jueves, 4 de abril de 2013

Destrucción de bienes culturales (geoglifos): El "progreso" ciego versus el "cuidado" del patrimonio.


Área  arqueológica de Chugchug. Lugar de  destrozos hechos al patrimonio cultural de Chile.


Antecedentes: el Norte Grande minero.

Día a día surgen nuevas y mejores carreteras, nuevas y complejas redes de transmisión eléctrica, nuevas huellas y caminos, nuevas prospecciones y explotaciones. Hierve hoy  el desierto  en alteración, masacre y  destrucción del paisaje prístino, intocado.  El Norte Grande de Chile se ha convertido en una  gigantesca cantera de recursos minerales: nitrato, bórax, yodo, cobre, plata, oro, molibdeno; ahora último, el  litio.  Desde los  tiempos  del Inca  sabemos que  ya  se extraía  plata y cobre del mineral de Huantajaya, junto a  Iquique. Nos lo aseguran, entre otros,  el cronista Pedro Pizarro y el encomendero Lucas Martínez Begazo o el Factor de Potosí Pedro Lozano Machuca.. (Ver capítulos alusivos a estos personajes en este mismo Blog). También en las cercanías de Collahuasi  (Tarapacá).

Tarapacá: ¿ tan sólo zona minera?.

La Primera  Región de Chile (Tarapacá) y la Segunda Región (Antofagasta),  han sido oficialmente declaradas  zonas mineras por excelencia. Lo que significa  que irá a  esos rubros la mayor parte de la inversión estatal o privada de estas regiones. Todo lo demás, es decir lo que o es minero, parece ser  intrascendente, inconspicuo, o al menos ciertamente muy secundario.  En aras de la minería y su desarrollo, se considera que se puede sacrificar todo lo demás, incluso el patrimonio, aún el más venerable y ancestral. Todo!.. Un verdadero holocausto!. Esta afirmación nuestra no es arbitraria ni  temeraria; los hechos que vamos a describir y que son sólo un botón de muestra, la confirman, por desgracia.

Una frenética explotación   minera del presente: consecuencias.

Las consecuencias no se hacen esperar. Inmensos y profundos hoyos, como cráteres de monstruosos meteoritos del pasado,  frutos de la actual exasperación  minera de tipo extractivo, toda una nutrida y confusa red de carreteras, caminos y huellas, tendidos de torres de alta tensión de miles de kilómetros,  circulación  incesante de miles y miles de enormes camiones o camionetas; en suma: una  actividad minera o prospectiva  frenética, desenfrenada, incesante, arrolladora. Uno queda abismado cuando estudia de cerca -como lo hemos hecho-  una cartografía detallada y fina de todas las solicitudes de propiedades mineras de Tarapacá: prácticamente  se superponen, unas sobre otras, las miles de  pertenencias mineras de toda índole. El increíble plano, -preparado por uno de mis ex-alumnos-  muestra un mosaico abigarrado de concesiones hechas por la autoridad estatal  " a diestra y siniestra", sin planificación  ni regulación de ninguna clase. En él, casi no hay hectárea de territorio que no esté prospectada, estudiada o pedida  ya en concesión minera ad aeternum (para siempre), pues  el derecho que se paga anualmente por mantener la concesión, es francamente ridículo

Concesiones mineras.

 De este modo, las concesiones hechas se eternizan  y no tienen fecha de término previsible.  Porque hoy en Chile es muy barato para las empresas  mantenerlas siempre vigentes y activas!.  ¿Es eso aceptable o correcto en los tiempos actuales?. Porque involucra una cierta forma velada de  disponer del recurso en cualquier momento, cuando se necesite. Aunque por años y años no se utilice. La  benevolente "Ley Minera" de nuestro país -.que viene de la época de la dictadura militar-  lo permite; más bien diría yo, lo fomenta  y favorece en desmedro evidentemente de nuestro patrimonio natural y cultural y de nuestra riqueza turística  o escénica.

Millones de hectáreas destrozadas  e inertes.

