En el año 1807 don Francisco Xavier de Mendizábal, Sargento Mayor de Brigada de Ingenieros, envió al rey de España esta extraordinaria ilustración a color del emplazamiento del Mineral de plata de San Agustín de Huantajaya, junto al puerto de Iquique. La leyenda que acompaña a este Plano se inserta íntegra en este capítulo con varias notas nuestras. Estas notas, de índole eco-cultural en su mayoría, tienen por objeto clarificar ciertos aspectos reseñados por el autor y que no son fácilmente comprensibles o inteligibles a primera vista para el lector común.
Esta copiosa leyenda es muy rica en información tanto histórica, como geológica, geográfica y antropológica, razón por la cual hemos querido insertar aquí su texto completo, tal y como lo leemos en el grabado adjunto. Su estudio y transcripción fue anteriormente realizado por el Dr. Jorge Hidalgo Lehuedé en su trabajo titulado: " Proyectos coloniales inéditos de riego del desierto: Azapa (Cabildo de Arica, 1619); Pampa Iluga (O´Brien, 1765) y Tarapacá (Mendizábal, 1807) y publicado después en la revista Chungará, N oº 14, pp. 183-222, Instituto de Antropología, Universidad de Tarapacá, 1985.
Este artículo, sin variantes, fue nuevamente inserto en la obra del mismo autor titulada: Historia Andina de Chile," Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2004, Capítulo 16, páginas 355-356 y 376-378.
Vista del cèlebre mineral de Huantaxaya
Nº 1 Bocas Minas con sus desmontes. Nº 2
Yglesia fabricada de Tablas.
Texto completo de la leyenda del grabado, transcrito a la letra.
(Cada párrafo nuestro, separado uno de otro por líneas diagonales, es una línea completa en el original manuscrito. Abajo, se insertan las Notas nuestras al texto).
“El Mineral
de San Agustin de Guantaxaya (1) situado
a los 20º 16 ´de Latitud Austral (2) se halla a dos Leguas cortas del Puerto de
Yqueique (3) en una serranía algo elevada lo que causa un Temple de los más
benignos que se puede apetecer, particularmente el verano, refrescan /
dose por los
Vientos del mar (4) los ardores de la Estación; pero tan vellas cualidades se
contrapesan con la espantosa aridez que se presenta a la vista no permitiendo
lo poco que llueve y los Antimonios y
Sales del terreno por otra (5), no permitiendo que crezca verdura alguna que
pueda recrearla (6). Este portento /
de la
Naturaleza por la extraordinaria Riqueza
de sus vetas y por las Papas de plata pura que se han hallado en varias
ocasiones (7), fue descubierto por el
año 1717 (8) por un Yndio (9) quien lo manifestó
a D[on] Juan de Loaysa y Valdés (10) el
que reconocida su mucha Riqueza emprendio el Travajo, que se ha- /
lló poco
profundo y a tajo abierto, manifestando labor de los Antiguos (11). Continuóse
éste por algunos años extrayéndose Metal en tanto grado que D[on]. Bartolome de Loaysa, hijo del Descubridor, de un tajo de veinte y dos varas de
largo (12) y poco profundo sacó un total de Cincuenta y cuatro mil Marcos (13)/
de plata pura,
àsegurandose que los travajadores
robarían más de treinta mil. Con
el transcurso del tiempo haviendose acabado estos Bolsones de Plata que se
hallaban casi superficiales y emprendido
el trabajo en otras Labores más profundas,
se hallaron los obstáculos de la mucha dureza de /
la piedra en
que se cría el Metal, (13) como el de
dirigirse las vetas hacia el centro del Cerro, y la propensión de interrumpirse
estas con los bancos de piedra que las
cortan y apartan algunas varas de su Dirección,
bien que siguen otra paralela a la primera; lo que ha sido causa para que por /
los crecidos
travajos que ocasionaban no se hallan seguido los travajos con la actividad de
antes ((14) por eso se dedicaron a buscar las ricas Papas de plata que sin
