((siglos XIII al  XV?).

Fig. 14.   Un evidente y clarísmo corral  para animales. Muestra presencia de abundante guano (de llamas y mulares) en su interior. Su presencia, contiguo a las eras de cultivo,  nos indica a las claras  que se trajo hasta aquí  animales tanto para  comer el rastrojo de la cosecha (maiz o trigo), como  para el traslado a sus pueblos del producto cosechado.

Fig.  15.  Fragmento cerámico,  al parecer de una taza colonial, que muestra la inserción del asa al cuerpo de la vasija. (Colonial temprano;  siglo XVII?)

Fig.  16. Conjunto de fragmentos de cerámicas coloniales (coloreadas), vajilla indígena local  y aún loza de la época del salitre,  que descubrió María José todo junto,  in situ, en las cercanías del gran recinto amurallado. Sin duda, se trató de material  reunido por algún  visitante aficionado, que lo dejó allí abandonado hace bastantes años. Esos fragmentos de la cerámica vidriada colonial española, correspondientes a un plato,  fueron posteriormente restaurados por nosotros. (El resultado de este trabajo  de salvamento se mostrará en nuestro capítulo siguiente del Blog, hoy en preparación, destinado a indicar el trabajo de restauración  de las piezas halladas en el presente viaje).

Fig. 17.  A la izquierda, un enorme canal de regadío  que se pierde en lontananza  hacia el Este (hacia Tarapacá). A la derecha, eras o melgas de cultivo de la época   indígena o colonial regadas a partir de este gran canal.

Fig. 18. Una acequia  marcada en el paisaje y un grupo de  bolones de piedra, colocados ex professo,  y  que señalan la presencia de una bocatoma o "pongo". La voz "pongo" es una castellanización de la voz quechua "punku"  que significa   "puerta". En efecto, los pongos constituían las bocatomas o "puertas" de entrada del agua de regadío a cada melga,  a partir de una acequia mayor.

Fig. 19.  Superficie que muestra  decenas de antiguas eras o melgas de cultivo,  ya muy borradas por el paso del tiempo, dejando a la vista solamente las acumulaciones de bolones que marcan claramente la presencia de bocatomas o "pongos".

Fig. 20.  Despojos y basuras dejados por una instalación de faena en plena pampa, en medio de las antiguas melgas de cultivo.  Parecen corresponder a una instalación de los años 1950-60 del pasado siglo.  Se observa  plástico grueso (para formar  un pequeño embalse de agua), fierros,  tablas,  restos de una vivienda  y útiles de cocina, camastros, sillas,  etc. No nos queda claro el objetivo concreto de esta faena, de  época relativamente reciente. No se descarta que haya correspondido a una tardía instalación breve en el lugar,  con fines esencialmente agrícolas (sembríos) por parte de comuneros de aldeas del interior (Tarapacá, Pachica, Mocha, etc), para el aprovechamiento agrícola  de las aguas  aportadas por  aluviones eventuales procedentes de la quebrada de Tarapacá.


Fig. 21. Entre los elementos abandonados en la faena descrita en la Fig. 20, María José Capetillo halló in situ  estos cuatro grandes fragmentos de una botija "perulera", de época colonial   (Como escala, el estuche de la cámara fotográfica que mide  10 cm.).  Seguramente, alguno de los operarios de la  faena los recogió por curiosidad de los alrededores, entre las melgas abandonadas.   El extraño color de la pasta  (color crema muy claro)   y el grado avanzado de erosión superficial de la vasija, nos sugiere una  muy larga exposición al sol y a los agentes atmosféricos (vientos).  Parecería corresponder a un tipo bastante temprano, tal vez del siglo XVII. Hemos visto y examinado en estos años  muchos centenares de fragmentos de botijas de la época colonial,  en distintos lugares de Antofagasta, Arica y Tarapacá, pero nunca habíamos observado esta coloración tan clara de la pasta, que nos parece ser muy probablemente foránea  (¿del Caribe o española?.).  Para salvarlos de un posible  saqueo futuro, pérdida  o robo, recogimos los fragmentos y armamos la pieza, pegando todos sus fragmentos.Esto lo vamos a  ver con claridad en el próximo segmento del Blog, (en reparación). Hemos enviado la foto a expertos en cerámica colonial para  saber más acerca de su posible origen y fechación. Si se tratara de cerámica temprana colonial, lo que no es imposible, este hallazgo constituiría una prueba fehaciente del aprovechamiento del agua de aluviones por parte de los primeros encomenderos españoles o sus súbditos indígenas.


Fig. 22.  Detalle del alineamiento de las eras o melgas. Observe los invariables "pongos" o bocatomas  construidos con simples  bolones de piedra   propios del lugar.