Millones de hectáreas quedan así cerradas y clausuradas para otras finalidades que no sea  la minería. Bien lo saben los propietarios agrícolas del pueblo de  Sibaya (altos de la quebrada de Tarapacá), que antiguamente apacentaban sus rebaños en la zona y ahora no pueden ni siquiera entrar a lo que eran sus predios ganaderos en la zona de Paguanta. Sus derechos ancestrales a usufructuar de esa zona - de los que venían haciendo uso desde hace siglos-  han sido así pisoteados. ¡Algo inaudito, criminal!.  Potentes cierros impiden  hoy el paso y vigías de pesadas botas y de aspecto siniestro se encargan de impedirlo. Si no me creen, intenten entrar a los antiguos campos de pastoreo de Paguanta.¡ Ya verán!.

¿Contribuye esta razzia minera  realmente a un auténtico progreso, máxime a un progreso que sea verdaderamente  "sostenible" en el tiempo?.

Todo parecería  a primera vista  positivo y ventajoso si otorgara alta rentabilidad a la Región, si  favoreciera y asegurara de por vida el empleo de mano de obra regional.  Si creara infraestructura y una estupenda red vial;  si  elevara realmente  "la calidad  de vida" de los habitantes de la Región. Si contribuyera a mejorar y ampliar aeropuertos, carreteras,  puertos o vías de comunicación. En una palabra,  si se diese en un contexto realmente sustentable  en la Región. Y, además, si pagaran  derechos  al Estado chileno en concordancia con la cuantía del daño ambiental, geográfico y cultural que provocan por doquier. En una palabra: si  contribuyera realmente a consolidar las bases materiales de un  auténtico "progreso": esto es,  según el significado exacto  del término de origen latino,   "dando un paso hacia  adelante" (pro= hacia adelante: gressus: paso).  ¿Es realmente tan así?. 

"No todo lo que brilla es oro".

El problema surge cuando se encuentran frente a frente (y chocan) el poderoso interés industrial  minero  (generalmente del capital extranjero)  y el pequeñísimo interés cultural nacional demostrado por la protección efectiva y real de nuestros bienes patrimoniales. Aquí surge -y ha surgido desde hace muchas décadas-  el grave e interminable conflicto. Conflicto que día a día se agudiza a medida que crece la avidez de las Compañías Mineras por explotar  a toda velocidad nuestras riquezas, destruyendo a mansalva  la superficie de nuestro territorio y las innumerables huellas culturales que en él se encuentran.  Velocidad y  avidez que no parecen tener tener otra explicación, a mi entender,  que  el convencimiento o tal  vez la certeza plena de que  pronto, muy pronto, nuevos elementos, sustitutos del cobre, aparecerán en el mercado,  dejando tras de sí una estela infinita de descomunales hoyos, producto de un  extractivismo a outrance.

"La cenicienta": la preocupación por el resguardo y protección de los bienes culturales.

Mientras la protección ofrecida por el Código Minero a las Empresas es  generosa,   diría yo, dispendiosa, la protección a los bienes culturales, en cambio,  le va  muy  a la zaga, claramente en calidad de "cenicienta". Esto se demuestra  de inmediato comparando los respectivos montos de las inversiones hechas en uno y otro rubro. Mientras las poderosas Compañías Mineras transnacionales invierten centenas de  millones y millones de dólares en prospectar, explotar (y destruir para siempre)  el subsuelo del Norte chileno,  el "Consejo de Monumentos Nacionales" de Chile,  entidad  que tiene por mandato nacional la tuición y protección de todos los  bienes culturales y naturales  de la Nación,  dispone para  operar y proteger, de un  presupuesto anual, ridículo, absurdo, irracional. Es decir, se invierte, no miles sino  millones de veces más en destruir (paisajes, ecosistemas, territorios,cientos de  kilómetros cuadrados de superficie nacional) que en preservar y conservar (Monumentos, Edificios, Sitios arqueológicos, Parques o  Reservas naturales, forestales o de la biósfera)  para las generaciones futuras del planeta y/o  para la ciencia del futuro.  Es ésta una realidad del porte de una catedral medieval y nadie, en su sano juicio, podría atreverse a rebatirla.  Pero, ¿quién se atreve a "poner un cascabel a este gato?". 

