miércoles, 12 de diciembre de 2012

Geografía y Antropología temprana de Cobija: un puerto en el desierto de Atacama descrito hacia 1580.

Gracias a la generosidad de  Boris Durandeau Stegman,  un chileno, descendiente directo de familias que poblaron el puerto de Cobija en el siglo XIX,  vamos a poder ofrecer muy pronto  al público culto, al profesorado y a los amantes de la historia y la geografía del medio árido chileno, varios capítulos destinados a mostrar aspectos bastante poco conocidos  de la vida en Cobija en el siglo XIX. En especial, nos referiremos a las vicisitudes comerciales y familiares que tuvieron como escenario esta pequeña e insignificante rada en la costa del desierto de Atacama. Por ahora, mientras preparamos los materiales de primera mano referentes a Cobija con la ayuda de Boris, ofrecemos un comentario nuestro a un texto  muy temprano  (1581)  en el que se alude , al parecer por vez primera según creemos,  a este pequeño puerto  de recalada en la costa de Atacama.

¿Cuándo se nombra a Cobija por vez primera?.

Cobija  nace a la historia y pasa a ser conocida,  al parecer, gracias a  la famosa carta de Juan Lozano Machuca,  funcionario español, que la describe en el año 1581. Que sepamos,  no existe ninguna mención  segura, anterior a ésta entre los cronistas, viajeros o filibusteros tempranos que  visitaron estas costas. El texto es bien conocido para los antropólogos e historiadores chilenos. Inicialmente fue publicado en el tomo II de las Relaciones Geográficas de Indias, tomo II Apéndice III, pp. xxi-xxviii), Madrid,  siendo su editor Marcos Jimènez de la Espada.Su nombre:  "Carta del Factor de Potosí Juan Lozano Machuca [al Virrey Don Martín Enríquez], en que da cuenta de cosas de aquella villa y de las minas de Lipes".

 Este texto fue estudiado y re-editado por  el historiador español José María Casassas en  el Boletín  Nº  2-3 del Centro de  Documentación (CEDOC) de la Universidad del Norte, Antofagasta,  1970, pp.1-43.  Muchos años después, en 1992,   aparece  en la revista Estudios Atacameños Nº 10, del Museo de San Pedro de Atacama, en las páginas 133-134 (1992)   un breve "Ensayo" bajo los nombres de José María Casassas y Drahomira Srytrová  cuyo título reza: "Una carta del Factor de Potosí:  Contribución al estudio de la temprana historia colonial de los Andes Meridionales", con algunos  comentarios adicionales.


Del texto del año 1970 tomamos la siguiente cita relativa a Cobija:


La referencia a Cobija en Pedro Lozano Machuca:  cita textual.

  "En la Ensenada de Atacama (1) que es donde está el puerto (2), hay cuatrocientos indios pescadores uros (3) que no son bautizados (4) ni reducidos ni sirven a nadie  (5) , aunque a los caciques de Atacama dan pescado en señal de reconocimiento (6). Es gente muy bruta (7) , no siembran ni cogen y susténtanse  de solo pescado  (8) y están juntos  a esta veta de cobre  (9) , y así con estos indios y los atacamas [del Salar de Atacama]  (10)  se podría labrar esta veta y sería de gran provecho a su Magestad por estar tan junto al puerto y poderse llevar cobre por todo el reino y a España por el estrecho [de Magallanes]; (11).  En este puerto es donde dio carena a su navío e hizo su lancha el   inglés Francisco [Drake] (12) por ser de los mejores puertos que esta mar tiene (13). Será esta ensenada de  veinte leguas (14) y en ellas se ofrece Pedro Sande (15) a que se cogerá mucho ámbar  (16)..." ( edición  1970:39).

Al parecer, este texto sería la primera mención que traen los  descriptores tempranos del área  próxima a Cobija, al denominarla como  "el puerto".  Intentemos hacer explicita,  con Notas nuestras, la riqueza oculta tras  este breve pero enjundioso texto.

Notas explicativas nuestras.

El objeto de estas notas, de un carácter  y enfoque eco-antropológico, es hacer ver la riqueza oculta  en un texto antiguo, de por sí breve,  la que es posible  iluminar  mediante análisis en  los que la geografía, la historia,  la biología y la antropología se dan la mano para "explicar"  la forma de poblamiento humano de un determinado lugar. Recurrir al apoyo de estas ciencias complementarias se hace indispensable cuando  el área de referencia es parte de un desierto  aparentemente inhabitable.