Fig. 23.  En hiladas interminables, las eras o melgas de cultivo se proyectan en el piso de la pampa  con rumbo sur.


Fig. 24.   Detalle de los bordos o bordes de cada melga. Solo constituídos por simple acumulación  de arena. obtenida  de la misma era en construcción.

Fig. 25.   Otro corral para la guarda de animales (llamas,  mulas y asnos). Superficie aproximada:  30 m2.



Fig. 26. Detalle del  extenso muro perimetral sur,  totalmente en ruinas,  que  rodea una amplia superficie que se trató de resguardar del flujo e ingreso de las aguas de aluvión. Estos, sin embargo, rompieron el muro en algunos sectores, tal como se observa aquí, dejando  huella de la acumulación y posterior evaporación del agua terrosa y limosa.


Fig. 27. Otra vista  del mismo muro perimetral derruído (sector sur). Vista hacia el  weste.

Fig. 28.  El mismo muro desde otro ángulo de visión. Vista hacia el Este.

Fig. 29.  Un trozo de yunque, de  piedra volcánica,  de la que se extrajo lascas o fragmentos filosos  de gran tamaño, como excelentes instrumentos para cortar. Fue hallada dentro de una de las posibles viviendas circulares. La libreta que sirve de escala mide  exactamente  20 cm. de largo.


Fig. 30.  Fragmento de gran tamaño de una olla de cocina  indígena, de época indefinible,  hallada en las cercanías de las recintos circulares.
Fig. 31. Otro recinto  en el interior del  área protegida por muros perimetrales. En el perímetro de este  sitio protegido con muros y entre los recintos, se halló  muy escasa evidencia de cerámica. La gran cantidad de arena que cubre  todo el área, posiblemente esté  ocultando otros restos culturales antiguos, hoy día no visibles. Nuevamente observamos que el estado sumamente  ruinoso de este conjunto, parece delatar una gran antigüedad,  la que contrasta fuertemente  con los corrales,  mucho más recientes,  de las fotos  14 y 25.

Un recuerdo fotográfico  de la misma zona, tomado el año 1972.

La foto que sigue, ya borrosa por el paso del tiempo, tiene un larga historia.  Fue tomada  exactamente en la misma zona que hoy  hemos vuelto a visitar, 41 años después. Por entonces, yo estaba  en la Universidad del Norte, Sede de Arica, como profesor e investigador adscrito al Museo de Azapa. A fines del año 1971 llegué de regreso de los Estados Unidos, (State University of New York, en Stony Brook), Universidad donde había realizado mis estudios para obtener  el  Magister en Arqueología (1970-1972). Flamante arqueólogo, hacía yo mis primeras armas  en arqueología en Chile.
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Fig. 32.  Esta antigua fotografía  fue tomada in situ, en plena pampa,  por el arqueólogo cubano Alonso Riva de la Calle, en Junio del año 1972  en la zona de campos de cultivo de pampa Iluga (Pampa del Tamarugal). A la izquierda, Jorge Checura Jeria, director por entonces  del Museo de Iquique. A la derecha, yo mismo. En aquella época, tenía yo  43 años. Es éste uno de los poquísimos recuerdo gráficos que conservo de esos dos sufridos  años pasados en Iquique,  muy  poco antes del golpe de estado militar  (1972-1973).

Conclusiones.

1. Esta extensa zona de la pampa  es aún hoy un enorme misterio para la  geografía  humana que hay que explorar. La afirmación de que hubo en la pampa  poca a nula actividad humana - la que quedaba sólo circunscrita a los pueblos de la  cordillera o de las quebradas, y que solo era traficada por huellas  de animales rumbo a la costa -, debe ser hoy  tomada cum mica salis.  Más bien,  debe ser hoy francamente cuestionada.  Hubo una enorme actividad humana esporádica,   restringida eso sí a los períodos cortos en que bajaba abundante agua por las quebradas en tiempos de aluviones.

2. Estos períodos de cultivo intensivo en la pampa, (de maíz, en tiempos indígenas y de maíz y trigo en tiempos coloniales),  como lo vemos aquí por las fotografías tomadas en este viaje, al parecer,  fueron mucho más frecuentes que en la actualidad. La duración del regadío por inundación en plena pampa, gracias a un muy elaborado sistema de canales y acequias, duró varios meses y posibilitó, lo sospechamos, la realización de un par de cosechas  por temporada.

3. Numerosas familias de los pueblos comarcanos desde las quebradas, se movilizaban  y radicaban por meses en la pampa para  sembrar, cuidar y mantener  bajo riego a sus sembríos.  Tales sembríos, muy probablemente, atrajeron también  una fauna  numerosa de aves granívoras,  ávidas de semillas y aún de  animales depredadores que había que espantar y ahuyentar.