Compárese los presupuestos.

 No tengo las cifras exactas a la mano, pero cualquiera puede comparar el monto de las grandes inversiones mineras y el  modestísimo  y casi ridículo presupuesto anual con que se ha dotado al "Consejo de Monumentos Nacionales" del país, que apenas le permite contratar unos poquísimos especialistas (casi todos ellos arquitectos o arqueólogos; casi nunca geógrafos o biólogos). Ni pensar siquiera  en disponer de fondos para adquirir valiosas propiedades en peligro de destrucción, que incluso han sido declarados Monumentos de la Nación, o  tener una ágil  y vigorosa red de fiscalizadores en todo el país para  prevenir o denunciar los daños al patrimonio (tanto natural como cultural). El reciente paso por el Norte chileno del devastador "huracán Dakar", como lo hemos bautizado nosotros, es un ejemplo clarísimo  (Vea nuestros dos capítulos del Blog  dedicados a este espantable flagelo). Más de 200 sitios arqueológicos han sido destruídos y pisoteados  por los vehículos o sus visitantes y curiosos, y  hasta  hoy  (Abril 2013)   no se ha logrado conseguir de la Dirección de Deportes del Estado (bajo la dirección del Señor  Gabriel  Ruiz Tagle)  una evaluación cabal y exhaustiva del daño inferido en años anteriores, desde el año 2009 a la fecha,  al patrimonio patrio. Al parecer, a nadie le interesa  preservarlo.


"Pan y circo": es hoy la gran oferta "cultural" de los Municipios. Sólo faltan los gladiadores!.

 Mucho más importante es para ciertas autoridades  ofrecer  "pan y circo" a nuestro pobre y sufrido pueblo, tan inculto en estas materias y tan deseoso de auténtica cultura, que lo que más necesita  es mucho menos "circo", menos farándula, menos oropel, menos eventos musicales de masas fanatizadas y gritonas y más cultura real y efectiva, basada en un conocimiento profundo de nuestra historia, nuestro patrimonio cultural y nuestras tradiciones. Porque son éstas las que  determinan,  fomentan y enriquecen nuestra propia  identidad como chilenos, no el "circo"  del  Dakar o la "farándula" estúpida y grosera con que la televisión chilena  o la hodierna "eventofilia" municipal, nos bombardea día  a día, dando al  mundo entero pruebas palmarias de nuestro atraso e  incultura.  

Testimonios recientes de  destrucción patrimonial.

Hace muy pocos años, cuando la Compañía Minera Cerro Colorado, propiedad de  BHP Billiton,  (o sus contratistas) levantaban su planta extractiva de mineral de cobre muy cerca de Mamiña y de Parca,  en el interior de Tarapacá, pasó a llevar impunemente y destruyó figuras de grandes geoglifos dibujados  hace muchas centurias por  nuestros predecesores. Figuras geométricas extrañas o de saurios y aves, grabadas en las laderas de cerros hace  600 a 900 años atrás. De modo incomprensible,  la prospección previa, contemplada en la Ley  y diseñada precisamente  para  detectar su posible presencia,  "no los vio" ni los advirtió. Algunos arqueólogos levantaron la voz. ¿Quién los escuchó?.   ¿Qué reparación se  hizo tras este desmán?.

Absurdas y ridículas "medidas de mitigación" de los daños al patrimonio cultural..