exemplar de otros Minerales del Reyno produce éste. Son estas Papas unos
congelos de Metal puro que se crian
entre las capas, y Panizos de la /
tierra, manifestando
los activos vapores, manifestando la experiencia que sobre los cruceros de éstas, se han
encontrado algunas [papas] de crecido
tamaño siendo la mas notable la que el mismo D. Bartolome de Loaysa remitió a
Potosí que pesó treinta y dos quintales (15) perdiendo solo media /
onza (16) en
[cada] marco (17) [de plata]. De esta misma especie se han visto en nuestro
Gavinete de Historia Natural y en el Año
de 1794 (18). Remitió a S[u].M[agestad]. el
Administrador general que fue del Real Tribunal
de Mineria D Francisco de la Fuente y Loayza
una Papa que peso catorce Arrobas (19) y se avaluó su Ley a siete Pesos
/
y medio el
Marco. De veinte años a esta parte(20) ha llegado á su colmo la decadencia del
Mineral, proviniendo esto de que habiendose los Mineros retirado
a disfrutar en parages más cómodos para la vida el caudal sacado aquí no han quedado sujetos de facultades (20) que puedan
sostener los crecidos gastos /
que
ocasionan la escasez y carestía de los alimentos pues hasta el agua se trae de
ocho y diez leguas(21) y la profundidad
a que se hallan en la actualidad las labores antiguas. Así solo los caballeros Fuentes (22)
sucesores del Descubridor, son los únicos que mantienen un trabajo actibo y
constante en sus labores. Para remediar /
esta carestía
y facilitar la molienda de los metales, con
algún ahorro, se había pensado y
propuesto por los vecinos de aquel Partido un Proyecto de traer aguas desde las
cordilleras más próximas hasta un lugar llamado Yluga distante ocho leguas del
Mineral a fin de cultivar algunas tierras
y formar Yngenios (23) /
pero
haviendome desengañado por el reconocimiento que he practicado de estas
cordilleras (24) de orden del Excmo. S.
D. José Fernando de Abascal de la imposivilidad de conducir dichas aguas en
cantidad suficiente para los fines propuestos y estimulado del deseo de hacer útil mi viage aprovechando los /
socorros que
ofrece la Naturaleza para fomentar este poderoso Mineral que aún está intacto
en su mayor profundidad y en cerros
inmediatos, he hallado ser posible valerse del viento fuerte que corre en la
dicha llanura para elevar las aguas de los Pozos que hay en ella a fin de regar porciones
considerables de tie /
rras (25) formando al mismo tiempo Yngenios movidos por
el propio agente (26) para moler los metales con mucho ahorro de
los actuales gastos, presentando del
efecto de los modelos de las máquinas sencillísimas que propongo y calculado sus efectos con
atención al experimento de la fuerza del viento que es de /
veinte onzas contra una superficie de un pie cuadrado con una velocidad de veinticuatro pies y diez pulgadas por segundo (27). Por este medio tendrá el mineral del auxilio de alimentos, próximos, y el de las recuas de mulas, que se aumentaron para la más economica condución [sic!] de los metales a los ingenios (28) y se /
saca utilidad aun de las vetas más pobres de tal que ahora no costeán los grandes gastos que causa su beneficio, si a eso se agrega la formación de algunas compañías que junten bastantes fondos para emprender nuevos labores, y se establece un banco para el rescate de marcos ya sea de cuenta del /
real Tribunal,o de S[u]. M[agestad] como en Potosí, se verá revivir la antigua riqueza de este asombroso mineral, que se halla en el día por falta de auxilios casi en estado de abandonarse (29). Huantaxaya, 28 de Diziembre de 1807.
Fran[cis]co Xav.[ie]r de Mendizábal
(rubricado)
(Aquí vamos a ir, en los próximos días, agregando nuestras propias notas).