4. Nosotros topamos al menos con cuatro o cinco corrales y varios sitios de vivienda anexos. Debe haber muchísimos más en la extensa zona  de la pampa, tapizada hoy de antiguos campos cultivados.

5. Es altamente probable que un rastreo minucioso de tipo arqueológico de este enorme sector de pampa nos entregue datos de la existencia de pequeñísimos caseríos, de  ocupación más prolongada  en el tiempo, y correspondientes, tal vez,  a la temprana época de ocupación de la aldea  de Caserones. Así, es muy posible que  la mítica aldea de "Iluga",  cuya presencia exacta aún no ha sido detectada con precisión por los investigadores y arqueólogos,   exista realmente, y no sea sólo una  denominación genérica para la pampa, como parece señalarlo Antonio O´Brien en su famoso Plano del año 1765. Los antiguos dieron nombres concretos a cosas concretas: cerros, aguadas, ríos o aldeas; nunca a regiones, vagas e  imprecisas. Así, igualmente  algún día - así lo esperamos-  daremos también con  el mítico  "Ramainga", lugar  donde el encomendero,Lucas Martínez Begazo mantenía esclavos negros haciendo carbón, en plena pampa del Tamarugal, para abastecer sus minas de plata de Huantajaya, según lo atestigua en su testamento.

6. En suma, luego de este reciente viaje de exploración, sospechamos fundadamente que el estudio de la pampa del Tamarugal  desde el ángulo de su antiguo poblamiento y aprovechamiento  por parte de las comunidades  de las quebradas,  se encuentra aún en pañales. Queda, al parecer, mucho por hacer en esta zona poco conocida, deficientemente estudiada  y de muy difícil acceso.

7. El hallazgo hecho por nosotros (fotos 2 a 6) de tramos extensos del Qhapaqñan (o Camino del Inca), desconocidos hasta ahora en la bibliografía regional, según creemos  y  que conducen aparentemente  hacia Cerro Unita, por el N., y directamente hacia los campos de sembríos abandonados, por el S., nos estaría sugiriendo que la zona fue  intensamente explotada en tiempos incas y obviamente para su servicio (¿tal vez para la mina de Huantajaya, operada por el Inca?). Si así no fuera, ¿que sentido tiene - nos preguntamos-  trazar una ruta, bien delineada, amplia, perfectamente homogénea en sus dimensiones, y  con un claro rumbo N-S.?  Esta fue   obra,  sin duda, de personas clarividentes interesadas en mantener esa ruta perfectamente expedita durante todo el año.  ¿Quién sino el Inca pudo reclutar  tanta gente como para  diseñar, trazar y ejecutar ese trabajo que tiene que haber demandado años de esfuerzo  y numeroso personal de operarios a cargo para su construcción y mantención?. ¿Las comunidades aledañas?. Creemos que no. Ellas, es nuestra opinión, se contentaban - como se contentaron durante todo el período colonial y republicano- con sus sencillas huellas tradicionales o senderos de comunicación,  a través de los cerros, por donde comunicaban sus pueblos entre sí desde tiempos inmemoriales para el tráfico y el comercio  inter-aldeano.

8. Aquí,  en cambio, en este trazado rectilíneo  bien elaborado,  que observamos en medio de la pampa, expedito, limpio y totalmente libre de obstáculos, estamos ante una forma superior y diferente de  organización, administración y control del espacio, estamos, en nuestra opinión, ante una mente lúcida que supo sabiamente administrar y organizar  el  comercio  y el contacto interregional  tanto como  la mensajería a distancia  de los chasquis, en beneficio directo del centro imperial en Cuzco.  A nuestro juicio, aquí estamos hablando de otra forma de administrar el espacio -diferente de la pre-existente entre los pueblos-  con una visión fuertemente centralista, orientada hacia la capital imperial Cuzco, destino obligado de las riquezas y tributos de las provincias y  de numerosas   personas y bienes y en ocasiones ejércitos,  para el  servicio del  Qhapaq Inca, su Señor.





jueves, 4 de abril de 2013

Destrucción de bienes culturales (geoglifos): El "progreso" ciego versus el "cuidado" del patrimonio.


Área  arqueológica de Chugchug. Lugar de  destrozos hechos al patrimonio cultural de Chile.


Antecedentes: el Norte Grande minero.