 Cuando uno tiene conocimiento de las  así llamadas "medidas de mitigación" que se suele ofrecer por parte de las Mineras, al menos en esta región de Tarapacá,  por los daños inferidos o por inferir  a un bien cultural (geoglifo, petroglifo, paskana, ruinas antiguas, etc.), dan ganas de llorar.  He visto esos ridículos "tenues y vaporosos cercos de malla plástica"  de color rojo,  en torno a una apacheta, una  paskana, una antigua huella o un taller lítico. (Vea Figura 1).  Cercos coloridos  que más bien atraen como un imán a curiosos y huaqueros, que alertan y previenen  sobre su importancia cultural. Cercos plásticos  deleznables, por lo demás, que no suelen durar más de 2-3 ó 4  años a lo sumo,  antes de desintegrarse y convertirse en hilachas,  por obra del viento y el quemante  sol del desierto.  ¿Qué queda de esa "protección" al cabo de unos pocos años?. Nada; solo basura y mugre!. ¿Es esto realmente una forma de protección digna de nuestro patrimonio?. ¿Es esto real y verdaderamente una  "mitigación" al daño  inferido?. Las empresas responsables de estos desaguisados (mejor dicho, de estas estupideces),  ¿nos creen tontos?.  ¡Por favor, no seamos ingenuos!. Ellas sí saben muy bien cómo proteger  sus faenas, su maquinaria, sus depósitos de combustible!. Son expertas en "medidas de seguridad"....,  pero para sus propias  instalaciones, no para el resguardo del patrimonio nacional. Éste,  parece no interesarles en absoluto. Al menos, los hechos así lo dejan entrever.



Fig.  1. Vergonzante "medida de mitigación"  en el camino a la Minera Cerro Colorado, cerca de la quebrada de Quipisca.  Un hito típico, señalizador  de huellas troperas  que enfilaban rumbo a la Pampa del Tamarugal , ha  quedado  así "protegido"  y "conservado" para la posteridad.  ¡Si al menos se pusiera un buen  rótulo alusivo a su  valor antropológico!.Quisiera yo saber qué quedará  de este mamarracho  en cinco años más!.

Los responsables.

La Compañía Minera  "Ministro  Hales" de Codelco (Chuquicamata) ha sido directamente responsable hace muy poco tiempo atrás de la  instalación de una enorme torre eléctrica, parte de una vía de transmisión eléctrica desde Tocopilla  hacia la cordillera,  a  menos de  2 metros de distancia  (sic!) de un conjunto de geoglifos, entre ellos un gran rombo escalerado, en el cerro llamado Montecristo (coordenadas UTM  9491512 E  - 7534572 N; vea Fig.  1). La denuncia fue hecha por el señor Claudio Castellón Gatica, buen conocedor de la zona y  antiguo director del museo arqueológico de la Municipalidad de Sierra Gorda en diarios de Calama (Vea, por ejemplo, "El Mercurio" de Calama,  13 de Marzo de 2013, página 6).  Aquí presentamos, para conocimiento del público, los recortes de  periódico correspondientes.


Fig. 1.  En esta vista, tomada del Google Earth se puede apreciar,  justo en su parte media, el rombo escalerado de grandes dimensiones. Este hermoso y original  diseño de rombo es motivo  bastante frecuente en la región de Tarapacá observándose varios ejemplares de este mismo símbolo en la zona de Estación Pintados (Comuna de Pozo Almonte) o en las proximidades de la localidad de  Pica. (Vea trabajo de Ximena Loayza y Luis Briones et al.,: Catastro de Geoglifos de la Comuna de Pica, Fondo  Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, 2010). Ni  siquiera sabemos exactamente aún cuál habría sido en el pasado su significado exacto y  su sentido profundo. Lo ignoramos por completo.  ¿Qué se quiso representar aquí, a la vista del Qhapaqñan o Camino del  Inca?. 




Fig. 2.  El área de geoglifos de Chugchug junto a la aguada del mismo nombre. Lugar estratégico de entrecruce de caminos  antiguos, ramales del Qhapaqñan, notable por la presencia de agua dulce. Obsérvese, aún visibles,  las notables  líneas rectas de las vías antiguas que se cruzan precisamente formando una gran cruz.  El sitio  en el cerro Montecristo donde  se halla  el geoglifo dañado por la empresa  minera, es parte del gran conjunto de Chugchug en la Provincia de Tocopilla, al Norte y muy cerca del río Loa.  