(1)  Es verdad que este texto no menciona explícitamente y con su nombre el topónimo "Cobija"  o "Cubixa",  (como anotan algunos autores tempranos), pero la referencia a este "puerto" del Pacífico es evidente. No existe ningún otro "puerto" en la costa de Atacama con el que se le pudiera confundir. Ni siquiera  Mejillones (Mexillones),  que era y es un lugar absolutamente carente de agua y recursos. Aunque escasa, había  en Cobija  de 3 a 4 vertientes de agua dulce, la mayoría de ellas  muy cerca de la playa y una, la llamada  "de las Cañas", situada algo más lejos, quebrada adentro. Además, los cerros de Cobija  poseían una vegetación interesante de cactáceas columnares (Eulychnia iquiquensis) cuyos troncos secos eran un excelente combustible junto a los talos de  algas marinas del género Lessonia   (L. nigrescens) que la resaca botaba a la orilla. En las cimas, entre los 800 y 900 m de altitud, crecían en primavera  algunos "pastos" (muy probablemente ejemplares de Stipa ichu o "paja brava",  como lo atestigua Francis O´Connor en 1825)  y pequeños grupos de animales (asnos y mulares) eran conducidos a las cimas para pastar por un par de meses.  Es decir, había recursos suficientes  para estadías breves.

(2)  Se alude claramente a un "puerto", es decir un lugar donde habitualmente llegan y recalan navíos. El "portus" latino (origen de la voz "puerto") es por definición el lugar de asilo o refugio de embarcaciones. Aquí era posible recalar y fondear los navíos, y por aquí ascendían las huellas de carretas que conducían  hacia Calama y Chiuchíu. La referencia de Lozano Machuca nos certifica que ya por entonces (fines del siglo XVI) Cobija era utilizada como "puerto" en esta costa del Pacífico.  Puertos de recalada no había sino en cuatro o cinco lugares a lo largo de esta costa pacífica del litoral de Antofagasta:   " El Paposo", Caleta " El Cobre", Mejillones, Cobija y "Puerto del Loa".  Pero la mayor cercanía  y proximidad para penetrar hacia los pueblos del interior de Atacama ("Atacama la Grande" y "Atacama la Chica")  estaba dada en Cobija. Por eso los navegantes suelen  recalar aquí, de paso hacia el Norte o hacia el  Sur.

(3)  ¿Quiénes son estos indios "uros"?. Sabemos bien por los cronistas tempranos que los "uros" eran  los habitantes que residían en "islas" artificiales del Lago Titicaca,  donde  vivían de la pesca. Al nombrar pues   el Factor de Potosí para sus lectores del altiplano, la palabra "uros",  de inmediato se daba a entender a cualquiera la presencia de pescadores. Aquí, por tanto, con la voz  "uros", no se ha querido designar a la conocida etnia o pueblo "uro", antiquísimo habitante del Titicaca  y del río Desaguadero, sino  se emplea  solamente como sinónimo de "pescador". Ahora bien,  que  el lugar de origen, muy lejano en el tiempo, de estos  changos o camanchacas costeros  pescadores-recolectores haya podido ser  el lago Titicaca, es una hipótesis difusa,  manejada antiguamente por algunos arqueólogos, pero  que de ninguna manera está probada.
Nombra Lozano un dato demográfico de alto interés al señalar  una población de "400 indios pescadores" presentes en toda esta "Ensenada de Atacama". Tal como lo señalamos en  nuestra Nota Nº  14 (más abajo),  somos de opinión de  que Lozano Machuca quiere dar a  entender que dicha población es la existente en toda la franja de  esta costa, de unos 111 km de extensión  (20 leguas),  y no en el estrecho sector contiguo al puerto de  Cobija. Algunos autores han pretendido que  ésta haya sido por entonces  la población de Cobija, lo que en realidad  resulta impensable. Ahora bien, estimar en 400 varones pescadores la población dispersa a lo largo de un grado geográfico  (110 km.)  esto es,  desde el sur del Loa hasta Morro Moreno y Mejillones, no parece exagerado. Creemos que este número no pretende para nada  representar la población total, sino sólo la de indios varones en edad de trabajo  (posibles "tributarios" de 18 a 50 años), los  que podrían eventualmente  ser reclutados -según Lozano-  para laborar en las minas que están junto a Cobija, a las que hace referencia.

(4)  Señala  Lozano Machuca que estos pescadores costeros no han sido "bautizados", con lo que se quiere decir que no habían recibido todavía la predicación del Evangelio y, por ende, no poseían todavía  ninguna "capilla" para el culto divino por esas fechas tempranas. La presencia de una  iglesia o capilla, de inmediato sugiere o más probablemente constituye una prueba tangible de la llegada,  sea  frecuente o esporádica, de sacerdotes a evangelizar el vecindario. Alcide  D´Orbigny  indica claramente que la  "capilla"  que el explícitamente nos señala en su visita del año 1832,  porta una fecha de erección  o terminación:  el año 1777.  Muy probablemente  hubo antes otra,  más modesta, tal como la hubo en la desembocadura del Loa.  La evangelización cristiana de los camanchacas de la zona  cercana a Cobija, dado su alto número de población,  debió realizarse casi con certeza en el curso del siglo XVII,  y  de seguro a partir del poblado de  Chíuchiu donde estaba establecido desde temprano el Curato de indios más cercano,  y cuyos registros parroquiales  señalan el bautizo de algunos  camanchacas y  pro-anches por esas fechas. Efectivamente, era el Cura de Chiuchíu el que aparece  visitando de vez en cuando  el puerto de Cobija  para administrar allí  los sacramentos a los convertidos, en particular el bautismo.