Día a día surgen nuevas y mejores carreteras, nuevas y complejas redes de transmisión eléctrica, nuevas huellas y caminos, nuevas prospecciones y explotaciones. Hierve hoy  el desierto  en alteración, masacre y  destrucción del paisaje prístino, intocado.  El Norte Grande de Chile se ha convertido en una  gigantesca cantera de recursos minerales: nitrato, bórax, yodo, cobre, plata, oro, molibdeno; ahora último, el  litio.  Desde los  tiempos  del Inca  sabemos que  ya  se extraía  plata y cobre del mineral de Huantajaya, junto a  Iquique. Nos lo aseguran, entre otros,  el cronista Pedro Pizarro y el encomendero Lucas Martínez Begazo o el Factor de Potosí Pedro Lozano Machuca.. (Ver capítulos alusivos a estos personajes en este mismo Blog). También en las cercanías de Collahuasi  (Tarapacá).

Tarapacá: ¿ tan sólo zona minera?.

La Primera  Región de Chile (Tarapacá) y la Segunda Región (Antofagasta),  han sido oficialmente declaradas  zonas mineras por excelencia. Lo que significa  que irá a  esos rubros la mayor parte de la inversión estatal o privada de estas regiones. Todo lo demás, es decir lo que o es minero, parece ser  intrascendente, inconspicuo, o al menos ciertamente muy secundario.  En aras de la minería y su desarrollo, se considera que se puede sacrificar todo lo demás, incluso el patrimonio, aún el más venerable y ancestral. Todo!.. Un verdadero holocausto!. Esta afirmación nuestra no es arbitraria ni  temeraria; los hechos que vamos a describir y que son sólo un botón de muestra, la confirman, por desgracia.

Una frenética explotación   minera del presente: consecuencias.

Las consecuencias no se hacen esperar. Inmensos y profundos hoyos, como cráteres de monstruosos meteoritos del pasado,  frutos de la actual exasperación  minera de tipo extractivo, toda una nutrida y confusa red de carreteras, caminos y huellas, tendidos de torres de alta tensión de miles de kilómetros,  circulación  incesante de miles y miles de enormes camiones o camionetas; en suma: una  actividad minera o prospectiva  frenética, desenfrenada, incesante, arrolladora. Uno queda abismado cuando estudia de cerca -como lo hemos hecho-  una cartografía detallada y fina de todas las solicitudes de propiedades mineras de Tarapacá: prácticamente  se superponen, unas sobre otras, las miles de  pertenencias mineras de toda índole. El increíble plano, -preparado por uno de mis ex-alumnos-  muestra un mosaico abigarrado de concesiones hechas por la autoridad estatal  " a diestra y siniestra", sin planificación  ni regulación de ninguna clase. En él, casi no hay hectárea de territorio que no esté prospectada, estudiada o pedida  ya en concesión minera ad aeternum (para siempre), pues  el derecho que se paga anualmente por mantener la concesión, es francamente ridículo

Concesiones mineras.

 De este modo, las concesiones hechas se eternizan  y no tienen fecha de término previsible.  Porque hoy en Chile es muy barato para las empresas  mantenerlas siempre vigentes y activas!.  ¿Es eso aceptable o correcto en los tiempos actuales?. Porque involucra una cierta forma velada de  disponer del recurso en cualquier momento, cuando se necesite. Aunque por años y años no se utilice. La  benevolente "Ley Minera" de nuestro país -.que viene de la época de la dictadura militar-  lo permite; más bien diría yo, lo fomenta  y favorece en desmedro evidentemente de nuestro patrimonio natural y cultural y de nuestra riqueza turística  o escénica.

Millones de hectáreas destrozadas  e inertes.

Millones de hectáreas quedan así cerradas y clausuradas para otras finalidades que no sea  la minería. Bien lo saben los propietarios agrícolas del pueblo de  Sibaya (altos de la quebrada de Tarapacá), que antiguamente apacentaban sus rebaños en la zona y ahora no pueden ni siquiera entrar a lo que eran sus predios ganaderos en la zona de Paguanta. Sus derechos ancestrales a usufructuar de esa zona - de los que venían haciendo uso desde hace siglos-  han sido así pisoteados. ¡Algo inaudito, criminal!.  Potentes cierros impiden  hoy el paso y vigías de pesadas botas y de aspecto siniestro se encargan de impedirlo. Si no me creen, intenten entrar a los antiguos campos de pastoreo de Paguanta.¡ Ya verán!.

¿Contribuye esta razzia minera  realmente a un auténtico progreso, máxime a un progreso que sea verdaderamente  "sostenible" en el tiempo?.