Fig.3.  Observe el enorme geoglifo escalerado, a la izquierda de la base de la torre de alta tensión  e inmediato a ésta, una de las más interesantes y  enigmáticas representaciones de arte rupestre en Tarapacá, lamentablemente  vulnerado y pisoteado por la referida instalación. Los noveles "arqueólogos" de Santiago, desconocedores de la Región y a cargo de la inspección previa en el terreno, "no lo  vieron" o no se tomaron, más bien dicho, el penoso trabajo de trepar como cabras  por los cerros en busca de tales evidencias, tan visibles desde la distancia. ¿Por qué no hicieron un refinado estudio previo a través de las imágenes excelentes del Google Earth, si disponían de las coordenadas exactas donde se ubicarían las torres?.  Tampoco vieron otros diseños que  existen allí mismo o en sus inmediaciones. Comentaremos  su insólito "Informe Final". Pero cobraron, por cierto,  suculentos honorarios  por el "trabajo" realizado.

 Un "arreglín" hecho  a la rápida, para aparentar respeto a la Ley.

En esta imagen (Figura 3),  realmente vergonzosa, se puede ver  el tipo de protección "post factum" (colocación de un cerco de malla plástica roja) hecho apresuradamente por la Empresa, esto  es, después de consumado ya  el destrozo provocado por la instalación de la torre  y  motivados  (en realidad  forzados)  por la  indignada reclamación por parte del Señor Claudio Castellón. Esa torre jamás debió haber sido instalada allí, si la inspección previa, por parte de ingenieros y arqueólogos, hubiese sido cuidadosa y diligente, esto es, verdaderamente responsable. Los arqueólogos (salvo que fueran ciegos) debieron advertir su presencia, y  el trazado de la línea de trasmisión debió haberse desviado varios centenares de metros del área, aún cuando esto significara  incrementar los costos. Así lo exige una interpretación lógica e inteligente  de la Ley de Monumentos Nacionales.

Fig. 4. Este sector de tierra removida,  para la instalación de una de las patas de la torre de alta tensión, está a 2-3  metros aproximadamente de uno de los extremos del gran geoglifo escalerado de Cerro Montecristo.  Extrañamente, no lo vieron ni ingenieros, ni capataces  ni arqueólogos.¡Nadie lo vio!.  ¿¡Qué raro, ¿verdad?. Más bien nos parece del todo inconcebible.¿Estaban ciegos?.  (Foto  de un colaborador, obtenida in situ,  Abril 2013).

Fig. 5.  Esta estaca  fue clavada justo al lado del geoglifo, el cual fue pisoteado reiteradamente por los operarios durante la faena de armado de la torre. Foto del mismo origen, Abril 2013).

Fig. 6.  Huellas dejadas por el arrastre sobre el terreno de los cables de alta tensión, antes de su instalación definitiva. Pasaron  sobre el geoglifo, destruyéndolo en parte. Yo puedo comprender que los obreros no se hayan percatado de la existencia del geoglifo, pero, ¿los ingenieros y capataces  a cargo de la faena  eran ciegos? ¿Dónde queda su capacitación?. (Foto del mismo origen, Abril 2013).

Epílogo.

1.  El actual sistema de  explotación en  nuestro país  por parte de la actual minería extractiva metálica y no metálica deja mucho que desear en materia de protección geográfica, ambiental,  cultural y social, real y efectiva. Las grandes Empresas transnacionales o Nacionales (CODELCO SOQUIMICH, ect) no alertan suficientemente o no han sabido alertar adecuadamente, mediante  protocolos  precisos, a las empresas numerosas contratistas (con las que realizan  la mayor parte de sus movimientos de tierra), sobre  los numerosos riesgos ambientales y culturales inherentes a las áreas de trabajo donde participan.

2. Estas grandes Empresas, aunque contraten o subcontraten  a otras empresas Contratistas menores para cumplir determinadas operaciones, son, en último término,  ante la Ley  (Ambiental o de Monumentos Nacionales u otra), los responsables de los errores, fracasos o  destrozos y no pueden eludir ante la comunidad regional o nacional su propia responsabilidad.  