(5)  "ni sirven a nadie".  Esta frase puede tener al menos dos sentidos:  a) que no dependen de cacique alguno de la comarca interior de Atacama;  o b) que no están encomendados a ningún español por esas fechas. Tal vez,  se aplique aquí en ambos sentidos. Lo que estaría  señalando que estos  pescadores-recolectores  eran "libres" de toda "servidumbre" y, por tanto, podrían  ser en cualquier momento ser enganchados para servir en la mina cercana (que sospechamos fundadamente sea Gatico), como lo sugiere aquí Lozano.

(6)  Se señala  que "a los caciques de Atacama dan pescado en señal de reconocimiento".  Esta frase enigmática ha sido objeto de polémica entre los etnohistoriadores. ¿Estaban sujetos a los caciques de Atacama y daban en consecuencia pescado como una forma de  tributo?.  ¿Eran entonces tributarios de Atacama (seguramente "Atacama la Chica" o Chíuchíu)?. ¿ O, tal vez, era posible otra forma de reconocimiento?.  Sospechamos que sí.  Este "reconocimiento"  podría perfectamente entenderse como una forma muy concreta de retribución  o intercambio (trueque)  con las aldeas agrícolas del interior atacameño. Así, llevaban ellos mismos  o enviaban el guano  y el pescado seco o ahumado de su costa, sea  para  la agricultura de Chíuchíu sea  para su alimentación.

(7)  "Muy bruta"  en el sentido preciso de "incivilizada", o carente de "civilidad".  La voz "civilizado-a",  viene del latín  "civis"  que significa ciudadano o miembro de una ciudad ("civitas"), y apunta a la gente que vive en ciudades donde se practica,  ex hypothesi, una vida civilizada.

(8)  "de solo pescado".  Si bien el pescado  en todas sus  variedades era su alimento más abundante  y común, también  se alimentaban de otros productos del mar como algas (luche),  equinodermos, caracoles marinos, pulpos y cangrejos (jaibas).  Como lo dirán después claramente otros viajeros, también  comen maíz  tostado, y papas, productos que obtenían por canje con su charquecillo o pescado seco. La "pesca" en sentido lato, era su principal ocupación, pero también  incluía la caza marina de lobos, chungungos y aves marinas  (colecta de huevos). Podemos decir que su dieta alimenticia era,  probablemente, más variada que la de muchas familias pobres de los barrios de las grandes ciudades  y, ciertamente, mucho más rica en proteínas.

(9)  Sospechamos que se refiere a las vetas  de cobre explotadas desde temprano en Gatico, sitio que se hallaba  a muy poca distancia  (2-3 km) de Cobija, hacia el  Norte.

(10)  "Atacamas" o  "atacameños"  serán llamados los pobladores del interior siendo sus principales poblados  las dos aldeas denominadas Atacama, la Alta y la Baja, durante la  época de la Colonia. Esta etnia  conocida hoy como los lickan antai,  poseía su propia lengua el kunsa,  muy diferente del quechua y del aimara o del pukina, y perteneciente a una familia lingüística totalmente distinta.

(11)  Se consagra ya aquí  la fama de " regiones mineras" a  las actuales Regiones  de Antofagasta y Tarapacá, y a esta labor se dedicarán de preferencia los colonizadores españoles, desdeñando la agricultura y el pastoreo de animales.

(12)  El corsario británico Sir Francis Drake, en  1577,  fue el primero que se atrevió a  poner en jaque el dominio español en el Pacífico con sus incursiones  en diferentes puertos y  caletas. Coquimbo, Iquique y Arica, entre otros lugares,  conocerán de su increíble osadía  y audacia,  al apoderararse de navíos españoles  y su valioso cargamento, sobre todo de  plata  en barras producida en los minerales de Huantajaya y Potosí.  El relato del capellán del  barco insignia de Drake, Francis Fletcher,  nos ha dejado  el testimonio preciso de los sitios saqueados por Drake. entre los cuales no está citado, curiosamente,  Cobija. La referencia al sitio donde dio carena a su navío Drake, y que nos transmite Lozano Machuca en este texto,  no corresponde propiamente a la caleta de Cobija, sino a un sitio situado muy poco al sur de esta rada y que se conoce como isla Santa María, en la península de Mejillones. Cobija no era, en modo alguno,  un lugar apropiado para carenar un navío, (operación que requiere de varias semanas de actividad y que deja indefenso al navío),  pues recibía periódicamente  gente del interior la que de seguro le habría hostilizado en su labor. En diciembre de 1577,  con su barco ya carenado, entra el corsario a Iquique donde roba unas barras de plata a un español. Esperamos presentar próximamente  en este mismo Blog el relato completo en inglés y en castellano del capellán Fletcher, con notas alusivas nuestras,  lo que nos permitirá  ahondar en el análisis de algunos aspectos de la minería y de la arriería de esta  época  temprana  (fines del siglo XVI).