Todo parecería  a primera vista  positivo y ventajoso si otorgara alta rentabilidad a la Región, si  favoreciera y asegurara de por vida el empleo de mano de obra regional.  Si creara infraestructura y una estupenda red vial;  si  elevara realmente  "la calidad  de vida" de los habitantes de la Región. Si contribuyera a mejorar y ampliar aeropuertos, carreteras,  puertos o vías de comunicación. En una palabra,  si se diese en un contexto realmente sustentable  en la Región. Y, además, si pagaran  derechos  al Estado chileno en concordancia con la cuantía del daño ambiental, geográfico y cultural que provocan por doquier. En una palabra: si  contribuyera realmente a consolidar las bases materiales de un  auténtico "progreso": esto es,  según el significado exacto  del término de origen latino,   "dando un paso hacia  adelante" (pro= hacia adelante: gressus: paso).  ¿Es realmente tan así?. 

"No todo lo que brilla es oro".

El problema surge cuando se encuentran frente a frente (y chocan) el poderoso interés industrial  minero  (generalmente del capital extranjero)  y el pequeñísimo interés cultural nacional demostrado por la protección efectiva y real de nuestros bienes patrimoniales. Aquí surge -y ha surgido desde hace muchas décadas-  el grave e interminable conflicto. Conflicto que día a día se agudiza a medida que crece la avidez de las Compañías Mineras por explotar  a toda velocidad nuestras riquezas, destruyendo a mansalva  la superficie de nuestro territorio y las innumerables huellas culturales que en él se encuentran.  Velocidad y  avidez que no parecen tener tener otra explicación, a mi entender,  que  el convencimiento o tal  vez la certeza plena de que  pronto, muy pronto, nuevos elementos, sustitutos del cobre, aparecerán en el mercado,  dejando tras de sí una estela infinita de descomunales hoyos, producto de un  extractivismo a outrance.

"La cenicienta": la preocupación por el resguardo y protección de los bienes culturales.

Mientras la protección ofrecida por el Código Minero a las Empresas es  generosa,   diría yo, dispendiosa, la protección a los bienes culturales, en cambio,  le va  muy  a la zaga, claramente en calidad de "cenicienta". Esto se demuestra  de inmediato comparando los respectivos montos de las inversiones hechas en uno y otro rubro. Mientras las poderosas Compañías Mineras transnacionales invierten centenas de  millones y millones de dólares en prospectar, explotar (y destruir para siempre)  el subsuelo del Norte chileno,  el "Consejo de Monumentos Nacionales" de Chile,  entidad  que tiene por mandato nacional la tuición y protección de todos los  bienes culturales y naturales  de la Nación,  dispone para  operar y proteger, de un  presupuesto anual, ridículo, absurdo, irracional. Es decir, se invierte, no miles sino  millones de veces más en destruir (paisajes, ecosistemas, territorios,cientos de  kilómetros cuadrados de superficie nacional) que en preservar y conservar (Monumentos, Edificios, Sitios arqueológicos, Parques o  Reservas naturales, forestales o de la biósfera)  para las generaciones futuras del planeta y/o  para la ciencia del futuro.  Es ésta una realidad del porte de una catedral medieval y nadie, en su sano juicio, podría atreverse a rebatirla.  Pero, ¿quién se atreve a "poner un cascabel a este gato?". 

Compárese los presupuestos.

 No tengo las cifras exactas a la mano, pero cualquiera puede comparar el monto de las grandes inversiones mineras y el  modestísimo  y casi ridículo presupuesto anual con que se ha dotado al "Consejo de Monumentos Nacionales" del país, que apenas le permite contratar unos poquísimos especialistas (casi todos ellos arquitectos o arqueólogos; casi nunca geógrafos o biólogos). Ni pensar siquiera  en disponer de fondos para adquirir valiosas propiedades en peligro de destrucción, que incluso han sido declarados Monumentos de la Nación, o  tener una ágil  y vigorosa red de fiscalizadores en todo el país para  prevenir o denunciar los daños al patrimonio (tanto natural como cultural). El reciente paso por el Norte chileno del devastador "huracán Dakar", como lo hemos bautizado nosotros, es un ejemplo clarísimo  (Vea nuestros dos capítulos del Blog  dedicados a este espantable flagelo). Más de 200 sitios arqueológicos han sido destruídos y pisoteados  por los vehículos o sus visitantes y curiosos, y  hasta  hoy  (Abril 2013)   no se ha logrado conseguir de la Dirección de Deportes del Estado (bajo la dirección del Señor  Gabriel  Ruiz Tagle)  una evaluación cabal y exhaustiva del daño inferido en años anteriores, desde el año 2009 a la fecha,  al patrimonio patrio. Al parecer, a nadie le interesa  preservarlo.


"Pan y circo": es hoy la gran oferta "cultural" de los Municipios. Sólo faltan los gladiadores!.