3. La contratación de especialistas por parte de las Empresas  (de geógrafos, biólogos, antropólogos, arqueólogos, etc.) para cumplir las exigencias de los Estudios de Impacto Ambiental o (EIA) que la Ley prevé, debe considerar como de imperiosa necesidad el que estos técnicos sean  realmente titulados, es decir  que hayan terminado exitosamente el ciclo completo de su formación académica. Los meros  "licenciados" (que hoy pululan  por ahí entre nosotros)   no son todavía  titulados.  Les falta  a ellos, precisamente, uno o dos años de trabajo de investigación, es decir  la parte más difícil y compleja de su formación: su tesis final, momento donde recién pueden demostrar la posesión de una expertise profesional. Por desgracia, constatamos aquí en el Norte de Chile  que muchas Empresas los contratan por ser  ellos "más baratos"  que los titulados ( es decir, que los profesionales verdaderos).

4. Tanto la Ley Ambiental como la Ley de Monumentos Nacionales están hoy en grave deuda con el patrimonio cultural y natural de nuestro país. Ambas necesitan de  un urgente remozamiento y puesta al día. Por tanto, el hecho que las Empresas  nos digan a voces hoy día  que ellas  "cumplen y se apegan a la Ley o a la Norma tal o cual", ya  no es hoy para ellas  título alguno de gloria o  justificativo real  sino, por el contrario,  una señal de atraso e  ignorancia.  No basta, pues, para la ciudadanía actual de nuestra Nación, cada vez más empoderada de sus derechos reales, con el mero cumplimiento de la Norma o de la Ley, cuando ésta es, a los ojos de los expertos (hoy accesibles a  cualquier comunidad),   claramente obsoleta  o imperfecta. En materia de empoderamiento ciudadano,  estamos hoy a años luz de lo que ocurría o parecía justo  apenas hace 20 años atrás. El vertiginoso progreso social actual, empujado por  el desarrollo tecnológico, exige  la frecuente puesta al día de Normas y Leyes. Estado Nacional y Empresas, deben comprenderlo.

5.La mayor parte de los recientes y potentes movimientos sociales  en Chile (Magallanes, Aysén, Feirina, Barrancones   - por citar solo algunos-),  han demostrado la terrible urgencia de remozar y perfeccionar las leyes nacionales protectoras tanto del Ambiente como de la Cultura, ambas hoy  decididamente obsoletas. Las Empresas modernas  necesitan ir mucho más allá de los términos estrictos proclamados por la Ley  respectiva del país y adelantarse a los hechos, aplicando los mejores estándares internacionales,  si quieren que la ciudadanía nacional las respete y las tenga en consideración y no las considere "sus enemigos". De lo contrario, tendrán que habituarse a soportar paralizaciones de faena, cortes de carreteras o incluso actos peores o luctuosos de represalia. Deben las Empresas tener presente que una "sociedad  indignada" por aplicación de normas o  procedimientos anti-ambientales o anti-culturales, tiene una potencia de mobilización  inmensamente  superior al  más brillante cuerpo de Carabineros. 

6. Las Empresas, tanto nacionales como extranjeras deben entender que  el mundo global en el que hoy vivimos ha vuelto a nuestros ciudadanos perfectamente conocedores de cuáles deben ser las mejores prácticas  tanto de protección ambiental como de  cuidado patrimonial, al modo  como se realizan hoy en los países más avanzados del mundo. Si no adoptan  éstas a la brevedad, tendrán serios problemas de sobrevivencia en nuestro país y se verán forzadas por los movimientos sociales y las redes sociales a modificar sus prácticas (tanto anti-ambientales como anti-culturales) o a emigrar a países donde la conciencia ciudadana no está dormida  y puedan actuar impunemente. La Ley, por desgracia, ya no les servirá de excusa.

(En construcción. Falta poner los antecedentes de que ya disponemos sobre  el Informe arqueológico del trzado de la línea de alta tensión a la que hemos aludido aquí y  sobre la reacción de CODELCO ante la reclamación de los expertos).    









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