(13)  Que Cobija constituye un "buen puerto",  no puede dudarse pues  era la  única entrada más  rápida y directa hacia la altiplanicie de Bolivia y fue muy frecuentado entre los siglos XVI y XIX por los barcos a vela.. Por algo Francis O´Connor en 1825, al recibir la expresa comisión  por parte del mariscal Sucre de buscar el mejor puerto para  Bolivia,  decide  que  éste sea Cobija  y no Mejillones, que era el otro seguro candidato.

(14)  Veinte leguas comportan aproximadamente unos 111 km de longitud, esto es,  casi exactamente la extensión de un grado geográfico. La "ensenada de Atacama" pues, en la mente de Lozano Machuca,  era  una extensa franja costera bastante más amplia que la zona de desembarco inmediata a Cobija y su pequeña península pues,  al parecer, en nuestra opinión,   se extendía hasta cerca del río Loa por el Norte  y hasta Mejillones, por el Sur. Y en este sentido,  la Isla  "Santa María", en la península de Mejillones, quedaría englobada dentro de esta enorme y gigantesca "Ensenada". Y, en tal caso, Lozano habría tenido bastante razón al colocar  en el ámbito de esta "Ensenada" el escenario exacto de la carena del barco de Francis Drake. Porque la "Isla Santa María"  quedaría englobada dentro de este ámbito mayor:  "la ensenada de Atacama". Pensemos que la cartografía  náutica,  o sea la descripción mediante planos de estas tierras nuevas, estaba por entonces muy en pañales y era totalmente tentativa e imprecisa.. La presencia de la penínhsula de Mejillones como accidente geográfico significativo en  el litoral chileno, casi rectilíneo, hace perfectamente imaginable el que los  viajeros antiguos  vieran allí una  "ensenada".

(15)  Pedro Sande era un español  buen conocedor de vetas y de minas, pues es citado también  como poseedor de estacas en las minas de plata de Huantajaya, donde tuvo alguna actividad  a fines del siglo XVI.

(16)  Se hace aquí referencia, extrañamente,  a la presencia de "ámbar".(en latín: succinium)   Que sepamos, jamás ha sido encontrado ámbar en esta zona costera del desierto de Atacama; tampoco en América del Sur. En América sólo se le conoce de México, Nicaragua y República Dominicana. Es el ámbar   un producto de las resina fosilizada de ciertos árboles, máxime de las coníferas.  Probablemente, se trata aquí de alguna confusión del descriptor ante  la presencia común de cristales de cuarzo o tal vez,  de fragmentos de sílex,  materias primas  que tienen un lejano parecido al ámbar.  El sílex, de diversas coloraciones,   fue ampliamente utilizado por los indígenas para la confección de sus armas  (puntas de arpón, puntas de flecha, raspadores, cuchillos, etc.). Justamente en Cobija,  se halla gran profusión de lascas, fruto del desbaste de trozos de sílex para la fabricación de utensilios e instrumentos  por parte de los antiguos pescadores-recolectores que allí residieron durante  largo tiempo y  en gran número.









Comentando este temprano documento, podemos sacar las siguientes conclusiones en forma de notas:

1)

1 comentario:

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Doctor Larraín:

En primer lugar lo felicito por su trabajo y su página web.

La verdad que su blog nos ha permitido tener una mejor comprensión sobre la historia de Cobija, especialmente los comentarios al mapa del siglo XVIII ó los textos inéditos del viajero francés del siglo XIX. Las fotos sobre las botijas encontradas bajo el agua en la rada de Cobija, nos motivaron en parte a mover un equipo de buzos y pasar sonar de barrido lateral por el fondo marino del lugar.

En lo personal me resultan muy interesantes sus escritos sobre arqueología colonial de Tarapacá, Huantajaya y el lugar de producción de botijas.

En esta oportunidad quería solicitarle las fotos de B. Bittmann sobre las botijas recuperadas del fondo en Cobija y que Ud. publica en su blog. Necesito la versión digital en la mejor resolución posible para incorporarlas en el libro que estamos escribiendo sobre arqueología subacuática en el legendario puerto.

Quedo en espera de su respuesta


Atentamente

Francisco García-Albarido G.

Arqueólogo