 Mucho más importante es para ciertas autoridades  ofrecer  "pan y circo" a nuestro pobre y sufrido pueblo, tan inculto en estas materias y tan deseoso de auténtica cultura, que lo que más necesita  es mucho menos "circo", menos farándula, menos oropel, menos eventos musicales de masas fanatizadas y gritonas y más cultura real y efectiva, basada en un conocimiento profundo de nuestra historia, nuestro patrimonio cultural y nuestras tradiciones. Porque son éstas las que  determinan,  fomentan y enriquecen nuestra propia  identidad como chilenos, no el "circo"  del  Dakar o la "farándula" estúpida y grosera con que la televisión chilena  o la hodierna "eventofilia" municipal, nos bombardea día  a día, dando al  mundo entero pruebas palmarias de nuestro atraso e  incultura.  

Testimonios recientes de  destrucción patrimonial.

Hace muy pocos años, cuando la Compañía Minera Cerro Colorado, propiedad de  BHP Billiton,  (o sus contratistas) levantaban su planta extractiva de mineral de cobre muy cerca de Mamiña y de Parca,  en el interior de Tarapacá, pasó a llevar impunemente y destruyó figuras de grandes geoglifos dibujados  hace muchas centurias por  nuestros predecesores. Figuras geométricas extrañas o de saurios y aves, grabadas en las laderas de cerros hace  600 a 900 años atrás. De modo incomprensible,  la prospección previa, contemplada en la Ley  y diseñada precisamente  para  detectar su posible presencia,  "no los vio" ni los advirtió. Algunos arqueólogos levantaron la voz. ¿Quién los escuchó?.   ¿Qué reparación se  hizo tras este desmán?.

Absurdas y ridículas "medidas de mitigación" de los daños al patrimonio cultural..

 Cuando uno tiene conocimiento de las  así llamadas "medidas de mitigación" que se suele ofrecer por parte de las Mineras, al menos en esta región de Tarapacá,  por los daños inferidos o por inferir  a un bien cultural (geoglifo, petroglifo, paskana, ruinas antiguas, etc.), dan ganas de llorar.  He visto esos ridículos "tenues y vaporosos cercos de malla plástica"  de color rojo,  en torno a una apacheta, una  paskana, una antigua huella o un taller lítico. (Vea Figura 1).  Cercos coloridos  que más bien atraen como un imán a curiosos y huaqueros, que alertan y previenen  sobre su importancia cultural. Cercos plásticos  deleznables, por lo demás, que no suelen durar más de 2-3 ó 4  años a lo sumo,  antes de desintegrarse y convertirse en hilachas,  por obra del viento y el quemante  sol del desierto.  ¿Qué queda de esa "protección" al cabo de unos pocos años?. Nada; solo basura y mugre!. ¿Es esto realmente una forma de protección digna de nuestro patrimonio?. ¿Es esto real y verdaderamente una  "mitigación" al daño  inferido?. Las empresas responsables de estos desaguisados (mejor dicho, de estas estupideces),  ¿nos creen tontos?.  ¡Por favor, no seamos ingenuos!. Ellas sí saben muy bien cómo proteger  sus faenas, su maquinaria, sus depósitos de combustible!. Son expertas en "medidas de seguridad"....,  pero para sus propias  instalaciones, no para el resguardo del patrimonio nacional. Éste,  parece no interesarles en absoluto. Al menos, los hechos así lo dejan entrever.



Fig.  1. Vergonzante "medida de mitigación"  en el camino a la Minera Cerro Colorado, cerca de la quebrada de Quipisca.  Un hito típico, señalizador  de huellas troperas  que enfilaban rumbo a la Pampa del Tamarugal , ha  quedado  así "protegido"  y "conservado" para la posteridad.  ¡Si al menos se pusiera un buen  rótulo alusivo a su  valor antropológico!.Quisiera yo saber qué quedará  de este mamarracho  en cinco años más!.

Los responsables.

La Compañía Minera  "Ministro  Hales" de Codelco (Chuquicamata) ha sido directamente responsable hace muy poco tiempo atrás de la  instalación de una enorme torre eléctrica, parte de una vía de transmisión eléctrica desde Tocopilla  hacia la cordillera,  a  menos de  2 metros de distancia  (sic!) de un conjunto de geoglifos, entre ellos un gran rombo escalerado, en el cerro llamado Montecristo (coordenadas UTM  9491512 E  - 7534572 N; vea Fig.  1). La denuncia fue hecha por el señor Claudio Castellón Gatica, buen conocedor de la zona y  antiguo director del museo arqueológico de la Municipalidad de Sierra Gorda en diarios de Calama (Vea, por ejemplo, "El Mercurio" de Calama,  13 de Marzo de 2013, página 6).  Aquí presentamos, para conocimiento del público, los recortes de  periódico correspondientes.