NOTAS NUESTRAS.
(1) Durante toda la época colonial frecuentemente fue utilizada por los escritores la grafía: "Guantaxaya". La "x" era pronunciada como "jota", y de ahí que México hasta el día de hoy se escriba con "x". Los documentos coloniales, hasta bien entrado el siglo XIX, muestran gran imprecisión y libertad en el empleo de ciertas consonantes como la "b" y la "v", o la "c" y la "s", o aún la " z", uso que quedaba al arbitrio del escritor de turno. Mucho más tarde, la Real Academia Española pondrá fin a tal "libertinaje" estilístico, estableciendo normas rigurosas de escritura para la lengua castellana.
(2) La coordenada exacta es parcialmente diferente: 20º 13´S.
(3) El puerto es denominado "Iqueique", en su forma y grafía más antigua. Ya sabemos que el topónimo es de origen puquina (y no aymara como por ahí se repite majaderamente) y vendría a significar, en su forma pluralizada, "los Señores", pues "iqui" designaba al "Señor" en la lengua puquina. Desde los lejanos tiempos del cronista Gerónimo de Bibar (1554) la voz "Ique-ique" o "Iqueique" se mantiene vigente hasta los inicios del siglo XIX, como lo prueba este testimonio de la época.
(4) Estos vientos a los que alude aquí el escritor, son los vientos alisios provenientes del Sur y Surweste y suelen salir por las tardes, cruzando velozmente la cadena de cerros de la cordillera de la costa. Son los mismos que portan las nieblas costeras cargadas de humedad o "camanchaca". Estas nieblas se hacen también sentir en los cerros de Huantajaya y humedecen algo el suelo, tal como lo describe gráficamente don Antonio O´Brien en su Descripción de Tarapacá (1765).
(5) Referencia explícita a la casi total ausencia de precipitación en la zona y a la existencia de costrones de sal en el terreno. De estos costrones salinos fueron hechos muchos de los muros de las viviendas de los operarios. La expresión "antimonios", nada tiene que ver aquí con el elemento químico "antimonio", de símbolo Sb , que fue usado para dar mayor dureza a ciertos metales como el plomo.
(6) En efecto, en los cerros de Huantajaya no crece hoy planta vascular alguna, ni siquiera hemos encontrado especies de líquenes en sus cimas más altas, tal era y aún es la esterilidad de estos terrenos.
(7) Referencia a las ricas "papas" o masas de plata pura, descubiertas de tanto en tanto, en las labores de los cerros de Huantajaya y que tanta celebridad dieron a este yacimiento.Numerosos autores españoles ya desde los tiempos de Pedro Pizarro, el conquistador, se refirieron frecuentemente a este tipo de hallazgos (Vea en este mismo Blog algunos capítulos nuestros anteriores dedicados a los tópicos: Papas de plata, Huantajaya, Antonio O´ Brien, Minería colonial, Mineros de Tarapacá, Economía de Tarapacá).
(8) Hay distintas versiones , en parte encontradas, respecto a quiénes fueron los antiguos descubridores y sus fechas precisas. El Deán Echeverría. de la ciudad de Arequipa en el año 1804 señalaba que su descubridores fueron los portugueses desde Arica, por los años de 1556. Otros, como Mendizábal en nuestro texto, hacen referencia al indio Domingo Quilina quien en 1717 habría dado la información exacta del paradero de esta mina a don Juan de Loayza, quien reinicia las labores. Por otra parte, sabemos hoy por el testamento de Lucas Martínez Begazo, el primer encomendero de Tarapacá, que él personalmente trabajó estas minas ya en la década del 40 del siglo XVI, y tuvo allí en sus labores a varios esclavos negros a su servicio, como lo atestigua el testamento publicado por el historiador peruano Efraín Trelles. (en la Revista "Historia", Universidad Católica de Chile, 1988: 267-293).
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