Fig. 1.  En esta vista, tomada del Google Earth se puede apreciar,  justo en su parte media, el rombo escalerado de grandes dimensiones. Este hermoso y original  diseño de rombo es motivo  bastante frecuente en la región de Tarapacá observándose varios ejemplares de este mismo símbolo en la zona de Estación Pintados (Comuna de Pozo Almonte) o en las proximidades de la localidad de  Pica. (Vea trabajo de Ximena Loayza y Luis Briones et al.,: Catastro de Geoglifos de la Comuna de Pica, Fondo  Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, 2010). Ni  siquiera sabemos exactamente aún cuál habría sido en el pasado su significado exacto y  su sentido profundo. Lo ignoramos por completo.  ¿Qué se quiso representar aquí, a la vista del Qhapaqñan o Camino del  Inca?. 




Fig. 2.  El área de geoglifos de Chugchug junto a la aguada del mismo nombre. Lugar estratégico de entrecruce de caminos  antiguos, ramales del Qhapaqñan, notable por la presencia de agua dulce. Obsérvese, aún visibles,  las notables  líneas rectas de las vías antiguas que se cruzan precisamente formando una gran cruz.  El sitio  en el cerro Montecristo donde  se halla  el geoglifo dañado por la empresa  minera, es parte del gran conjunto de Chugchug en la Provincia de Tocopilla, al Norte y muy cerca del río Loa.  


Fig.3.  Observe el enorme geoglifo escalerado, a la izquierda de la base de la torre de alta tensión  e inmediato a ésta, una de las más interesantes y  enigmáticas representaciones de arte rupestre en Tarapacá, lamentablemente  vulnerado y pisoteado por la referida instalación. Los noveles "arqueólogos" de Santiago, desconocedores de la Región y a cargo de la inspección previa en el terreno, "no lo  vieron" o no se tomaron, más bien dicho, el penoso trabajo de trepar como cabras  por los cerros en busca de tales evidencias, tan visibles desde la distancia. ¿Por qué no hicieron un refinado estudio previo a través de las imágenes excelentes del Google Earth, si disponían de las coordenadas exactas donde se ubicarían las torres?.  Tampoco vieron otros diseños que  existen allí mismo o en sus inmediaciones. Comentaremos  su insólito "Informe Final". Pero cobraron, por cierto,  suculentos honorarios  por el "trabajo" realizado.

 Un "arreglín" hecho  a la rápida, para aparentar respeto a la Ley.

En esta imagen (Figura 3),  realmente vergonzosa, se puede ver  el tipo de protección "post factum" (colocación de un cerco de malla plástica roja) hecho apresuradamente por la Empresa, esto  es, después de consumado ya  el destrozo provocado por la instalación de la torre  y  motivados  (en realidad  forzados)  por la  indignada reclamación por parte del Señor Claudio Castellón. Esa torre jamás debió haber sido instalada allí, si la inspección previa, por parte de ingenieros y arqueólogos, hubiese sido cuidadosa y diligente, esto es, verdaderamente responsable. Los arqueólogos (salvo que fueran ciegos) debieron advertir su presencia, y  el trazado de la línea de trasmisión debió haberse desviado varios centenares de metros del área, aún cuando esto significara  incrementar los costos. Así lo exige una interpretación lógica e inteligente  de la Ley de Monumentos Nacionales.

Fig. 4. Este sector de tierra removida,  para la instalación de una de las patas de la torre de alta tensión, está a 2-3  metros aproximadamente de uno de los extremos del gran geoglifo escalerado de Cerro Montecristo.  Extrañamente, no lo vieron ni ingenieros, ni capataces  ni arqueólogos.¡Nadie lo vio!.  ¿¡Qué raro, ¿verdad?. Más bien nos parece del todo inconcebible.¿Estaban ciegos?.  (Foto  de un colaborador, obtenida in situ,  Abril 2013).

Fig. 5.  Esta estaca  fue clavada justo al lado del geoglifo, el cual fue pisoteado reiteradamente por los operarios durante la faena de armado de la torre. Foto del mismo origen, Abril 2013).

Fig. 6.  Huellas dejadas por el arrastre sobre el terreno de los cables de alta tensión, antes de su instalación definitiva. Pasaron  sobre el geoglifo, destruyéndolo en parte. Yo puedo comprender que los obreros no se hayan percatado de la existencia del geoglifo, pero, ¿los ingenieros y capataces  a cargo de la faena  eran ciegos? ¿Dónde queda su capacitación?. (Foto del mismo origen, Abril 2013).

Epílogo.

1.  El actual sistema de  explotación en  nuestro país  por parte de la actual minería extractiva metálica y no metálica deja mucho que desear en materia de protección geográfica, ambiental,  cultural y social, real y efectiva. Las grandes Empresas transnacionales o Nacionales (CODELCO SOQUIMICH, ect) no alertan suficientemente o no han sabido alertar adecuadamente, mediante  protocolos  precisos, a las empresas numerosas contratistas (con las que realizan  la mayor parte de sus movimientos de tierra), sobre  los numerosos riesgos ambientales y culturales inherentes a las áreas de trabajo donde participan.

2. Estas grandes Empresas, aunque contraten o subcontraten  a otras empresas Contratistas menores para cumplir determinadas operaciones, son, en último término,  ante la Ley  (Ambiental o de Monumentos Nacionales u otra), los responsables de los errores, fracasos o  destrozos y no pueden eludir ante la comunidad regional o nacional su propia responsabilidad.  

3. La contratación de especialistas por parte de las Empresas  (de geógrafos, biólogos, antropólogos, arqueólogos, etc.) para cumplir las exigencias de los Estudios de Impacto Ambiental o (EIA) que la Ley prevé, debe considerar como de imperiosa necesidad el que estos técnicos sean  realmente titulados, es decir  que hayan terminado exitosamente el ciclo completo de su formación académica. Los meros  "licenciados" (que hoy pululan  por ahí entre nosotros)   no son todavía  titulados.  Les falta  a ellos, precisamente, uno o dos años de trabajo de investigación, es decir  la parte más difícil y compleja de su formación: su tesis final, momento donde recién pueden demostrar la posesión de una expertise profesional. Por desgracia, constatamos aquí en el Norte de Chile  que muchas Empresas los contratan por ser  ellos "más baratos"  que los titulados ( es decir, que los profesionales verdaderos).

4. Tanto la Ley Ambiental como la Ley de Monumentos Nacionales están hoy en grave deuda con el patrimonio cultural y natural de nuestro país. Ambas necesitan de  un urgente remozamiento y puesta al día. Por tanto, el hecho que las Empresas  nos digan a voces hoy día  que ellas  "cumplen y se apegan a la Ley o a la Norma tal o cual", ya  no es hoy para ellas  título alguno de gloria o  justificativo real  sino, por el contrario,  una señal de atraso e  ignorancia.  No basta, pues, para la ciudadanía actual de nuestra Nación, cada vez más empoderada de sus derechos reales, con el mero cumplimiento de la Norma o de la Ley, cuando ésta es, a los ojos de los expertos (hoy accesibles a  cualquier comunidad),   claramente obsoleta  o imperfecta. En materia de empoderamiento ciudadano,  estamos hoy a años luz de lo que ocurría o parecía justo  apenas hace 20 años atrás. El vertiginoso progreso social actual, empujado por  el desarrollo tecnológico, exige  la frecuente puesta al día de Normas y Leyes. Estado Nacional y Empresas, deben comprenderlo.

5.La mayor parte de los recientes y potentes movimientos sociales  en Chile (Magallanes, Aysén, Feirina, Barrancones   - por citar solo algunos-),  han demostrado la terrible urgencia de remozar y perfeccionar las leyes nacionales protectoras tanto del Ambiente como de la Cultura, ambas hoy  decididamente obsoletas. Las Empresas modernas  necesitan ir mucho más allá de los términos estrictos proclamados por la Ley  respectiva del país y adelantarse a los hechos, aplicando los mejores estándares internacionales,  si quieren que la ciudadanía nacional las respete y las tenga en consideración y no las considere "sus enemigos". De lo contrario, tendrán que habituarse a soportar paralizaciones de faena, cortes de carreteras o incluso actos peores o luctuosos de represalia. Deben las Empresas tener presente que una "sociedad  indignada" por aplicación de normas o  procedimientos anti-ambientales o anti-culturales, tiene una potencia de mobilización  inmensamente  superior al  más brillante cuerpo de Carabineros. 

6. Las Empresas, tanto nacionales como extranjeras deben entender que  el mundo global en el que hoy vivimos ha vuelto a nuestros ciudadanos perfectamente conocedores de cuáles deben ser las mejores prácticas  tanto de protección ambiental como de  cuidado patrimonial, al modo  como se realizan hoy en los países más avanzados del mundo. Si no adoptan  éstas a la brevedad, tendrán serios problemas de sobrevivencia en nuestro país y se verán forzadas por los movimientos sociales y las redes sociales a modificar sus prácticas (tanto anti-ambientales como anti-culturales) o a emigrar a países donde la conciencia ciudadana no está dormida  y puedan actuar impunemente. La Ley, por desgracia, ya no les servirá de excusa.

(En construcción. Falta poner los antecedentes de que ya disponemos sobre  el Informe arqueológico del trzado de la línea de alta tensión a la que hemos aludido aquí y  sobre la reacción de CODELCO ante la reclamación de los expertos).